SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número54Técnica antigua y técnica moderna: sobre la aplicabilidad de Heidegger en filosofía de la tecnologíaMargot, J.-P. (2021). Descartes y Spinoza. Universidad Nacional de Colombia, Universidad del Valle índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Praxis Filosófica

versión impresa ISSN 0120-4688versión On-line ISSN 2389-9387

Prax. filos.  no.54 Cali ene./jun. 2022  Epub 09-Mar-2022

https://doi.org/10.25100/pfilosofica.v0i54.11939 

Artículo de investigación

Psicología, psicoanálisis y sentido. Relaciones conceptuales entre Michel Foucault y Georges Politzer

Psychology, Psychoanalysis and Sense. Conceptual Relations Between Michel Foucault and Georges Politzer

1 Universidad de Buenos Aires. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina. E-mail: matiasabeijon@gmail.com


Resumen

La investigación que se presenta tiene como objetivo el análisis teórico e histórico de los cruces entre psicología, psicoanálisis y filosofía en artículo temprano de Michel Foucault, “La psychologie de 1850 à 1950”. Se pretende realizar un análisis teórico de los argumentos en los que se apoyan una serie de postulados valorativos y críticas a la psicología y al psicoanálisis. A su vez, estos argumentos derivan del análisis del libro de George Politzer, Critique des fondements de la psychologie. Se sostiene que Michel Foucault, a partir de los trabajos de Politzer, elabora el concepto de sentido para dar fundamento al psicoanálisis y a las psicologías contemporáneas.

Palabras clave: psicología; psicoanálisis; sentido; historia; abstracto

Abstract

The objective of the research presented is to analyze theoretically and historically the intersections between psychology, psychoanalysis and philosophy in Michel Foucault’s early production, “La psychologie de 1850 à 1950”. It aims to perform a theoretical analysis of the arguments that support a series of evaluative postulates and critiques of psychology and psychoanalysis. In turn, these arguments have an origin in George Politzer’s book, Critique des fondements de la psychologie. It argues that Michel Foucault draws on the works of Politzer to develop the concept of sense that grounds psychoanalysis and contemporary psychologies.

Keywords: Psychology; Psychoanalysis; Sense; History; Abstract

I. Introducción

En el presente artículo analizaremos las características del relato histórico de la psicología en un temprano texto publicado por Michel Foucault, “La psychologie de 1850 à 1950”. Allí, el autor define a la psicología del siglo XX como una disciplina ligada al sentido. Esta definición de la psicología condensa una serie de saberes propios del contexto intelectual francés de la época sobre el psicoanálisis, y liga dicho proyecto a la obra de Georges Politzer. Respecto a la relación entre la obra de Politzer y los escritos tempranos de Foucault, esta ha sido señalada en pocas ocasiones (Abeijón, 2013; Basso, 2007; Bianco, 2016; Chebili, 2005; Moreno Pestaña, 2006), pero nunca trabajada. Por lo general, se considera que Foucault, al igual que varios intelectuales franceses, se vieron influenciados por las críticas de Politzer a las abstracciones de la psicología oficial y por su proyecto inconcluso de la elaboración de una psicología concreta. Bianco y Chebili sitúan las obras de Politzer y de Foucault en una misma serie de críticas filosóficas a la psicología, pero más allá de una referencia común a la temática de lo “concreto”, no desarrollan las posibles relaciones entre ambos autores. A esta ausencia de estudios debe sumarse el poco tratamiento que, hasta el momento, tiene la figura de Politzer en términos generales. A excepción de unas pocas obras (Bianco, 2016; Chebili, 2008; Dagfal, 2013; Roudinesco, 1986, Politzer, 2013), la obra de Politzer y su influencia en los primeros textos de figuras como Lagache, Sartre, Merleau-Ponty, Lacan, etc., fue descuidada.

Intentaremos, entonces, demostrar que la caracterización de las psicologías de los siglos XIX y XX desarrollada en “La psychologie de 1850 à 1950”, y especialmente su relato de la historia de la psicología, parte de la crítica politzeriana a la psicología científica y de su proyecto de una psicología concreta. En este marco, sostendremos las siguientes hipótesis: 1) Foucault sitúa un cambio en las psicologías del siglo XX que parte del reconocimiento de un nuevo estatuto del hombre, ligado al sentido y a la significación. 2) Este cambio es análogo a la tesis de Politzer según la cual las psicologías científicas han abstraído al hombre concreto, sostén de los hechos psicológicos, mientras que la psicología concreta (partiendo del psicoanálisis) busca recuperarlo.

II. Politzer y la Critique des fondements de la psychologie

Georges Politzer nació el 3 de mayo de 1903 en Nagyvarad (Hungría), en una familia de judíos húngaros. En 1920, con 17 años y establecido en París, pasó con éxito su examen para el ingreso a la licence en filosofía en la Sorbona. La licence se compone de cuatro certificados, entre ellos el de “Psicología y estética”. Este exigía experimentos en psicopatología, lo que obligaba a los estudiantes a seguir los cursos del profesor Georges Dumas en el hospital Sainte-Anne, donde tenían lugar las presentaciones de enfermos. Paralelamente, profundizaba su conocimiento sobre Freud. Viajó a Viena y siguió los seminarios de la Sociedad Psicoanalítica. En 1923 obtuvo la licence en filosofía. El 17 de febrero del mismo año se casó con Camille, y posteriormente se le otorgó la nacionalidad francesa. En junio de 1924, bajo la dirección de León Brunschvicg, obtuvo su diploma de estudios superiores de filosofía con su tesis “El rol de la imaginación en el esquematismo kantiano”. Lanzó una nueva revista, L’Esprit. Politzer destacaba la importancia de la filosofía de Schelling y tradujo y prologó en 1926 las Recherches philosophiques sur l’essence de la liberté humaine (Politzer, 2013; Racine-Furlaud, 2016).

En 1928 publicó Critique des fondements de la psychologie. El libro formaba parte de un proyecto mayor: a él debían seguir dos volúmenes más, uno sobre la Gestalttheorie y la fenomenología y otro sobre el behaviorismo. A su vez, estos tres volúmenes funcionarían a modo de preámbulo de un ensayo mayor que se titularía Essai critique sur les fondements de la psychologie. Luego de la publicación del primer volumen, Politzer abandonó este proyecto.

La Critique des fondements de la psychologie puede dividirse en dos grandes ejes. En principio, Politzer anuncia el final de la psicología actual, destacando el primado de la faceta negativa: el desarrollo de una serie de críticas a la psicología de la época, especialmente a la psicología científica, y de una extensa crítica al psicoanálisis. El segundo eje de la obra gira en torno a la elaboración de su proyecto de una psicología concreta que retomará en artículos posteriores, pero que será abandonado en la década del treinta. Al analizar estas críticas, el objetivo subyacente de Politzer es rastrear una serie de elementos y mecanismos comunes (principalmente los mecanismos de la abstracción, el realismo y el formalismo) que, según el autor, sobreviven en el psicoanálisis.

Desde el inicio del libro, Politzer describe el panorama de la psicología actual. Los psicólogos se encuentran escandalizados ante la muerte de la psicología oficial, aquella psicología que estudia procesos:

Los psicólogos, incapaces de descubrir la verdad, la esperan de un día tras otro; esperan la traiga alguien, sea quien sea, fuere y viniere de donde viniere, pero como no tienen idea alguna de la verdad, no saben reconocerla ni captársela: entonces la ven en cualquier cosa y son víctimas de todas las ilusiones (Politzer, 1928, p. 18).

En esta cita puede apreciarse uno de los puntos centrales de la crítica a la psicología científica: el uso impotente que hace del método científico. Recibiendo los métodos matemáticos y experimentales de tercera mano, y no siendo sus objetos más que la elaboración nocional mitológica de la antigua psicología del alma, la presunta psicología científica y experimental se reduce a una apariencia pomposa: “¿Y qué diremos del psicólogo? Todo es pompa en él. A despecho de todas sus protestas contra la filosofía, sólo ve la ciencia a través de los lugares comunes que ella le ha enseñado sobre el asunto” (Politzer, 1928, p. 20). El antiguo culto del alma y el tema de la percepción aristotélica sobrevivieron en el cristianismo y permanecen en la psicología actual, tanto en su metodología como en sus objetos de estudio y, sobre todo, en el postulado de una “vida interior” de tradición vitalista y bergsoniana: “El mito tiene por objeto, no al hombre, sino al alma. Esta manera de ver es el resultado de la tradición animista en psicología y de la elaboración del mito de la vida interior” (Tutundjian, 1966, pp. 63-64). Según Politzer, la crítica kantiana de la psicología racional debiera haber arruinado definitivamente las pretensiones escolásticas de la psicología, pero la crítica de Kant no surtió este efecto. Si bien eliminó la noción de alma, el primado de la esfera trascendental kantiana dio por resultado que la psicología se volcara hacia un realismo empírico paralelo al que se impone en la ciencia después de la ruina de la cosa en sí. Conservando sólo el paralelismo en las experiencias externa e interna, el antiguo fondo de la psicología sobrevivió, aunque ahora bajo las exigencias del siglo XIX: la experiencia y el cálculo. Sea a través de una psicología de la experiencia y el cálculo, o de una psicología de la “vida interior”, lo esencial de la antigua psicología del alma, la abstracción, perdura:

La ideología de la burguesía no hubiera sido completa de no haber hallado su mística. Después de muchos tanteos parece haberla encontrado actualmente: en la vida interior de la psicología. La vida interior conviene perfectamente a este destino. Su esencia es la misma que la de nuestra civilización, es decir la abstracción. (…) La religión de la vida interior parece ser el mejor medio de defensa contra los peligros de una verdadera renovación. Como no implica el apego a ninguna verdad determinada, sino simplemente juego desinteresado con las formas y cualidades, produce la ilusión de la vida y el progreso espiritual, cuando la abstracción, que es su esencia, detiene toda verdadera vida (Politzer, 1928, p. 26).

La abstracción constituye el procedimiento fundamental de la psicología clásica. Esta se define a partir de procesos “autónomos”, que son descritos en términos de mecanismos y no en términos de acciones de primera persona. A su vez, elabora nociones que corresponden a hechos psicológicos pero considerados fuera de su relación constitutiva con el sujeto psicológico. Estas nociones sirven de punto de partida a las tentativas de explicaciones mecánicas en las que se emplean esquemas en tercera persona. Según Politzer, la teoría más representativa de esta abstracción, y aquella que representa el esquema formal de dicho mecanismo presente en las psicologías científicas, es la teoría de las facultades del alma. La primera persona, el sujeto que es el sostén del hecho psicológico, queda dividido en facultades. Los hechos psicológicos ya no son manifestaciones del yo, sino facultades independientes que ni son ni pueden ser más que entidades en tercera persona. La psicología moderna que afirma haber superado la teoría de las facultades del alma, se halla en el mismo plano. Más allá del cambio en la denominación (en vez de facultades se refieren a “funciones”), las clasificaciones han sido conservadas cuidadosamente, y con ello el procedimiento fundamental que figura en su base: “Las nociones de moda actualmente: conciencia, tendencias, síntesis, ‘actitudes’, etc., son nociones que rompen la continuidad del yo tanto como las facultades del alma, dando lugar del mismo modo al empleo de esquemas en tercera persona” (Politzer, 1928, p. 44). Por consecuencia, Politzer plantea como necesario el abandono del método de la tercera persona cuando se estudian hechos psicológicos, pues estos últimos no pueden soportar la aplicación de esquemas que hacen desaparecer la primera persona, y no pueden entrar en ningún proceso impersonal, porque al separar al sujeto del hecho psicológico se aniquila al hecho como psicológico.

La psicología concreta, por el contrario, es aquella que toma como objeto al yo y sus actos, al sujeto en primera persona. A partir de ella, la psicología ingresa en una nueva vía: el estudio del hombre concreto. La psicología concreta sistematiza la tradición concreta que ha nutrido siempre a la literatura y al arte dramático. Pero, aun teniendo el mismo objeto, ofrece algo más que el teatro y la literatura, pues, según Politzer, pretende constituirse como una ciencia. En este punto, cobra importancia la referencia politzeriana a la vida. La “verdadera vida” es la vida propiamente humana, en primera persona, denominada “vida dramática”: “Esta vida dramática presenta todos los caracteres que hacen posible se estudie su dominio científicamente. Aunque no existiese la psicología, habría que inventarla en nombre de dicha posibilidad” (Politzer, 1928, p. 24). Esta psicología que aún no se ha inventado representa el proyecto de Politzer de una psicología concreta, una psicología del hombre concreto y su vida dramática, que también implica la condena al método de la abstracción presente en la psicología oficial. La psicología clásica no sería dramática, porque al realizar la transposición de los fenómenos fisiológicos y realizarlos, extirpa la unidad conformada entre el hombre y su acto. El drama es, también, el encadenamiento de actos a través de los cuales la existencia verdadera deviene personal, el hecho de un individuo singular o de una singularidad. Las nociones de la psicología clásica no pueden considerarse como aspectos de un acto individual, porque no pertenecen al mismo plano que el yo: “Únicamente continuando en este plano será como podremos hacer que aparezca la pertenencia de los hechos psicológicos al yo: los hechos psicológicos deben ser homogéneos al yo, no pueden dejar de ser encarnaciones de la misma forma del yo” (Politzer, 1928, p. 50).

Por otra parte, esta nueva psicología concreta se encuentra representada por tres tendencias: el psicoanálisis, el behaviorismo y la Gestalttheorie. Tanto la Gestalttheorie como el behaviorismo cobran valor en Politzer por una vía negativa, pues ambas llevan en sí la negación del modo de obrar fundamental de la psicología clásica. La Gestalttheorie se opone a la deformación de las acciones humanas que intentan reconstituir la totalidad partiendo de elementos sin significación y amorfos. El behaviorismo de Watson también reconoce el fracaso de la psicología objetiva clásica y aporta, con la idea de behavior, una definición concreta del hecho psicológico. Pero al mismo tiempo, estas dos corrientes psicológicas contienen el error bajo aspectos diferentes. La Gestalttheorie se entrega a construcciones teóricas y no parece poder liberarse de las preocupaciones de la psicología clásica. Por no poder superar la oposición entre lo global y lo elemental, la Gestalttheorie no establece ninguna relación entre esos elementos, quedando irresuelto el problema de la génesis de las estructuras. Por otra parte, el behaviorismo es estéril o cae de nuevo en la fisiología, la biología y hasta en una introspección disfrazada. De estas tres tendencias, el psicoanálisis será el principal representante de la nueva psicología concreta: “únicamente el psicoanálisis puede procurarnos hoy la visión de la verdadera psicología, porque sólo él es ya una de sus encarnaciones” (Politzer, 1928, p. 30).

Para Politzer, el psicoanálisis descubre la dimensión del sentido y la significación presente en todas las conductas humanas, es decir descubre el sentido concreto e individual del sueño. Para demostrarlo, el autor menciona las críticas presentes al inicio de la Traumdeutung a las concepciones del sueño anteriores a Freud, especialmente la teoría del despertar parcial. Según Herbart, el sueño es una vigilia parcial matizada y anormal al mismo tiempo. Binz, por su parte, realiza una traducción fisiológica del sueño, definiéndolo como un estado de rigidez que se disipa poco a poco a medida que acontece el despertar, y donde los productos de la fatiga acumulados en las células cerebrales se descomponen o son arrastrados por la corriente circulatoria. Algunos grupos celulares despiertan mientras que otros quedan fijos, y producto del trabajo aislado de esos grupos celulares devienen las imágenes del sueño. Según Politzer, esta teoría es la antítesis de la concepción freudiana, pues convierte al sueño en algo puramente orgánico y en un fenómeno puramente negativo, como una serie de procesos abstractos que se traducen a una explicación fisiológica. Freud, al contrario, otorga un estatuto positivo al fenómeno onírico al considerarlo un hecho psicológico:

Freud no reclama la dignidad de hecho psicológico para el sueño, sino porque logra demostrar en su base procesos originales pero irregulares. Pero si encuentra esos procesos es porque parte de la hipótesis según la cual el sueño tiene sentido. Gracias a esa hipótesis podrá reintegrarse al sueño su calidad de un hecho psicológico. Pero esa hipótesis constituye por sí sola la ruptura con el punto de vista de la psicología clásica, pues esta última se sitúa en un punto de vista formal y se desinteresa en cuanto al sentido (Politzer, 1928, p. 41).

El punto de vista formal que menciona Politzer acompaña los procesos de abstracción y de realismo. El realismo implica que la significación es considerada como una cosa, siendo alejada del sistema de relaciones dramáticas que la constituyen y considerada como un objeto capaz de ser abordado a través de las ciencias naturales. La abstracción, por su parte, es el mecanismo a través del cual los conjuntos dramáticos son separados y el hombre concreto es reemplazado por procesos y nociones impersonales. Finalmente, el formalismo elimina la individualidad de la significación con el objetivo de retener su forma.

La dimensión del sentido y la significación que toma como hipótesis el psicoanálisis permite considerar los hechos psicológicos en primera persona. En relación al sueño, el psicoanálisis pone el acento en la modulación del yo:

El postulado de toda la Traumdeutung, es decir, que el sueño es la realización de un deseo, la técnica de interpretación consiste precisamente en el arte de enlazar el sueño con el sujeto que ha soñado, toda la Traumdeutung que es el desarrollo, articulación, demostración y sistematización de la tesis fundamental, nos muestra que Freud considera como inseparable del yo el sueño que, siendo por esencia modulación de ese yo, se le une íntimamente y lo expresa (Politzer, 1928, p. 43).

Finalmente, destaquemos que este “yo” al que refiere Politzer representa la vida dramática, en la cual los hechos psicológicos son considerados como segmentos de la vida del individuo particular. Lo que el psicoanálisis quiere alcanzar por la interpretación no es el yo abstracto de la psicología, sino el sujeto de la vida individual, el soporte de un conjunto de acontecimientos únicos, el actor de la vida dramática. El yo no interviene como “propietario de sus estados” o como causa de una función general, sino como agente de un acto considerado en su determinación singular. El sueño es segmento de la vida del individuo particular, y sólo puede ser explicado relacionándolo con el yo. Según Politzer, Freud resume la esencia del sueño en una fórmula que expresa su carácter concreto: el sueño es la realización de un deseo. Esta fórmula tiene varios aspectos, pero todos se resumen en el hecho de que el sueño se enlaza con la experiencia individual concreta. El sueño no es la realización del Deseo en general, sino que es la realización de un deseo particular, determinado en su forma por la experiencia particular de un individuo particular. Precisamente, el pensamiento del sueño es un deseo concreto para Freud, no sólo por su contenido individual, sino también por el hecho de ser un deseo psicológicamente real y, por ese motivo, el yo continúa estando presente constantemente en el sueño.

Sin embargo, Politzer también afirma que en el psicoanálisis persisten, más allá de su inspiración concreta, una serie de especulaciones propias de la psicología clásica. La mayor parte de Critique des fondements de la psychologie intenta demostrar cómo en el psicoanálisis sobreviven estas entidades y mecanismos abstractos.2

III. Foucault y la historia de la psicología

A partir de la década del treinta, el interés de Politzer por la psicología pasó a un segundo plano y no retomó la temática. Sin embargo, varios autores (generalmente sin citarlo explícitamente) utilizaron los conceptos de Critique des fondements de la psychologie en sus primeras obras: Lacan, Sartre, Lagache, Merleau-Ponty, Althusser e incluso el joven Foucault.3 Sus críticas a la psicología de la época se retomaron para ilustrar el estado de la psicología en las décadas posteriores, y su crítica al psicoanálisis corrió paralela a la formación de un psicoanálisis francés que intentó dejar a un lado los postulados energetistas y los esquemas provenientes de las ciencias naturales.4 En el caso de Foucault, intentaremos demostrar que las críticas a la psicología presentes en “La psychologie de 1850 à 1950”, especialmente en el relato foucaulteano de la historia de la psicología, parten de la crítica politzeriana a la psicología científica y de su proyecto de una psicología concreta. Así como Politzer criticó a las psicologías del siglo XIX por abstraer al hombre concreto (al sujeto de los procesos psicológicos), Foucault ubica un cambio en las psicologías del siglo XX que parte del reconocimiento de una dimensión significativa en el hombre.

Encargada por Denis Huisman en 1952 para un volumen colectivo sobre la historia de la filosofía (Histoire de la philosophie européenne), escrita durante el año siguiente y recién publicada en 1957, el artículo “La psychologie de 1850 à 1950” es en muchos aspectos una investigación académica sobre las tendencias existentes dentro de la psicología durante un siglo.

Foucault impugna a la psicología positivista bajo lo que denomina “prejuicio de la naturaleza”. La psicología del siglo XIX habría heredado de la Aufklärung el mandato de alinearse a las metodologías de las ciencias naturales (determinación de vínculos cuantitativos e hipótesis explicativas, y un pasaje obligado por la verificación experimental). Esta metodología fue adecuada al objeto de estudio de la psicología, el hombre, en tanto su verdad era de orden natural: “la verdad del hombre se agotaba en su ser natural” (Foucault, 1957a, p. 121). Estas psicologías poseen como rasgo común el tomar prestado de las ciencias de la naturaleza su estilo de objetividad, y el buscar en sus métodos su esquema de análisis. A partir de ello, Foucault define tres métodos y modelos que agrupan las psicologías del siglo XIX. El rasgo común a todas ellas es la utilización de un mismo método científico y la concepción del hombre como un ser natural. En primer lugar, el método físico-químico sirve de común denominador a todas las psicologías de la asociación y del análisis elemental. Tiene dos formas de investigación: “a partir de los hechos, acceder a leyes más generales (…); la segunda, al igual que el análisis químico para los cuerpos compuestos, reduce los fenómenos complejos a elementos simples” (Foucault, 1957a, p. 122). En segundo lugar, el modelo orgánico define la realidad humana a partir de su naturaleza orgánica, como es el caso de las obras de Bichat, Magendie y Claude Bernard: “El psiquismo, como el organismo, es caracterizado por su espontaneidad, su capacidad de adaptación y sus procesos de regulación interna” (Foucault, 1957a, p. 123). Finalmente, el modelo evolucionista que parte de la publicación de El origen de las especies marca una renovación en las ciencias del hombre, produciéndose el pasaje de un mito newtoniano a un mito darwiniano: “La evolución del individuo es descrita como un proceso de diferenciación (movimiento horizontal de expansión hacia lo múltiple) y por un movimiento de organización jerárquica (movimiento vertical de integración en la unidad)” (Foucault, 1957a, p. 124).

Sin embargo, según Foucault, toda la historia de la psicología hasta mediados del siglo XX es la historia paradójica entre las contradicciones entre el proyecto iluminista y los postulados mencionados. Por perseguir el ideal de rigor y exactitud de las ciencia de la naturaleza, la psicología:

fue llevada a renunciar a sus postulados, (…) fue conducida a reconocer en la realidad humana algo diferente de un sector de la objetividad natural, y a utilizar para conocer otros métodos de los que las ciencia de la naturaleza podían proporcionar como modelo (Foucault, 1957a, p. 120).

Hacia el final del siglo XIX, por una serie de diversas vías, se efectuó el descubrimiento del sentido. Se abandonaron las hipótesis demasiado amplias y generales que explican al hombre como un sector determinado del mundo natural, y se intentó realizar un examen más riguroso de la realidad humana:

Tomar al hombre no en el nivel de su denominador común que lo asimila a todo ser viviente, sino en su propio nivel, en las conductas en las que se expresa, en la conciencia en la que se reconoce, en la historia personal a través de la cual se constituyó (Foucault, 1957a, p. 125).

Dentro de esta dimensión, Foucault destaca, en primer lugar, a Pierre Janet y su noción de conducta que supera el cuadro naturalista. Por otra parte, los análisis históricos y fenomenológicos también forman parte de la actualización de la psicología del siglo XX. Dilthey señala que la historia enseña que el hombre es una actividad espiritual y que la génesis de los procesos psicológicos no implica un proceso mecánico, sino un movimiento propio del espíritu que se debe comprender. Husserl y el movimiento fenomenológico continuaron el desarrollo de esta vía de la comprensión, a través de la descripción rigurosa de la experiencia vivida y del análisis de su sentido inmanente. Jaspers, por su parte, distingue en los fenómenos patológicos los procesos orgánicos que son referidos a la explicación causal, y las reacciones o los desarrollos de la personalidad que envuelven la significación vivida que el psiquiatra debe tratar de comprender.

Quien sobresale entre las diversas corrientes psicológicas de inicios del siglo XX, es el psicoanálisis: “Pero ninguna forma de psicología dio mayor importancia a la significación que el psicoanálisis” (Foucault, 1957a, p. 126). Si bien el psicoanálisis continúa ligado en el pensamiento de Freud a sus orígenes naturalistas, su historia ha hecho justicia frente a ello:

La importancia de Freud deviene sin duda de la impureza misma de sus conceptos: es en el interior del sistema freudiano que se produce ese gran trastocamiento de la psicología; es en el curso de la reflexión freudiana que el análisis causal se transformó en génesis de significaciones, que la evolución dio lugar a la historia, y que la exigencia de analizar el medio cultural substituyó al recurso a la naturaleza (Foucault, 1957a, p. 127).

Foucault comienza su descripción del psicoanálisis en los siguientes términos:

El análisis psicológico no debe partir, para Freud, de una separación de las conductas entre lo voluntario y lo involuntario, lo intencional y lo automático, la conducta normalmente ordenada y el comportamiento patológico y perturbado; no hay diferencia de naturaleza entre el movimiento voluntario de un hombre sano y la parálisis histérica. Más allá de todas las diferencias manifiestas, estas dos conductas tienen un sentido: la parálisis histérica tiene el sentido de la acción que ella proyecta. El sentido es coextensivo a toda conducta (Foucault, 1957a, p. 128).

A su vez, el sentido de las conductas, sus significaciones inmanentes, se determina a partir de la historia individual. Cuando las significaciones pasadas no se integran a las significaciones nuevas, acontece la conducta neurótica. No obstante, aunque la conducta aún mantenga su conflictiva significación pasada, también posee un sentido presente. El presente se defiende del pasado a través de una serie de mecanismos de defensa, que la cura psicoanalítica elabora a través de la transferencia. La relación entre el presente y su pasado, según Foucault, es dialéctica: “El presente mantiene una relación dialéctica con su propio pasado; lo reprime en el inconsciente, separa las significaciones ambiguas, proyecta sobre la actualidad del mundo real los fantasmas de la vida anterior” (Foucault, 1957a, p. 129). Esta relación dialéctica, la implicación entre el pasado y el presente (o la presencia inmanente del pasado en lo actual) refleja, para Foucault, el conflicto entre el individuo y la sociedad. El sentido, entonces, se define en la confrontación de dos “historias reales” (Foucault, 1957a, p. 129): la historia de las vivencias del individuo, y la de las estructuras normativas de la sociedad que se le imponen.

Esta primacía otorgada al psicoanálisis es análoga, a nuestro juicio, a la otorgada por Politzer en Critique des fondements de la psychologie. La ubicación del psicoanálisis en la tradición del sentido permite situarlo en el sendero marcado por el proyecto politzeriano de una psicología que recupere la dimensión significativa de los actos propiamente humanos. Nótese, además, que el cambio que establece Foucault entre las psicologías del siglo XIX y las del siglo XX parte del reconocimiento de un sentido propio de la dimensión humana. Mientras que las psicologías del siglo XIX, a través de un “prejuicio” expresado en la herencia de un presupuesto iluminista, consideraban la verdad del hombre reducida a una esencia natural (y, consecuentemente, recurrían para su estudio a una metodología científica proveniente de las ciencias naturales), las psicologías del siglo XX parten de reconocer que la dimensión humana es irreductible a las esencias naturales. Por consecuencia, al cambiar el estatuto del hombre las nuevas psicologías se ven obligadas a recurrir a nuevos métodos para su estudio. En última instancia, el relato histórico respecto a estas psicologías parece seguir los lineamientos planteados por Politzer: una psicología científica del siglo XIX cuyo método abstrae al sujeto del hecho psicológico, y una psicología concreta del siglo XX encarnada en el psicoanálisis que, a pesar de las mitologías que aún encierra en su teoría, recupera el sentido del hecho psicológico5.

Retomando “La psychologie de 1850 à 1950”, Foucault afirma que, si el psicoanálisis fue más lejos que Janet y que la propia fenomenología, fue porque Freud le otorgó un estatuto objetivo a la significación:

Empujando hasta sus límites extremos el análisis del sentido, Freud ha dado su orientación a la psicología moderna; si fue más lejos que Janet y que Jaspers, es porque confirió un estatuto objetivo a la significación y buscó reubicarla en el nivel de los símbolos expresivos, en el ‘material’ mismo del comportamiento (Foucault, 1957a, p. 129).

El psicoanálisis le habría otorgado al comportamiento una historia real, a partir de la confrontación de dos instancias, la de sus experiencias vividas y la de las estructuras de la sociedad. Esta historia real permite, según Foucault, “rebasar la oposición de lo subjetivo y lo objetivo, del individuo y de la sociedad” (Foucault, 1957a, p. 129), y permitiría fundar la posibilidad de un estudio objetivo de las significaciones, es decir, un estudio de los símbolos expresivos que se encarnan en los comportamientos. A través del estudio de las significaciones objetivas, Foucault intenta conciliar el plano de lo empírico con el del sentido. El análisis del sentido freudiano permitió descubrir que el sentido se encarna en un material objetivo y que, por lo tanto, lo empírico y el sentido conforman un binomio indisociable.

Este intento de conciliar la esfera del sentido y la de lo empírico ya se encontraba en Politzer. Si bien las experiencias vividas del sujeto a las que refiere la dimensión del sentido pueden leerse desde la analítica existencial por la que se aboga hacia el final del artículo, también es posible ubicar esta afirmación sobre las significaciones objetivas en el proyecto de la psicología concreta politzeriana. Las nociones de drama y primera persona en Politzer no dejan de lado el hecho de que la psicología concreta se defina como una verdadera psicología científica y positiva que se expresa en el material empírico del comportamiento. Esta relación con Politzer permite comprender la causa de algunas inclusiones, que a primera vista pueden resultar extrañas, en el conjunto de las significaciones objetivas. Según Foucault, el estudio de las significaciones objetivas abarca cinco regiones esenciales. La primera de ellas, denominada “Elementos y conjuntos”, abarca tanto al behaviorismo de Watson como a la Gestaltheorie. Respecto a Watson, Foucault dice lo siguiente:

El behaviorismo, inaugurado por Watson, busca el sentido adaptativo de las conductas a partir de las manifestaciones objetivas del comportamiento. Sin que intervenga la experiencia vivida, ni tampoco el estudio de las estructuras nerviosas y sus procesos, debe ser posible, por la confrontación del análisis de los estímulos y las reacciones, reencontrar la unidad del comportamiento. (…) Por lo tanto, todo comportamiento debe explicarse a partir de una constelación estimulante, sin recurrir a entidades como el instinto, la conciencia, la libertad (Foucault, 1957a, p. 130).

Respecto a la Gestaltheorie, afirma:

Encontramos los mismos problemas dentro de la psicología de la Forma: ¿cuál es el dominio de objetividad de las conductas significativas? Y el estudio de estas significaciones ¿se debe hacer en una forma segmentaria o global? En la Gestalt-Theorie, es el segundo problema el que domina al primero y comanda la solución. Wertheimer, Köhler, Koffka muestran que las cualidades estructurales del estímulo motivan, en su alcance general, respuestas como la de la percepción que articula el campo, la inteligencia que lo reestructura, la emoción que mezcla las líneas. Se debe por consiguiente abandonar las hipótesis de una acción inmediata de estímulos locales y definir la relación de la constelación estimulante con la respuesta, por medio de un campo que no implica ni objetividad natural ni proceso causal. Este ‘campo fenoménico’ define la objetividad por la pregnancia y la constancia de las figuras; y substituye el proceso causal por toda una interacción de fuerzas entre el sujeto y el medio. El campo dinámico de comportamiento deviene así el objeto mayor de la psicología (Foucault, 1957a, pp. 130-131).

Nótese la coincidencia entre lo que Foucault destaca de ambas teorías y lo que Politzer rescata de ellas en Critique des fondements de la psychologie: del behaviorismo de Watson, que a primera vista parecería más razonable ubicarlo dentro del “prejuicio de la naturaleza”, importa destacar su intención de desarrollar una psicología científica que no recurra a ningún tipo de noción abstracta. De la Gestaltheorie interesa su análisis en términos de estructura y formas globales que superan el análisis atomista.

El sentido, para Foucault, se ubica siempre entre los polos de elementos contradictorios, y más aún, entre el hecho psicológico y la manifestación empírica. Las conductas, entendidas en términos de sentido no se agotan ni en el polo subjetivo ni en el objetivo, sino en la unidad indisociable entre ambos elementos que se manifiesta de diferentes formas en pares de oposición. La psicología se funda en ese terreno ambiguo y contradictorio:

Pero ¿incumbe a la psicología superarlos, o debe contentarse con describirlos como las formas empíricas, concretas, objetivas de una ambigüedad que es la marca del destino del hombre? Ante estos límites, la psicología ¿debe negarse como ciencia objetiva y sustraerse en una reflexión filosófica que ponga en duda su validez? ¿O debe apuntar a descubrir fundamentos que, si no suprimen la contradicción, al menos permitan dar cuenta de ella? Los esfuerzos más recientes de la psicología van en ese sentido y, a pesar de la diversidad de su inspiración, se puede resumir su significación histórica de esta manera: la psicología no busca ya probar su posibilidad por su existencia, sino fundarla a partir de su esencia, y no busca suprimir, ni tampoco atenuar sus contradicciones, sino justificarlas (Foucault, 1957a, pp. 135-136).

Entonces, la psicología funda su existencia a partir de su esencia que, según Foucault, se determina en el plano de las contradicciones de las diferentes regiones de las significaciones objetivas, es decir, en la expresión concreta del sentido. Si el sentido y la significación sólo pueden aparecer en una forma concreta, entonces la psicología no puede eludir ni el plano empírico ni el plano subjetivo, pues las significaciones objetivas se determinan en la tensión y la contradicción entre pares opuestos. En el transcurso de su análisis del sentido, el psicoanálisis fue la disciplina más representativa de la justificación de las contradicciones, pues descubrió que el sentido de las conductas se expresa en la relación conflictiva y dialéctica entre la historia individual y las estructuras sociales, entre la historia pasada y la historia presente.

Luego de haber demostrado cómo el abandono del positivismo inicial, heredado de la Aufklärung llevó a la psicología hacia el estudio del sentido y de las significaciones objetivas, Foucault finaliza el texto remarcando la imposibilidad de superar este terreno contradictorio y ambiguo:

¿[el abandono del positivismo y el nuevo análisis de las significaciones objetivas] pudieron resolver las contradicciones que lo motivaron? No lo parece, ya que en las formas actuales de la psicología se reencuentran esas contradicciones bajo la forma de una ambigüedad que es descrita como coextensiva de la existencia humana. Ni el esfuerzo hacia la determinación de una causalidad estadística ni la reflexión antropológica sobre la existencia pueden superarlas realmente; a lo sumo las pueden esquivar, es decir reencontrarlas finalmente traspuestas y trasvestidas. El porvenir de la psicología, ¿no depende entonces de que tome en serio esas contradicciones, cuya experiencia justamente hizo nacer a la psicología? A partir de ellos no habría psicología posible sino por el análisis de la existencia del hombre y por la recuperación de lo que hay de más humano en el hombre, es decir, su historia (Foucault, 1957a, pp. 136-137).

IV. Conclusiones

Hemos intentado demostrar que la caracterización foucaulteana de las psicologías del siglo XIX y el siglo XX en “La psychologie de 1850 à 1950” se inspiran en la crítica de Politzer a la psicología científica y en su proyecto de una psicología concreta. El pasaje del prejuicio de la naturaleza a la dimensión del sentido se sostiene en un cambio en torno al estatuto del hombre que, a partir del siglo XX, pasaría a ser considerado como una realidad ligada al sentido, y donde el psicoanálisis sería el principal representante de esta nueva dimensión. A nuestro juicio, este pasaje es análogo al politzeriano de una psicología científica a una psicología concreta que recupera la dimensión significativa de los actos propiamente humanos y que, a diferencia de las psicologías clásicas que abstraen al sujeto, recupera al sujeto concreto del hecho psicológico. El descubrimiento freudiano se ubica, entonces, en el proyecto de una psicología concreta y dramática de Politzer.

Posteriormente a estos textos, Politzer no será una referencia en la obra de Foucault. El filósofo húngaro será invocado en pocas entrevistas para describir el panorama intelectual de sus años de formación (y la mayoría de las veces, a raíz de preguntas de entrevistadores). Por ejemplo, en la entrevista realizada por Duccio Trombadori de 1978, Foucault menciona a Politzer en relación a su crítica al psicoanálisis:

Partiendo del psicoanálisis, Lacan descubrió, o sacó a luz, que la teoría del inconsciente es incompatible con una teoría del sujeto (tanto en el sentido cartesiano como en el sentido fenomenológico del término). También Sartre, y Politzer con él, habían rechazado el psicoanálisis criticando, precisamente, el tema del inconsciente, al que juzgaban incompatible con la filosofía del sujeto (Foucault, 1978, p. 65).

Este abandono puede generalizarse al uso de la obra de Politzer en buena parte de los filósofos franceses que hemos mencionado (Sartre, Merleau-Ponty, Lagache, Lacan, Althusser, etc.). En casi todos los casos, las referencias implícitas a Critique des fondements de la psychologie se encuentran en la obra temprana de cada uno de ellos. En este contexto, Politzer pareció ser una referencia común para autores que se encontraban en una primera etapa de elaboración de sus futuras teorías y marcos metodológicos, y donde un punto común a todos ellos fue la elaboración de críticas filosóficas (la mayoría de las veces de cuño fenomenológico) a la psicología y al psicoanálisis (vale recordar, por ejemplo, cómo Lacan, en su artículo de 1936 “Más allá del principio de realidad”, criticaba la noción de inconsciente freudiana siguiendo los parámetros de la crítica politzeriana). Es decir, pareciera que Politzer sentó un modelo a seguir en el marco de las críticas a la psicología y al psicoanálisis de la época. Más allá de las vinculaciones biográficas con el periodo de formación universitaria de Foucault, entre las décadas del cuarenta y el cincuenta se produjo en Francia un intento fenomenológico por abordar la problemática epistemológica freudiana. Desde Jean Hyppolite hasta Paul Ricouer, en esta lectura fenomenológica del psicoanálisis la división politzeriana permaneció implícita: separación del lenguaje positivista de Freud de su descubrimiento de los fenómenos de consciencia como fenómenos significativos (Assoun, 2001). Así, podría afirmarse que Critique des fondements de la psychologie preparó el terreno para lecturas psicoanalíticas posteriores de corte fenomenológico. Una lectura de ese estilo del psicoanálisis también se encuentra presente, a nuestro juicio, en “La psychologie de 1850 à 1950”.

En el caso de Foucault, la referencia a Politzer parece serle útil por dos razones. Por una parte, al igual que los autores mencionados, los textos tempranos de Foucault elaboran una serie de críticas a la psicología de la época6. A su vez, el proyecto politzeriano le es útil a Foucault no sólo por el modelo que brindaba en cuanto a las críticas a la psicología, sino también en tanto la psicología concreta se sostenía en una figura del sujeto definida por el sentido y su existencia concreta. Al igual que Politzer, Foucault también justifica el giro de la psicología en el siglo XX en el hombre, cuya realidad se determina en el plano del sentido. La diferencia entre las psicologías del siglo XIX y del siglo XX radica en el cambio en la tesis antropológica, es decir, en el cambio en el estatuto del hombre. Mientras el siglo XIX considera al hombre como un homo natura, el siglo XX rescata su dimensión propiamente humana, la dimensión del sentido. Aquí se ubica, a nuestro parecer, uno de los puntos centrales de las futuras preocupaciones arqueológicas de Foucault: el análisis del fundamento de la psicología. Si bien en “La psychologie de 1850 à 1950” el hombre se erige como el fundamento de la psicología y del psicoanálisis, la figura de la significación objetiva sintetiza el esfuerzo foucaulteano de sus primeros textos por pensar una síntesis entre lo existencial y lo empírico; ni el hombre ni la psicología pueden definirse en términos puramente existenciales o puramente empíricos; solo pueden definirse a partir de la relación contradictoria y conflictiva entre ambos polos, en su “historia” existencial expresada en formas concretas.

Referencias bibliográficas

Abeijón, M. (2011). Michel Foucault y las tempranas críticas a la psicología en la década del cincuenta. Revista de Epistemología y Ciencias Humanas, (3), 167-187.https://www.revistaepistemologia.com.ar/wp-content/uploads/2018/09/www.revistaepistemologia.com.ar-r03-12.michel-foucault-y-las-tempranas-criticas-a-la-psicologia-en-la-decada-del-cincuenta.pdfLinks ]

Abeijón, M. (2013). Los psicoanálisis de Michel Foucault en la década del cincuenta. En L. Lutero, & A. Kripper (comps.), Deseo, poder y diferencia. Foucault y el psicoanálisis (pp. 81-99). Letra Viva. [ Links ]

Abeijón, M. (2017). Usos althusserianos de Georges Politzer. Demarcaciones, (5), 1-18. http://revistademarcaciones.cl/wp-content/uploads/2017/05/Matias_Abeijon.pdfLinks ]

Assoun, P.-L. (2001). El freudismo. Siglo XXI. [ Links ]

Basso, E. (2007). Michel Foucault e la daseinanalyse. Un’indagine metodológica. Mimesis. [ Links ]

Bianco, G. (2016). Georges Politzer, le concret et sa signification. Hemann Éditeurs. [ Links ]

Chebili, S. (2005). Foucault et la psychologie. L’Harmattan [ Links ]

Chebili, S. (2008). Une histoire des critiques philosophiques de la psychologie. L’Harmattan. [ Links ]

Dagfal, A. (2002). La psychanalyse à l’intérieur de la psychologie: des avatars du projet de Daniel Lagache. Essaim, (9), 33-51. https://www.cairn.info/revue-essaim-2002-1-page-33.htmLinks ]

Dagfal, A. (2013). Psychanalyse et psychologie. Paris-Londres-Buenos Aires. Campagne Première. [ Links ]

Foucault, M. (1957a). La psychologie de 1850 à 1950. En Dits et Écrits [Vol I] (pp. 120-136). Gallimard. [ Links ]

Foucault, M. (1957b). La recherche scientifique et la psychologie. En Dits et Écrits [Vol I] (pp. 137-148). Gallimard. [ Links ]

Foucault, M. (1978). Cómo nace un libro-experiencia. En D. Trombadori, Conversaciones con Foucault(pp. 41-54). Amorrortu. [ Links ]

Moreno Pestaña, J.L. (2006). Convirtiéndose en Foucault. Sociogénesis de un filósofo. Montesinos. [ Links ]

Politzer, G. (1928). Crítica de los fundamentos de la psicología: el psicoanálisis. Davalos/ Hernandez. [ Links ]

Politzer, M. (2013). Les trois morts de Georges Politzer. Flammarion. [ Links ]

Racine-Furlaud, N. (2016). Georges Politzer(1903-1942). En G. Bianco (comp.), Georges Politzer, le concret et sa signification (pp. 111-116). Hemann Éditeurs,. [ Links ]

Roudinesco, E. (1986). La Batalla de los cien años. Fundamentos. [ Links ]

Tomès, A. (2016). Sartre et la critique des fondements de la psychologie. En G. Bianco (comp.), Georges Politzer, le concret et sa signification (pp. 63-76). Hemann Éditeurs. [ Links ]

Tutundjián, O. (1966). Vicisitudes de una relación. Granica. [ Links ]

Notas:

2En el presente artículo no analizaremos estas críticas de Politzer al psicoanálisis, pero vale destacar que la mayor parte del libro se dedica a demostrar por qué el inconsciente freudiano es también una entidad abstracta.

3Para un análisis de la recepción de Politzer en las obras de Lacan, Althusser, Lagache y Sartre, véanse respectivamente: Abeijón, 2017; Dagfal, 2002; Tomès, 2016. Para un análisis general del impacto posterior de la obra de Politzer, véase: Bianco, 2016.

4Luego de la publicación del libro, Politzer entabla un debate con una serie de psicoanalistas franceses, entre ellos Angelo Hesnard, respecto a sus críticas al psicoanálisis freudiano (para una reseña de estos debates: Chebili, 2008).

5En un artículo publicado el mismo año, “La recherche scientifique et la psychologie”, Foucault desarrolla una extensa crítica a las instituciones y a las prácticas en el campo de la psicología científica que apela al mismo tono irónico utilizado por Politzer en su relato histórico sobre las psicologías del siglo XIX: “Hace menos de ciento cincuenta años, la psicología, bajo las especies de un certificado de licenciatura, representaba la buena consciencia positivista y naturalista de los programas filosóficos. Y si la consciencia es difícil de satisfacer, la buena consciencia se contenta con poco: Biran, Taine y Ribot eran los beneficiarios de una operación que equivalía a hacer de la psicología una filosofía, y la menos buena de todas, al nivel más bajo de una mitología positivista. Mientras que en la planta baja se celebraban sus ritos fúnebres, de los que las universidades de provincia e importantes ancianos nos conservan aún el recuerdo, se trabajaba, en blusa blanca, en las buhardillas, para el nacimiento de la psicología experimental. Binet estaba dotado de buenas intenciones, no tenía cátedra de facultad, sino sobrinas y algunas ideas; soñando en los grandes jefes de estación de Lepizig y de Wurtzburgo, jugaba a los trencitos psicológicos” (Foucault, 1957b, pp. 139-140).

6Respecto a estas críticas en los textos tempranos de Foucault, véanse: Abeijón, 2011; Chebili, 2005.

Recibido: 18 de Noviembre de 2021; Aprobado: 17 de Diciembre de 2021

1

Doctor en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Becario posdoctoral en CONICET. Se desempeña como docente e investigador en la Universidad de Buenos Aires. Se especializa en filosofía contemporánea francesa, y en los cruces entre psicología, psicoanálisis y filosofía. Ha publicado numerosos artículos y capítulos de libro, especialmente sobre la obra temprana de Michel Foucault.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons