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Praxis Filosófica

Print version ISSN 0120-4688On-line version ISSN 2389-9387

Prax. filos.  no.54 Cali Jan./June 2022  Epub Mar 28, 2022

https://doi.org/10.25100/pfilosofica.v0i54.11945 

Reseña

Han, B. C. (2020). Caras de la muerte. Investigaciones filosóficas sobre la muerte. Herder

Juan David Almeyda Sarmiento1  1
http://orcid.org/0000-0002-6463-6388

1Universidad Industrial de Santander; Bucaramanga, Colombia. E-mail: juanalmeyda96@gmail.com

Han, B. C.. 2020. Caras de la muerte. Investigaciones filosóficas sobre la muerte. Herder,


En lo escrito por Byung-Chul Han hasta el momento existe una variedad de temas en su catálogo, aunque la gran mayoría giran en torno a la crítica al neoliberalismo tecnoautoritario contemporáneo. Desde su dimensión crítico-teórica, la cual se encarna en textos como Sociedad del cansancio, Enjambre, Sociedad de la transparencia, etc., como en su dimensión propositivo-práctica, presente en escritos como Aroma del tiempo, Expulsión de lo distinto, Psicopolítica, etc., la obra de Han es un solo cuerpo orgánico que se comunica consigo mismo y que responde al intento del autor por delimitar la sociedad del rendimiento y de proponer una revolución del tiempo que sirva de freno de mano, por usar una metáfora de Walter Benjamin, para detener el acelerado devenir del mundo neoliberal cada vez más digitalizado. Sin embargo, existen dos dimensiones que son ignoradas la mayoría de las veces por quienes leen a este autor: la dimensión oriental, la cual se desenvuelve en obras como Filosofía del budismo zen, Ausencia o Shanzhai, y, finalmente, la dimensión tanatológica, en la cual se pueden ubicar textos como Muerte y alteridad y Sociedad paliativa (aunque esta última tiene lugar también en la dimensión crítico-teórica); la obra acá reseñada se ubica en esta categoría de escritos que se enfocan en la muerte como problema filosófico.

Caras de la muerte es un libro que intenta exponer las bases de la teoría tanatológica de Han, la cual ha venido a ser un objeto de análisis dentro de su teoría política que critica la positividad y la palitividad del mundo contemporáneo incapaz de conectarse con su propio dolor y de pensar la muerte como un fenómeno que, contrario a lo que dicta el dogma de la positividad, permite reafirmar la vida en una toma de conciencia sobre la propia finitud y el valor del tiempo pasado, presente y futuro en la delimitación de una identidad que está abierta a los acontecimientos que el mundo pone frente a uno: “la muerte conlleva una retórica singular que la multiplica, que la convierte en un fenómeno, en una manifestación o una experiencia viva (…) no es un mero punto final, sino un punto cero de la vida, donde esta comienza” (Han, 2020, pp. 9-10).

La obra se estructura en siete capítulos, cada uno intentando argumentar la manera en la que la muerte forma parte estructural de la vida y cómo la negación de esta implica una destrucción del carácter vitalista presente en el individuo que reflexiona correctamente sobre su propia finitud. Así, los capítulos son: i) Muerte y herida; ii) Sobre la ética de la muerte; iii) La firma de la muerte; iv) Aleatanatología, v) Nombre, interpelación y mortalidad: sobre la onomatanatología; vi) Estancia, paisaje y muerte; y vii) Escribir vuelto hacia la muerte. La tanatografía de Jacques Derrida. Cada uno de estos momentos configura parte de una especie de hermenéutica del dolor, en la que la muerte se posiciona como la máxima expresión de dicho sufrimiento, de ahí la relevancia filosófica que ve Han a la hora de tomar la muerte como una filosofía en sí misma: “Filosofar no es otra cosa que pensar y conmemorar la muerte sin tapujos, no embellecida ideológica o metafísicamente (…) tras reprimir la muerte se piensa con una conciencia demediada y falsa” (Han, 2020, p. 12).

El proyecto de Han con este libro es el de complementar ciertas ideas expuestas en Muerte y alteridad (hay que tener presente que en alemán esta última se publica en el 2002), libro que inaugura la dimensión tanática del coreano. Ahora bien, Caras de la muerte no tiene la misma articulación filosófica interna que tiene Muerte y alteridad, pareciera que mientras la primera obra intenta explicar lo que implica la muerte como experiencia del sujeto, la segunda se esfuerza por pensar ciertos elementos fenomenológicos presentes a la hora de pensar la muerte como una abstracción filosófica. Este carácter de la obra no le baja calidad o rigurosidad a la investigación de Han, sino que sirve de doble cara de su libro del 2002; en ese sentido, para profundizar en los elementos propios de la filosofía sobre la muerte, que es un tema, aunque no lo parezca, constante en el corpus del coreano, se debe de tomar ambos textos como la brújula que guía el camino. Esto se debe principalmente al enfoque que tienen ambos escritos, aunque esto no elimina que comparten un hilo filosófico en común: ambos quieren pensar la muerte como una experiencia vitalista que hace posible para el ser humano vivir en sentido pleno. Así, el objetivo de Muerte y alteridad aplica del mismo modo para Caras de la muerte:

este libro hará ver otra manera de ser para la muerte, un modo de tomar conciencia de la mortalidad que conduce a la serenidad. Se tematizará una experiencia de la finitud con la que se aguza una sensibilidad especial para lo que no es el yo: la afabilidad (Han, 2018, p. 23).

El ejercicio de Han, de esta manera, se centra en múltiples autores que son los pilares sobre los que descansa la argumentación filosófica, estos: Heidegger, Adorno, Derrida, Kafka, Canetti, Handke y Levinas, principalmente. Esto hace que la reflexión de Han se ubique en un panorama puramente continental de la filosofía, para el lector que quiere encontrar un trabajo filosófico desde los elementos propios de la filosofía analítica se sentirá decepcionado y la obra no será más que un discurrir de charlatanería. Esto se debe a que la literatura es la que cementa los casos y los ejemplos que Han utiliza para dar peso a sus tesis, como lo puede ser la historia de Kafka sobre Odradek, los apuntes personales de Canetti, los ensayos autobiográficos de Handke o las reflexiones filosóficas de carácter, igualmente autobiográfico de Adorno.

Esto es algo que debe destacarse del libro, no es solamente una exposición de ideas de varios autores, sino que es un trabajo interpretativo serio sobre cada uno de ellos. Han no solo quiere reafirmar lo ya dicho por otros, sino que quiere que eso que se expone en las obras filosóficas o literarias le sirva para su propio sistema. Los capítulos tienen que ser vistos como un diálogo de Han con dichos pensadores, los cuales, por demás, son referencias constantes en otras de sus obras; la forma haniana de articular el contenido del escrito quiere; primero, exponer el contenido según el autor lo expone y; segundo, interpretarlo de acuerdo con la utilidad de dichas ideas dentro de lo que se quiere sustentar. Esto quiere decir que el ejercicio de Han no puede ser de otra forma que posmoderno, su fidelidad a las obras (como las de Heidegger o Adorno, por poner un ejemplo) se ve traicionada al momento que incrustar las ideas de dichos autores dentro de las ideas que le mismo Han quiere articular para su filosofía; algo que a veces implica ignorar elementos contradictorios dentro de ciertas teorías, aunque siempre intentando mantener una línea argumentativa congruente, es decir, Han toma lo que le sirva, pero no por ello ignora que algunos elementos, al momento de ser trasladados a su propio sistema, quedan con vacíos al interior de su libro, lo cual lo lleva a recurrir a la hermenéutica y a cierta heurística para completar lo que se quiere decir.

Esa es la forma que se lleva a lo largo de cada una de las partes, algunas destacan más por su componente descriptivo que analítico, mientras que otras por su componente analítico más que por el autor que inicialmente detonó la idea que Han está trabajando. De esta manera, Caras de la Muerte completa los estudios fenomenológicos que Han viene siguiendo desde El corazón de Heidegger, su tesis doctoral de 1996, y que cierra con Muerte y alteridad, una triada que, hasta el momento, solo parece seguir, someramente con Sociedad paliativa y Capitalismo y pulsión de muerte (Kapitalismus und Todestrieb).

Ahora, lo anterior en cuanto a temas de forma. Respecto al contenido hay que tener en cuenta la manera en que Han bebe de sus fuentes: Heidegger, Handke y, aunque pase desapercibido, Elias Canetti. Obviamente estos tres autores son atravesados y relacionados con otros como los estructuralistas y posestructuralistas franceses, la Escuela de Fráncfort, los fenomenólogos europeos e, incluso, la filosofía oriental china y japonesa, pero la base de Han siempre serán esos tres. Heidegger, su fuente más evidente, está presente desde su primera hasta su última obra; Handke, el segundo menos conocido, es una referencia constante en cuanto influencia que hace de puente entre filosofía y literatura, la experiencia literaria de Handke es la base del quehacer filosófico de Han respecto a la relación del individuo con el mundo de la vida: “Todos mis libros empiezan con Peter Handke o terminan con Peter Handke” (Han, 2015, min. 6:43). Estos dos procesos, apertura y cierre, no son accidentales, sino que representan lo que es Handke para el proceso filosófico de Han, es una manera de entender el labrar que el coreano intenta en cada uno de sus libros.

Finalmente, Canetti es quizá el menos evidente de las influencias de Han, pero en estas reflexiones sobre la muerte (tanto Muerte y alteridad como Caras de la muerte) este autor búlgaro tiene un protagonismo ineludible. Esto último es así debido, principalmente, a la teoría de la refutación de la muerte canettiana, donde el esfuerzo por Canetti es intentar, no tanto reprimir, sino más bien responder a la muerte. Esta tesis, aunque no lo parezca, constituye el centro de la triada expuesta al principio, ya que la respuesta de Canetti para refutar la muerte se ubica en la narratividad como una fuerza que permite al ser humano vivir tras afrontar el fallecimiento. Dicha narratividad implica que el ser humano tiene un vínculo tan profundo con el lenguaje que es menester abrazar y desarrollar para que lo finito se vea reducido a su mínima expresión; la muerte amenaza la carne, pero la capacidad narrativa, la expresión narrada de lo humano siempre tendrá una continuación y posibilitará una segunda oportunidad sobre la Tierra.

Esta idea de la narratividad es lo que Han va a retomar para hablar de la tanatografía, onomatatografía y el escribir vuelto hacia la muerte:

En El juego de los ojos Canetti comenta el trabajo de superar el duelo dirigido hacia atrás. En la vivienda de la madre muerta Georg habla a la ausente, en solitario, con la duración de una larga narración (…) mientras se siga hablando ella volverá a estar ahí. Esta elocuencia de la narración, ésta oratoria del trabajo para superar el duelo supuestamente postergará la muerte (Han, 2020, p. 242).

La influencia de Canetti respecto a la refutación de la muerte es fundamental dentro de Caras de la muerte, aunque más que completar la teoría canettiana, lo que realmente hace es ponerla en diálogo con Derrida, Heidegger y Adorno, de modo que sea posible contrastar las tesis del búlgaro con la esperanza de articular una sola teoría de tanatológica dirigida a la narratividad del ser humano como fuerza vital que impulsa a seguir viviendo y queriendo darle una importancia al lenguaje como algo más que un utensilio. Para esto basta con ver la obra misma de Canetti, su trabajo autobiográfico es la puesta en práctica de su propia teoría de la refutación de la muerte por medio de la narratividad. La tesis fundamental de escribir vuelto hacia la muerte se encarna en su corpus autobiográfico, ya que en todo momento Canetti escribe vuelto hacia ella.

Otro ejemplo de esto es lo referente al nombre propio. Esta teoría que pone Han quiere poner discutir la manera en que la destrucción del yo como una entidad psicológica requiere de renunciar al ego para aceptar la subjetividad del nombre propio, en tanto que interpelación hacia la mortalidad por medio de la universalidad del nombre y, al mismo tiempo, la particularidad del mismo. Para Han, es por medio del nombre propio que las singularidades que ocurren dentro de la vida de una persona no se pierdan en la universalidad propia del mundo de la vida a la hora de referir a las experiencias humanas. El ser humano puede romper con la insolación del ego, del yo psicológico aprehensible por el sistema, por medio de la renuncia al yo para dar paso al nombre propio como plano de agenciamientos de singularidades y acontecimientos que convierte al individuo en una subjetividad de su propia nominación.

La nominación interpela la muerte, la pone frente a frente, pero dicha nominación requiere de la renuncia a la propiedad del nombre. Para Han, el nombre propio, en tanto que es dado por otro, no implica que sea mío, sino que trae consigo una subjetividad carente de yo, vacía el ego para dejar un nadie, el nadie es el que agencia las singularidades y acontecimientos en la existencia de una persona. El yo que incorrectamente me hace pensar que me pertenezco y, desde ahí, construyo mi vida a modo de un hogar propio, debe ser detonado para dar lugar a un yo sin yo. Se debe dar paso del hogar a la posada, esta última hace que tenga lugar una experiencia subjetiva distinta, en la que las singularidades se agencian en un yo vacío que no posibilita la propiedad psicológica (elimina la mismidad como base de la psicología del individuo), por lo que el ego, lo mismo, no tiene lugar.

Así pues, esta tanatología de Han se fundamenta en una gramatología, de ahí que dedique parte de su trabajo al reflexionar filosófico de Jacques Derrida. Pensar la muerte, en este caso, implica pensar el lenguaje y cómo este posibilita un vínculo con uno mismo y con la alteridad que compone la muerte en tanto que es lo completamente otro de la vida. La idea del nombre propio como una manera de dar sentido a las formas que constituyen la existencia humana, más allá de volver la vida un mero proceso biológico, da lugar a una figuración del Ser-ahí en la que el estar frente a la muerte permite una comunicación con la misma y con su potencialidad vitalista. El ejercicio de Han es el de dejar en claro cómo es que la herida, el dolor y la muerte, como experiencias conectadas, posibilitan una hermenéutica particular en la que existe un conocimiento, un logos, que permite una tranquilidad y una libertad en la que no hay una atadura por lo finito, sino un esfuerzo por construir una vida fuera de los márgenes del miedo a la muerte:

El yo sobrevive a la muerte gracias al eros. El eros me salva de mi posición yaciente mortal, me vuelve a poner en posición erguida (…) Aunque el eros me vulnera, su herida no es tan mortal como aquella otra que me inflige la muerte. El yo sobrevive a esta herida (Han, 2020, p. 60).

La ética de la muerte es una experiencia del eros como concepto que apoya la vulnerabilidad que surge del pensar el perecer. La experiencia de la muerte debe ser salvada por medio del otro que acontece como salvación del yo que se empecina en sobrevivir a la muerte, por lo que el relacionarse con el otro es una forma de darle presencia al eros como entidad que cobija la fragilidad de los mortales ante la su muerte. Solo así tiene sentido y orientación la muerte como una fuerza que puede dar vida a la existencia, no es solo el morir como experiencia de lo plenamente otro, sino que la alteridad, la presencia de la otredad al momento de afrontar la muerte es lo que me ayuda a mí a sobrevivirla. De cierta forma, para Han, se requiere dos corazones capaces de relacionarse mutuamente en una sola herida producto de estar una frente a otra, pero esta herida implica un sobre-vivir a la mortalidad.

Finalmente, queda por decir que esta es una obra en la que Han despliega todo su material filosófico fenomenológico y existencial, específicamente de carácter heideggeriano, y, además, es una investigación que demuestra el talente de Han como filósofo, que se aleja de las críticas comunes que a él se hacen, en las cuales se afirma que siempre gira sobre el mismo tema y de la misma manera. Este trabajo es un ejemplo de cómo esas afirmaciones caen en un sesgo frente a todo lo que huela a posmoderno, el mismo que no les permite ver cómo es menester abrazar toda la obra del coreano para poder deslumbrar el proyecto filosófico que él está estructurando. El sistema filosófico de Han no es solo una crítica a la sociedad contemporánea, sino que es un esfuerzo por sintetizar la teoría crítica de la Escuela de Fráncfort con el posestructuralismo francés y, más a profundidad, la fenomenología existencial de Heidegger. De ahí que, al momento de combinar todo esto, lo que surge es una amalgama crítico-propositiva que se asienta sobre conceptos como lo son, en este caso, el de muerte.

Caras de la muerte es un antecedente conceptual en el que se aprecia que todo el trabajo de Han responde a la filosofía de Heidegger de alguna forma. La muerte como es acá entendida siempre termina teniendo al filósofo alemán en alguno de sus capítulos, de ahí que, para entender todo el sistema filosófico del coreano, se deba profundizar en estos trabajos que no critican algún fenómeno de la sociedad contemporánea. Estos textos tanatológicos quieren fungir de recordatorio al respecto de cómo existen conceptos estructurantes que calan lo suficiente como para ser elementos por tener presente siempre que se requiera analizar los fenómenos contemporáneos. La enfermedad, la herida, el dolor, la muerte, el trabajo, etc., forman parte de la investigación que Caras de la muerte realiza, por lo que es una obra obligada para todo lector de Byung-Chul Han y, en especial, para aquellos investigadores que tienen por objeto de estudio a Heidegger o a la muerte en general.

Referencias bibliográficas

Han, B. (2015). Muedigkeitsgesellschaft: Byung-Chul Han in Seoul/Berlin (I. Gresser, Direc.). Isola Bella Production. [ Links ]

Han, B. (2018). Muerte y alteridad (A. Ciria, trad.). Herder. [ Links ]

Han, B. (2020). Caras de la muerte. Investigaciones filosóficas sobre la muerte (A. Ciria, trad.). Heder. [ Links ]

Notas:

1 Profesor de la Universidad Industrial de Santander. Filósofo y magíster por la Universidad Industrial de Santander. Sus principales áreas de investigación son filosofía social, filosofía contemporánea, filosofía oriental, psicoanálisis.

Recibido: 13 de Enero de 2022; Aprobado: 25 de Enero de 2022

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