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Praxis Filosófica

Print version ISSN 0120-4688On-line version ISSN 2389-9387

Prax. filos.  no.57 Cali July/Dec. 2023  Epub July 28, 2023

https://doi.org/10.25100/pfilosofica.v0i57.12758 

Reseña

Rivera, V. S. (2021). Pensar desde el Mal. Hermenéutica en tiempos de Apocalipsis. Fondo Editorial del Congreso del Perú

1Universidad Nacional Federico Villarreal, Lima, Perú. E-mail: 2008019965@unfv.edu.pe

Rivera, V. S. . (, 2021. )., Pensar desde el Mal. Hermenéutica en tiempos de Apocalipsis. ., Fondo Editorial del Congreso del Perú,


Pensar desde el mal es un libro de filosofía política y de ética, donde se lleva a cabo una crítica algo acre de las instituciones y creencias del tiempo presente, por lo que las reflexiones allí contenidas son a modo de diagnóstico en un cuerpo de ideas que tienen una matriz histórica e incluso sociológica. No se trata en absoluto de una obra de ciencias sociales, sino de la ejecución de un tipo de discurso donde la historia política y el análisis de los acontecimientos sociales se desarrollan en extraña convivencia con una gran diversidad de recursos argumentativos, algo propio de la hermenéutica filosófica. Como se anuncia desde su Introducción (p. 21), el libro es una suerte de diálogo con Gianni Vattimo sobre la comprensión hermenéutica del mal, una conversación que se habría iniciado en un volumen que compartieron ambos autores en una obra de homenaje al turinés por su despedida de la enseñanza universitaria; esto sugiere que se trataría de enfrentar dos concepciones diferentes de la hermenéutica (Rivera, 2010, pp. 222-225).

La obra es, en este sentido, una interesante excepción dentro de la literatura filosófica peruana y, sería mejor decir, de la filosofía en general. Esto doblemente: de un lado, porque hace uso de la dimensión aplicativa de la hermenéutica, que mayormente se queda en filosofía como una tarea a emprender por otros en el futuro, y no como un trabajo del presente; por otro lado, integra el discurso de la hermenéutica en un entronque más complejo y de impronta distinta del que hay hasta ahora en publicación, muy en particular con ciertas estrategias de argumentación que el propio autor enfoca en Joseph de Maistre y que han sido recientemente analizadas por diversos autores, como Antoine Compagnon (2005) y Carolina Armenteros (2018). Rivera plantea así el desarrollo de una hermenéutica filosófica bastante peculiar y con una agenda de recursos diversa que, a nuestro juicio, se centra en la noción del misterio; esta idea se halla presente en diversos ensayos de los últimos años (Rivera 2015; 2017a; 2018), aunque también en otros más tempranos (Rivera, 2005); en esto acusa una notoria influencia del italiano Giorgio Agamben y, a través de este autor, de los Padres de la Iglesia.

Aunque en el Perú puede haber publicaciones previas que se puede pensar son cercanas o deudoras de la hermenéutica, Pensar desde el mal debe ser considerada como la primera obra de filosofía en el Perú que es redactada bajo el discurso y los criterios argumentativos de la hermenéutica filosófica. Claramente, se sitúa en una corriente de herencia reflexiva cuyo nudo es Verdad y método, de Hans-Georg Gadamer y se instala, como la obra citada de Gadamer, en el horizonte de la influencia de Martin Heidegger, así como su desarrollo en lo que se ha llamado la “hermenéutica nihilista”, del italiano Gianni Vattimo. Aunque no se trata de una obra meramente exegética o de historia de la filosofía, no podría decirse del libro que es una reproducción de la filosofía de otros en un contexto diferente. Pensar desde el mal parte desde una perspectiva divergente y bastante polémica de la corriente principal de la hermenéutica en curso hoy en día. De un lado, como libro de filosofía política, no se propone reivindicar, legitimar o dar cuerpo teórico a las instituciones vigentes, sea en torno a la economía o la democracia, sino, al contrario, se dedica a los aspectos más discutibles de la experiencia del funcionamiento efectivo de estas instituciones en la realidad, y muy en particular, a nuestro juicio, en el tema de la corrupción política. En esto hace Rivera “ontología de la actualidad”: hermenéutica dirigida a fenómenos sociales; en ella se apela al sentido común del lector.

El texto de Rivera consta de diez textos, que el autor presenta como escritos entre los años 2014 y 2017, aunque hay evidencia de que algunos de ellos pudieran ser de origen posterior. Un primer grupo consta de ocho ensayos de filosofía política, que dan la impresión de ir de lo más general, la idea del mal como una experiencia social universal, hasta lo más particular, que sería la inmersión del Estado peruano en ese contexto más amplio de mal. Estos textos son la estructura del libro, por así decirlo. A estos ensayos se añaden dos comentarios, uno dedicado al filósofo Gianni Vattimo, representante de la versión nihilista de la hermenéutica, y otro dedicado a la profesora española Remedios Ávila Crespo, una detractora del nihilismo posmoderno, con ambos los cuales define su posición argumentativa. En las siguientes líneas se realizará un análisis de dichos ensayos y comentarios.

El primer capítulo corresponde al ensayo “Plegarias en la agnosia. Libanio ante los bárbaros”. En esta hermenéutica de la actualidad como misterio se muestra conceptos de uso novedoso, como agnosia, gnosis y relieve, los cuales reaparecen en los textos posteriores del libro, en especial en los dos comentarios polémicos que cierran el volumen. Estos tres conceptos que usa el autor en realidad tienen una importancia transversal en el conjunto del libro, por lo que nos detendremos ahora en ellos. Comencemos con gnosis, quizá el más original de todos los términos que agrega Rivera a su concepción de la hermenéutica.

Rivera sostiene que existe un mal instalado en el mundo a manera de un “límite hermenéutico”; este mal se expandiría y resultaría invisible a la persona media gracias a la agnosia, la falta de gnosis, término griego de la Iglesia primitiva que se refiere a un conocimiento intuitivo, no argumentativo y que, por lo tanto, no requeriría de fundamentación; en este aspecto se observa la presencia de una cierta matriz maistriana, que el autor no se esmera en exhibir, pero que tampoco oculta; esta influencia se observa ya notoriamente en su texto de 2015, Apocalipsis, misterio y profecía, pero puede ser rastreada desde fines de la década de 2000 (Rivera, 2010, p. 223; 2009). De modo retórico, se puede entender provisionalmente este concepto como a lo que nos puede remitir etimológicamente: un desconocimiento, aunque de algo obvio e intuitivo. La agnosia consistiría así en una ceguera que sería imperante en la sociedad contemporánea y cuya función sería explicar el carácter irreconocible de un mal que el autor denomina “instalado”; la agnosia, de acuerdo con el autor, haría que los efectos del mal, que debía ser obvio para cualquiera, apareciera ante la opinión común como cuestiones no tan malas como parecen y que requieren, antes de alarmismo, algo de paciencia emocional, como que ya se solucionarán algún día solas. Esto ocurriría con la expansión acelerada de la destrucción del medioambiente y los recursos naturales o la corrupción generalizada en las democracias capitalistas declaradas “avanzadas”, un par de ejemplos que serán examinados por Rivera en los capítulos 2 y 5 de la obra.

El lector se encuentra frente a un diagnóstico apocalíptico de las sociedades capitalistas avanzadas o democracias metafísicas, expresiones prestadas de Giorgio Agamben y Gianni Vattimo, respectivamente. Gnosis es un concepto que debe ser entendido como una experiencia empírica relativa a una época y que, por lo mismo, cualquiera de esa misma época debía tener o reconocer. En este diagnóstico del apocalipsis, la gnosis no es solo referencia general a un conocimiento obvio e intuitivo, sino que aparece como un contraconcepto opuesto a la agnosia, por lo que ambos conceptos se definen uno al otro por contraste.

La gnosis marcaría la experiencia que permite identificar el mundo al que pertenece el propio lector, algo que el autor denomina “límite hermenéutico” o también el “horizonte de sentido” desde el cual ocurren los fenómenos sociales que se ha diagnosticado como un mal apocalíptico. Se apela a la gnosis como aquello que hace posible que podamos comprender que la corrupción política, la violencia humanitaria, la destrucción del medioambiente o la superficialidad de las sociedades actuales son efectos ontológicos, es decir, que son experiencias que revelan un significado y hablan de la interpretación de ese significado como el ser, posiblemente, el ser corrompido de estas mismas sociedades; se espera de la gnosis que sea el medio para comprender que cada uno de los problemas de las democracias metafísicas no es un mero accidente aislado, sino que atiende a algo como un sentido total o completo del mundo, algo que en el capítulo 5 se trata como la “esencia alterada” de las sociedades así diagnosticadas. La gnosis, al ser una comprensión que precede y viene con la experiencia histórica misma, da cuenta del mal que articula el actuar y el entender de las sociedades, es decir, lo esperado, el espacio de experiencia, una expresión del historiador Reinhart Koselleck recreada aquí en la hermenéutica del misterio que el autor ha puesto en marcha. Pasemos ahora al concepto de relieve.

En lo que respecta al concepto de relieve, este se ve relacionado con un diagnóstico sobre los agentes de la agnosia; la agnosia es una experiencia (de la ignorancia del mal) pero es también una actividad que en el ensayo aparece como cura u operación del mal, para lo cual se requiere de agentes, a los que se les denomina curadores del mal. Son aquellos conformados desde periodistas y científicos hasta filósofos que, estando dentro de la agnosia y dominados por ella tienen por oficio “curarla”, es decir, realizarla o llevarla a cabo, cuidarla, lo que los convierte en los gestores de la ignorancia y el olvido del mal. Esta expresión sintagmática, tan controvertida, implica que los curadores tendrían el específico oficio de la existencia de la experiencia del mal social, que ya sabemos es el límite hermenéutico articulador del mundo de la experiencia, e insisten en asegurar que el mundo se está dirigiendo hacia el progreso y el avance en lugar de hacia la catástrofe planetaria. Confían ciegamente en las instituciones políticas vigentes de hoy, las cuales forman parte del relieve. Volvamos ahora a la agnosia, uno de cuyos elementos decisivos se halla en el capítulo 2, una suerte de duelo crítico dirigido al pensamiento hegemónico en la Iglesia Católica.

Una lectura atenta del capítulo 2, “Laudato Si’. Administradores del Mal”, es una muestra clara del caso de un curador del mal, esta vez en la provocadora denuncia de las ideas del Papa Francisco sobre el cuidado de la Tierra. El texto se inicia examinando la encíclica aludida por el título del capítulo, publicada por el Papa en el año 2014. En esta comunicación, el sumo pontífice señala que el problema de la contaminación mundial obedece a un “mal administrativo”; Rivera subraya que resulta irónico que en dicha publicación su autor haya escrito lo siguiente: “Nada garantiza que la humanidad vaya a utilizar el conocimiento científico [para el] bien”. En opinión del autor, esta misma frase de Francisco afirma en realidad la existencia de un mal anterior, un mal que precede al ámbito de lo administrativo y que, sin embargo, el Papa no parece reconocer, lo que revela ser en su caso una víctima más de la agnosia y haría de su obra sobre el cuidado de la Tierra más bien como una obra sobre el cuidado del mal que el Papa, sin duda, desea combatir. El mal como límite hermenéutico ha devenido en espacio de experiencia o esencia social. Es decir, el mal aparece hoy como una causa necesaria de la experiencia. Este mal desbocado que se expande cada día más configura la manera de actuar y de pensar en la sociedad. Se convierte en eso previo que marca los límites de lo esperado.

En este capítulo 2 Rivera recoge algunos argumentos tomados de la sociología del siglo XIX y del filósofo Martin Heidegger para argumentar que la ciencia se convierte en el interés principal del hombre, el conocimiento se torna en función a su aplicación técnica con el objetivo de la producción mercantil. La naturaleza deja de ser autónoma para convertirse en una herramienta del hombre, en su extensión. Se trata aquí entonces de un relieve de ausencia, se desnaturaliza la naturaleza, se hace ella sombra de sí misma para ser un espejo del hombre y tras ese reflejo se oculta el mal, que obra sobre la naturaleza a través del hombre y, en la agnosia, con la complicidad de su ignorancia. Esta desnaturalización también termina afectando a las instituciones humanas. Laudato Sì aparece inmerso dentro de este horizonte de sentido y en calidad de ejecutoria de una “realidad ontológicamente mala”, para llamarla de alguna manera, que le sería anterior; se trata de un esquema de argumentación que es recurrente en todo el libro y que, en nuestra opinión, definiría una de las líneas de argumentación de la hermenéutica del misterio de Rivera. Existiría algo así como un mundo histórico (una esencia de mundo) que encapsularía todas las experiencias sociales y donde aquellos que padecen de agnosia terminan siendo meros operarios ignorantes de su sometimiento al mal, la esencia del misterio del mal; el autor remata el capítulo citando la II carta de San Pablo a los Tesalonicenses, cuyo tema conocido es el misterio del mal y la idea del Anticristo (p. 109).

La reflexión del capítulo 6 sobre el carácter ontológico de los males reaparece en varios capítulos posteriores, en especial los dedicados al nihilismo, tema que es de vital importancia, pues el libro de Rivera, si se ha de entender dentro de la tradición de la que surge y en la que tiene sentido, es una obra polémica contra una rama particular de este tipo de discurso, que es la hermenéutica nihilista de Gianni Vattimo. Pensar desde el mal dedica el capítulo 11, es decir, el primero de los dos comentarios, justamente a situar la hermenéutica del misterio de su autor en contraste, y quizá como llamado de coherencia, con el sustrato nihilista tomado del filósofo de Turín. Es como un resumen de otros textos adversos a la hermenéutica nihilista, especialmente uno que tiene por subtítulo “El fin del pensamiento débil” (Rivera, 2017b). El nihilismo, denunciado ya desde el capítulo 2 como parte del horizonte de experiencia del hombre de las democracias, tiene una especial relación con lo expuesto en el capítulo 6, “Charlie Hebdo. El evento del fin del nihilismo cumplido”, que refiere una vez más la idea del mal con el nihilismo, tomado este no como un concepto, sino como una experiencia social de la que de manera obvia e intuitiva se tendría gnosis.

El punto de partida del capítulo 6 es un atentado terrorista, el conocido atentado contra la revista satírica Charlie Hebdo, ocurrido en París el 07 de enero de 2015. Esta alusión da lugar a una ontología de la actualidad que abarca a la misma vez el terrorismo y el nihilismo, al extremo que podrían homologarse; esto lo sugiere el autor al ocuparse de la experiencia de prácticas sociales que refuerzan el nihilismo denominado “activo”, como la normalización de la blasfemia, es decir, la ofensa a los sentimientos religiosos de personas de diversas confesiones. Según el autor, la experiencia religiosa se humaniza hasta convertirse en algo vacío donde lo políticamente correcto, la misma blasfemia, por ejemplo, resulta ser más importante que ella. Rivera subraya que lo que llamó la atención de la sociedad en el atentado terrorista no fue la falta de respeto a una cierta religión, sino más bien que existieran personas que tuvieran la idea de que podrían ofenderse por las burlas contra su respectiva fe. Pensar desde el mal observa las características que se presentan en una sociedad nihilista, parte de las cuales es la inmovilidad, la incapacidad de aceptar una experiencia humana fuera de los patrones de la corrección política; el evento Charlie Hebdo, sin embargo, significó un estremecimiento en la racional París, una irrupción de un “afuera” que existe, en lo que la hermenéutica del misterio parece confirmar la idea de que los agentes sociales pueden obedecer a instancias que le serían extrañas.

Los antecedentes del nihilismo tratado en los capítulos 2, 6 y 9 se ven examinados en el capítulo 3, que corresponde al ensayo titulado “Terror en la noche ¿Qué hacer con la Ilustración?” Desde el punto de vista de la terminología, debe subrayarse dos conceptos eje: de un lado, el concepto de pietas; de otro, el sintagma ámbito de sentido. Ambos términos señalan límites de la comprensión en relación a un mundo social; al tratarse de límites de la experiencia (de los que se tiene gnosis), está implícito que demarcan algo impreciso y vago, pero intuitivamente reconocible; por la misma razón, son límites imprecisos e interpretables y cambiantes. Hay que recordar ahora que uno de los rasgos más característicos de la Ilustración fue marcar límites, establecer supuestas “fronteras de sentido” fijas y definidas, frente a las cuales cualquier resto o residuo aparece como oscuro, siniestro, como peligroso, desconocido y aun sub-humano, animal o bruto. En Pensar desde el mal, la Ilustración aparece como un “ámbito de sentido” muy peculiar, una cierta región hermenéutica donde el espacio de experiencia se interpreta a sí mismo, ahí donde se da lo verdaderamente humano; el tema es la relación entre una especie de arrogancia humanista que hizo de la Ilustración, lo “humano” supuestamente, se desarrollara como un movimiento social y político esencialmente violento, atribuyéndose el derecho de considerar que toda alternativa debía ser eliminada, lo que desembocó en invasiones y abusos en todo el orbe y que serían identificados en los siglos XIX y XX. La pietas, palabra con la cual los romanos identificaban el sentimiento de respeto y veneración, aparece de manera paradójica: a través de la violencia del límite extremo.

Este aspecto de arrogancia de la Ilustración la empuja a olvidarse de la pietas, y a ver como por encima al diverso o al desobediente. Es así como el autor parece dejarlo entrever en el capítulo 4, en el cuarto ensayo “El mal humano inútil. La guerra de Siria y la violencia universal”. Este texto conoce una versión desarrollada impresa en Estudios Filosóficos (Rivera, 2021) cuyas diferencias y notas añadidas bien requerirían un análisis aparte. El capítulo 4, quizá uno de los más polémicos y sólidos del libro, es un alegato que subraya las aporías y paradojas del humanismo, es decir, otra vez de la Ilustración; a la misma vez, es una reflexión histórica y filosófica sobre la violencia en nombre de la Humanidad, en este caso a través de una serie de reflexiones históricas y sociales sobre la conducta humanista, representada por el club de los jacobinos y sus “sublimes ideales”. Este capítulo 4 es a la vez un desarrollo del conspiracionismo, así como de sus motivos posibles en las correspondencias históricas y filosóficas en torno de la violencia. Este capítulo es, por su composición y modelo argumentativo, incluso por sus referencias y su densidad, el que nos merece la mayor atención como pieza de literatura en hermenéutica filosófica. Es posible que uno salga algo desilusionado, pues tiene este capítulo una solución aporética, pero cabe decir lo mismo de los demás; ninguno culmina de modo propositivo, lo cual en todo caso es coherente con la manera que parece tener el autor de entender la filosofía. Todos los ocho capítulos de la primera parte son, vistos desde lejos, diálogos, conversaciones donde el error y su contrario se sientan a tomar la tarde, para expresarlo de una forma estética.

El capítulo 4 sobre el humanitarismo recoge ideas tomadas explícitamente de la tradición hermenéutica: de Martin Heidegger, Gianni Vattimo y también de Richard Rorty, a quien hay que agregar, desde el lado oscuro del autor, al conde Joseph de Maistre; toda una andanada contra el carácter problemático que tienen los conceptos morales de tipo universalista, aquí trabajado bajo la impronta del conspiracionismo, un tema por demás interesante en un diagnóstico apocalíptico de la sociedad. Rivera señala diversas teorías conspiracionistas que acusaban de la crueldad revolucionaria a grupos humanos determinados en calidad de culpables; como sea, parece argumentar el autor, siempre la causa de sus acciones requiere aún de una explicación previa, lo cual conduce a un tipo extraño de explicación aporética sobre la naturaleza de los agentes, que aparecen ocultos, en el misterio, un aspecto que, a nuestro juicio, atraviesa todo el libro. El capítulo 5 discurre transversalmente como una oposición entre De Maistre y Immanuel Kant, para desembocar en las crueldades de las guerras humanitarias del siglo XXI, hechas en nombre de la Humanidad. El texto deja un extraño sabor de boca al señalar el supuesto carácter no humano de las guerras en nombre del Hombre, de lo inhumano de las guerras relativas a la Humanidad.

La pietas, el sentimiento de reverencia y respeto por lo que excede juega un rol central en el capítulo 7, “Los dioses y la ciudad. La influencia divina en las constituciones políticas”, quizá el texto más maistriano del conjunto y que, aunque dedica buena parte de su esfuerzo a revalorar y poner en uso conceptos más bien esotéricos de Heidegger, el autor parece hacer un guiño a una obra del conde de Maistre (1814), Essai sur le principe générateur des constitutions politiques et des autres institutions humaines, que se orienta a demostrar que las sociedades humanas no requieren de constituciones escritas. Pensar desde el mal desarrolla la idea matriz de la obra citada de De Maistre dentro del horizonte de la pietas, cabe decir, de los sentimientos más elementales para la convivencia social. Se alude a la pietas como el sentimiento que acompaña la experiencia de lo inmemorial, como la ignorancia o el no recuerdo de la fundación o el comienzo de un horizonte de sentido, como la puede haber de la naturaleza, y que despertaría según el texto la experiencia de lo divino, en la que no hay necesidad de una fundación, y que por eso llevaría consigo misma su legitimación. Estas reflexiones preceden al capítulo 8, donde el autor hace reflexiones de ontología de la actualidad referidas al Estado peruano contemporáneo, en especial a sus problemas de gobernabilidad.

Hay un elemento que atraviesa transversalmente todo el libro, y es el rol o la temática retórica de lo divino, o bien del rol de lo religioso en el pensamiento político, a lo que en gran medida el libro debe su título y buena parte de su tono emotivo, con la sugerencia (en realidad dejada pendiente) de la función de la experiencia religiosa en el fundamento del origen del mundo civil. En el capítulo 7 el autor recurre a Martin Heidegger, quien habría señalado un aspecto religioso en los eventos fundacionales, es decir, en las situaciones de origen, en este caso de un ámbito de sentido, es decir, de un Estado. La fundación debe conceptualizarse como aquel evento que significa un compromiso con ciertas unidades histórico-sociales. Usando el concepto Ereignis (pp. 250 y ss.); el filósofo alemán indica que existe una cuadratura que da forma a las sociedades, así como el marco a una pintura. Esta cuadratura (en alemán, Geviert) está formada por cuatro instancias que se interrelacionan en un todo, a saber: Tierra, Mundo, Hombres y Dioses. Los dioses suelen actuar sobre la Tierra (por ejemplo, en catástrofes naturales), como agentes no humanos que actuarían sobre los espacios de sentido. Esto anuda de alguna manera este capítulo 7 con el 4, ambos referidos a los agentes no humanos que intervienen en el mundo civil, lo que a su vez explica el final de los capítulos 1 y 8, que terminan en una suerte de teofanía.

Las constituciones escritas forman parte de los aspectos distintivos de las democracias actuales. Es innegable que uno de los males que aquejan a estas democracias es el problema de la corrupción, que Pensar desde el mal trata en el capítulo 5, titulado “Pestilencia y alteración. La corrupción política como dispositivo”. De acuerdo con el libro, y bajo la idea de la gnosis como una suerte de conocimiento común que no requiere de prueba, puede decirse que la corrupción ha llegado a formar parte de la esencia del mundo en que vivimos, es decir, que no es posible pensar las democracias metafísicas en su horizonte de sentido si no presuponemos a la vez la corrupción como un rasgo esencial de ellas, a manera de un dispositivo del que están sujetas. No debemos entender “esencia” como algo intemporal, sino más bien como una dependencia narrativa que le es constituyente. El autor trabaja con cierto esmero la idea de “esencia” dentro de una concepción hermenéutica de la racionalidad social; para esto recurre a Agamben (2015), pero en mayor medida a una terminología extraída del segundo Wittgenstein. Por esta razón, la esencia de una sociedad, lo que en otras partes del libro se denomina mundo, ámbito de sentido, horizonte de sentido, aquí se entiende como gramática, dentro de juegos del lenguaje que muestran reglas que, a la vez, están subtendidas y son descripción de formas de vida humana altamente complejas.

La corrupción se define como una esencia alterada, una esencia que se pudre y apesta. Se trata de un sintagma del autor (pp. 180 y ss.): en tanto es una esencia (y no un accidente o una mala suerte, por ejemplo), actuaría en las instituciones criticadas como un dispositivo que se daría en las democracias de hoy; respondería así al límite hermenéutico de la actualidad en las democracias capitalistas avanzadas (p. 290). La corrupción crea una disposición que lleva consigo el alterar y el desactivar; establece un espacio de experiencia al interior de las actividades políticas, económicas y sociales que derivan en una autodestrucción de las sociedades.

De acuerdo a Pensar desde el mal la corrupción formaría parte de la esencia de esta época, y por este motivo la erradicación de la corrupción no podría venir desde el interior de las democracias actuales. En este escenario el texto hace una polémica múltiple, que básicamente va dirigida contra Jacques Derrida (1998), sin que, por ello, al contrario de lo que ocurre en el resto del libro, sea el autor demasiado minucioso en atender a su opositor; el tema central es si la democracia tiene o no los medios de autocorregirse; como en el capítulo 2, de acuerdo a Rivera no es otra vez un problema administrativo o de voluntad y, por lo tanto, la fórmula es apelar al extremo de la cuadratura donde se hallan los agentes no humanos o divinos del capítulo 7, “Los dioses y la ciudad”. Realmente lo que erradicaría tal corrupción sería un “evento bueno”, que debía sobrevenir “desde fuera”, “fuera de los eventos pronosticables” (p. 221). Este evento acaso podría venir de las periferias de las democracias metafísicas actuales (una sugerencia que quizá haga de nuestros países posibles salvadores agentes externos y dioses) o tal vez también como un regresar a las formas de gobierno arcaicas de las que las democracias actuales son la manera deformada o la esencia alterada, un sintagma al que el capítulo en cuestión trata con detalle. Esta idea es interesante y llamativa porque retrae el pensamiento de las instituciones políticas “desde el margen”, vale decir, desde la experiencia iberoamericana (Rivera, 2009). El hermeneuta profetiza un cambio, incluso la necesidad moral de un cambio, pero no lo pronostica, como queda manifiesto también en el capítulo 7.

El pensar lo oculto de las sociedades es el quehacer del hermeneuta. Esta labor es denominada ontología de la actualidad, entendiendo actualidad como la realidad en la que nos encontramos insertos. Esto implica la responsabilidad ética de admitir un locus de enunciación; es decir, la labor de un hermeneuta latinoamericano será diferente a la de uno europeo, por ejemplo, puesto que pertenece a un contexto distinto; el pensar de lo oculto, la ontología o hermenéutica del misterio exige -fuera del locus desde donde se realice- un despojarse de los lenguajes nihilistas (y esto no quiere decir ubicarse en un lenguaje privilegiado ya que la hermenéutica es un “intento de expresar”). Esta es una de las principales críticas que ofrece Pensar desde el mal en el comentario titulado “Apocalipsis, Misterio y Profecía. Los cuadernos rojos de Gianni Vattimo”, una crítica demolerá de la hermenéutica nihilista tal y como el italiano la defiende en Della Realtà (Vattimo, 2012). Los dos comentarios no aparecen numerados como capítulos, por lo que inferimos se han puesto a modo de adenda o complemento a los primeros 8, que constituirían el libro propiamente hablando.

Como ya se ha señalado, Vattimo es el antagonista del libro por antonomasia lo que, desde el punto de vista de la obra, le vale un lugar como curador del mal. Como se sabe, el derrotero filosófico del escritor turinés se encuentra caracterizado, en parte, por una serie de cambios de matices. En la década de los ochenta Vattimo escribe particularmente El fin de la modernidad (1996) y Ética de la interpretación (1989), los trabajos del turinés más citados en esta obra de Rivera. En aquellos trabajos el autor muestra un diagnóstico histórico nihilista, aparece la noción de pensamiento débil como oposición a la concepción ilustrada de valores universales; con el pasar de los años, el liberalismo se fue apropiando de este aspecto en sus discursos, lo cual hizo que la hermenéutica empezara a convertirse en una herramienta conceptual de los pensadores liberales. En este contexto, Vattimo (2006) escribe Ecce Comu para alejarse radicalmente de los lenguajes de la corrección política, lo cual lo define como un crítico severo de la democracia metafísica y el pensamiento único, aspectos de los que la hermenéutica del misterio de Rivera es deudora. Se subraya un aspecto materialista en el pensamiento político de Vattimo que negaba (y niega) cualquier trascendencia o misterio, que es el nudo a partir del cual se gesta, en diálogo y antagonismo, la forma de hermenéutica de la composición de Pensar desde el mal. La hermenéutica del misterio.

Un caso similar al de Vattimo, en el sentido de querer “superar un paradigma desde el lenguaje de la ciencia normal” es el de Remedios Ávila Crespo (2005). El segundo comentario de Pensar desde el mal se haya dedicado a esta filósofa española que, en el código del libro, sería otro exponente de una lista de curadores del mal, como un ejemplo de curadora. Sorprende la atención dedicada a la obra de esta profesora española, experta en temas de nihilismo, tal vez sugiriendo que se trata de una especie de prototipo que la equipara así con Vattimo, el pensador más representativo del nihilismo actual en hermenéutica. El liberalismo y el programa de la Ilustración son defendidos por la profesora española con planteamientos kantianos. El debate abierto con esta profesora española es sin duda una pieza de ironía, de una cierta acidez que el lector puede reconocer en el tono general del libro y que le otorga una cierta pátina literaria que sería deseable con más frecuencia encontrar en las obras de filosofía. Acaso el concepto de agnosia pueda ser evocado y también el de sus agentes: los curadores del mal.

Referencias bibliográficas:

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Recibido: 29 de Enero de 2023; Aprobado: 17 de Mayo de 2023

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Licenciado en Filosofía. Universidad Nacional Federico Villarreal (Lima). ORCID: 0000-0002-5279-5592 . E-mail: 2008019965@unfv.edu.pe

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