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Universitas Humanística

versión impresa ISSN 0120-4807

univ.humanist.  n.62 Bogotá jul./dic. 2006

 

Arturo Escobar

Más allá del tercer mundo: globalización y diferencia

Instituto Colombiano de Antropología e Historia -ICANH-, Bogotá, 2005. Pp. 274.

Magdalena Peñuela Uricoechea

Pontificia Universidad Javeriana (Colombia) mmpenuela@javeriana.edu.co

 


El antropólogo Arturo Escobar, colombiano de origen, hizo estudios de pregrado en la Universidad del Valle (Cali, Colombia). Posteriormente viajó a continuar estudios de postgrado en la Cornell University y en la Universidad de California, Berkeley, donde se doctoró en 1987. Entre sus especialidades figuran la ecología política y la antropología del desarrollo, los movimientos sociales y las nuevas tecnologías. Actualmente, es Catedrático Adjunto de Antropología de la Universidad de Massachusetts, Amherst.

Esta obra se presenta de forma tripartita. El conjunto de ensayos, escritos desde la Antropología, que conforman la obra muestra una interesante unidad y coherencia con el pensamiento del autor y su trayectoria de trabajo.

La primera parte, Globalidad y diferencia, está compuesta por cuatro escritos cuyo eje es la discusión de los alcances y límites del proceso de globalización concebido dentro de una modernidad claramente europeizante que no alcanza a dimensionar en su amplitud y heterogeneidad los procesos y realidades del llamado Tercer Mundo. El anterior concepto es cuestionado abiertamente por el autor en el sentido de que, como fruto de la modernidad, también ha inhibido el desarrollo de los países que se han determinado en tal condición, a la vez que tampoco puede proveer soluciones para sus diversas y complejas realidades. Por lo anterior, el autor postula la urgente necesidad de construir un nuevo marco teórico que permita «imaginar y percibir» la realidad más allá del Tercer Mundo, y que supere el paradigma de la modernidad. En el momento actual de América Latina, es perceptible que epistemológica y socio-políticamente estos procesos están en marcha y se avanza en formas plurales de conocimiento y prácticas transformativas de la dupla modernidad/colonialidad.

A nivel mundial la globalización (que el autor llama globalidad imperial), se expresa en una expansión de la economía de mercado, que va aparejada con procesos de violencia y exclusión. Y es precisamente en este aparte que el autor hace mención al caso colombiano, particularmente a la situación del Pacífico colombiano, conocida ampliamente por él, donde la articulación entre la economía y la violencia armada, está desangrando la región y causando desplazamientos masivos de población afrocolombiana e indígena que, además, son expresión de la incapacidad del modelo moderno de fomentar un desarrollo acorde con las necesidades locales en términos de equidad y convivencia pacífica.

En los capítulos 1 y 2, el autor hace importantes aportes sobre la relación entre Naturaleza y Desarrollo, Movimientos sociales y Políticas de Lugar, entre otros, confrontados a la globalidad/colonialidad y exponiendo cómo los procesos que van surgiendo permiten avanzar en construcciones que van más allá del Tercer Mundo y que contribuyen a fortalecer el proceso en forma crítica y acorde con nuestra realidad local, en este caso el Pacífico Colombiano.

El capítulo 3 se basa en una ponencia presentada al Congreso CEISAL, Ámsterdam, julio de 2002. El autor trabaja como tema central el pensamiento de frontera y las epistemologías de frontera, asociados al programa de investigación sobre modernidad/colonialidad.

Este programa es un expresión del pensamiento crítico Latinoamericano, que en Colombia cuenta con Escobar y con distinguidos especialistas del Instituto Pensar de la Universidad Javeriana, mencionados recurrentemente en el libro. Aquí se trata de posicionar otros enfoques que difieren de los clásicos, para entender la Modernidad. Las características históricas y teóricas de la modernidad hegemónica y europeizante son someramente expuestas, para mostrar claramente como este paradigma no sólo no ha logrado la construcción de una realidad total, sino que hace un reduccionismo de todas las cultura y sociedades del mundo a los determinantes de la cultura e historia europea y cómo la globalización es entendida como la profundización y universalización de la Modernidad (Giddens).

Con esta introducción se presenta el programa de investigación Modernidad/colonialidad y los interrogantes que lo sustentan y avanza hasta nutrirse de conceptos como la transmodernidad, postulada por Dussel, que permitiría aceptar y dialogar con la alteridad no-eurocéntrica y rescatar los discursos anti-hegemónicos. Para Dussel, es el principio ético de liberación del Otro negado, que da expresión al lado oculto de la Modernidad. También del pensamiento de frontera y epistemología de frontera, de Mignolo para ofrecer un marco alternativo a los debates sobre Modernidad, Globalización y Desarrollo. Finalmente, la Modernidad/colonialidad propone que la Globalización sea entendida desde una perspectiva geo-histórica y crítica latinoamericana. El autor reconoce tópicos de vital importancia que han permanecido fuera del proyecto como: género, naturaleza y ambiente y la construcción de nuevos imaginarios económicos que retroalimenten posibilidades para las economías alternativas. De esta forma, se abre a la posibilidad de mundos y al conocimiento de otros mundos.

En el capítulo 4, sobre «Diferencia, nación y modernidades alternativas», presentado en la Cátedra de Políticas Culturales (Mincultura), se hace una propuesta para pensar la política cultural tomando en cuenta la interculturalidad y la diferencia. Se plantea la necesidad de proponer un marco teórico para la alteridad y la interculturalidad cuyo primer paso sería la discusión sobre la relación entre globalización, desarrollo y modernidad, ante lo cual surgen una serie de interrogantes que permiten asumir que el mundo moderno está compuesto por una serie de variaciones de la Modernidad, resultantes de sus encuentros con la diversidad de tradiciones.

Lo anterior, retomando las tesis de García-Canclini, permite pensar en la modernidad en términos de procesos de hibridación continuos, que dan lugar a «modernidades alternativas» que permiten entender, en diferentes lugares del mundo, modelos locales del entorno, como el del Pacífico Colombiano, en donde el encuentro de la Modernidad con realidades locales la recontextualiza y modifica de manera continua y, además, refuerza el argumento según el cual la modernidad está signada por el encuentro entre culturas.

En el mismo capítulo, el autor dedica espacio al tema de la concepción tripartita de los conflictos distributivos: económicos, ecológicos y culturales (asociados a diferencias efectivas de poder según prácticas y valores específicos), cuyo fin sería la sostenibilidad cultural y, como meta última, la interculturalidad. Aquí cobran fuerza las luchas de los movimientos sociales. Esta discusión sobre diferencias culturales, Nación (y sus políticas culturales) y modernidades alternativas, cobra mayor sentido con los aportes de Libia Grueso y Carlos Rosero (quienes lideran procesos en el Pacífico Colombiano), sobre desarrollo social y opciones participativas que permitan la construcción conjunta de reglas de juego y de corresponsabilidades entre los diferentes estamentos.

La segunda parte del libro está dedicada a la Diferencia y política de lugar y, de la misma forma que la primera parte de la obra, está compuesta por cuatro capítulos, donde los criterios de ecología política de Escobar y su posicionamiento respecto al lugar, le permiten avanzar en el estudio de los conflictos distributivos, en los tres aspectos ya mencionados.

En el capítulo 5 se destaca que los esfuerzos de los movimientos sociales y sus luchas–en–lugar, crean redes productoras de «glocalidades» (todo es global y local) y contribuyen a reconfigurar el mundo con diferentes inquietudes y parámetros. Con lo anterior el autor propugna por limitar el predominio de una perspectiva cultural única y homogénea, propiciar el reforzamiento de formas culturales no-dominantes y promover estrategias educativas para reconfigurar identidades populares y convencionales junto con otras de carácter emergente y culturalmente ancladas como los movimientos étnicos, las políticas de género y el apoyo a redes y glocalidades, tanto de movimientos sociales como de ONG’s y otras instancias.

En el capítulo 6 el autor se adentra en la argumentación sobre el postulado Hombre-Naturaleza, cuestionando el logocentrismo occidental (mundo ordenado, racional y predecible), para proponer alternativas a esta relación establecida por la modernidad dominante. Comienza mostrando las diferentes epistemologías sobre Naturaleza, consideradas a lo largo del tiempo en Occidente, para desembocar en el modelo local de naturaleza, que ejemplifica con el caso del Pacífico Colombiano. Este modelo, aunque no está separado de lo moderno, se ha construido localmente y aunque no muestra la perspectiva dualista ni logocéntrica de la naturaleza, puede ser considerado expresión de las «modernidades alternativas», que coadyuvan en los conflictos culturales distributivos locales de esta región colombiana.

El capítulo 7 está orientado a mostrar el papel de la Antropología en los movimientos sociales, en lo referente a los aspectos políticos de la defensa del lugar. El lugar, ocupa un lugar importante en las discusiones antropológicas y en el de otras ciencias sociales afines y es objeto de recientes cuestionamientos y críticas que llevan a la necesidad de que se abra a nuevos conceptos espaciales reales y aún virtuales. Así mismo el autor considera que debe ser revisado desde una perspectiva crítica al eurocentrismo, para reconceptualizar tanto las regiones como los estudios de área y de la diversidad cultural. Lo anterior conduciría a «reconstruir el mundo desde una perspectiva de múltiples prácticas basadas-en-lugar» (Escobar, 2005:160). Para ilustrarlo se retoma el proceso construido en el Pacífico colombiano y sus estrategias subalternas de localización: basadas-en-lugar y glocales, donde los movimientos sociales han jugado un destacado papel. Desde una perspectiva política estas glocalidades se expresan en configuraciones culturales y espaciales que, con base en redes, permiten crear no sólo espacios sino mundos regionales.

El reto sería poder concebir modernidades múltiples desde múltiples direcciones y, entre muchos, el interrogante subsiguiente y relevante que plantea el autor es: ¿Qué formas de lo global pueden ser imaginadas desde múltiples perspectivas basadas-en-lugar?

El capítulo 8 está conformado por una combinación de discusiones teóricas sobre identidad, desde el esencialismo y el constructivismo, con lo cual se renueva el debate posestructuralista para desembocar en las teorías más recientes (Grossberg) que aportan al debate de la identidad tres nuevas lógicas: la diferencia, la temporalidad y la individualidad, e incluso la posibilidad de pensarla desde un espacio contra-modernidad. Con base en estas reflexiones y con los aportes de la investigación etnográfica, se analiza la construcción de un nuevo sujeto político: el negro (y las comunidades negras) en el Pacifico sur colombiano, cuya identidad aparece en un marco ecléctico como fruto de interacciones de múltiples actores: comunidades, ONG’s, expertos, académicos, agentes del Estado. El resultado final: la etnicidad negra del Pacífico colombiano, que ha visibilizado la región y generado un nuevo horizonte discursivo de sentido, para las comunidades afro colombianas que allí habitan. Así mismo, ha contribuido a la creación de un imaginario político en términos de: diferencia, autonomía y derechos culturales que, sin embargo, deja muchos interrogantes que el tiempo y los derroteros de la región deberán resolver.

La tercera y última parte, El futuro de la(s) antropología(a) y las antropologías del futuro, está compuesta por dos capítulos y en ella se hacen enunciados sociales que apuntan al futuro de lo Social y de la Antropología en particular.

En el capítulo 9, se analizan los marcos teóricos que se utilizan en la actualidad para entender el mundo, haciendo énfasis en la importancia de las redes, del ciberespacio y en los aportes de la teoría de la complejidad en el momento actual, que, según el pensamiento del autor, permitirían reinventar dinámicas de la emancipación social, mientras que los movimientos sociales anti- globalización (MAG), pensados en términos de redes auto-organizadas, al tener un comportamiento adaptativo al ambiente cambiante del ciberespacio, podrían propiciar una alternativa a la globalización Neoliberal. De esta manera postula que habría una política del ciberespacio que se constituiría en una alternativa a los mundos dominantes tanto reales como virtuales.

En el capítulo 10, titulado «Otras antropologías y antropologías de otro modo: elementos para una red de antropologías del mundo», el autor comienza por analizar a las llamadas antropologías hegemónicas, desde su discurso y prácticas asociadas y la forma como se han situado en una relación asimétrica, que no corresponde a la diferencia norte/sur o metropolitana/periférica, para su reproducción en diferentes contextos. Luego, plantea un análisis sobre las críticas y crisis producidas al interior de las antropologías hegemónicas, específicamente las anglo-norteamericanas, que han propugnado por la urgente necesidad de giros epistemológicos, institucionales y políticos, llegando a postular la posibilidad de orientarse hacía una práctica antropológica no-académica.

El autor presenta la visión que caracterizó los años 70, con una antropología expresión del imperialismo, que permitió sojuzgar a los habitantes del Tercer Mundo. Enseguida expone el debate de los años 80 que se centró en las prácticas textuales que desembocaron en el constructivismo cultural crítico y en discusiones sobre las modalidades de autoría y autorización y la representación de la alteridad cultural. Posteriormente, argumenta cómo en los años 90 se dieron las relaciones institucionales y las prácticas de poder dentro del establecimiento académico en sí mismo, y la manera cómo éstas influyeron en la producción de conocimiento al interior de la academia, cuestionando así las formas producción y reproducción del mismo.

Para Escobar, sin embargo, es claro que el antropólogo se mueve dentro de marcos políticos y epistemológicos sobre los cuales no tiene total control, pero que prefiguran tanto sus prácticas como los objetos de estudio (Escobar, 1993:378). Lograr el objetivo que propone de descolonizar las antropologías del mundo, requiere entonces de un agudo análisis de estas circunstancias en los ámbitos epistémico y epistemológico, social y político y de prácticas académicas. De esta manera, se lograría empoderar las antropologías del mundo y visibilizarlas, cambiando no sólo los contenidos y condiciones de las antropologías hegemónicas, sino los términos y condiciones de los intercambios antropológicos en el mundo, para que la disciplina logre renovar su importancia política y social en el momento actual.

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