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Universitas Humanística

Print version ISSN 0120-4807

univ.humanist.  no.63 Bogotá Jan./June 2007

 

Los dilemas de los estudios étnicos estadounidenses: multiculturalismo identitario, colonización disciplinaria y epistemologías decoloniales1

Dilemmas of United States Ethnic Studies: Identitarian Multiculturalism, Disciplinary Colonialization and Decolonial Epistemologies

Os dilemas dos estudos étnicos estadounidenses: multiculturalismo identitario, colonização disciplinaria e epistemologías decoloniales

Ramón Grosfoguel2

University of California, Berkeley3, (Estados Unidos) grosfogu@berkeley.edu

Recibido: 23 de enero de 2007 Aceptado: 03 de marzo de 2007

 


Resumen

Los estudios étnicos estadounidenses fueron espacios universitarios conquistados por las luchas de las minorías raciales al interior del imperio en los años sesentas y setentas, siendo así que desde su fundación estos estudios han sido atacados por la academia eurocéntrica. Este campo de conocimiento ha hecho aportaciones fundamentales al entendimiento de la discriminación racial, sexual y de género, y existe hoy día un debate al interior de los estudios étnicos que podría ser de relevancia para otros países. Por otra parte, los estudios étnicos se debaten entre estudios interdisciplinarios, es decir, estudios colonizados por las disciplinas académicas eurocentradas, y estudios decoloniales enfocados en la transdisciplinariedad, descolonizacion y transmodernidad. En este artículo se discute en detalle este debate al interior de los estudios étnicos norteamericanos y sus consecuencias para la descolonización del conocimiento.

Palabras clave: estudios étnicos, decolonial, racismo epistémico.

 


Abstract

Ethnic studies in the United States were academic areas conquered by the fights of racial minorities on the inside of the empire in the decades of the 1960s and 1970s; since their foundation these studies have been attacked because of their eurocentricity. This field of knowledge has made fundamental contributions to the understanding of racial, sexual and gender discrimination. Today there is a debate inside of ethnic studies that might be relevant to other countries as well. On the other hand, ethnic studies are conflicted between interdisciplinary studies; meaning colonized studies of eurocentristic academic disciplines and decolonial studies focused on transdisciplinarity, decolonialization and transmodernity. In this article, the debate inside the United States ethnic studies is discussed in detail, along with its consequences for the decolonialization of knowledge.

Key words: ethnic studies, decolonial, epistemic racism.

 


Resumo

Os estudos étnicos estadounidenses foram espaços universitarios conquistados pelas lutas das minorias raciais ao interior do imperio nos anos sessenta e setenta, sendo desde sua fundação atacados pela academia eurocêntrica. Este campo de conhecimento tem feito contribuções fundamentais ao entendimento da discriminação racial, sexual e de gênero, hoje ainda existe um debate ao interior dos estudos étnicos que poderiam ser de muita importancia para os outros países. Por outra parte os estudos étnicos debatem-se entre estudos interdisciplinarios, que são finalmente estudos decoloniales enfocados na transdisciplinariedade, descolonização e transmodernidade. Em este artigo discute-se detalhadamente o debate sobre os estudos estadounidenses e suas conseqüências para a descolonização do conhecimento.

Palavras chave: estudos étnicos, decolonial, racismo epistémico.

 


Los estudios étnicos en los Estados Unidos constituyen un espacio contradictorio que condensa posiciones en lucha que se debaten hoy día entre dos discursos hegemónicos (multiculturalismo identitario y colonización disciplinaria) y uno contra-hegemónico (epistemologías decoloniales). A diferencia de otras partes del mundo, en los Estados Unidos los estudios étnicos surgen como parte del movimiento de derechos civiles de las minorías racializadas. A fines de los años sesenta y principios de los setenta, ocurrieron varias huelgas estudiantiles y ocupación de universidades organizadas por las minorías racializadas que condujeron a la creación de estudios afro-americanos, puertorriqueños, chicanos, asiáticos e indígenas a través de todo el país. Esta insurgencia epistémica fue fundamental para abrir espacios a profesores provenientes de grupos etno/raciales discriminados y con epistemologías no-occidentales en lo que hasta ese momento eran universidades monopolizadas por profesores y estudiantes blancos y epistemologías eurocentradas que privilegian la «ego-política del conocimiento» (Grosfoguel, 2006).

Si la epistemología eurocéntrica se caracteriza no solamente por privilegiar un canon de pensamiento occidental sino también por estudiar al «otro» como objeto y no como sujeto que produce conocimientos (encubriendo al mismo tiempo la geo-política y corpo-política del conocimiento desde la cual piensan los intelectuales académicos blancos), la entrada de profesores de «color» con los programas de acción afirmativa y la creación de programas de estudios étnicos dirigidos a estudiar los problemas que confrontan las minorías discriminadas constituyeron un cambio importante en la producción de conocimientos académicos. Muchos de los profesores de las minorías discriminadas de aquella época (fines de los sesenta y década de los setenta) eran muchos de ellos intelectuales activistas que privilegiaban la «geopolítica del conocimiento» y la «corpo-política del conocimiento» sobre la «ego-política del conocimiento» en la producción de conocimientos. Por primera vez en un espacio universitario occidental se rompe con la dicotomía sujeto-objeto de la epistemología cartesiana. En lugar de un sujeto blanco estudiando sujetos no-blancos como objetos de conocimiento, asumiéndose a sí mismo como una mirada neutral no situada en ningún espacio ni cuerpo («ego-política del conocimiento»), lo que le permite, entonces, reclamar una falsa objetividad y neutralidad epistémica, tenemos la nueva situación de sujetos de las minorías racializadas estudiándose a sí mismos como sujetos que piensan y producen conocimientos desde cuerpos y espacios subaltenizados e inferiorizados («geopolítica y corpo-política del conocimiento») por la epistemología racista y el poder occidental. De más está decir que sus trabajos cuestionaron la visión hegemónica blanca acerca de las minorías racializadas que se concentraban en hacer a éstos últimos responsables de la marginalización y pobreza en la sociedad norteamericana (paradigmas de la «cultura de la pobreza» y la «modernización») encubriendo el racismo rampante de la sociedad norteamericana (Grosfoguel, 2003). Ésto no solamente retó el racismo epistémico, que atribuye y reconoce la producción de teoría a los sujetos occidentales blancos mientras los no-blancos producen folklore, mitología o cultura pero nunca conocimiento de igual a igual con occidente, sino que abrió un potencial para la descolonización del conocimiento al retarse la «ego-política del conocimiento» cartesiana de las ciencias occidentales oponiéndole la «geopolítica y la corpo-política del conocimiento» de los sujetos subalternos. Digo «potencial» porque dicho proceso decolonial no está finalizado y se enfrenta a varios obstáculos. Este trabajo buscar identificar los obstáculos que todavía se confrontan en los estudios étnicos pero antes es necesario aclarar algunos conceptos indispensables para la discusión.

Racismo epistémico

El racismo epistémico es uno de los racismos más invisibilizados en el «sistema-mundo capitalista/patriarcal moderno/colonial» (ver Grosfoguel, 2006). El racismo a nivel social, político y económico es mucho más reconocido y visible que el racismo epistemológico. Este último opera privilegiando las políticas identitarias (identity politics) de los blancos occidentales, es decir, la tradición de pensamiento y pensadores de los hombres occidentales (casi nunca incluye las mujeres) es considerada como la única legítima para la producción de conocimientos y como la única con capacidad de acceder a la «universalidad» y la «verdad». El racismo epistémico considera los conocimientos no-occidentales como inferiores a los conocimientos occidentales. Si miramos el canon de pensadores que se privilegian en las disciplinas académicas, vemos que todas sin excepción privilegian los pensadores y teorías occidentales, sobretodo aquellas de los hombres europeos y/o euro-norteamericanos. Este identity politics hegemónico es tan poderoso y tan normalizado bajo el discurso de «objetividad» y «neutralidad» de la «ego-política del conocimiento» de las ciencias humanas que cuando se piensa en identity politics se asume inmediatamente como «sentido común» que se trata de las minorías racializadas. De hecho, sin negar la existencia de identity politics entre sectores de las minorías racializadas, el identity politics hegemónico - del discurso eurocéntrico - utiliza este discurso identitario racista para descartar toda intervención crítica proveniente de epistemologías «otras» (Maldonado-Torres, 2004). El mito que todavía subyace a la academia es el discurso cientificista de la «objetividad» y «neutralidad» que esconde el «locus de enunciación», es decir, quién habla y desde que cuerpo y espacio epistémico en las relaciones de poder se habla (Mignolo, 2000). Bajo el mito de la «ego-política del conocimiento» (que en realidad siempre habla desde un cuerpo masculino blanco y una geopolítica del conocimiento eurocentrada) se desautorizan las voces críticas provenientes de los pensadores de grupos subalternos inferiorizados por el racismo epistémico hegemónico. Si la epistemología tiene color, como bien destaca el filósofo africano Emmanuel Chukwudi Eze (1997), entonces la epistemología eurocentrada dominante en las ciencias sociales también tiene color. La construcción de esta última como superior y las del resto del mundo como inferior forma parte inherente del racismo epistemológico imperante en el sistema-mundo desde hace más de quinientos años.

El privilegio epistémico de los blancos fue consagrado y normalizado con la colonización de las Américas desde fines del siglo XV. Desde renombrar el mundo con la cosmología cristiana (Europa, África, Asia y, más tarde, América) caracterizando todo conocimiento o saber no-cristiana como producto del demonio, hasta asumir desde su provincialismo europeo que solamente desde la tradición greco-romana, pasando por el renacimiento, la ilustración, y las ciencias occidentales se accede a la «verdad» y «universalidad» inferiorizando todas las tradiciones «otras» (que en el siglo XVI fueron caracterizadas como «bárbaros», convertidos en el siglo XIX en «primitivos», en el siglo XX en «subdesarrollados» y a comienzos del siglo XXI en «anti-democráticos»), el privilegio epistémico del identity politics blanco eurocentrado quedó normalizado al punto que quedó invisibilizado como identity politics hegemónico. De ahí que los estudios étnicos desde su formación a finales de los años sesenta en los Estados Unidos fueron siempre objeto de ataque por el racismo epistémico de las disciplinas de las ciencias humanas occidentales (ciencias sociales y humanidades) argumentando la inferioridad, parcialidad, y falta de objetividad de sus saberes y producción de conocimientos.

Identity politics

Frente a los identity politics hegemónicos que siempre privilegiaron la belleza, conocimientos, tradiciones, espiritualidades y costumbres blancas, europeas, cristianas y occidentales, inferiorizando y subalternizando la belleza, conocimientos, tradiciones, espiritualidades y costumbres no-europeas, no-cristianas y no-occidentales, los sujetos racializados/inferiorizados por estos discursos hegemónicos desarrollaron su propio identity politics en reacción al racismo del primero. Este proceso fue necesario como parte de un proceso de valorización de sí mismos en un mundo racista que los inferioriza y descualifica de su humanidad. Sin embargo, esta forma de afirmación identitaria tiene sus límites si se torna en propuestas fundamentalistas que invierten los términos binarios del racismo blanco/eurocéntrico hegemónico. Por ejemplo, si se asume que los grupos etno/raciales subalternizados (no-blancos) son superiores y que los dominantes (blancos) son inferiores, lo que se hace es invertir los términos del racismo blanco hegemónico sin superar el problema de fondo: el racismo, es decir, la inferiorización cultural y/o biológica de unos seres humanos elevando a otros a la categoría de superiores (Grosfoguel, 2003). Otro ejemplo es, si se acepta como hacen algunos fundamentalismos islámicos y afrocentristas, el discurso eurocéntrico hegemónico de que solamente la tradición Europea es natural e inherentemente democrática mientras los «otros» no-europeos son natural e inherentemente autoritarios, negándole discursos democráticos y formas de institucionalidad democráticas al mundo no-occidental (por supuesto, distintas a la democracia liberal occidental) y, por consiguiente, apoyando formas de autoritarismo político. Esto último es lo que hacen todos los fundamentalismos tercermundistas al aceptar la premisa eurocéntrica de que la única tradición democráctica es la occidental y, por tanto, asumir que la democracia no aplica a su «cultura» y sus «sociedades» defendiendo formas monárquicas o dictatoriales de autoridad política. Así se reproduce un eurocentrismo invertido.

La «balkanización» que se deriva de estas políticas identitarias terminan reproduciendo invertidamente el mismo esencialismo y fundamentalismo del discurso hegemónico eurocentrado. Si el fundamentalismo asume su propia cosmología y epistemología como la única verdadera y superior, inferiorizando y sin reconocerle igualdad a ninguna otra, entonces el eurocentrismo es no sólo una forma de fundamentalismo sino el fundamentalismo hegemónico en el mundo hoy día. Los fundamentalismos tercermundistas (afrocentristas, islamistas, indigenistas, etc.) que surgen en reacción al fundamentalismo eurocéntrico hegemónico son formas subordinadas de fundamentalismo eurocentristas en la medida en que dejan intactas las jerarquías binarias y raciales del fundamentalismo eurocéntrico (Grosfoguel, 2006). En los estudios étnicos norteamericanos lamentablemente hay una minoría vociferante de fundamentalistas afro-centristas, indigenistas, asiático-centristas e hispanistas que ponen en cuestionamiento la validez y legitimidad de estos programas. Sin embargo, afortunadamente estos grupos son una minoría insignificante, aunque desafortunadamente los supremacistas blancos exageran su influencia para desprestigiar los departamentos/programas de estudios étnicos en los Estados Unidos debido a sus agendas de crítica activa anti-racista y anti-eurocentrista.

Identidades en la política y transmodernidad

Las políticas identitarias (identity politics) parten de un reduccionismo identitario y culturalista que terminan esencializando y naturalizando las identidades culturales. En dichos proyectos identitarios no hay cabida o hay una fuerte sospecha hacia grupos cuyo origen étno/racial sea distinto a la del grupo. Usualmente mantienen fronteras identitarias aún entre los propios grupos subalternos imposibilitando el diálogo y las alianzas políticas. En algunos casos terminan invirtiendo el racismo hegemónico y reproduciendo un racismo invertido al hacer del grupo etno/racial subalterno uno superior cultural y/o biológicamente a los blancos.

Muy distinto a las políticas identitarias (identity politics) son las «identidades en la política». Estas últimas se basan en proyectos ético-epistémicos abiertos a todos no importa el origen etno/racial de la persona. Por ejemplo, los Zapatistas en el suroeste de México son un movimiento insurgente indígena pensando epistémicamente desde epistemologías/cosmologías amerindias abierto a todas las personas y grupos que apoyen y simpaticen con sus propuestas políticas. Al interior del movimiento Zapatista hay blancos y mestizos. El movimiento liderado por Evo Morales en Bolivia es un movimiento indígena pensando y desarrollando una descolonización del Estado blanco boliviano desde la cosmología del Ayllú de las comunidades aymaras. Este movimiento cuenta entre sus líderes y en sus filas militantes blancos y mestizos que han asumido el proyecto político ético-epistémico Aymara. Otro ejemplo son las prácticas espirituales africanas en las Américas que si bien parten de cosmologías/epistemologías de origen africano (Yoruba, bantú, etc.) están también abiertos a la participación de todos. Es decir, que no hay correspondencia entre la identidad ético-epistémica del proyecto (en este caso de origen indígena o africano) y la identidad étnica/racial de los individuos que militan en dichos movimientos. Por consiguiente, muy distinto a los identity politics, no se excluye a nadie que apoye el proyecto por razones de origen étnico/racial.

Si el eurocentrismo busca descalificar dichas epistemologías alternas para inferiorizarlas, subalternizarlas y desautorizarlas, y de este modo, construir un mundo de «pensamiento único» que no permite pensar en mundo «otros» posibles más allá de la mundialización «capitalista neo-liberal blanca masculina», el proyecto que proponemos aquí sería uno que trascienda el monopolio epistémico eurocéntrico del sistema-mundo moderno/colonial. Reconocer que existe diversalidad epistémica en el mundo plantea un reto a la modernidad/colonialidad del mundo existente. Ya no es posible construir desde una sola epistemología un diseño global como «solución única» a los problemas del mundo sea ésta desde la izquierda (socialismo, comunismo, etc.) o desde la derecha (desarrollismo, neo-liberalismo, democracia liberal, etc.). Desde esta diversalidad epistémica hay propuestas anti-capitalistas, anti-patriarcales y anti-imperiales diversas que plantean diferentes maneras de afrontar y solucionar los problemas producidos por las relaciones de poder sexuales, raciales, espirituales, lingüísticas, de género y de clase en el presente «sistema-mundo capitalista/patriarcal moderno/colonial» (Grosfoguel, 2006). Esta diversalidad de propuestas desde epistemologías «otras» subalternizadas y silenciadas por la epistemología eurocéntrica plantearía una manera de transcender la modernidad eurocentrada más allá de las propuestas de culminar la modernidad (Habermas, 1985) o de desarrollar la posmodernidad. Estas últimas constituyen críticas eurocéntricas al eurocentrismo (Mignolo, 2000).

De lo que se trata entonces es de desarrollar lo que el filósofo de la liberación Enrique Dussel (1994) llama «transmodernidad» como proyecto para culminar, no la modernidad ni la posmodernidad, sino el proyecto incompleto e inacabado de la descolonización. «Trans» aquí se usa en el sentido de más allá de la modernidad. En la transmodernidad hay tantas propuestas de liberación de la mujer y de democracia como epistemologías existen en el mundo. Las «feministas de la diferencia» parisinas no pueden imponer sus soluciones y maneras de luchar contra el patriarcado a las feministas islámicas en Irán, feministas indígenas Zapatistas en México o feministas negras en los Estados Unidos. De la misma forma el mundo occidental no puede imponer su concepto liberal de democracia a las formas de democracia indígena, islámicas o africanas. Por ejemplo, el zapatismo desde cosmologías tojolabales redefinen la democracia como «mandar obedeciendo» y su institucionalidad práctica constituyen los «caracoles». Conceptos muy distintos a la democracia occidental donde «el que manda no obedece y el que obedece no manda» y donde la institucionalidad práctica son los parlamentos o asambleas nacionales.

La transmodernidad no es un relativismo de everything goes pues se trata del pensamiento crítico anti-capitalista, anti-patriarcal, anti-eurocéntrica (nunca anti-europeo) y anti-imperial que nace de la diversalidad epistémica del mundo. Para el pensamiento decolonial no hay ninguna epistemología que pueda reclamar el monopolio sobre el pensamiento crítico en el planeta como ha pretendido el imperialismo de la epistemología occidental en el sistema-mundo por los pasados 500 años. La propuesta que hago aquí es redefinir los departamentos/programas de estudios étnicos como «estudios decoloniales transmodernos».

Los estudios étnicos norteamericanos

Habiendo aclarado los conceptos antes mencionados pasemos ahora a la discusión pertinente a este trabajo. Los estudios étnicos norteamericanos se debaten hoy día entre dos problemas de la colonialidad del poder global: 1) los identity politics del multiculturalismo liberal norteamericano; y 2) la colonización disciplinaria de las ciencias occidentales sobre dichos espacios.

Comencemos por el primer punto. La organización de departamentos y programas de estudios étnicos a base de identidades etno/raciales (afro-americanos, asiático-americanos, latinos, indígenas, etc.) ha sido uno de los legados más perniciosos de los estudios étnicos norteamericanos que ha contribuído a reproducir lo peor de los identity politics. En lugar de estudios decoloniales, los identity politics llevan a reproducir estudios coloniales que se manifiestan en dos tendencias principales: una basada en el multiculturalismo light liberal británico-americano y la otra basada en la absolutización chauvinista y nacionalista de su propia identidad etno/racial en detrimento del diálogo y alianzas con otros grupos. El multiculturalismo liberal hegemónico permite que cada grupo racializado tenga su espacio y celebre su identidad/cultura siempre y cuando no cuestione las jerarquías étno/raciales del poder de la supremacía blanca y deje el status quo intacto. Así se privilegian algunas elites de los grupos racializados/inferiorizados otorgándoles un espacio con recursos como tokens, model minority o «vitrinas simbólicas» que le den un maquillaje multicultural al poder blanco, mientras la mayoría de estas poblaciones víctimas del racismo rampante viven la colonialidad del poder cotidianamente. Condoleeza Rice es uno de los ejemplos más extremos de esta política. Esta mujer afro-norteamericana es una de las arquitectas de la política exterior racista del imperio euro-norteamericano (élites blancas capitalistas) en el Medio Oriente e Iraq dándole una cara anti-racista y multicultural al imperio.

Por otro lado, los estudios étnicos que absolutizan y privilegian los identity politics de su propio grupo etno/racial los lleva a sospechar y verse en competencia con los otros grupos étnicos/raciales, incluídos aquellos que comparten una situación similar de discriminación etno/racial. De manera que los estudios étnicos organizados a través de identidades étnicas terminan: 1) celebrando su propia identidad dejando intactas las jerarquías étno/raciales; ó 2) enfatizando en su propio grupo étnico/racial, mirándose sus propios ombligos y, por tanto, concibiéndose en competencia constante con los otros grupos igualmente discriminados contribuyendo a reproducir el «divide y vencerás» que igualmente mantiene intacto el status quo de las jerarquías étno/raciales. Ambas posiciones del identity politics (la «multicultural identitaria liberal» y la «identitaria militante») terminan en complicidad con las jerarquías étno/raciales de la supremacía blanca al dejar intacto el status quo.

La otra tendencia de la colonialidad del saber (Lander, 2000) es la colonización disciplinaria académica de los estudios étnicos. La colonización disciplinaria ocurre cuando se dividen los campos de conocimiento dentro de los estudios étnicos con base en las especialidades disciplinarias de las ciencias humanas (ciencias sociales y humanidades) y se hacen estudios étnicos «sobre» y no «desde» y «junto a» los grupos étnicos/raciales. En lugar de producir conocimientos desde el pensamiento crítico que producen los sujetos racializados/inferiorizados, las disciplinas imponen el canon de pensamiento y la epistemología occidental del «punto cero» (Castro-Gómez, 2006) - el punto de vista que no se asume como punto de vista propio de la perspectiva que se asume como el «ojo de Dios» de la filosofía occidental moderna desde Descartes hasta nuestros días en las ciencias humanas occidentales. Esto ha afectado la producción de conocimientos en los departamentos/programas de estudios étnicos porque en lugar de producir conocimientos «desde» y «con» los grupos étno/raciales dirigidos a su liberación, se privilegia el producir conocimientos «sobre» los «otros» siguiendo la tradición epistemológica colonial que va desde los misioneros cristianos del siglo XVI hasta los científicos sociales de nuestros días y que hacen del sujeto racializado/inferiorizado un «objeto de estudios» para dominar y explotar. Esto plantea las preguntas siguientes: ¿Conocimiento para qué y para quién? ¿Es posible producir conocimientos neutrales en una sociedad dividida en términos raciales, sexuales, espirituales y de clase? Si la epistemología no solamente tiene color sino sexualidad, género, espiritualidad cosmológica, clase, etc., no es posible asumir el mito o falsa premisa de la neutralidad y objetividad epistemológica (el «punto cero» de la «ego-política del conocimiento») como pretenden las ciencias occidentales.

Por otro lado, la corriente que pretende hacer de los estudios étnicos «estudios interdisciplinarios» reproduce los mismos problemas antes mencionados. La interdisciplinariedad mantiene intactas las identidades disciplinarias (con su canon y epistemología eurocentrada) y solamente se abren al diálogo interdisciplinario al interior de la epistemología occidental cerrándose al diálogo transmoderno entre diversas epistemologías. Si pensamos no desde las disciplinas académicas sino desde la «transdisciplinariedad» en el sentido de más allá de los saberes disciplinarios, entonces el proyecto de los estudios étnicos se abrirían a la diversalidad epistemológica en lugar del actual monotopismo y monólogo de la epistemología eurocéntrica occidental dominante que no admite ninguna otra epistemología como espacio de producción de pensamiento crítico ni científico. La colonización disciplinaria de los estudios étnicos constituye una colonización epistémica ya que las disciplinas académicas privilegian el canon epistémico eurocentrado.

Con esto no pretendo descartar trabajos críticos importantes y útiles producidos desde los campos disciplinarios de la academia occidental. Estoy simplemente cuestionando la pertinencia de hacer departamentos/programas de estudios étnicos si simplemente se van a reducir a hacer sociología de raza y etnicidad, antropología de las identidades étno/raciales, historia «sobre» (no «desde» y «con») los negros, economía de la inserción laboral de los indígenas, etc. Colonizar los estudios étnicos desde las disciplinas occidentales no constituye nada innovador en el campo del conocimiento. Esto es posible hacerlo ya desde las respectivas disciplinas académicas y no hacen falta programas ni departamentos de estudios étnicos para esto. Muy distinto sería si los programas o departamentos de estudios étnicos se plantearan abrirse a la transmodernidad, es decir, a la diversalidad epistémica del mundo y se redefinieran como «estudios decoloniales transmodernos» ofreciendo pensar «desde» y «con» los «otros» subalternizados e inferiorizados por la modernidad eurocentrada, ofreciendo definir sus preguntas, sus problemas y sus dilemas intelectuales «desde» y «con» los grupos racializados mismos. Esto plantearía una metodología decolonial muy distinta a la metodología de las ciencias sociales y las humanidades (Smith, 1999). Implicaría también un diálogo transmoderno entre diversos proyectos ético-epistémicos y una organización temática al interior de los departamentos/programas de estudios étnicos con base en problemas como racismo, sexismo, xenofobia, cristianocentrismo, epistemologías «otras», eurocentrismo, etc. y no con base en identidades étno/raciales (negros, indígenas, asiáticos, etc.) ni de disciplinas coloniales occidentales (sociología, antropología, historia, ciencias políticas, economía, etc.). Los estudios étnicos redefinidos como «estudios decoloniales transmodernos» harían una contribución importantísima no solamente al saber académico sino a la liberación como proyecto de descolonización (epistémica, social, política, económica y espiritual) de los grupos oprimidos y explotados por el racismo capitalista/patriarcal occidental del sistema-mundo moderno/colonial (para una perspectiva muy próxima a la que estoy proponiendo ver Maldonado-Torres (2006).


1 Este artículo es producto de la investigación realizada por el autor en la Universidad de California, Berkeley, sobre multiculturalismo y epistemologías decoloniales.

2 Ph.D., Temple University, 1992, Sociology. 3 Associate Professor, Chicano Studies, Department of Ethnic Studies.


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