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Universitas Humanística

Print version ISSN 0120-4807

univ.humanist.  no.64 Bogotá July/Dec. 2007

 

Nuevos lenguajes y nuevas alfabetizaciones, materia prima para la democracia1

New Languages and New Alphabetizations – Prime Subjects for Democracy

Novas linguagens e novas alfabetizações, matéria prima para a democracia

Luz Eugenia Aguilar González2

Universidad de Guadalajara, México luzeugenia_aguilar@yahoo.com.mx

Recibido: 23 de junio de 2007 Aceptado: 14 de agosto de 2007

 


Resumen

El objetivo del este artículo es analizar, desde el campo de la Comunicación/Educación, algunas políticas educativas, prácticas pedagógicas y enfoques curriculares de la educación básica primaria en México, para comprender que la inclusión del uso de tecnologías y de la educación mediática en el curriculum no puede realizarse sin diagnósticos y discusiones previas. Este hecho no garantiza el desarrollo de las competencias necesarias para el desenvolvimiento del sujeto en el siglo XXI. Para que las reformas educativas sean exitosas, deben eliminarse los rescoldos de antiguas prácticas educativas; considerar las condiciones actuales del país y los nuevos contenidos curriculares, en articulación con los discursos sociales amplios, desde una perspectiva incluyente.Se toman como ejemplos el caso de Enciclomedia; de la prueba nacional de evaluación curricular Enlace, y algunos contenidos del programa de Español para contrastar contradicciones y aciertos de las políticas educativas para el desarrollo de la democracia en México.

Palabras clave: curriculum nacional, democracia, educación mediática, tecnología educativa.

Palabras clave descriptores: educación primaria, planificación curricular, tecnología educacional, política educativa, democracia, México.

 


Abstract

The article analyzes some educational policies, pedagogical practices, and the curricular development of primary education in Mexico from the disciplines of Communication/Education. The purpose is to understand that the inclusion of the use of technologies and media literacy in the national curriculum cannot be carried out without diagnoses and prior discussions. These reforms do not guarantee the development of the necessary level of competence needed by the men and women of the 21st century. For these educational reforms to be successful, they should be considered the content of the new curriculum and to eliminate the old educational practices. These reforms must address the present conditions of the country in accordance with an extensive social dialog and a wide social perspective. One can use examples such as the case of Enciclomedia; of the national curriculum evaluation named Enlace; and some contents of the Spanish program to contrast contradictions and successes of the educational policies in the development of democracy in Mexico.

Key words: national curriculum, democracy, media literacy, educative technology.

Key words plus: education primary, curriculum planning, educational Technology, education and state, democracy, México.

 


Resumo

O objetivo deste artigo é analisar, desde o campo da comunicação/educação, algumas políticas educativas, práticas pedagógicas e enfoques curriculares da educação básica primária no México. Isto para compreender que a inclusão do uso de tecnologias e da educação midiática no curriculum não pode realizar-se sem diagnósticos e discussões previas. Este fato não garante o aperfeiçoamento das habilidades necessárias para o desenvolvimento do sujeito no século XXI. Para que as reformas educativas sejam bem sucedidas, devem-se eliminar os resquícios das antigas práticas educativas, e considerar as condições atuais do país e os novos conteúdos curriculares, na sua articulação com discursos sociais amplos, desde uma perspectiva inclusiva.

Tomam-se como exemplos os casos da Enciclopédia, da prova nacional de avaliação curricular Enlace e alguns conteúdos do programa de Espanhol para contrastar contradições e acertos das políticas educativas para o desenvolvimento da democracia no México.

Palavras chave: curriculum nacional, democracia, educação, educação midiática, tecnologia educativa.

 


Introducción

En el campo de la investigación educativa predominan trabajos sobre didácticas, estilos de aprendizaje, análisis de la práctica educativa, formación docente y otras áreas relacionadas con estos temas. Sin embargo, tuvo que generarse un nuevo campo que reflexionara acerca de la relación entre la comunicación, la educación, el entorno social y las políticas culturales que rigen, a su vez, las políticas de los sistemas educativos: la Comunicación/Educación, también llamada educomunicación (Aguilar González, 2002; Huergo, 2000; Oliveira, 1999).

El objetivo del presente trabajo es analizar, desde la Comunicación/Educación, algunas de las políticas educativas, prácticas pedagógicas, contenidos y enfoques curriculares de la educación básica primaria en México, todo ello con miras a comprender cómo la inclusión de prácticas pedagógicas centradas en el uso de tecnologías y medios de comunicación puede contribuir a la construcción de la democracia en una sociedad. A su vez, se tratará de demostrar cómo la inclusión de las nuevas tecnologías o de los medios de comunicación en el curriculum no es tan sencilla e, incluso, puede contraponerse a la construcción de la democracia debido a que deben considerarse los rescoldos de antiguas prácticas educativas, las condiciones actuales del país y las reformas curriculares, en articulación con los discursos sociales amplios, mismos que trabajan bajo premisas mundialmente aceptadas.

Elementos preliminares para el análisis

La educación y la comunicación son dos campos en convergencia que ayudan a comprender de mejor manera la adquisición de conocimiento y, a su vez, ofrecen propuestas para que la enseñanza sea más exitosa. Nos ayudan a ubicar los problemas educativos en un marco social amplio, dentro del cual podamos identificar el macrodiscurso de las tecnologías y de los discursos sociales, así como el microdiscurso de las prácticas educativas institucionales y de los sujetos de la educación.

En este sentido, la convergencia Comunicación/Educación, como un nuevo campo de conocimiento, ha ayudado a comprender y a utilizar la interdisciplinariedad, convergencia necesaria para abordar problemas como la integración de la pedagogía para consolidar nuevas formas de actuar en una sociedad global, o la relación entre la escolarización, la comunicación y el desarrollo social. Si se enfoca la atención en las intersecciones entre la comunicación y la educación priorizando el aspecto cultural, entonces se podrán vislumbrar estrategias de desarrollo social más incluyentes.

La Comunicación/Educación contribuye en la elaboración de propuestas para delinear la reconformación de los espacios de socialización, en este caso en particular, de la escuela y de la sociedad, y así desdibujar las fronteras entre ellos. A su vez, la Comunicación/Educación ayuda a construir los parámetros con los cuales se pueden realizar los acercamientos teóricos, empíricos y metodológicos, ambos aspectos necesarios para poder conceptualizar las distintas formas de alfabetización. Finalmente, la Comunicación/Educación tiene como uno de sus principios la inclusión de la dimensión política en el análisis, para con ello comprender y propiciar la liberación, la autonomía y la democratización del individuo y de la sociedad (Huergo, 1997; McLaren, 1994).

La confluencia entre la Comunicación/Educación ayuda a identificar las agencias que diseñan las políticas educomunicativas, sus fines, su filosofía, los beneficiarios de éstas, para así «comprender mejor los criterios de identificación de las necesidades culturales y de estructuración de los programas de comunicación para el desarrollo con relación a las formas de poder simbólico y material que imperan en cada época y sociedad» (Sierra Caballero, 2006: 17). Dicho vínculo ayuda a pensar en estrategias para analizar la manera en que interviene la comunicación en los procesos educativos y, a su vez, cómo la educación participa en la construcción de sociedades democráticas. El análisis, resultado de esta confluencia, nos ayuda a formar plataformas de diálogo y debate así como a promover la movilización ciudadana y la educación cívica (Sierra Caballero, 2006).

Nuevo curriculum, mismas prácticas escolares

En las sociedades modernas, el intercambio de productos simbólicos y la sofisticación de los lenguajes en los cuales están elaborados los mensajes son prácticas cada vez más comunes e indispensables, lo cual trae a escena construcciones de mensajes cada vez más complejos. Lo anterior exige de los sujetos nuevas capacidades para codificar y decodificar textos de diferente índole.

Cuando los seres humanos inventaron el alfabeto, se separó el lenguaje simbólico del alfabético, lo que trajo como consecuencia la disociación entre estas dos formas de comunicar y de pensar. En el siglo XX, a decir de Castells (2006), la cultura audiovisual se tomó una revancha histórica, provocándose una tensión entre ella y la cultura escrita, lo cual ha dejado en desventaja a los sujetos, quienes, la mayoría de las veces, dominan alguno de los lenguajes, pero la exigencia es que deben adiestrarse en varios a la vez.

Esta disociación ha transformado no solo a la sociedad sino también las formas de aprendizaje de los sujetos. La enseñanza y el aprendizaje ya no deben centrarse solamente en la memorización, sino que los sujetos deben aprender a producir, procesar y seleccionar información de todo tipo: gráfica, visual, audiovisual, alfabética, numérica. Estas nuevas formas demandan el manejo de diferentes códigos y el paso de uno a otro de manera rápida y eficiente. Piénsese por ejemplo, en una persona que chatea, escribe un correo electrónico a su jefe, busca información en internet y escucha música, actividades que puede realizar casi simultáneamente. Esta forma de interrelación con el conocimiento y con su adquisición, y la interrelación del sujeto con el mundo está generando la necesidad de investigar sobre el aprendizaje de los sujetos, ya que no basta con seleccionar o procesar información. Por otra parte, también debemos preguntarnos cuál es la organización más adecuada de los contenidos en la escuela, para no caer en prácticas educativas que privilegien la técnica y no lograr alcanzar niveles de teorización que permitan la generación de conocimientos en los sujetos y, con ello, la posibilidad de una actuación social más exitosa, crítica e informada.

En México, el desarrollo e inclusión de temas relativos al uso de medios y tecnologías es un tema pendiente,3 a diferencia de otros países que no sólo han incluido la tecnología, los medios de comunicación y su análisis y producción en el aula, sino que han realizado actividades de intervención educativa en comunidades, trabajos empíricos y teóricos, y otros que lanzan sus propuestas por medio del ciberespacio. Es el caso de los grupos Comunicar, de Huelva, España; Aulamedia, de Cataluña; la Iniciativa de la comunicación, en Colombia; Media Awareness Network, en Canadá; la Organización Católica Latinoamericana y Caribeña de Comunicación; los trabajos de Ismar de Oliveira, Kaplún; Orozco; Pérez Tornero; Aguaded y muchos otros investigadores y asociaciones que han ayudado a comprender el campo de la Comunicación/Educación.

En este tenor, si nos adentramos un poco en los procesos educativos, veremos que la preocupación de investigadores, directivos y docentes se centra en el diseño y planeación de contenidos, en la selección de conocimientos y de habilidades que deben desarrollarse en la educación básica. Pero el aspecto social y político, indispensable para la construcción de la ciudadanía y de la democracia, la mayoría de las veces está ausente. Los profesores privilegian todavía la transmisión de conocimientos y cuando mucho se tocan temas como valores, democracia y política durante unas cuantas horas en las asignaturas de civismo, y solamente como contenidos y no como formas de actuación cotidianas.

La escuela sigue organizándose en torno a la cultura escrita, sacralizando a la alfabetización como la mayor heredera y conservadora de la cultura, y satanizando a los medios audiovisuales y a las nuevas tecnologías, a pesar de que estos encapsulan espacios y formas de ejercicio del poder, construcción de cultura y preservación y procesamiento de grandes cantidades de información.

La enseñanza de la lengua en educación básica es aséptica y pragmática, es decir, se pretende alfabetizar a los alumnos por medio del enfoque de competencias comunicativas. A los niños se les enseña a leer y a escribir; a comunicarse en situaciones comunicativas determinadas; se les enseñan análisis gramatical y algo de literatura. Pero está ausente la alfabetización audiovisual, la utilización de la lengua como vehículo de pensamiento para la argumentación y «para leer el mundo», como diría Freire, lo cual acercaría la enseñanza de la lengua a una dimensión social.

Los programas de educación básica de México, a pesar de su notable esfuerzo por desarrollar competencias comunicativas útiles para el desenvolvimiento de los sujetos en sociedad, siguen considerando la enseñanza de la lengua materna como un contenido curricular más, olvidándose de la importancia de la lengua para forjar nuevas estructuras conceptuales que repercuten directamente en formas de convivencia; por ejemplo, la utilización de frases incluyentes o excluyentes por medio de expresiones denominadas ahora como «políticamente correctas» que, sin caer en el exceso, contribuyen en el esfuerzo por modificar estructuras de pensamiento.

La clase de lengua debe, por tanto, dejar de ser sólo contenido para transformarse en una herramienta que cruce diferentes espacios y contenidos curriculares. Los temas transversales –valores, democracia, multiculturalidad, etc.– no deben ser considerados como «temas de discusión» sino que se puede ir más allá: son contenidos que pueden practicarse para lograr su asimilación y la acción social.

En México, después del año 2000, cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió el poder luego de haberlo mantenido por 75 años, comienza una nueva etapa: la construcción de la democracia –la cual, dicho sea de paso, se está cuestionando fuertemente desde las elecciones del 2006–. Como sea, la construcción de la democracia debe entenderse no sólo como la transición del poder, el sufragio universal, el derecho a la información y a la asociación, sino que a esto debe agregarse el acceso de los ciudadanos a la información, el tener oportunidad de comprender y de construir mensajes, actividades que pueden ser realizadas en la participación dentro de organizaciones sociales o no gubernamentales. Nada más lejano en nuestro país. En el discurso oficial, sí podemos encontrar esta preocupación, pero en la práctica, a los niños en educación básica no se les están desarrollando estas competencias; de hecho, ni siquiera se está incorporando la alfabetización audiovisual dentro del aula, la cual le permitiría el análisis y el procesamiento de mensajes. Con ello, las políticas educativas en mi país están condenando a sus futuros ciudadanos a una doble marginación: la imposibilidad de acceder a la información –por no contar con la tecnología para ello– y la imposibilidad de producir e interpretar mensajes transmitidos por diferentes medios.

Desde estos planteamientos, se detecta la necesidad de reconocer que los procesos comunicativos, cada vez con mayor fuerza, deben enmarcarse dentro de los procesos educativos, y no solamente para la elaboración o la interpretación de mensajes, sino para que los procesos educativos tengan trascendencia social.

La escuela «moderna» no ha avanzado a la par de la sociedad. Si revisamos el curriculum de la educación básica en México, podremos reconocer un diseño a partir del enfoque back to basic, cuyo énfasis está en la enseñanza y el desarrollo de los lenguajes –matemáticas y lengua materna– así como de conocimientos fundamentales sobre el entorno físico y natural. Según el Plan y programas de educación primaria, el regreso a lo básico se define como «aquello que permite adquirir, organizar y aplicar saberes de diverso orden y complejidad creciente» (Plan y programas, 1996: 13). Asimismo, los curricula4 se organizan a partir de modelos pedagógicos modernos, como el constructivismo y el enfoque curricular basado en competencias.5 Está claro que se pretenden desarrollar ciertas competencias y movilizar saberes en los sujetos, los cuales le servirán para aprender durante toda la vida, aprender a ser, aprender a convivir; saber hacer y tener conciencia de ese saber (Plan de estudio, 2006). El perfil de egreso, después de diez años de educación básica, establece que el joven tendrá las competencias para el aprendizaje permanente, para el manejo de información, para el manejo de situaciones, para la convivencia y para la vida en sociedad. El curriculum prescrito subraya estos aspectos como la plataforma para constituir a los ciudadanos del siglo XXI, más flexibles, capaces en la adaptación social, innovadores; constructores de sociedades más democráticas.

A pesar de todo, en los documentos, temas y contenidos de los curricula, se palpa la ausencia de una perspectiva y métodos críticos para el análisis del entorno así como para la innovación, el diálogo y la democracia, a excepción del área de formación cívica y ética en donde se manejan temas relacionados con la democracia, la ciudadanía, la multiculturalidad, etc., pero en los ámbitos de conocimiento, comprensión, identificación y valoración, no se propicia la práctica o la reflexión crítica ni se presentan estos mismos temas en otras asignaturas. Las propuestas curriculares más modernas consideran estos temas como «transversales», es decir, prácticas que deben llevarse a cabo en cada una de las asignaturas para lograr realmente su asimilación y acción social. En las otras áreas (español, matemáticas, historia, ciencias naturales, arte, educación física y lengua extranjera) los temas se centran en la disciplina misma o bien tratan de encontrar posibles articulaciones para la aplicación, no para la innovación o la reconformación de las relaciones sociales.

La relación entre conocimiento y desarrollo es una de las premisas fundamentales de las sociedades modernas. El problema es cómo incluir a la escuela como formadora de los futuros generadores de conocimiento para el desarrollo.

La literatura se enfoca cada vez más en afirmar que esto se logrará por medio del aprendizaje continuo y el dominio de los lenguajes y de la información. Sin embargo, en México, todavía no podemos considerarnos dentro de la sociedad del conocimiento y ni siquiera podemos considerarnos dentro de la sociedad de la información, ya que carecemos de las habilidades fundamentales para la obtención y procesamiento de la información: la alfabetización.

Históricamente, la enseñanza de la lengua materna ha desvinculado la función comunicativa de la acción social, lo que reduce a la lengua a sus aspectos funcionales, es decir, a la alfabetización –lectura, escritura y gramática–. Se centra en el desarrollo de habilidades comunicativas: enseña la lengua materna contextualizada –en situaciones comunicativas–, pero no enseña la lengua en contexto, lo que implicaría el aspecto político y social de ella como vehículo de pensamiento y organizador de discursos.

El fracaso educativo de México en la alfabetización es fácilmente demostrable. Por ejemplo, en el área de lengua materna, los indicadores internacionales ponen muy por debajo las habilidades de lectura de los egresados de educación básica. La prueba PISA –Program for International Student Assessment– (2003) pone a la vista que el nivel de competencia en lectura de los egresados de secundaria está entre los niveles 0 y II, es decir, el 79.5 por ciento de los alumnos está por debajo de los niveles de competencia lectora de la mayoría de los países pertenecientes a la OCDE (Banco Interamericano de Desarrollo, 2006).

En el área de Español, los resultados de la aplicación de la evaluación nacional llamada ENLACE 2006 (ver más adelante) coinciden con los resultados de la prueba PISA. En las escuelas generales6 de nivel primaria, el 80.7 por ciento de los niños está entre los niveles insuficiente y elemental, con un total de 6,432,055 de un universo de 7,438,131 –sin contar educación de adultos e indígena–. Sin embargo, debe valorarse un poco más la información arrojada por la prueba puesto que, al echar un vistazo a los reactivos, nos damos cuenta de que, aunque se respetan los contenidos curriculares, el nivel de abstracción y retención de información en la lectura que debe dominar el alumno es sumamente alto, incluso para los adultos.7

Estos números pueden ser focos rojos para México en torno a la construcción de políticas para abatir el analfabetismo funcional en el país –de hecho, se han diseñado programas con este fin–, pero a los ojos de instituciones y organizaciones internacionales, las evaluaciones cumplen una función primordial en el rumbo que deben seguir las políticas educativas, incluso para el diseño de estrategias pedagógicas, sin considerar las particularidades del fenómeno.

Las propuestas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para las estrategias educativas del próximo sexenio (2006-2012) resaltan la importancia de la evaluación para elevar la calidad educativa, la reforma educativa y el estímulo del desarrollo de nuevas competencias en maestros y alumnos, con lo que se pretende abatir el problema de los lenguajes en este país. Es decir, la evaluación como una política pública para encontrar soluciones a los problemas educativos y eliminar la desigualdad social entre los diferentes grupos y agentes sociales.

El gobierno federal, a través de la Secretaría de Educación Pública (SEP), comenzó a aplicar en abril del 2006 la prueba ENLACE –Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares– a los niños y jóvenes de quinto y sexto año de primaria y de los tres grados de secundaria, con la finalidad de medir el logro de objetivos académicos, el desarrollo de ciertas habilidades y el dominio de contenidos en las áreas de Español y Matemáticas. Según el Documento ejecutivo (2007), la evaluación está diseñada bajo un enfoque constructivo. Se pretende propiciar la corresponsabilidad de los padres de familia en el proceso educativo y la retroalimentación de los docentes en su labor educativa, y mejorar los resultados académicos.

¿Qué tanto debemos confiar en estas pruebas? ¿Son realmente indicadores del nivel de lectura y escritura de los niños mexicanos? Las pruebas estandarizadas que se aplican cada vez con mayor frecuencia en México apuntan hacia la obtención de criterios para la reforma curricular, hacia la construcción de un nuevo sistema de estímulos para los docentes de educación básica y hacia la distinción entre escuelas «de primera y de segunda», a partir de que los resultados de las pruebas presentan los puntajes por niño, maestro, grupo y escuela, y son publicados en una página de internet,8 acción que se ha dado en llamar «transparencia de la información» como una práctica «democrática» que pone al alcance de cualquier persona los resultados de las pruebas. Este fenómeno poco a poco propiciará que las escuelas se «promuevan» como las «mejor evaluadas» y así puedan seleccionar a sus estudiantes y ser seleccionadas por los padres de familia, además de cobrar más altas colegiaturas –en el caso de las escuelas particulares– o alcanzar cierto prestigio –en el caso de las escuelas públicas–.

De esta manera, no sólo tendríamos que preguntarnos si las reformas educativas en México –2003 en preescolar y 2006 en secundaria– se vinculan a los objetivos educativos que la Nación traza para su desarrollo, o si se vinculan a sus necesidades. También tendríamos que preguntarnos si el curriculum nacional coincide con políticas internacionales y las formas de evaluación exponen las carencias fundamentales del sistema educativo, de sus actores –niños, maestros y directivos–, o si justifican las reformas educativas y legitiman la competencia en el libre mercado educativo para orientar a los padres en la elección de la mejor escuela, provocando con todo ello un incremento en las diferencias de clase social desde los primeros años de estudio.

Desde esta perspectiva de evaluación y prestigio social, los curricula nacionales están marcados por lo que se erige culturalmente como conocimiento legítimo, por su organización y por quién está capacitado para enseñar y quién ha aprendido (Apple, 2001). ¿Cómo puede este tipo de desarrollo curricular ser democrático? Lo que poco a poco se observará es un ensanchamiento en la brecha entre los grupos sociales en varios niveles: En el cognitivo, al no tener jóvenes alfabetizados. En el nivel social, al separar a los buenos estudiantes, a los buenos maestros y a las buenas escuelas de los que no lo so. Y, finalmente, un engrosamiento en la brecha entre los países que poseen el conocimiento y los países que poseen la ignorancia.

La alfabetización mediática y la democracia

Pasemos ahora a revisar el contenido curricular del programa de Español en educación básica primaria. La reforma en el nivel primaria data de 1996. No obstante, en el área de Español se realizó una adecuación de contenidos en el año 2000. Los contenidos se centran en los ejes de Expresión oral, Lectura, Escritura y Reflexión sobre la lengua. Los temas contenidos en cada uno de los ejes están claramente encaminados al desarrollo de habilidades comunicativas, al análisis y producción de textos con las características específicas de cada una de las destrezas correspondientes, y a la obtención y análisis de información en diferentes medios bibliográficos e iconográficos –no se incluyen medios electrónicos o internet–. Los contenidos principales hablan del reconocimiento de partes de los textos, la planeación para la producción de ellos, la gramática, la lectura de comprensión y la alfabetización. Los medios de comunicación y su uso están restringidos a un tema del programa y son considerados únicamente como fuente de información o como casos en los que se pueden encontrar algunos ejemplos de géneros textuales –entrevistas, dibujos animados, noticia–. La alfabetización tecnológica y audiovisual está ausente de estos contenidos. Además de la gravedad de estar marginando a los alumnos de estos conocimientos y habilidades para la vida, el sistema educativo mexicano se está marginando de las exigencias tecnológicas y de conocimiento de la sociedad global, produciéndose una doble marginación y una autoexclusión de la sociedad del conocimiento. Una nación no puede desarrollarse democráticamente cuando su curriculum nacional ignora las estrategias tecnológicas y comunicativas indispensables para poner en circulación y generar conocimiento (Sierra Caballero, 2006).

Existe una tensión importante entre la incorporación de las nuevas tecnologías de comunicación e información a la escuela, y la reforma curricular que incluya la incorporación de la alfabetización audiovisual. Ambas posturas parecen responder a políticas que incrementan el nivel de democracia de un pueblo, pero también se incrementa la brecha social.

En el primer caso, al tratar de incorporar las nuevas tecnologías a las escuelas como una política de gobierno, probablemente se ayuda en el cumplimiento de indicadores internacionales, pero se olvida que ni las instituciones educativas ni los profesores están preparados para recibir la tecnología. De ahí que la prioridad del Estado por propiciar la tecnologización de la educación elimina la posibilidad de la discusión en los colectivos de docentes sobre las prioridades socioeducativas de su comunidad:

cuestionarse si la conectividad es condición de igualdad o si, por el contrario, el acceso público de las escuelas no es sino una forma de distribución de la miseria… el reto de la equidad en el acceso a las NTIC, la información y el conocimiento es un problema complejo que afecta a la organización territorial… al nivel de competencias, a los usos y consumos, pero también al nivel de decisión y influencia en las propias políticas públicas de promoción de los contenidos digitales y de impulso de la economía informacional (Sierra Caballero, 2006: 33).

El caso de Enciclomedia en México es ilustrativo. Enciclomedia es una edición digital de los Libros de Texto Gratuitos de la SEP que vincula lecciones de los libros con recursos didácticos como imágenes; hipervínculos con la enciclopedia Encarta, mapas, audios, videos, etc. Su fin es «generar aprendizajes más significativos, congruentes con la realidad que viven las generaciones actuales, así como acercar el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) de manera equitativa y gratuita a las primarias públicas del país» (Carrión, 2007). Según el documento, los beneficios para México son: la reivindicación del salón de clases y de la escuela pública como los principales centros de la educación de calidad; la promoción del uso de las TIC; la equidad en el acceso a los programas educativos; el fomento de la participación social, y el impulso de la cooperación de instituciones en beneficio de la educación. Pero las condiciones reales de las escuelas del país –como falta de luz, de paredes, de techos o de agua– hacen imposible la instalación de Enciclomedia. Adicionalmente, en diciembre de 2004, los diputados rechazaron otorgar el presupuesto para este rubro. Hasta la fecha, el proyecto se ha incorporado en 148 mil aulas de quinto y sexto grado de primaria, con cerca de 60 mil contenidos didácticos, según la actual secretaria de educación, Josefina Vázquez Mota. En el sexenio del presidente Vicente Fox, la SEP firmó un contrato con cuatro empresas, por 7 mil 951 millones de pesos, para instalar el programa en 42 mil 500 secundarias de ocho estados durante cinco años. Al no poderse llevar a cabo completamente el proyecto, las empresas exigen una indemnización por 600 millones de pesos.

Independientemente de las causas por las cuales el proyecto no se ha consolidado, la mercantilización de la política educativa y la tecnologización de la educación son dos prácticas que obstruyen la reflexión sobre la importancia de que los actores sociales –en este caso maestros, alumnos y padres de familia– definan sus propios intereses, necesidades y opciones con que cuentan para construir la sociedad desde sus propios términos. Por ende, una política gubernamental que se presenta como democrática excluye a los sujetos que carecen de la infraestructura mínima necesaria para instalar una nueva tecnología, por una parte, pero por otra, al imponer una política, los excluye también de la posibilidad del diálogo democrático para definir sus propios contenidos y tecnologías educativas.

Desde la perspectiva pedagógica, Enciclomedia se conceptualiza como un sistema de enseñanza, es decir, un apoyo tecnológico para el aprendizaje, lo que recuerda el enfoque de la tecnología educativa, centrada en el aprendizaje como producto del proceso educativo de la década de los 70. La inclusión de las tecnologías en el aula, desde el enfoque de las sociedades del conocimiento y de la información, debe entenderse como un sistema de aprendizaje, es decir, de autoaprendizaje, exploración, instrucción guiada, centrado en el proceso educativo y no en el producto (Contín, 2002).

La ausencia de la alfabetización audiovisual en el curriculum nacional es otro tema que requiere atención. La relación entre lengua, competencias comunicativas, análisis y búsqueda de información es fundamental en las sociedades actuales. Los ejes articuladores dentro del proceso educativo son la alfabetización, la alfabetización audiovisual y la educación mediática. Para Buckingham:

la educación mediática es el proceso de enseñar y aprender acerca de los medios de comunicación; la alfabetización mediática es el resultado: el conocimiento y las habilidades que adquieren los alumnos… la educación mediática se propone desarrollar tanto la comprensión crítica como la participación activa. …La educación mediática gira en torno al desarrollo de las capacidades críticas y creativas de los jóvenes (Buckingham, 2004: 21).

Desde esta perspectiva, el desarrollo de la educación mediática forma parte de la democratización, ya que al tomar en cuenta la cultura de los estudiantes, de alguna manera ésta se valida y abre el diálogo hacia la tolerancia y la democracia.

Pero, al hablar de alfabetización crítica o educación para los medios, se puede correr el peligro de diseñar contenidos que sólo ayuden a los alumnos a interpretar el significado de los mensajes o bien a reconocer los usos sociales de los medios. En un estudio realizado en España para sentar las bases de la modificación curricular, se analiza la forma en que varios países europeos han incorporado los medios al curriculum. Resalta la visión de los medios como recursos de apoyo para la enseñanza y su concepción como canales y lenguajes de comunicación, por lo cual las temáticas relacionadas con los medios se ubican en las áreas de lengua materna. Los objetivos curriculares se orientan a ayudar a que los alumnos «posean una mayor comprensión de su propia experiencia a través de los medios y sean capaces de analizar los mensajes de los medios» (Castro León y Sanabria Mesa, 1994).

Así, debemos ser muy cuidadosos al afirmar que la educación mediática debe incorporarse al curriculum como una manera de consolidar prácticas democráticas. Es cierto que la escuela está desfasada de su lugar y objetivo históricos debido a que debería ser la encargada de desarrollar competencias en los sujetos –entre otras cosas– que les servirán para enfrentarse a la resolución de problemas cotidianos y profesionales y sobrevivir en el mundo posmoderno. Pero también es cierto que se debe partir de las necesidades de los actores sociales para implementar los contenidos y las estrategias que se emplearán en sus aulas. Este tipo de prácticas y discusiones en colectivo, es también parte de la democracia indispensable en las sociedades modernas. Por ello, el modelo educativo que se requiere ante esta realidad empuja hacia dos aspectos: formar personas competentes en el uso de los nuevos lenguajes y ser más críticos y creativos en la producción de mensajes y en la resolución de problemas. Y hablo de personas incluyendo a profesores, maestros y alumnos. Además, este desarrollo integral del sujeto contribuye al desarrollo de valores, actitudes y formaciones sociales como la democracia, la actuación social y la ciudadanización, es decir, propiciar el desarrollo sustentable.

En suma, es primordial que los procesos comunicativos se enmarquen en los educativos, por lo cual se requiere una propuesta educativa que replantee un modelo de enseñanza que desarrolle equilibradamente:

a. Los procedimientos y habilidades de análisis e interpretación de los mensajes y de la información emitida por diferentes medios de comunicación. Actualmente, el curriculum oficial enseña a los niños a reconocer la estructura de diferentes textos y su incipiente producción, pero poco se detiene en el análisis de ideas, de contenidos o en la forma de buscar información y cruzarla con la obtenida en diferentes medios. La consigna de los profesores: «investiguen tal tema…» sólo lleva a los alumnos a comprar estampas ilustradas en donde se encuentra la información, pero rara vez se les enseña a analizarla o a buscarla pertinentemente.

b. Los procedimientos y habilidades para expresar y comunicar ideas y valores a través de las formas simbólicas y tecnológicas de distintos medios. Las formas de expresión por excelencia en la escuela son la oral y la escrita, y para el alumno, principalmente, la escrita. Y, según lo apuntado anteriormente, los niños aprenden poco. La inclusión de nuevos lenguajes y tecnologías en el aula es un tema pendiente. No sólo porque la pobreza del país no lo permite en algunas zonas, sino también porque los profesores no están preparados para hacerlo; si, incluso, niegan ver la televisión «porque es nociva», mucho menos pueden pensar al medio como un vehículo para el aprendizaje y el desarrollo de pensamiento crítico. Ni hablar de otros medios. De ahí la importancia de comenzar por sensibilizar a los profesores en este rubro.

c. La enseñanza de los lenguajes de los medios de comunicación y de la información. El gran ganador de las pasadas elecciones en México fueron los medios de comunicación. La guerra mediática –radio, televisión e internet– hizo que la preferencia de los votantes cambiara en unos pocos meses: de ir en la punta el candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Andrés Manuel López Obrador, se voltearon las preferencias hacia el candidato del Partido Acción Nacional (PAN), Felipe Calderón. El manejo maniqueo del discurso, apelando a los sentimientos e infundiendo miedo entre los votantes, era claro en los spots y en las entrevistas realizadas a los candidatos. Sin embargo, la capacidad de análisis de la ciudadanía dejó mucho que desear. Estoy consciente de que la escuela, como un aparato del Estado, muy probablemente no considere la importancia de enseñar el lenguaje de los medios, ya que puede contribuir a formar ciudadanos más conscientes; pero es aquí donde los investigadores, en conjunto con las asociaciones de padres de familia y otras organizaciones, podrían exigir a la escuela la incorporación de la enseñanza de lenguajes.

d. La enseñanza de la utilización de algunas tecnologías mediáticas. En forma de talleres, la utilización de cámaras, de computadoras y de otros medios puede contribuir a cambiar la forma en que los niños ven la realidad, ya que se convertirán de receptores en productores de medios, en su nivel y con sus posibilidades.

Bajo esta perspectiva, se propone analizar la forma en que se está realizando –o se podría realizar– la educación mediática y de la información en la educación básica en México. Es necesario efectuar un diagnóstico para partir de las condiciones reales de cada una de las escuelas y de sus miembros. Una parte del curriculum tendría que ser flexible, para incorporar nuevos temas y desarrollo de habilidades y competencias. Esta acción posibilita la democracia en la toma de decisiones para la construcción de un curriculum incluyente.

Con ello, la escuela colaboraría en la construcción de la identidad personal y en la adquisición de conocimientos compartidos entre alumnos y maestros. La Comunicación/Educación serviría como marco para diseñar proyectos de intervención en la institución escolar, tanto en la dimensión curricular como en la de la gestión académica.

La oportunidad de desarrollar algunos de estos aspectos en la escuela, le dará a los sujetos la posibilidad de aprender a participar más activamente en la sociedad, desarrollándose formas de comunicación horizontales. Una de las posibilidades es eliminar la «democracia ateniense» (Castells, 2004) en la cual unos cuantos tienen acceso a las líneas telefónicas, a los foros de discusión, etc., mientras que las masas están alejadas de estas posibilidades.

Como puede observarse desde este planteamiento, la inclusión de los medios de comunicación e información en el curriculum no debe ser solo un contenido más para analizar en la clase de lengua, sino que debe incluirse transversalmente como un lenguaje más para desarrollar como parte de las habilidades fundamentales de los sujetos del siglo XXI, como una forma de empoderamiento de los sujetos con miras a la formación democrática de la sociedad.

Algunos puntos de reflexión

La utilización de la Comunicación/Educación como marco teórico metodológico para el análisis de problemas educativos, permite identificar los puntos de tensión entre los macrodiscursos y los microdiscursos para así proponer plataformas de diálogo y de debate.

A su vez, propicia la interpretación política de los procesos educativos y elimina interpretaciones reducidas a contenidos y procesos de enseñanza y aprendizaje sin vinculación con lo social.

Los conceptos y actividades mencionados anteriormente nos llevan a concluir en la importancia del desarrollo de la competencia mediática y de la información como uno de los elementos necesarios para el desarrollo de la democracia. Este trabajo implica:

1. Desarrollo de la metodología participativa en el aula.

2. Desarrollo de la personalidad, del espíritu crítico y de la formación de valores en los actores educativos.

3. Actuación de los sujetos sobre el entorno social, lo que conlleva un vínculo con la comunidad y no sólo con el conocimiento.

4. Creación de hábitos de lectura –alfabetización y alfabetización audiovisual– y fomento de la cultura comunicativa.

5. Análisis y valoración de la función de los medios de comunicación y de la información.

La oportunidad de realizar algunos de estos aspectos en la escuela –con diagnósticos específicos– le dará a los sujetos la posibilidad de aprender a participar activamente en la sociedad, desarrollándose formas de comunicación horizontales –tanto entre los actores educativos como entre los miembros de la comunidad y entre los contenidos del curriculum–. Se trata de eliminar la «democracia ateniense». Tal vez la escuela no está en posibilidades de acercar los medios electrónicos a los sujetos, pero sí puede ayudarlos a entender sus lógicas de producción y difusión para que participen en ellos de forma incluyente y democrática.

Esta perspectiva nos obliga a pensar en el problema «de la igualdad de las políticas de comunicación: el problema del acceso y la democracia participativa» (Sierra Caballero, 2006: 35).

Se tienen que eliminar contradicciones como la omisión de nuevas alfabetizaciones en la escuela y como la insistencia en la incorporación de tecnologías en el aula sin contar con las bases materiales y epistemológicas para su correcto uso.

La discusión debe partir de los colectivos de trabajo y no de decretos. Los lenguajes actualmente son una de las bases de la democracia, por lo que hay que incorporarlos a la discusión académica dentro de las instituciones educativas.

Por medio del análisis de las nuevas reformas curriculares a la educación en México, se comprueba que los cambios estructurales y pedagógicos no pueden asegurar el éxito de su implementación, ya que se traslapan viejas prácticas y contenidos con nuevas propuestas. Se perciben contradicciones que van desde la omisión del desarrollo de nuevas alfabetizaciones –como la audiovisual– hasta la inclusión de nuevas tecnologías –como Enciclomedia– provocando el choque epistemológico entre sistemas de enseñanza y sistemas de aprendizaje, es decir, entre apoyo para la enseñanza y procesos de aprendizaje.

La tensión se agranda al aplicarse evaluaciones nacionales que buscan convertirse en un instrumento para la toma de decisiones en torno a las políticas educativas, pero, a la vez, exhiben las carencias y deficiencias de los actores educativos.

Abatir los rezagos escolares en el área de lengua materna no puede hacerse solamente con programas o reformas a los curricula, sino que el problema debe pensarse desde los colectivos de profesores; desde perspectivas pedagógicas modernas para la inclusión de nuevos lenguajes en el curriculum.

Construir un país democrático no puede lograrse por decreto. En México la democracia es incipiente y se ha entendido como la alternancia en el poder. A pesar de que las políticas educativas han tratado de seguir criterios internacionales, precisamente por ello se pierde su tono democrático porque no ha surgido de las necesidades reales del país. La discusión en el interior de las instituciones, las prácticas innovadoras en el aula, la eliminación de las marginaciones tecnológicas a través de la educación, así como pensar en el desarrollo de las competencias necesarias para el hombre del siglo XXI, requieren un compromiso social que no tenemos.

La importancia de los lenguajes es primordial para desarrollar un pensamiento crítico y formas de actuar trasformadoras. La perspectiva actual para la enseñanza de la lengua carece de estas características. Tal vez habría que pensar en la vinculación entre el lenguaje y el pensamiento, en el desarrollo de competencias no desde perspectivas funcionalistas sino desde la posibilidad que da el lenguaje para la liberación del individuo.

 


1 Este trabajo es parte de una investigación realizada por un grupo interdisciplinario e interinstitucional de sociólogos, psicólogos y comunicólogos, cuyo objetivo es determinar e identificar el consumo de medios de comunicación y de la información por parte de los profesores y alumnos de educación básica primaria. Responde a una de las líneas de investigación (Comunicación educativa) del Cuerpo Académico: Formación, docencia y aprendizaje, de la Universidad de Guadalajara, México, al que pertenece la autora. La investigación está actualmente en curso.

2 Lic. en Letras por la Universidad de Guadalajara (México), Maestra en educación por la Universidad del Valle de Atemajac (México), Doctora en Educación con especialidad en comunicación educativa por la Universidad de Guadalajara (México).

3 Además de los trabajos de investigadores, se encuentra el Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa.

4 Preescolar, Primaria y Secundaria.

5 La educación básica obligatoria en México consta de tres momentos: el Preescolar, constituido por un año obligatorio, cuyo diseño curricular pretende desarrollar las áreas cognoscitiva, psicomotriz y social por medio del desarrollo de competencias. La educación básica Primaria, formada por seis años, cuyo enfoque es constructivista con algunos tintes de aprendizaje significativo y con desarrollo de competencia comunicativa en el eje de español –lengua materna–. Y la educación básica Secundaria, de tres años, centrada en las competencias para la vida y el trabajo, curriculum que privilegia el desarrollo de habilidades más que de conocimientos.

6 Las otras escuelas primarias son las de adultos CONAFE y las escuelas indígenas.

7 Lecturas de tres o más páginas con letra de 9 puntos; palabras como género, bramar, bulla, velloncito; o regionalismos como zonza (tonta). Mapas poco legibles; carteles complejos y fuera de los intereses y contextos infantiles.

8 http://www.enlace.gov.mx

 


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