SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue69Territories, Identities and Jurisdictions at Issue: The Regulation of Land Rights at Reservation Cañamomo-LomaprietaGeopolitics of Security and Knowledge: From Border Checkpoints to Delocalized Threats author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Universitas Humanística

Print version ISSN 0120-4807

univ.humanist.  no.69 Bogotá Jan./June 2010

 

La pobreza expuesta: el cirujeo en la ciudad de Buenos Aires (2002-2007)1

Poverty on Display: Cirujeo in the City of Buenos Aires (2002-2007)

A pobreza exposta: o cirujeo na cidade de Buenos Aires (2002-2007)

Mariano Perelman2
Universidad de Buenos Aires, Argentina - CONICET3
mdp1980@yahoo.com.ar

Martín Boy4
Universidad de Buenos Aires, Argentina - CONICET5
mgboy_99@yahoo.com

Natalia Brutto6
Universidad de Buenos Aires, Argentina7
nataliabrutto@hotmail.com


1Una primera versión de este trabajo fue presentada en el XXVII Congreso Latinoamericano de Sociología (ALAS). Este trabajo hace parte de los proyectos A422 del Centro de Investigaciones Hábitat y Municipios y S431 del Instituto de Investigaciones Gino Germani, ambos adscritos a la Universidad de Buenos Aires (UBA).
2Licenciado en Antropología social; candidato a Doctor en Antropología social, UBA.
3Docente ayudante del Departamento de Antropología de la Facultad de Filosofía y Letras. Investigador del Centro de Investigaciones Hábitat y Municipio (CIHAM) de la Facultad de Arquitectura, del Área de Estudios Urbanos del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales y del Instituto de Ciencias Antropológicas, UBA. Becario Doctoral del CONICET.
4Licenciado en Sociología, especialista en Planificación y Gestión de Políticas Sociales, magíster en Políticas Sociales y candidato a doctor en Ciencias Sociales, UBA.
5Docente ayudante de la materia de Sociología Urbana. Investigador del CIHAM de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA). Becario Doctoral del CONICET.
6Licenciada en Sociología, UBA.
7Becaria del CIHAM, Facultad de Arquitectura, UBA.

Recibido: 10 de marzo de 2010, Aceptado: 12 de abril de 2010, Documento final recibido: 03 de mayo de 2010



Resumen

En este artículo nos interesa analizar, desde un enfoque etnográfico, cómo los «cirujas», nombre con el que se conoce a las personas que recolectan materiales reutilizables de la basura, se reapropian en la actualidad del espacio urbano de la ciudad de Buenos Aires (Argentina) y cómo enfrentan a los discursos sociales que los estigmatizan. Se dará cuenta de estos usos y de las estrategias que elaboran para enfrentar la diferencia social con la que conviven a diario, para resistir o convivir con los estereotipos estigmatizantes que los condenan. Al mismo tiempo, al centrarnos en los espacios urbanos donde entran en contacto grupos de diferentes sectores socioeconómicos, se pondrá en tensión la idea de segregación social, al mostrar que estos procesos se ven acompañados de nuevas modalidades de encuentro entre los diferentes grupos sociales a partir de la realización de un uso diferenciado del mismo espacio público.

Palabras clave: cirujas, cartoneros, pobreza, estigma.


Abstract

From an ethnographic perspective, this paper will focus on analyzing how «cirujas» -as people collecting reusable materials from waste are- are readapting themselves to the current urban space in the city of Buenos Aires (Argentina), and how they confront stigmatizing social discourses. An account of theses uses and the strategies they formulate to face social differentiation they use to live with, to resist or coexist with stigmatizing stereotypes condemning them is provided. At the same time, by focusing on urban spaces with interacting groups from different socio-economic sectors, the idea of social segregation will be challenged, by showing these processes come along with new encounter modalities between the different social groups based on the realization of a differentiated use of public space.

Key words: cirujas, cartonboard collectors (cartoneros), poverty, stigma.


Resumo

Nosso interesse neste artigo é analisar, a partir de um enfoque etnográfico, como os «cirujas» - termo pelo qual são conhecidas as pessoas que coletam materiais reutilizáveis do lixo - atualmente se apropriam do espaço urbano da cidade de Buenos Aires (Argentina) e como enfrentam discursos sociais que os estigmatizam. Busca-se dar conta dos usos e das estratégias que elaboram para enfrentar a diferença social com a qual convivem diariamente, seja para resistir ou para conviver com os estereótipos estigmatizantes que os condenam. Ao mesmo tempo, ao enfocarmos espaços urbanos nos quais interagem grupos de diferentes setores sócio-econômicos, testaremos a idéia da segregação social ao demonstrar que estes processos são acompanhados de novas modalidades de encontro entre distintos grupos socais a partir do uso diferenciado do mesmo espaço público.

Palavras-chave: cirujas, catadores, pobreza, estigma.


Introducción

Desde mediados de la década de 1970 la ciudad de Buenos Aires ha enfrentado diversos procesos sociales, políticos y económicos que la han modificado rápidamente. A partir de la implementación de un nuevo modelo de acumulación económica basado en la especulación financiera y ya no en la industria, la ciudad vivió transformaciones sociales y gran parte de ella fue cambiando su fisonomía. Al mismo tiempo, y como parte de este proceso, el desempleo, el subempleo, los trabajos precarios, la pobreza y la indigencia en el Área Metropolitana de Buenos Aires, alcanzaron en poco tiempo niveles inéditos en Argentina, país que se había caracterizado por presentar altos niveles de empleo formal y baja cantidad de desempleados.

A partir de la década de los años noventa y la crisis 2001-2002 que vivió la Argentina, Buenos Aires se convirtió en un recurso material de supervivencia para nuevos grupos que experimentaron un brusco descenso en la escala social. Muchas de las personas que se fueron quedando sin trabajo comenzaron a realizar una actividad históricamente estigmatizada: buscar en la basura materiales que pueden ser reutilizados a nivel industrial o doméstico. Si bien la actividad, conocida como cirujeo, cuenta con una prolongada historia, la masividad que adquirió en los años noventa fue inédita, permitiendo que se visibilizara. En poco tiempo, la pobreza fue arrojada a la vista de todos los porteños poniendo bajo cuestionamiento la noción de ciudad sin pobreza (Lacarrieu, 2005).

En este contexto, además de la aparición de nuevos sujetos sociales, han cambiado los usos de la infraestructura de la ciudad en la que la pobreza fue reterritorializándose, generando enclaves de pobreza, procesos segregatorios y nuevos contactos entre sectores sociales. En el marco de las transformaciones que tuvieron lugar principalmente en los últimos quince años, en este artículo nos interesa analizar cómo los cirujas se reapropian del espacio urbano y cómo enfrentan a los estereotipos sociales que los estigmatizan. Se dará cuenta de estos usos y de las estrategias que elaboran para enfrentar la diferencia social con la que conviven a diario, para resistir o convivir con los estereotipos estigmatizantes que los condenan. Al mismo tiempo, al centrarnos en los encuentros, interacciones entre grupos sociales, se pondrá en tensión la idea de segregación8, al mostrar que los considerados procesos segregatorios, también generan nuevas modalidades de contacto entre personas pertenecientes a distintos grupos, que hacen un uso (económico, simbólico, político, etc.) diferente del mismo espacio público.

Dividimos el artículo en tres secciones. En la primera justificamos el abordaje metodológico así como la utilización de la categoría ciruja en el texto. En la segunda damos cuenta de las transformaciones ocurridas así como de la aparición masiva de cirujas en la ciudad. En la tercera sección, damos cuenta de las estrategias que implementan los cirujas en el espacio público para realizar su tarea a diario, lugar donde la pobreza queda expuesta.

El cirujeo desde un enfoque etnográfico: nuevos cirujas y cirujas estructurales

El presente escrito es producto del trabajo de campo realizado entre 2002 y 2007 desde un enfoque etnográfico9 durante el cual se realizaron entrevistas abiertas a personas que cirujeaban en la ciudad y que contaban con diferentes «antigüedades» en la tarea. Durante este período realizamos observación participante en diferentes situaciones sociales (recorridos por las calles de la ciudad; momentos de recolección, separación, venta de materiales; tiempos de espera y viajes en tren; interacciones con agentes estatales, vecinos, entre varios cirujas, etc.). Fue durante este proceso que notamos que el cirujeo era significado y vivido de manera diferente por distintas personas. Y ello no sólo refería a los sujetos que realizaban la actividad sino que la misma noción de cirujeo era producto de una polisemia que adquiría, muchas veces, sentidos opuestos. Claro está que este problema no es exclusivo de nuestro trabajo. Los cientistas sociales utilizamos categorías nativas que son de uso social y político como categorías analíticas10. Esto indefectiblemente hace necesario un proceso de delimitación conceptual sobre ellas, no sólo para poder hacerlas operativas dentro de un marco investigativo, sino también -como parte del mismo proceso- para no confundir los significados (y sus luchas) que se encuentran ligados a las categorías y para poder distinguir las diferentes voces que surgen en la investigación y las apropiaciones desiguales (los distintos capitales simbólicos) sobre las categorías. Así, como toda categoría social, la de ciruja no sólo tiene múltiples acepciones en la actualidad sino que éstas fueron variando con el tiempo. En la actualidad, al cirujeo se lo conoce con diferentes nombres, siendo además de éste, el de recuperador urbano y el de cartoneros los más comunes. Nosotros hemos preferido mantener ciruja como categoría analítica. Con ella nos referimos a las personas que se dedican a la actividad de recolección de la basura, de materiales que pueden ser reciclados, ya sea a nivel industrial o doméstico. Además de la recolección en sí, la actividad de cirujear comprende muchas otras tareas como son la separación y clasificación de algunos materiales, la limpieza de otros, el preparado de los medios de trabajo, etc. En cuanto a la organización del trabajo, generalmente todo el grupo familiar participa del proceso. En algunas ocasiones sale el grupo entero y se dividen las funciones: en general los chicos y madres piden alimentos, monedas y los hombres revisan bolsas. Otras veces, sólo algunos de los integrantes salen. Salir es el término nativo que utilizan los actuales cartoneros para referirse a ir en busca de los residuos. Ese salir, es mucho más que eso, ya que implica establecer relaciones de afinidad y enemistad, de reciprocidad que dan sentido a la actividad y a las formas de vivir del cirujeo. En este artículo nos vamos a referir a una de las implicancias que ese salir tiene: la visibilidad. Nuestra definición de ciruja, por lo tanto, excluye a los que no realizan la actividad de manera regular, ya que, como hemos analizado en otros lugares el cirujeo -en tanto forma de ganarse la vida-, requiere de un constante trabajo no sólo de recolección sino también de creación y mantenimiento de relaciones estables que permitan generar predictibilidad a la hora de obtener recursos.

Esta definición remite a los objetivos más amplios de la investigación que refieren a dar cuenta de cómo un grupo de personas se ganan la vida cirujeando y cómo construyen esta actividad como una forma legítima de ganarse la vida. Es en este contexto que hemos decidido recuperar la categoría ciruja por sobre otras que han surgido recientemente y que no aparecían recurrentemente durante el trabajo de campo. Por su parte, consideramos que la categoría nos permite articular diferentes modos de construcción de sentidos en torno a la actividad y de acceso a recursos. Por su parte, este posicionamiento permite poder abordar el proceso de recolección informal en un período amplio, intentando no caer en los peligros del anacronismo que tiene cualquier investigación que comienza siendo sobre «el presente» y tiene pretensiones de historizar prácticas. Por lo tanto, el cirujeo, nombre que adquiere la actividad en las últimas décadas, no sólo se refiere a la recolección sino también a las relaciones y a los sentidos que la construyen11. La categoría de cartonero ha surgido recientemente y más como una vaga categoría mediática para nominar a las personas que recorrían las calles en busca de cartón; la de recuperador, por su parte, fue impulsada por el Gobierno de la Ciudad en el marco del cambio en las políticas de higiene urbana12.

Pero a la categoría de ciruja la hemos desagregado en función del análisis de las conductas individuales en torno al cirujeo teniendo en cuenta su marco más amplio así como de las relaciones sociales en las que están insertas. O sea, a partir de las prácticas producidas en la cotidianeidad de las relaciones en dónde estas prácticas adquieren sentido «reconociendo el conjunto de representaciones, significaciones y sentidos que generan los sujetos como parte de un conjunto social. Por lo tanto, no como individuos aislados sino en interacción/ relación con otros que es el único modo de producción de sentidos en tanto no existe sujeto fuera de las relaciones sociales» (Achilli, 2005: 25).

En este marco es que analíticamente hemos diferenciado entre cirujas estructurales y nuevos cirujas. Con el primer término referimos a las personas para las cuales la realización de la actividad no ha significado una ruptura en sus trayectorias, ya sea porque la vienen desarrollando desde hace varias décadas o porque en su ámbito social (y familiar) el cirujeo es visto como «normal», su realización está naturalizada. Los de más reciente inserción, en cambio, «los nuevos cirujas» cuentan con una trayectoria alejada de «la basura» y la realización de la actividad implica que deben readecuar sus experiencias ya que marca una ruptura en ciertas relaciones sociales y en formas de percibirse en tanto sujetos. Muchos han sido trabajadores formales o han tenido un largo derrotero en el ejercicio de actividades que pendularon entre la formalidad y la informalidad laboral. Las diferencias entre ambos grupos no son menores ya que implican una serie de actitudes en torno a ser ciruja que se expresan en el momento de la recolección.

Por ejemplo, en general para los nuevos cirujas, recurrir a la recolección informal es experimentado como un estigma (Perelman, 2008b)13. Como plantea Goffman (2006), el término hace referencia a un atributo profundamente desacreditador. El estigma es una clase especial de relación entre atributo y estereotipo: existen algunos atributos (ser ciruja) que se estigmatizan confirmando la normalidad del que no lo tiene. En este caso, ser trabajador se construye como una normalidad. Para los cirujas este atributo estigmatizado es imposible de invisibilizarlo. Sin embargo, que la actividad esté estigmatizada, no implica que los sujetos se sientan estigmatizados, que exista una homogénea «recepción» de esa visión estigmatizante. En los relatos de los cirujas estructurales aparece recurrentemente un sentimiento de orgullo con respecto a la actividad que realizan (Perelman, 2009): el cirujeo es investido de dignidad. La actividad está significada a partir de una serie de valoraciones que consideran positivas: que la «actividad no es para cualquiera», porque «hay que saber», pero sobre todo porque es (o era) una actividad peligrosa para la cual había que tener coraje para trabajar en la quema14 o con basura; que se debía poder soportar las noches frías y peligrosas, trabajar muchas horas seguidas.

Existe un imaginario sobre qué es el trabajo o, más precisamente, sobre un cierto tipo de actividades culturalmente reconocidas como tal. En este marco, los nuevos cirujas cuya referencia es este imaginario, deben reacomodarse a la nueva situación, la cual generalmente la experimentan de forma traumática. Esta sensación, se ve reforzada por la exposición pública, por la imposibilidad de ocultar, por la visibilización en el espacio público de la situación que atraviesan. A ello nos abocaremos en las siguientes secciones.

Crecimiento del cirujeo y proyectos de ciudad excluyente

Si bien el cirujeo cuenta con una larga historia, hacia mediados de la década de los años noventa y, en especial, luego de la «crisis 2001» aumenta la cantidad de personas que ingresan a la actividad y se trasforman las modalidades que exhibía tradicionalmente la tarea. Hasta la década de 1970, el cirujeo se realizó en territorios acotados (Perelman, 2008a), en basurales ubicados en los márgenes de la ciudad, lo cuales fueron cerrados por el último gobierno militar (1976-1983). En estos espacios se desarrollaba gran parte de esta actividad (recolección, acopio, proceso de compra y venta). La modificación implementada a partir de 1976 incluyó la creación de los «rellenos sanitarios» lejos de la ciudad. En este contexto, las personas que se dedicaban a la recolección, que fueron fuertemente perseguidas, siguieron diferentes caminos: muchas se fueron al conurbano donde sobrevivían los basurales a cielo abierto; otras tuvieron que buscar formas alternativas de ganarse la vida. El cirujeo en la ciudad quedó circunscripto a pequeños espacios.

La difusión del cirujeo, dijimos, está estrechamente vinculada con el incremento del desempleo y subempleo, ambos en ascenso desde la última dictadura y que se hizo exponencial durante los noventa. Según Boy (2010), esta brusca transformación del mercado laboral podría explicar la aparición de diversos grupos postergados como, por ejemplo, las personas en situación de calle o los vendedores ambulantes. Debido a que el contexto sociohistórico es el marco general en el que se masifican diversos grupos postergados, es necesario identificar y analizar las particularidades presentes en cada uno de ellos.

Por lo dicho anteriormente, la expulsión del mercado de trabajo formal de vastos sectores no termina de explicar por sí solo la incorporación masiva de personas a la actividad del cirujeo y es por eso que es necesario pensar en otras variables explicativas que terminan conformándose como condiciones de posibilidad de peso. En este sentido, las limitaciones impuestas por las normativas que regían la gestión pública de los desechos en todo el Área Metropolitana de Buenos Aires también influyeron en la motorización del circuito informal de recolección y recuperación, ya que al frenar seriamente la recuperación de desechos por la vía oficial, quedó un intersticio para que dicha actividad fuera realizada por otros actores interesados en la compraventa de residuos, como estrategia de supervivencia o con objetivos comerciales. Unido a ello, otra de las variables a tener en cuenta es la devaluación del peso argentino frente al dólar estadounidense realizada a principios del año 2002 ya que produjo una sustitución de insumos importados de fabricación que motorizó la cadena informal de recuperación. Así, en forma paralela a esta sustitución de importaciones, se produjo un incremento de los precios de los materiales, que creció un 100% entre el año 2001 y el 2002 (Paiva, 2008).

En un contexto de descenso social, la actividad del cirujeo se ha convertido en una estrategia de supervivencia para muchas familias del Gran Buenos Aires15. La cantidad de cartoneros que recolectan en la ciudad es difícil de precisar. Existen diferentes estimaciones muy disímiles entre sí. Aun así, resulta innegable el incremento que ha tenido la actividad a partir de los años noventa, que van desde los seis mil a los cien mil.

Las transformaciones sociales que tan largamente han sido descriptas en los últimos años, se vieron reflejadas en lo territorial. Como señalamos en otro lugar (Boy y Perelman, 2008), existen diversos trabajos en los que se remarca, por un lado, la importancia de pensar a la ciudad a partir de su comunicación mediante redes con otras ciudades en un contexto de globalización y, por el otro, algunos estudios que ponen énfasis en las transformaciones locales que esta interconexión ha cristalizado en las ciudades, produciendo una especie de competencia global y una nueva división internacional de las ciudades. Si bien estas posiciones han significado un gran aporte, no explican acabadamente las transformaciones que ha sufrido el Gran Buenos Aires. El proceso de cambio de la ciudad de Buenos Aires debe entenderse en función de los discursos globales, pero también de los procesos (y discursos) históricos que la han construido y del incremento de las desigualdades urbanas y sociales.

Es posible plantear que sobre Buenos Aires pesa un histórico discurso civilizatorio, moralizador, higienista, superador, europeizante dominante, que tendió a construir una ciudad de elite y que se mantiene -aunque resignificado- hasta nuestros días. En las últimas tres décadas, este discurso se consolida en otro paradigma discursivo: se debe merecer vivir en la ciudad: Buenos Aires no es para todos. En este sentido, Oszlak (1991) señala que en la última dictadura militar argentina (1976-1983) se fomenta una nueva concepción de la ciudad basada en el cuidado del ornamento de la ciudad y el desarrollo de elementos urbanos representantes de la modernidad, como la construcción de autopistas, y en poner bajo cuestionamiento la moralidad de las personas, principalmente de los pobres. Esta nueva concepción de ciudad dio lugar a medidas políticas de carácter autoritario que tendieron a expulsar hacia la periferia a los sectores más empobrecidos.

Ya en la democracia, reiniciada en el año 1983, una de las formas que adquiere la negación de la ciudad, o su merecimiento, es el acceso a la estetización. «El derecho a la belleza», generado a partir de la dicotomización naturaleza/ cultura, una «estrategia de ilusión», lleva a la disputa, la apropiación y la gestión de la ciudad a nuevas reglas. Según Lacarrieu «son procesos que especulan con la integración social desde la promoción de la diversidad cultural, pero que sin embargo, terminan generando desde sí mismos, una mayor desintegración y severos procesos segregatorios que sólo integran a algunos y excluyen a los "otros"» (2005: 375). Todo este proceso ha influido en la nueva intervención estético-escenográfica de la ciudad (Améndola, 2000) recreando los sentidos, iluminando ciertos lugares y oscureciendo otros.

A pesar de estos discursos hegemónicos que construyen los imaginarios sobre la ciudad, es importante destacar que durante este período creció exponencialmente la cantidad de personas viviendo en villas y en otras modalidades habitacionales precarias (Cravino, 2008). Es cierto que mucho se ha escrito acerca del aislamiento de los pobres urbanos a partir de fenómenos como la segregación residencial, que se manifiesta en la conformación de countries o barrios privados habitados por los sectores más favorecidos y, por el otro, en los asentamientos y villas.

Sin embargo, nos interesa aquí, como mencionamos, abordar otra dimensión vinculada con la diversidad de situaciones que se hace presente en las calles de la ciudad y que tiene como protagonista al cruce que se produce entre diferentes sectores sociales en el espacio público y que no es abarcada por el concepto de segregación.

La presencia de cartoneros, sin embargo, no distingue entre estos lugares brillantes y oscuros sino que genera corredores de pobreza, continuos urbanos que interpelan divisiones y lugares gentrificados. Es más, una de las características de la práctica del cirujeo es que se desarrolla en los barrios y zonas más comerciales de la ciudad y que suele depender de los desechos de la economía formal. De esta forma, el espacio público, las calles de la ciudad, se conforman como el lugar donde los distintos sectores sociales se cruzan, se chocan, se diferencian, se solidarizan y se contrastan: los rascacielos o edificios inteligentes conviven con los marginados del sistema productivo. En estos barrios céntricos suele existir una menor tolerancia a la pobreza. Ejemplos de ello encontramos en los enfrentamientos que han generado la instalación de un comedor comunitario en Puerto Madero16 o la instalación de un asentamiento cartonero en una plazoleta de Barrancas de Belgrano, un barrio de clase media17. En una nota publicada el 15 de febrero de 2008 por el diario Clarín, referida a los asentamientos cartoneros, sobre éste se decía

    En Barrancas de Belgrano, y con carteles que dicen «El tren dignifica» y «No vinimos a vivir sino a protestar por el corte de trenes», los cartoneros piden el apoyo de los vecinos. Sin embargo, el asentamiento generó un fuerte rechazo. «Estos terrenos son públicos y ahora no podemos ni pasar. Se encapricharon con el tren», se quejó Dora, una vecina que no dio su apellido18.

Los testimonios que cita el diario La Nación del 19 de enero de 2008 son todavía más explícitos:

    Jorge de Luca, de 61 años, cardiólogo, vecino de Belgrano, se quejó: «Esto es una barbaridad. Es muy insalubre para esta gente y también para el barrio. Están acampando al lado de las vías. Pago impuestos caros justamente para no tener una villa al lado de mi casa. El Gobierno tiene que intervenir y darle trabajo a ésta gente». En la misma vereda, Marina Castro, de 50 años, vecina de Belgrano, afirmó que los vecinos ya hicieron «la denuncia para que esta gente se vaya. Están viviendo en la calle, hasta armaron una carpa y comen ahí, en medio de la suciedad». Leonor Caride, de 65 años, que vive al lado del asentamiento cartonero que se montó en Virrey Vertiz entre La Pampa y Sucre, afirmó: «¡Es un horror! Yo me asomo al balcón y los veo, y la verdad es que es muy insalubre, además hay chicos jugando entre la suciedad»19.

El asentamiento fue brutalmente desalojado por el gobierno porteño porque «vecinos de esos barrios se quejaran porque la presencia de los cartoneros en el lugar afectaba la actividad comercial de la zona» según se lee en el diario La Nación del 23 de enero de 2008.

En la actualidad, las calles céntricas de Buenos Aires dan cuenta del contraste social; son una manifestación de la creciente polarización social que convive y se turna para llevar a cabo un uso diferencial del espacio urbano. De esta forma, pensar sólo en el desencuentro de los distintos sectores sociales, en los espacios institucionales que ya no comparten, no da cuenta de, por un lado, cómo en ciertas zonas sí se ponen en contacto las diferencias sociales y, por el otro, de las nuevas formas de articulación entre unos grupos y otros.

Vergüenza, visibilidad y confianza: la pobreza expuesta

La convivencia de sujetos de diferentes sectores sociales en un mismo espacio público, conlleva a una serie de encuentros atravesados por el conflicto y las visiones estigmatizantes de unos sobre otros. Con esto no queremos decir que los contactos entre diferentes grupos sociales sean indefectiblemente conflictivos, ni que, a la inversa, no haya conflicto dentro de barrios considerados homogéneos20. Ahora, si bien es cierto que la homogeneidad de los sujetos individuales o colectivos que se cruzan no garantiza que sean interacciones armoniosas, en el encuentro entre personas o grupos heterogéneos con desiguales accesos a oportunidades de todo tipo se ponen en juego la preexistencia de barreras que dividen a los grupos favorecidos de los postergados y viceversa (Boy, 2010).

Páginas atrás diferenciamos entre cirujas estructurales y nuevos cirujas. Es en el grupo de los nuevos cirujas dónde la vergüenza aparece como un impedimento para el desarrollo de la actividad tanto en la ciudad como en el barrio donde viven. El caso de Esteban es ilustrativo. Él fue empleado en una carnicería durante 15 años. Estela, su pareja, se encargaba de la casa y el cuidado de los niños. En el 2000, la carnicería ubicada en la zona norte del conurbano bonaerense («en un barrio pobre, pero bien») cerró. Entonces, comenzó a hacer changas21 hasta que estas opciones fueron también desapareciendo. Pasado el tiempo, sin poder ya recurrir a la ayuda de amigos y parientes, fue Estela, junto a una vecina que se encontraba en la misma situación, quien empezó a pedir comida en los restaurantes, panaderías y almacenes de la zona, primero, y de la Ciudad de Buenos Aires, después. Comenzó a recibir también ropa usada, cartones y otros materiales desechados. Esteban tardó unos meses en tomar la decisión de comenzar: le daba vergüenza que sus vecinos lo vieran, le daba vergüenza que él, el sustento de la familia, necesitara hurgar en las bolsas de residuos. Pero más vergüenza le daba que ahora el ingreso familiar proviniera de su esposa. Entonces, recuerda Estela, que tomar el tren e ir a cirujear a la ciudad de Buenos Aires, se convirtió en una posibilidad más cómoda para Esteban que hacerlo por el barrio, ya que podía darles ese anonimato necesario para escaparse de los propios prejuicios y de la posible mirada estigmatizante de la gente allegada. Sin embargo, le costó asumir su condición de cartonero. Esteban se sonroja un poco cuando recuerda lo que pensaba de los cartoneros cuando los veía pasar por la puerta del local donde trabajaba:

    te juro que los veía pasar y me daban ganas de gritarles «vayan a laburar vagos de mierda». Ahora los veo desde otro lado, son cirujas no por elección sino porque no les queda otra. Además esto no es nada malo, yo me gano el mango laburando [el dinero trabajando].

El caso de Esteban no es excepcional. Durante los últimos siete años, escuchamos decenas de historias similares en donde la vergüenza, la resignación y el cambio de percepción sobre la actividad son recurrentes. Al mismo tiempo, aparece la idea de que en la ciudad son seres desconocidos, anónimos.

A contramano de la percepción que tienen los cartoneros y su necesidad de ser anónimos, como vimos en el caso de los inicios de Esteban en el cirujeo, el ejercicio de la actividad económica que llevan a cabo tiene como una de sus características principales la visibilidad. No nos referimos sólo a la cantidad de personas que recorren las calles y que transformaron el paisaje urbano de la ciudad desde la década de 1990, sino también a la imposibilidad de pasar desapercibidos ante la mirada del otro mientras desarrollan el cirujeo y, más aún, a la necesidad de ser reconocidos como cartoneros, lo que les permite acceder a una serie de recursos imposibles de obtener bajo otra modalidad. Esto genera una serie de contradicciones en los cirujas quienes quieren ser anónimos y reconocidos al mismo tiempo, mientras desarrollan la actividad en la vía pública. En este mismo lugar será donde entrarán en juego las interacciones entre los cirujas y el resto de los actores.

Carreteiro y Santos (2003) ponen énfasis en concebir la calle como un espacio de encuentro de universos complementarios y opuestos y, como tal, la vía pública es vivida como el territorio de la multiplicidad por excelencia. Sin embargo, este encuentro suele ser conflictivo y los sujetos intentan pasar desapercibidos. Goffman (1979) en sus estudios sobre la interacción entre personas en las calles destaca que no todos los contextos son iguales22. Esto quiere decir que existen normas de comportamiento que pueden ser pensadas como situacionales. Los individuos se comportan correcta o incorrectamente en relación con los contextos pero también con los encuentros. Pero, para los cánones de la ciudad, los cartoneros se encuentran en un (gran) contexto incorrecto: en los barrios ricos, rompiendo e invadiendo espacios que, como dijimos, hasta hace poco no les eran propios. Están utilizando un espacio que no les correspondería, sino que pertenece a los vecinos que, anónimamente, pueden transitar por él sin ser individualizados. En las calles, dice Goffman (1979), los sujetos se están dando pruebas de confianza mutua. Se produce una cortés desatención, una indiferencia amable al decir de Delgado Ruiz (1999b)23. En Buenos Aires, donde el merecer vivir y usar la ciudad aparece con fuerza, la diferencia es soportada si se encuadra en ciertos marcos de tolerancia en donde la pobreza no cuaja. Así, las diferencias sociales se transforman en desigualdades, en discriminación, lo que provoca un intento de las personas de esconder las diferencias24.

Los cartoneros, sin embargo, no logran ese «derecho al anonimato», a la indiferencia más allá de que lo busquen. Mas bien todo lo contrario: se encuentran en las calles con un uniforme de pobreza que los hace tan reconocibles como a un policía o a un bombero. Ese uniforme trae consigo todo un estigma que publica la pobreza y en varios casos la vergüenza. Debemos destacar que no todos los cartoneros sienten esta vergüenza ni aceptan el estigma sobre ellos y sobre la tarea25. Los sentimientos al estar socialmente construidos expresan valores personales (Lutz, 1986) y las experiencias emocionales singulares, sentidas y vividas por un actor social específico, como establece Koury (2005), son productos relacionales entre los individuos, la cultura y la sociedad. Es por ello que es peligroso pensar los sentidos, las emociones en abstracto. Los sujetos no sólo responden a la interacción, a los contactos mixtos (Goffman, 2006), sino a las trayectorias de los que se encuentran, en este caso en las calles de la ciudad a partir de un proceso experiencial.

Los cartoneros no pueden esconder su pobreza. En los estudios sobre clases medias empobrecidas se ha destacado que una de las características de los «caídos» en la escala social es la de intentar mantener su status. Los nuevos pobres provenientes de la clase media invisibilizan la pobreza ya que logran mantenerla dentro del ámbito privado. Teniendo en cuenta las características del cirujeo antes mencionadas, para los nuevos cirujas la pobreza y sus marcas estigmatizantes se transforman en algo público ante la imposibilidad de ocultarla. Prost (2001) remarca que tener una vida privada es un privilegio de clase. Estamos de acuerdo con esta posición a la cual debemos sumarle lo planteado por Elias (1998) quien sostiene que el espacio privado no debe ser entendido como un sitio, un lugar, una localidad. El espacio se vuelve privado sólo porque otras personas, entre ellas y ante todo los vecinos, lo consideran y lo respetan como tal; se vuelve realmente privado en relación con el desarrollo de un canon social específico del comportamiento y del sentir26. En los «nuevos cartoneros», aquellos nuevos pobres, puede apreciarse esta exposición de la pobreza en público, que querrían refugiar en el ámbito privado o, al menos, desearían esconder.

A su vez, como ha sido destacado (Perelman 2004; Suárez 2001; Schamber 2008), los cirujas necesitan generar relaciones estables con personas (a los que llaman clientes) para asegurarse la mercadería. Para ello, crean recorridos fijos, lo que les permite entrar en este círculo de confianza construido a partir de ser vistos diariamente en la zona en la que recolectan. Esta necesidad de intentar conseguir cierta seguridad material no puede llevarse a cabo sino a partir de revertir ese no anonimato estigmatizado, esa visibilidad acusada. En este sentido, la confección de recorridos fijos se transforma en un recurso material y simbólico para los cartoneros.

En este transitar, al mismo tiempo, se genera un rechazo en parte de la población así como también se presentan formas de relacionarse y acceder a recursos. Aquí, el ser reconocido como cartonero es un componente central. De esta forma, los cirujas viven en un constante juego de equilibrio entre el rechazo, la vergüenza y la utilización de la pobreza como forma de acceder a mercaderías tales como ropa, alimentos, materiales en desuso, entre otros. De esta manera, se produce una tensión entre esconder la diferencia y dar cuenta de ella para acceder a una cantidad de recursos a partir de los circuitos de confianza, anclados en lo territorial, que se logran entablar con personas que pertenecen a otros grupos sociales.

Si bien algunos autores refieren a este proceso como un engaño, creemos que en realidad forman parte de las formas en las que los sujetos interpelan su vida y son interpelados. No es, por tanto, un engaño sino mas bien una manera de configurarse en una sociedad excluyente, de conformarse de manera compleja en el marco de relaciones sociales (estructurales-estructurantes) que se activan situacionalmente. En definitiva, es una estrategia que intenta conservar un estatus identitario.

Visibles-invisibles: a modo de cierre

En los últimos años, la ciudad de Buenos Aires ha sufrido transformaciones que responden al impulso de un nuevo modelo de ciudad que tiene como protagonista principal a los contrastes. La creciente desigualdad social se ha cristalizado en lo territorial y en la construcción de barreras que actúan como fronteras sociales sobre el espacio. En este marco, sin embargo, también se han creado nuevas formas de encuentros conflictivos así como de afinidad.

Entendiendo al trabajo no sólo como un dador de ingresos sino también como una fuente de sociabilidad e integración social, la pérdida del empleo implicó que vastos sectores comenzaran a ejercer actividades económicas no planeadas para sus vidas a las cuales puede concebirse como estrategias de supervivencia. De esta forma, el cirujeo se conforma como una opción para barrios enteros, principalmente a partir de mediados de la década de los años noventa, empeorando con la crisis de 2001-2002. Esta situación termina por cambiar el paisaje urbano de la ciudad.

La masificación de la actividad del cirujeo resalta una nueva relación entre la economía formal y la informal; entre los integrados al mundo global y los marginados sociales. La novedad es que todos estos elementos se concentran en un mismo territorio: las calles céntricas de la ciudad de Buenos Aires. Allí conviven los edificios inteligentes de empresas transnacionales que se transforman en grandes generadores de residuos, que luego son acopiados diariamente por los propios cartoneros cuando la jornada laboral en las oficinas llega a su fin. De esta forma, la zona central de la ciudad comienza a tener nuevos usos, nuevos actores, que se alternan cotidianamente para utilizar en forma diferencial estos espacios y se conforma un tejido de representaciones sociales en torno a la actividad del cirujeo.

La actividad del cirujeo de por sí implica una gran visibilidad ante la mirada del otro. Quien busca en los residuos ciertos materiales para revender o para uso doméstico queda expuesto públicamente. En este artículo, se han descripto dos grandes grupos dentro de los cartoneros: los estructurales y los nuevos. Para unos y otros no significa lo mismo llevar a cabo esta actividad. En el momento de comenzar a cartonear comienzan a jugar un rol importante los estigmas sociales y los prejuicios de quienes nunca habían imaginado experimentar esta situación.

La vivencia de ser cartoneros por una necesidad repentina no sólo enfrenta a las personas a los estigmas y los propios prejuicios, sino que expone públicamente su situación de pobreza. Y aquí se nos presenta una paradoja, una tensión: muchas veces sienten los cirujas la necesidad de alejarse de sus barrios para no ser vistos por los allegados pero, sin embargo, necesitan ser etiquetados en la ciudad como cartoneros para poder obtener una mayor cantidad de residuos revendibles a partir de los círculos de confianza que generan. El «cliente» necesita poder identificar al cartonero y el cartonero necesita que el «cliente» lo vea como tal. De esta forma, la sensación de no ser reconocido, de ser un anónimo como cualquier persona en la gran ciudad, se entremezcla con la necesidad de ser registrado por el otro como un receptor de residuos. En este sentido, vivir la pobreza en público se ve atravesada por esta tensión: la visibilidad necesaria y la invisibilidad añorada.


Pie de página

8Sabatini (2006) refiere a la segregación (residencial) como un proceso que corresponde a la aglomeración en el espacio de familias de una misma condición social. Para Kaztman (2001: 173), el concepto de segregación no sólo remite a las diferencias presentes entre un grupo y otro, ni a las barreras que existen entre éstos, sino también a la voluntad de los miembros de un grupo de mantener o elevar los límites que hay entre unos y otros.
9Entendemos a la etnografía en su triple acepción de enfoque, método y texto (Guber, 2001). En tanto enfoque es una concepción y práctica de conocimiento que busca comprender los fenómenos sociales desde la perspectiva de sus miembros. Su especificidad se basa, al decir de Guber (2001), en la descripción (Runciman) o interpretación (Geertz). Lo que hace el etnógrafo «es elaborar una representación coherente de lo que piensan y dicen los nativos, de modo que esa "descripción" no es ni el mundo de los nativos, ni cómo es el mundo para ellos, sino una conclusión interpretativa que elabora el investigador» (Guber, 2001: 15) la cual es producto «de la articulación entre la elaboración teórica del investigador y su contacto prolongado con los nativos». En este sentido, la etnografía es una interpretación problematizada. En tanto método, la etnografía es el conjunto de actividades que suelen designarse como «trabajo de campo». Es considerado un método de fundamentos y características flexibles y abiertas en tanto que «son los actores y no el investigador, los privilegiados para expresar en palabras y en prácticas el sentido de su vida, su cotidianeidad, sus hechos extraordinarios y su devenir». En tanto texto, la etnografía es el producto de la investigación. Es la descripción textual.
10Como plantea Rockwell (1987), la mayoría de las categorías que utilizamos son el producto un trabajo conceptual realizado durante las sucesivas etapas del análisis. Las categorías nos sirven para poder realizar una sistematización de la información pertinente, lo cual implica centrarse no sólo en las categorías sino también en los objetivos. Existen categorías sociales («aquellas que se presentan de manera recurrente en el discurso o en la actuación de los habitantes locales, y que establecen distinciones entre cosas del mundo en que viven») (Rockwell, 1987: 17) y «el problema para la investigación es determinar y definir, mediante un trabajo consciente, categorías que se utilizarán de manera analítica en la descripción etnográfica. En este proceso, generalmente la teoría establecida provee categorías más poderosas que las del sentido común para apresar diferencias significativas; sin embargo, las categorías sociales, sobre todo aquellas que son ajenas al investigador, también suelen señalar diferencias entre cosas que se suponían indistinguibles desde la teoría existente. No es excepcional que en la investigación se asuman como categorías analíticas ciertas categorías sociales» (Rockwell, 1987: 17).
11Sobre el origen de la categoría ciruja y sus sentidos puede consultarse Perelman (2007; 2008a) y Schamber (2008).
12Sobre los proceso de nominación de la actividad ver Perelman (2005). Por su parte, esta utilización categorial no es compartida por todos los investigadores. Así, Schamber (2008) y Gorbán (2009) prefieren diferenciar las categorías. Para esta última cada nominalización da cuenta de una diferente «configuración social».
13Si bien existen discursos estigmatizantes, los sujetos no son pasivos a ellos. Las formas en que los cirujas resinifican los discursos remite a universos de significaciones socialmente construidos. Sobre el lugar la forma en que el estigma es interpretado de manera diferencial y resinifican el cirujeo en torno a la noción de dignidad ver Perelman (2010)
14Se conocía como «quemas» a los basurales a cielo abierto que existían en la ciudad de Buenos Aires.
15El Gran Buenos Aires comprende a la Ciudad de Buenos Aires y a los 24 partidos del conurbano bonaerense (INDEC, 2003: 4).
16Puerto Madero fue parte de los grandes proyectos urbanos de los 90: producto de gigantescas operaciones urbanísticas, áreas que habían quedado relegadas se reconstruyen como centrales: modernas, eficientes y funcionales (ver Cuenya, 2004).
17Los asentamientos cartoneros en barrios de clase media generaron conflictos no sólo en el barrio de Belgrano. Ver por ejemplo, la nota del diario Clarín del 28 de junio de 2008 titulada «Pelea entre vecinos y cartoneros por un asentamiento en Caballito».
18Diario Clarín. «Cartoneros: siguen creciendo los asentamientos en la ciudad». 15 de febrero de 2008.
19Diario La Nación. «Cartoneros acampan en las Barrancas». 19 de enero de 2008.
20La antropología de las clases medias ha abordado este tema. Un trabajo que se ha transformado en un clásico es el de Velho (2002) sobre el barrio Copacabana en Río de Janeiro.
21Una changa es un trabajo temporal e informal que proporciona, en general, bajos ingresos.
22Somos plenamente conscientes de las limitaciones que tienen los análisis de Goffman, especialmente la focalización plena en el individuo y la inexistencia de relaciones de poder a la hora de la interacción. Como veremos en el caso de los cartoneros, justamente, la interacción entre ellos y los vecinos no puede entenderse sino se considera a las personas como sujetos históricos, o sea, construidos socialmente.
23Sostiene Delgado Ruiz (1999b) que el hombre invisible deviene metáfora perfecta del hombre público.
24Un argumento similar utiliza Delgado Ruiz (1999a) en su análisis sobre los inmigrantes en Europa. Es en este marco en donde el anonimato es un derecho al que acceden los «normales».
25La vergüenza no es una emoción natural que se expresa al trabajar con los desechos. Los cirujas estructurales -para los cuales realizar la actividad no supone una ruptura en las trayectorias sociales y laborales-, por ejemplo, sienten orgullo (cf. Perelman, 2008b). De la misma forma, si bien es cierto que es una actividad estigmatizada, tampoco todos lo sienten de la misma manera.
26Para Elias (2008) existen cánones de comportamiento diferente, cánones diferentes de privatización que varían de nación a nación, de una capa social a otra y también a lo largo de la historia.


Bibliografía

Achilli, Elena. 2005. Investigar en antropología social. Rosario, Laborde.        [ Links ]

Amendola, Giandomenico. 2000. La ciudad posmoderna. Magia y miedo de la metrópolis contemporánea. Madrid, Celeste Ediciones.        [ Links ]

Boy, Martín. 2010. Los que viven en la calle: un análisis de las políticas implementadas para su atención. Ciudad de Buenos Aires. 1997-2007. Tesis de Maestría en Políticas Sociales no publicada. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.        [ Links ]

Boy, Martín y Mariano Perelman. 2008. «Los Sin Techo de Buenos Aires». Ciudades 78: 2-7.        [ Links ]

Carreteiro, Teresa y Fernando Paulo Santos. 2003. «La calle: espacios múltiples en Brasil». Proposiciones 34. [Versión electrónica] Obtenido el 23 de diciembre de 2007 de http://www.sitiosur.cl/r.asp?id=6        [ Links ]

Cravino, Cristina, org. 2008. Los mil barrios (in)formales. Los Polvorines, UNGS.        [ Links ]

Cuenya, Beatriz. 2004. «Grandes proyectos y teorías sobre la nueva política urbana en la era de la globalización. Reflexiones a partir de la experiencia de la ciudad de Buenos Aires», en Beatriz Cuenya, Carlos Fidel e Hilda Herzer (coords.), Fragmentos sociales. Problemas urbanos de la Argentina. 89-110. Buenos Aires, Siglo XXI.        [ Links ]

Delgado Ruiz, Manuel. 1999a. «Anonimat i ciutadania. Dret a la indiferencia en contextos urbans». Revista catalana de sociología 10: 9-22.        [ Links ]

Delgado Ruiz, Manuel. 1999b. El animal público. Hacia una antropología de los espacios urbanos. Barcelona, Anagrama.        [ Links ]

Elias, Norbert. 1998. La civilización de los padres y otros ensayos. Bogotá, Norma.        [ Links ]

Goffman, Erving. 2006. Estigma. La identidad deteriorada. Buenos Aires, Amorrortu.        [ Links ]

Goffman, Erving. 1979. Relaciones en público: microestudios del orden público. Madrid, Alianza.        [ Links ]

Gorbán, Débora. 2009. La construcción social del espacio y la movilización colectiva. Las formas de organización espacial de los sectores populares en Buenos Aires. (Salir a cartonear, desentrañando prácticas y sentidos del trabajo entre quienes se dedican a la recolección de materiales recuperables.). Tesis doctoral no publicada, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Argentina.        [ Links ]

Guber, Rosana. 2001. La etnografía. Método, campo y reflexividad. Bogotá, Norma.        [ Links ]

INDEC. 2003. ¿Qué es el Gran Buenos Aires? Buenos Aires, Ministerio de Economía y Producción, Secretaría de Política Económica. Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.        [ Links ]

Kaztman, Rubén. 2001. «Seducidos y abandonados: el aislamiento social de los pobres urbanos». Revista de la CEPAL 75: 171-189.        [ Links ]

Koury, Mauro Guilherme Pinheiro. 2005. «A Antropologia das Emoções no Brasil». Revista Brasileira de Sociologia da Emoção 4(12): 239-252.        [ Links ]

Lacarrieu, Mónica. 2005. «Nuevas políticas de lugares: recorridos y fronteras entre la utopía y la crisis», en Max Welch Guerra (ed.), Buenos Aires a la deriva. 363-395. Buenos Aires, Biblos.        [ Links ]

Lutz, Catherine. 1986. "Emotion, Thoughts, and Estrangement: Emotion as a Cultural Category". Cultural Anthropology 1(3): 287-309.        [ Links ]

Oszlak, Óscar. 1991. Merecer la Ciudad. Los pobres y el derecho al espacio urbano. Buenos Aires, Humanitas-CEDES.        [ Links ]

Paiva, Verónica. 2008. Cartoneros y cooperativas de recuperadores. Una mirada sobre la recolección informal de residuos. Área Metropolitana de Buenos Aires, 1999-2007. Buenos Aires, Prometeo.        [ Links ]

Perelman, Mariano. 2004. «Las subjetividades en vidas de cartón. El cirujeo en la ciudad de Buenos Aires». Tesis de Licenciatura no publicada. Departamento de Antropología, FFyL-UBA.        [ Links ]

Perelman, Mariano. 2005. «Sobre la inclusión de la cuestión de los cartoneros en la agenda política del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires», en Alejandra Cetti, Anahí Re, Diego Rindel y Paula Valeri (coord.), Entre pasados y presentes. Trabajos de las VI Jornadas de Jóvenes Investigadores en Ciencias Antropológicas. 17-32. Buenos Aires, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano.        [ Links ]

Perelman, Mariano. 2007. «El cirujeo ¿rebusque o trabajo? Un análisis a partir de las transformaciones de la actividad en la Ciudad de Buenos Aires», en Pablo Schamber y Francisco Suárez (comps.), Recicloscopio. Miradas sobre recolectores urbanos de residuos en Amércia Latina. 245-267. Buenos Aires, UNLA/UNGS/Prometeo.        [ Links ]

Perelman, Mariano. 2008a. «De la vida en la Quema al trabajo en las calles. El cirujeo en la Ciudad de Buenos Aires». Avá. Revista de antropología 12: 117-135.        [ Links ]

Perelman, Mariano. 2008b. «Reflexiones en torno al cirujeo, el trabajo y la vergüenza». Actas del IX Congreso Argentino de Antropología Social. Departamento de Antropología, Programa de Postgrado en Antropología Social. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Misiones.        [ Links ]

Perelman, Mariano. 2009. «Haber sido y ser. De trabajadores y cirujas en la Ciudad de Buenos Aires (1977-2007)». Ponencia presentada en la VIII Reunión de Mercosur. Buenos Aires, Argentina.        [ Links ]

Perelman, Mariano. 2010 «Significando el cirujeo como trabajo digno. Ciudad de Buenos Aires (2002-2008)». Ponencia presentada en las VI Jornadas de investigación en antropología social, SEANSO-ICA. Buenos Aires, Argentina.        [ Links ]

Prost, Antoine. 2001. «Fronteras y espacios de lo privado», en Philippe Ariés y Georges Duby (dirs.), Historia de la vida privada. Tomo 5. De la Primera Guerra Mundial hasta nuestros días. 17-133. Madrid, Taurus-Santillana.        [ Links ]

Rockwell, Elsie. 1987. Reflexiones sobre el proceso etnográfico (1982-1985). México DF, Departamento de Investigaciones Educativas Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN.        [ Links ]

Sabatini, Francisco. S. F. La segregación social del espacio en las ciudades de América Latina. [Versión electrónica]. Banco Interamericano de Desarrollo. Departamento de Desarrollo Sostenible. División de Programas Sociales. Obtenido el 24 noviembre 2009 de http://www.iadb.org/sds/doc/SOCSabatiniSegregacion.pdf.        [ Links ]

Schamber, Pablo. 2008. De los desechos a las mercancías. Una etnografía de los cartoneros. Buenos Aires, S.B.        [ Links ]

Suárez, Francisco. 2001. Actores Sociales en la Gestión de Residuos Sólidos de los Municipios de Malvinas Argentinas y José C. Paz. Tesis de maestría no publicada. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.        [ Links ]

Velho, Gilberto. 2002. A Utopia urbana. Um estudo de antropologia social. Rio de Janeiro, Jorge Zahar Editor.        [ Links ]

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License