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Signo y Pensamiento

Print version ISSN 0120-4823

Signo pensam.  no.49 Bogotá July/Dec. 2006

 

La pregunta por el estatus de lo estético

 

Fulvio Carmagnola. Il consumo delle immagini. Estetica e beni di consumo nella fiction economy Milán, Bruno Mondadori 2006, 240 p.

En épocas de fluctuaciones intelectuales, de inestabilidades epistemológicas y de lo que muchos han llamado posverdades, resulta muy interesante y alentador encontrarse con textos como el de Carmagnola que, sin dejar de aventurar hipótesis, logran mantenerse dentro del rigor sociológico y filosófico necesario para poder pensar estos tiempos.

Lo primero que hay que aclarar aquí es que la colección de ensayos que componen el texto no constituye algo así como un tratado de estética. De hecho, la pregunta por el estatus de lo estético es una de las primeras que Carmagnola pone sobre la mesa y que apunta a la necesidad de repensar las categorías clásicas del gusto y de lo bello que han acompañado las reflexiones sobre las obras de arte desde la Modernidad. En un movimiento epistemológico bastante arriesgado, pero no por ello poco interesante y riguroso, Carmagnola ata su pregunta por lo estético a las nuevas cartografías de sentido que propone la economía posfordista y abre el camino para pensar la experiencia estética en medio de las nuevas dinámicas mediáticas e imaginarias que se despliegan en el capitalismo tardío.

Siguiendo el sendero trazado por Lévi Strauss y por Jacques Lacan, y que llevó a Carmagnola hasta Zizek, se mapea un cambio de época que constituye el eje central del texto: el paso de la era de lo simbólico a la era de lo imaginario. En este punto, las ideas de lo simbólico como aquello que está “en lugar de” otra cosa quedan atrás y se abre camino una nueva época de imágenes efímeras e inestables que aparecen y desaparecen en medio del paisaje mediático. Lo imaginario, a diferencia de lo simbólico, pertenece a un tercer reino, el reino mediático, que no tiene una relación de alteridad con lo real y lo cotidiano: no es otro.

En la época de lo imaginario, el significante (y esta es la herencia clave de Lévi Strauss) se libera de las convenciones instauradas por el “autoengaño de la conciencia moderna” y se proyecta hacia fuera, libre. Aquí Carmagnola asume, en definitiva, una actitud abiertamente posmoderna que, sin embargo, no cae en el engaño del relativismo total y de la destrucción del significado, pues en medio de este paso de lo simbólico a lo imaginario hay también fenómenos de transformación dentro del orden económico. Lo imaginario deja de pertenecer a ese lugar lejano atado a la capacidad creativa de la imaginación: hoy ha devenido la forma estética que identifica y aceita los engranajes de una economía basada en la comunicación mediática.

Junto (o mejor, paralela y simbióticamente) a la época de lo imaginario se abre la época de la economía de los bienes simbólicos, de las experiencias ( feeling economy) o simplemente de la fiction economy. En este sentido, puede verse una operación doble que constituye, sin duda, la apuesta más interesante del libro y la que lo convierte en un texto clave para pensar las nuevas claves de la creatividad y la visibilidad social. Por un lado, en el momento en el que la economía se hace fiction economy adquiere un carácter estético —y aquí debe recordarse que, como lo sugiriera Baumgarten, estética es ante todo sensación, experiencia, feeling—. Por el otro, la estética adquiere rasgos económicos y se aleja del mito moderno que la enlazaba con la libertad. La estética adquiere entonces nuevos visos que la alejan del carácter casi sagrado que había trazado la modernidad —la empresa de Kant en la Crítica del juicio—. Se abre entonces una pregunta que apunta a los modos en que se consumen los productos estéticos y que reelabora de manera decisiva las nociones de gusto y belleza y que vinculan la pregunta por lo estético con el marketing y las mercancías imaginarias que circulan en el paisaje mediático.

Más allá de la abolición de la distinción marxista entre valor de uso y valor de cambio (ya anticipada por Baudrillard y Derrida), el texto de Carmagnola abre el camino para jugar con las mercancías que colonizan esta época imaginaria y posfordista y emprender rutas de resignificación que darían lugar a procesos hermenéuticos que serían clave para pensar la subjetividad contemporánea.

Particularmente, interesante resulta, entonces, la invitación de Carmagnola a pensar la creatividad en términos de su visibilidad social anclada a lo mediático y a lo comercial, desmitificada y desacralizada. Lejos de pensar en un panorama apocalíptico, la reflexión lleva a enlazar lo estético con lo económico y lo mediático haciendo hincapié en la perspectiva del consumo que es, en últimas, el lugar de la construcción de lo imaginario. Para esto Carmagnola acude a seis figuras que van del Che Guevara a un imaginario videoartista chino, Xiao-Xiao, pasando por el hoy emblemático Morpheus, del filme The Matrix: construcciones del imaginario contemporáneo.

Sergio Roncallo Dow
Departamento de Comunicación

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