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Signo y Pensamiento

Print version ISSN 0120-4823

Signo pensam. vol.28 no.55 Bogotá July/Dec. 2009

 

Dilemas éticos de periodistas y mediadores en el caso de la liberación de rehenes en febrero de 2009: entrevistas a tres periodistas colombianos

Ethical Dilemmas of Journalists and Mediators in the case of the hostage liberations on February 2009: Interviews with three Colombian Journalists

 

JOSÈ VICENTE ARIZMENDI*

* José Vicente Arizmendi. Colombiano. Comunicador social-periodista, Universidad de La Sabana, Chía, Colombia. Especialista en Drama Televisivo, Universidad de Londres, Reino Unido. Director del Departamento de Comunicación y Lenguaje, Pontificia Universidad Javeriana, seccional Cali. Correo Electrónico: jarizmendi@javeriana.edu.co

Recibido: Septiembre 9 de 2009 Aceptado: Septiembre 18 de 2009

Submission date: September 9th, 2008 Acceptance date: September 18th, 2009

Durante la operación humanitaria que permitió el regreso a la libertad de tres policías y un soldado secuestrados por la guerrilla de las FARC se presentaron algunos incidentes que involucraron a periodistas y suscitaron controversia en Colombia. ¿Qué implicaciones éticas trae consigo el doble papel de periodista y garante en una liberación de rehenes? ¿Qué pasa por la mente de un reportero cuando informa sobre este tipo de noticias? El artículo recoge las reflexiones de dos de los protagonistas de los hechos del 1 de febrero de 2009 y también las de un experto latinoamericano en ética periodística.

Palabras Clave: Ética, periodismo, mediación, secuestro, rescate

Descriptores: Ética periodística — estudio de casos, victimas de secuestro, solución de conflictos.


During the humanitarian operation that freed three members of the Colombian Police and one soldier of the Colombian Army held as hostages by the guerrilla organization FARC, some of the journalists got involved in incidents which opened up a debate in Colombia. What ethical implications does the double role of journalist and guarantor in a hostage liberation situation bring? What thoughts does a reporter have when informing about this kind of news ? This article collects the reflections of two journalists who were involved in the events on February 1st, 2009, and also those of a Latin American expert in journalistic ethics.

Keywords: Ethics, journalism, mediation, kidnapping, rescue

Search tags: Journalistic ethics — Case studies, Kidnapping victims, Conflict management.


Origen del artículo

Los hechos ocurridos el 1 de febrero de 2009, durante la liberación de militares retenidos por las FARC, generaron una gran polémica mediática y de opinión pública, que abrió un debate sobre la ética periodística a la hora de cubrir eventos de esta trascendencia política y humanitaria. El artículo se origina a partir de entrevistas realizadas por SIGNO Y PENSAMIENTO en marzo y abril de 2009, a tres periodistas colombianos.

El domingo 1° de febrero del 2009 volvieron a la libertad, después de estar tres años en poder de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), un soldado y tres policías colombianos. Ese día, en un lugar indeterminado de la selva del departamento colombiano del Caquetá, terminó el cautiverio de los agentes de la policía Wálter Lozano Guarnizo, Alexis Torres y Juan Fernando Galicia y el soldado William Giovanni Domínguez. Su liberación fue posible gracias a la intervención de Colombianos por la Paz1, con apoyo de la Cruz Roja Internacional y los gobiernos de Colombia y Brasil. De la comisión humanitaria que actuó como garante del proceso de liberación hicieron parte los periodistas colombianos Daniel Samper Pizano y Jorge Enrique Botero, la senadora Piedad Córdoba y la directora de la Casa de la mujer, Olga Amparo Sánchez. La jornada de liberación comenzó a las nueve de la mañana y culminó casi 11 horas después, con el arribo de los uniformados al aeropuerto de Bucaramanga, donde fueron recibidos oficialmente por el comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo.

Pese a compromisos con la guerrilla, durante la operación hubo sobrevuelos de aviones militares de vigilancia, que pusieron en peligro la liberación de los rehenes. Este hecho generó algunas actuaciones de los periodistas colombianos Jorge Enrique Botero y Hollman Morris (quien había llegado al sitio de liberación por otros medios), que generaron polémica en ambientes académicos y profesionales de Colombia y otros países. Con el ánimo de que los lectores de Signo y Pensamiento se formen su propio criterio sobre los dilemas éticos que puede traer la intervención de los periodistas durante una liberación de secuestrados, Gabriel Jaime Pérez S.J. contó con la colaboración de Carolina Rojas, coordinadora de comunicaciones de JESCOM - Colombia2, para entrevistar a dos de los protagonistas de la polémica y a un experto en ética periodística.

Daniel Samper Pizano3.

Daniel Samper Pizano ha sido editor, columnista, profesor universitario y guionista de televisión. Ha publicado más de 25 libros, entre ellos algunas antologías de crónicas y entrevistas. Ha recibido numerosos premios de periodismo en Colombia, Estados Unidos y España.

¿Cómo describe su labor como mediador humanitario en la operación brasileña para la liberación de cuatro secuestrados por las FARC entre enero y febrero del 2009?

Fue una misión que se me encomendó por razones ajenas a mi condición inmediata de periodista, aunque pudieran estar sustentadas por mi habitual labor como tal. Supongo que en mi escogencia tuvo que ver el hecho de que llevo años defendiendo una solución pacífica al conflicto nacional. La figura del mediador o garante está definida en los tratados internacionales humanitarios: es una persona que asiste como testigo de un proceso, lo vigila y denuncia las irregularidades que en él puedan suceder. En caso necesario, aporta sus luces y su intermediación para remediar inconvenientes u obstáculos que surjan en el camino. Tuve claro, pues, que mientras ejerciera mi labor de garante suspendería el ejercicio habitual del periodista: informar, comentar, escribir... Conté para ello con el visto bueno anticipado y el apoyo de mis jefes en El Tiempo4. Al mismo tiempo, los tratados internacionales no imponen ninguna obligación de reserva o silencio a quien ya cumplió su trabajo de mediador. Por eso, cuando ya se hubo agotado la misión de recuperar y entregar a los rehenes, consideré que mi deber como garante era el de denunciar los tropiezos que habíamos encontrado; así lo hice en declaraciones a numerosos medios de comunicación entre el jueves 5 y el sábado 7 de febrero y, por último, lo publiqué el 8 de febrero en el periódico para el que trabajo.

¿Qué opina sobre los comentarios y las acciones que se han suscitado a raíz de la presencia de Hollman Morris y Jorge Enrique Botero como periodistas en ese contexto?

Son dos casos diferentes. Botero presentó su solicitud de acudir a la operación como garante y, al mismo tiempo, como periodista. Aspiraba a filmar la entrega de rehenes, preparar un documental al respecto y emitir el informe diez días después de terminada la misión. Todos los aceptaron así: desde el gobierno hasta las FARC. No hubo, pues, simulación ni trampa alguna. Digamos que iba en la doble calidad de periodista y garante, pero con la condición de aplazar diez días la emisión de informaciones sobre lo que su cámara captaba. Cometió un grave error, que fue el de enviar un avance sin permiso de la Cruz Roja —responsable del viaje— y sin conocimiento de los demás garantes desde el lugar donde estábamos reunidos con la guerrilla. Lo hizo preocupado por la anómala situación que habían creado los sobrevuelos militares. Al saberlo, horas después, sus compañeros lo reprendimos y él ofreció disculpas por ello. El error de Botero sirvió para que el gobierno lo utilizara como pretexto para manipular la misión y desacreditar la presencia de garantes en ella. Fue un claro quebrantamiento de los protocolos de la misión, aunque mucho menos grave que los sobrevuelos militares que suscitaron inquietud en todos y provocaron el despacho noticioso no autorizado que realizó Botero.

En cuanto a Morris, lo encontramos, con sorpresa de parte nuestra, al bajar del helicóptero para recuperar a los primeros cuatro rehenes. Él ha sido desde hace muchos años un informador especializado en cubrir el conflicto, y ha trabajado sus fuentes para conseguirlo, puesto que así se lo permiten la Constitución y las leyes. Ignoro cómo logró llegar hasta allí, pero en nuestro país es habitual que los periodistas establezcan contacto con personas al margen de la ley —guerrilleros, paramilitares, narcos, ex funcionarios corruptos— a fin de informar al público. De modo que, a mi juicio, la pregunta no es si Morris hizo bien o mal en cubrir este episodio; la pregunta sería si un periodista debe cubrir o no determinadas fuentes delictivas. Decenas de periodistas han hecho antes cubrimientos comparables al suyo. ¿Manipuló declaraciones, como dicen algunos de los rehenes recuperados ? No lo sé. Habría que estudiar caso por caso y con videos y testigos al alcance de la mano.

¿Cuál considera que debe ser, en el marco de la ética profesional, el papel de un periodista en el cubrimiento informativo de una liberación de secuestrados como la que se produjo recientemente?

No es extraño que se acuda a un periodista para que sirva como garante o mediador en un episodio como el que vengo comentando. Su condición de persona pública independiente de gobiernos y partidos ofrece cualidades para ello. Me parece importante que, si acepta, el periodista entienda que no acude como informador, sino como garante y que, mientras se desarrolla la operación, deberá actuar tal como las circunstancias exijan al garante, hasta el punto, incluso, de suspender o congelar el ejercicio de su oficio. Conviene que este papel lo comparta y respalde el medio para que el trabaja. Sólo cuando termine la operación recuperará en plenitud su condición habitual de periodista.

A partir de su experiencia personal, ¿qué les aconsejaría a los futuros comunicadores sociales que se preparan para ser periodistas, con vistas al ejercicio responsable de su profesión?

Me parece indispensable que los gremios de periodistas, los medios de comunicación, las universidades, las organizaciones no gubernamentales que trabajan en estas labores, el gobierno y los demás sectores involucrados en conflictos y procesos de paz discutan sus diferencias, lleguen a acuerdos y tengan muy claro hasta dónde puede llegar cada uno. No es algo que deba dejarse al arbitrio de cada conciencia personal, sino que conviene adoptar posiciones gremiales y códigos colectivos a los cuales ceñirse.

Hollinan Morris5.

Hollman Morris ha sido periodista de radio, televisión y medios escritos durante más de 15 años, con énfasis en información sobre el conflicto armado colombiano. Su trabajo en el programa de televisión colombiano Contravía6 ha recibido varios premios nacionales e internacionales de periodismo y crónica.

¿Cómo describe el cubrimiento informativo que hizo de la pasada liberación de los secuestrados el 1 ° de febrero?

Informativo. Lo describo a medias porque hay un hecho real y concreto, pero el material no ha salido al aire7. Y empecemos por allí, empecemos por decir que ese fue un trabajo que me encomendó History Channel desde octubre del año pasado. Este canal va a sacar un nuevo programa, una nueva serie que se llama "Tiempo real". Desde ese punto de vista, junto con la oficina en Miami, Buenos Aires y Bogotá escogimos una serie de temas que creemos de interés para América Latina hoy. Uno de esos temas es la guerra en Colombia, y dentro de esa guerra, el tema de las FARC.

Desde octubre del año pasado estamos buscando un contacto con las FARC. Ese contacto empieza a ser más claro a mediados de enero. Nosotros vamos al Cauca, tenemos un primer contacto y, a la vez, una primera ronda de denuncias sobre el actuar de las FARC. En ese proceso recibimos una llamada que dice que tenemos que estar en un lugar del país, y empezamos un recorrido de unos diez días; estábamos buscando una entrevista con alguien, con algún mando y se nos asegura que nos van a dar esa entrevista. Al final nos dicen: "Miren, ustedes van a estar en el proceso de liberación, tómenlo o déjenlo", y yo digo, como periodista, que ese es un hecho periodístico, noticioso, un hecho de interés nacional y, además, digo yo, es un hecho no de guerra, sino de liberación, un hecho humanitario si se quiere.

Si la pregunta es cómo describo el cubrimiento informativo que hago, respondo primero que hay un valor, que es el derecho que tiene la sociedad colombiana a estar bien informada. Entonces desde ese punto de vista y como ha sido la tradición durante casi 15 años en el trabajo profesional, Hollman Morris ha creído y cree firmemente que para lograr la solución del conflicto para la sociedad colombiana se deben tener todos los elementos sobre ese conflicto y esos elementos los tenemos que dar nosotros, los periodistas. [...]

Hollman Morris no estaba allí para entrevistar secuestrados, es lo que menos me interesa y lo menos periodístico del material que tengo. Hollman Morris estaba allí para hacer un programa sobre las FARC, no sobre una liberación. La liberación le interesará a Colombia, pero a América Latina le interesa más saber en qué andan las FARC. Entonces eso es parte de un material que se está sumando a otros materiales.

¿Qué sentimientos le han suscitado las repercusiones que causó su presencia como periodista en este contexto de la liberación, y qué opinión tiene de ellas, tanto de las de condena y rechazo como de las de solidaridad y apoyo?

Hay un primer sentimiento que aprendí como profesional hace tiempo. Los periodistas, los colegas siempre tienen a su favor el beneficio de la duda, pero, primero que todo, fui condenado. Tengo que decirlo con todo respeto, el señor Darío Arizmendi8 es la primera persona que me condena públicamente, al aire dice que a Hollman Morris le falta la distancia y hace preguntas capciosas al ministro de Defensa [Juan Manuel Santos]. No coloca de parte mía el beneficio de la duda, sino que simplemente va creyendo la información que le da el ministro de Defensa y se atreve a decir: "Listo, ¿usted no sabe si se quedó en la selva?". Unas preguntas, a mi manera de ver, con un tono bastante, si se me permite el término, "de mala leche"9.

¿Por qué hablo yo del beneficio de la duda? Porque Hollman Morris no es un aparecido en esta carrera. A Hollman Morris no le enseñaron a hacer periodismo ayer, Hollman Morris viene cubriendo el conflicto armado de este país durante más de 15 años, y durante esos años lo que ha logrado es reconocimiento a su labor periodística, reconocimiento nacional e internacional [.]. Los reconocimientos más importantes al periodismo iberoamericano los tiene Hollman Morris. Yo me atrevo a decir, y aquí tengo que dejarme la modestia a un lado, creo que soy el periodista más galardonado de este país en los últimos años, y eso no es gratis. Y si uno revisa las actas y declaraciones de los jurados, hay un común denominador: el tratamiento ético del conflicto armado. Y eso nunca el señor Darío Arizmendi ni otros que me condenaron lo tuvieron en cuenta [.]. Y más aún con otro elemento, el material no ha sido publicado. Porque la forma de trabajar de Hollman Morris no es la inmediatez; yo trabajo para programas que se emiten 10, 15, 20 días o un mes más tarde [...]. Resulta que a Contravía, un programa, y a Hollman Morris —que se ha destacado en los últimos cinco años por darles la voz a las víctimas, por resaltar otras realidades de víctimas que los demás no muestran—, unos pretenden decirles que se usufructúan de las víctimas. Es totalmente perverso, y si la pregunta es qué sentimientos me han generado las repercusiones que causó, tengo un sentimiento de que tristemente no hay solidaridad de gremio… perdón, corrijo, no hay una agremiación fuerte, no estamos unidos.

El segundo gran elemento de esto es que la estrategia del gobierno de desviar la atención pública sirvió, y sirvió gracias a algunos medios de comunicación que se prestaron para ello. El gobierno dice que los periodistas pusieron en peligro el operativo, cuando realmente lo que lo puso en peligro fueron los sobrevuelos; lo que hicieron los periodistas fue denunciar la anomalía en ese operativo. Y resulta que el gobierno sale a decir que pusimos en peligro y que hay unos periodistas y unos medios que reproducen, y se quedan en el debate sobre Jorge Enrique Botero y Hollman Morris, cuando el debate para mí debió ser el de los sobrevuelos. Después el ministro de Defensa acepta la mentira, pero al ministro de Defensa sí hay que reconocerle el buen error, el error de buena fe. Mientras que a Jorge Enrique Botero y a Hollman Morris, toda el agua sucia. Hoy, por ejemplo, me siguen haciendo entrevistas, debates, se siguen haciendo programas sobre la actuación de Hollman Morris y Jorge Enrique Botero, pero no hay un solo programa ni un solo análisis que haya condenado el comportamiento del presidente Alvaro Uribe de lanzar la estigmatización, de colocarnos en el ojo de los asesinos, porque eso ha ocasionado hasta la fecha más de 50 amenazas de muerte contra mi vida, contra el equipo periodístico de Contravía. Eso no ha ameritado el análisis. Sí repercusiones, repudio, pero análisis, entrevistas, no. ¿Eso qué implica para el ejercicio periodístico para el país hoy? No ha requerido análisis el hecho de que hayamos sido detenidos ilegalmente durante más de siete horas; de eso sí nadie se acuerda, nadie quiere hablar, y sí algunos medios fueron reproduciendo la cómica declaración del Ejército diciendo que no, que simplemente estaban allí cuidándonos, cuando la Defensoría del Pueblo había sacado un comunicado y hay un pronunciamiento público donde se habla de una detención arbitraria..

Hay muchas cosas que me dan tristeza de este episodio: nadie ha tenido en cuenta hasta el día de hoy la carrera profesional de Hollman Morris, y han pretendido atacarme, deslegitimarme; lo que me alegra es que no han podido porque las voces más autorizadas del periodismo de este país han salido en mi defensa; por ejemplo, Javier Darío Restrepo10 —quien es, digamos el faro de la ética, y puede ser faro de la ética cuando nos gusta, cuando dice las cosas que nos gustan, pero no cuando no nos gusta lo que nos dice— [...], Daniel Coronell11, Rafael Pardo12, Rodrigo Pardo 13... estamos hablando de columnistas de peso y tradición. El mismo rector de la Universidad Javeriana [Joaquín Sánchez S.J.] [.] también ha reconocido mi trabajo profesional. Incluso, organizaciones internacionales como el Comité para la Protección de Periodistas en la ciudad de Nueva York pero aquí en Colombia eso nadie lo conoce. [.].

¿Qué les quisiera decir a las personas que lo han venido criticando por su actividad periodística en relación con el conflicto armado?

Yo les quisiera decir que tengo muy claro que mi deber es mantener una sociedad bien informada, no a medias, y que una cosa que nos ha marcado para mal es la guerra, la barbarie de la guerra, y que hay algunos sectores de este país que creen que no hay guerra, que creen que no hubo motosierras, que creen que aquí nadie jugó con la cabeza de la gente y que sólo han visto el secuestro. El secuestro es una cosa gravísima, repudiable, pero también hay otras barbaries. Y si este país no tiene en el disco duro de la memoria todas las barbaries, no podemos construir el camino para el futuro, para construir el país que queremos dejar a nuestros hijos. Porque vamos a seguir patinando, no hay unas barbaries buenas y unas malas, porque todas son malas. Desde ese punto de vista, Hollman Morris, desde hace cinco años con Contravía y desde hace 15 años como periodista, lo único que han procurado es decirle y mostrarle al país lo dramático de la barbarie. Mostrar la barbarie es la primera forma de denunciarla, y si tú denuncias esa barbarie, habrá gente que diga "No más, no le apostamos más a la guerra y buscamos otros caminos". Hay 200 capítulos de Contravía para que hagan el ejercicio de rigor de verlos y digan cuántas apologías al terrorismo hay allí, cuántas alabanzas o cuántas denuncias ha habido, cuál es la prioridad y quiénes son los protagonistas de esos programas.

¿Cuál considera que debe ser, en el marco de la ética periodística, el papel del comunicador social en el momento de cubrir el conflicto armado, por ejemplo en una liberación de secuestrados?

He aprendido en este país que a través de las víctimas es como se tiene que construir el relato periodístico. Nosotros sufrimos de exceso de construir el relato de la guerra en este país desde el Ministerio de Defensa, desde los cuarteles, incluso desde los mismos actores ilegales. Pero que me digan a mí —y voy a dejar mi modestia a un lado— ¿ qué periodista en los últimos años ha recorrido más el país que el equipo de Contravía? ¿Qué periodista se ha internado en todos los rincones, y puedo decir que conozco todos los ríos más importantes de este país, los rincones donde tristemente ha entrado la guerra en este país? ¿Qué periodista les ha dado más voz y visibilidad a las víctimas que el programa Contravía y Hollman Morris? Eso sí es ética, eso sí es responsabilidad con el país. Yo les quiero decir a algunos canales y grandes medios en este país qué importancia les dan ellos a las víctimas. Cuántas veces se han internado en los montes, en la selva, y si les parece ético que el conflicto armado en este país se tenga que cubrir con 40 segundos de televisión, y que después le pongan a la gente reinas, fútbol y goles y que equivalga una masacre a la reina, a los goles y eso. ¿Cuántos programas de reportaje y documentales produce RCN Televisión al mes, al año, sobre el conflicto armado, sobre las víctimas de este país? ¿Cuál es el documental que ha hecho Caracol14 sobre la situación de justicia y paz que vive el país en este momento, que es uno de los más trascendentales para construir futuro en este país? ¿Cuántas horas le han dedicado a eso? Dicen: "Es que entrevistó a los secuestrados". Yo contesto: primero, no ha salido material al aire para que digan "entrevistó a los secuestrados". Yo entiendo por entrevista una charla formal, de pregunta y respuesta, calmada, pausada, de muchas preguntas. Eso nunca sucedió y, sin embargo, siguen. No hay material al aire, no hay material publicado y, sin embargo, siguen. ¿Qué pasó allí? Hubo una charla informal de tres o cuatro preguntas, aparecen los secuestrados en el marco de una liberación. Si tú dices que entrevistaste a los secuestrados, la gente se imagina: se fue a una guarida, a una cueva donde tenían a los secuestrados amarrados, vino, regresó y el secuestrado se quedó allá. Eso no lo hace Hollman Morris. Esto era en el marco de una liberación y hay unas preguntas espontáneas, inofensivas. Quien me conozca se dará cuenta de que nunca Hollman Morris va a entrevistar un secuestrado. ¿Cuáles fueron las preguntas? Por ejemplo, "¿Cómo está de salud?", "¿Saben que los van a liberar?" No fue "y las FARC están en pie de lucha.", como han pretendido decir que el periodista se prestó para que los secuestrados hablaran bien de las FARC. Yo estoy presente en un acto de liberación. Aquí hay periodistas y medios de comunicación que han dicho "Aquí no se entrevista a guerrilleros". Me parece que eso sí es faltarle al periodismo, eso sí es faltarle a la ética, porque nuestro compromiso es con la sociedad, una sociedad que merece estar bien informada, y para estar bien informada el periodista llega y habla con los malos y con los buenos.

A partir de esta experiencia personal, yo les diría a los futuros comunicadores sociales que se preparan para ser periodistas: grandes dosis de historia, de conocer este país. No hay cosa más rica del periodismo que andar este país, conocer a nuestra gente, a los campesinos, nuestros indígenas, nuestros negros; andar y conocer los ríos de este país y a través de ese conocimiento geográfico conocer la historia de este país y el comportamiento de la guerra y de los grandes conflictos sociales y políticos. No ser burócratas del periodismo, periodistas que se acostumbraron a hacer periodismo desde un escritorio. Le estamos haciendo un gran daño al país, jóvenes periodistas, si nosotros no rescatamos la crónica, el debate, el documental y el reportaje, y más si no lo rescatamos para la televisión. Es increíble que hoy la televisión colombiana no tenga documental, análisis y debate.

También quiero recordarles a muchos que han pretendido decir que Hollman Morris es un idiota útil de la guerrilla: Hollman no es ningún idiota útil ni de la guerrilla ni de ningún poder de este país, de ningún poder político, paramilitar o guerrillero. Yo creo que sí hay periodistas idiotas útiles de los grandes gremios económicos, del gobierno. ¿A ustedes les parece que tiene alguna presentación la rueda de prensa que dio el presidente en Villavicencio con los periodistas donde habla de "mijitos", de "mijitas"15, donde acusa a periodistas y ningún periodista levanta la mano y pregunta "¿Cuáles son las pruebas que usted tiene, señor presidente? f ". En este momento el equipo de Contravía, mi familia y yo estamos amenazados de muerte. Los invito a que hagamos ese debate. ¿Quién va a responder por mi vida y la vida de mi familia? Y no es la primera vez que el presidente Uribe hace esto conmigo. En el 2005 lo había hecho y tuvo que rectificarlo. Y vuelve y lo hace. ¿Por qué no hacemos el debate? El día que a mí me pase algo ahí sí qué van a decir.

Javier Darío Restrepo16.

Javier Darío Restrepo, lleva más de 50 años en la profesión como reportero y columnista, fue defensor del lector del periódico El Tiempo, de Bogotá, ha publicado varios libros sobre periodismo y ética y es el actual director del consultorio ético de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano.

¿Cuál es su reflexión sobre el papel de Hollman Morris, Jorge Enrique Botero y Daniel Samper en la reciente liberación de secuestrados?

En casos como éste les aparecen a los periodistas demasiados jueces, y jueces que actúan en nombre de la ética, y allí comienza la equivocación, porque viene a ser ya una cuestión de procedimiento. Resulta que en ética nadie es juez de nadie, uno sólo es juez de sí mismo. Se pregunta uno por qué razón esto, y la respuesta es que la ética es una decisión personal tomada en libertad: yo soy ético porque quiero serlo. Y tengo mis razones para hacerlo; tengo, desde luego, un parámetro universal: la naturaleza humana, con todo lo que ella representa, con todas las exigencias, hasta convertir esas exigencias en mandatos que yo acepto; no que yo invento, sino que yo acepto.

Cuando examinamos los actos de estos periodistas, siempre pienso que lo más positivo es meterse en el pellejo de ellos y preguntarse: "¿Qué habría hecho yo en esas circunstancias". De acuerdo con ese procedimiento, me meto en el pellejo de Jorge Enrique Botero y encuentro que este hombre desembarca y lo primero que ve es la indignación que hay en los guerrilleros y la notificación: "La liberación está en peligro", por lo del avión sobrevolando, que era visto y oído por todos los presentes. Decía Daniel Samper: "Se necesitaba haber sido sordo para no sentir los motores del avión que estaba sobrevolando". Y eso era lo que los tenía en esa situación: yo, periodista, desembarco. me he embarcado en eso porque quiero ser testigo, me han dicho que siendo garante estoy facilitando la liberación. De pronto mi objetivo es la liberación de personas. Eventualmente me he puesto una camiseta que no era mía, la de ser garante o pertenecer a ese grupo, pero eso es una situación transitoria. En mí predomina mi situación permanente que es la piel de mi profesión: yo soy periodista. Yo de allí me pregunto qué puedo hacer para resolver este problema. Y esa es una pregunta garante y al revés: qué puedo hacer yo, cuál es mi contribución en este momento. Y encuentro que el arma que yo siempre manejo como periodista es la información. Si yo informo esto al público, es posible que se movilicen quienes tienen la responsabilidad de esos aviones y suspendan eso. Y yo he trabajado con Telesur17 y le cuento eso, con el fin de resolver el problema, porque para mí lo más importante en ese momento, sobre cualquier otra cosa, es que estas personas sean liberadas. ¿Qué es lo que yo habría hecho?

Por otra parte, en la equivocación del juicio, qué es lo que suponen las personas que motivó a Jorge Enrique Botero a hacer esa llamada. O sea, entramos en el terreno de las motivaciones. Le han atribuido la motivación de que estaba vendiendo ese informe a TelesuR. Le atribuyeron la otra, la avidez: con esto mi nombre va a estar vinculado a una noticia que le da la vuelta al mundo. Y puede haber una tercera motivación: aquí estoy reuniendo material para ganarme un premio internacional de periodismo. Son tres motivaciones de muy escasa dignidad. La primera que veo es la más noble de todas. En los juicios que se han emitido sobre la actuación de Jorge Enrique los jueces se atribuyeron la autoridad suficiente para atribuirle a él las motivaciones menos nobles: columnistas, gobierno, ministro de Defensa, todos esos juzgaron. Entonces uno se pregunta con qué fundamento a una persona se le atribuye las motivaciones menos nobles y se excluye la más noble, tanto más si se tiene en cuenta que el propio ministro de Defensa quiso justificar el sobrevuelo diciendo que fue un error de buena voluntad, de buena fe. ¿Por qué a las Fuerzas Armadas y a quienes ordenaron ese sobrevuelo se les atribuye que es de buena fe, y lo que hizo el periodista es de mala fe? Eso es parte del error inicial de convertirse en jueces de las intenciones de una persona. Por consiguiente, no hay ninguna autoridad en este momento que pueda decir: Jorge Enrique hizo esto o aquello. ¿Entonces qué juicio se puede emitir allí? Habría un juicio penal si nos vamos de acuerdo con las leyes: ¿hay alguna ley que Jorge Enrique haya violentado o desconocido, o infringido por la conducta que adoptó? Entonces lo más positivo de este acontecimiento es que los periodistas, metiéndonos en el pellejo de él, nos preguntemos qué habríamos hecho en circunstancias como esa, para que estando en una circunstancia así podamos obrar por la motivación más noble y no nos dejemos tentar por las motivaciones más bastardas. Eso es lo que yo veo que seguiría del caso.

Hay una circunstancia: desde luego, él tenía oficialmente la condición de miembro de esa comisión que iba a garantizar que se cumplía, que se podía llegar efectivamente a la liberación de esas personas, pero él entra al helicóptero con su cámara, y le permiten entrar con la cámara, pero él estaba con la comisión de conciliación. Había sido nombrado parte de la comisión por solicitud de Piedad Córdoba porque Jorge Enrique ha estado haciendo parte del equipo de Piedad y está preparando materiales con Piedad y tienen como protagonista a Piedad. Dado ese seguimiento —recuerden ustedes que en anteriores liberaciones estaba Piedad y siempre veía uno a Jorge Enrique atrás, como si se tratara de un ángel de la guarda—, en este caso Piedad dio los nombres y fueron aceptados. Esa aceptación es tanto de la guerrilla como del gobierno nacional. Entonces, el hombre se sube al helicóptero con su cámara, nadie se lo impide, el tipo, lo mismo que Daniel Samper, se suben al helicóptero sin renunciar a su condición de periodistas. Los dos son periodistas y quienes los invitaron saben que son periodistas, y al saber que son periodistas saben a qué se exponen cuando hay un periodista de por medio. Daniel Samper había hecho cesación temporal de su condición de periodista, eso lo dice él. Tanto es así, que cuando fueron liberadas esas personas se sintió sin necesidad de ese compromiso y comienza a escribir, como quien ha estado reprimiendo su ser natural en un ser artificial que es el de ser garante y cosas de esas que no son lo propio del periodismo.

¿Cuál es su opinión sobre la presencia de Hollman Morris en la zona?

Utilizo la misma metodología: me meto en los zapatos de Hollman Morris. Yo a él lo tuve en mi casa porque quiso conversar de estas cosas y preguntarme, y por eso me dio una versión que confirmó la versión que ya tenía de lo que habían sido los movimientos de Hollman. Esos juicios que se hicieron adolecen en gran parte de falta de información. La gente ha imaginado cosas y no ha caído en la cuenta de lo siguiente: primero, Hollman no estaba buscando este tipo de protagonismo, de testimonio. La voluntad o propósito inicial de Hollman fue hacer una entrevista con la cúpula de las FARC y venía trabajando en eso.

Entonces lo invitan, "Vaya a tal lugar" —porque hay que tener en cuenta esto: un periodista nunca encuentra a las FARC, son las FARC las que encuentran a los periodistas y las que ponen las condiciones—. Primera condición: "Llegue a tal sitio, tal día". Llega al sitio el día y la fecha acordada. Allí le dicen: "Sí, la entrevista está prevista para tal lugar, entonces aquí tiene un pie18". Son uno o dos días de camino. Apenas llega al sitio, resulta que no está el entrevistable. Le dicen: "No, se cambiaron las cosas, vaya a tal otro sitio", y creo que así estuvo en dos o tres sitios distintos hasta que finalmente le dicen: "Va a llegar usted a tal lugar y allí se va a encontrar con los que van a ser liberados. Tómelo o déjelo". En vez de la entrevista con el jefe alto, le dan la oportunidad de ser testigo de esto. Naturalmente, cualquier periodista se da dos tropezones con tal de ir allá. Cuando llega allá, uno con una cámara le dispara a todo lo que se mueve, porque está buscando imágenes que sabe que después no podrá obtener, que sabe que van a enriquecer su archivo, así sean las imágenes que en este momento no va a poder utilizar, podrá utilizarlas en el futuro. Está en ésas cuando aparecen los que van a ser liberados, conducidos por sus. guerrilleros o carceleros. A mí, como periodista, lo que se me ocurre en ese momento es hablar con ellos, a cualquiera se le ocurre, y yo sé, como periodista, que cuando comienzo a hacer una entrevista, ya comienza mi actuación crítica: esto que está diciendo esta persona es verdad o es mentira, es incoherente, es contradictorio o no. Es decir, el aparato crítico propio del periodista profesional, siempre que se acerca a una fuente, sea una fuente viva o una fuente escrita, uno siempre se está preguntando: "¿Esto será verdad?". Lo que se desarrolla en un periodista, y un periodista experimentado como Hollman, es dudar de todo. Dudo, luego existo. Parece que se convierte en un cartesianismo periodístico.

Entonces ¿qué pasa? Yo creo que él a las pocas palabras se dio cuenta que esos tipos estaban "libreteados19", pero no por eso va a suspender. Cuántas veces yo entrevisto a un ministro, a un político y me doy cuenta en las primeras palabras que está mintiendo. Porque después, de pronto aparece una perla que sea noticia, algo utilizable al entrevistar a estos hombres. Ya después viene lo que todos conocemos, la liberación, Hollman tiene el privilegio de filmar todo aquello, también hay cámaras de TelesuR, está Jorge Enrique, y hubo otra cámara. Parece que no son solamente ellos dos sino que hay un tercero ¿del periódico Voz20? Hay gente que está muy interesada, al fin y al cabo, es un triunfo que ha tenido la izquierda y particularmente Piedad Córdoba, eso no lo podemos negar. La fuente puede escoger a quién le entrega la información.

¿La fuente escogió a Hollman Morris?

Ellos encontraron más confiable a Hollman que a un camarógrafo de RCN o Caracol. Eso profundiza algún estigma de Hollman. Hollman viene haciendo Contravía, es decir, la forma de presentar los hechos de los otros medios de comunicación no es la misma que tiene Hollman, porque partimos del hecho de que nuestra información está muy condicionada por múltiples factores. Hay presiones sobre los medios. Y cuando se trata de medios comerciales son más vulnerables. El menos vulnerable es el medio independiente que no tiene que estar dependiendo tanto de la cuñita comercial ni del favor que le haga el gobierno, sino de otras fuentes. Por eso, para hacer periodismo independiente se necesita primero garantizar fuentes de lo que están diciendo. O cuyo condicionamiento puede ser burlado. Eso es parte del maquiavelismo periodístico. Es un mandato de técnica y ética periodista que la información tenga que ser equilibrada. Y yo no puedo dar información sobre el conflicto con base únicamente en los comunicados de las brigadas de las Fuerzas Armadas o del Ministerio. Esa es una información que, puesto que es de fuente oficial, debe ser mentirosa, yo tengo que comprobar. Toda fuente miente mientras no se demuestre lo contrario. Sea oficial o guerrillera. El trabajo del periodista es demostrar lo contrario.

¿Dónde está la verdad?

La verdad nadie la tiene. Uno está capturando fragmentos, chispazos de verdad que son los que ofrece la gente, y los que al ofrecerlos y hacerlos públicos permite que se acelere el proceso de decantación de todo eso. Eso es parte del coqueteo. Y este periodista estaba buscando la verdad de lo que sucede en la guerrilla. Pienso yo que es alguien que ha llegado a la convicción de que buena parte de la permanencia del conflicto se debe a una incomunicación. No ha habido acceso a lo que ellos realmente piensan. Ellos tampoco han tenido acceso a lo que piensa la sociedad, siempre intervienen esos filtros deformadores de los hechos y de las opiniones; por tanto, la tarea del periodista es construir esos puentes de comunicación entre sectores que están separados, y por estar separados están en conflicto. En conclusión, Hollman hizo lo que tenía que hacer como periodista. Yo, metido en los zapatos de Hollman, habría estado feliz de estar allá, y habría hecho lo que él hizo. Luego viene lo de las intencionalidades. Cuando yo tengo ese material, esas entrevistas, yo puedo hacer con ese material muy distintas cosas. Yo puedo inmediatamente —y es lo que le pasa al periodista novato— disparar eso para que salga antes que la competencia, la "chiva"21, entonces lo dispara sin hacer el examen crítico de lo que estos policías dijeron, sin examinar si fueron militares o no. Lo que importa es la "chiva", allí va la intencionalidad.

También pudo ser la otra intencionalidad: se lo vendo al que mejor me pague y este es un material que muchos quieren pagar. La tercera intencionalidad: mi prestigio de periodista va a crecer porque "soy el único que tiene el material". La cuarta intencionalidad, que es la más noble de todas, es darles a ellos una oportunidad de mostrar qué fue lo que pasó para que, conociéndolo la sociedad, repudie más radicalmente el supuesto por lo que ha tenido contacto con una víctima. ¿Quién me autoriza a mí a decir que Hollman tuvo la uno, la dos, la tres o la cuatro? Nadie. Todo cuento que se haga para decir que hizo lo uno o lo otro es temerario y raya con la calumnia. El único que puede decir qué fue lo que hizo es Hollman. Él ha tenido oportunidad de explicarlo, y en algunas partes ha dado explicación, pero no creo que nadie haya tenido el coraje de preguntarle: "Y ¿cuáles fueron sus intenciones?". Porque todos sabemos instintivamente que el mundo de las intensiones pertenece al fuero interno, o sea, a la intimidad de las personas. Él será quien lo diga en su momento. Ahora, supongamos que tenemos aquí a Hollman y dice: "Yo lo hice por esta y esta razón". Yo tengo todo el derecho de dudar.

Y ¿sobre la actuación de Daniel Samper Pizano?

Daniel Samper es alguien que ha reflexionado mucho. Él y yo hicimos parte del primer grupo que empezó a pensar el Código de Ética del Círculo de Periodistas de Bogotá. Ese código le debe a Daniel Samper muchísimo. Este contexto lo he hecho para diferenciar a Daniel Samper de Jorge Enrique y de Hollman. Primero hay una diferencia generacional; segundo, hay una diferencia de formación; y no ocultemos esto otro: Daniel [Samper] pertenece a una clase dirigente del periodismo. Es un periodista de unas enormes calidades, de lo mejor que tiene el país en periodismo, pero hace parte de accionistas del periódico El Tiempo. Por tanto, yo creo que está en capacidad de analizar de una manera más abstracta. "A mí me nombraron para esto y me voy a comportar como tal. Y me señalo un límite en el tiempo", que fue lo que él hizo. Esto hasta aquel momento. Pero no nos digamos mentiras: uno nunca deja de ser periodista; Daniel nunca podrá dejar de ser periodista, en ninguna circunstancia dejará de serlo. Y allí está mirando, reaccionando y grabando en su disco duro todos los elementos que un periodista quiere profesionalmente retener. Entonces es una especie de esquema mental distinto, y es un esquema, diría yo, más cerebral. "Ahora soy miembro de esta comisión, yo estoy en esta comisión para facilitar la liberación de unas personas". Lo mismo que, creo yo, pensó Jorge Enrique. Y una vez que termine mi función, entonces sí entro en función de periodista. Es decir, los dos tienen el mismo objetivo, los dos tienen un esquema mental distinto, pero los valores esenciales se mantienen en ese comportamiento.

Apuntes finales

En cualquier país, el hecho de que un grupo armado ilegal secuestre a cuatro integrantes de las Fuerzas Armadas, los tenga en su poder durante tres años y al final los libere gracias a la intervención humanitaria de la sociedad civil es una noticia de grandes proporciones. También en Colombia lo es, aunque aquí la guerra irregular genera con tal frecuencia hechos que involucran rehenes, heridos, muertos y todo tipo de víctimas, que la capacidad de asimilación del público, de la academia y del periodismo se ve desbordada a menudo. Los hechos del 1° de febrero del 2009 revistieron un interés particular para la ética periodística, porque tres de los protagonistas de la jornada eran reporteros reconocidos en el país y en Latinoamérica.

Dos meses después de la operación humanitaria y cuando la polémica ya había quedado opacada por otros incidentes de igual o peor gravedad, el experto en ética periodística Javier Darío Restrepo se pregunta si es posible, como propone Daniel Samper Pizano, despojarse de la piel de periodista para intervenir como garante en una entrega de rehenes, y pide no juzgar las intenciones de los reporteros involucrados en los hechos.

Hollman Morris cuestiona la falta de solidaridad del gremio periodístico y exhorta a que el análisis se concentre en los sobrevuelos militares de ese día, no exclusivamente en la actuación de los informadores. También pide tener en cuenta, como atenuante a su favor, el hecho de no haber publicado inmediatamente el material que obtuvo ese día.

Por su parte, Daniel Samper Pizano propone no dejar al arbitrio de la conciencia personal de los periodistas mediadores sus actuaciones en este tipo de casos y más bien adoptar posiciones gremiales y códigos colectivos.

El presente texto es un modesto aporte para desarrollar esa última propuesta, ya que, infortunadamente, los tres policías y el soldado que recuperaron la libertad a principios del año no fueron los últimos rehenes que estaban en manos de la guerrilla. Tras ellos quedó en la selva un número indeterminado de ciudadanos civiles y de militares, algunos de los cuales llevan más de once años lejos de sus familias.


1. Grupo formado por la iniciativa de personalidades académicas, políticas e intelectuales, que buscan un diálogo directo con los actores armados del conflicto colombiano, con el fin de buscar salidas negociadas al conflicto y la liberación de secuestrados.

2. Jesuitas en la Comunicación. Secretariado de comunicación social de la Compañía de Jesús en Colombia.

3. Esta entrevista fue realizada por Gabriel Jaime Pérez S.J. a través de correo electrónico el 4 de abril de 2009.

4. El principal diario de Colombia. Se publica en Bogotá, y circula en todo el territorio nacional.

5. Esta entrevista fue realizada por Carolina Rojas el 16 de marzo de 2009. Las preguntas fueron formuladas por Gabriel Jaime Pérez S.J.

6. Programa de televisión informativo dirigido por el periodista colombiano Hollman Morris. Se emite semanalmente y se ha caracterizado por cubrir, en formato de documental, varios eventos del conflicto armado en Colombia.

7. El material registrado por Hollman Morris durante la liberación, fue hecho público en el primer episodio del Tiempo Real, programa presentado por History Channel el 25 de mayo de 2009, después de haberse realizado esta entrevista.

8. Reconocido periodista colombiano. Desde 1991 es director de Caracol Radio y del programa radial de noticias y opinión 6am Hoy por Hoy.

9. Malintencionado.

10. Periodista colombiano, experto en ética periodística. Ha sido defensor del lector en los diarios El Tiempo (Bogotá) y El Colombiano (Medellín), y es miembro de la Corporación Medios para la Paz y de la Fundación para la Libertad de Prensa.

11. Periodista colombiano. Director del informativo Noticias Uno, y columnista de la revista Semana.

12. Político colombiano. Senador de la república y actual candidato a la presidencia de Colombia por el Partido Liberal.

13. Director editorial de la revista Semana y ex ministro de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Ernesto Samper.

14. Radio Cadena Nacional (RCN) y Caracol son las dos principales cadenas mediáticas privadas de Colombia. Cada una cuenta con un canal propio de televisión abierta y varias emisoras radiales.

15. Término utilizado en Colombia que para referirse cariñosamente a una persona de confianza.

16. Esta entrevista fue realizada por Carolina Rojas el 2 de marzo de 2009, con las preguntas propuestas por Gabriel Jaime Pérez S.J.

17. Cadena de televisión auspiciada por los gobiernos latinoamericanos de Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Uruguay y Venezuela. Su sede principal es en Caracas, Venezuela, y transmite por señal abierta y satelital a varios países de América y Europa.

18. Expresión utilizada en Colombia para decir que se está a la mitad de camino de un lugar, o de una finalidad.

19. En Colombia, una persona "libreteada" es alguien que no actúa con naturalidad sino que está siguiendo un diálogo aprendido, como en el libreto de una película.

20. El periódico colombiano Voz circula principalmente en Bogotá. Es el órgano informativo tradicional del sector político de izquierda en Colombia. Funciona con el apoyo de organizaciones sindicales y del Partido Comunista Colombiano, PCC.

21. Primicia informativa, en la jerga de los periodistas colombianos.

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