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Signo y Pensamiento

Print version ISSN 0120-4823

Signo pensam. vol.29 no.56 Bogotá Jan./June 2010

 

La relación entre comunicación y desarrollo en Colombia El aporte de la investigación de las facultades de comunicación entre 2000 y 2006.

Relationship between Communication and Development in Colombia: the Contribution of Communication Schools to Research from 2000 to 2006.

ÁLVARO DIEGO HERRERA *

SONIA URUBURU *

* Álvaro Diego Herrera Arango. Colombiano. Comunicador social, magíster en Comunicación, y candidato al Doctorado en Comunicación de la Universidad de Montreal (Canadá). Es el investigador principal del trabajo interuniversitario Estado del Arte de la Investigación en Comunicación y Desarrollo en Colombia. 2002-2006. (Bogotá, 2008). Hasta el año pasado fue docente investigador en la Facultad de Comunicación Social para la Paz de la Universidad Santo Tomás y como docente del Departamento de Comunicación de la Pontificia Universidad Javeriana. Actualmente es docente auxiliar y auxiliar de investigación del laboratorio Culture populaire et connaissance critique del Département de Communication de la Universidad de Montréal (Canadá).. Correo electrónico: alvaroherrera0313@yahoo.com

Sonia Uruburu Gilède. Colombiana. Antropóloga, magíster en Historia y sociología, y candidata al Doctorado en Sociología de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París (Francia). Co-investigadora del trabajo interuniversitario: Estado del Arte de la Investigación en Comunicación y Desarrollo en Colombia. 2002-2006. (Bogotá, 2008). Actualmente es docente investigadora de la Facultad de Comunicación Social para la Paz en la Universidad Santo Tomás. Correo electrónico: suruburu@gmail.com

Recibido: Abril 13 de 2009 Aceptado: Enero 27 de 2010

Submission date: April 13th, 2009 Acceptance date: January 27th, 2010


Este artículo presenta los resultados de una investigación documental interpretativa orientada a reconocer las temáticas, los enfoques de investigación, los referentes teóricos y las formas de abordaje de la relación comunicación y desarrollo en 29 investigaciones realizadas por las facultades de Comunicación Social del país. En primer lugar, plantea como marco teórico la evolución del concepto de desarrollo en relación con la comunicación desde los años 50. En segundo lugar, describe las principales características y tendencias de la reflexión de las universidades sobre la comunicación y el desarrollo en la complejidad del contexto nacional. Finalmente, propone rutas metodológicas, temáticas y teóricas que contribuyan a la consolidación del campo de la Comunicación y el Desarrollo, en permanente construcción.

Palabras claves: Comunicación - enfoques metodológicos. Referentes teóricos en comunicación. Cambio social. Desarrollo alternativo. Desarrollo sinergético. Medios de comunicación. Conflicto.

Descriptores: Comunicación y desarrollo - Colombia -Siglo XXI. Medios de comunicación de masas-Colombia -- Siglo XXI. Estado del arte.


This article presents the results of interpretive documentary research work. Its purpose was to identify topics, research approaches, theoretical referents, and other approaches to the relationship established between communication and development in 29 research papers done in Colombian Social Communication Schools. To begin with, we use as our theoretical framework the evolution of the concept of development (vis-à-vis communication) from the 1950's onwards. Next, we describe the main characteristics and trends of this concept in different universities and in the midst of our complex national context. Finally, we propose methodological, thematic, and possible theoretical paths that could contribute to strengthen the area of communication and development in continuous construction.

Key words: Communication - methodological approaches. Theoretical referents in communication. Social change. Alternative development. Synergetic development. Mass media. Conflict.

Search Tags: Communication and development - Colombia -- 21th century. Mass media - Colombia -- 21th century. State of the art.


Origen del artículo

Este artículo es una reflexión de los autores que surge del trabajo colectivo realizado por un grupo interuniversitario de investigación conformado por Alvaro Herrera y Sonia Uruburu (Universidad Santo Tomás - usta), Bogotá Patricia López Preciado y Andrea Sotelo (Universidad Nacional Abierta y a Distancia - unad) y César Rodríguez y Ángela Rojas (Corporación Universitaria Minuto de Dios - uniminuto), Bogotá.

Pensar el desarrollo en Colombia requiere entender las problemáticas de exclusión, desigualdad, pobreza, violencia y otras dinámicas que han caracterizado la historia de este país. Indagar por la forma como han sido abordadas estas situaciones desde las facultades de comunicación constituye un punto de partida para aportar a su transformación. Ese es el propósito del Estado del arte de la investigación en comunicación y desarrollo en Colombia 2000-2006: describir los procesos de conceptualización y análisis de la relación comunicación y desarrollo en Colombia desde las instituciones académicas. Para ello, se reunió un equipo interdisciplinario, compuesto por comunicadores, antropólogos y psicólogos, que desde 2007 han analizado los referentes teóricos, líneas temáticas, enfoques de investigación, conceptos de desarrollo y aportes de las investigaciones a la construcción de lo público.

Este trabajo es el resultado de un esfuerzo interinstitucional de tres universidades: Santo Tomás (usta), Nacional Abierta y a Distancia (unad) y Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto). Los resultados del estudio sugieren pautas de acción para fortalecer las rutas de trabajo sobre temas, campos, poblaciones y regiones en las que se ha explorado la relación comunicación-desarrollo; identificar nuevos rumbos teóricos y metodológicos que aporten a la manera como se ha abordado la comunicación y el desarrollo; y revisar los sistemas de investigación y el lugar que ocupa este tema en los programas académicos de las facultades de comunicación.

En este artículo haremos un recorrido por las teorías y momentos que ha atravesado la noción de desarrollo y su relación con la comunicación desde los años cincuenta hasta la actualidad. Éstos sirven como referentes teóricos del estudio. Así mismo, presentamos el proceso metodológico que permitió recolectar y analizar la información del estudio. Por último, planteamos algunas reflexiones en torno al concepto de desarrollo y al aporte que las universidades colombianas han hecho a este campo desde los medios, espacios y procesos de comunicación social en el país.

Consideramos que esta investigación es un punto de partida para pensar la comunicación como un proceso articulador y transformador que contribuya al bienestar de la población nacional. Entender cómo se ha analizado la relación comunicación y desarrollo, y sobre qué se ha pensado al respecto, constituye un primer paso para proponer trabajos, estrategias y proyectos que comprometan la acción de los comunicadores con el presente y el futuro del país.

Comunicación y desarrollo:una relación en construcción

El mundo (especialmente, América Latina, África y Asia) llegó al siglo xxi tratando de encarar algunos problemas históricos no resueltos, como la desnutrición, la pobreza, la deficiencia de servicios públicos y el analfabetismo. Esta situación pone en tela de juicio los esfuerzos realizados en aras del desarrollo, pues son múltiples las condiciones que aún obstaculizan el acceso a una calidad de vida digna, al conocimiento, a los medios, a los procesos de producción tecnológica y a oportunidades que le permitan a la población realizar y potenciar sus capacidades como sujetos.

El concepto de desarrollo: múltiples miradas desde la comunicación

En las ciencias sociales y en las políticas públicas del siglo XX, el concepto de desarrollo se planteó como un heredero de los programas de reconstrucción económica y social adelantados en el marco de la segunda posguerra. Por ende, desde entonces, se lo asoció con el de civilización y progreso.

Norbert Elias (1982) reconstruyó la génesis del concepto de civilización y demostró cómo éste, en el siglo xix, a partir del uso indiferenciado que se le dio en Francia y Alemania, fue asumido como un elemento que "atenúa hasta cierto punto las diferencias nacionales entre los pueblos y acentúa lo que es común a todos los seres humanos o debiera serlo desde el punto de vista de quienes hacen uso del concepto." (1982, pp. 57-58). De esta manera, la civilización fue vista como un estadio ideal por alcanzar, que desconoce la peculiaridad de lo diferente y de lo "otro". Por ello, las nociones que asocian desarrollo con civilización buscan homogeneizar e igualar las culturas con otra cultura que se supone superior, pues es aquélla desde la cual se habla.

Bajo estas premisas, se partía del supuesto de la existencia de unas culturas atrasadas, en estadios arcaicos -de allí el origen del término subdesarrollo- y de otras culturas que han alcanzado un estadio digno de imitar, en cuanto se encuentran en el lugar del "progreso" y bienestar. Para ello, se propusieron caminos únicos, como la industrialización y el crecimiento económico, medios para alcanzar una modernización dependiente del uso de la tecnología. Por ende, la comunicación quedaba reducida a un enfoque transmisionista y asimétrico, en el que los medios eran concebidos como entes tecnológicos absolutos y poderosos frente a una audiencia inerme y pasiva que recibe todos sus efectos. Allí se ubican las nociones de comunicación propuestas por Lasswell en los años veinte, por Lazarsfeld en los años treinta e, incluso, por Shannon y Weaver en los años cincuenta (Wolf, 1991).

Esta concepción tuvo eco en América Latina, por medio de programas como la "Alianza para el progreso" liderada por Kennedy, que en los años sesenta dio lugar a las economías y teorías desarrollistas en la región (Pereira, Bonilla y Benavides, 1998, p. 123). Éstas dieron como resultado lo que Martín-Barbero (2003) llama un "destiempo entre Estado y nación", es decir, una dinámica de desarrollismo y transnacionalización, donde lo que primaba, en las políticas y acciones públicas, era la presencia de la tecnología per se, sin que se consultara a las comunidades acerca de sus necesidades o de los modos en que ellas harían uso de ésta.

Desde este enfoque, el desarrollo se expresa por medio de indicadores económicos y sociales con validez universal y cuantitativa. Las dinámicas económicas -particularmente el crecimiento- y tecnológicas eran consideradas como determinantes fundamentales de los índices de desarrollo y, por ende, de la solución de los problemas de la sociedad.

Desarrollo, dependencia y democratización de los medios

"A partir de los años setenta, las expectativas de un progreso acumulativo, ilimitado y universal implícitas en el discurso desarrollista comienzan a resquebrajarse" (Viola, 2000, p. 17). Al contrario de lo esperado, los países del "Tercer Mundo" continuaban ampliando la brecha de la pobreza en términos económicos y sociales.

En Latinoamérica, por ejemplo, se disparó el proceso de urbanización, y las grandes ciudades comenzaron a recibir legiones de población que se desplazaba desde los campos. Crecieron los barrios marginales y suburbanos. Los campos quedaron semiabandonados, semitecnolo-gizados y empobrecidos. Las ciudades extensas -altamente desiguales, clasistas, modernas y premodernas al mismo tiempo- se convirtieron en focos de problemas económicos y sociales que se expresaron por medio de la violencia. Bajo estas condiciones, los productos agrícolas y ganaderos y aquéllos de las industrias urbanas no podían competir en los mercados internacionales, y al mismo tiempo, el aumento en la deuda externa de estas naciones daba muestras de la crisis de sus proyectos de modernización. Así, el concepto de "desarrollo" comenzó a hacer crisis.

Como respuesta surgieron propuestas reflexivas de los países "no alineados". Éstos habían ocupado un lugar de receptores pasivos de unos programas centrados en el determinismo tecnológico y económico. Dicha respuesta se conoció como el desarrollo autocentrado y se unió al concepto latinoamericano de la "teoría de la dependencia", liderado por la Comisión Económica para América Latina (cepal) (Pereira, Bonilla y Benavides, 1998, p. 127). Desde allí, la preocupación por el subdesarrollo se explicó a partir de la historia de las relaciones estructurales de dependencia que unen a las naciones "centrales" con las naciones de la "periferia"; desde la distribución inequitativa del ingreso que impide la ampliación de los mercados; y desde la debilidad del sector agropecuario, ocasionado por relaciones premodernas de tenencia de la tierra, como el latifundio.

En el marco de la comunicación, los investigadores latinoamericanos centraron su atención en la propuesta crítica de la Escuela de Frankfurt, desde la cual los medios de comunicación requieren trascender la perspectiva instrumental y difusionista de un progreso único y homoge-neizante hacia un desarrollo definido desde la región o la nación. En ese sentido, los modelos de comunicación se basaron en un concepto bidireccional y horizontal, donde el emisor es a la vez receptor, y el receptor es a la vez emisor, y donde los medios aportan a la ciudadanía y convocan a la participación.

Estas propuestas implicaban una democratización del flujo informativo internacional y de la propiedad de los medios a través de políticas nacionales de comunicación (pnc), que posibilitarían el acercamiento entre el Estado y la sociedad civil desde "organizaciones de desarrollo participantes, a nivel regional, distrital y vecinal" (White citado en Pereira, Bonilla y Benavides, 1998, p. 130).

Estos intentos de democratización de la comunicación a partir de las transformaciones en la propiedad de los medios no presentaron logros efectivos en la realidad de las sociedades latinoamericanas. Por el contrario, generaron una serie de temores y reacciones en los propietarios de los medios de comunicación y en los conglomerados económicos, y, en el caso colombiano, se vieron obstaculizados en gran medida por las visiones excluyentes y burocráticas de la reparticiónbipartidista del poder que caracterizó el periodo conocido como el Frente Nacional1. A esto se sumó que, en ese momento, las instituciones colombianas trataban de sofocar expresiones que propusieran transformaciones en la propiedad de los medios, en tanto ellas se asociaban, desde las élites, con el tema del comunismo, fantasma que rondaba por América Latina desde su instauración en la Cuba revolucionaria y en el Chile de Allende.

Una propuesta desde Latinoamérica: el desarrollo alternativo

La exclusión de movimientos minoritarios, el fantasma del comunismo y la ausencia de participación de las comunidades en la definición de sus condiciones de bienestar condujeron, en los años ochenta, a cuestionar el concepto tradicional de democracia en la región. Ésta dejó de verse sólo como la ausencia de regímenes dictatoriales -suficientemente expandidos- y empezó a cuestionarse desde posturas que la relacionaban con la prosperidad económica y el desarrollo material alcanzados "con la participación efectiva del pueblo en la toma de decisiones para asegurar la real vigencia de la equidad con paz y en libertad" (Beltrán citado en Cimadevilla, 2006).

Durante esta época, las ciencias sociales criticaron el discurso que hasta entonces se venía dando en torno al concepto de desarrollo. Plantearon superar el determinismo económico y evolucionista, y centraron la discusión en torno al desarrollo como fenómeno sociocultural. Se empezó a hablar, entonces, del desarrollo alternativo. ¿Alternativo a qué? Al modelo occidental. Éste debía ser planteado desde la realidad social específica de cada una de las culturas implicadas en el proceso. Ellas mismas definirían sus necesidades y su concepto de bienestar. El concepto evolucionista del desarrollo como logro, como sumun de la civilización, se puso en tela de juicio.

A partir de esta propuesta, los organismos internacionales, hacia finales de los años ochenta, decretaron la importancia de incluir la dimensión cultural del desarrollo como un concepto más o,por lo menos, tan importante como el del desarrollo tecnológico2. Para entonces, se acuñaron términos como el de "etnodesarrollo", en el que lo fundamental era asumir el derecho de las poblaciones a identificar, plantear y trabajar en torno a sus propios proyectos. Esta concepción desembocó en la reflexión académica sobre la diversidad identitaria de los pueblos.

Frente a esta situación, la comunicación empezó a concebirse desde un modelo democrático, dialógico y horizontal, en el que se construyen "'espacios de libertad' opuestos al asistencialismo social y la estructura socioeconómica -capitalista- dominante, propia de las élites dirigenciales y del sistema transnacional de la cultura." (Pereira, Bonilla y Benavides, 1998, p. 131). Se trataba de una propuesta que exaltaba las creaciones populares, barriales y rurales, por medio de las cuales los marginados ejercían mecanismos de resistencia y presión que les permitían superar -o, más bien, soportar- sus condiciones de exclusión frente a las culturas dominantes.

Esta noción legitimó la presencia de medios de comunicación alternativos y populares, por medio de los cuales se recogieran las 'auténticas' experiencias y prácticas de comunicación alternativa (Pereira, Bonilla y Benavides, 1998, p. 131). Desde allí, se propuso desvincular la noción de cultura de la noción de civilización (Elias, 1982) hacia las prácticas cotidianas, los hábitos del lenguaje y los espacios alternativos.

Más adelante, estos fines esperanzadores de la comunicación alternativa entraron en crisis, al convertirse en herramientas instrumentales -justo lo que criticaban-, por medio de la exotización del otro, el folclor y la fascinación por lo popular. Así, los análisis y propuestas de desarrollo para estas comunidades se desarrollaron separadas del análisis de las relaciones de poder, lo cual implicó, más que una transformación, un embelesamiento con la forma de lo popular, que contribuyó a su permanencia en condiciones marginales.

Del desarrollo al cambio social: del resultado al proceso

A partir del fracaso en las concepciones y programas anteriores frente a la resolución de necesidades básicas en los países marginales, las concepciones frente al desarrollo se han abierto hacia dinámicas más integradoras y variables más creativas, socio-culturales, diversas y locales. Éstas implican un mayor protagonismo del sujeto individual en su relación con la sociedad.

En los años noventa, el discurso del desarrollo empezó a analizarse desde tres ejes fundamentales: las formas de conocimiento, la conceptualización y la teorización del término; el sistema de poder, y las formas de subjetividad moldeadas por el discurso (Viola, 2000, p. 19). Todo esto, enmarcado en la era de la globalización y las nuevas tecnologías, especialmente las de la comunicación. De acuerdo con Escobar (1995), la globalización no ha desembocado en la universalización y homogeneización de la cultura, sino, al contrario, en el esfuerzo de éstas por diferenciarse a través de procesos de reconstrucción y revitalización cultural.

Desde su experiencia en la 'Dirección de políticas y planificación regionales' del Instituto

Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ilpes) 3, Sergio Boisier propuso la necesidad de no seguir confundiendo el desarrollo con más objetos materiales (más casas, más caminos, más escuelas, más hectáreas de tal o cual cultivo) (2004, p. 3). Para él, se trata más de una forma de acción que propone cambiar y mejorar situaciones y procesos; es decir, generar transformaciones sociales.

Por esta razón, el autor planteó la necesidad de reconocer las maneras como el desarrollo es incidido, tanto por factores materiales y económicos, como por otros intangibles, como el capital4simbólico, cognitivo, cultural, institucional, cívico y psicosocial. Estas formas de capital, "adecuadamente articuladas entre sí, deberían casi inexorablemente producir desarrollo." (Boisier, 2004, p. 3). Dicha articulación depende de la forma más importante de capital: el sinergético, que consiste en una capacidad social:

[...] de promover acciones en conjunto dirigidas a fines colectiva y democráticamente aceptados, con el conocido resultado de obtenerse así un producto final que es mayor que la suma de los componentes. Se trata de una capacidad normalmente latente en toda sociedad organizada. Como toda forma de capital, el capital sinergético es un stock de magnitud determinada en cualquier territorio y tiempo, que puede recibir flujos de energía que aumentan este stock y del cual fluyen otros flujos de energía dirigidos precisamente a articular otras varias formas de capital. (2004, p. 3)

Más que una acumulación de recursos tangibles, el capital sinergético consiste en una capacidad recursiva y creativa que posibilita el uso y la combinación de la fuerza de los demás capitales a favor de las comunidades (Boisier, 2004, pp. 4-5).

Amartya Sen complementa esta propuesta desde otras dos dimensiones intangibles: la agencia de los sujetos y la libertad. Este autor indio, ganador del Premio Nobel de Economía en 1998, propone estas dos nociones como inherentes al desarrollo. La primera le otorga una dimensión subjetiva: reconoce que el desarrollo depende de la capacidad de los individuos para sobreponerse a las condiciones que viven y para utilizar a su favor los recursos de los que dispone, pese a la adversidad. Para el autor, la agencia de los sujetos, en el sentido más antiguo y elevado, se refiere a "la persona que actúa y provoca cambios cuyos logros pueden juzgarse en función de sus propios valores y objetivos, independientemente de que los evaluemos o no también en función de algunos criterios externos" (2000, p. 35).

Para que el sujeto pueda actuar es necesario ofrecerle las oportunidades y posibilidades que le permitan expandir sus capacidades y desde las cuales pueda reconocer, gestionar e incidir en su propio desarrollo. Es allí donde el autor presenta la imprescindible relación con la libertad humana como medio y fin del desarrollo:

El desarrollo consiste en la eliminación de algunos tipos de falta de libertad que dejan a los individuos pocas opciones y escasas oportunidades para ejercer su agencia razonada. La eliminación de la falta de libertades fundamentales -es lo que sostenemos aquí- es una parte constitutiva del desarrollo. (Sen, 2000, p. 16)

Y complementa:

Es necesario examinar e investigar los fines y medios del desarrollo para comprender mejor el proceso de desarrollo; sencillamente, no es suficiente fijarse como objetivo básico la maximización de la renta o de la riqueza, que, como señaló Aristóteles 'no es más que un instrumento para conseguir otro fin'. Por esa misma razón, no es sensato concebir el crecimiento económico como un fin en sí mismo. El desarrollo tiene que ocuparse más de mejorar la vida que llevamos y las libertades de que disfrutamos. La expansión de las libertades que tenemos razones para valorar no sólo enriquece nuestra vida y la libera de restricciones, sino que también nos permite ser personas sociales más plenas, que ejercen su propia voluntad e interactúan con -e influyen en- el mundo en que viven. (2000, pp. 30-31).

Las libertades de las que habla el autor son complementarias, se refuerzan o se debilitan entre sí. Él las clasifica en: libertades políticas, servicios económicos, oportunidades sociales, garantías de transparencia y seguridad protectora. Todas ellas apuntan a mejorar las condiciones y la libertad del ser humano en general (2000, p. 27).

Frente a la libertad de servicios económicos, el autor propone una conjugación con otros factores que son decisivos en la generación de transformaciones para el bienestar humano. Para ello, hace comparaciones que demuestran la ineficiencia de los beneficios económicos para el desarrollo cuando son tenidos en cuenta de manera separada, sin proponer una articulación con otras dimensiones de la vida social y subjetiva. Por ejemplo, explica cómo aunque los afroamericanos que viven en Estados Unidos son mucho más ricos desde el punto de vista de la renta que los habitantes de China o la provincia india de Kerala, sus posibilidades de supervivencia son mucho menores que las de estos territorios5 .

Dicho comportamiento de la esperanza de vida se explica desde factores intangibles -tal como lo propone Boisier-, entre ellos: las instituciones sociales y las relaciones en el seno de la comunidad, como la cobertura médica, la sanidad pública, la educación escolar, el orden público y el grado de violencia (Sen, 2000, p. 41). Esta perspectiva pone de nuevo en juego la importancia de una transformación integral, un cambio social, que en el caso de Boisier era visto a partir de la acción del capital sinergético y que, en este caso -complementario-, es propuesto desde las relaciones recíprocas entre las libertades:

La creación de oportunidades sociales, por medio de servicios como la educación y la sanidad públicas y el desarrollo de una prensa libre y muy activa, puede contribuir tanto a fomentar el desarrollo económico como a reducir significativamente las tasas de mortalidad. La reducción de las tasas de mortalidad puede contribuir, a su vez, a reducir las tasas de natalidad, reforzando la influencia de la educación básica -en especial la capacidad de lectura y escritura y de la escolarización de las mujeres- en la conducta relacionada con la fecundidad. (Sen, 2000, p. 60).

Con estas propuestas, tanto Boisier como Sen replantean el lugar del mercado como escenario para el ejercicio de la igualdad y de las realizaciones humanas por medio del consumo, presupuesto básico de la sociedad neoliberal. Pero, ¿cómo garantizar el desarrollo o la transformación social necesaria para éste a pesar y/o en medio de un mercado que resulta imprescindible, pero que ha sido planeado desde lógicas que le son contrarias? Sen propone:

Examinar simultáneamente la eficiencia del mecanismo del mercado desde el punto de vista de las libertades, por una parte, y la gravedad de los problemas de desigualdad de las libertades por otra. Hay que resolver los problemas de equidad, sobre todo cuando se trata de graves privaciones y extrema pobreza, y en ese contexto puede muy bien desempeñar un importante papel la intervención social, incluida la ayuda pública. (2000, p. 152)

De esta manera, propugna por un enfoque pluralista que garantice la inserción y participación en el mercado, pues si no se tienen condiciones de equidad, lo más probable es que se generen tan altas condiciones de exclusión que se nieguen o bloqueen los flujos mismos del mercado, debido a la falta de capacidad adquisitiva de altos porcentajes de la población. En consecuencia, no sólo para posibilitar la generación de libertades, sino también para garantizar su continuidad, el mercado debe garantizar que los individuos tengan suficientes oportunidades para elegir.

Es allí donde se propone un enfoque basado en la educación y alfabetización como agentes del cambio social, donde el individuo fortalezca su agencia, y, al mismo tiempo, los diversos recursos y capitales de la sociedad incidan en un progreso económico que propicie el logro de los intereses públicos sobre los privados.

Propuestas para abordar la relación comunicación y desarrollo

El recorrido que hemos hecho por el concepto de desarrollo plantea posturas conciliadoras que reconocen la importancia de factores diversos en este proceso. Los radicalismos tecnológicos, endógenos o de la propiedad de los medios han sido superados por visiones más articuladoras, que garantizan mayor cercanía entre el sujeto y su destino social e individual. Así mismo, estas visiones han privilegiado el lugar de los procesos sobre el de los objetos, y, en ese sentido, han recalcado el valor de la comunicación como eje dinamizador y como espacio de transformación, más que como herramienta del desarrollo. Con base en lo anterior, y en los aportes de Luis Ramiro Beltrán (citado en Cimadevilla, 2006), Silvio Waisbord (2007) y Rosa María Alfaro (1993), el grupo de investigación definió tres momentos para comprender la relación comunicación y desarrollo.

El primero se ocupa de la relación desarrollo, tecnología y difusionismo, que definimos en el apartado anterior. Fue considerado como el paradigma dominante, puesto que ha prevalecido desde los años cincuenta hasta la actualidad. En éste, el desarrollo se concibe como un punto de llegada a un estadio evolutivo definido de antemano y sin tener en cuenta las particularidades de las comunidades. Silvio Waisbord (2007) lo identifica como una posición según la cual la carencia de información es la que produce el subdesarrollo. Por lo tanto, el papel de los medios es resolver esta carencia por medio de la divulgación de información y el cambio de actitudes. En ella, la comunicación se ve como un instrumento subordinado que aporta a un desarrollo definido de antemano. Esta relación se resume como comunicación para el desarrollo.

El segundo momento está marcado por el paradigma de la comunicación alternativa. Se basa en el proceso de superación de la inequidad. En éste, el papel de la comunicación y de los medios se propone garantizar el acceso de los excluidos a las diversas formas poder: el de la información, que requiere generar acceso a los medios de comunicación; el poder político, frente al cual se promueve la participación de las comunidades en los núcleos de planificación y decisión política; y el poder educativo, por medio de la descentralización de la educación, el manejo y la producción de contenidos educativos. Esta posición se articula con la noción de desarrollo alternativo, que, como ya mencionamos, fue altamente influenciada por la Escuela de Frankfurt.

Un tercer momento, más reciente, tiene que ver con la comunicación para el cambio social. En él, la comunicación se observa como dinamizadora de la construcción de redes sociales, no sólo para promover el acceso al poder, sino para establecer relaciones proactivas. Este paradigma de la comunicación tiene en cuenta la acción individual de los sujetos, la capacidad de las comunidades para establecer relaciones, articular esfuerzos y recursos, y potenciar sus condiciones de vida. Este paradigma centra su mirada sobre los procesos sociales definidos en cada comunidad, desde sus necesidades e intereses. En él, son clave los conceptos de capital sinergético, libertad y agencia de los sujetos, propuestos por Sergio Boisier y Amartya Sen.

Metodología de investigación:procesos y actividades

Dicho estado del arte se centró en el análisis de investigaciones en el campo de comunicación y desarrollo, realizadas por estudiantes de posgrado o por los grupos de investigación y docentes de las facultades de comunicación social de 41 universidades del país. El criterio de delimitación temática de las investigaciones fue determinado por las instituciones académicas consultadas. El grupo de trabajo consideró que de esta manera era posible dar cuenta de cómo y qué conciben las diferentes facultades acerca del campo de la comunicación y el desarrollo.

Fases del estudio

Recolección de información

Durante esta etapa, de 10 meses de duración (febrero a diciembre de 2007), fueron contactadas 41 facultades de comunicación social de las regiones Costa Atlántica, Centro y Occidente. Para recolectar la información, el grupo de investigadores utilizó medios como el correo físico y electrónico, el contacto telefónico, la visita personal y los viajes, cuando fue necesario. (ver Figura 1 al final del artículo)

Cada facultad participante en el proyecto debió contribuir con un informe completo de investigación, en el que se incluyeran objetivos, planteamiento del problema, marco teórico, diseño metodológico, resultados y conclusiones (ver Tabla 1 al final del artículo).

Características de la fase de recolección de información Debido a la dificultad para encontrar investigaciones en materia de comunicación y desarrollo, puede afirmarse que en la mayoría de las facultades existe poco nivel de sistematización de las investigaciones producidas; en gran medida, faltan bases de datos y registros que den cuenta de los procesos investigativos adelantados, lo que afecta la visibilidad de las investigaciones y, por ende, su impacto. Esto se debe, en muchos casos, a que las investigaciones siguen haciendo parte del acervo personal de los investigadores y no de los bancos de información de las universidades.

En las instituciones convocadas existen dificultades para clasificar los temas centrales de investigación, por lo cual se presenta muy poca definición en cuanto a qué temas se relacionan o no con la comunicación y el desarrollo. De aquí se puede deducir que las universidades colombianas apenas comienzan a cuestionarse y delimitar el campo de la comunicación y el desarrollo. Cabe destacar el alto número de facultades (23) que negaron tener trabajos en este campo. Esto puede explicarse por: una escasa delimitación del campo, un desconocimiento de la articulación de las investigaciones realizadas con la comunicación y el desarrollo o un desinterés en el tema.

Fase de interpretación y análisis En esta fase delimitamos ocho categorías de interpretación que condujeron a la construcción de un instrumento de análisis, el cual permitió establecer acuerdos entre los integrantes del grupo de investigación frente a la manera de leer e interpretar los textos. De estas ocho categorías, presentamos las tres que dieron mayores luces para comprender los trabajos.

Guía para la lectura de las investigaciones6 :

a. Cada docente realiza la lectura de los textos digitalmente y va clasificando el contenido utilizando la herramienta de comentarios en Word.

b. Dicha clasificación u organización de la información se debe realizar teniendo en cuenta cada una de las categorías siguientes (ver tablas 2, 3 y 4 al final del artículo); los elementos que se definen de cada una de ellas son pistas para realizar la lectura y el proceso de organización de la información, pero abiertas a nuevos hallazgos o clasificaciones que arrojen las investigaciones mismas. c. Una vez realizada la lectura en Word y la clasificación con la herramienta de comentario, se procederá a incorporar la categorización en el sistema Atlas-ti.

El software Atlas Ti clasifica la información en los siguientes conceptos (ver Figura 2 al final del artículo):

• Códigos: clasificación mínima, en la que se identifican los temas básicos. En el caso de la investigación, en los códigos se ubicaron los ejemplos de las teorías, enfoques y temas que se encuentran en la guía de lectura.

• Familias: agrupaciones de códigos que tienen afinidad entre sí. Por ejemplo, en ellos se agruparon: las técnicas de investigación (códigos) para conformar un enfoque de investigación (familia).

• Superfamilias: agrupaciones de familias. Por ejemplo, todo el enfoque histórico-hermenéutico-interpretativo es una superfamilia.

• Supercódigos: es la categoría macro que agrupa las superfamilias. En este caso, se consideraron como supercódigos: los referentes temáticos, los referentes teóricos, los enfoques de investigación, todos los aportes de las investigaciones a la comunicación y el desarrollo.

Estas clasificaciones permitieron agrupar la información de tal manera que la asociación de diversas ideas y fragmentos ubicados en textos distintos permitió la consolidación de informes por categorías, representadas en familias, superfamilias o supercódigos (ver anexo Figura 3 al final del artículo).

Resultados de la investigación

Principales temas abordados por las investigaciones

Los estudios analizados muestran un especial interés por temas como la ciudadanía y las diferentes manifestaciones del conflicto. Aunque el concepto de ciudadanía no se aborda desde una reflexión teórica profunda, éstas lo abordan en relación con múltiples aspectos, entre los que sobresalen la participación política y comunitaria, la formación en valores y normas, y la capacidad de actuar para mejorar la realidad. Por su parte, el conflicto es abordado en profundidad en cuatro de las 29 investigaciones. Se hace presente en todas sus manifestaciones: en los campos político, económico, social, ambiental, cultural y simbólico. Éste se analiza como un hecho social alrededor del cual los diferentes actores generan procesos de resolución en busca de sus libertades básicas. En este sentido, el desarrollo se relaciona con la capacidad de resolver el conflicto desde los diversos actores sociales y sus recursos.

A pesar de que las categorías temáticas que se refieren a las formas comunicativas y medios de comunicación son las más recurrentes, sólo en pocos casos el grupo de investigaciones analizadas tienen como objeto los medios masivos. Esta situación conduce a concluir que desde el campo de la comunicación, el desarrollo se está pensando, en la mayoría de los casos, a partir de los medios alternativos. La relación entre regiones y temáticas se presenta en la Tabla 5 (ver al final del artículo).

Como puede verse, la interpretación de los diferentes trabajos de investigación denotó que el interés temático coincide con la realidad social, política y económica del entorno de los investigadores, facultades y universidades. Por ejemplo, en Norte de Santander y Santander, Valle del Cauca y Huila, y en los departamentos del Magdalena Medio, azotados por la violencia armada, predominan temas como el de la comunicación en relación con procesos de paz y conflicto. Por su parte, los temas de ciudadanía y medio ambiente se hacen constantes en muchas de las investigaciones de la zona Centro y Occidente, regiones donde el abordaje del medio ambiente es crucial para su vocación turística y agroindustrial.

En ellas, el campo de la comunicación atraviesa la esfera pública y se convierte en el eje transformador del conflicto medioambiental. Por su parte, en la zona norte, especialmente en Barranquilla, sobresale un grupo de investigación de la Universidad del Norte con varios trabajos en torno a la problemática de prevención y promoción de la salud. Esta tendencia temática refleja una preocupación por situaciones de sanidad que responden a las condiciones de ausencia de salubridad de algunos entornos de esa región.

La revisión de estas tendencias permite afirmar que existen temas que han sido poco explorados, en los que se encuentra un campo amplio para las futuras investigaciones en comunicación y desarrollo:

• Grupos poblacionales como las minorías étnicas, la tercera edad, la población en situación de discapacidad, la población infantil, la población en contexto de desplazamiento, las tribus urbanas, mujeres y la población lgbt (lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas).

• Campos de investigación como el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (ntic), procesos pedagógicos, procesos religiosos y movimientos sociales.

• Hallazgos y rutas de trabajo en comunicación y desarrollo desde la sistematización de las investigaciones periodísticas.

Finalmente, puede concluirse que las regiones más exploradas en las investigaciones son la Andina y Caribe, especialmente desde las ciudades capitales, que constituyen centros regionales. Por el contrario, ninguna investigación abordó problemáticas de comunicación y desarrollo en regiones como la Amazonía, la Orinoquía, el Pacífico y la Región Insular.

Enfoques de investigación

La mayoría de las investigaciones se realizaron de acuerdo con los enfoques de investigación histórico-hermenéutico-interpretativo y crítico-social-dialéctico (doce investigaciones por cada enfoque). Sólo dos privilegian un enfoque empírico-analítico positivista (ver Figura 4 al final del artículo). Dichos enfoques no se hacen explícitos en muchos de los textos; sin embargo, pudieron identificarse a partir del análisis de los objetivos de investigación, la metodología y las técnicas aplicadas. Cabe destacar que las técnicas de investigación más utilizadas en los trabajos son: revisión documental, entrevista, taller y encuesta (ver Figura 5 al final del artículo).

Pese a la utilización recurrente de ésta, muy pocos trabajos se inscriben dentro del enfoque empírico-analítico positivista. En gran parte de las investigaciones se hace evidente la ausencia de un mapeo general que permita hacer inferencias y que ofrezca pistas precisas y cuantificables que sirvan de base para los análisis de tipo cualitativo.

Aunque muchas de las investigaciones utilizan enfoques teórico-metodológicos participativos e interpretativos, pocas son las que reflejan el discurso de las poblaciones. Resulta llamativo que especialmente tres investigaciones (Cadavid, 2005; Cadavid, Fayad, Casariegos y Luna, 2007; y Rueda Barrios, 2006) den cuenta de los testimonios de la población participante y que en las demás siga primando la voz de los investigadores. Esta situación es paradójica frente a la formación periodística de gran parte de los académicos (ver Figura 6 al final del artículo).

Por otro lado, no todas las propuestas analizadas que apuntan al cambio social son necesariamente crítico-sociales dialécticas, sino que pueden corresponder a otros enfoques de investigación, en cuanto se centran no en la fuerza de los mensajes, sino en los modos de participación de las comunidades, en la manera en que evidencian las situaciones sociales y en la centralidad de la comunicación como proceso de transformación participativo y plural.

En la mayoría de las investigaciones, los enfoques teóricos y metodológicos se mezclan y se utilizan de manera flexible, con lo cual se logra dar respuestas complementarias a las preguntas de investigación.

Referentes teóricos de la comunicación

Desde el punto de vista teórico, la mayoría de los trabajos se inscriben bajo el pensamiento de la escuela latinoamericana. Los proyectos ponen a prueba sus propuestas y demuestran sus aportes en la práctica. Los conceptos que surgen se nutren de la mirada de los investigadores y de las versiones de las comunidades. Esta orientación teórica privilegia lo alternativo, lo cultural y la mirada contextual de los procesos sociales. Es importante cuestionar si esta recurrencia a la escuela latinoamericana obedece a la amplitud, flexibilidad y aplicabilidad de sus postulados o si se trata de un desconocimiento de teorías originadas en otros contextos, que también tendrían aportes para las situaciones estudiadas.

La mayor parte de las investigaciones que comparten los postulados de la escuela latinoamericana propone acciones transformadoras y participativas, de acuerdo con el enfoque crítico social dialéctico. Así mismo, ellas conciben la comunicación como campo que genera transformaciones sociales; sin embargo, no evidencian las estrategias y técnicas que los hacen posibles desde la comunicación. Esta forma de pensar la relación teoría-metodología es compartida por las investigaciones apoyadas en la teoría crítica, en las que se hace uso de metodologías hermenéutico-interpretativas (ver Figura 7 al final del artículo).

Cabe resaltar la cantidad de investigaciones (cuatro) (Manrique y Cardona, 2004; Rodríguez y Gómez, 2006; Rojas y Puig-i-Abril, 2007; Arévalo, 2003) que no evidencian sus referentes teóricos frente a la comunicación, lo cual da cuenta de una baja reflexión y delimitación conceptual en torno a un tema central y tan amplio como el de la comunicación.

Concepto de desarrollo abordado por las investigaciones en relación con los campos social, cultural, político y económico

El concepto de desarrollo ha sido poco problematizado en las investigaciones recopiladas, pese a que éstas han sido consideradas por las diferentes facultades de comunicación social dentro del campo comunicación y desarrollo. De éste, se habla más de modo intuitivo que desde los paradigmas o clasificaciones teóricas existentes. Cuando las alusiones fueron directas, se clasificaron en el desarrollo económico, la relación entre desarrollo y cultura, la influencia del desarrollo en el campo político, el desarrollo social desde lo alternativo y el desarrollo integral o sinergético.

Desarrollo económico

En cuatro investigaciones se reconoce la importancia de la economía como aspecto que tiene una amplia incidencia y que es necesario valorar a la hora de pensar en el desarrollo. Así lo reconstruye, por ejemplo, la investigación diagnóstico de comunicación participativa en el Magdalena Medio (Rueda Barrios, 2006), que, en las voces de sus pobladores, recoge la importancia de la satisfacción de necesidades básicas como el empleo y el acceso a los servicios públicos, en cuanto requisitos para el logro de un desarrollo integral a largo plazo.

Otros proyectos, incluso algunos de carácter ambiental como el del río Barbas (Rodríguez y Gómez, 2006), legitiman su intervención desde la importancia que tienen cinco microcuencas del río La Vieja, como "un punto neurálgico para la economía y abastecimiento de recursos naturales para la población de los departamentos del Quindío y Risaralda" (Atlas Ti, 68:68). Por su parte, la investigación "Situación laboral de los periodistas" (Manrique y Cardona, 2004) resalta factores como la baja remuneración y alta rotación de personal como indicadores del desarrollo humano de los periodistas en el país y, por ende, del periodismo en Colombia.

Esta investigación demuestra que los datos económicos constituyen un punto de partida para pensar otros factores que contribuyen al desarrollo, como el derecho a la libertad de prensa y a la información. Los datos de este trabajo buscan presentar otros alcances que permitan comprender las condiciones en las que se producen las noticias y la información en el país; por lo tanto, las formas en que se construye, debate y decide sobre lo público. Además, cabe destacar la manera como dicho trabajo demuestra que el discurso del desarrollo, a pesar de ocupar parte de la agenda investigativa de las academias de comunicación, no ha influido en propuestas concretas que contribuyan a un mejoramiento en las condiciones de vida de las diferentes profesiones de la comunicación.

Estas investigaciones recuerdan el carácter del desarrollo como proceso en el que convergen dimensiones sociales diversas, entre ellas la economía, no como un factor determinante, sino como un elemento más de la articulación sinergética de recursos propuesta por Boisier. Ello implica tener en cuenta la relación de interdependencia entre diferentes dimensiones sociales a la hora de abordar el desarrollo.

Desarrollo, identidad y cultura

Nueve de las investigaciones hacen énfasis en el papel de la identidad, la educación y la cultura en el proceso de desarrollo. Estos aspectos son abordados desde la cultura popular, los hábitos y tradiciones cotidianas para el bienestar, los medios masivos y los medios alternativos de comunicación. Dichos abordajes se han dado en un mismo periodo y desde regiones muy diversas. El porqué del énfasis en uno u otro aspecto obedece más a la formación de los investigadores o a las necesidades del entorno de las universidades que a una posible periodización en los intereses temáticos.

En el caso del proyecto del Magdalena Medio (Rueda Barrios, 2006), la identidad de los pobladores se concibe como un componente esencial para garantizar el empoderamiento, la realización y continuidad de los proyectos. Al respecto, la investigación señala que es más fuerte el sentido de pertenencia hacia las unidades departamentales que hacia la región, lo cual dificulta consolidar estrategias de cohesión orientadas al desarrollo. Los mismos habitantes proponen estrategias educativas y culturales que posibiliten tener una mayor claridad frente al imaginario de región. Por eso, proponen espacios de reflexión sobre los referentes multiculturales de la población regional. De esta manera, establecen una relación directa entre el fortalecimiento cultural y el desarrollo; es decir, la capacidad de reconocimiento del valor cultural y de los vínculos de pertenencia a la región se resalta como un aporte fundamental a los procesos de cambio social.

Frente a las investigaciones recogidas en la zona norte del país, sobresale el papel que desempeña la cultura en los hábitos de comportamiento poblacional en torno a la salud y su relación con la comunicación. Éstos, unidos a la situación de la vivienda y a la precariedad de los servicios públicos, se identifican como causa fundamental de la presencia de enfermedades. Los trabajos hacen énfasis en la adopción de una cultura preventiva, tanto en el ámbito público institucional como en los espacios privado, familiar y comunitario (Mosquera, Obregón, y Romero, 2006).

Otras investigaciones, también en la Costa Atlántica -específicamente en Barranquilla-, se enfocan en el papel de la comunicación en el cambio social orientado a la gestión de conflictos, tanto intra- como extrafamiliares-(Vega y Vetar, 2006; Vega et al, 2005). Desde la participación comunitaria, analizan y proponen estrategias de convivencia, en las cuales la cultura desempeña un papel central. De este modo, la investigación propone el reconocimiento del otro, la conciencia sobre el pasado y el presente del vecino, y la comprensión de la situación política y económica que los rodea como posibilidades de desarrollo. Así, los habitantes de la zona se convierten en ciudadanos que reflexionan sobre su vida, reconociéndose a sí mismos, reconociendo al otro y al entorno sobre el cual pueden influir.

En la misma región sobresale la investigación de Berdugo y Ordóñez (2006), que centra su análisis en la identidad cultural del "ser caribe" y señala la importancia del territorio por medio de una historia de vida que caracteriza la cultura regional frente a la nacional. La historia del personaje central de la investigación "El Perro" hace comprender al lector aspectos culturales e identitarios que modelan su personalidad y actúan sobre la realidad social circundante. El trabajo presenta, además, las maneras como este comerciante y empresario de Cartagena se convierte en una amplia fuente de empleo desde la cual ha logrado alcanzar poder político e "influenciar la economía local" (Atlas Ti, 218:218).

Otras investigaciones analizadas destacan el papel que desempeña la cultura en los medios de comunicación, ya sean masivos o alternativos. En el caso de los medios de comunicación masivos sobresale la investigación "Observatorio sobre discursos de la afectividad y la sexualidad en la programación radial de audiencia juvenil" (Gutiérrez, Herrera y Tamayo, 2005), que analiza los programas dedicados a los jóvenes en las cadenas radiales comerciales de las principales ciudades del país.

En este trabajo se hace referencia específicamente a los valores asociados con la cultura juvenil -la afectividad y la sexualidad preferentemente-. Los imaginarios sobre los cuales se basan los guiones parten de conceptos que, generalmente, banalizan a este grupo etario, al abordar constantemente los temas de los programas de una manera superficial y reduccionista.

En esta misma dirección, Ferro y Ruiz (2006) analizan el programa televisivo "Banderas en Marte", del cual resaltan que los jóvenes hablan a los jóvenes y son ellos quienes narran sus propias vivencias. La investigación hace un análisis del programa, y rescatan que, desde su propio lenguaje, se comentan las ideas, intereses y expectativas de las culturas juveniles.

Frente a los medios alternativos, se destaca el trabajo de Álvarez, Isaza y Caneva (s. f.) sobre las emisoras comunitarias del Valle de Aburrá. Ellos reflexionan sobre el quehacer de los espacios radiales en torno al rescate de la tradición y de la cultura. Por su parte, la investigación sobre los telecentros en el Cauca (Arévalo, 2003) destaca los medios de comunicación como agentes del cambio social. La tecnología se pone aquí al servicio de la organización indígena, en consonancia con los intereses de la comunidad que representa. De esta forma, reconoce la diversidad cultural, el lenguaje y las necesidades de poblaciones específicas. En estas comunidades: "el uso de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías dan la oportunidad de contribuir a fortalecer la democracia a través de la producción simbólica de expectativas, sueños, dolores, dificultades y saberes" (Rojas y Rodríguez, 2008, p. 127).

Desarrollo alternativo y campo social

Esta forma del desarrollo, caracterizada por el protagonismo de las comunidades en la definición de sus propias metas, es evidente en la investigación "Discursos de la participación en la gestión ambiental del desarrollo" (Piedrahita Jaramillo, 2006). En ella, los dos casos estudiados permiten señalar la importancia de las iniciativas surgidas desde las comunidades, las cuales, si bien se orientan a la conservación, evidencian conflicto entre los actores sociales del desarrollo.

Por otro lado, la investigación "Sonidos de convivencia" (Rocha y Montoya, 2005), por medio de mapas sociales, analiza las relaciones entre los sujetos involucrados en la gestión de un conflicto particular. Su representación permite una mirada general a los vínculos de todos los implicados y promueve la oportunidad de reflexionar sobre la transformación de dichas relaciones. Este tema también es abordado por el trabajo "Percepciones juveniles en estudiantes de 9.°, 10.° y de la Comuna 12 de Cali" (Ospina, 2004). Los jóvenes que conforman la muestra de este estudio están inmersos en ambientes de difíciles condiciones económicas y sociales. Frente a ello, el proyecto propone la apropiación de las nuevas tecnologías como aporte para la reducción de los índices de violencia.

La confianza en la tecnología es compartida por el proyecto realizado en el Suroccidente de Colombia (Arévalo, 2003), donde los telecentros -nombrados en el apartado anterior-, puestos al servicio de la organización indígena, contribuyen a fortalecer las redes sociales, los vínculos identitarios y la democracia, por medio de la gestión de proyectos y la sistematización de los saberes y las dificultades.

Desarrollo en relación con el campo político: el problema de la paz y el conflicto

La relación entre el desarrollo y el campo político es una de las más exploradas en todas las investigaciones. Las temáticas que más nutren esta reflexión tienen que ver con la participación, la ciudadanía, la construcción de lo público, la democratización de los medios, la inclusión social y la resolución de procesos de paz y conflicto.

En la región Caribe, el campo político es abordado en la investigación "Dónde zonificó El Universal" (Delgado de los Ríos et al., 2006), que analiza el manejo de la información de un diario regional durante las elecciones populares de 2005, en Cartagena. El trabajo reconstruye los valores políticos y las ideologías que guían la construcción de la información sobre este tema. El estudio busca "explicar comunicacionalmente el porqué la ciudad de Cartagena carece de espacios de expresión originados desde las mismas entrañas de la sociedad civil, concediéndole toda la responsabilidad de la información y el manejo de la opinión pública a medios de comunicación social de carácter comercial" (Atlas Ti, 0037 ^045).

La investigación resalta problemas como la centralización de la información y la falta de iniciativas para organizar nuevos flujos de información, lo cual incide en la vida política de la ciudad. Finalmente, el proyecto propone volver a la misión del medio: vigilar el desempeño "responsable y recto de sus gobernantes y defender los derechos de los ciudadanos, su activa participación en la decisión de los problemas colectivos." (Atlas Ti, 0061:0064).

Por otro lado, la relación desarrollo-campo político es abordada desde la comparación entre la realidad y la legislación en la investigación sobre emisoras comunitarias en el Valle de Aburrá (Álvarez, Isaza y Caneva, s. f.). En ella, los autores presentan una posición democratizadora, a través de una crítica a los medios de comunicación, al apelar a deberes y derechos, como el de la libertad de expresión (artículo 20 de la Constitución Política de 1991) y el espíritu de la radio comunitaria y de interés público. Éste implica que la emisora nazca de una necesidad de la comunidad y que, por ende, ella sea partícipe en su construcción (Atlas Ti, 0890:0894). Para ello, el trabajo define como radio comunitaria un espacio de debate y de respeto a las opiniones, a la diversidad cultural, al lugar protagónico de la mujer como sujeto. Un espacio donde no se tolera ninguna dictadura, ni siquiera la musical impuesta por las disqueras, cuando la palabra de todos vuela sin discriminaciones ni censuras (Atlas Ti, 0971:0983).

Finalmente, el estudio señala: "queda por recorrer un largo proceso para que estas emisoras se conviertan en verdaderos espacios de participación, pues no sólo son hijas de un proceso de democracia de la Constitución de i99i. También cargan sobre sí la herencia de una democracia históricamente representativa y excluyente" (Álvarez, Isaza y Caneva, s. f.; Atlas Ti, 0874 ^877). Todo esto se origina en prácticas como la burocracia institucional, la falta de organización y motivación de los ciudadanos, que van en contra del carácter comunitario de estos medios.

En relación con esta investigación, el trabajo "Descentralización en Bolívar: un escenario de comunicación" (Ariza, Navas y Posada, 2006) también revisa la legislación, pero va más allá: propone espacios de comunicación que garanticen la participación ciudadana en procesos de descentralización (Atlas Ti, 079 ^79). De esta forma: "los ciudadanos tienen participación en la generación de propuestas de planeación y diseño presupuestal y cuentan con los instrumentos necesarios para conocer a fondo la gestión" (Atlas Ti, 461:462). Al respecto, propone proyectos de comunicación participativa, a través de medios de comunicación que nutran y monitoreen el proceso. Dicho proyecto:

Debe tener en cuenta la percepción pública sobre los problemas que afectan la participación ciudadana y empezar a ofrecer la mayor cantidad de información posible a la población sobre las alternativas de bienestar social que la descentralización generaría, a fin de motivar a la acción, educar a la población y reforzar las conductas proclives a la participación. (Atlas Ti, 506:506).

Para ello, hace énfasis en la apropiación de las tecnologías con sentido público por parte de las poblaciones. Así mismo, propone un ejercicio de periodismo público. Éste se plantea como elemento estructurante de la propuesta y se define como:

Una filosofía que configura a un periodista más próximo a la comunidad a través de procesos participativos e iniciativas sociales que generan un debate público productivo. Esa actitud frente a los problemas sociales considera al ciudadano como tal, antes que como un consumidor de medios, y al público como participante, no como receptor pasivo, es decir, no se limita a reportar y difundir los hechos sino darle mayor importancia a las ideas de la ciudadanía. (Ariza, Navas y Posada, 2006; Atlas 453:453)

Desarrollo, paz y derechos

En algunas de las investigaciones también se identificó la relación entre desarrollo, paz y derechos. Hemos privilegiado una mirada separada de esta categoría emergente, en cuanto otorga un carácter particular a las maneras como el desarrollo se piensa en un país bajo la influencia de múltiples conflictos armados y formas de violencia. Estos trabajos se han concentrado sobre todo en regiones como los Montes de María, Norte de Santander y el Magdalena Medio.

En el estudio de caso del colectivo de comunicación de los Montes de María, línea 21 (Cadavid, 2005), se resalta la manera como dicha experiencia-ganadora del Premio Nacional de Paz 2003- aporta a la construcción de la paz social desde la comunicación. Este aporte se explicita desde la capacidad de la experiencia para fomentar un proceso de sensibilización, capacitación, reflexión, formación integral y multiplicación, que permite a niños y jóvenes crear y cualificar actitudes de democracia y participación, y crear ambientes propicios, partiendo de espacios propios y cotidianos (Cadavid, 2005, p. 31).

Una de las estrategias de comunicación que resalta el estudio es la del trabajo interinstitucional. De esta manera, se logra demostrar el papel fundamental que desempeñan la comunicación, los medios y el periodismo en la construcción de una cultura de paz, cuando se ponen en manos de las comunidades en un clima de transformación hacia la convivencia.

En Norte de Santander, el protagonismo de la comunicación en la resolución de conflictos se hace evidente, en cuanto se considera que su papel es estratégico: "en los procesos de cambio social; involucrando a la sociedad civil y a los líderes de las regiones para que sean ellos los constructores de región, teniendo en cuenta los ejes sobre los que trabajan." (Cadavid et al, 2007). La comunidad participante en la investigación asocia la paz como una condición de desarrollo: "[...] en estos municipios se necesita paz para poder para poder vivir y el sol brillante que necesitamos para ver el futuro, para avanzar" (2007, pp. 37-38).

Por otro lado, en el Magdalena Medio (Rueda Barrios, 2006), la investigadora logra recuperar la voz de los habitantes de la región frente a la sentida necesidad de la paz como condición para el desarrollo. Al respecto, en un grupo focal realizado en Yondó (Antioquia), un habitante expresa:paz, la tranquilidad, el amor, es en mi casa y si eso lo obtengo lo sé dar a la sociedad. (Grupo Focal, Yondó, citado en Rueda Barrios, 2006, p. 40).

Es evidente que en este testimonio existe una conciencia acerca del carácter integral del desarrollo, y sobre el papel de los sujetos y las familias como instituciones micro- que contribuyen a éste. Dicha concepción es ratificada por 17 de las citas recopiladas en la investigación, por medio de los grupos focales realizados en diversas subregiones, donde la paz aparece como agenda prioritaria, antes del desarrollo económico o tecnológico:

Lo más importante es que los grupos armados permitan el desarrollo de la agricultura, que estos grupos faciliten la inversión con la reinserción, y que los paramilitares lleguen a acuerdos con el gobierno. Porque esta zona se ha convertido en un territorio de guerra, por el narcotráfico. Entonces lo más importante es la paz para tener un desarrollo pleno. (Entrevista H131, hombre, adulto, Sabana de Torres).

Una Región en paz, donde se respete el derecho a la vida, una Región de oportunidad, de igualdad y de derecho para todos, una Región sin conflictos, con justicia social, donde se fortalezcan las organizaciones sociales para conseguir una mejor calidad de vida y generar empleo en la Región. (Grupo focal, Regidor, citado en Rueda Barrios, 2006).

Así mismo, el proyecto reconoce la relación entre desarrollo y paz como resultante de las potencialidades sinergéticas desde un capital institucional y cívico que garantice la participación de los individuos, la articulación de iniciativas institucionales y la integración regional: "Soñamos al Magdalena Medio con más comunicación con los departamentos y Municipios vecinos, con más fuentes de trabajo, que se acabe la violencia y renazca la paz en la que fuimos criados y la que se vivía anteriormente" (Rueda Barrios, 2006).

El desarrollo es paz y paz es desarrollo, para poder lograr el desarrollo se tiene que hacer con paz, la paz no es solamente que no haya la violencia de tiroteo, sino la de la familia, que es la más chiquita aparentemente, pero es la que está haciendo que el pueblo sea violento, porque si las familias no fueran violentas, el pueblo no lo sería, dónde aprendo yo la La paz se observa, además, como el resultado del reconocimiento de los derechos fundamentales, los cuales, a su vez, están intrínsecamente relacionados con las posibilidades libertarias de los individuos y la potenciación de sus capacidades, tal como lo señalaba Sen (2000).

De este modo, el estudio demuestra el lugar de la paz como una aspiración social compartida en el Magdalena Medio, en cuanto es una condición para disfrutar de las riquezas que ofrece la región, y como un estado ideal del pasado que se busca recuperar por medio de la articulación de capitales diversos.

En esta misma línea se destaca la investigación "Periodistas, políticos y guerreros. 1982-2002" (Bonilla y Montoya, 2003). En ella se plantea un análisis del papel de la comunicación como recurso estratégico para la gestión político-militar de la guerra y la paz. La investigación hace un recorrido por las principales guerras del siglo xx para entender el papel de los agentes y actores comunicativos en el caso de nuestro país. De esta manera, el proceso de guerra y paz se vincula con el concepto de desarrollo en el sentido político. El trabajo introduce al lector en la comprensión de los hechos bélicos, no sólo como el uso de la fuerza y la violencia, sino como acto simbólico del campo político.

Es así como se plantea la comunicación como un recurso para la generación de dinámicas de legitimación o deslegitimación de actores, acciones sociales y marcos de interpretación desde los cuales se analiza el conflicto. La investigación propone, además, visibilizar en la esfera pública los esfuerzos de la sociedad en el campo de la resolución de conflictos.

Desarrollo integral o sinergético

Existe una gran cercanía entre la concepción de desarrollo que da centralidad a lo económico y aquella que lo propone en términos de la integración y articulación de iniciativas, recursos y capacidades sociales, tal como lo sugiere Boisier (2004). Gran parte de las investigaciones que proponen esta articulación parece inscribirse inicialmente en una visión de desarrollo económico, puesto que lo plantean como punto de partida para la relación con otras dimensiones.

Así sucede en el caso del proyecto realizado en los Montes de María, donde se reconoce que la comunicación en sí misma es insuficiente para generar un cambio social en la región: " [.] Se necesita una articulación entre la comunicación con otras estrategias de desarrollo, especialmente inserción de estas experiencias en algún tipo de proyecto económico." (Cadavid, 2005, p. 55). Esta articulación se ratifica cuando el proyecto se propone pensar otras problemáticas, como el acceso a los servicios públicos o el manejo de los recursos ambientales. Para la autora, estas dificultades, más que problemas económicos, reflejan problemáticas de corrupción, falta de educación, desconocimiento de las normas, débil control sobre lo público e incapacidad para administrar los bienes colectivos.

Otro aspecto que posibilita pensar esta investigación en términos de la sinergia de múltiples capacidades sociales es la importancia que se le da a los aspectos psicológicos, como el miedo y los duelos no resueltos, como consecuencia de las acciones armadas. Al respecto, el proyecto señala: "[en los Montes de María] construir proyectos de desarrollo colectivo se volvió imposible, de una parte por el miedo, pero de otra porque no había quién los pensara, dada la ausencia de líderes comunitarios que orientaran los procesos sociales" (Cadavid, 2005, p. 15). Como salida a estos obstáculos del desarrollo, el proyecto plantea la articulación de diversos aspectos -económicos, políticos, culturales, psicológicos- y el reconocimiento de actores alternativos, como jóvenes y niños, a quienes se busca formar como sujetos sociales empoderados de su papel en la definición del destino común de la región (Cadavid, 2005, p. 9).

Esta visión es compartida en la propuesta de desarrollo que hace el proyecto adelantado por Olga Rueda Barrios (2006) en el Magdalena Medio. Ella es enfática en que "el desarrollo debe ser construido participativamente, debe ser incluyente y equitativo, porque de nada nos sirve un desarrollo donde no se vean estos dos componentes" (Atlas Ti, 1660 :1660). Así mismo, concibe el desarrollo como un proceso que:

Busca empoderamiento, capacidad de interlocución, movilización [...] en sí mismo, es un proceso de comunicación para el desarrollo, ampliando la comunicación, no sólo como posibilidad de medios masivos, sino como los espacios de intercambio de los pobladores, donde se tiene en cuenta al otro. (Rueda Barrios, 2006; Atlas Ti, 127:137)

El proyecto presenta, además, las visiones locales de los habitantes de la región, en las que también se identifica la importancia de la sinergia: "Desarrollo es el proceso que se da entre el progreso y crecimiento de un pueblo con la distribución equitativa de sus recursos para lograr un verdadero bienestar social y general" (Atlas Ti, 739:740). De igual manera, pese a la fuerza de la visión integral de desarrollo entre las comunidades, se le da preponderancia a la dimensión económica como primer factor por integrar.

Se habla acerca de la importancia de la producción agropecuaria, la generación de empresas y fuentes de empleo como el turismo. Algunos de los testimonios del trabajo exploran la relación causal entre pobreza y violencia, lo cual, a su vez, da cuenta de una relación directa entre economía y desarrollo. Sin embargo, tanto la autora como los participantes en la investigación señalan la importancia de articular a éstas otras dimensiones, como la apropiación del territorio, la educación, la resolución de conflictos y el fortalecimiento de la identidad.

Hacia una caracterización del abordaje de la relación comunicación y desarrollo porparte de las investigaciones

El modelo de comunicación para el cambio social7 propone un proceso donde el "diálogo de la comunidad" y la "acción colectiva" trabajan en conjunto para producir cambios sociales en una comunidad, que mejoren el estado de salud y de bienestar de todos sus miembros. De este modo, implica como elemento central (Gumucio, 2005) la participación de las comunidades, desde intercambios horizontales de comunicación que hagan posible que la población adopte como suyos los métodos y los estilos de vida necesarios para su sostenibilidad (Mosquera, Obregón y Romero, 2006; Atlas Ti, 222:224). Así mismo, Rodríguez, Obregón y Vega (2002) señalan:

Para que cambien los comportamientos hay que cambiar los significados. Por ende, los ejercicios investigativos y educativos buscan transformar los códigos culturales desde los que se comprende el mundo, de tal modo que el mensaje haga alianzas con algunos significados que están ahí y entre en choque con otros y que, en todo caso, empiece a hacer parte del universo cultural de las audiencias. Es de esta manera como se puede generar un cambio cultural. (Atlas Ti, 90:98)

Esta visión frente a la comunicación para el cambio social es similar en 26 de las investigaciones analizadas. Por ende, en la mayoría de ellas se habla de la comunicación como proceso dinamizador que propicia el empoderamiento, fortalecimiento y liberación de las voces de las comunidades que no han sido escuchadas, y la sostenibilidad de los procesos (Rodríguez, Obregón y Vega, 2002; Atlas Ti, 263:268). Así mismo, estos trabajos comparten la visión según la cual la comunicación para el cambio social es: "un proceso de diálogo público y privado a través del cual las personas definen quiénes son, qué es lo que quieren y cómo lo pueden obtener" (Atlas Ti, 271:274).

En el caso de las investigaciones centradas en medios de comunicación y formas comunicativas, el cambio social se propone a partir de la consideración de los medios como escenarios y agentes como productos y productores de la sociedad. Por estas razones, las propuestas no sólo se piensan desde un cambio en el mensaje, sino, también, a partir de los modos en que incide el bagaje cultural de quien los crea, la legislación que los regula, las formas de participación de la audiencia, las maneras en que se visibilizan sus posiciones y propuestas frente a las situaciones que viven y el aporte que hace el medio a la pluralidad social. La comunicación se convierte, así, en un proceso interdependiente entre medio y sociedad.

En las investigaciones que abordan la relación con el conflicto armado (Rueda Barrios, 2006; Cadavid, 2005; Cadavid et al., 2007), la apuesta por la comunicación para el cambio social se hace al considerar la comunicación como un eje articulador de iniciativas comunitarias. Ella constituye un espacio para integrar los sueños y la vida cotidiana. Éstos tienen un punto de partida en la realidad individual y tienen en cuenta dimensiones afectivas -como miedo o los duelos no resueltos- y racionales -como las habilidades y capacidades-, que trascienden hacia lo social y convierten a los sujetos en agentes empoderados y protagonistas en la transformación de la realidad, a pesar de su adversidad.

Por otro lado, dos investigaciones (Rojas y Puig-i-Abril, 2007; Manrique y Cardona, 2004) centran la importancia de su trabajo en el papel de la información. Para ellas, el aporte al desarrollo consiste en presentar un diagnóstico cuantitativo que permita caracterizar una situación y describirla o hacer proyecciones al respecto. Sin embargo, dejan el análisis de los datos y la construcción de propuestas al juicio de los lectores. En ese sentido, ratifican su fe en el mensaje, mas no en los procesos que le dan utilidad, interpretación y continuidad. Por ello, pueden inscribirse en el paradigma dominante: comunicación para el desarrollo.

Es importante señalar que, además, estas investigaciones son las únicas que se han hecho bajo el enfoque empírico analítico positivista, el cual implica aportes limitados al desarrollo, en cuanto sólo lo describe, mas no hace propuestas ni genera acciones transformadoras al respecto. Es por ello que proponemos la realización de investigaciones que combinen elementos de dos o más enfoques, con miras a obtener resultados más precisos y de largo alcance en los procesos de desarrollo.

Finalmente, una sola investigación (Piedrahita, 2006) fue clasificada dentro del paradigma alternativo. En ella, el propósito era reconstruir las versiones sobre el desarrollo que se plantearon desde organizaciones diversas. Se da mayor participación al discurso de los colaboradores en la investigación y se busca, en las concepciones y mentalidades de quienes participan, las causas de los conflictos. En ese sentido, ofrece una visión muy cercana al pensamiento local y a las visiones endógenas que se tienen sobre las problemáticas vividas en forma colectiva.

Conclusiones:
las rutas que propone el estudio

Las investigaciones analizadas muestran un especial interés por temas como la ciudadanía y las diferentes manifestaciones de conflicto. Aunque el concepto de ciudadanía no se aborda desde la reflexión teórica profunda, se analiza en relación con múltiples aspectos, entre los que sobresale la participación política y comunitaria, la formación en valores y normas, y la capacidad de actuar para mejorar la realidad.

Por su lado, el conflicto es un tema recurrente en la mayoría de las investigaciones. Se hace presente en los campos político, económico, social, ambiental, cultural, discursivo y simbólico. Además, el desarrollo se propone como un proceso en sí mismo conflictivo, es decir, el conflicto es inherente al desarrollo, puesto que implica debates sobre metas comunes, luchas por los recursos y articulación de capacidades. El conflicto se analiza como un hecho social, alrededor del cual los diferentes actores generan procesos de resolución en busca de sus libertades básicas. En este sentido, el desarrollo se relaciona con la capacidad de resolver el conflicto desde los diversos actores sociales y sus recursos.

Teniendo en cuenta que este Estado del arte se llevó a cabo en un país cuya historia está marcada por la presencia del conflicto social, incluyendo el armado, es notorio que uno de los temas que más se resaltan es el de la relación comunicación-guerra-paz. Las propuestas frente al tema que aparecen en las investigaciones no sólo parten de los académicos que las llevan a cabo, sino, también, del seno de las comunidades donde se realizan los trabajos. Entre éstas, se resalta la importancia que adquiere el proceso de aceptación de la pluralidad frente al reconocimiento del "otro", la participación y la afirmación de los derechos fundamentales, como ejes característicos que conducirían al desarrollo.

Frente al concepto de desarrollo, las investigaciones han superado la visión occidental, donde éste se veía como una meta evolutiva para ser alcanzada por todos los grupos humanos. Por el contrario, los investigadores abordan el desarrollo alternativo, integral, sinergético y humano, respondiendo a las particularidades culturales, más que a modelos económicos impuestos desde otros contextos. Aunque de todas formas la economía continúa siendo un factor protagonista en el concepto occidental de desarrollo y los diferentes actores lo tengan en consideración, no es único como factor determinante. Por el contrario, la propuesta es articular el campo económico con el social, político y cultural. El concepto de desarrollo aparece, entonces, ligado con el de la identidad. La claridad sobre quiénes somos, a dónde pertenecemos, qué queremos, con qué soñamos y cómo lo logramos se convierte en el eje fundamental sobre el cual gira y mantiene su sostenibilidad.

En cuanto a la categoría temática, los intereses corresponden a las demandas de cada región del país. Así, pudimos observar que en la zona Norte predominan las investigaciones que se relacionan con el tema de la salud en interrelación con el campo de la comunicación y el desarrollo; mientras que en las zonas Centro y Occidente sobresalen los temas de ciudadanía-paz-conflicto y sujeto público.

Sería interesante observar cómo se han pensado cada uno de estos tópicos, desde la comunicación, en las regiones en las que la temática se presenta con menores niveles de abordaje. Cabe anotar, además, que no se puede hablar de una periodización temática en la que ciertos tópicos se enfatizan más que otros en momentos específicos. Esto se debe a que los estudios han respondido más a las demandas del entorno geográfico que a situaciones coyunturales, por lo cual los abordajes temáticos han sido bastante diversos en un periodo muy corto.

A pesar de que las categorías temáticas que se refieren a las formas comunicativas y medios de comunicación son las más recurrentes, sólo en pocos casos el grupo de investigaciones analizadas tienen como objeto los medios masivos. Esta situación conduce a concluir que desde el campo de la comunicación, el desarrollo se está pensando, en la mayoría de los casos, desde los medios alternativos, lo cual deja de lado actores centrales en esta materia, como las empresas y medios comerciales de comunicación.

Desde el punto de vista teórico, es interesante observar que la mayoría de los trabajos se inscriben bajo el pensamiento de la escuela latinoamericana. Los proyectos ponen a prueba sus propuestas y demuestran sus aportes en la práctica. Los conceptos que surgen se nutren de la mirada de los investigadores, pero, también, de las versiones de las comunidades. Esta orientación teórica privilegia lo alternativo, lo cultural y la mirada contextual de los procesos sociales. Sería interesante explorar las problemáticas colombianas desde otras teorías -no necesariamente europeas y norteamericanas- que enriquecieran la mirada al respecto.

La mayor parte de las investigaciones que comparten los postulados de esta escuela proponen acciones transformadoras y participativas, de acuerdo con el enfoque crítico social dialéctico. Así mismo, conciben la comunicación como campo que genera transformaciones sociales; sin embargo, no hacen explícitas las estrategias y técnicas que lo hacen posible desde la comunicación. Esta forma de pensar la relación teoría-metodología es compartida por las investigaciones apoyadas en la teoría crítica, en las que se hace uso de metodologías hermenéutico-interpretativas.

Por otra parte, no todas las propuestas -aquí analizadas- que apuntan al cambio social son necesariamente crítico-sociales dialécticas, sino que pueden corresponder a otros enfoques de investigación, en cuanto se centran no en la fuerza de los mensajes, sino en los modos de participación de la audiencia, la manera como se evidencian las posiciones sociales y en la centralidad de la comunicación como proceso de transformación participativo y plural. A pesar de esta prevalencia de enfoques participativos e interpretativos, pocas son las investigaciones que reflejan el discurso de las poblaciones. Por el contrario, en la mayoría de ellas sigue primando la voz de los investigadores.

Un elemento que se destaca en estos trabajos es la falta de información sobre los procesos de evaluación del impacto y seguimiento de éstos. Ello resulta imprescindible, sobre todo en el caso de los trabajos de campo. ¿ Cómo han sido evaluados por las comunidades beneficiarias?, ¿ cuáles han sido sus niveles de sostenibilidad en el tiempo?, ¿cómo han contribuido a transformaciones sociales tangibles en el mediano y largo plazo? Son interrogantes que se mantienen y que no se hacen evidentes ni se insinúan siquiera en la mayor parte de las investigaciones.

Por otra parte, este Estado del arte posibilitó reconocer el aporte de la investigación en el campo de la relación comunicación y desarrollo de las distintas facultades de comunicación social del país, aunque evidenció las dificultades frente a los procesos de sistematización de la información en cada una de ellas. Se sugiere pensar en la necesidad de implementar recursos para organizar y visibilizar las investigaciones.

Este trabajo permitió, además, reconocer intentos por realizar ejercicios más interdisciplinarios, por medio de redes locales o interregionales. Ya no únicamente con los proyectos globales norteamericanos o europeos, sino con entidades nacionales, públicas o privadas, con las que se proyectan alianzas y trabajos colectivos como factores determinantes del cambio social. Sin embargo, es persistente, en la mayoría de las investigaciones, el trabajo personal y aislado por parte del investigador.

Por último, proponemos realizar otros estados del arte desde otros campos de la comunicación. Por ejemplo, desde el campo organizacional, publicitario y periodístico. Desde la relación comunicación-educación, comunicación-conflicto o desde las narrativas audiovisuales. Así mismo, resulta necesario comparar este estudio con las tendencias de investigación en comunicación y desarrollo en otros países de América Latina y del mundo.

Esta posibilidad permitiría comparar los aspectos característicos del campo de interés y los niveles de calidad de la investigación en comunicación.

Finalmente, recomendamos sistematizar el inmenso aporte que sobre este tema pueden dar otras instituciones, bien sean públicas u organizaciones no gubernamentales. Pueden tenerse en cuenta los planteamientos, acciones y estrategias de los movimientos sociales, de las organizaciones de base, la articulación interinstitucional, la agencia de los sujetos y las diversas estrategias de comunicación presentadas por las investigaciones. De esta manera, la academia podría convertirse en un agente articulador y dinamizador de las diferentes iniciativas de la población colombiana en torno al mejoramiento de sus condiciones de vida.


1.. Durante este periodo (1958-1974), como una salida a la violencia bipartidista originada desde 1948 en el país, los dos partidos políticos tradicionales, Liberal y Conservador, se repartieron el poder, uno durante cada cuatrienio. Esto supuso, además, una repartición simétrica de los cargos públicos estatales entre ambos partidos. Para ello, en muchas ocasiones, con el fin de conservar dicho equilibrio, se crearon puestos de trabajo en el Estado que se justificaban solamente por mantener la repartición igualitaria del poder entre ambos partidos. Las demás posiciones políticas fueron excluidas de la participación en el poder público, tal como sucedió con la Alianza Nacional Popular (ANAPO) en las elecciones del 19 de abril de 1970.

2. Al respecto, Viola afirma: "[...] mientras la ONU decretaba en 1988 la 'Década para el desarrollo cultural', la UNESCO pasaba a considerar la 'dimensión cultural del desarrollo' como una variable esencial de cualquier proyecto, tan relevante como los factores económicos o tecnológicos' (Perrot, 1994), partiendo de la constatación de que una de las principales causas del fracaso de tantos y tantos proyectos de desarrollo en el Tercer Mundo fue su escasa adecuación al marco cultural de las poblaciones destinatarias" (2000, p. 21). *Las comillas son originales de la cita.

3  Organismo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adscrito a la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), con sede en Santiago de Chile.

4 . La noción de capital es retomada de Bourdieu (1997), quien la asume como una fuerza construida socialmente, que puede ser utilizada para obtener una ventaja en los distintos campos que conforman la sociedad. De acuerdo con la naturaleza de los recursos, dichos campos son el social, cultural, político y económico. El capital es el que los constituye, y son las acciones de los sujetos para conservar y adquirir el capital los que dinamizan los diferentes campos.

5 . En su estudio, Sen muestra que mientras la esperanza de vida de un afroamericano estadounidense es de 65 a 66 años, la de un habitante de Kerala es de cerca de 71 años y la de un chino es de cerca de 74, lo cual contrasta con la esperanza de vida de los norteamericanos blancos, que se acerca a los 84 años. Así mismo: "en Bangladesh los hombres tienen más probabilidades de vivir más de cuarenta años que los afroamericanos del distrito de Harlem situado en la próspera ciudad de Nueva York. Y todo esto a pesar de que los afroamericanos que viven en Estados Unidos son mucho más ricos que las personas de los grupos del Tercer Mundo con las que estamos comparándolos" (Sen, 2000, p. 41). En el caso de las mujeres negras estadounidenses, la situación es aún peor, pues si bien ellas tienen mayor esperanza de vida que los hombres afroamericanos (76 años aproximadamente), esta cifra sigue siendo menor que la de China (77 años) y Kerala (78 años aproximadamente), y se encuentra casi quince años por debajo de la esperanza de vida de las mujeres blancas (Sen, 2000, p. 40).

6 . Esta guía fue realizada por todos los integrantes del convenio interinstitucional del proyecto USTA-UNAD-UNIMINUTO.

7 . Véase http://www.comminit.com/la/lasc/sld-135.html (citado en Mosquera, Obregón y Romero, 2006).


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