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Signo y Pensamiento

versión impresa ISSN 0120-4823

Signo pensam. v.29 n.56 Bogotá ene./jun. 2010

 

La voz de la academia: reflexiones sobre periodismo y comunicación

The Voice of Scholars: Reflections on Journalism and Communication

CLAUDIA MELLADO *

* Claudia Mellado Ruiz. Chilena. Doctora en comunicación de la Pontificia Universidad de Salamanca, España. Realizó un postdoctorado en la Escuela de Periodismo de Indiana University, Estados Unidos. Sus líneas de investigación se enfocan en el estudio de la profesión periodística en Chile y Latinoamérica. Es académica del Departamento de Comunicación Social de la Universidad de Concepción, Chile. Correo electrónico: claudiamellado@udec.cl

Recibido: Octubre 20 de 2009 Aceptado: Febrero 14 de 2010

Submission date: October 20th, 2009 Acceptance date: February 14th, 2010


Este artículo describe la visión actual del periodismo en Latinoamérica como una actividad laboral, profesional y académica, además de su vinculación con el campo de la comunicación, pues ambos campos han estado unidos casi desde el principio de su enseñanza académica. Después de consultar un grupo de 35 investigadores y docentes de periodismo y comunicación de 16 países latinoamericanos, se observa que la tendencia de la academia latinoamericana es seguir pensando el ejercicio y significado profesional del periodismo a partir de los medios de comunicación, a pesar de la ampliación del mercado laboral y la evolución de los currículos de los programas de comunicación, que han favorecido a las relaciones públicas y la comunicación corporativa. También se detectó una división entre dos grupos de la región, pues mientras los países centroamericanos conciben al periodismo como un oficio basado en el desarrollo de habilidades técnicas y prácticas, los sudamericanos defienden la profesionalización del campo.

Palabras claves: Periodismo. Comunicación. Académicos. Profesión. Práctica profesional.

Descriptores: Periodismo como profesión. Comunicación. Profesores universitarios.


This article describes a vision of journalism in Latin America as a job and a profession with an academic dimension, and its relation with the field of communication, since both fields have been together almost since they started to be taught at universities. Statements by 35 researchers and journalism/communication teachers from 16 Latin American Countries show that Latin American universities tend to think of mass media as the most prominent element in both the practice and the theory of journalism. This happens even though the market for journalism has expanded, and in spite of an evolution in the curricula of communication programs, which now include areas such as public relations and corporate communication. A clear differentiation was perceived between the two groups in the region: Central American countries think of journalism as a job based on the development of technical and practical skills, South American countries think of it as a professional field.

Keywords: Journalism, communication, scholars, profession, professional practice

Search tags: Journalism as a profession. Communication. College teachers.


Origen del artículo

Este artículo corresponde a resultados del proyecto de investigación "Estudio comparativo de la realidad de los profesionales de la comunicación en las regiones II, VIII, IX y Metropolitana de Chile: ordenamiento geopolítico, lógicas productivas y mediación social" (1080066), financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico de Chile (fondecyt) y por la Comisión Fulbright.

Introducción

Los agudos cambios culturales, económicos y políticos de la sociedad en su conjunto han traído numerosas modificaciones dentro del campo de la comunicación y el periodismo; entre ellas su diversificación profesional. Las nuevas exigencias de la sociedad, así como variables asociadas con una constricción del sistema de medios, han hecho que la oferta de periodistas que año a año ingresan y egresan desde la universidad deba buscar áreas emergentes donde ejercer la actividad (Mellado, 2009a).

En Latinoamérica, dicho escenario adquiere especial complejidad, producto de la hibridez y mixtura con que las entidades universitarias han enfrentado los términos comunicación social y periodismo, casi desde el principio de la formación de estos profesionales en el subcontinente. En efecto, la educación de los periodistas ha estado marcada por una convivencia forzosa entre las técnicas reporteriles y la comunicación, que se arrastra desde los años sesenta tras la importante influencia que desarrolló el Centro Internacional de Estudios Superiores de Periodismo para América Latina (ciespal).

Pero ¿es el periodismo lo mismo que la comunicación social? ¿La práctica profesional del periodista debiera extenderse más allá de los medios? ¿Corresponde dividir los campos de la enseñanza del periodismo y la comunicación social, definitivamente, dentro de las universidades latinoamericanas? Si bien estas interrogantes han sido reiteradas entre los especialistas, pareciera faltar —tanto en el ámbito académico como en el profesional— un orden en la discusión y un debate más profundo sobre la actual visión que existe del periodismo y su vinculación con el campo de la comunicación social; sobre todo considerando los constantes debates que surgen en torno a la profesionalización de dicha actividad, a su singularidad y las nuevas necesidades del entorno.

Aunque la literatura existente sobre el tema es abundante en enfoques teóricos particulares, es más difícil encontrar (reunidas en un mismo documento) las posturas de los académicos que escriben la historia y el desarrollo del campo de la comunicación a lo largo de la región latinoamericana. Este artículo analiza el resultado de 35 entrevistas aplicadas a docentes e investigadores pertenecientes a facultades de periodismo y comunicación social en 16 países latinoamericanos, con el propósito de encontrar tendencias predominantes y caracterizar la comunicación y el periodismo bajo las coordenadas de quienes generan nuevo conocimiento en el campo y forman a los nuevos profesionales de la región.

En las siguientes secciones se discuten aspectos vinculados con la relación académica, profesional e histórica de la comunicación con el periodismo, así como la validación profesional de la actividad periodística. Posteriormente, se plantean las preguntas de investigación y se explica la metodología del estudio.

Periodismo y comunicación

Uno de los primeros aspectos que suelen ser objeto de controversia entre quienes estudian el periodismo latinoamericano es qué se entiende por dicha área/disciplina/campo/actividad/objeto y cómo se incorpora a la comunicación social (Mellado, 2009b, p. 12).

En esta línea, Karam (2004) menciona el permanente desajuste que dentro de Latinoamérica ha existido entre la enseñanza y la investigación de la comunicación, entre investigación y los campos profesionales y entre éstos y la primera, lo cual ha provocado que el espacio académico termine constituido por varios "subcampos" —entre ellos el periodismo—, los que no necesariamente se habrían desarrollado de forma articulada (Galindo y Luna, 1995).

Swanson, por ejemplo, reconoce que "a un nivel global, esos subcampos comparten un interés por la comunicación, cada uno en sus propios términos y para sus propios propósitos, pero sería engañoso suponer que ese interés compartido tenga contenido sustantivo y aporte una perspectiva disciplinaria común" (1993, p. 169). En este sentido, hace mención implícita a la (de)construcción identitaria que han sufrido el campo de la comunicación social y los estudios de periodismo, producto de la convivencia a la que han sido sometidos dentro de la academia.

Esta situación fue propiciada por la intervención que el ciespal tuvo en la formación de los periodistas latinoamericanos casi desde el comienzo de su educación universitaria formal, al fusionar las áreas del periodismo y la comunicación bajo una misma malla curricular. Su influencia se extendió rápidamente entre los países y fue cristalizada en los diferentes modelos de formación que existen hasta hoy (Marques de Melo, 1993 y 1988).

Para muchos esto ha generado, justamente, uno de los primeros problemas en la identidad que las universidades latinoamericanas han dado a la práctica periodística (García, 1999), ya que al ser los estudios de la comunicación social un área tan amplia y multifacética, donde para muchos "todo cabe", el periodismo comienza a transformarse en una actividad profesional poco definida. A diferencia del modelo norteamericano, y en alguna medida europeo, la mayoría de las universidades latinoamericanas no ha dividido el estudio de ambos campos en facultades o escuelas diferenciadas, y la academia no parece acordar unánimemente la separación de ambas áreas de conocimiento, al menos en la práctica. En efecto, tanto las asociaciones regionales —Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC), Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social (FELAFACS ), sólo por nombrar algunas— la mayoría de las revistas académicas de la región acogen ambos áreas del conocimiento de forma conjunta.

El origen de la masa crítica que comenzó a configurar ambos campos fue también bastante dispar y aportó a la confusión. Mientras los educadores de periodistas solían ser reporteros o ex periodistas formados en el ejercicio profesional, con muy poca experiencia en el ámbito universitario y con un claro interés por enseñar técnicas y habilidades prácticas, los estudiosos de la comunicación provenían de diferentes áreas disciplinarias y solían poseer una orientación marcadamente académica. Producto de lo anterior, el campo de la comunicación se convirtió en una especie "sostén" del periodismo dentro de la tradición universitaria y se desarrolló mucho más rápido, al menos desde el punto de vista teórico (Zelizer, 1993).

Antezana, citado en Fuentes (1991), argumenta que frente a la indefinición existente en el interior de las escuelas y facultades de periodismo y comunicación social, el objeto académico se esparció de tal forma que, a pesar de haber comenzado desde un enfoque eminentemente periodístico-informativo, se convirtió en un espacio en el que se reunían desde técnicas puras hasta reflexiones teóricas de distinta índole.

En la actualidad, entre tanto, la eclosión y la evolución de la oferta educativa universitaria han ayudado a que ambos conceptos (periodismo y comunicación) sigan siendo tratados casi indistintamente. En efecto, si nos detenemos a observar la composición actual de las escuelas y facultades de comunicación y de periodismo en la región latinoamericana, nos damos cuenta de que la mayor parte de dichos centros poseen ambos nombres o se les entrega una licenciatura en comunicación social; pero no el título de periodistas. Sólo en el caso de México, autores como García (2004), Benassini (2001) o Hernández (2004) reportan más de una veintena de nombres dados a dichas escuelas según sus orientaciones curriculares; mientras Fuentes (2007)1 atisba alrededor de 50 nominaciones distintas para referirse a la formación de los periodistas/comunicadores.

Todos los elementos analizados han propiciado que las escuelas de periodismo y las facultades de comunicación hoy se enfrenten a la dificultad de unir de manera armoniosa el contenido de las técnicas periodísticas, con las bases teóricas y el estudio de la comunicación social.

Periodismo como profesión

Frente a la debilidad institucional que durante décadas ha acompañado al periodismo como ocupación, al igual que a sus dificultades para alcanzar los estándares de una profesión liberal (Mellado y Del Valle, 2008), la pregunta que muchos se hacen es cómo se podría "designar" a quiénes son y no son periodistas. Varios han sido los autores que oponiéndose incluso a la obligatoriedad de los estudios de periodismo para ejercer la actividad, como es el caso de Cremades (1993) o Desantes (1994), dejan la puerta abierta para que otros ciudadanos con intereses por la escritura o la comunicación puedan llamarse a sí mismos periodistas, apelando al derecho universal de expresión e información, entre otros elementos del debate.

Si nos remontamos a sus raíces, recordaremos que los periodistas representaban a "un conjunto informado de autores y redactores", y el periodismo, "una ruta de paso, no un lugar de llegada" (Ferenczi, 1993; Chalaby, 1996). De acuerdo con el planteamiento de Dickson (2000), parte de la razón de por qué la educación en periodismo fue lenta e ineficaz en consagrar la actividad como una profesión, se remonta a sus orígenes prácticos. Esta educación existía en casi todas partes sólo como una formación que podía ser enseñada en la escuela de la vida (en la práctica), más que en la universidad.

Posteriormente, a pesar de sus acercamientos con las humanidades y las ciencias sociales, muchos siguieron viendo la educación relacionada con el periodismo como un estudio externo al campo profesional2. Producto de lo anterior, mientras la investigación comenzó a basarse en enfoques provenientes de dichas disciplinas, la práctica del periodismo continuó vinculada al oficio práctico y al autodidactismo.

En este contexto, aunque en la actualidad poseer un título profesional para ejercer el periodismo sea cada vez más corriente y quizás lo habitual, se plantea la interrogante de si la educación universitaria, en el sentido estricto del término, es del todo factible en este campo. Hallin y Mancini (2004), por ejemplo, han argumentado que dicha educación no sería hoy claramente esencial a la práctica del periodismo, y que en términos empíricos no existiría una correlación fuerte entre profesionalismo y educación formal en el mundo.

Preguntas formales de investigación

Todos los aportes y las perspectivas analizados han sido importantes en el debate sobre la identidad del periodismo y su lugar dentro del campo de la comunicación social. No obstante, son insuficientes, en términos de mostrarnos los diferentes matices y posturas que surgen dentro de la academia en los distintos países que componen el subcontinente.

Con base en la revisión de la literatura y el contexto latinoamericano como marco de análisis, deben abordarse las siguientes preguntas de investigación:

P1: ¿Son periodismo y comunicación considerados un campo profesional equivalente dentro de la academia? ¿Existe una validación profesional del periodismo fuera de los medios de comunicación, más allá del comportamiento del mercado laboral?

P2: ¿Qué diferencias nacionales perciben los académicos en la formacion entregada por las escuelas y facultades de periodismo y comunicación social latinoamericanas?

P3: ¿Cuál es la validación que los académicos de periodismo y comunicación dan al periodismo como profesión?

Metodología

El diseño de esta investigación se enmarca en un estudio descriptivo de carácter mixto (cuanti/cuali), realizado a través de entrevistas a una muestra de 50 investigadores y docentes de periodismo y comunicación de la región. Producto de los objetivos del estudio, se consideró correcto utilizar preguntas abiertas que permitieran adquirir evidencia empírica cualitativa —con base en categorías relevantes vinculadas a la percepción de la academia—; pero al mismo tiempo agrupar las respuestas en variables factibles de ser codificadas cuantitativamente.

Producto de que se buscaba la mayor diversidad posible en la conformación de la muestra, se intentó contar con relatos de académicos de cada uno de los países de la región. A efectos de seleccionar y lograr el contacto con los entrevistados, se utilizaron como referencia las publicaciones de trabajo científico-académico en cinco revistas latinoamericanas: signo y Pensamiento, Comunicación y Sociedad, Diálogos de la Comunicación, Estudios Venezolanos de Comunicación y Cuadernos de Información. En ellas se buscaron representantes de las más variadas temáticas dentro del campo de la comunicación social y el periodismo, y así se escogieron los autores con mayor presencia en dichas publicaciones. En el caso de los países que no estaban representados por suficientes autores nacionales en aquellas revistas, se utilizaron contactos a través de Felafacs y alaic.

A todos se les contactó con anterioridad para asegurar su disponibilidad e interés en contestar la entrevista. A quienes respondieron positivamente, se les envió el temario de 13 preguntas abiertas y se les pidió que lo regresaran cumplimentado en el plazo de un mes. A quienes no respondieron tras dicho período, se les recordó dos veces a través del reenvío de las preguntas, antes de considerarlos fuera de la muestra y de localizar a otro sujeto en su reemplazo. Se recibieron 35 entrevistas completas y con ello se alcanzó una tasa de respuesta del 70%. Un 40,2% de los entrevistados proviene de algún país centroamericano, mientras que el 59,8% representa a Suramérica y México (Tabla 1). No se obtuvo respuesta de ningún académico o profesional del periodismo y la comunicación provenientes de Ecuador, Panamá, Paraguay o República Dominicana. El trabajo de campo fue realizado entre octubre de 2007 y febrero de 2008. Todos los entrevistados dieron su consentimiento informado para participar del estudio.

A efectos de la codificación de los datos provenientes de las entrevistas, se siguió el siguiente procedimiento: en una primera fase se realizó una aproximación cualitativa. A través de un análisis simple que permitió una lectura exhaustiva, así como una selección y ordenamiento del material recopilado se buscó levantar los temas más importantes para los entrevistados según el discurso narrado en las entrevistas. Dicha información se jerarquizó en categorías temáticas, las que se vincularon con el discurso de cada uno de los entrevistados, siguiendo una de las propuestas de análisis de Vieytes (2004). Estas categorías fueron: periodismo frente a comunicación, periodismo como profesión, periodismo como práctica ocupacional, diferencias y similitudes del periodismo latinoamericano y modelos de formación. A partir de ello, en una segunda fase, se efectuó un abordaje cuantitativo de dichas cateogrías temáticas, a través de su operacionalización en variables.

Resultados

¿Periodismo o comunicación?

Como ya se mencionó, las escuelas y facultades de periodismo y comunicación han debatido durante décadas respecto a la hibridez conceptual de la práctica profesional, producto de la unión que periodismo y comunicación tuvieron casi desde el comienzo de su enseñanza universitaria. Aunque nuevos modelos formativos surgidos desde los años noventa han promovido una especificidad y división —tanto de las prácticas como de la investigación dentro del campo—, la indefinición aún persiste presente entre quienes entregan y generan nuevo conocimiento en el área. En efecto, de los relatos de los entrevistados se desprende una evidente tensión entre dos polos: quienes consideran que la incorporación de los estudios de comunicación ha dañado la identidad del periodismo y quienes aseguran que ha sido justamente la comunicación la que le ha dado al periodismo un estatus de profesión, y no de oficio.

Según los resultados, el 65,2% de los académicos considera que hablar de comunicación en el contexto latinoamericano es hablar de un campo disciplinario más amplio que el periodismo, aunque ambos serían conceptos complementarios. Dentro de este grupo, muchos sostienen la idea de que un periodista es comunicador social, pero que no todos los comunicadores son periodistas.

En tanto, un 8,7% de los entrevistados piensa que al hablar de comunicación y periodismo se discute de lo mismo. Sin embargo, un 11,6% reconoce no tenerlo claro y un 14,5% —proveniente específicamente de Puerto Rico, Uruguay, Cuba y Argentina— asegura que son cosas absolutamente distintas3. Los argumentos entregados por algunos de los entrevistados profundizan en el porqué de sus posturas:

Son complementarios, pues, de hecho, en la formación se integran. El periodismo corresponde a la técnica y la comunicación social a la base teórico-conceptual y crítica de dicha técnica que le da el soporte como profesión. (Académico chileno).

Sobre lo que hacen los comunicadores sociales hay muchas definiciones. La mayoría de ellas, si bien interesantes y válidas, no tienen que ver con el periodismo y por lo tanto se refieren a algo diferente y distinto, más allá de que pueda haber escasos puntos de contacto" (académico uruguayo).

En general, se viene produciendo desde los años 80 una diferencia y complementación entre ambos conceptos, porque los campos profesionales se van especializando. (Académica peruana).

A partir de los años setenta las escuelas de periodismo en Latinoamérica pasan a denominarse Escuelas de Comunicación Social debido al esfuerzo de elevar al periodismo de su estatus de "oficio" a un nivel científico con el manejo de teorías que le dieran un nivel universitario. En Venezuela, ambos términos se utilizan a veces indistintamente, pero prevalece el de comunicador social, porque los egresados de las escuelas ejercen muchos roles en los diferentes medios, y algunos no trabajan directamente con las noticias. (Académica venezolana).

En Cuba ha existido alguna confusión semántica en el pasado, pero hoy los conceptos están más claros: el periodismo es distinguido como una función social y profesional que tributa a las demandas de la opinión pública en un plano general y político. La comunicación social es una función igualmente legítima, pero se relaciona con la opinión pública desde el punto de vista de las organizaciones, y cumple funciones específicas al servicio de éstas. (Académico cubano).

La condición de periodista es complementaria a la del comunicador social... Lamentablemente, esto no se entiende bien en Chile, donde muchos periodistas denostan a los 'comunicólogos' por teorizantes y muchos "comunicólogos" desprecian a su vez a los periodistas por "ignorantes" o superficiales. (Académico chileno).

El periodista es un comunicador social especializado en difundir información proveniente de fuentes específicas. (Académico mexicano).

En tanto prácticas profesionales cuya tarea es la producción e intercambio de información, periodismo y comunicación son conceptos comunes y absolutamente complementarios. (Académica mexicana).

¿Hasta dónde llega el quehacer del periodista?

En una tendencia similar a la recién descrita, el 72,5% de los entrevistados conceptualiza el periodismo latinoamericano y lo vincula en exclusiva con el ejercicio profesional en los medios de comunicación. La mayoría lamenta que la formación del periodista haya estado subordinada a la formación del comunicador social, ya que ha dañado su esencia y reconocimiento como práctica diferenciada.

Académicos de algunos países como Argentina, indican, por ejemplo, que la mayoría de los estudiantes de las facultades de comunicación social, recién en cuarto año, optan por una de las opciones que sus programas dan como salida profesional —periodismo, comunicación audiovisual, comunicación corporativa—; pero que antes todos ellos deben pasar por la misma formación general, supeditada a la comunicación.

No obstante, casi un 70% de estos mismos académicos afirma que en la actualidad el periodista no solamente puede trabajar en medios de comunicación. Es decir, si bien se reconoce que el periodista hoy ocupa otros nichos laborales, no se obtiene una validación de dichos espacios como propios del quehacer periodístico:

Existe una dinámica bastante fuerte en toda la región respecto a la confusión entre periodismo y comunicación. Uno de los ejes del problema es la asimetría de poder económico entre los periodistas, por un lado, y los fuertes aparatos de publicidad y comunicación institucional, por el otro. Estos últimos invaden el periodismo y tratan de someterlo. Esto trae como consecuencia que, en busca de seguridad económica y mayores ingresos, el periodista se desplace hacia el relacionismo público. La precariedad económica del sector periodístico provoca entonces que, o bien el periodista se dedica a tiempo completo a trabajar en este tipo de instituciones (empresas, iglesias, ONGs, instituciones estatales, etc.) o bien se emplee en ellas part-time. Algunos otros grupos de periodistas, aunque más pequeños, se dedican a la docencia, o devienen escritores, productores independientes de video, publicitarios. (Académico cubano).

La precarización del trabajo periodístico ha empujado a muchos compañeros a otros espacios de la comunicación, como lo son las relaciones públicas, los gabinetes de prensa o las oficinas de comunicación de entidades gubernamentales. Ahí su instinto periodístico "juega" en función de intereses corporativos o del Estado, situándose al otro lado del espejo. (Académico puertoriqueño).

Quienes llevan a cabo tareas distintas a informar, opinar e interpretar respecto de los hechos noticiosos no son periodistas o, al menos, no fungen como tales. Se debe marcar claramente la diferencia con las otras funciones posibles de las diversas áreas de la Comunicación y también con las deformaciones que pretende inducir el tecno-optimismo: el llamado "periodismo ciudadano" y la proliferación de blogs, que no son sino suplantaciones de la profesión periodística. (Académico boliviano).

En el otro polo de las opiniones, los entrevistados que relacionan el periodismo no sólo con los medios, sino con la producción institucional, la comunicación corporativa y otras formas de expresión, provienen mayoritariamente de Chile, Colombia, Bolivia y México:

Producto de la formación que reciben, hoy no puede ser periodista sólo el que trabaja en los medios de comunicación, pero hay una fuerte tendencia aún a entenderlo de esa forma. El periodista hoy trabaja en departamentos de comunicación y/o información de organismos públicos y privados, en relaciones públicas, en empresas asesoras, en organizaciones no gubernamentales y en otras entidades de la sociedad civil, como así mismo en portales y sitios multimedia. Hay claramente escuelas que forman periodistas reporteros y otros que gracias al uso más preponderante de la teoría, forman comunicadores que también son periodistas. Pienso que la diferencia fundamental está en la valoración que se hace de la teoría, si la valoras comienzas a formar comunicadores, de lo contrario, reporteros. (Académico chileno).

Los avances tecnológicos y la demanda de servicios de información pública y del sector privado ha modificado el perfil tradicional del periodista. Hoy puede decirse que es también un agente intermediario entre las fuentes y los medios, y entre éstas y ciertos públicos como los usuarios de Internet. (Académico boliviano).

Hoy el periodista ya no está solamente ligado a los medios, sino a las nuevas formas de narrar y de formar opiniones públicas diversas, críticas y calificadas. (Académico colombiano).

El periodista actual puede perfectamente trabajar en las oficinas de comunicación que hoy existen en cada dependencia gubernamental, organismo público o empresa... Desde donde "se maneja" la "presencia en medios". Quizá pueda afirmarse que el periodismo se hace hoy desde las "fuentes", muy articulado con las "relaciones públicas" (Académico mexicano).

Validación del periodismo como profesión

Considerando que los sujetos de estudio eran una muestra de quienes forman a futuros periodistas "profesionales", la lógica hacía suponer que sus discursos en torno a la validación del periodismo como profesión debían de ser positivos y similares. Sin embargo, emergen percepciones muy divididas respecto a la condición profesional del periodismo en la región. Si bien seis de cada diez entrevistados consideran que el periodismo es una profesión, cuatro de cada diez lo califican sólo como oficio, actividad o práctica, y más de un 80% no menciona la formación profesional como requisito fundamental en la definición del periodista. Junto a ello, algunos de los discursos dejan ver cierto desprestigio que ha vivido la profesión periodística en algunos países, producto de la corrupción y de la precariedad laboral.

Los relatos de tres académicos son esclarecedores: El periodismo es una práctica. No obstante, al otorgar las universidades diplomas de periodista hacen que esta práctica se transforme también en una identidad académica, aunque no se ejerza como profesión. (Académico guatemalteco).

El periodismo es un campo de trabajo intelectual, cuya actividad es procesar e interpretar los acontecimientos actuales y significativos de la sociedad. Como actividad ha pasado de ser un oficio empírico a una profesión socialmente reconocida por el rol que cumple en la sociedad, sobre todo en sociedades de alto riesgo. (Académico venezolano).

En mi país no predomina un ejercicio periodístico de altos estándares profesionales. Existe una fuerte vinculación a los intereses políticos, y la corrupción y la precariedad laboral son variables universales dentro de la actividad. (Académico cubano).

Llama la atención que cerca del 50% de los entrevistados está a favor de la participación de la ciudadanía como productores de información de interés público, y que sólo seis académicos afirmen que quien no ha estudiado la carrera en la universidad no puede ser ni ejercer como periodista. Dos claras posturas emergen: la de quienes perciben que el periodismo no puede renunciar a su estatus como carrera univeristaria y la opinión de quienes creen que el ejercicio práctico del periodismo no tiene por qué estar exclusivamente en manos de los periodistas titulados, sino en manos de sujetos que sepan hacer bien su trabajo. Quienes defienden la formación académica expresan:

Creo que es inexorable el camino hacia la profesionalización académica del periodista. Ya es imposible seguir sosteniendo con seriedad la vieja frase que afirma que la única manera de formar un periodista es "en el fragor de las redacciones". (Académico uruguayo).

Los que no han estudiado periodismo en la universidad no pueden llamarse periodistas. Serían empíricos que sobre la práctica intentan ejercer una profesión para la que no han sido académicamente preparados. (Académica costarricense).

En Bolivia quien desea ejercer el periodismo inevitablemente no encuentra otro espacio que no sea el de formarse a través de los departamentos de Comunicación Social. (Académico boliviano).

Quienes favorecen el aprendizaje a través de la práctica profesional relatan su pensar desde una postura absolutamente distinta:

Hasta hoy, siguen siendo completamente independientes el título y la ocupación profesional, quizá con mayor distancia ahora que hace 20 o 40 años, y no sólo en el periodismo sino en cualquier campo profesional. El título hoy es significativo casi en exclusiva para el mundo académico. (Académico mexicano).

Los periodistas que no pasaron por la universidad y los periodistas que no se han graduado en periodismo también lo son, al igual que quienes sí lo hicieron. La diferencia a favor de unos u otros dependerá de la calidad de su trabajo. (Académica peruana).

La era del empírico está acabando, pero el periodismo no debe ser algo reducido a un selecto grupo. Al contrario, estoy a favor de la promoción de un periodismo ciudadano y de posibilidades de participación de la ciudadanía como productores de información de interés público. (Académico salvadoreño).

El ejercicio del periodismo es parte del derecho a la libre expresión y ésta pertenece a todos los ciudadanos, no sólo a los periodistas, ... Más allá de la formación, quienes creen en el concepto de la libertad de expresión, deben aceptar que cualquiera puede ser periodista. (Académico uruguayo).

Más del 80% de los académicos que cataloga al periodismo como oficio es centroamericano. Aunque el porcentaje es bastante elevado, dicha situación no sorprende mucho, producto del bajo desarrollo que ha alcanzado la profesión, de la aún escasa especialización de las plantas académicas y de diferentes problemas estructurales que muchas escuelas de periodismo han tenido en países del centro (Ferreira y Tillson, 2000).

Los académicos que defienden la educación universitaria de los periodistas, en tanto, provienen mayoritariamente de Chile, Brasil, Venezuela y Colombia, países donde en su mayoría, y paradójicamente, hoy no se exige el título profesional para el ejercicio del periodismo:

En Chile existe una ambigüedad vergonzosa, en tanto sólo pueden llamarse periodistas quienes tienen el título respectivo, otorgado por una universidad reconocida por el Estado, pero no hay reserva exclusiva del ejercicio del periodismo para los periodistas. Al mismo tiempo, ninguna ley determina quiénes pueden llamarse comunicadores sociales. (Académico chileno).

Diferencias y similitudes del periodismo latinoamericano

Varios han sido los modelos de formación que han surgido dentro de las escuelas y facultades de periodismo y comunicación latinoamericanas. Desde el modelo "mediático" de los años cincuenta, pasando por el modelo de "científico social" de la década de los setenta (Fuentes, 1991) y el modelo del comunicador vinculado a la práctica en organizaciones de los años noventa, hasta el modelo del comunicador de la sociedad del conocimiento y de las tecnologías de la información y la comunicación (tic), impuesto en los últimos años (Roveda, 2006). Estas formas de enfrentar la enseñanza del periodismo han sido adoptadas por cada país, según su desarrollo y estabilidades económica, social y política (Mellado, 2009c). Aunque cada modelo prioriza de distinta forma la teórica y la práctica, en casi todos ellos la tensión entre ambos elementos permanece.

Resultó interesante conocer si los entrevistados tenían un claro conocimiento de las diferencias o similitudes que existen en la formación los periodistas y comunicadores de la región. De acuerdo con el discurso de los académicos, no obstante, un 60,9% no está al tanto de las corrientes de formación que han predominado en la formación de los periodistas fuera de sus fronteras nacionales. Entre los que sí las mencionan, un 70% da importancia tanto a la influencia anglosajona como a la europea. En términos de las diferencias que existen entre los modelos de formación según países, estos académicos se dividen casi por igual entre quienes observan diferencias y quienes perciben homogeneidad. Quienes pertenecen al primer grupo analizan dichas diferencias según el nivel educativo y sociopolítico de cada país, y según el grado de desarrollo de la prensa:

Las diferencias provienen de las particularidades en el proceso de desarrollo económico, social, político y cultural de los distintos países latinoamericanos y de la infraestructura tecnológica que éstos han sido capaces de instalar desde los años sesenta. Actualmente, la formación de comunicadores se debate entre los enfoques "instrumentalista" asociados a la formación técnica, y el "humanista" que forma comunicadores reflexivos a partir de un énfasis en las materias teóricas. (Académico mexicano).

En Latinoamérica luchan dos enfoques claves en la comunicación: el crítico, de base europea, y el funcionalista, de base estadounidense. Esto, que normalmente aparece en los textos de teoría y modelos de la comunicación, se ha traducido en una tensión permanente. (Académico chileno).

Paralelamente, dos modelos de formación estarían en permanente tensión: uno centrado en los aspectos instrumentales (prácticas profesionales), y otro, en los aspectos teóricos (campo académico). Según reflejan los discursos de los entrevistados, aunque la tensión ha sido abordada, las universidades no la han asumido a cabalidad y han dejado el control de dicho balance en manos del entorno. Para el 63,8% de los académicos el sistema de educación dominante en sus respectivos países tiende a priorizar la formación técnica profesional:

El problema de la falta de integración de la teoría y la práctica es una cuestión recurrente en las escuelas de comunicación mexicanas. Y aunque en algún minuto pareció lograrse cierto equilibrio con la proliferación de las TICs, las escuelas de comunicación se han volcado netamente hacia el desarrollo de competencias técnicas. Esto ha provocado un viraje hacia la producción de mensajes escritos, audiovisuales o multimedia, en detrimento de los contenidos teóricos. (Académico mexicano).

En El Salvador hay mucha distancia entre las empresas de comunicación y las universidades en general; hay poca valoración y de hecho poca investigación académica sobre periodismo o comunicación. Existe una tendencia a pensar que los periodistas deben tener una formación más bien técnica, saber usar las tecnologías, escribir bien y ya. (Académico salvadoreño).

Mi impresión es que en América Latina tiende a predominar una formación más teórica y academicista que una que fortalezca la identidad profesional vinculada con lo técnico. Lo que me preocupa no es tanto esa formación teórica y academicista, sino que sea de mala calidad, y que difundan el tipo de teoría que ubica al periodista como un indigno manipulador de noticias que conspira con maldad, aprovechándose de la estupidez del público. (Académico uruguayo).

A juicio de los académicos, los elementos que estarían influyendo en el desarrollo de la actividad periodística se vinculan, sobre todo, al desarrollo tecnológico (63,3%) y a lo económico (50%).

Discusión y conclusiones

Este artículo examinó la postura que la academia latinoamericana posee en torno al estatus del periodismo, así como en torno a la vinculación conceptual y práctica que ésta hace entre periodismo y comunicación, a través del análisis de 35 entrevistas conducidas en el período 2007-2008 a investigadores y docentes del campo de la comunicación social, en 16 países del subcontinente.

En términos generales, uno de los resultados importantes de esta indagación fue constatar la postura mayoritaria que la academia mantiene sobre el alcance profesional del periodismo. Según el relato de los entrevistados, la extensión del mercado laboral para periodistas está vinculada con la precariedad laboral y económica de la profesión, así como con el cambio tecnológico, pero no con un marco conceptual ni con un fin profesional común. En medio de la propia crisis epistemológica que sufren las ciencias sociales, parece existir acuerdo en la falta de solidez teórica y metodológica, así como en la falta de especificidad que ha ganado el periodismo. Quizás esta sea una de las razones de la baja validación que un porcentaje importante de los académicos encuestados dan al periodismo como profesión.

Llama la atención que dicha postura no se vea reflejada en las decisiones que toman las escuelas y facultades de periodismo, así como en las mallas curriculares que las sostienen (Zalba y Bustos, 2001; Hernández, 2004; González, 2001; Roveda, 2006). También llama la atención que no se hayan tomado decisiones respecto a la especificidad que las agrupaciones y publicaciones académicas pudieran aportar en torno a esta materia.

Paralelamente, los resultados enseñan un notorio desconocimiento por parte de los investigadores en cuanto a la realidad del periodismo y desarrollo de la comunicación social en otros países latinoamericanos. Considerando la unión geográfica, el lenguaje compartido, la historia de la región y, al mismo tiempo, cierta equivalencia de los sistemas sociales que sostienen a los países latinos, llama fuertemente la atención que más de la mitad de los entrevistados exprese no estar al tanto de las perspectivas conceptuales y modelos de formación del área, más allá de sus fronteras nacionales. Esto explicaría la casi inexistencia de estudios cross nacionales —con excepción de algunos trabajos realizados en el campo de la sistematización documental (véanse, por ejemplo, Fuentes Navarro, 2007 y 1994; Mellado, 2009d)— que comparen dos o más países dentro del continente. Sin duda, este tema debe provocar una fuerte reflexión en el interior de las escuelas y facultades, en términos de los reales esfuerzos que se estarían haciendo por fortalecer el campo de la comunicación y los estudios de periodismo, desde una postura latinoamericanista.

En términos particulares, se desprenden dos grandes tendencias personificadas en dos grupos distintos. Los académicos centroamericanos mantienen una visión absolutamente restrictiva del ejercicio del periodismo, no validan la comunicación social como campo connatural de formación para los periodistas, no consideran que el periodismo haya alcanzado el estatus de profesión pese a ser enseñado en las universidades y desconocen por completo lo que se valida como práctica del periodismo en otros países de la región. Los académicos del resto de Latinoamérica, especialmente de Chile, Venezuela, Colombia y México, se refieren en mayor medida a la profesionalización del periodismo y manifiestan mayor disposición de convertir al periodista en un comunicador capaz de gestionar información en diferentes formatos y soportes. No obstante, un porcentaje importante también rechaza la fusión del periodismo y la comunicación bajo una misma denominación profesional.

De acuerdo con la estructura de las respuestas proporcionadas por los entrevistados, tiende a desprenderse una fuerte polarización. Por un lado, una opinión en la cual el periodismo necesitaría de la comunicación, al menos académicamente, para ser validado como profesión. Por el otro, la opinión de que la comunicación social no debiera vincularse a la formación del periodista, en tanto éste perdería identidad y posición diferenciada a través de sus prácticas. Los distintos grados de desarrollo alcanzados por los países que componen la región latinoamericana parecen moldear la profesionalización percibida por la academia en torno a la actividad periodística.

Si bien el estudio del periodismo en las universidades ha crecido exponencialmente durante las últimas tres décadas, dicho aumento no parece haber ido necesariamente a la par con su consolidación profesional y académica y ello ha afectado su proceso de legitimación. La razón del estancamiento en el área radicaría, de acuerdo con las entrevistas de los académicos, en la articulación forzoza que se ha generado entre periodismo y comunicación, en la falta de especificidad e institucionalización de ambos campos de estudio y en la mezcla de ocupaciones con escasos puntos de convergencia. El futuro que los estudios de periodismo y comunicación tengan en la región debe ser entonces un tema privilegiado en la reflexión académica.

Este trabajo representa un primer intento por dialogar directamente con académicos e investigadores que, a lo largo del subcontinente, tienen la misión de generar nuevo conocimiento y educar a las futuras generaciones de periodistas. Aunque se logró cubrir un gran espectro territorial, el pequeño número de académicos entrevistados limita el alcance e impide la generalización de los resultados. En este sentido, se hace necesario repetir el trabajo aquí realizado con muestras más extensas y otras técnicas metodológicas que les den un mayor respaldo y valor explicativo a los análisis aquí proporcionados.


1. Entrevista personal con el autor, académico de ITESO, México.

2. Ungaro et al. (2005, p. 78) hacen una diferencia entre campo laboral y campo profesional, entendiendo por el primero "el conjunto de ámbitos y prácticas de desempeño efectivo del comunicador", mientras que por campo profesional mencionan "la articulación entre los imaginarios profesionales de los sujetos e instituciones insertos en el campo comunicacional y los imaginarios sociales sobre el rol del comunicador".

3. De acuerdo con la mayoría de los académicos, los programas que imparten la carrera de periodismo o la licenciatura en comunicación social tienden a pertenecer mayoritariamente a las facultades de humanidades o ciencias sociales. No obstante, llama la atención que casi un 60% de los mismos entrevistados no conoce el número de facultades ni de alumnos que se vinculan al área de la comunicación y el periodismo en sus respectivos países.


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