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Signo y Pensamiento

Print version ISSN 0120-4823

Signo pensam. vol.29 no.57 Bogotá July/Dec. 2010

 

Atravesando una muralla invisible Teorías de la comunicación y semiótica autista

Crossing an Invisible Wall Autistic Communication and Semiotic Theories

JOSé ANTONIO LÓPEZ SALAZAR*

* José Antonio López Salazar. Colombiano. Comunicador Social de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá. Profesor del Seminario de Recepción y Audiencias en la carrera de Comunicación Social, de la Pontificia Universidad Javeriana. Correo electrónico: antolo83@gmail.com

Recibido: Enero 24 de 2010 Aceptado: Febrero 28 de 2010

Submission date: January 24th, 2010 Acceptance date: February 28th, 2010


El trabajo es un análisis crítico que se propone pensar la comunicación en el marco de la enfermedad mental en el caso concreto del autismo. A una experiencia patológica, considerada la enfermedad de la comunicación por antonomasia, ¿cuáles han sido los modelos comunicativos que han estado en la base del diagnóstico? A partir de una revisión al discurso de la clínica y la psicología cognitiva, pretendo mostrar cómo, más que incapacidad o alteración en la comunicación, el autismo lo que plantea es la emergencia de unas lógicas delirantes propias, a partir de las cuales es capaz de procurarse una nueva salud. En síntesis: una apuesta teórico crítica por dar cuenta del cariz positivo y productivo del trastorno.

Palabras Clave: autismo, comunicación, clínica, semiótica, lógicas delirantes.

Descriptores: Autismo. Comunicación. Semiótica.


This work is a critical analysis that attempts to thinking communication within the framework of mental illness in the specific case of autism, a pathological experience considered the communication ailment par excellence. ^Which have been the communication models behind the diagnosis? By examining both clinical and cognitive psychology's discourses, I intend to show that, beyond a communication disability or alteration, autism puts forward the emergence of personal delirious logics based on which patients could attain new health. In short: it is a theoretical-critical bet in search of a positive and productive nuance of the ailment.

Key words: autism, communication, clinic, semiotics, delirious logics.

Search tags: Autism. Communication. Semiotics.


Origen del artículo

El artículo presenta la metodología y el resultado final de investigación del trabajo de grado titulado "Atravesando una muralla invisible. Teorías de la comunicación y semiótica autista". El trabajo recibió mención honorífica de la carrera de Comunicación Social y fue seleccionado por la Pontificia Universidad Javeriana para representarla en el Concurso Nacional Otto de Greiff 2009 a los mejores trabajos de grado del país. El trabajo de grado fue dirigido por el profesor Richard Tamayo.

Introducción

En un texto autobiográfico, una mujer diagnosticada con autismo evoca la siguiente imagen de su niñez:

Yo era una niña destructiva. Llenaba las paredes de dibujos, no alguna que otra vez sino siempre que tenía a mano un lápiz o una tiza. Recuerdo haber recibido un buen regaño por orinar en la alfombra. De modo que la vez siguiente, en lugar de usar una alfombra, puse una larga cortina entre mis piernas. Pensé que se secaría rápidamente y que mi madre no se daría cuenta. Los niños normales usan arcilla para modelar: yo usaba mis excrementos y esparcía mis creaciones por toda la habitación. Masticaba las piezas del rompecabezas y escupía en el suelo la pasta de cartón. Me irritaba con facilidad, y cuando me contrariaban arrojaba cualquier cosa que tuviera a mano, ya fuera un jarrón valioso o lo que quedaba de mis excrementos. Gritaba continuamente, y aunque reaccionaba con violencia al ruido, a veces parecía sorda. (Grandin y Scariano, 2003, p. 23)

En otro texto, esta vez dentro del marco de la reportería clínica, el neurólogo Oliver Sacks expone el siguiente caso:

La doctora Hermelin, de Londres, me había contado una historia acerca de una inteligente niña autista de doce años que se le acercó y le dijo, de otra estudiante: "Joanie está haciendo un ruido raro". Cuando fue a ver que pasaba, Hermelin encontró a Joanie llorando amargamente. La niña autista no había comprendido en absoluto lo que significaba el llanto: simplemente lo había registrado como algo físico: "un ruido raro". (Sacks, 2001, p. 329)

Extravagancia y paradoja: a su manera, cada relato deja entrever el desconcierto que suscita la experiencia del trastorno autista. Y es que o bien desde sus inicios o bien desde los estudios posteriores, un halo de incapacidad y de extrañeza han sido, al menos desde la perspectiva de la clínica y la psicología -cognitiva y evolutiva-, los lineamientos generales que han prefigurado el cuadro clínico del autismo. A pesar de la observación empírica y del proceder científico que han permitido un avance gradual en la definición del síndrome, y a pesar también del desarrollo de instrumentos y técnicas para el diagnóstico, el pronóstico y la intervención del paciente, el autismo no ha cesado de girar y retorcerse en el émbolo de la incomprensión. ¿Acaso el trastorno no es más bien el producto de un análisis que sólo lo ha querido hacer visible en el vacío y la carencia?

En medio de tal panorama, esta investigación, en primera instancia, puede verse como un intento por pensar la comunicación en el marco de la enfermedad mental en el caso concreto del autismo. A una experiencia patológica, a un conjunto de síntomas que se presentan como la patología de la comunicación por antonomasia, ¿cuáles han sido los modelos comunicativos que han estado en la base del diagnóstico? ¿Cuáles han sido, también, los presupuestos lingüísticos y las semióticas de base que han prefigurado el análisis y que han arrojado indicios de "discapacidad y alteración" en la función comunicativa ?

A partir de tales cuestiones, en el estudio que aquí presento pretendo mostrar cómo el autismo instalado en el seno mismo de la función comunicativa cuestiona por todos los modos posibles los presupuestos lingüísticos que la han definido. Al revaluar la naturaleza del lenguaje, abriéndolo a procesos de heterogénesis que operan como soporte expresivo de los síntomas, el autismo se abriría paso en medio de prácticas de apertura productoras de una subjetividad singularizante. ¿En la emergencia de qué semióticas y en la producción de qué formaciones delirantes el autismo es capaz de procurarse una nueva salud?

Metodología

Este trabajo plantea un análisis teórico-crítico a las teorías de la comunicación que están en la base de la comprensión actual del autismo. El texto se desarrolla en tres capítulos.

En el primer capítulo se hace una revisión histórica de los antecedentes del trastorno y de las variaciones en los enfoques que han definido el cuadro clínico. Se indaga por las características, los lineamientos y los procedimientos a partir de los cuales el discurso de la psicología -cognitiva y evolutiva- y la clínica hace inteligible el autismo como entidad nosográfica. ¿A partir de qué presupuestos lingüísticos el autismo es ubicado en la incapacidad y la carencia? Cuando se dice que una persona con autismo presenta fallas en la función comunicativa y representacional del lenguaje, ¿hay que dar por sentado que quien falla es la persona que padece el trastorno o, más bien, que lo realmente problemático son las limitaciones explicativas del paradigma lingüístico estructural que prefigura lo que hay que entender por lenguaje? ¿Por qué aquello que otorga consistencia a una vida, aquello que opera como atractor selectivo en medio del caos, sólo puede ser posible en la economía lenguaraz y comunicativa del lenguaje?

Siguiendo las líneas de trabajo que trazan tales preguntas, en el segundo capítulo se hace un estudio riguroso al sistema de referencia clínico y a los procedimientos a partir de los cuales se define el síndrome. Al indagar por las "coordenadas semióticas" que prefiguran el diagnóstico, se hacen evidentes similitudes operativas entre la lingüística y el instrumento de la clínica dsm-iv (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales).

En una instancia posterior, se sugiere y pone a prueba un aparato conceptual (cuyos insumos provienen de Félix Guattari, Remo Bodei y Gilles Deleuze), que abre la perspectiva de una semiótica perceptual a partir de la cual es posible dar cuenta de los flujos intensivos y los diferenciales de fuerzas que se expresan en el síntoma: todo con el propósito de aventurar indicios de producción de rasgos de expresión y de lógicas delirantes en el autismo.

Finalmente, el tercer capítulo está orientado a dar cuenta del cariz procesual y creativo que se expresa en el autismo. Para ello, se analiza el caso concreto de Temple Grandin, una mujer diagnosticada con autismo, quien a pesar del mundo caótico y de sobreexcitación sensorial que encarna, y a pesar, también, de sus "estereotipias" en el lenguaje, es capaz de procurarse una nueva salud, mediante la creación de la máquina de apretar. El capítulo discurre, entonces, en torno a las posibilidades de consistencia y de reorganización que el autismo es capaz de producir en su delirio, a partir de la emergencia de unas lógicas delirantes concretas y la producción de unas semióticas perceptuales que están en su base.

Resultados

A partir de una revisión al discurso de la psicología -cognitiva y evolutiva- y de la clínica, es posible afirmar que el cuadro clínico del autismo está prefigurado por un modelo comunicativo según el cual el lenguaje tiene una función de representación y comunicación de información. De ahí que los síntomas del autismo sean inteligibles o, mejor, sean producidos en relación con el vacío y la carencia: son síntomas que se resisten a capitular el sentido de lo normal, el orden de la verdad, las normativas de la gramática y de la sintaxis del lenguaje, los preceptos del comportamiento correcto.

A partir de términos como malestar, descontrol, limitación, incapacidad, inflexibilidad, irracionalidad, patrón sindrómico, el dsm iv traza una distinción de inclusión-exclusión entre lo normal y lo patológico.

Más aún, el proceder del discurso clínico muestra que anterior a cualquier observación empírica de la cual se deriva su estatuto de cientificidad, el diagnóstico es el producto de una imposición de coordenadas semióticas-lingüísticas. De ahí que la pregunta acerca de si es posible hablar de lenguaje en el autismo sea de fondo la indagación acerca de si es tan sólo desde la semiótica clínica que el trastorno puede hacerse inteligible. El autismo, en cuanto enfermedad de la comunicación, lo que sugeriría, más bien, es la necesidad de la recomprensión de la naturaleza del lenguaje.

Discusión de resultados

Por supuesto, el autismo se presenta como una patología de la representación, pero eso es tan sólo en un primer ámbito, en el que se da por sentado la función semiótica-lingüística del lenguaje. Sin embargo, a la extracción y selección de elementos exclusivamente lingüísticos -morfosintácticos, fonemáticos y semánticos-, el trastorno antepone la producción de unos modos particulares que no se reducen a los componentes formales del lenguaje y a partir de los cuales se opera un orden sobre el mundo caótico que habita. El análisis, entonces, más que preguntarse por las alteraciones de lenguaje -que ya aparecen plenamente identificadas-, precisa un cuestionamiento por los procedimientos o rasgos de composición a partir de los cuales se expresa el autismo.

En cuanto patología, el trastorno requiere un cuadro clínico que permita su diagnóstico y su tratamiento; más aún, valdría la pena aunar al análisis la perspectiva de una semiótica perceptual que dé cuenta de los flujos intensivos y diferenciales de fuerza que constituyen el trastorno; una lógica intensiva que permita el estudio de los síntomas, no tanto como indicio de patología, sino como vector consistente productor de subjetividad.

Ahora bien, ¿qué nos muestran esas vidas cuyos modos de expresión no se reducen al supuesto de base comunicativo-informativo? ¿Vidas que despojan al lenguaje de su carácter exclusivamente lingüístico? ¿Acaso esas estructuras gramaticales "inmaduras y repetitivas" que aíslan en una muralla invisible no son, más bien, los indicios de un gesto de apertura, la señal de un procedimiento incipiente de creación en el lenguaje? ¿Qué se expone en esas respuestas extravagantes a los estímulos sensoriales? Aquellas que se tornan hipersensibles a los sonidos en los contactos físicos, que reaccionan de modo exagerado ante la luz y los colores; los cambios ligeros de ambiente. ¿Qué se muestra en esa hiperactividad que desencadena movimientos agresivos y autolesivos? Tal vez ese estado de excitación exasperante propio del trastorno autista tenga mucho que ver con una revaluación de la naturaleza del lenguaje y su función comunicativa.

Quizá tal estado de sobreexcitación sugiera la selección de cierto tipo de estímulos que están por fuera del rango de lo normal y que, por tanto, más que ausencia, ensimismamiento o insensibilidad, lo que supone es un umbral de conciencia capaz de percibir otros estados de cosas que arrastra la producción de unas lógicas delirantes concretas. A una muralla invisible que aísla, se antepone una semiótica perceptual que se conecta con flujos e intensidades, y que en su operación produce lógicas delirantes. Una mirada "ensimismada", una postura "queda", la cual de golpe retoza sin control, quizá sean susceptible de analizarse como variables inherentes a una lógica delirante de expresión, que también habitan un campo social, pero que exigen una mirada más extensiva de la que se esgrime desde la racionalidad clínica.

De ahí que la comprensión del problema implique la intuición y la comprensión del devenir, una zona de vecindad que da cuenta del cariz intensivo y esencial que habita en el autismo y que prefigura su delirio como rasgo sintomático. De ahí, también, la necesidad de un análisis que no se limite a la distinción verdad-error, comprensible-incomprensible propio de un esquema fundado en orden de verdad y capacidad de demostración. De ahí, finalmente, la necesidad de un análisis que dé cuenta de los bloques de sensaciones y mapas intensivos no menos reales que se producen en el trastorno. En esa medida, la máquina de apretar creada por Temple Grandin habría que estudiarla no como un procedimiento de escape o una identificación animal, sino como una lógica delirante que traza zonas de vecindad y devenires, que describen una economía intensiva de fuerzas.

Conclusiones

Si cabe suponer al delirio un desafío, hay que liberar su análisis de la carencia y la opacidad en la que tradicionalmente lo han emplazado las vías recurrentes de la razón. Pues lo realmente sugestivo y apasionante del delirio se desencadena en las conjunciones de flujos y movimientos intensivos, que actualizan y que, a su vez, precipitan la reformulación de las coordenadas de su análisis: bloque de devenir. Al hablar en su propia lengua, conectarse con sus ritmos vitales, modular la intensidad de sus síntomas, el delirio se abre paso en movimientos intensivos que tensionan los límites de la razón y hacen vacilar cualquier distinción entre lo normal y lo patológico.

Sin duda alguna, pensar el síntoma en la enfermedad mental plantea la necesidad de considerarlo en su dimensión de registro discursivo y, a la vez, en su dimensión intensiva. Al reducir la enfermedad mental a una descripción nosográfica, se tira por la borda la aprehensión pática del síntoma, su cariz autopoiético y de creación. Nada mejor para pensar en los límites del lenguaje que la instancia asignificante del síntoma, aquella que, sin importar si vehicula o no significaciones, plantea una economía intensiva, una ruptura de sentido que abre a nuevos campos de referencia, que provee consistencia a nuevas configuraciones existenciales. Las estereotipias del comportamiento, la repetición sin sentido (ecolalia), la resistencia a los cambios en el ambiente, son síntomas que operan como ritornelos asignificantes, como materias de expresión extralingüística que afirman modos de vida.

Sin embargo, tal vez lo más interesante del autismo, al menos desde la perspectiva de este trabajo, ha sido la oportunidad de pensar en un problema concreto, mediante un estudio crítico a las semióticas hegemónicas que constituyen una subjetividad homogénea, "laminar", en palabras de Guattari. Quizá el autismo, más que una patología de la comunicación, sea el indicio de la patologización de todo el campo social por la función comunicativa, que, al subsumir toda producción de diferencia a los procesos de subjetivación y significancia hegemónicos, no permite dar cuenta de la positividad de los síntomas, del cariz productivo del trastorno.

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