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Signo y Pensamiento

Print version ISSN 0120-4823

Signo pensam. vol.30 no.58 Bogotá Jan./June 2011

 

Reflexiones sobre las dimensiones políticas y discursivas en el análisis de experiencias de comunicación alternativa

Reflections on the presence of political and discursive dimensions when analyzing experiences in alternative communication

PABLO DANIEL RAMOS Y JUAN PABLO HAMADA *

* Pablo Daniel Ramos. Argentino. Está vinculado al Centro de Estudios Avanzados, Escuela de Ciencias de la Información, Universidad Nacional de Córdoba. Correo electrónico: pabdanram@yahoo.com.ar.

Juan Pablo Hamada. Argentino. Licenciado en Comunicación y profesor de periodismo. Está vinculado al Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba. Correo electrónico: pablohamada@gmail.com.

Recibido: Octubre 29, 2010 Aceptado: Diciembre 28, 2010

Submission Date: October 29th, 2010 Acceptance Date: December 28th, 2010


El siguiente trabajo indaga ciertas líneas teóricas para re-pensar el análisis de proyectos de comunicación alternativa anclados en distintas ciudades del interior de Argentina. Las características de determinados proyectos radiofónicos y periódicos digitales, producidos por jóvenes de sectores urbanos, interpelan un análisis que deberá problematizar las dimensiones de abordaje vinculadas principalmente con lo social, lo político y lo discursivo. Por ello, el trabajo plantea un diálogo entre las perspectivas post-estructuralistas para considerar las relaciones de poder y resistencia a partir de una concepción rizomática de lo social. En segundo lugar, rescatamos las reflexiones latinoamericanas sobre la comunicación alternativa para articular con la propuesta de M. Foucault sobre el vínculo indisociable del poder y el discurso. Finalmente resumimos algunas claves de abordaje metodológico, desde el cual consideramos que la dimensión política y la dimensión discursiva de los procesos sociales se articulan en la perspectiva de socio-discursiva cuando entiende que lo ideológico está presente en todo sentido sobre el cual hayan dejado huellas las condiciones sociales de su producción.

Palabras clave: comunicación alternativa, análisis del discurso, poder y resistencia.

Descriptores: Comunicación alternativa, Análisis del discurso, Poder (Ciencias sociales).


This paper inquires into certain theoretical lines of argument in order to rethink the analyses of some alternative communication projects under way in different Argentine inland cities. The characteristics of some established radio and digital newspapers, produced by young men and women from urban milieus, problematize the ways in which social, political, and discursive matters are to be approached. Thus, in this paper, we propose a dialogue between the different post-structuralist perspectives in order to ponder on the relationships established between power and resistance based on a 'rhizomatic' conception of the social issue. On the other hand, we recover some Latin American reflections on alternative communication in order to connect them to M. Foucault's proposal concerning the indissoluble link between power and discourse. Finally, we sum up with a few key methodological approaches from which we consider that, both the political and discursive dimensions of social processes, are articulated into a social-discursive perspective once it has been clearly understood that ideology is always present behind any sense or meaning which has the imprint of the social conditions that produced them.

Keywords: alternative communication, discourse analysis, power and resistance.

Search Tags: Alternative communication, Discourse analysis, Power (Social Sciences).


Origen del artículo

El siguiente artículo surge a partir del proyecto colectivo La producción mediática alternativa: condiciones de posibilidad en la trama discursiva contemporánea, desarrollado en el periodo 2006 y 2007, dirigido por la doctora Ana Beatriz Ammann, en el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.

Existe sólo el agitado oleaje de la vida, sólo la corriente del devenir, el inacabado vaivén de sus olas. No hay nada duradero, permanente, estable; todo está sometido al movimiento.

E. Fink (1976 )


Introducción

El siguiente artículo surge a partir del proyecto colectivo La producción mediática alternativa: condiciones de posibilidad en la trama discursiva contemporánea1, el cual estuvo orientado por el objetivo de analizar, desde una perspectiva sociodiscursiva, la categoría de "lo alternativo", vinculada con la producción mediática actual. Uno de los principales resultados de dicho proyecto fueron algunas definiciones respecto a "lo alternativo", en las que, siguiendo los aportes de Mangone, destacamos el carácter dinámico y relacional del concepto.

El autor señala que algo se define como alternativo de un modo relacional y para ello es fundamental considerar cada cuerpo discursivo en relación con un contexto en particular (2005). Por lo tanto, un discurso mediático alternativo no se define por ningún rasgo propio, sino por su funcionamiento discursivo contrahegemónico.

A partir de estas definiciones, iniciamos la exploración de algunos ejes de trabajo particulares, entre los cuales incluimos el relevamiento y análisis de proyectos vinculados con la producción radiofónica por parte de jóvenes en sectores urbanos de distintas ciudades del país, y, en segundo término, la producción de periódicos digitales que se reconocen como alternativos, también distribuidos en diferentes localidades.

A partir del 2008, el equipo de trabajo redefinió su eje de trabajo y presentó el proyecto Mediatización y prácticas comunicativas juveniles: espacios de poder y resistencia en la discursividad contemporánea. Si bien seguimos desarrollando las reflexiones sobre "lo alternativo", en esta nueva etapa de investigación decidimos centrar nuestro análisis en categorías que nos permitieran ampliar nuestro análisis, principalmente, en la dimensión política y comunicativa de los proyectos que nos interesan, y para ello problematizamos nuestro abordaje a partir del concepto de resistencia desarrollado por Foucault y De Certau.

A continuación, proponemos algunas discusiones sobre estas nuevas lecturas, con las cuales pretendemos articular la problemática de "lo alternativo", con el objeto de complejizar la perspectiva sociodiscursiva desde la que partimos para estudiar las estrategias que, de modo múltiple y diverso, se proponen producir interpretaciones críticas que tiendan a la construcción-reconocimiento de otros colectivos de identificación.

La dimensión social: un archipiélago de fuerzas en constante movimiento

El pensamiento que indaga y busca reconocer prácticas resistentes o alternativas en el campo de la comunicación debe ser consciente de sus propios límites conceptuales, sus opciones metodológicas y las condiciones de posibilidad que emergen en un contexto complejo y dinámico.

Desde Nietzsche en adelante se abandonó la noción de fundamento, aquella que postula la existencia de un referente último capaz de garantizar certezas absolutas acerca de la verdad, el ser y el conocimiento de lo real, y, por ende, la transparencia de la sociedad. En su remplazo, a partir de pensadores como Deleuze, Castoriadis, Morin, Vattimo, comienza a concebirse a la materia social como "devenir", "discurso" o "magma diferencial".

Si la tesis esencialista es imposible; también, la sociedad como pura diferencialidad desprovista de reglas absolutizadoras es impensable. La conciencia de la ausencia del fundamento dejaría lugar a una percepción de la materia social como magma de diferencias. En un mundo así, los fenómenos, valores y juicios quedan despojados de toda pretensión absolutizadora y adquieren un carácter relativizado. Sin embargo, un mundo que no cesa de moverse y transformarse no es cognoscible ni visible.

Ubicarnos en esta perspectiva posfundamento o postestructuralista trae consecuencias prácticas y teóricas en relación con las estrategias para repensar nociones de lo social, como prácticas alternativas, contrahegemónicas o resistentes.

Siguiendo esta tradición de pensamiento, podemos coincidir con Arditi (1991, pp. 103-124) en concebir la sociedad como construcción rizomática que surge de la zona entre dos límites: el cierre absoluto y la dispersión total.

Para Laclau, la producción de una ilusión del ser-llámese sociedad o identidad-es lo que caracteriza lo ideológico, entendiendo por ello "las formas discursivas a través de las cuales la sociedad trata de instituirse a sí misma sobre la base de un cierre, una fijación de sentido, un no reconocimiento del infinito juego de diferencias" (Laclau, 1993, p. 106).

Por ello podemos comprender que la visión esencialista y la falsificación del devenir no sólo son la creación de la ilusión de un fundamento estable, sino, también, un acto de violencia que pone de manifiesto un deseo de dominio sobre el mundo.

Esto es lo que plantea Foucault en El orden del discurso, cuando habla de la voluntad de saber y verdad: "es necesario concebir el discurso como una violencia que hacemos a las cosas, en todo caso como una práctica que les imponemos" (1973, p. 44).

La comunicación, y las prácticas de resistencia, los proyectos alternativos y, en definitiva, toda la existencia social como tal, solo son posibles de concebir si se logra dominar el movimiento para crear campos de similitud en los cuales se pueda designar un objeto, nombrar un proceso, individualizar una "cosa". En este marco, coincidimos con Arditi en lo siguiente:

Todo orden se caracterizaría, necesariamente, por una permanente puesta en escena de intranquilidad, tensión y lucha entre distintas voluntades que pugnan por instituir sus propias figuras finitas-llámense cosas, conceptos o identidades-en su búsqueda de poder y jerarquía. La fijación del movimiento estaría condenada a ser algo precario, ya que el afán de orden y dominio de una voluntad estaría siempre amenazado por el de otras que le impiden cerrar el círculo del orden o dominio absoluto. Cualquier fijación puede ser eventualmente disuelta o transformada, y nuevas y distintas construcciones de sentido pueden surgir en el lugar ocupado por las precedentes, o en donde nunca antes las hubo. (1991, pp. 3-4)

De esta manera, es necesario establecer algunos parámetros reflexivos básicos en relación con el carácter explícitamente diferencial de la materia social, sin olvidar la necesidad práctica de establecer referentes para crear espacios en los que sea posible el cálculo, la acción y la fijación de identidades más o menos estables.

El aporte de Arditi nos a lleva pensar que la unidad ya no puede ser constitutiva, sino más bien constituida o instituida como resultado de un esfuerzo por estructurar la diversidad fenoménica del mundo, imprimiéndole una forma o unidad específicas (1991). La unidad es constituida y solo entonces pasa a ser constitutiva. En las estrategias de conocimiento de lo social no pueden establecerse fijaciones, cierres o suturas definitivas. El orden constituido es un sistema abierto, cuyas coordenadas pueden ser análogas a los simulacros y rizomas, antes que poder pensarlas como totalidades omnicomprensivas.

Las luchas por domesticar el movimiento social ocurren en contextos donde cohabitan múltiples estrategias de domesticación sedimentadas en el tiempo, o bien, pueden enfrentarse en cuanto proyectos opuestos que buscan instituir sus propios valores.

Si concebimos a la sociedad como un constructo rizomático, donde los fenómenos parciales no siempre remiten a un núcleo único, podemos considerar que allí donde hay una voluntad de poder exitosa persiste también la resistencia.

La imagen propuesta por el autor mexicano es la de lo social como el infinito mar constitutivo de la materia social, y la sociedad sería el acotado archipiélago de islas en las que se han cristalizado relaciones, rutinas, prácticas e identidades más o menos institucionalizadas, una máscara que "ralentiza"-pero no suprimelas diferencias en las maneras de hacer posibles las prácticas sociales (Arditi, 1986, pp. 183-206).

Arditi desarrolla una imagen capaz de captar la concepción excéntrica del poder y la totalidad social, con sus espacios codificados y sus periferias ubicuas (1991). Señala que siempre estamos ante espacios rizomáticos, en los cuales el anhelo panóptico-codificación exhaustiva, control omnisciente-se ve siempre limitado y subvertido por el exceso que anida dentro del territorio de los centros de fuerza.

A pesar de sus limitaciones, la idea de archipiélago brinda una figura operativa para pensar la totalidad social, más bien en el sentido de brindar una figura para pensar el carácter polifónico del poder, la existencia de distintos espacios o nudos de poder que no remiten necesariamente a un mismo núcleo soberano fundante. Para eso, Arditi plantea la idea de puntos nodales, en cuanto centros de fuerza, en torno a los que gravitan fenómenos y subjetividades diversas, verdaderos espacios de poder en los cuales surgen saberes, proyectos y estrategias, y se instituyen y gobiernan materialidades como gente, normas, castigos y rutinas (1991, pp. 6-10).

Considera los puntos nodales como lugares en los cuales convergen y se entrecruzan un plural de líneas de fuerza y formas de resistencia, se forman identidades colectivas, surgen objetivos de lucha, aparecen tácticas de intervención y, también, formas de regulación y control. Al mismo tiempo, no todos los puntos de poder tienen el mismo peso, fuerza y volumen, no son estáticos y se diferencian, además, por la naturaleza y la orientación de esa fuerza. Existen centros cuya especificidad es operar como pulsiones sistémicas más allá de su ámbito interno, mantienen las reglas de juego y articulan vastos puntos del archipiélago. Este sería el ejemplo del Estado.

En síntesis, la idea del archipiélago brinda una figura operativa para pensar la totalidad social: "Desde la perspectiva del archipiélago, la totalidad sería equivalente a un diagrama o mapa rizomático de puntos nodales o centros de fuerza que también son, a su vez, construcciones rizomáticas" (Arditi, 1991, p. 7).

El diagrama es diferente de la estructura, en la medida en que las alianzas tejen una red lexible y transversal, perpendicular a la estructura vertical; definen una práctica, un método o una estrategia, distintos de cualquier combinatoria, y forman un sistema físico inestable, en continuo desequilibrio, en lugar de un ciclo de intercambio cerrado. Un diagrama es la exposición de las relaciones de fuerzas que constituyen el poder. Un diagrama es un mapa o, más bien, una superposición de mapas. Al mismo tiempo, no hay diagrama que no implique, al lado de puntos que conecta, puntos relativamente libres o liberados, puntos de creatividad, de mutación de resistencia; de ellos, quizá, habrá que partir para comprender el conjunto2.

La dimensión política: una propuesta para la discusión y la redefinición teóricas

La dimensión política fue quizá uno de los aspectos más indagados en los estudios latinoamericanos sobre comunicación alternativa. A la perspectiva teórica planteada por Carlos Mangone, también podemos sumar los aportes de Simpson Grimberg, quien señala que la comunicación alternativa debería poder reconocerse en esa brecha política en la que los discursos sociales ponen en evidencia los antagonismos políticos y se hacen manifiestas las desigualdades sociales (1989). Además, reconoce que el monopolio de los media permite producir, reproducir, administrar y vehiculizar el discurso del poder en dimensiones desconocidas, hasta tal punto que su lenguaje y su categorización de la realidad constituyen en cierto modo el símbolo de un silencio, el de las mayorías marginadas (1989).

Esta perspectiva, anclada en la relevancia de los discursos sociales como lugares de manifestación de las luchas de sentido, también fue desarrollada por María Cristina Mata, quien destaca los aportes de Marc Angenot para pensar las lógicas de la hegemonía discursiva, en cuanto estrategias que naturalizan el poder de los discursos. A partir del concepto de "discurso social"3 desarrollado por Angenot, Mata señala que es evidente la presencia de un conjunto articulado a partir de disposiciones que revelan un orden establecido, cuyas condiciones sociales regulan la producción discursiva (Mata, 1994).

Lo decible, señala la autora, no se restringe a unos ciertos temas y modos expresivos, sino que incluye los modos de legitimación de los sujetos, discursos y lugares habilitados: "el terreno del discurso social, el terreno de la cultura y la comunicación es consecuentemente terreno de modelación social y, por ende, terreno de disputas y negociaciones, conlictos y acuerdos del orden del sentido" (Mata, 1994, p. 7).

Finalmente, Mata señala que la posibilidad de reconocer las características del discurso hegemónico no impide proponer alternativas, y, por lo tanto, confía en la posibilidad de "emprender el camino del cuestionamiento" (1994).

A partir de estas últimas referencias, nos gustaría rastrear algunas de las raíces epistemológicas de dichos aportes y vincularlos principalmente con el desarrollo teórico-político de Michel Foucault acerca del poder y los discursos. El pensamiento de Foucault está marcado por la crítica a la Ilustración, en cuanto proyecto que decide acabar con el poder sacralizado para reemplazarlo, según el autor, por una nueva organización del espacio al servicio de las técnicas de control social.

Su concepción de los discursos es clave en gran parte de su obra y nos permite establecer algunos puntos de articulación entre las dos dimensiones que aquí trabajaremos para indagar los proyectos de comunicación alternativa. Dicha noción tiene raíces en el pensamiento postestructuralista, el cual niega la sustancia del lenguaje para centrarse en su forma y abandona la concepción totalizadora de este para analizarlo como algo fragmentario y discontinuo: "se trata, por el contrario, de coger al poder en sus extremidades, en sus confines últimos, allí donde se vuelve más capilar, de asirlo en sus formas e instituciones más regionales, más locales" (Foucault, 1992, p. 144).

Poder y discurso, por lo tanto, conforman dos elementos que van articulándose en el sistema de análisis de Foucault, a partir de una metodología que no considera al poder como un "fenómeno de dominación masiva y homogénea", sino, más bien, como "algo que circula", que no tiene localización y que funciona en cadena. Por lo tanto, Foucault estudia los fenómenos del poder en forma ascendente, tratando de estudiarlo en los lugares de naturalización de su dominio, en los cuales su intención estaría investida en prácticas reales y efectivas, y produciría efectos reales.

La perspectiva de Foucault nos resulta productiva para pensar la comunicación alternativa, no solo por su desarrollo de una teoría compleja del poder, sino, también, porque considera que el poder se constituye en una red de relaciones de fuerzas y productora de prácticas y discursos, cuya dinámica también puede dar origen a espacios y puntos de resistencia. El pensamiento de Foucault en este aspecto nos abre la posibilidad de pensar las prácticas de comunicación alternativas de modo relacional y asumirlas también como estrategias de resistencia que plantean disputas y antagonismos, al mismo tiempo como desviaciones, contraemplazamientos, inversiones o cuestionamientos a la hegemonía discursiva mediática.

Señala Foucault que si durante el siglo XIX el principal tema de debate fue "la historia", en la contemporaneidad el interés de las preocupaciones teóricas se constituye alrededor del espacio. En su conferencia titulada "Des espaces autres", el autor presentó el concepto de "heterotopías" y en él precisó algunas características del espacio, en cuanto dimensión social que no ha sido desacralizada, y que, por lo tanto, aún controla nuestras vidas por una serie de oposiciones como el espacio privado y público, el espacio de la familia y el espacio social, el del ocio y del trabajo, entre otros (1984).

Según Foucault, estas oposiciones constituyen al espacio como una dimensión atravesada por la heterogeneidad que deviene del conjunto de relaciones que definen emplazamientos irreductibles los unos a los otros. Precisamente, lo que le interesa al autor es analizar aquellos emplazamientos que "suspenden, neutralizan o invierten el conjunto de relaciones que se encuentran, por sí mismos, designados, relejados o relexionados" (1984).

Las heterotopías, según Foucault, son emplazamientos que existen en toda cultura bajo la forma de lugares reales, efectivos, y allí radica su diferencia con las utopías; es decir, con esos emplazamientos que según Foucault no tienen lugar real, operan con una relación de analogía con el "espacio real" (1984).

Las heterotopías serían especies de utopías efectivamente realizadas, en las cuales los emplazamientos reales están a la vez representados, cuestionados e invertidos. Por lo tanto, asumen la figura de contraemplazamientos; es decir, lugares que están fuera de todos los lugares, aunque, sin embargo, sean efectivamente localizables. El autor establece una serie de principios para reconocer dichos espacios:

  1. No existen culturas sin heterotopías, pero tampoco existen heterotopías universales.
  2. Las heterotopías están atravesadas por su historicidad, por lo tanto, una sociedad puede hacer funcionar de una forma muy diferente a una heterotopía que existe y que no ha dejado de existir.
  3. Una heterotopía puede llegar a yuxtaponer en un solo lugar real múltiples espacios o emplazamientos, a veces contradictorios entre sí, por ejemplo el teatro.
  4. Las heterotopías están asociadas con cortes del tiempo, su funcionamiento está relacionado con los momentos de ruptura de lo social.
  5. Las heterotopías suponen un sistema doble de apertura y de cierre. Al mismo tiempo que las aíslan, las vuelven penetrables.
  6. Las funciones de las heterotopías pueden desplegarse entre dos polos extremos. O bien son un espacio que denuncia a otro espacio "real", o bien crean otro espacio, con sus propias lógicas.

La dimensión discursiva: una propuesta de análisis y de acción política

En torno a estas relexiones sobre el poder y los espacios de disputa política que se abren desde las prácticas de resistencia, nos interesa proponer un modelo de análisis que retome el discurso como terreno de emplazamientos, que cuestionan los sentidos normalizados y establecen otros modos de construcción de lo social. Pero, además, intentar que la metodología de investigación aplicada a algunas manifestaciones alternativas en el campo de la comunicación y la cultura, dentro de la enorme diversidad y el incesante movimiento de estas batallas de sentido, se constituya en un proceso que aporte a la transformación crítica del pensamiento y en una acción política concreta.

Para ello, retomamos las palabras de Bitonte cuando nos incita a pensar lo siguiente: "la semiótica puede proponer a la vez, modelos de inteligibilidad de las producciones mediáticas y culturales, articulándolas con sus condiciones de generación [...] este movimiento puede constituirse en una forma de intervención social, tanto desde el ejercicio docente como desde la práctica de una recepción crítica" (2008, p. 2). Según la autora, Eliseo Verón deja abierta la posibilidad de postular el análisis semiótico como una forma de intervención social. La dimensión política y la dimensión discursiva de los procesos sociales se articulan en la perspectiva de sociosemiótica, cuando entiende que lo ideológico está presente en todo sentido sobre el cual hayan dejado huellas las condiciones sociales de su producción.

Aquí, Bitonte recupera la tradición marxista para pensar el proceso ideológico de construcción de significaciones y la vincula con la teoría semiótica; de esta manera, señala que dicho proceso estaría dado por el "pasaje de los procesos de producción económicos a los procesos de semantización social" (Bitonte, 2008, p. 4).

Según Marx, la ideología opera ocultando el trabajo que produce la mercancía. Esas operaciones naturalizan lo constituido socialmente, pero a la vez cierto análisis puede hacer visibles esas huellas y permitirnos restituir el proceso, desfetichizarlo. Para logarlo, Verón postula analizar esos discursos producidos en relación con las reglas sociales de su generación (1984, p. 49).

Pero, también, la ideología no solo configura significaciones, sino que es una matriz de orientaciones para la acción, en cuanto produce normas, valores y prácticas, incluidas aquellas que aparecen como contrarias, opuestas y alternativas.

Para Bitonte, "la percepción distanciada-desautomatizada, habían dicho los formalistas rusos-es una cualidad del pensamiento crítico si se lo concibe como forma de desmitologización. Si se puede enseñar para una recepción crítica de los discursos sociales, la crítica deviene acción política" (2008, p. 3).

Toda relexión crítica sobre esas condiciones materiales de producción de los discursos sociales, a su vez, interviene formulando pautas de acción, de tácticas y de lecturas, que hagan inteligible el complejo y dinámico mapa presente en cuanto construcción histórica.

En nuestras sociedades contemporáneas, los sujetos se encuentran atrapados en una red de signos, la mediatización de la vida social es una condición necesaria para vincularse con las cosas. Por ello, Verón considera que el término ideología designa una "colección de enunciados": "la problemática de la 'dimensión ideológica' nos lleva a cambiar de nivel: es en el plano de la enunciación que se construye la relación de un discurso con sus condiciones sociales de producción" (Verón y Sigal, 2003, p. 24).

Conclusión

Al definir, en términos relacionales, lo alternativo, surge la incesante necesidad de actualizar las relexiones a partir del cruce entre la relexión teórica y el análisis de prácticas específicas de comunicación alternativa. Con esa orientación nos propusimos articular una concepción de lo social y del poder con el análisis discursivo desarrollado desde la perspectiva sociosemiótica.

La voluntad de investigar prácticas, estrategias o actores vinculados con proyectos comunicacionales que se definen como alternativos, reconociendo las particularidades de los dispositivos tecnológicos que utilizan, de las identidades colectivas y los contextos condicionantes en que actúan, está orientada, a su vez, por el propósito de aportar una lectura crítica y una propuesta política coherente.

Si la identidad de una sociedad depende de la forma, composición, tipo de relacionamiento y dinámica interna de los centros de fuerza, que se articulan para conformar un archipiélago, complejo y variable, la tesis de Arditi sirve para refutar la idea de transformación social, entendida como ataque frontal a un solo centro de poder. La política se vuelve más compleja y la posibilidad de luchas acotadas adquiere un estatuto legítimo.

Retomando las reflexiones de De Certeau, podemos plantear que lo social es el espacio de la resistencia, en cuanto constituye una táctica, una acción calculada que carece de un espacio o dominio propios y debe operar en el terreno que le es impuesto, el del otro. La táctica es el arte del débil, por cuanto su accionar depende de su capacidad para aprovechar en forma efectiva el tiempo y la velocidad del movimiento. La presencia de tácticas demuestra que la más fuerte de las estrategias (voluntades de poder, espacios codificados) es siempre de carácter rizomático (De Certeau, 1994).

Arditi retoma estas claves de De Certau y lo hace dialogar con las heterotopías de Foucault. Señala que las sociedades no llegan a moldear por completo a sus rebeldes impertinentes y que en lo social cohabitan, al mismo tiempo, las estrategias y las tácticas, los centros y las periferias (1991). Y para completar su propuesta analítica, Arditi también introduce el pensamiento de Deleuze y su concepto de periferia nomádica:

El nómada no es necesariamente alguien que se mueve; hay travesías estacionarias, travesías en intensidad, y hasta se diría que los nómadas históricos no son aquellos que se desplazan como los migrantes, sino los que no se mueven y comienzan a "nomadizar" de manera tal de permanecer en el mismo lugar mientras escapan de los códigos. (1978, p.20)

Desde esta perspectiva, ya no existe un punto de fractura único de la totalidad, la transformación de la sociedad no está garantizada de antemano. Las heterotopías propuestas por Foucault sirven para abrir nuevos espacios de discusión sobre estos emplazamientos reales resistentes. Dichas especies de utopías efectivamente realizadas, en las cuales los emplazamientos reales están a la vez representados, cuestionados e invertidos, nos proporcionan un horizonte móvil, múltiple, diverso y variable para identificar los colectivos de producción mediática identificados como alternativos.

Si el barco es la heterotopía por excelencia, como un pedazo lotante de espacio, como reserva de imaginación, con sus propias reglas, pero librado al infinito mar, tal vez sea esta una imagen inspiradora para comprender esas prácticas que se proponen diversas travesías para construir alternativas. Y al mismo tiempo, nos recuerda que "en las civilizaciones sin barcos, los sueños se agotan, el espionaje reemplaza la aventura y la policía a los corsarios" (Foucault, 1984, p. 6).

La permanente impermanencia de las dinámicas sociales y de las lecturas conceptuales que analizan su recorrido histórico genera nuevas preguntas, actualiza discusiones y complejiza las acciones destinadas a transformar lo constituido y lo constitutivo del mar social.


1.Desarrollado en el periodo 2006 y 2007, dirigido por la doctora Ana Beatriz Ammann, en el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba.
2.Extraído de los apuntes del grupo de investigación 'Mediatización y prácticas comunicativas juveniles: espacios de poder y resistencia en la discursividad contemporánea'.
3.Angenot define el discurso social como todo lo que se dice, todo lo que se escribe en un estado de sociedad dado. Todo lo que se narra y argumenta (citado en Mata, 1994).


Referencias

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