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Signo y Pensamiento

Print version ISSN 0120-4823

Signo pensam. vol.30 no.58 Bogotá Jan./June 2011

 

Un análisis crítico de las perspectivas de diálogo en la literatura sobre comunicación para el desarrollo y cambio social: abordajes y desafíos

A Critical Analysis of the Prospects for Dialogue in the Lierature on Communication for Development and Social Change: Approaches and Challenges

ADRIANA ÁNGEL BOTERO Y RAFAEL OBREGÓN *

* Adriana Ángel Botero. Colombiana. Magíster en Comunicación Educativa. Estudiante de Doctorado en Communication Studies en la Universidad de Ohio, en Estados Unidos. Se desempeña como profesora del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales. Correo electrónico: aa159909@ohio.edu.

Rafael Obregón. Colombiano. Profesor asociado de la School of Media Arts & Studies, de la Universidad de Ohio, en Estados Unidos. Está vinculado al Departamento de Comunicación Social de la Universidad del Norte. Correo electrónico: obregon@ohiou.edu.

Recibido: Octubre 30 de 2010 Aceptado: Marzo 23 de 2011

Submission date: October 30th, 2010 Acceptance date: March 23th, 2011


El objetivo de este estudio fue explorar la literatura producida en el campo de la comunicación para el desarrollo y el cambio social (CDSC), con el fin de: a. comprender la manera como diversos investigadores y profesionales de la comunicación han utilizado la noción de diálogo para definir, entender y apoyar los procesos de desarrollo y cambio social; b. explorar las implicaciones teóricas y prácticas de la utilización de distintos enfoques de diálogo. Después de analizar más de doscientos textos, concluimos que en el campo de la cdsc la noción de diálogo ha sido abordada, primordialmente, de tres maneras: diálogo como modelo de comunicación, diálogo como evento de comunicación interpersonal y diálogo como proceso de deliberación pública. En otras palabras, la cdsc ha definido el concepto en relación con tres escenarios: las teorías de los medios masivos de comunicación, la comunicación interpersonal y los procesos de deliberación pública. Una vez explicados dichos escenarios, presentamos los riesgos, consecuencias e implicaciones de cada uno de estos abordajes. Finalmente, exponemos algunos de los desafíos y retos que tiene la cdsc en relación con la aplicación de prácticas dialógicas. Además de ofrecer una mirada sistemática al uso de la noción de diálogo en este campo, nuestro estudio también revela limitaciones importantes en cada uno de dichos escenarios

Palabras claves: diálogo, comunicación para el desarrollo y el cambio social, comunicación interpersonal, deliberación pública, modelos de comunicación.

Descriptores: Cambio social. Modelos de comunicación.


The objective of the study was to explore the literature produced in the field of Communication for Development and Social Change (CDSC) in order to a) better comprehend how dialogue has been used to define, understand and support processes of communication for development and social change and b) to explore the theoretical and practical implications of using these approaches to dialogue. We analyzed more than 200 articles and concluded that the notion of dialogue has been approached primarily in three ways: dialogue as a model of communication; dialogue as an interpersonal communication event; and dialogue as a process of public deliberation. In other words, cdsc has approached dialogue in relation to three scenarios: media communication theories, interpersonal communication, and public deliberation processes. We discuss these scenarios and then analyze the risks, consequences and implications of each one of those scenarios. Finally, we present some of the challenges that cdsc has in relation to the application of concrete dialogical perspectives. In addition to providing a systematic view on the use of dialogue in cdsc, our study also reveals important limitations to the use of dialogue.

Key words: dialogue, communication for development and social change, interpersonal communication, public deliberation, communication models.

Search Tags: Communication and development. Social change. Communication models.


Origen del artículo

Investigación adscrita al Grupo de Investigaciones de la Comunicación de la Universidad de Manizales y al Grupo de Investigaciones en Desarrollo Humano (gidhum), de la Universidad del Norte


Introducción

El campo de la comunicación para el desarrollo y el cambio social (CDSC) parece haber dejado atrás debates que se centraban en el papel de la comunicación, bien como un proceso de difusión de información y promoción de cambios de actitudes y comportamientos individuales, o en la facilitación de procesos de participación ciudadana, compromiso y acción para el desarrollo y el cambio social. En los últimos años, varios autores han coincidido en señalar una tendencia hacia un proceso de convergencia, que en esencia retoma elementos provenientes de ambos abordajes (Rogers y Kincaid, 1980 ; Waisbord, 2001; Morris; 2003 ; Melkote y Steeves, 2001; Obregón y Mosquera, 2005; Papa, Singhal y Papa, 2006). A lo largo de más de cuatro décadas de historia de la comunicación para el desarrollo y el cambio social, conceptos como comunicación horizontal, participación, producción de significado, audiencias activas, acción colectiva y diálogo se han instalado de manera sólida en la literatura del campo.

Un concepto que de manera particular ha llamado la atención y contribuido a la transformación de la CDCS es el de diálogo. En este artículo, exploramos cómo dicha noción ha sido incorporada a la literatura histórica y reciente sobre comunicación para el desarrollo y el cambio social. La investigación en curso muestra que durante los años recientes, los académicos de la comunicación no solo han intensificado su interés en el estudio del diálogo (Anderson y Cissna, 2008), sino que, también, se han esforzado en usarlo como un método para entender dinámicas de los procesos de comunicación interpersonal, organizacional y masiva, y su contribución a la práctica de la CDSC.

En el campo de la CDCS, el diálogo ha sido utilizado no solo con el propósito de ampliar los límites de la comunicación como disciplina, sino, también, con intenciones prácticas de facilitar el cambio cultural y social en una comunidad o sociedad determinada, por medio de enfoques dialógicos (Gray-Felder y Deane, 1998 ). Sin embargo, después de examinar un importante segmento de la literatura que se suscribe a la idea del diálogo como un elemento relevante de la comunicación para el desarrollo y el cambio social, es importante anotar que esta noción ha sido examinada no solo desde diferentes puntos de vista, sino también con base en perspectivas que resultan contradictorias en algunos casos.

Teniendo en cuenta este panorama, nuestro objetivo fue explorar la literatura sobre CDCS, con el fin de: a. comprender mejor la manera como se ha utilizado el diálogo para definir, entender y apoyar los procesos de cambio social; b. explorar las implicaciones teóricas y prácticas de estos distintos enfoques en el diálogo.

Al analizar la literatura sobre CDCS, desarrollamos una revisión sistemática de carácter cualitativo, que incluyó tres momentos. Primero, hicimos una busqueda cuidadosa de las referencias a la noción de diálogo en todos los textos que hacen parte de la reconocida Communication for Social Change Anthology (Gumucio-Dragón y Tufte, 2006)1, que incluye un total de 185 textos y captura la evolución histórica y conceptual de este campo. Luego, identificamos y revisamos varios libros y artículos clave, tanto históricos como contemporáneos, enfocados en la comunicación para el desarrollo y el cambio social. Finalmente, seleccionamos algunos casos de estudio que usan el diálogo como herramienta de cambio social.

En cada una de esas lecturas examinamos cómo los autores acogen la noción de diálogo y, particularmente, la manera como lo definen y establecen sus objetivos, campo, naturaleza, posibilidades de aplicación, recursos e indicadores. Una vez realizado este análisis, confrontamos la información con las perspectivas de diálogo de importantes autores que han estudiado las dimensiones filosóficas y ontológicas de este concepto.

En el desarrollo de nuestro análisis nos apoyamos, con algunas modificaciones necesarias por las características de nuestro trabajo, en los pasos que se siguen en las revisiones cualitativas sistemáticas (Hemingway y Bereton, 2009): definición de una pregunta apropiada, identificación y revisión de la literatura, valoración de los textos por ser analizados, análisis y combinación de los resultados. Este ejercicio de metasíntesis condujo a la identificación de tres abordajes del uso de la noción de diálogo.

Así, con base en nuestro análisis, podemos afirmar que en el campo de la CDCS la noción de diálogo ha sido aplicada primordialmente de tres maneras: como modelo de comunicación, como evento de comunicación interpersonal y como proceso de deliberación pública. En otras palabras, la CDCS ha definido la noción de diálogo en relación con tres escenarios: las teorías de los medios masivos de comunicación, la comunicación interpersonal y los procesos de deliberación pública. En las siguientes secciones presentaremos cada uno de esos escenarios; luego analizaremos las consecuencias y las posibilidades de cada uno de estos tres enfoques.

Sin embargo, antes de analizar dichas aproximaciones al diálogo, es importante explicar de qué manera entendemos la CDCS. En vez de adoptar un punto de vista dicotómico con base en el cual es necesario escoger una de dos perspectivas-comunicación para el desarrollo o comunicación para el cambio social-, pensamos que es importante acoger una mirada dialéctica que incorpore elementos de ambas concepciones. A pesar de las valiosas contribuciones que los académicos han hecho durante los últimos años sobre la necesidad de adoptar la perspectiva del cambio social, consideramos que es igualmente importante tener en cuenta la noción de desarrollo, ya que el subdesarrollo-como quiera que el desarrollo sea definido-es aún una realidad persistente en varios países del mundo.

En ese sentido, cuando nos referimos a desarrollo tomamos distancia de la visión hegemónica sugerida por las teorías de la modernización (Gumucio-Dagron y Tufte, 2006; Melkote y Steeves; 2001), según las cuales las sociedades o comunidades deben seguir ciertas etapas para superar el subdesarrollo. En vez de adoptar esta "falacia desarrollista", como la llama Escobar (2006, p. 656), consideramos que la idea del desarrollo necesita ser definida en relación con comunidades específicas y sus necesidades particulares. La discusión acerca del desarrollo es aún valiosa solo si asumimos una reacción crítica a los modelos dominantes y adoptamos modelos no convencionales y locales de desarrollo, como aquellos modelos "híbridos" sugeridos por Escobar.

Una visión local de largo plazo sobre el desarrollo puede ayudarnos a descolonizar lo que Mignolo (2005) llama una matriz colonial de poder, con el fin de incluir formas locales de conocimiento para lograr el cambio social. En las secciones siguientes nos aproximaremos a la CDCS desde un punto de vista holístico, que incluye ambas dimensiones; es decir, las de cambio social y desarrollo.

El diálogo como un modelo de comunicación

Como lo afirmamos al iniciar este artículo, el análisis de la literatura sobre la CDCS muestra que la noción de diálogo no es comprendida de igual manera por quienes trabajan o estudian este campo. El primer abordaje de la noción de diálogo está construido en relación con los medios masivos y, específicamente, como una crítica al tipo de relación que estos generan entre los productores y las audiencias. Así, en relación con las teorías sobre los medios masivos, los investigadores de la CDCS han definido el diálogo como un modelo particular de comunicación, en oposición directa al modelo de comunicación informacional (Pietilä, 2005).

Mientras el modelo informacional ve la comunicación como un proceso de transmisión de información de un punto a otro, el modelo dialógico la describe como un proceso horizontal de coconstrucción de significado. Durante las primeras décadas de trabajo en CDCS, el campo fue dominado por las teorías norteamericanas sobre medios masivos, según las cuales los medios eran canales poderosos de comunicación que no solo facilitaban la transmisión masiva de información, sino que también posibilitaban un cambio en el comportamiento humano (Melkote y Steeves, 2001).

Así, durante las décadas de 1950 y 1960, investigadores y agentes de cambio social en los denominados países en desarrollo fueron influenciados por dichas ideas, de acuerdo con las cuales: a. la comunicación es reducida a la comunicación de medios masivos, o en otras palabras, a la producción y el consumo de medios masivos; b. la comunicación es definida en términos de transmisión de información, y c. la información les permite a los políticos, líderes de opinión y agentes de cambio influir y modificar ciertos comportamientos en la población (Schramm, 2006).

Por medio de teorías como las de la aguja hipodérmica, el modelo de efectos, la teoría informacional y la perspectiva cibernética, estas ideas fueron adoptadas por académicos y profesionales de agencias de gobierno y no gubernamentales, quienes las aplicaron con el fin de superar los problemas del subdesarrollo. De acuerdo con estas perspectivas, los medios de comunicación desempeñaban un papel crucial en el cambio social, debido a que podían diseminar y amplificar los beneficios de la modernización y diseminar información estratégica para que las personas pudieran cambiar sus comportamientos y creencias tradicionales-premodernas-, con el fin de alcanzar la modernidad.

Esta conceptualización sobre la modernización estaba directamente relacionada con la forma como las ciencias sociales definían el problema del desarrollo en las décadas de 1940 y 1950 (Mattelart y Mattelart, 1997). Debido a que la historia era concebida en términos de etapas sucesivas, la modernización fue definida como un proceso en el cual cada sociedad necesitaba completar una serie de pasos para volverse moderna. El progreso fue visto como sinónimo de modernización y, por ende, como el estado final al cual debería llegar toda sociedad, tal como lo planteaban propuestas como las etapas de crecimiento de Walter Rostow y perspectivas evolutivas del desarrollo.

Como lo explica Beltrán (2006b), debido a que este proceso de modernización fue exclusivamente examinado desde un punto de vista materialista, los indicadores de progreso y modernización fueron definidos en contextos de capitalismo y libre mercado. Así, los medios masivos fueron presentados como los canales adecuados para ayudar a las sociedades subdesarrolladas a continuar su tránsito en la línea del progreso. A medida que los nuevos comportamientos-innovaciones-fuesen diseminados a través de los medios, las personas tendrían la oportunidad de cambiar y las sociedades se modernizarían (Rogers y Shoemaker, 1971). La comunicación, en otras palabras, fue estudiada en relación con el uso de los medios masivos para transmitir información que pudiera contribuir al desarrollo de las sociedades, y permitiera a líderes y agentes de cambio influir en individuos y comunidades desde una perspectiva esencialmente vertical.

Este enfoque fue criticado por varios autores, quienes argumentaban que existe más de un modelo de desarrollo (Dissanayake, 2006) y que la comunicación no debe ser restringida a las formas de comunicación vertical y masiva. Como lo explican Fals Borda (2006) y Escobar (2006), la idea del Desarrollo (con mayúscula) es un proyecto hegemónico europeo que reduce su significado al de modernización y progreso económico.

Pueden existir, sin embargo, otras visiones de desarrollo que emergen de iniciativas locales, de acuerdo con necesidades particulares. Respecto a esos escenarios locales, la idea de comunicación va más allá del problema de difusión y transmisión, y hace énfasis en las interacciones interpersonales y en las iniciativas comunitarias. En dichos escenarios no solo los medios masivos, sino también el diálogo son fundamentales para el desarrollo, debido a que este es una forma más directa y poderosa de comunicar (Hamelink, 2006), que permite responder a las diferencias fundamentales en la definición del desarrollo, y develar fallas básicas y limitaciones de las aproximaciones modernizadoras (Melkote y Steeves, 2001).

Es en este contexto de crítica a los enfoques clásicos de la comunicación y el desarrollo que emerge la noción de diálogo en la literatura de la CDCS. Los conceptos de Freire (2006) de comunicación horizontal y educación bancaria son fundacionales en este discurso sobre el diálogo. La noción de Freire sobre diálogo constituye una fuente importante para diferentes académicos alrededor del mundo, ya que libera la comunicación de su relación casi exclusiva con los medios masivos. El autor introduce una dimensión más personal de la comunicación, en la cual hay espacio para el amor, la humanidad, la fe y la confianza. A diferencia de las formas masivas de comunicación, en las cuales unos cuantos productores llegan a audiencias muy grandes cuyo papel está limitado a recibir silenciosamente la información, el diálogo implica retroalimentación y conciencia entre sus participantes.

Como consecuencia de las ideas de Freire, muchos académicos empezaron a estudiar la comunicación en términos de diálogo. De esta manera, una cantidad significativa de textos sobre la CDCS producida después de la década de 1960 se refiere al diálogo, aunque no siempre en el mismo sentido. Los autores a menudo hablan de diálogo en términos de comunicación horizontal, debido a que el primero asume condiciones de igualdad entre sus participantes, a pesar de sus diferentes estatus (Heimann, 2006). El concepto de diálogo se usa también para criticar la comunicación vertical, que restringe la interacción democrática basada en el intercambio igualitario de símbolos (Beltrán, 2006a). La noción de diálogo y comunicación horizontal también es empleada para afirmar que: "la comunicación es el arte de crear significados" (Kaplún, 2006, p. 148 ), en el cual todos los participantes tienen la misma responsabilidad y el mismo poder en potencia.

Con base en este modelo dialógico, la recepción, por ejemplo, deja de ser considerada un rol pasivo, y se concibe, más bien, como una tarea activa, con responsabilidades como la escucha activa, el intercambio recíproco y el pensamiento crítico. En términos de Slim y Thomson: "hablar es un acto de poder, y el acto de escuchar demanda respeto hacia el hablante. Pero escuchar también es un arte basado en ciertos principios fundamentales que están también en el corazón de cualquier noción de desarrollo justo y cooperativo" (2006, p. 455). No es que las comunidades tengan que escuchar con cuidado a los diseñadores de políticas, sino lo contrario: los diseñadores de políticas tienen que consultar la opinión de la comunidad con la cual trabajan.

En todo caso, esta idea de igualdad de condiciones entre los individuos no es vista siempre de la misma manera. Mientras algunos investigadores de la comunicación definen el diálogo en términos de mutualidad y reciprocidad, otros rechazan esta simetría interpersonal al afirmar que el discurso no puede eliminar las relaciones de poder que subyacen a cualquier acción social (Smith, 2008).

Además de estas características, es interesante notar que el concepto de diálogo es incorporado al discurso de la CDCS no solo para añadir un componente personal al proceso de comunicación, sino, también, como un intento por incluir un componente práctico en las intervenciones, programas y procesos sociales que buscan el cambio social. De esta manera, son muchos los autores que estudian el diálogo como una experiencia concreta que puede ser aplicada a cualquier contexto o proceso de desarrollo.

Finalmente, la inclusión de la idea de diálogo en la teoría y la práctica de la CDCS añade un componente ético a los esfuerzos de desarrollo. Como lo señala Huesca (2006), el diálogo implica un compromiso moral en el cual el otro es visto como un ser humano y no como una herramienta por ser explotada. En relación con esta dimensión ética, el diálogo también puede desempeñar un papel importante, al hacer que las personas sean críticas y conscientes acerca de la información que reciben y de los contextos en los que viven. Este proceso, definido por Freire como concientización, es ampliamente seguido por muchos autores preocupados por problemas de opresión, inequidad y poder (Kivikuru, 2006).

Así, la noción de diálogo se incorpora al campo de la CDCS como una forma de mostrar que "puede ser un vehículo clave de influencia que puede llevar al cambio pro-social" (Papa y Singhal, 2008, p.

1). El modelo dialógico emerge como una aproximación alternativa para entender, formular y aplicar iniciativas para el cambio social. Bajo este modelo dialógico, la comunicación va más allá del énfasis en la producción de medios masivos, porque el diálogo se enfoca hacia los intercambios interpersonales de significado para el cambio social.

El diálogo como comunicación interpersonal y reconocimiento del otro

Un segundo abordaje del concepto de diálogo en la literatura sobre la CDCS tiene que ver con las fuentes filosóficas que subyacen a este concepto. El análisis de la literatura muestra que, sobre todo, los trabajos de Martin Buber (1958 ), Mikhail Bakhtin (1981) y Paulo Freire (2006) se constituyen como los principales fundamentos teóricos. En esta sección explicaremos brevemente cómo lo definen estos tres autores y cómo sus ideas han influido en el campo de la CDCS. Sin embargo, no haremos énfasis en Freire, por dos razones: primero, porque ya explicamos su influencia en la CDCS en la sección anterior y, segundo, porque Buber constituye en sí mismo una fuente filosófica para Freire.

Aunque ni Buber ni Bakhtin definen el diálogo de forma explícita, ambos buscaron crear una filosofía antropológica sobre la naturaleza del ser humano y su relación con el otro. Sus ideas luego fueron utilizadas por académicos de la comunicación para entender los procesos dialógicos. La literatura sobre la CDCS muestra que una de las contribuciones más importantes de Buber está relacionada con su idea de la relación yo-tú, es decir, una relación en la que el otro no es un eso sino un y, en consecuencia, un espíritu que tiene tanto valor como yo.

En la relación yo-tú, la comunicación no es un acumulado de información intercambiado por los individuos, sino un evento entre dos seres humanos, en el cual "el lenguaje es consumado como una secuencia, en discurso y contra-discurso. Sólo aquí la palabra que es formada en el lenguaje encuentra su respuesta" (Buber, 1958, p. 99). Con base en conceptualizaciones como esta, los investigadores empezaron a pensar en la comunicación como un encuentro profundo entre seres humanos, en el cual los lazos entre el yo-tú se borran debido a la profunda comunión entre ambos. Así, la perspectiva de Buber libera la comunicación de sus connotaciones de transmisión de información y la pone en el centro de las interacciones humanas.

La definición de Buber del otro como ser humano (ya no como un elemento, una máquina o un individuo) tiene consecuencias importantes en la forma como las intervenciones y procesos de cambio social son concebidos por muchos autores en el marco de la CDCS. El otro ya no es visto como subdesarrollado e ignorante, sino que se convierte en un ser humano con el mismo estatus del diseñador de políticas o del país desarrollado. En términos de Buber, esto significa que el otro ya no es un eso, sino un tú: "No podemos acercarnos a los demás con lo que hemos recibido y decir 'usted debe saber esto, usted debe hacer esto'. Podemos tan sólo ir y confirmar su verdad" (Buber, 1958, p. 106). Esta noción de respeto por el otro y por sus formas de ver el mundo se vuelve muy importante en la literatura de la comunicación y el cambio social; varios autores critican los modelos hegemónicos de desarrollo y advierten sobre la necesidad de incluir al otro en el diseño y la implementación de procesos de cambio social.

Con una visión filosófica similar sobre el ser humano, Bakhtin también hace énfasis en la importancia del interlocutor, debido a que la palabra está siempre dirigida a alguien más. A diferencia de Saussure, quien estudia el lenguaje como un sistema de signos (significantes y significados), Bakhtin afirma que la significación no es producida por una asociación entre significantes y significados, sino que siempre es coconstruida entre los hablantes. En palabras de Bahktin: "Una palabra es un puente extendido entre mí mismo y alguien más. Si uno de los dos extremos del puente depende de mí, entonces el otro depende de mi destinatario. Una palabra es territorio compartido tanto por quien la envía como por el destinatario, por el hablante y su interlocutor" (2001, p. 1215). El significado no está en la palabra utilizada por el hablante, ni en la audiencia que lee o escucha esa palabra; en vez de ello, el significado está en el diálogo entre los hablantes.

De esta manera, diálogo no es un intercambio de ideas, sino una red de significados en la que los hablantes utilizan palabras con múltiples intenciones y diversas connotaciones. Aunque algunos investigadores han reducido la noción de diálogo a un simple intercambio de palabras, este concepto es mucho más complejo que eso. La comunicación es un diálogo en múltiples ámbitos: entre los diversos significados de una palabra, entre la palabra y su contexto, entre la palabra y su hablante y entre los hablantes. El diálogo es, en palabras de Buber, un "verdadero encuentro" (1958, p. 26); esa es la razón por la cual, de acuerdo con Bakhtin: "cualquier entendimiento verdadero es dialógico en su naturaleza" (2001, p. 1226). Es esta dualidad de la palabra lo que constituye el carácter dialogizado interno del lenguaje (Bakhtin, 1981).

Sin embargo, después de ser extrapoladas al campo de la CDCS, tanto las ideas de Bakhtin como las de Buber han sido reducidas a un intercambio mutuo de palabras entre hablantes. Más aún, algunos autores han utilizado la noción de diálogo para referirse a la dimensión interpersonal de la comunicación y para afirmar que este tipo de interacción puede tener un potencial emancipatorio (DeTurk, 2006). Algunos incluso han reclamado que el diálogo es una forma poderosa de comunicación, debido a que por medio de él los hablantes pueden persuadir más fácilmente a sus interlocutores. En otras palabras, la noción de persuadir a otros sustituye la naturaleza verdadera del diálogo. Esto es algo que ocurre comúnmente en algunos procesos de CDCS, en los que una estrategia cuidadosamente diseñada, que incluye un componente de comunicación interpersonal o de consejería, se enfoca en asegurarse en que el mensaje específico sea entendido por el cliente, el usuario o el miembro de una audiencia objetivo.

Aunque las perspectivas de Bakhtin y Buber se oponen directamente a la idea de persuasión, esta transformación de la idea de diálogo muestra la forma como este concepto ha sido incorporado a menudo al campo de la CDCS. A pesar de esta transformación, la literatura sobre la comunicación y el desarrollo muestra que Bakhtin, Buber y Freire son fuentes importantes, debido a que han permitido a otros autores ir más allá de la obsesión de los medios masivos y acoger una nueva perspectiva sobre el otro.

El diálogo como proceso de deliberación pública

La concepción de diálogo empleada por una gran mayoría de autores de la comunicación difiere significativamente de las concepciones que Buber, Bakhtin y Freire han propuesto sobre el tema. En lugar de pensar el diálogo en términos de comunión íntima, existe una fuerte tendencia a definirlo como una conversación entre dos personas o grupos con diferentes ideologías, intereses o visiones de mundo, ya sea en contextos interpersonales o grupales, o a través de esferas públicamente mediadas.

En un artículo acerca del origen lingüístico de la palabra diálogo, Wierzbicka (2006) explica que el entendimiento particular de esta palabra emergió después de la Guerra Fría, como respuesta a la necesidad de tener una discusión diplomática y constructiva entre países con ideologías diferentes, como Estados Unidos de América y la Unión Soviética. Esta concepción de diálogo es, en opinión de Wierzbicka, completamente nueva, debido a que emerge en conexión directa con problemas diplomáticos y políticos. El autor afirma:

En un momento en el que el futuro del globo parecía, para muchos, depender de la relación entre dos superpotencias y sus dos esferas de influencia, la idea de que hablar pudiese ser importante para los representantes de ambos países se escuchó cada vez con más frecuencia en el discurso público. ¿ Pero qué tipo de 'conversación' podría parecer posible en ese momento? Ni 'discusiones', ni 'conversaciones' bilaterales. (2006, p. 680)

El diálogo se convirtió en ese género apropiado para lograr el entendimiento. En esta sección examinamos cómo se ha incorporado esta nueva definición de diálogo en el campo de CDCS, con el fin de entender problemas de comunicación, desarrollo y cambio social.

Nuestra revisión de la literatura sobre CDCS muestra que, independientemente de detalles específicos, el diálogo es entendido por un amplio rango de autores como charla, discusión o conversación entre grupos con diferentes perspectivas acerca de un mismo asunto. Adicionalmente, el diálogo es estudiado como un medio para resolver problemas, negociar, tomar decisiones y reflexionar acerca de un determinado problema.

El siguiente fragmento de Parks et al. constituye un buen ejemplo de ese tipo de definición: "proceso a través del cual las personas pueden identificar obstáculos y desarrollar estructuras, políticas, procesos y medios comunicativos u otras herramientas de comunicación para lograr los objetivos que ellos mismos han trazado y definido" (2006, p. 819 ). Es por medio del diálogo que una determinada comunidad puede identificar sus problemas y decidir qué debe hacerse para superarlos (Jacobson y Kolluri, 2006).

De esta manera, la noción de diálogo se asocia estrechamente con el concepto de acción colectiva: "en la cual los miembros de una comunidad toman acciones grupales para resolver un problema común" (Figueroa et al, 2006, p. 589). De la misma forma, la definición de deliberación pública incorpora el objetivo esencial del diálogo, o sea, una discusión que involucra múltiples puntos de vista respecto a un determinado problema. La siguiente definición de deliberación pública de Hartz-Karp y Briand muestra esta conexión entre ambos conceptos:

Se entiende ampliamente que la 'deliberación pública' es una forma pragmática e incluyente de discurso en la cual los ciudadanos analizan de forma colectiva-incluso cooperativa-un 'problema'; establecen criterios por medio de los cuales se evalúan las respuesta sociales a él; identifican múltiples opciones que reflejan diferentes grupos de valores o prioridades de valor mantenidos por miembros del público; sopesan argumentos a favor y en contra de cada opción a la luz de los criterios previamente establecidos y, a través de un periodo indefinido de discusión continua... [y] se acercan a una medida de acuerdo que (idealmente) puedan aceptar la mayoría de los participantes como una 'decisión' colectiva. (2009, p. 127)

Así, como lo explica Heidlebaugh, el diálogo se convierte en un "modelo y metáfora para la deliberación pública" (2008, p. 28). Es visto como una herramienta de democracia deliberativa, pues les permite a los ciudadanos construir el concepto de comunidad y razón pública (Kim y Kim, 2008). En este sentido, el diálogo es el principal medio para la acción colectiva, la democracia deliberativa e incluso el activismo en comunicación (Jovanovic et al, 2007). Esta es la razón que explica por qué muchos autores en la CDCS usan la noción de diálogo en relación con el concepto de esfera pública, y argumentan que el primero hace posible la segunda.

En este sentido, por ejemplo, muchos autores han empleado las ideas de Habermas para argumentar la importancia del: "'consenso dialógico', o de los acuerdos temporales entre los actores en el escenario de comunicación" (Barranquero, 2006, p. 921). Las ideas de Habermas son además empleadas con frecuencia para explicar el importante papel que desempeña el conocimiento compartido en el proceso comunicacional (Cisneros, 2006).

Debido a esta conexión entre diálogo y resolución de conflictos, algunos autores también lo definen como una herramienta intrínseca a la democracia. Por medio del diálogo, la participación se convierte en una verdadera característica del desarrollo, pues permite que diferentes voces sean escuchadas y que sean igualmente tomadas en consideración (Jacobson y Kolluri, 2006). Incluso algunos autores sugieren que el diálogo es el instrumento más apropiado para medir la democracia (Downing, 2006). A diferencia de la guerra o las acciones violentas, el diálogo es constructivo, pues busca llegar a una decisión con la cual estén de acuerdo todas las partes implicadas. Sobra decir que el diálogo es concebido como una alternativa a la guerra, debido a que implica una discusión racional en lugar de la confrontación física; sin embargo, los asuntos de poder también pueden hacerse presentes en dichas interacciones dialógicas.

Adicionalmente, la idea de diálogo es un elemento fundamental dentro del enfoque o subcampo-dependiendo de cómo uno quiera verlo-de la comunicación participativa. Los principios de la comunicación participativa, en este sentido, son democratizar los procesos comunicativos para que los miembros de la comunidad puedan involucrarse en actividades de producción de mensajes y significados, diseño de proyectos, toma de decisiones, entre otros (Jacobson y Kolluri, 2006).

En ese sentido, el diálogo es el factor que hace posible la comunicación participativa. Por ejemplo, Figueroa et al. (2003) sugieren cómo en un proceso de comunicación participativa el diálogo debe llevar a un acuerdo y a visiones comunes, con el fin de avanzar en el proceso; de lo contrario, existe la necesidad de regresar al punto previo y reorganizar el diálogo. En adelante, varios artículos influyentes producidos dentro del campo de la CDCS definen la comunicación participativa en términos de las posibilidades de diálogo que tienen los individuos en un proceso social determinado (LaFever, 2004).

Todas esas características subyacen a la definición de diálogo que caracteriza el tercer abordaje. Esta línea de pensamiento enfoca el diálogo como una forma de conversación o habla. En otras palabras, al describir el diálogo, los autores casi siempre lo ponen al mismo nivel de la conversación o el habla. Igualmente, experiencias concretas de diálogo son referidas por varios autores como conversaciones entre miembros de diferentes grupos (Black, 2008; Jovanovic et al, 2007; Adams et al, 2007). La diferencia entre conversación (o habla) y diálogo parece encontrarse en el carácter polémico del diálogo. El diálogo, en este sentido, es una conversación entre grupos de personas cuyas visiones del mundo están en conflicto.

La definición de diálogo de Adams y colaboradores se constituye en un ejemplo de esta aproximación: "[El diálogo] como el contexto donde las diferencias son bienvenidas y donde los participantes son motivados a mantener la 'tensión' entre mantener su posición y estar abiertos a los puntos de vista de los demás" (2007, p. 112 ). De nuevo surge la pregunta sobre por qué el diálogo es operacionalizado en términos de conversación, en lugar de ser visto como un proceso que busca acercar posiciones opuestas sobre un asunto. ¿Es este un problema de elección de las palabras o es una limitación más profunda en términos de cómo aplicar los principios del diálogo?

La siguiente experiencia constituye un ejemplo de la forma como la idea de diálogo es examinada y aplicada en un proyecto real y concreto de comunicación para el cambio social (Jovanovic et al, 2007). La experiencia es relatada por cuatro académicos en la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro, que estudiaron y participaron, por cerca de 18 meses, en el Greensboro Truth and Community Reconciliation Project (gtcrp). El objetivo del proyecto era: "ayudar a los ciudadanos [de Greensboro] a involucrarse en un diálogo acerca de lo que había sido un evento 'indiscutible' por más de 23 años: el asesinato de cinco personas y heridas a otras 10 por parte de miembros del Klu Klux Klan (kkk) y algunos neonazis durante una protesta social el 3 de noviembre de 1979, en contra de la creciente influencia del kkk" (Frey y Carragee, 2007, p. 13 ). De acuerdo con los autores, además de otros componentes (entrevistas, encuestas, diseño de mensajes, etc.), el diálogo se constituyó en la base de este proyecto, pues fue por medio de una "alianza dialógica" constituida por varios miembros de la comunidad que Jovanovic y sus colegas sustentaron sus ideas de activismo en comunicación, acción comunitaria, cambio social y participación.

En la dimensión concreta de este proyecto, el diálogo fue materializado como conversaciones y charlas entre diferentes tipos de agentes que mostraban distintas perspectivas, narrativas y aproximaciones de los hechos y de los agentes involucrados en la tragedia en 1979. De esta manera, personas con diferentes perspectivas se reunieron para expresar "tensiones a través de la comunicación dialógica" (2007, p. 94). Esta comunicación dialógica fue materializada en conversaciones y charlas, cuyo objetivo fue ir más allá de una sola narrativa dominante, considerando diferentes aproximaciones, intereses y visiones del mundo de los demás (el negro, el trabajador, el neonazi).

Este caso nos muestra cómo en un proyecto particular y concreto, el diálogo a menudo se operacionaliza como conversación o charla. Así, existen muchos otros textos sobre experiencias específicas que abordan la concepción de la comunicación y la conversación como la posibilidad básica que tienen las comunidades de hacer su propia construcción de sentidos culturales, la cual se pone en riesgo, por ejemplo, en contextos de conflicto (Vega y Bayuelo, 2008).

Frente a los retos que genera el uso de definiciones claras sobre la manera de abordar el diálogo, un ejemplo lo constituye un proyecto en el que uno de los autores está involucrado en la actualidad (Obregón et al, 2011). El objetivo ha sido definido en términos de: "facilitar la reflexión crítica y el diálogo y el debate público con el fin de contribuir al ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos humanos en jóvenes y adolescentes". Los objetivos principales se orientan hacia la toma de decisiones, la violencia de género y el respeto por la diversidad sexual. Uno de los verdaderos retos de este proyecto es evaluar el tipo de reflexión crítica y diálogo que se haya generado entre los diferentes actores involucrados (adolescentes y jóvenes, maestros, figuras parentales y prestadores de servicios de salud), y la naturaleza del debate público.

Los componentes comunicativos del proyecto, que incluyen dramas televisivos, shows radiales con llamadas, actividades escolares y actividades de movilización social, entre otros, ciertamente facilitarán espacios dialógicos en línea con el segundo abordaje que hemos discutido. Sin embargo, no es claro qué tipo de diálogo se pretende lograr, o al menos, evaluar. Parcialmente, esta dificultad es el resultado de la falta de una definición más explícita del diálogo, algo que parece ser muy común en nuestro análisis.

En este abordaje, el cambio social se logra por medio de la acción colectiva, la reflexión crítica, la deliberación, la democracia, el activismo comunicativo y la participación; y, de acuerdo con los autores analizados, todos esos procesos se logran a través del diálogo. La pregunta-como lo discutiremos en la siguiente sección-es hasta qué punto es posible equiparar todos estos procesos a interacciones tan dinámicas con una conversación.

¿Diálogo para el cambio social?

Durante las últimas cuatro décadas, el campo de la CDCS pasó de estar enfocado solo en la idea del desarrollo a hacer énfasis en la perspectiva del cambio social. Nuestro análisis de la literatura de la CDCS, sin embargo, sugiere una nueva transición de la idea de comunicación para el cambio social a un énfasis en el diálogo para el cambio social. Como hemos documentado, existe un considerable interés en el concepto de diálogo, y, en ese contexto, la noción de comunicación se hace difusa. Entre todos los artículos examinados, no es clara cuál podría ser la diferencia existente entre diálogo y comunicación. Más aún, el énfasis en el diálogo tiene otras implicaciones teóricas, conceptuales y políticas. En esta sección discutiremos brevemente esas implicaciones.

Sobre el primer abordaje, es decir, el diálogo entendido como modelo de comunicación, la mayor implicación consiste en la creación de una dicotomía de las teorías de la comunicación en dos perspectivas principales: la comunicación masiva y la comunicación interpersonal. En relación con la CDCS, dicha dicotomía implica que el desarrollo y el cambio social pueden ser logrados únicamente al escoger ya sea estrategias para la comunicación masiva o estrategias para la comunicación interpersonal. Esto ha llevado a los académicos e investigadores, a menudo, a tomar bandos en lo que parece ser una falsa dicotomía.

Mientras esta visión dicotómica no permite a académicos e investigadores asumir posiciones intermedias, se ha observado una tendencia creciente hacia modelos de convergencia de comunicación, como señalamos anteriormente, que admiten el papel que ambas perspectivas, más otras formas de comunicación e interacción, desempeñan en la CDCS. De hecho, la introducción del modelo dialógico en el rango de la comunicación y las teorías mediáticas que se nutren de la CDCS ha constituido una mejoría significativa para el campo.

Sobre el segundo abordaje, es decir, el diálogo visto como un evento interpersonal, la principal consecuencia ha sido la reducción de las ideas de Buber y Bakhtin de comunión y entendimiento íntimos del otro a un intercambio básico de palabras. Sin embargo, existe una consecuencia significativamente positiva relacionada con la incorporación de la antropología filosófica de Buber y Bakhtin al campo de la CDCS.

Casi todos los autores que hemos analizado reclaman explícitamente la importancia de examinar las audiencias, las comunidades o los individuos como seres humanos, y, por ende, como y no como objetos por ser dominados, convertidos, explotados o informados. En un acto comunicativo, todos los hablantes son igualmente activos, responsables e importantes. Esta perspectiva también influencia la manera como son entendidos los conceptos de desarrollo y cambio social; es decir, no en términos de un modelo por ser impuesto, sino en relación con una negociación que involucra conocimiento local (Mignolo, 2005), con el fin de decidir la mejor manera de solucionar problemas sociales.

Sobre el tercer abordaje, es decir, el diálogo visto como un proceso clave en la deliberación pública, existen varias implicaciones que pueden ser mencionadas: la fuerte conexión entre democracia, participación y diálogo; el papel del diálogo en la acción colectiva y la deliberación pública; y la importancia del diálogo en las iniciativas del cambio social. Debido a que ya explicamos todas estas características, en esta sección nos enfocaremos en uno de los riesgos que corren los investigadores y profesionales de la CDCS cuando la idea de diálogo se convierte en la esencia y el punto central de todas las discusiones, campañas e iniciativas de cambio social.

Como mencionamos, la mayoría de los autores que analizamos afirma que procesos como la acción colectiva, la deliberación, la democracia, el activismo en comunicación y la participación se logran por medio del diálogo. Dentro de la literatura de la CDCS es común encontrar afirmaciones como: "la acción colectiva se logra a través del diálogo"; "si hay diálogo, entonces tenemos participación"; "la democracia solo es posible en sociedades donde el diálogo es permitido"; y "la deliberación es esencialmente un proceso dialógico".

El diálogo es el proceso central en este variado grupo de acciones sociales; y, al mismo tiempo, el diálogo es en general definido en términos de conversaciones entre grupos con diferentes visiones del mundo. En este sentido, vale la pena preguntarse hasta qué punto las conversaciones pueden ser un instrumento exclusivo para lograr el cambio social. El diálogo es en sí mismo una herramienta valiosa como alternativa a las acciones violentas y a cualquier tipo de totalitarismo; más aún, es indispensable para lograr el cambio social. Sin embargo, el diálogo no es el único elemento por ser considerado al pensar en cambio social. Como señala Sonderling: "los modelos simplistas de diálogo representan equivocadamente la complejidad y el carácter social de la comunicación y el desarrollo. Los problemas del subdesarrollo están arraigados tanto en factores externos a la comunicación como en factores relacionados con la información" (2006, p. 553).

Una aproximación romántica al diálogo nos hace olvidar que este emerge en contextos políticos y, por ende, está sujeto a relaciones de poder. Esta despolitización del diálogo lo reduce a un mero fenómeno discursivo, aislado de las condiciones políticas y económicas en las que surge. En palabras de Cloud: "Una política de discurso [...] asume que aquellos que están oprimidos o explotados necesitan una redefinición discursiva en sus identidades en vez de una transformación de sus condiciones materiales como tarea primaria" (1994, p. 157).

Se han hecho muchas reflexiones sobre la necesidad de analizar la comunicación en términos de diálogo para obtener mejores resultados en el cambio social. Sin embargo, no encontramos muchos análisis acerca de la naturaleza, el alcance, la metodología y los contextos de esta práctica. La falta de reflexión profunda puede llevar a los académicos a la reducción de este importante concepto. Una vez más, Sonderling señala esta idea claramente: "el concepto de comunicación como un diálogo platónico es estático y no captura la lógica de la comunicación como práctica social agonística y la complejidad de la interacción entre los actores involucrados en la implementación del desarrollo desde la raíz" (2006, p. 554).

Probablemente, la noción de comunicación como diálogo no es tan estática como afirma Sonderling, pero nosotros, como investigadores, necesitamos un análisis más realista para incorporarlo a un contexto más amplio, en el cual el diálogo no se presente como un elemento aislado, sino como una dimensión entre muchas otras (económica, política, social, organizacional, etc.).

La idea no es desechar la noción de diálogo y su importancia para el desarrollo y el cambio social. Ello estaría en contra de nuestras propias visiones sobre su papel en la CDCS. En vez de ello, los retos consisten en: a. usar el diálogo en su sentido verdadero; b. definir claramente cómo entendemos y cómo utilizamos el diálogo en un proceso particular de CDCS; c. integrar el diálogo a un sistema más amplio, en el cual la dimensión dialógica es una entre muchas otras que ayudan a los líderes, las comunidades y los individuos a contribuir a mejoras en el ámbito social.

Más aún, el reto es estudiar seriamente esta noción, con el fin de saber cómo podemos extrapolar el discurso del diálogo a experiencias reales, y cómo podemos aplicar y evaluar más claramente dicha aplicación en aquellos escenarios concretos. Por ejemplo, ¿cuáles son algunos de los indicadores que se podrían utilizar para evaluar cómo el diálogo contribuye-o no-a un proceso particular de desarrollo y cambio social? Estas mediciones o indicadores pueden ser ciertamente pensados en términos de procesos, o, de ser posible, en términos más mesurables. Sin embargo, el asunto clave aquí es poder evaluar si el progreso o proceso de cambio se está llevando a cabo. El riesgo de no hacerlo es demasiado alto.

Como hemos visto en las secciones previas, la noción de diálogo puede ser, y lo ha sido en muchos casos, redefinida y cooptada, por lo cual su esencia como proceso que puede facilitar el cambio social podría diluirse fácilmente. Hemos sido testigos de acciones similares con palabras que también son esenciales para la CDCS, como participación o empoderamiento.

A manera de conclusión

En la Antología de la comunicación para el cambio social, Gumucio-Dagron y Tufte definen la comunicación para el cambio social como:

Una manera de pensar y practicar que pone a las personas en control de los significados y el contenido de los procesos de comunicación. Con base en el diálogo y la acción colectiva, [la Comunicación para el Cambio Social] es un proceso de diálogo público o privado a través del cual las personas determinan quiénes son, qué necesitan y qué quieren con el fin de mejorar sus vidas. (2006, p. XIX)

Esta definición es un ejemplo de lo que encontramos en la mayor parte de la literatura de la CDCS; es decir, el lugar central que los académicos le dan al diálogo al hablar de cambio social. Sin importar si se enfoca como modelo de comunicación, evento interpersonal o proceso de deliberación pública, el diálogo se ha convertido en una de las categorías más importantes en el campo de la CDCS.

Sin embargo, aunque la noción de diálogo se está haciendo más prevalente en la literatura, y hasta cierto punto en la práctica de la CDCS, existen aún muchas preguntas por resolver: ¿cuál es la relación entre el debate público y el diálogo? ¿Hasta qué punto todas estas perspectivas dialógicas se materializan en procesos concretos y significativos de cambio social ? ¿ Cómo podemos y debemos evaluar el diálogo? ¿Es el diálogo algo que deba ser medido? Además de la conversación y la charla, ¿ cuáles otros elementos definen qué es dialógico y qué no? ¿Cuál es la diferencia entre el diálogo y la comunicación? Tratar de resolver estas preguntas es crucial para entender mejor el significado del diálogo en el contexto de la CDCS, de manera que los líderes, diseñadores de políticas y organizaciones involucrados en este campo puedan usarlo exitosamente como acción para el cambio social.

Hemos cerrado este análisis con más preguntas que respuestas. Sin embargo, creemos firmemente que responder estas preguntas es vital para el crecimiento del campo y para que los académicos de la CDCS tengan tanto una obligación como un reto para estudiar estos asuntos. Al plantear las preguntas esperamos contribuir a una reflexión en curso acerca del campo de la CDCS, y generar entusiasmo entre los investigadores y practicantes para explorar dichos asuntos en el futuro.


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