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Signo y Pensamiento

Print version ISSN 0120-4823

Signo pensam. vol.30 no.59 Bogotá Jul./Dec. 2011

 

Sobre profesiones, prácticas y oficios de la comunicación

On Professions, Practices and Occupations of Communication Studies

CLAUDIA PILAR GARCÍA CORREDOR / LUIS FERNANDO RODRÍGUEZ BOHÓRQUEZ*

* Claudia Pilar García Corredor. Colombiana. Comunicadora social, de la Universidad Externado de Colombia; Magíster en Comunicación, de la Pontificia Universidad Javeriana. Profesora de Teorías de Comunicación en pregrado y maestría, y coordinadora académica de la Carrera de Comunicación Social de la Pontificia Universidad Javeriana. Ha sido directora de comunicaciones en organizaciones sociales; ha adelantado el diseño e implementación de estrategias de comunicación en derechos humanos, medio ambiente y salud; diagnósticos de prácticas en comunicación y cultura; análisis en comunicación y desarrollo; estudios de las teorías de la comunicación. Correo electrónico: pigarcia@javeriana.edu.co.

Luis Fernando Rodríguez Bohórquez Colombiano. Comunicador social-periodista. Trabajó en el Ministerio de Cultura, en los programas de televisión última escena y Secuencias. Integrante de la experiencia ganadora del Premio Nacional de Paz 2003, Colectivo de Comunicaciones Montes de María, donde se desempeñó como tallerista, coordinador del área audiovisual y autor de la propuesta ganadora y premiada por los principales medios de comunicación en Colombia. Adelantó estudios de Maestría en Comunicación en la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, y actualmente hace parte de la Corporación Andares, Ida y Vuelta. Es profesor universitario. Correo electrónico: vertov15@hotmail.com.

Recibido: Abril 15, 2011 Aceptado: Mayo 25, 2011

Submission Date: April 15th, 2011 Acceptance Date: May 25th, 2011


Perspectivas y proyección profesional de la comunicación social

El campo de las profesiones y oficios de la comunicación es un tema estructurante, en lo referente a la reflexión del campo crítico de la disciplina y su postura ética como proceso de formación. Estudiar sus relaciones interdisciplinares y explorar posibilidades metodológicas para la adecuación de su análisis dentro de las ciencias sociales es una aventura epistemológica que abre nuevos sentidos para su posible configuración como objeto de estudio y producción de conocimiento. El enfoque permanente del texto es la mirada dialógica y relacional como estrategia de producción de sentido, imaginarios y análisis del nuevo campo. Se trata de un breve boceto que reabre un debate necesario para la academia y su función como reguladora de prácticas sociales en múltiples comunidades y escenarios de vida cotidiana. La relación entre comunicación y cultura-mundo como una de las múltiples pistas conceptuales desde dónde analizar el influjo de la globalización es una consigna académica iluminadora para desatar de manera crítica el desarrollo de los profesionales del campo de la comunicación, así como la revelación de sus oficios y diversas prácticas en escenarios laborales.

Palabras clave: profesiones de la comunicación, producción de sentido, prácticas sociales, escenarios laborales, formación.

Descriptores: Sociología de la comunicación, Profesionales de información, Vida cotidiana.


The field of professions and occupations of communication studies is a structuring topic. It concerns the reflection on the critical field of the discipline, and its ethical perspective as a training process. Studying its interdisciplinary relations and exploring its methodological possibilities to adapt its analysis to the social sciences demands, is an epistemological adventure, which opens new roads to shape itself as an object of study and knowledge producer. The emphasis of this text is on the field's dialogical and relational view as a strategy to produce sense, imaginaries, and analysis. It presents a brief sketch that reopens a necessary debate for the academia and its job as social practices regulator in many communities and in many ordinary life scenarios. The relation between communication studies and world-culture, as one of the many conceptual clues to analyze the influx of globalization, is an illuminating academic purpose to critically produce the development of the professionals of the communication field as well as to reveal their occupations and their practices in the labor scene.

Keywords: communication studies professions, sense production, social practices, labor scenarios, training.

Search Tags: Sociology of communication, Information professionals, Everyday life.


Origen del artículo

Este artículo es resultado del diagnóstico preparado para la investigación "Relocalización del objeto de estudio de la comunicación: Relevancia de Maestrías y Doctorados en Comunicación en Colombia", la cual da respuesta a la convocatoria de los investigadores del I Fórum Ibero-americano de Pos Graduación en Comunicación, CONFIBERCOM 2011.


En tiempos de grandes cambios como los nuestros, una de las dificultades
mayores
consiste en imaginar alternativas.
N. Lechner

El objeto primordial es ofrecer una mirada reflexiva en torno a las profesiones derivadas de la comunicación y su relación intrínseca con el proceso mismo de la formación. Así, movilizar planos discursivos de orden histórico y cultural, que posibiliten repensar el campo y las acciones alrededor de dicha relación pedagógica y de investigación metodológica, es una necesidad global y social de permanente reinvención. Para ello, intentaremos esbozar parte de lo acontecido en el campo de la comunicación, con el fin de establecer algunos parámetros teóricos y estructurantes en los ámbitos de la formación, la institucionalidad, los oficios y las prácticas derivadas de la profesión. Se trata de explorar rutas epistémicas e institucionales, pedagógicas y de mercado, y que en tiempos de globalización y de cultura-mundo terminan por configurar y modelar el inevitable mapa de la comunicación y sus muchas variables de actuación. Una entrada para abrir el debate en este sentido tiene que ver con la pertinencia del estudio de la comunicación, los objetos de estudio y su función estratégica en el desarrollo de la sociedad actual; pero, desde el sentido complejo que la teórica e investigadora brasilera María Immacolata Vasallo de Lópes anota al respecto: "Lo que hay de nuevo en esto es que el campo de la comunicación se complejiza enormemente, haciendo explícito el error epistemológico de seguir tratando a la comunicación como objeto de estudio en una perspectiva meramente instrumental, sea a través de la crítica meramente ideológica, sea a través de la afirmación funcionalista" (2006, p. 14).

La incidencia de las fuerzas del mercado en este contexto marca un punto decisivo en el giro histórico que la comunicación experimenta como lugar significante para nuevas lecturas en la relación sistema-mundo. El conjunto de variables contenidas en las fuerzas del mercado se extienden, se determinan y se legitiman por medio de dispositivos de poder, valores e instrumentos en áreas intersectoriales como la educación, la cultura y el desarrollo, mientras la emergencia del nuevo campo y sus desafíos por el encuentro e interacción social ponen al Estado y a sus instituciones en una posición incierta y debilitada frente a los retos que supone la resignificación de nuevos conceptos, que lleven a la práctica de la comunicación como producción de sentido.

En este orden de ideas, cabe anotar que las maneras de asumir la investigación, los énfasis y objetos de estudio en comunicación han sido modificadas por una serie de movimientos que determinan las prácticas metodológicas. Para el caso del presente texto, se tendrá en cuenta la línea de investigación trabajada por María Immacolata Vasallo de Lópes (2006, p. 15), precisada en tres categorías de análisis, las cuales hemos interpretado en clave de una nueva lectura, acorde con el tema propuesto: sobre profesiones, prácticas y oficios de la comunicación.

Primera: reconocer las tendencias predominantes en la historia del campo, es decir, cómo se expresa teóricamente la comunicación en el contexto latinoamericano. Segunda: entender el contexto institucional en el cual se fortalece el campo, específicamente la formación profesional de los comunicadores. Tercera: entender las dinámicas de interacción en contexto, las formas como se visibilizan, desempeñan y expresan las profesiones, por medio de prácticas y oficios de la comunicación.

El modelo interpretativo propuesto por la investigadora brasilera busca en su proyecto de largo aliento, a la hora de indagar dentro de la comunicación: "la producción de conocimiento y legitimación del mismo, por su relevancia social y por su rigor, tanto teórico como metodológico" (Vasallo de Lópes, 2006, p. 14). Su tema de estudio no es el mismo que se persigue en el presente ensayo; sin embargo, sus categorías citadas amalgaman conceptualmente nuestra propuesta por desentrañar y articular metodológicamente rutas de apropiación e interaprendizaje de las profesiones de la comunicación, en conexión ética con los saberes del campo, debatido ampliamente desde la academia.

Desde este tipo de reflexión cualitativa se ubica en el centro la necesidad de construcción de estrategias técnicas y humanas, que movilicen otros discursos, cuyo punto de partida sea la convergencia de sentidos interdisciplinarios y de voluntades políticas, comprometidas en la mediación pedagógica que propone un diálogo interactivo entre academia, medios de comunicación y vida cotidiana, donde las necesidades, problemas y voces de los sujetos implicados en la transformación del campo comunicacional dejen entrever un nuevo conocimiento.

La comunicación, un campo de conmoción...

El campo de estudios de la comunicación empieza a constituirse, en el contexto latinoamericano, en los años sesenta del siglo pasado. Una década después, la reflexión se alimenta del debate propiciado por el filósofo italiano Umberto Eco (1965), al decir que el campo se polarizaba entre apocalípticos e integrados; los primeros, con un enfoque pesimista y crítico sobre las industrias culturales y la cultura de masas, mientras los segundos tenían una mirada benévola e instrumental hacia los medios masivos.

Desde entonces, son varios los escenarios donde se han puesto en discusión las múltiples apuestas conceptuales que han ido redefiniendo la pertinencia como campo de conocimiento, con su especificidad social y de desarrollo. Hoy, a más de cuatro décadas, "es satisfactorio constatar que el tema y el enfoque adquieren sentido" (Fuentes Navarro, 2007b, p. 217), especialmente con la reconfiguración de una noción de comunicación que no solo se debate entre la instrumentalidad y los medios para entender mejor los procesos y las mediaciones.

Hay que resaltar que el trayecto del campo ha girado hacia el registro de situaciones cada vez más focalizadas sobre algunas preguntas de reconocimiento político, social y cultural, como por el sujeto mismo. Se involucran nuevas herramientas críticas, instrumentos y observaciones de carácter analítico y cualitativo. Se propician atmósferas intersubjetivas de apreciación interdisciplinaria, intervención y descripción de los contextos, para llegar a explorar perspectivas más articuladoras de producción simbólica.

La comunicación, tanto en su conceptualización como en las profesiones que la visibilizan -como lo han registrado los estudiosos latinoamericanos de la comunicación Armand y Michele Mattelart, en su libro Pensar sobre los medios (1987)-, se ubicó en dos posiciones teóricas: por un lado, el paradigma instrumental/ hipodérmico/funcional, y por el otro, el paradigma crítico/marxista/estructural, los cuales buscaban responderse preguntas por la tensión inevitable entre lógicas de producción y consumo de los procesos de comunicación.

La perspectiva instrumental seguía los postulados y modelos de investigación positivista de los análisis de audiencias mediáticas, realizados con gran ímpetu desde los años cincuenta en los Estados Unidos. Por su parte, la teoría crítica de Frankfurt, desde finales de los años sesenta, aportó un importante devenir en los análisis latinoamericanos sobre temas y problemas de las industrias culturales, lo que generó nuevas propuestas, especialmente para el ámbito de la comunicación y el desarrollo, que desde la teoría de la dependencia permitió revelar otros aspectos posibles. En las intervenciones de esta índole se hace una apuesta por el hacer de la comunicación en relación con otros campos, como la educación, la sociología, la psicología, entre otros, para promover procesos de transformación social. Desde entonces, la comunicación alternativa ha sido pionera en los programas sociales de la región.

Sin embargo, desde un ajuste de cuentas con la teoría crítica -como anota Jesús Martín-Barbero-, a mediados de los años ochenta surge la pregunta por la cultura en relación con la comunicación, entendiendo esta última como práctica social productora de sentido. La comunicación ya no es solo un instrumento, ni los medios son la perversión encarnada de la escuela de Frankfurt. Algo nuevo se empieza a tejer y el acento se desmarca de la polaridad producción-consumo, para adentrarnos en lo que Jesús Martín-Barbero denomina mediaciones.

De ahí que mi investigación haya estado dedicada en gran medida a romper las seguridades que procura el pragmatismo tecnicista y a conectarla con las preocupaciones de la reflexión filosófica y las búsquedas de las ciencias sociales. A esto le he llamado pensar la comunicación desde las mediaciones; esto es, las articulaciones de las prácticas de comunicación con las dinámicas culturales y los movimientos sociales. (Martín-Barbero, 2005, p. 166)

Este escenario dimensiona la comunicación hacia un desplazamiento teórico y metodológico que deriva en objetos de estudio idóneos para ser analizados, entendiendo la comunicación como constitutiva de cultura, para producir un viraje "en las ciencias sociales hacia la integración de grupos interdisciplinarios dedicados a estudiar la comunicación desde diversos ángulos metodológicos, tendencia que se ha venido afianzando" (Anzola, 1984, p. xix), hasta proponer un importante aprendizaje en la construcción de conocimiento en el transcurso del tiempo y la integración de diferentes saberes, para la concertación de un campo complejo y en permanente reinvención.

Al escapar de la especialización reductora, la mirada cientificista, positiva, funcional y masiva de la comunicación ha sido un ejercicio constante de rupturas epistemológicas y voluntades políticas. Los aportes de distintas escuelas y posturas han motorizado y enriquecido el panorama de la comunicación desde distintos escenarios: abordajes desde la semiología y los análisis de discurso, la hermenéutica y el pensamiento complejo, los estudios culturales, la economía política de la comunicación y la sociedad de la información, todo ello ha posibilitado la emergencia de nuevas formas de ver y repensar los objetos de estudio.

Visto así, y tal como lo afirma Herbert Schilller: "la investigación de la comunicación es actualmente un campo de conmoción, producto de las transformaciones que están originando las actuales tecnologías de la comunicación" (Sosa, 2009, p. 2). Está en conmoción por tratarse de un campo que relee la estructuración de las sociedades en constante transformación e incertidumbre, propias de los procesos y prácticas de un mundo complejo. Se trata de una nueva mirada del capitalismo y de la concentración de medios masivos, promovida por lógicas instrumentales e intereses privados, globales y determinantes en la consecuente transformación de escenarios laborales de la comunicación y sus oficios.

Parafraseando al teórico brasilero, especialista en economía política de la comunicación, César Bolaño, podemos decir que la inflexión de este nuevo paradigma consiste en ejercer tensión en las estructuras políticas y económicas puestas en juego en el proceso comunicacional. Se trata de una vuelta al análisis crítico en medio de lo que, desde el "final del siglo XX ha significado una transformación fundamental en la historia de la especie humana [...] se trata de una reestructuración profunda del capitalismo, inducida por la revolución microelectrónica que provoca un aumento inusitado de las asimetrías y de la exclusión social" (Bolaño, Mastrini y Sierra, 2005, p. 39).

Entre tanto, la oportunidad de desarrollar prácticas que fortalezcan procesos de reconocimiento y oportunidades entre sujetos y actores sociales proporciona un espacio ideal para la academia en el ajuste de nuevos enunciados y significantes, fundamentales en la representación de este campo y sus percepciones en torno al mundo, la vida cotidiana, la ciencia, el arte y la vida misma.

La formación de la comunicación: entre las ciencias sociales y humanas

Comprender el quehacer de las universidades, como lugar de aprendizaje, es una necesidad fundamental en el proceso crítico y de convergencia metodológica para la planificación del mundo académico.

La universidad es aún el espacio -socialmente establecido- que se atribuye la responsabilidad de la escenificación del saber y aporte de herramientas, tanto analíticas como conceptuales, en torno a los objetos de estudio posibles de ser estudiados y cuestionados, hasta la puesta en común de sus alcances pedagógicos. Así, introduce al educando en el conocimiento detallado de saberes y prácticas, en la dialéctica de la comunicación para la vida.

Algunos académicos, como Raúl Fuentes Navarro, al pensar curricularmente bases conceptuales capaces de sostener una apuesta crítica y utópica como soportes de cohesión para la formación y articulación de la universidad con las profesiones, resalta el diálogo interrelacional de cuatro operaciones formativas o niveles sucesivos, que los egresados entretejen como relato académico: un primer nivel que abarca el lenguaje, como la capacidad de representar el acontecer. Un segundo nivel relativo al control de la información, algo así como la mediación entre el acontecer y su conocimiento social. Un tercer nivel que corresponde a los usos sociales de la comunicación y sus recursos. Y un cuarto nivel que remite a las competencias necesarias para operar la comunicación educativamente (Fuentes Navarro, 2007a, p. 6).

En otras palabras, que la comunicación emerge no sólo como un dato para ser reconocido, sino como una necesidad interpretativa de lo que ocurre y una manera de visualizar las relaciones sociales de manera orgánica. Por un lado, se trata del reconocimiento de la comunicación como opción de agenciamiento dinámico e interactivo, presente de diversas maneras en la construcción de escenarios y prácticas sociales. Y, por el otro, de la concreción real y no impostada de conceptos validados por la reflexión interdisciplinaria, los cuales, algunas veces, carecen de asidero en las experiencias de campo en las que la comunicación tiene lugar como referente estructural del mundo cotidiano.

Según Alejandro Grimson, poner en común, hacer público, comunión, definen la comunicación. La pregunta que surge en el mundo contemporáneo es si realmente podemos estar seguros de que cuando algo se hace público, se está poniendo en común. ¿Acaso publicar implica comunión? ¿Es lo mismo poner en común y hacer público ? (Grimson, 2008, p. 52). De ahí que sea imprescindible articular saberes y voluntades institucionales que permitan tramar lo comunicacional como campo/ problema/eje en el espacio de encuentro, entre maneras de apropiación, acción y comprensión de contextos, constitutivos de visiones de realidad y desarrollo.

La profundización de estas perspectivas analíticas presupone la necesidad de amalgamar niveles conceptuales y experiencias ordinarias, de manera no reduccionista ni de reproducción mecánica de prácticas. Se trata de una herramienta metódica y consensuada de las ciencias sociales y humanas, que nos ayuda a introducir organización y racionalidad a las acciones de interaprendizaje para el campo, en otras palabras: planificar curricularmente un proceso de conocimiento. Cómo aprendemos y apropiamos competencias profesionales, y cómo operamos en el mundo de las prácticas. Cómo nos convertimos en mediadores de expresión, sentido y representación de todo aquello que compete a valores democráticos, identidad, participación, formación, lo popular y lo público.

Guillermo Orozco Gómez argumenta: "la conveniencia de abandonar, como objetivo principal, la adecuación de la formación universitaria de profesionales de la comunicación a los requerimientos del mercado de trabajo, para centrar el esfuerzo en captar y traducir adecuadamente en los currícula las necesidades de comunicación de la sociedad civil" (citado en Fuentes Navarro, 2007a, p. 3).

Situación que termina por complejizar aún más las urgencias estratégicas de compromiso y actuación entre instituciones, Estado y ciudadanía. Epistemológicamente, se trata de propiciar un diálogo con textos y narrativas que fortalezcan la comprensión de los rasgos fundamentales que caracterizan el conocimiento científico, en relación con otras formas de conocimiento, y debatir sobre sus articulaciones posibles y deseables en cada dimensión de la esfera mundo-vida.

Mirada necesariamente interdisciplinaria que piensa los componentes múltiples de la construcción pública del conocimiento, las habilidades y los saberes prácticos. "Pasar de ese debate a la 'acción', a la reestructuración de las prácticas y programas de investigación, tendría que ser, desde este punto de vista, objeto de una concertación de 'fines' complejamente condicionada en los ámbitos académicos" (Fuentes Navarro, 2010). Desafío que obliga al replanteo de la inercia y pasividad de actores en general, tanto de la institución como de investigadores y agencias de información; de acciones donde se discutan, socialicen y articulen propuestas que manifiesten dinámicas de reorganización del campo temático y creativo de la comunicación.

En el contexto actual, donde las crisis económicas son globales; de los encuentros culturales, de las interconexiones, de los movimientos sociales en red, no es posible seguir pensando con anteojeras ni mantener ámbitos académicos cerrados que propendan por formaciones igualmente obtusas. Hoy, las propuestas pedagógicas, especialmente en campos de conocimiento como el nuestro, intentan dar cuenta de este mundo cambiante y en permanente construcción. La formación universitaria no puede desligar otras esferas que complementan procesos educativos, como el acceso y expresión desde tecnologías de punta. Así, también, los saberes prácticos que reinventan formatos, géneros y estéticas, tanto formales como no formales, y que representan nuevas imágenes sobre la diferencia y la memoria, son legitimados alternativamente en el ejercicio de los roles profesionales de la comunicación.

Por este mismo motivo, el desafío y la responsabilidad para quienes intentan definir su especificidad en el campo de la formación, de intervención y de participación activa, está centrado en repensar nuevas formas de articulación de las demandas comunicativas de diversos actores y sujetos de reconocimiento. Nuevos tiempos y ritmos que vehiculen y contengan voluntades políticas, democráticas y públicas, con poder de incidencia en la producción de nuevos intérpretes de lo social, en función de la condición humana y de su interacción con los otros.

De aquí que el acento desde las ciencias sociales sea construir propuestas complejas y metodológicas para realidades que trascienden paradigmas y prenociones sobre lo que debe ser el desarrollo, la economía y la actuación pertinente de profesionales en la esfera comunicativa, social y cultural. Lo anterior tiene que ver con la idea expuesta por Guillermo Orozco Gómez: "la comunicación no es sólo un asunto de medios y de grandes masas, sino de procesos y de redes y de grupos o individuos" (1994, p. 22), que con su accionar van configurando prácticas sociales.

En un repaso a los cincuenta y tres programas académicos de Colombia que hacen parte de la Asociación Colombiana de Facultades y Programas Universitarios en Comunicación e Información (AFACOM), vemos que hay lugares comunes y lugares de desencuentro. Por ejemplo, algunos programas aparecen inscritos en facultades de ciencias humanas; otros, en ciencias sociales, diseño, artes, derecho y ciencias jurídicas, y el resto, en facultades propiamente de comunicación, con lo que se puede deducir la relación directa que el campo presenta con varias de las disciplinas, donde comparte modelos investigativos, marcos teóricos, objetos estéticos y conceptuales.

Casi todas las universidades colombianas promueven la "movilidad" de estudiantes, brindan apertura a experiencias mediante convenios interinstitucionales; para el caso que nos convoca en este trabajo, lo trascendental de esta movilidad consiste en mantener la posibilidad de interacción con otros currículos y, así, beneficiarse con los acercamientos a los saberes de los diferentes programas.

En general, los programas académicos de comunicación se caracterizan por mantener un perfil profesionalizante, que delegan la formación en investigación a los posgrados. Algunos pregrados ofrecen mallas curriculares que propenden por la formación integral de comunicadores, con ejes temáticos y conceptuales en sociales y humanidades (comunicación para la paz, estudios culturales, comunicación y lenguaje, comunicación y desarrollo, comunicación y entornos virtuales, comunicación y educación, periodismo y sociedad de la información, etc.). En su mayoría, los programas articulan énfasis con los oficios de la comunicación, presentados como subcampos profesionales que fortalecen la formación desde cada institución, con las respectivas tendencias académicas planificadas. Así, en algunas universidades existen subcampos y especialidades, como la comunicación organizacional, el periodismo, la producción audiovisual, la producción radial, la producción editorial, la publicidad, entre los más representativos.

Estos son acentos que intentan dar un panorama coherente con las políticas de formación de la enseñanza integral de la comunicación. Que pase o no pase es una asignatura que continúa pendiente en el reencantamiento de nuestro oficio.

De las profesiones de la comunicación social: entre los oficios y las prácticas

La producción social de conocimiento y replanteo de imaginarios entre comunicación y el mundo de las prácticas derivan significativamente del enfoque crítico y la perspectiva ética impartida por los currículos universitarios, que finalmente modelan profesionales para el campo. La cuestión de si los comunicadores deben asistir funcionalmente al mercado de las demandas o asumir el rol de transformadores sociales es un debate abierto e inminente, que supone procesos de construcción colectiva para todos los actores participantes, tanto de los proyectos académicos, como de los centros de producción de contenidos. Estas dos vertientes del área intercambian sentidos, lógicas de producción y representación simbólica, lo cual genera estéticas experimentales, formatos híbridos, géneros y lenguajes interdisciplinares, que hacen de la comunicación un escenario convergente para la mediación de prácticas y discursos.

La diversidad de profesiones de la comunicación es amplia, no se puede negar. Los roles, oficios y escenarios también lo son. Por lo tanto, la pregunta por los lugares desde los cuales se produce el sentido de los medios de comunicación continúa siendo un ejercicio de investigación social capaz de validar el rol del comunicador, no solo como emisor de información, sino, también, como creador de conocimiento; así, supera el mediacentrismo como tradición positivista, y la lógica de la reproducción de hábitos como recortes de realidad y aprendizajes únicos de lo sociocultural.

Como dije desde un comienzo, la idea que orienta la concepción que Bourdieu tiene de lo que es una práctica es la que resulta de colocar la reproducción como proceso social fundamental.

Desde ahí Bourdieu ha elaborado el modelo más abierto, complejo y menos mecánico posible para comprender la relación de las prácticas con la estructura, pero ha dejado fuera, no pensada, la relación de las prácticas con las situaciones y lo que desde ellas se produce de innovación y transformación. (Martín-Barbero, 1998, p. 110)

La concepción de este enfoque alude a dispositivos de reelaboración de categorías profesionales, marcadas tanto por mediaciones sociales como por relaciones de poder, que inciden en el entramado de discursos mediáticos y que circulan adentro de las estructuras sociales. Un espacio en el que se debaten tanto los saberes prácticos, como aprendizajes objetivados a partir de ciertas metodologías y modos de enseñanza. Encuadre sociocomunicativo y transicional de ejes convergentes significativos y que implican por lo menos tres líneas de acción dialógica entre método y perspectiva: interpretar categorías que conecten redes, medios, contextos y marcos referenciales comunes al quehacer de los sujetos, a los ímpetus profesionales del comunicador, y desmarcar la mirada investigativa hacia perspectivas más complejas y menos simplificadoras de la realidad.

Asistir, de la mano de la etnografía, al encantamiento y convergencia emocional de otras geografías comunicativas posibles. Desear y compartir habilidades prácticas, técnicas y usos metodológicos, que soporten la comprensión y enunciación del campo compartido, así como la apropiación y recreación formal e intelectual por parte de los comunicadores.

Guillermo Orozco Gómez, siguiendo a Pierre Bourdieu, entiende por campo educativo un conjunto de prácticas interrelacionadas entre sí, de acuerdo con la función que cumplen en la división del trabajo de producción, reproducción y difusión del conocimiento, ampliamente entendido como un conjunto de saberes y habilidades. La premisa implícita de esta comprensión es que esos saberes y habilidades son "objetivables" y traducibles a planes de estudio concretos, por medio de los cuales se pueden enseñar y, así, reproducir. De acuerdo con esto, es posible diferenciar entre los "saberes prácticos", esto es, saberes que se han aprendido pero no se han enseñado, y aquellos que, debido a su objetivación, pueden enseñarse (Fuentes Navarro, 2007a, p. 3). Metodológicamente hablando, se viene defendiendo la idea de establecer una mediación pedagógica que suponga el diálogo entre instituciones, mercados y currículos, que corresponda al mundo de las prácticas y las necesidades de transformación social. De acuerdo con Pablo Latapi:

Una profesión cualquiera no es la prestación de un servicio de un individuo a otro individuo. Es un conjunto de relaciones estables entre hombres con necesidades y hombres con la capacidad de satisfacerlas. Por esto las profesiones adquieren modos de funcionamiento acordes con la formación social en que están insertas. Por eso son relaciones sociales. (Fuentes Navarro, 2007a, p. 3)

Tales procesos y sentidos constituyen el referente de una perspectiva comunicativa en camino de potenciar y animar su posible opción de objeto múltiple y complejo, que puede ser conversado desde distintas dimensiones y por medio de las prácticas profesionales, oficios y estéticas donde tengan lugar los relatos de la vida cotidiana, los procesos históricos y culturales, que la validan como razón de ser y de existir en esta esquina del mundo.


Referencias

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