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Investigación y Educación en Enfermería

Print version ISSN 0120-5307On-line version ISSN 2216-0280

Invest. educ. enferm vol.25 no.1 Medellín Jan.June 2007

 

Educación continua en el trabajo: Nuevos desafíos para los profesionales de Enfermería

Continuous education in the working place: New challenges for nursing professionals

Nádia Chiodelli Saluma, Marta Lenise do Pradob

a Enfermera. Maestra en Enfermería/UFSC. Coordinadora del Centro de Investigaciones del Hospital Universitario/UFSC. Correo electrónico: chiodelli@bol.com.br

b Enfermera. Doctora en Filosofía de la Enfermería/ UFSC. Docente del Departamento de Enfermería y del Programa de Posgrado en Enfermería/ UFSC. Investigadora CNPq. Correo electrónico: mpradop@nfr.ufsc.br

Cómo citar este artículo: Chiodelli N, Do Prado ML. Educación continua en el trabajo: Nuevos desafíos para los profesionales de Enfermería. Invest. Educ Enferm. 2007; (25)1: 100-105.

Recibido: 16 de septiembre de 2005. Envío para correcciones: 29 de noviembre de 2006. Aprobado: 6 de febrero de 2007


RESUMEN

Este artículo se propone reflexionar sobre el proceso de educación continua en el trabajo para los profesionales de Enfermería. Aborda aspectos generales sobre el proceso educativo, las concepciones de educación continua en el trabajo y, específicamente en el trabajo de Enfermería. Destaca la necesidad de construcción de nuevas perspectivas teóricas y metodológicas en este campo, que valoricen al trabajador en sus múltiples dimensiones tanto objetivas como subjetivas.

Palabras clave: Enfermería, educación, educación continua, trabajo de Enfermería.

ABSTRACT

A reflection about the continuous education for nursing professionals in the working place is the purpose of the present article. It deals with general aspects about the educational process and the conceptions regarding continuous education in the working place and continuous education in nursing. It stresses the new theoretical and methodological perspectives necessary for continuous education in the working place enhancing the subjective and objective dimensions of the staff.

Kew words: Nursing, education, continuous education, nursing care.

INTRODUCCIÓN

El proceso educativo acompaña al ser humano desde su origen. Con su vocación ontológica de ser más, el ser humano es capaz de comprometerse con su realidad para poder actuar y transformarla. La educación es parte integrante de nuestra vida y ocurre de manera continua, dinámica, en el tiempo y en el espacio. El tiempo escolar no es el único espacio de formación, de aprendizaje y de cultura. El fenómeno educativo ocurre en otros espacios y tiempos sociales, las empresas, la calle, durante el ocio y en el trabajo. Como afirma Boff, “no sólo se aprende con el cerebro ni sólo en la escuela. Se aprende la vida entera y en todas las formas de vivir”1.

Las prácticas educativas se derivan de la organización políticosocial y económica y, por tanto, reproducen la ideología vigente. El compromiso del ser humano con su realidad, entre tanto, puede contribuir para transformarla y esto se consigue con su participación. El proceso de enseñanza, al mismo tiempo que realiza la tarea de instruir, se constituye en un proceso formativo, toda vez que los educandos forman una conciencia crítica sobre los hechos y van desarrollando el sentido de la responsabilidad, la firmeza de carácter y el sentimiento de solidaridad. De esta forma, su compromiso será tanto mayor cuanto mas amplia sea su participación en el proceso educativo.

Se sabe que se está educando cuando se estimula el gusto por el aprendizaje, cuando se demuestra la importancia de los conocimientos para la vida y para el trabajo, cuando se crean situaciones estimulantes del pensamiento, cuando se promueve analizar y relacionar aspectos de la realidad, cuando existe preocupación con la solidez de los conocimientos y por el desarrollo del pensamiento independiente2.

La educación es un proceso continuo y permanente, durante toda la vida y en todos los lugares, y debe ser desarrollada de forma participativa. Esto quiere decir que la formación se recibe no sólo en la academia sino a lo largo de la vida, incluso como parte integrante del trabajo.

El humano es un ser productivo que, a través del trabajo, aprende a apropiarse de la realidad. Es a partir del trabajo como se logra la renovación de su existencia. El trabajo tiene un lugar central en la vida del ser humano y ocupa gran parte de su tiempo. Si consideramos la actividad educativa como fundamental en el desarrollo, es necesario que se dé también durante el trabajo.

El trabajo es concebido como una posibilidad de liberación, como una creación de proyectos. El trabajo complementa los seres humanos, pues ayuda el desarrollo de las dimensiones humanas3. La finalidad del trabajo de Enfermería es el cuidado, un cuidado ofrecido de forma compartida por profesionales con diferentes niveles de formación y con otros profesionales de salud.

El proceso educativo en el trabajo de Enfermería

En la formación académica, el futuro profesional de Enfermería recibe conocimientos y desarrolla habilidades que deben prepararlo para prestar cuidados generales enfermeros, de forma eficiente, segura y competente, por un período indefinido, sin que sea necesario recurrir a educación adicional. Sin embargo, no podemos pretender que esa preparación sea eficiente y adecuada para los 10, 20 o más años de ejercicio profesional que siguen a la terminación de los estudios formales. La experiencia demuestra que el contenido inicial de un curso de Enfermería es rápidamente superado en la medida del progreso de las ciencias en salud y en Enfermería. Es explicable, pues, la relevancia y complejidad que adquiere la educación continua en el trabajo. Las instituciones de salud deben emprender acciones educativas con el fin de estimular el crecimiento de su equipo para que pueda atender las exigencias del avance tecnológico, así como, y principalmente, servir al ser humano en su vocación de crear, crecer, producir y obtener placer del trabajo4. El cuidado de Enfermería hoy exige una práctica alternativa al modelo biomédico. Los profesionales deben anclar su práctica en el escenario de su realidad, construyendo conocimiento y generando las transformaciones necesarias en su entorno. También necesitan superar una práctica que favorece el distanciamiento cuerpo / mente, la división entre lo subjetivo y lo objetivo, entre la razón y la emoción5.

En Brasil, el saber en Enfermería, desde el inicio del siglo XX hasta los años 50 aproximadamente, estuvo marcado por una práctica del cuidado fundamentada en el modelo biomédico. Recientemente apenas, aparece la preocupación por los aspectos afectivos, espirituales y sociales del paciente, además de los físicos, o sea, el interés por las múltiples dimensiones que debe tener el cuidado de enfermería.

La preparación de los profesionales se logra por medio de la enseñanza formal en las escuelas de Enfermería, y con la enseñaza en el trabajo, la educación continua, en las cuales se legitima y reproduce un saber basado en el modelo biomédico, y se cristaliza la división cuerpo/ mente, así como la división social y técnica del trabajo.

Tanto en la formación académica como en la formación en el trabajo (educación continua) de la Enfermería,, se dieron tres corrientes pedagógicas principales: la tradicional, la tecnicista y, recientemente, la pedagogía de la escuela crítica. Sus influencias se reflejan directamente en comportamientos todavía hoy vigentes dentro de la Enfermería y que han servido para mantener las relaciones sociales existentes. Así, frecuentemente ofrecen una educación profesional centrada en la preparación científico-técnica y poco comprometida con la reflexión crítica sobre las cuestiones sociales, políticas y económicas del medio6.

La Enfermería está en proceso de “incubación” de la pedagogía crítica. A nivel teórico avanzó cuando consideró que las enfermedades son producidas ocialmente; que necesitamos ejercer actividades dentro de una reflexión crítica enmarcada en un proceso histórico, capaz de contribuir a la transformación de las precarias condiciones de salud de la población; que los contenidos impartidos deben partir de indicadores de salud. A nivel práctico, la Enfermería tiene todavía un largo camino por delante, si bien algunos grupos aislados lo están recorriendo ya. El discurso de la profesión es modernista, pero la práctica aún es conservadora. La enseñanza está prioritariamente compuesta de patrones para favorecer la habilidad técnica, para la ejecución de procedimientos y repetición de tareas dentro de moldes prefijados y de una rigidez jerárquica.

Algunos problemas, tales como la baja disponibilidad de profesionales, la concentración en los centros urbanos y las regiones más desarrolladas, la creciente especialización y la dependencia tecnológica, el predominio de la formación hospitalaria y centrada en los aspectos biológicos y tecnológicos, son comunes a todos los profesionales de salud, Por eso su formación exige poner en marcha ambiciosas iniciativas de transformación7.

Debemos considerar la necesidad urgente e imprescindible de incorporar nuevos paradigmas en los procesos de aprendizaje y en la práctica. En ellos se deben incluir las relaciones humanas presentes en la práctica de Enfermería, superando los modelos de educación sustentados en los conceptos biológicos, para una nueva construcción paradigmática que dé sustentación a todas las dimensiones del cuidado enfermero8.

Teniendo en cuenta las condiciones socio-políticas y económicas, tanto de Brasil como de América Latina, se entiende que este camino no siempre haya sido fácil, Las personas luchan para sobrevivir con dignidad y casi no dedican tiempo a reflexionar y construir su propia realidad de forma más cualitativa. El sistema acaba sofocando sus deseos fundamentales, que son ser más, crear y recrear su historia. Para que tengamos una sociedad más igualitaria, habrá que respetar las diferencias y entendernos en nuestra multidimensionalidad.

Los instrumentos y técnicas de la profesión, tal y como fueron concebidos en las primeras décadas del siglo XX, con la atención centrada en el procedimiento antes que en el enfermo, dio paso a una visión fragmentada del ser humano, reduciéndolo a su enfermedad en un sentido tecnicista e inhumano9.

El enfoque tecnicista aún se evidencia en Enfermería cuando observamos la división de tareas entre los miembros del equipo, con el propósito de economizar tiempo y lograr mayor agilidad en la ejecución del cuidado. Como el trabajo en Enfermería es ejercido por profesionales de diferentes niveles de formacióna, se da la división de tareas entre los integrantes del equipo de acuerdo con su preparación formal y técnica, en donde las actividades son jerarquizadas según su complejidad, y para llevarlas a cabo se exigen habilidades y preparación diferentes.

Según este enfoque, las tareas son ejecutadas de acuerdo con el grado de complejidad y con el nivel de competencia del equipo y la enseñanza de Enfermería, por tanto, tendría la función de preparar individuos para ejecutar determinadas actividades, atendiendo a las necesidades del mercado de trabajo. Así, corresponde al enfermero la concepción, el control, la supervisión y educación de los demás miembros del equipo, o sea, la parte más intelectual del trabajo, y a las demás categorías la ejecución del trabajo manual.

El proceso educativo en Enfermería, sea en la educación académica o en la educación continua, está centrado en la adquisición de habilidades técnicas y manuales para la ejecución de procedimientos técnicos, de modo automatizado y rutinario. Este aspecto encaja en el modelo de la escuela tradicional, en la que los aspectos cognitivos son supervalorados y los afectivos y culturales subestimados. Las tendencias pedagógicas tradicionales contribuyen a la preservación de esa práctica asistencial reacia al análisis crítico, separando teoría/práctica de una forma rígida e inflexible que frena la ejecución de acciones efectivas de cambio. De hecho, la educación muchas veces está disociada de la realidad y la utilización de sus resultados ha sido extremadamente valorizada cuantitativa y no cualitativamente.

La práctica de la educación continua se encuentra igualmente, disociada de la cotidianidad: las necesidades de los trabajadores son poco consideradas y se llevan a cabo programas de entrenamiento cuyos resultados son evaluados cuantitativa y no cualitativamente. En una gran parte de los servicios de salud, la educación ha sido entendida como traspaso de informaciones técnicas dentro de la perspectiva del conocimiento positivista. Esta forma de educación evidencia la desvalorización de la subjetividad en la que se relegan al olvido otras prácticas que no sean las técnicas, dejando de lado los aspectos afectivos y psicomotores.

Cuando se habla de educación continua es preciso entender que el trabajador, cuando asume una actividad profesional, trae un conocimiento previo, resultado de toda su historia de vida y de la preparación profesional formal exigida. La educación en el trabajo ha puesto el énfasis en la producción, en el mercado de trabajo, en suma, en una perspectiva más teórico/técnica de habilitación y calificación.

Existen, sin embargo, nuevas perspectivas de enfoque de la educación, centradas en la valorización del sujeto, tendencia a formar un profesional crítico, creativo, consciente de su importancia social, política y ética, sujetos capaces de enfrentar y transformar su realidad, promoviendo cambios profesionales.

Con esto, no queremos evidenciar la primacía de los aspectos subjetivos en detrimento de los aspectos técnicos, necesarios y fundamentales para la ejecución del trabajo de Enfermería. Sin embargo, es preciso apuntar a otros horizontes, vislumbrando la asociación de estas dimensiones como forma de hacer nuestra profesión más preparada críticamente para analizar, crear y actuar.

Así, de nuestra reflexión resulta que es fundamental la búsqueda del desarrollo global de los profesionales y de la profesión. Entender la continuidad de la educación como un proceso que no se agota en la formación académica, es el primer paso para el crecimiento de una profesión y de sus profesionales. El profesional que percibe esto, encontrará durante toda su vida situaciones de enseñanza-aprendizaje. La comprensión de que necesitamos aprender un poco cada día para poder llevar a cabo el trabajo, es un paso muy importante en la tarea que proponemos.. Es necesario conservar siempre la actitud de estar aprendiendo.

Un buen profesional, más que aprender, lo que hace es aprender a aprender. Aprender a aprender significa el aprendizaje “que queda” para la vida, independientemente del contenido. Aquel que no se renueva, puede quedar fuera del mercado de trabajo, pues hoy en el mundo del trabajo cuenta la calidad y no sólo la cantidad10.

El proceso educativo dentro de una institución debe contribuir a que surjan nuevas potencialidades individuales y nuevos proyectos profesionales. La enseñanza como preparación para el ingreso en el mundo del trabajo, constituye un espacio todavía muy parcelado y fragmentado para la apropiación del saber, con reflejos en la organización del trabajo. En el espacio del trabajo se mantiene la fragmentación, la división en parcelas, sin desarrollar otros modos de realizarlo, o sea, sin la correspondiente apropiación de todo el proceso por parte de los diversos trabajadores. Es en ese sentido que la educación continua puede contribuir, favoreciendo un acceso al saber que permita participar del proceso productivo, de su organización, de la construcción histórica, social y política del trabajo en salud.

La forma de organización del trabajo en Enfermería confirma la necesidad de una educación continua como estrategia de fortalecimiento, para que el trabajador logre valorizar su trabajo y sentir satisfacción al realizarlo.

La Enfermería puede abrir caminos para la participación efectiva en la formulación de propuestas y en la intervención en la práctica institucional, una nueva organización del trabajo en salud que favorezca la unificación teoría/práctica, conducente a una reorientación de valores, formación de conciencias y cambio de actitudes11.

La educación continua debe promover el desarrollo integral de los trabajadores. Debe utilizar los acontecimientos de su ambiente, del quehacer diario y el estudio de los problemas reales y cotidianos, así como los instrumentos y situaciones más apropiados, para producir el aprendizaje. Para desarrollar esta actitud necesariamente debe haber respeto por el conocimiento previo y el reconocimiento de lo que el individuo sabe, para que pueda aprender lo que no sabe. Consideramos también, que el respeto a la individualidad debe permear todo el proceso educativo.

Por tanto, cuando se pretende educar a adultos en su trabajo o para su trabajo, como es el caso de los trabajadores de Enfermería, se debe tener en consideración que el punto de partida del aprendizaje es la experiencia adquirida en la vida diaria y que cada miembro del equipo ya viene con un bagaje específico. Se considera que es en lo cotidiano donde el adulto tiene sus experiencias más valiosas y donde percibe sus carencias. Al asumir su profesión, el trabajador tiene que integrar su “modo de ser” en una articulación y adaptación de sus características personales (sus creencias, personalidad, postura) a las exigencias institucionales (organización, compromiso, responsabilidad, jerarquía) 12.

El profesional debe estar comprometido personalmente y querer crecer, pues nadie educa a nadie, principalmente si éste no lo desea, ni nadie se educa a sí mismo; los hombres se educan entre sí, mediatizados por el mundo. El aprendizaje no es apenas conocimiento o reconocimiento, sino también opción, decisión, compromiso13.

El papel del educador es fundamental en la motivación, estímulo y búsqueda de estrategias de enseñanza-aprendizaje dentro de la educación continua que respondan a las ansias del grupo y mantengan al trabajador actualizado para poder asimilar el avance de la modernidad. De esta forma, se busca alcanzar los objetivos generales de la institución y favorecer el crecimiento personal de los trabajadores a través de una educación crítica, preocupada, no por la transmisión pura y simple de contenido, o por amoldar el comportamiento humano a objetivos preestablecidos, sino por su formación global. En este sentido, consideramos que el entrenamiento técnico que habilita para trabajar con la máquina, no es suficiente. Se hace necesaria una capacitación que vaya más allá del entrenamiento técnico, que prepare al individuo para lidiar con otros , que sepa crear, posicionarse, reflexionar y actuar.

Para la transformación de la realidad, es necesario concebir la educación como un proceso de relación interpersonal, que busque la comprensión del proceso vital en sus aspectos afectivos, cognitivos y motores, que favorezca el desenvolvimiento de sus potencialidades; asimismo, reconocer y valorar la complejidad de la existencia humana14-15.

Muchos modelos de prácticas educativas vigentes escapan de este objetivo, porque tienen como método la transmisión formal de conocimientos. En ese sentido, la Enfermería puede recrear todo el proceso educativo, para dar cuenta de un trabajo que no es una simple transferencia de información.

El conocimiento, en su complejidad creciente, no se fundamenta más en la visión cartesiana del cuerpo como una máquina, sino en una comprensión mayor de sus procesos. Todo lo que es humano es al mismo tiempo biológico, psíquico, social, económico, histórico, demográfico, afectivo y racional. Es importante que estos aspectos no sean separados, sino que concurran para una visión desde múltiples ángulos16. Por tanto, es un desafío para la Enfermería buscar bases pedagógicas con nuevos enfoques, que favorezcan la educación de sus trabajadores con una visión mutidimensional, más amplia, crítica y reflexiva de sus acciones.

La valorización del trabajador se da mediante la implantación de un proceso de formación continua que lo lleve a desarrollarse personal y profesionalmente, generando un compromiso que atiende a los dos sujetos de la institución de salud trabajador(a) y el ser humano asistido. El primero, a través de su trabajo, puede crear las condiciones necesarias para el desarrollo de una vida digna de ser vivida. El segundo, como consecuencia del trabajo del primero, puede llegar a recibir una atención ética, humana, técnica y políticamente competente11. Y, además, atender a la institución, una vez que, al tener trabajador y cliente satisfechos, se cumple mejor su función social. La educación continua debe tener la habilidad de hacer consciente al trabajador de que es un ser humano con valores y potencialidades, autónomo y responsable en el desarrollo de su papel social.

En busca de nuevos caminos y posibilidades

Los avances del conocimiento apuntan para la totalidad y la complejidad del ser humano, para un conocimiento interdisciplinario mediante la interrelación e interacción de las disciplinas, con un enfoque hacia la transdiciplinaridad16. El objetivo de la educación moderna se basa en el principio de humanización del ser humano, para su emancipación, autonomía, libertad, individuación, y construcción intelectual y moral17.

Este compromiso con la realidad implica considerar las diferentes dimensiones presentes en la educación: la técnica, la política, la histórica, la social, la cultural, la ética, la estética, la epistemológica, la afectivad18.

Los nuevos abordajes educacionales en el trabajo apuntan a un enfoque que valore el potencial humano, el desarrollo de la competencia personal e interpersonal. Un enfoque que valore el ser humano como totalidad y considere las instituciones como un espacio en el cual convergen naturalmente valores y tendencias complementarias y contradictorias19.

Estos abordajes incluyen estrategias pedagógicas capaces de motivar el adulto en su trabajo a vivenciar experiencias que posibiliten la reflexión de las acciones. Es indispensable pensar en nuevos enfoques metodológicos. Educar adultos requiere innovaciones metodológicas, para mantener su motivación hacia el aprendizaje.

El éxito de una propuesta para la formación integral depende mucho de la osadía de experimentar lo nuevo y no apenas pensarlo. Es preciso que creamos y defendamos la educación continua como fundamental para la calidad de vida. No una educación formal que apenas garantice la capacidad de conseguir un empelo, sino que cree oportunidades iguales, respete la diversidad, trabaje las relaciones interpersonales y proporcione crecimiento personal integral. Una propuesta que articule teoría/práctica. Así, estaremos dando un paso en el sentido de tener una educación continua mas “humanizada”, para el proceso de transformación de lo cotidiano del trabajo de Enfermería.

De esta manera, en una perspectiva de transformación, se impone que pensemos en una educación en el trabajo que supere la dicotomía teoría/práctica, amplia y preocupada por desarrollar la formación permanente del profesional, que sume a la competencia técnica el espíritu crítico, la capacidad de resolver problemas y asumir responsabilidades en el trabajo en equipo. Una educación con tal finalidad parte del reconocimiento de que la práctica pedagógica no es neutra, pues refleja la ideología del contexto en que se inserta y tiene como base una concepción de cómo se quiere que las personas aprendan.

Por tanto, nuestro compromiso consiste en delinear nuevas formas de hacer educación en el trabajo, para contribuir a la construcción de una sociedad democrática, fundamentada en el respeto y en el desarrollo; buscar la valorización del hombre-sujeto-trabajador, como forma de construir nuevas relaciones sociales. En este sentido, precisamos construir modelos de educación continua para los profesionales de Enfermería, que rescaten su identidad y apunten a la construcción de un sujeto-trabajador con compromiso ético y político.

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