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Investigación y Educación en Enfermería

Print version ISSN 0120-5307On-line version ISSN 2216-0280

Invest. educ. enferm vol.25 no.2 Medellín July/Dec. 2007

 

En búsqueda de un cuidado universal y cultural

Finding a Universal and cultural care

Cecilia Rohrbacha

a) Enfermera. Licenciada y Maestra en Ciencias de la Educación. Doctora en Sociología y Antropología. Consultante inde-pendiente. Correo electrónico: crohrbach@prodigy.net.mx.

Cómo citar este artículo: Rohrbach C. En búsqueda de un cuidado universal y cultural. Invest Educ Enferm. 2007; 25(2): 116-121.

Recibido: 14 de marzo de 2007. Envío para correcciones: 8 de mayo de 2007. Aprobado: 4 de septiembre de 2007


RESUMEN

La responsabilidad analítica que cada uno de nosotros tiene, se hace presente cada vez que se elabora una teoría relativa al cuidado, ya que construir y confirmar, o invalidar postulados, contribuye al avance de la ciencia. La crítica, en su sentido original de analizar, es también parte de la ciencia, al confirmarla enriqueciendo legítimamente su conocimiento y aplicación. El cuidado transcultural, creado y transmitido principalmente por enfermeras americanas, se origina en la antropología americana. Conviene reflexionar sobre esta perspectiva para evitar privilegiar el estudio de grupos culturales específicos, empobreciendo la investigación de grupos de cultura occidental. Esta situación motiva a analizar algunos aspectos de la antropología americana desde una perspectiva europea, para unir ambas posiciones y proponer un cuidado universal y cultural.

Palabras clave: Cuidado, antropología, ser humano, cuidado universal, cultural

ABSTRACT

Every one hold analytical responsibility when a caring theory is shown be cause building and confirming or invalidating postulates contributes to the progress of science Criticism, in its original analysis sense, it is part of science as well as confirming and enriching legitimately its khowledge and application. Transcultural care formed and mainly transmitted by American nurses, it is originated within American anthropology. It is convenient to reflect, in order to elude privileging specific cultural group’s studies, impoverishing those groups of a western culture. This specific situation encourages analyzing some aspects of the American anthropology with a European perspective attaching those positions and proposing a universal and cultural care.

Key words: caring, anthropology, human being, universal and cultural caring

PREÁMBULO

Un enfoque filosófico común al cuidado y a la antropología favorece una perspectiva para analizar el conocimiento del cuidado transcultural y de sus principios filosóficos. Los investigadores están comprometidos a analizar constantemente el material teórico que les compete confrontando los datos que surgen.

La antropología es una disciplina principiante dentro del campo del cuidado y su historia, sus principales perspectivas, sus interrogaciones, sus desacuerdos, se conocen poco en enfermería de habla española y francesa, lo que se comprueba por su ineficiencia en las publicaciones recientes. El concepto de cultura, por ejemplo, para el cual Kroeber y Kluckhohn1, antropólogos americanos, recolectaron más de 150 definiciones diferentes, es debatido constantemente en antropología y poco conocido en enfermería.

Por eso voy a mostrar las razones por las cuales la antropología, al estudiar a todos los seres humanos en todo lugar y en todas sus dimensiones y latitudes, es indispensable al conocimiento del cuidado. El cuidado puede pensarse con un enfoque teórico, filosófico, hermenéutico, metodológico, profesional, familiar, educacional, como una práctica social, entre otros; es además, constante para conservar la vida de cada uno de nosotros, pero, además, es “viejo como el mundo y cultural como la diversidad de la humanidad”2 relacionándose constantemente con la antropología.

La autora de este artículo se propone presentar también los fundamentos filosóficos, teóricos y metodológicos que permiten analizar varios aspectos de la teoría del cuidado transcultural para favorecer el avance de un cuidado universal y cultural que incorpore el conocimiento empírico del cuidado y que considere la unidad de la humanidad.

AMALGAMAR ENFERMERÍA Y ANTROPOLOGÍA, EL PROYECTO INICIAL DE LEININGER

Madeleine Leininger3 se interesa en la antropología y su principal concepto, la cultura, al observar y cuidar niños con trastornos mentales de grupos culturales diversos. La autora compara los comportamientos, y toma conciencia de la importancia y de la influencia de la dimensión cultural al cuidar. Esta experiencia la motiva a realizar un doctorado en antropología en la Universidad de Washington.

La autora se propone sensibilizar a una profesión de enfermería focalizada en el cartesianismo y poco familiarizada con la antropología y la cultura, y publica su primer libro: “Nursing and Anthropology. Two Worlds to Blend”4.

Su proyecto inicial de amalgamar enfermería y antropología deriva en la elaboración de la teoría de los cuidados transculturales, publicada en 19783, de donde surge la importancia del cuidado asociada a una perspectiva cultural basada en el relativismo, una de las teorías fundadoras de la antropología, definida más adelante. Leininger estudia un grupo cultural poco conocido en 1962-1964, los Gadsup de Nueva Guinea: “The Gadsup lived in bamboo huts with no electricity, modern appliances such as refrigerators, stoves or other modern conveniences”. “They had no sense of Western clock time in their daily and nightly activities in the early 1960s”3.

Estas observaciones comparan al grupo estudiado con el modo de vida americano, en una óptica que ignora a los Gadsup. La autora completa con descripciones relacionadas con el comportamiento de los Gadsup. Al situar estos estudios dentro del contexto cultural de los Estados Unidos, país caracterizado por una diversidad cultural importante, subraya la diversidad cultural introduciéndola en enfermería. Leininger va a escoger la perspectiva científica de la antropología para analizar la dimensión cultural de los numerosos grupos en Estados Unidos. Sin embargo Melford Spiro, a pesar de su orientación relativista, no comparte esta visión: “La finalidad propia de la antropología, afirma, no es la explicación, sino la interpretación –la elucidación de significados simbólicos – y esto requiere que sea concebida y practicada, no como una disciplina científica, sino como una disciplina hermenéutica”5.

Varios aspectos de la teoría de Leininger6, principalmente su perspectiva cultural, sus fundamentos teóricos y sus principios filosóficos, van a ser analizados desde el punto de vista de una antropología general europea, mencionada con anterioridad. Aunque es prematuro actualmente evaluar el destacado trabajo de Madeleine Leininger y el estímulo positivo que le da a la enfermería, la importancia tan acentuada que la autora confiere a la cultura amerita una reflexión. Justamente para llevar a cabo una apreciación de dicho concepto, de su contenido y de sus posibilidades, es necesario recordar que el estudio de la cultura depende del conocimiento que un autor tenga de la disciplina y del punto de vista que adopte a su respecto.

La perspectiva filosófica de Madeleine Leininger sobre la cultura, es el relativismo cultural, como lo describe ella misma: “El relativismo cultural se ha vuelto un concepto muy popular en antropología y en enfermería transcultural. Se refiere a la posición de que las culturas son únicas y deben ser evaluadas de acuerdo con sus propios valores y normas”3. Sorprende la ausencia de precisión de esta teoría dentro de la literatura cultural americana, como también que no se cuestionan los principios teóricos ni filosóficos; por el contrario se aceptan sin discusión.

EL ENLACE CON LA HISTORIA DE LA ANTROPOLOGÍA SITÚA EL RELATIVISMO CULTURAL

En este momento un enlace con las referencias históricas de la antropología7- 8 orienta el planteamiento del contexto en el que surge el relativismo, contribuyendo a la comprensión de la posición de Leininger respecto a esta teoría.

La antropología se inicia en Europa y las primeras reflexiones sistemáticas se publican en 1859, por cierto el mismo año de la primera publicación de Florence Nightingale. Ese siglo XIX, impregnado por la filosofía humanista del siglo XVIII, guía a los precursores de la disciplina con la teoría evolucionista, a elaborar las primeras hipótesis para concebir e interpretar el conocimiento de los seres humanos. Esta perspectiva describe un orden asociado a la historia de la humanidad, en el que se forjan leyes que explican los diferentes fenómenos sociales y culturales9, ocultando preferentemente las diferencias culturales, pero confirmando el postulado de la unidad de la humanidad.

Conviene comentar esa unidad recordando la manera como los españoles discurrieron sobre los indígenas en 1492. Se supuso que los nativos de América eran bestias o animales10 y a menudo se les trató como tales, hasta que “una encíclica papal, en 1537, confirma que los indígenas son realmente hombres y no sólo capaces de comprender el catolicismo, sino deseosos de adoptarlo”6. Fue así como se ofreció a los indígenas la posibilidad de ser considerados como seres humanos a condición de aceptar ser bautizados y convertirse al catolicismo, es decir, hacerse como los españoles, desconociendo su diferencia.

Hoy día, la concepción sobre el ser humano varía de una teoría a la otra y de un país al otro, pero en el trato que se da a ciertas personas, en distintos lugares del mundo, no faltan las semejanzas con 1942, si bien, y como ya se mencionó, el evolucionismo relega el estudio de las diferencias culturales, objeción que no le quita el mérito de haber confirmado el postulado de la unidad de la humanidad como base de la legitimidad para todo ser humano, postulado que se retiene para la perspectiva filosófica del cuidado que aquí se presenta.

La antropología americana de principios del siglo XX se opone al evolucionismo y elabora una perspectiva teórica, el relativismo, que acentúa las diferencias culturales, afirmando que toda expresión, toda creencia, tiene significado y validez únicamente dentro del contexto cultural al que pertenece. Por tanto, los elementos diferentes en cada cultura requieren ser interpretados dentro del contexto estudiado, ya que para la teoría relativista, esto es lo que permite objetividad11.

El relativismo suscita reflexiones de valor que completan las del evolucionismo; sin embargo, frecuentemente los antropólogos europeos y americanos fallan en abordar dicha complementariedad, construyendo más bien mundos opuestos. Madeleine Leininger3 fue formada en un contexto influenciado por el relativismo cultural, y sus investigaciones, su perspectiva cultural, las descripciones que hace de los individuos y grupos que observa, dejan ver los principios filosóficos de la teoría relativista.

REINTEGREMOS EL CUIDADO

Esta digresión histórica sitúa el meollo del cuidado cultural, ya que cada orientación separada, sea el evolucionismo o el relativismo, es insuficiente para anclar en ella una perspectiva filosófica legítima y holística para el cuidado.

Esta situación ha producido un cuidado que observé y considero como discordante. En América del Norte los pacientes pertenecen a un grupo cultural y son designados como tales: polonés-americanos, Gadsup, mexicano-americanos, entre muchos otros; mientras que en Europa, los pacientes son preferentemente considerados como seres humanos y cuidados como tales.

Esa forma de cuidados se origina en el contexto histórico que da nacimiento a la antropología y a las teorías que fundaron la disciplina y que influencian hoy día su contenido, un contexto que concierne la composición filosófica, teórica y metodológica del cuidado transcultural. El cuidado que se otorga a un individuo cuando es concebido como miembro de un grupo cultural, difiere de aquel que se otorga a un ser humano contemplado como integrante de la humanidad12.

LOS PRINCIPIOS ÉTICOS DENTRO DEL CUIDADO TRANSCULTURAL

Leininger tiene el mérito de haber instaurado dentro de la profesión de enfermería, la dimensión cultural como parte integrante del cuidado. Efectivamente, cuidar es fundamentalmente cultural, ya que todo ser humano en el mundo está impregnado de una cultura, aquella que encontró al nacer y en la que vive. Sin embargo, la utilización de la dimensión cultural puede tener ciertos límites; examinemos uno de ellos. Leininger subraya que la cultura debe guiar el contenido de la ética requerida por el cuidado, es decir, que la ética que acompaña la teoría del cuidado transcultural debe construirse basándose en la observación y en el conocimiento de las culturas del mundo: “La cultura, afirmo, provee la base del conocimiento holístico más amplio para construir la base de un conocimiento ético correcto y digno de confianza para guiar las decisiones sobre el cuidado humano, la salud, la muerte y los factores de la vida diaria”13. Al analizar este razonamiento, podemos sorprendernos del espíritu notoriamente audaz de la autora ante las posibilidades de su proposición. Leininger propone otorgar a los valores, a las normas, a los principios filosóficos de las culturas en el mundo, una hoja en blanco para que escriban el código ético transcultural. ¿Estaríamos de acuerdo, aceptaríamos cuidar pacientes en grupos que practican la infibulación o cualquier otra práctica contraria a nuestras propias normas y valores? La misión de la enfermería es cuidar y no necesariamente cambiar prácticas culturales. ¿Con qué derecho interferiríamos en un grupo con objeto de modificar su vida?

Lo que sí es factible es oponerse y participar en una acción internacional para demostrarlo14.

La aceptación de las prácticas culturales en el mundo no puede ser total, porque precisamente por eso pensamos, estudiamos, investigamos, reflexionamos y valoramos. Aunque la posición de Leininger concuerde con la teoría relativista, esto es precisamente una razón para conocer las teorías que respaldan las teorías enfermeras. Herskovits15, uno de los líderes renombrados de esta perspectiva relativista, y autor de referencia de Leininger, afirma que un antropólogo no debe juzgar, con el fin de mantener la actitud científica preservada por la objetividad al estudiar las culturas.

Conviene que toda enfermera, delante de una situación compleja, tenga un código ético para afrontar el problema y tomar la decisión apropiada. Así pues, la cultura no es, ni puede ser, una guía para elaborar un código ético profesional.

La enfermería transcultural es una disciplina que ha tenido poco impacto en Europa; tanto allí como en Estados Unidos se ha minimizado el conocimiento de los fundamentos antropológicos que sostienen el enfoque del cuidado transcultural. Esa falta de interés por el estudio de la antropología ha impulsado a otras pioneras en este campo con el mismo fundamento filosófico de Leininger: Margaret Andrews, Joyceen Boyle, Beverly Horn, entre otras muchas. Al analizar las publicaciones de estas autoras, se descubre cómo son observados nuestros pueblos indígenas, nacionales o emigrados: “There are no paved roads; most homes are made of adobe; many are without electricity and water”16. Como el lector puede constatar, se expresa lo que se considera que les falta, su mirada vehicula una teoría de la “carencia”: Esa mirada relega la riqueza histórica y cultural de los grupos estudiados, proclamando en su lugar la comodidad americana como si fuera un valor universal. Independientemente del valor que se otorgue a la modernidad y a la comodidad americana, al analizar un trabajo de campo semejante se observa el vacío del otro, de su conocimiento, de la riqueza de la experiencia, de la comprensión que se adquiere de uno mismo cuando se realiza un estudio similar. Cuando los postulados del relativismo cultural guían un estudio, problematizan el diálogo entre las culturas y comprometen la comparación. Al centrar la observación en los valores propios, la mirada sigue siendo etnocéntrica.

El relativismo cultural como perspectiva “científica”, y por consiguiente “ objetiva”, como lo postula Herskovits, desconoce además los derechos humanos universales, porque para el relativismo cada cultura tiene sus propios derechos válidos, así que lo universal es eliminado. Estas consideraciones invitan a identificar los principios filosóficos que fundan el conocimiento en los textos relativos al cuidado y a la cultura, analizándolos junto a una sólida perspectiva antropológica.

UN CUIDADO UNIVERSAL Y CULTURAL RELACIONADO CON LA ANTROPOLOGÍA GENERAL

Descubrir lo que es el cuidado a través del trabajo de campo, compartiendo la vida de una comunidad desconocida, es un método reflexivo y experiencial con el que el investigador se educa al lado de seres humanos desconocidos hasta entonces para él. Al participar de la vida cotidiana del grupo, al implicarse e interesarse verdaderamente por lo que es importante para ellos, el investigador se aleja del campo profesional y se acerca a los miembros del grupo estudiado. La distancia del campo profesional, acompañada de la relación con el grupo, favorece un reencuentro único con uno mismo. Esa iniciación acerca del ser humano y del conocimiento de la vida, confronta lo esencial del otro y de sí-mismo. Al distanciarse del campo salud-enfermedad, se encuentra un cuidado con un profundo significado.

El trabajo de campo con diversos grupos culturales, aplicado al estudio del cuidado, lleva a reconsiderar a los seres humanos al relacionarse con lo esencial, al familiarizarse con aquellos que practican otras maneras de existir17.

La antropología es la ciencia de la comparación; comparar nos guía hacia una mejor comprensión, como lo indica Robin Horton: “Al comparar nuestra propia manera de ver el mundo con alguna otra, recogemos un enorme potencial para mejorar nuestra comprensión de ambas”18.

Se recomienda libertad para adquirir integridad, y menos miedo para ampliar el conocimiento de métodos que favorezcan el conocimiento del otro y el propio, haciendo emerger el cuidado. Se invita a mirar de manera igualitaria y humana a nuestros pueblos indígenas, a nuestros pacientes, a los líderes de enfermería y a nosotros mismos.

Para concluir quiero decir que el cuidado, cuando es auténtico, es como un obsequio que se valora en la reciprocidad. Esta reciprocidad no se mide, ya que hermenéuticamente es un privilegio inesperado al que podemos darle significado.

La manera reflexiva de conocer el cuidado universal y cultural asocia el conocimiento a la investigación de la experiencia de campo, sirviendo de guía para comprender otras maneras de ver el mundo, para conocernos mejor a nosotros mismos y para encaminarnos hacia un cuidado cultural, originariamente humanista.

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