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Investigación y Educación en Enfermería

Print version ISSN 0120-5307

Invest. educ. enferm vol.31 no.2 Medellín May/Aug. 2013

 

ARTÍCULO ORIGINAL / ORIGINAL ARTICLE/ ARTIGO ORIGINAL

 

Violencia y discriminación contra estudiantes de enfermería en una universidad pública colombiana

 

Violência e discriminação contra estudantes de enfermagem numa universidade pública colombiana

 

 

Carmen Leonor Moreno-Cubillos1; Luz Elena Sepúlveda-Gallego2

 

1MD, Especialista, Profesora. Universidad de Caldas, Colombia. email: carmen.moreno@ucaldas.edu.co.

2MD, Doctoranda, Profesora. Universidad de Caldas, Colombia. email: lesga@une.net.co.

 

Fecha de Recibido: Noviembre 27,2012. Fecha de Aprobado: Mayo 8, 2013.

 

Subvenciones:ninguna.

Conflicto de intereses: ninguno.

Cómo citar este artículo: Moreno-Cubillos CL, Sepúlveda-Gallego LE. Violence and discrimination against nursing students in a Colombian public university. Invest Educ Enferm. 2013;31(2): 226-233.

 


RESUMEN

Objetivo. Medir la frecuencia de los actos de discriminación y violencia de género que se presentan contra estudiantes de enfermería en una universidad pública colombiana. Metodología. En el primer semestre de 2011 se realizó un estudio descriptivo de corte con una muestra representativa de 81 estudiantes del programa de Enfermería. La información se tomó mediante encuesta autodiligenciada, la cual indagaba sobre antecedentes de actos de violencia y discriminación durante la vida universitaria, sucedidos en el campus universitario y en los sitios de práctica. Resultados. El 70% de los estudiantes fue objeto de alguno de los 17 tipos de actos violentos o discriminatorios investigados durante su vida universitaria en las instalaciones de la Universidad o en los sitios de práctica. Los eventos más frecuentemente referidos por los estudiantes fueron: abuso de autoridad (43%), burlas, gestos y piropos obscenos (32%), agresión psicológica (27%); agresión verbal (19%); y discriminación por aspecto físico (12%). Conclusión. Una alta proporción de los estudiantes de enfermería participantes en el estudio fue objeto de actos de violencia y discriminación. Se hace necesario que la Universidad genere estrategias de bienestar para modificar las actitudes relacionadas con estos actos.

Palabras clave: sexismo; Discriminación Social; violencia; estudiantes de enfermería.


RESUMO

Objetivo. Estimar a frequência dos atos de discriminação e violência de gênero que se apresentam contra estudantes de enfermagem numa universidade pública colombiana. Metodologia. No primeiro semestre de 2011 se realizou um estudo descritivo de corte com uma mostra representativa de 81 estudantes do programa de Enfermagem. A informação se tomou mediante enquete auto-diligenciada que perguntava sobre antecedentes de atos de violência e discriminação durante a vida universitária, sucedidos no campus universitário e nos lugares de prática. Resultados. 70% dos estudantes foram objeto de algum dos 17 tipos de atos violentos ou discriminatórios pesquisados, durante sua vida universitária nas instalações da Universidade ou nos lugares de prática. Os eventos mais frequentemente referidos pelos estudantes foram: abuso de autoridade (43%), enganos por meio de burlas, gestos e piropos obscenos (32%), agressão psicológica (27%); agressão verbal (19%); e discriminação por aspecto físico (12%). Conclusão. Uma alta proporção dos estudantes de enfermagem participante no estudo foi objeto de atos de violência e discriminação. Faz-se necessário que a Universidade gere estratégias de bem-estar para modificar as atitudes relacionadas com atos de discriminação e violência.

Palavras chaves: sexismo; discriminação social; violência; estudantes de enfermagem.


 

 

INTRODUCCIÓN

Florence Nightingale, conocida como 'la dama de la lámpara', no sólo llegó a ser el símbolo de las enfermeras por su actuación en la Guerra de Crimea sino que, gracias a sus conocimientos, revolucionó la educación impartida en las escuelas de Inglaterra, introdujo conceptos importantes en la educación médica y la sanidad pública y promovió la formación laica en las escuelas de enfermería. Lo más significativo fue, para todas estas ejecutorias, desafiar los estereotipos de la sociedad británica, primero, adquiriendo conocimientos gracias a un padre liberal, luego, rechazando un matrimonio concertado y haciéndose enfermera contra la voluntad familiar y, finalmente, enfrentándose al sistema público de salud para defender sus ideas.1

Hoy, la situación del personal de enfermería sigue generando dificultades para el ejercicio profesional pues en múltiples ocasiones se ha documentado la relación entre las agresiones sufridas por estos profesionales y el grado de estrés o agotamiento que presentan, así como con el rendimiento en su trabajo o el ausentismo laboral que generan;2-6 por otro lado, los profesionales de enfermería, junto con el resto del personal de salud, ocupan el primer lugar de riesgo en lo que ahora se denomina Violencia Ocupacional y que viene generando incremento en los costos hospitalarios al requerir personal de seguridad en los sitios de atención7 pues también presentan un mayor riesgo de sufrir eventos violentos -mortales o no-.8

Por su parte, hoy los estudiantes de enfermería siguen enfrentando estereotipos sociales y educativos, por los cuales los someten a diferentes agresiones durante su formación. Uno de ellos es la aceptación del acoso, como parte de la cultura del lugar de trabajo, con respecto a una profesión que ha sido tradicionalmente de las mujeres y ligada al cuidado y al servicio, donde la agresión no sólo proviene de los superiores jerárquicos sino también de los pacientes, asunto este último que involucra la aceptación de la conducta como parte del proceso curativo en tanto se considera al paciente en estado de vulnerabilidad.9

Al respecto, en el año 2004 Celik y Bairaktar encuestaron a 225 estudiantes de enfermería en Turquía y encontraron que el 100% refirió haber sufrido abuso verbal, el 83.1% abuso académico, un 53.3% abuso sexual y un 5.7% abuso físico.10 Estas conductas generan una alta probabilidad de desarrollar cuadros depresivos. Además, como se encontró en la revisión de la literatura sobre depresión realizada por Cortés, los factores de riesgo para depresión se conjugan en la mayoría de estudiantes de enfermería: ser mujer, menor de 25 años, estar soltera, abuso sexual infantil, desempeñar ocupaciones que generan estrés y realizar turnos nocturnos; son también frecuentes otros estresores vitales como el madresolterismo, ser madre cabeza de hogar, la doble jornada laboral y el embarazo.11

También en 2004, en la universidad objeto de este estudio se realizó una investigación descriptiva sobre violencia sexual entre estudiantes de diez programas académicos de la misma y se encontró que el programa de enfermería ocupaba el segundo lugar en frecuencia para este tipo de eventos;12 como la muestra obtenida en aquel entonces no fue aleatoriamente seleccionada, se consideró de interés, además de profundizar en el estudio con los estudiantes del programa de enfermería, realizarlo con una muestra representativa que permitiera generalizar adecuadamente los resultados. En este sentido, este estudio tuvo como objetivo medir la frecuencia de los actos de discriminación y violencia de género que se presentan contra estudiantes de enfermería en una universidad pública colombiana.

 

METODOLOGÍA

En este artículo se presentan los resultados de la investigación titulada 'Discriminación y violencia de género en la Facultad de Ciencias para la Salud de una universidad colombiana', el cual fue descriptivo de corte y que tuvo como población de estudio la comunidad universitaria (docentes, estudiantes y administrativos) de la Facultad de Ciencias para la Salud de una universidad colombiana, y como unidad de estudio los individuos integrantes de la mencionada comunidad. El proyecto fue aprobado por el Comité de Bioética de la Facultad. La información requerida se obtuvo de fuente primaria mediante el diligenciamiento de una encuesta por parte de cada uno de los individuos de la muestra, previa firma del consentimiento informado y entrega de definiciones de los eventos a investigar.

El estudio se desarrolló con una muestra representativa y aleatoria de la población constituida por 1 806 estudiantes, 265 profesores y 31 administrativos; su cálculo dio como resultado una muestra de 372 individuos con base en una estimación del 50% para la proporción, un error máximo tolerable del 5% y un estimativo de pérdida del 25% de los seleccionados. Los estudiantes fueron estratificados por programa académico y la muestra correspondiente al programa de enfermería fue de 81 estudiantes.

Las variables utilizadas para el estudio fueron las demográficas; las relacionadas con los actos discriminatorios o violentos -las cuales fueron adaptadas del instrumento utilizado por una investigación de la Universidad de Antioquia sobre violencia de género,13 desglosando además los diferentes tipos de discriminación-; y las referidas al agresor. Las relacionadas con este aspecto fueron: abuso de autoridad, acoso laboral, sanción o castigo; discriminación por aspecto físico, género, orientación sexual, religión, procedencia y estrato socioeconómico; exclusión; agresión física, psicológica y verbal; chantaje; amenaza o intimidación; burlas, piropos o gestos obscenos; acoso sexual y violación sexual. Las variables que caracterizaban al agresor fueron: sexo, estamento y si la denuncia del evento se hizo o no se hizo -en este último caso, mediante pregunta abierta, se solicitó describir las razones-. Se indagó sobre el antecedente de actos discriminatorios o violentos a lo largo de la vida universitaria, tanto en el campus universitario como en los sitios de práctica.

La información se procesó en SPSS versión 15. El estadístico utilizado para determinar diferencias estadísticamente significativas fue el chi cuadrado, con valores de p inferiores a 0.05; también se utilizó el test exacto de Fischer.

 

RESULTADOS

Se obtuvo respuesta de 81 estudiantes de los cuales el 72.8% era de sexo femenino, el 75.3% estaba en el rango de edad entre los 20 y 29 años, la edad promedio fue de 21.1 años y la desviación estándar de 2.8 años; el 48.1% procedía de Manizales, el 13.9% de otra ciudad capital y el 38% de ciudades no capitales. El 2.5% de los estudiantes se reconoció como afrodescendiente, el 2.5% como perteneciente a comunidades indígenas y el 95% como mestizo. El 91.3% refirió pertenecer a los estratos socioeconómicos uno a tres y el 8.7% restante a estrato cuatro; el 72.5% manifestó profesar la religión católica, el 7.5% otra religión y el 20% no profesar religión alguna.

Según la preferencia sexual, el 90% de los estudiantes dijo ser heterosexual, el 6.3% homosexual y el 3.7% bisexual. En cuanto al tiempo de estancia en la universidad, el 72.2% de los alumnos tenían tres años o menos de vida universitaria. El 70.4% de los estudiantes refirió haber sufrido al menos uno de los eventos indagados durante su vida universitaria. En la tabla 1 se presentan las frecuencias encontradas para cada evento, así como el sexo y el estamento del agresor. En ella puede apreciarse que los eventos más frecuentemente reportados fueron abuso de autoridad (43.2%), burlas, piropos o gestos obscenos (32.1%), agresión psicológica (27.2%) y agresión verbal (18.5%).

En la mayoría de los eventos la frecuencia del sexo femenino del agresor es superior; no obstante, prima el sexo masculino en sanción o castigo (60.0%), agresión física (100.0%), chantaje (100%), burlas, piropos o gestos obscenos (73.1%) y acoso sexual (100.0%). En la mayoría de los eventos están presentes los docentes en el papel de agresores y, con mayores frecuencias que los demás estamentos en abuso de autoridad (82.9%), acoso laboral (80.0%), sanción o castigo (90.0%), discriminación por género (75%), discriminación por procedencia (66.7%), exclusión (70.0%), agresión psicológica (81.8%), agresión verbal (53.3%), chantaje (10.00%) y amenaza o intimidación (100.0%). En el presente estudio no se registró ningún caso de violación.

* En las variables con casillas en blanco existen datos faltantes

El abuso de autoridad se presentó con mayores frecuencias a medida que los estudiantes llevaban más tiempo en la Universidad; así la frecuencia en los estudiantes con un año o menos de permanencia fue de 16.7%; en los estudiantes con dos a tres años, fue del 35.6%; en los estudiantes con cuatro a cinco años, fue de 76.2% y en los estudiantes con seis años o más fue del 100%. La anterior relación fue estadísticamente significativa (X2=15.02, p=0.002).

Se encontraron diferencias estadísticamente significativas cuando se relacionó la orientación sexual con la discriminación por orientación sexual pues la frecuencia entre heterosexuales fue nula, se presentó en dos de los cinco homosexuales y en dos de los tres bisexuales (X2=40.7, p < 0.001). Cuando se relacionó el sexo del estudiante con el fenómeno de exclusión se encontró significancia estadística con la mayor frecuencia entre estudiantes hombres (27.3%) frente a las mujeres (6.8%), para una razón de disparidad de 5.6 (X2= 6.22, p= 0.021). En el análisis de los fenómenos de exclusión se encontró que los dos afrodescendientes, uno de los dos indígenas y uno de cada diez mestizos la sufrieron. (X2 con corrección de Yates= 17.57, p<0.001). Los motivos más frecuentes para no denunciar fueron temor a represalias (30.2%), falta de objetividad en las instancias disciplinarias (25.6%), no lo consideró necesario (23.3%) y desconocimiento del procedimiento para denunciar (13.9%).

 

DISCUSIÓN

La legislación colombiana define el abuso de autoridad como la extralimitación de funciones de un empleado público o la utilización de su cargo para beneficio propio.14 Está consignado en la Ley contra el acoso laboral (Ley 1010 del 23 de enero de 2006), pero esta definición puede aplicarse no sólo a los empleados públicos sino a cualquier estructura en la cual exista una jerarquía de poder que puede ser utilizada en contra de quienes están en un rango inferior; para el presente caso, sería la del docente sobre el estudiante. Los resultados de esta investigación muestran que, como se esperaría, a mayor tiempo de exposición o permanencia en la Universidad se incrementa la frecuencia del evento. Por otro lado, la mayor frecuencia de agresor femenino podría atribuirse a que la mayoría de docentes de enfermería, especialmente en los tres últimos años de un programa de cinco años, son mujeres. También cabe recordar que en los sitios de práctica los estudiantes están, además, supeditados a la estructura de poder de cada institución.

El abuso de autoridad fue el evento más frecuentemente reportado en este estudio. Thomas y Burk, basados en la concepción de Meissner según la cual en la violencia vertical los docentes ejercen su autoridad violentando a los estudiantes, encontraron en su estudio que las formas más frecuentes de abuso de autoridad fueron: sentirse ignorados, culpados injustamente, humillados públicamente o que sus evaluaciones de pacientes no fueran tomadas en cuenta. Dichos autores recomiendan que tanto los hospitales como las instituciones educativas deben esforzarse en erradicar este tipo de violencia.15

El evento que ocupó el segundo lugar en este estudio fueron las burlas, gestos y piropos obscenos que, en su mayoría, fueron cometidos por otro estudiante varón. Estas actitudes hacen parte de lo que se ha estudiado como 'bulling' o acoso escolar pero que vemos también reflejado en el ámbito universitario y que también ha sido considerado como uno de los elementos del acoso sexual. Aunque este ha sido frecuentemente documentado en el personal de enfermería, la frecuencia encontrada en este estudio es de 2.5%, lo cual es considerablemente inferior al 37.1% reportado por Celik y Celik.16 Esta baja frecuencia se debe a que en este estudio se separaron algunos comportamientos que hacen parte de las conductas incluidas en la Ley acoso laboral,14 como son las burlas, gestos y piropos obscenos, el chantaje y la amenaza. Si se sumaran todas ellas, la frecuencia ascendería al 40.8%.

La agresión sicológica o mobbing, como lo denominó Leymann en 1980,17 fue el tercer evento encontrado en este estudio, con el 27.2% en frecuencia. Estas cifras son inferiores a las reportadas inicialmente por Yildirim en el estudio de 2007 con enfermeras en Turquía donde se reportó un 86.5%,18 pero superiores al 21% encontrado en el estudio de 2009.19 La cifra también es muy inferior al 70% encontrado entre enfermeras en Estados Unidos20 donde la mitad de las agresiones fueron causadas por colegas, hallazgo similar al de Rowe y Sherlock.21 Este tipo de agresión, más sutil que la agresión verbal, fue cometido en su mayoría por docentes hombres, que en el caso del programa de enfermería se concentran en el área de ciencias básicas comunes a la Facultad de Ciencias para la Salud, donde las asignaturas tienen una alta tasa de reprobación y repitencia.

La agresión verbal se encontró en este trabajo en el cuarto lugar de frecuencia con un 18.5%; cifra menor al 80.3% reportado en Turquía22 o el 38.9% de Tailandia,23 pero con la preocupación que aproximadamente la mitad de los casos son ocasionados por docentes. La alta frecuencia encontrada en el estudio puede estar relacionada con los cambios en el lenguaje de adolescentes y jóvenes que han terminado por convertirse en la forma de comunicación habitual entre ellos para poder ser aceptado por el grupo, no obstante, es significativa a largo plazo para quienes lo sufren, sin embargo, es más grave aún la frecuencia del evento causado por docentes porque esto incide no sólo en el proceso de enseñanza - aprendizaje sino que, como ejemplo, hace que se perpetúe esta conducta agresiva en los futuros profesionales.

En este estudio se encontraron todos los tipos de discriminación, especialmente por aspecto físico y por procedencia que, como lo describen Junious et al.,24 son estresores que no se detectan en los estudios cuantitativos pero que tienen gran impacto en los estudiantes de minorías étnicas que representan el 26% de los estudiantes en Estados Unidos; los latinos constituyen el 15% de la población estadounidense, sin embargo sólo el 1.5% de las enfermeras registradas pertenecen a este grupo y para poder alcanzar algún nivel de reconocimiento deben ser persistentes, o en las palabras de estas estudiantes 'ser cabezona' en su objetivo frente a la discriminación que enfrentan.25

También es de resaltar que, aunque la enfermería como parte de las ciencias de salud requiere de un grado importante de tolerancia, esta no parece darse frente a la diversidad sexual y, al igual que en el resto de nuestra sociedad, se mantienen frente a quienes tienen una orientación sexual diferente a la heterosexual. Igualmente es significativo el dato de exclusión referido con los estudiantes de sexo masculino que son la cuarta parte de los estudiantes del programa, posiblemente relacionado con la percepción de la enfermería como una profesión femenina, en la cual los estereotipos y prejuicios hacen que los estudiantes hombres sean vistos como homosexuales o que no tienen los requisitos para desempeñarse en esta profesión; por lo tanto, sufren una discriminación de género especialmente por las docentes mujeres.26,27

Las cifras también muestran asociación entre exclusión y el ser afrodescendiente o de comunidades indígenas. Este tipo de violencia hace que los estudiantes tengan que lidiar con la insensibilidad y discriminación, tengan sentimientos de soledad y carezcan de entendimiento de sus pares o apoyo de los profesores.28 Como en la mayoría de los casos de discriminación y violencia no física, la ausencia de denuncia de los hechos connota un subregistro. Los motivos reportados para no denunciar los eventos tienen que ver con su situación de inferioridad, como estudiantes, dentro de la jerarquía universitaria, especialmente cuando esa denuncia es contra un docente que puede utilizar su posición para perjudicar al estudiante, bien sea personalmente o por intermedio de otros docentes; también, porque el estudiante se siente indefenso ante la estructura universitaria y no conoce los procedimientos o la existencia de un código disciplinario que cobija a los profesores.

Podemos concluir que las condiciones de violencia y discriminación evidenciadas contra estudiantes de enfermería están presentes en la Universidad estudiada, pues una alta proporción de ellos reportó haber sido objeto de actos de violencia y discriminación durante su estadía en los claustros. A pesar de los avances legislativos en materia de protección a la mujer, no discriminación y castigo al acoso sexual, estos no han logrado la erradicación del fenómeno. Por consiguiente, se requieren más estrategias para mejorar las condiciones de la población estudiantil, así como para modificar las actitudes de los docentes en materia de discriminación y violencia. En este sentido, se hace necesario que la Universidad, objeto de este estudio, implemente estrategias de bienestar para modificar las actitudes relacionadas con este tipo de actos en pro de la convivencia sana entre los diferentes estamentos universitarios.

 

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