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Investigación y Educación en Enfermería

versão impressa ISSN 0120-5307

Invest. educ. enferm vol.34 no.2 Medellín jun. 2016

https://doi.org/10.17533/udea.iee.v34n2a13 

ARTÍCULO ORIGINAL / ORIGINAL ARTICLE / ARTIGO ORIGINAL

 

doi:10.17533/udea.iee.v34n2a13

 

Atención enfermera en el Madrid de la posguerra

 

Nursing Care in Postwar Madrid

 

Atenção enfermeira em Madrid da pós-guerra

 

 

Elena Chamorro Rebollo1; José Siles González 2;Cristina Díaz Pérez3;Oscar álvarez López 4

 

1Enfermera, Doctora. Vicedecana de la Facultad de Enfermería y Fisioterapia Salus Infirmorum de la Universidad Pontificia de Salamanca, Madrid, España. email:elena_chamorro@salusinfirmorum.es

2 Enfermero, Doctor. Catedrático del Departamento de Enfermería de la Universidad de Alicante, España. email: jose.siles@ua.es

3 Enfermera, Máster. Profesora de la Facultad de Enfermería y Fisioterapia Salus Infirmorum de la Universidad Pontificia de Salamanca, Madrid, España. email: cristina_diaz@salusinfirmorum.es

4 Enfermero, Doctor. Vicedecano de la Facultad de Enfermería y Fisioterapia Salus Infirmorum de la Universidad Pontificia de Salamanca, Madrid, España. email: oscar_alvarez@salusinfirmorum.es

 

Fecha de Recibido: Agosto 18, 2015. Fecha de Aprobado: Diciembre 4, 2015.

 

Artículo vinculado a investigación: Tesis doctoral con el título “La influencia de María de Madariaga y de Salus Infirmorum en la Enfermería española en la última mitad del siglo XX”.

Cómo citar este artículo: Chamorro E, Siles J, Díaz, C, álvarez, O. Nursing care in postwar Madrid. Invest. Educ. Enferm. 2016 34(2):329-341.

 


RESUMEN

Objetivo.Describir la labor realizada por la Hermandad Salus Infirmorum en la atención a los más desfavorecidos de los suburbios de la posguerra madrileña, por intermedio del voluntariado de las enfermeras  de dicha institución. Metodología. Estudio histórico en el que se han analizado fuentes primarias del archivo de la entidad. Resultados. Salus Infirmorum llegó a contar con más de cien enfermeras quienes atendieron a más de 425 mil personas de forma altruista, en 21 dispensarios parroquiales de los barrios más necesitados de Madrid.  En este contexto, llevaron a cabo una asistencia sanitaria de tipo preventivo y curativo a las que, además, se les ofertaba una formación adecuada para esta atención. Conclusión. Salus Infirmorum llevó el cuidado a las calles, mediante improvisados centros asistenciales en las parroquias o en el propio domicilio si la situación del enfermo lo requería; además se preocupó de preparó a mujeres que de otra manera no hubieran podido acceder a una formación académica.

Palabras clave: Historia de la enfermería; Atención de Enfermería; Atención primaria de salud; Educación en enfermería.


ABSTRACT

Objective.To describe the work of the Salus Infirmorum Sisterhood in caring for the most underprivileged individuals from the postwar outskirts of Madrid, through the voluntary service of the nurses who were part of that Institution. Methods. A historical study based on the analysis of primary sources from the Sisterhood's archives. Results. Salus Infirmorum once relied on more than 100 volunteer nurses who treated over 425-thousand people in 21 parish dispensaries located within the neediest neighborhoods of Madrid, providing both preventative and curative medical care. Nurses were offered adequate training in exchange for the care provided. Conclusion. Salus Infirmorum took healthcare to the streets of Madrid, treating patients in improvised medical clinics set up in parishes or in the patient's own home, as the situation required, in addition to training women who otherwise would not have had access to it.

Key words: history of nursing; nursing care; primary health care; education, nursing


RESUMO

Objetivo. Descrever o trabalho realizada pela Irmandade Salus Infirmorum na atenção aos mais desfavorecidos dos subúrbios da pós-guerra madrilena, através do voluntariado das enfermeiras que integravam dita instituição. Metodologia. Estudo histórico no qual se analisou fontes primárias do arquivo da entidade. Resultados. Salus Infirmorum chegou a contar com mais de cem enfermeiras que atenderam a mais de 425 mil pessoas de forma altruísta, em 21 dispensários paroquiais dos bairros mais necessitados de Madrid, levando a cabo uma assistência sanitária, de tipo preventiva e curativa, às que, ademais, se lhes ofertava uma formação adequada para esta atenção. Conclusão. Salus Infirmorum levou o cuidado às ruas, através de improvisados centros assistenciais nas paroquias ou no próprio domicílio se a situação do doente o requeresse, ademais de formar a mulheres que de outra maneira não houvesse podido acessar.

Palavras chaves: história da enfermagem; cuidados de enfermagem; atenção primária à saúde; educação em enfermagem


 

 

INTRODUCCIÓN

Tras los tres años de guerra civil, cuya consecuencia fue la destrucción de vidas y riquezas, la inmensa mayoría de los españoles se encontraba en un estado de penuria material que hacía difícil la mera supervivencia. La década de los cuarenta será uno de los momentos más comprometidos y difíciles para la sociedad española de todo el siglo XX. Los principales problemas del Madrid de la posguerra serían tanto el hambre, las enfermedades trasmisibles  así como la falta de vivienda y de recursos sanitarios. Las secuelas de la guerra y la falta de abastecimiento de alimentos, provocaron una situación de hambruna en la sociedad española en la posguerra. El nivel productivo de la agricultura en el país tardó tiempo en alcanzar los niveles de preguerra.1 El gobierno franquista, a través de las cartillas de racionamiento, que desaparecieron en 1952, no podía atender todas las necesidades de toda la población. Se hacían repartos de alimentos de primera necesidad como legumbres, arroz, patatas, pasta para sopas, galletas, bacalao, aceite, azúcar, tocino y pan. En algunas ocasiones, también carne, café, chocolate, membrillo, turrón o jamón, y muy pocas veces, leche o huevos, por lo que para conseguir algunos elementos básicos la única salida era acudir al mercado negro del estraperlo -actividad perfectamente consentida, ya que el gobierno era consciente que sin él, muchas familias no hubieran tenido posibilidad de sobrevivir-. La normalización del estraperlo llegaba a ser tal que las personas que llevaban este "mercado" pagaban impuestos indirectos a cambio de no ser denunciados por los agentes del Régimen-2 y a sus precios desorbitados, inalcanzables para las clases populares.3

El único servicio de beneficencia del régimen fue el Auxilio Social, una institución asistencial nacida durante la guerra civil con el fin de paliar las necesidades de la sociedad provocadas por el conflicto armado. En 1940 se convirtió en una institución oficial del régimen franquista con la misión de cumplir, bajo el protectorado del Estado, unas funciones benéficas y político-sociales determinadas como prestar asistencia benéfica a favor de los indigentes, fundar establecimientos para la subsistencia y formación educativa de los huérfanos sin recursos económicos, crear instituciones de asistencia para los ancianos y las parturientas, conceder a los convalecientes los medios que les asegurasen un total restablecimiento, y atender otras necesidades benéficas que el Estado le encomendara por delegación especial (Decreto de Jefatura de Estado de 17 de mayo de 1940 por el que se dictan normas de Auxilio Social (BOE 29/05/1940).4 En sus comedores se alimentaron muchos madrileños donde recibían dietas mucho más completas que las domésticas. En general, la desnutrición dejó grandes secuelas en la población de la época, que marcaron incluso a las siguientes generaciones.

Asimismo, el déficit de viviendas y su estado lamentable se convirtió en un verdadero problema nacional. Las destrucciones de la guerra y el retorno a la ciudad de Madrid de numerosas familias refugiadas en los años del conflicto, agravaron la situación de una población que se estimaba en 1 074 983 habitantes en diciembre de 1939, 54 000 más que en 1935. Los madrileños que regresaban de otras provincias o se habían trasladado a otros barrios por la cercanía del frente, se encontraron con el problema derivado de la ocupación de sus viviendas. Ello derivó en un hacinamiento de parte de la población en cuevas y a la extensión del chabolismo, dando lugar a graves problemas de salud pública debido a la falta de higiene y salubridad.2 Todos estos problemas, el de la vivienda, la tremenda escasez de alimentos, la incapacidad del gobierno para alimentar a su población, la carencia de medicinas y de los más elementales medios médicos, hicieron que las enfermedades infecciosas alcanzaran un exagerado protagonismo en los años posteriores a la guerra civil, incrementándose su impacto en las tasas globales de mortalidad, suponiendo respectivamente el 34.06%, 35.36% y 36.38% de todas las muertes. En esos años, la tasa de mortalidad infantil se situó en 142.89 muertes de menores de un año por cada 1 000 nacidos vivos, cifras que no se conocían desde 1923.5

Los graves problemas sanitarios por los que atraviesa Madrid se van a ver reflejados en la precariedad de medios con los que cuentan los hospitales, en las graves deficiencias en el trato a los heridos de guerra y de enfermos cotidianos o en la propagación de epidemias tan perniciosas como la de tifus exantemático del año 1942. Las malas condiciones higiénicas en las que vivía la mayor parte de la población creaban un caldo de cultivo perfecto para la propagación de esta y de otras enfermedades como la viruela o la difteria.2 En este contexto, se observa que la mortalidad durante el período de la posguerra no sólo estuvo motivada por la represión o el propio conflicto armado, sino también por determinadas patologías, especialmente las respiratorias. Por ejemplo, sólo en 1939, 2 326 madrileños murieron de tuberculosis, una enfermedad que hasta 1951 tuvo una mortalidad anual media de 1 500 personas; o la bronquitis, que mató a 1 174 personas en 1939. La mortalidad por esta causa fue decayendo hasta los 351 casos de 1952.2

Durante el periodo comprendido entre 1939 y 1945, el Auxilio Social fue incapaz de responder al crecimiento del desabastecimiento y la miseria.6 La Iglesia, intentó dar respuesta a los problemas sociales de la posguerra, a través de organizaciones como la Acción Católica, en concreto su rama femenina, con una atención en dos vertientes: la caritativa (Cáritas, que nace en 1946 a partir del Secretariado Benéfico-Social de Acción Católica como consecuencia de la campaña de caridad de los años 1941 y 1942, donde se empiezan a organizar actividades en las Juntas Parroquiales) y la social (Acción Católica especializada), unidas en el Secretariado Benéfico-Social que posteriormente, a partir de 1946 se separará en dos secretariados, el social y el de caridad. La labor de la Iglesia provocaba cierta rivalidad entre otros organismos que prestaban servicio asistencial, como la Falange, la Organización Sindical o la Sección Femenina, a pesar de recibir cada una de ellas la bendición de la Iglesia. En cambio, con el Auxilio Social se producirá una colaboración en la atención a los necesitados.

La caridad y la asistencia social seguían siendo tareas preferentes y específicas de las mujeres, que no sólo se dedicaban a la acción asistencial, sino también a la formación de visitadoras, gestión de ficheros de los necesitados, y la recristianización de la sociedad, a través, fundamentalmente, de la familia mediante catequesis y el reparto de sacramentos.6

En 1940, se crea, Salus Infirmorum, una Hermandad de enfermeras católicas, fundada por María de Madariaga cuyos fines fundacionales fueron preparar un futuro sanitario; actualizar, revalorizar y especializar a aquellas que lo deseasen para una mejor capacitación; unificar, a todas las enfermeras en una Obra de la Iglesia y ayudar, a cada uno de sus miembros en todos los órdenes. Su labor se centró principalmente en la formación de enfermeras, mediante la creación de distintas escuelas de Enfermería que se han ido adaptando a los cambios que el título de Enfermería ha experimentado a lo largo del tiempo, tanto en contenidos como en la propia definición de sus competencias. La primera de ellas, se crea en 1943 en Madrid, siendo su director el ilustre profesor D. Gregorio Marañón. Estas enfermeras, de forma altruista, atendieron a la sociedad madrileña de la posguerra. Pero, ¿qué motivó a las enfermeras de Salus Infirmorum a realizar esta labor asistencial?, ¿qué labores cuidadoras desempeñaron?

El presente estudio tiene como objetivos: 1) Describir la labor realizada por las enfermeras voluntarias de Salus Infirmorum en la atención de los más desfavorecidos de los suburbios de Madrid, en los dispensarios organizados en las parroquias, y 2) Explicar la relación entre el ideario de las enfermeras de Salus Infirmorum y sus acciones cuidadoras.

 

METODOLOGÍA

Se trata de un estudio histórico descriptivo, de abordaje cualitativo utilizando como teoría la historia cultural. ésta se define como una especialidad de la ciencia histórica, que tiene por objeto el estudio del ser humano inmerso en su cultura a través del tiempo, considerando todos aquellos comportamientos, ideas, sentimientos, símbolos y significados que ocurren en un determinado contexto social, económico, familiar, laboral y que están implicados en el proceso de satisfacción de necesidades de salud de un grupo humano.7 En el presente trabajo, se considera historia cultural a los cuidados dispensados por las enfermeras de Salus Infirmorum en los centros sanitarios instalados en las parroquias del Madrid de la posguerra, conocer sus raíces, lo que motivó sus conductas, sus cuidados, sus hechos, los valores, creencias y sentimientos, principalmente de carácter religioso a la vez que profesional.8

Para realizar esta investigación, se analizaron distintas fuentes primarias de la época de estudio, propiedad del archivo de la Institución. Entre las fuentes se encuentran normativas y reglamentos que empleaban las enfermeras, los expedientes de las enfermeras que se inscribieron en el departamento de Caridad de Salus Infirmorum, fichas médicas de la atención que las enfermeras dispensaron, revistas que editaba la propia Hermandad, como la revista Salus Infirmorum y la revista "Firmes", periódicos de la época como el ABC o el diario Ya, programas formativos que ofertaban, estadísticas de las actividades realizadas por las enfermeras voluntarias, convocatorias y actas de reuniones, así como correspondencias y escritos. Todas las figuras y datos proporcionados en las tablas de este artículo fueron cedidas amablemente por Salus Infirmorum.

 

RESULTADOS

En el año 1941, ante esta sociedad de la posguerra española carente de formación, en una situación de enorme pobreza y miseria, junto con el aumento de las necesidades sociales, la Hermandad de Salus Infirmorum, que empezaba a constituirse, responde al llamado de Monseñor Eijo y Garay, Arzobispo de Madrid-Alcalá, solicitando a su fundadora, María de Madariaga que iniciara en Madrid una asistencia voluntaria de sus enfermeras a los más necesitados, por intermedio de las distintas parroquias. Para ello creó un departamento dentro de la Asociación que denominó Secretariado Voluntario de Caridad, de la misma forma que hiciera Acción Católica, organización que María de Madariaga acababa de dejar, de la que fue Vicepresidenta de la Juventud Católica Femenina entre 1929 y 1932 y Presidenta entre 1933 y 1940, con la que compartía muchos de sus métodos de gestión.  Este departamento de Caridad, comenzó a funcionar en el año 1941, atendiendo a los necesitados de siete parroquias de los suburbios de Madrid. Para ello contaba con seis enfermeras domiciliarias. Los principales fines de este departamento de caridad fueron: la ayuda al enfermo, la organización de puestos de socorro de asistencia para los pobres y necesitados, y la capacitación de las enfermeras en el ámbito profesional, social y moral.9

Atención en los dispensarios parroquiales

El número de Enfermeras Domiciliarias fue ascendiendo progresivamente, alcanzando en el año 1946 la cifra de 112; a su vez,  el número de dispensarios parroquiales también se incrementó, alcanzando los 21 en ese mismo año. (Figura 1).

Figura 1.

Las parroquias donde atendían a los necesitados estaban situadas en distintos barrios de Madrid, como el Puente de Vallecas, Estrecho, Ventas, Tetuán, Usera, Latina, Carabanchel o Chamartín entre otros, muchos de los cuales habían sido primera línea del frente de guerra2 (Tabla 1). Estos dispensarios parroquiales se abrían de acuerdo y en colaboración con los párrocos de las distintas parroquias, convirtiéndolos en verdaderos centros de salud donde se llevaba a cabo la asistencia enfermera, de tipo preventivo y curativo, tanto en el consultorio como en el domicilio del enfermo, si la situación de éste así lo requería. El propósito era que en cada uno de los suburbios hubiera al menos dos enfermeras tituladas pertenecientes a la propia parroquia donde se hallara el suburbio, capaces, en todo momento, de prestar asistencia, curar, velar y atender a sus convecinos.

Tabla 1.

Enfermeras de dispensarios y enfermeras domiciliarias

Las enfermeras tituladas podían ser de dos tipos: Primero, Enfermeras de dispensarios o parroquiales, quienes prestaban sus servicios en los diferentes dispensarios parroquiales, atendiendo en consultas a los parroquianos, realizando curas y administrando inyectables; y, segundo, Enfermeras domiciliarias o visitadoras, adscritas a los mismos dispensarios quienes  realizaban la labor asistencial en el domicilio de aquellos enfermos más graves o incapacitados que no podían acudir al centro (Figura 2 ). Todas ellas debían disponer del título oficial de Enfermera, procedente de la recién nacida Escuela de Salus Infirmorum o de otras escuelas, como la de la Cruz Roja, la Facultad de Medicina, la Casa de Salud Valdecilla o el Instituto Rubio. Estas enfermeras, no se ceñían únicamente a sus cometidos profesionales, sino que también atendían otras necesidades como el paro, el hambre, la desnudez, la falta de higiene, el analfabetismo y el apostolado.

Figura 2.

Plan de formación

María de Madariaga trabajó en dos planos fundamentales e interrelacionados: la formación y la acción. En relación con el primero, consideró necesario proporcionar a las enfermeras de dispensarios una formación específica, que facilitara el desarrollo de su misión. Para ello, se organizaban cursillos intensivos de una semana de duración donde se impartían, en diez lecciones, formación en Medicina, como enfermedades infecciosas, oncológicas, traumatológicas o quirúrgicas y formación religiosa y moral, para resolver los problemas que se plantean desde el ejercicio de la profesión. Algunos de los profesores con los que contaba el curso eran los doctores Muñoyerro, Senti, Vallejo Simón y Valls Marín, así como el Sr. Collado, párroco de Nuestra Señora de las Victorias de Tetuán y María de Madariaga.10 El precio de la matrícula del curso ascendía a cinco pesetas.

Tal era el número de necesitados, que toda ayuda era bien recibida. Por ello, María de Madariaga consideró necesario capacitar a "muchachas suburbianas" para prestar esta atención. Las interesadas debían disponer de buenos antecedentes e informes religiosos y morales de sus respectivos párrocos. Estas mujeres, carentes de cualquier formación y estudios, serían iniciadas en temas de cultura general, religión y moral, una capacitación mínima necesaria para realizar su cometido con garantías de que los enfermos recibieran un trato correcto y un cuidado adecuado, enseñándoles pautas de actuación para evitar el contagio y la propagación de enfermedades. En cuanto a aquellas que quisieron continuar con su formación, se les proporcionó la ayuda necesaria para cursar los estudios de Enfermería en la escuela que la Hermandad abrió durante el curso 1943/44 en el Hospital del Niño Jesús.11

Dª María de Carlos era la Hermana Consejera, una Enfermera Jefe quien se encargaba de organizar y supervisar los dispensarios parroquiales que tuviera a su cargo, elaborar los resúmenes mensuales de la labor realizada por las enfermeras, tanto en los centros parroquiales como en los domicilios, gestionar el fichero de todas las voluntarias que trabajaban en el departamento, así como organizar cursillos de formación para las enfermeras y voluntarias.12 Con este departamento de Caridad, María de Madariaga no sólo ayudó a los más necesitados de los barrios de Madrid, sino que dio formación básica a mujeres quienes, de otra manera, no la hubieran podido obtener. Alrededor de doscientas enfermeras tituladas voluntarias participaron en esta iniciativa de Salus Infirmorum. Así lo describía María de Madariaga: Eran personas altruistas que pretendían hacer una labor apostólica y llevar a la intervención el concepto de salud preventiva y curativa de la Organización Mundial de la Salud. Había que luchar con problemas terriblemente habituales en aquel tiempo como eran la miseria, la ignorancia, la desnutrición y la orfandad. Nuestras enfermeras debían trepar por sitios inverosímiles y colarse por cualquier agujero para llegar a aquellas chabolas en donde se desarrollaban, escenas que ahora nos parecen inimaginables. Recuerdo con especial horror un día en que al entrar a una de estas casas vimos cómo el cadáver de un niño pequeño colgaba de una cuerda para tender. La madre no había sabido qué hacer con él, no tenía cómo ni con qué enterrarle y optó por esta solución. La ignorancia era terrible, y la asepsia, algo impensable. Si no ¿cómo hubiera podido explicase el que uno de esos míseros hogares encontrásemos en un rincón todos los ombligos de los niños que habían nacido en la familia?" El número de visitas domiciliarias que se realizaron desde el año 40 hasta el 58 es de 798.901. Es precisamente en esta última fecha cuando se abandona este servicio, que ya no se considera necesario gracias a la creación del Seguro Oficial de Enfermedad, y en su lugar aparece el Departamento de servicios benéfico-sociales.13

Reclutamiento de las enfermeras

Para ser una enfermera domiciliaria de Salus Infirmorum, las candidatas debían superar unos rigurosos requisitos. Para su admisión debían exponer sus motivos y su vocación a la Delegada Diocesana de Enfermeras. Como garantía de una formación religiosa y moral previa debían presentar un certificado de buena conducta expedido por su párroco y los diplomas obtenidos en los cursos de Moral Profesional. Además, las enfermeras, debían acreditar su título.14 El perfil de las candidatas recomendaba que las nuevas enfermeras no fueran ni demasiado jóvenes, ni demasiado mayores, siendo la edad ideal entre los 30 y 50 años, debiendo gozar de buena salud. Se requería haber cumplido 23 años para ser enfermera de dispensario y de 26 para ser enfermera domiciliaria (Figura 3). Una vez seleccionadas, debían ir perfectamente uniformadas como enfermera domiciliaria. En un reglamento encontramos la descripción del uniforme: De mahón azul marino, por ser sufrido, práctico y adecuado para la labor que se ha de realizar, delantal blanco, cinturón y cuello blanco duro. Toca azul marino según modelo. Capa azul marino. Calzado negro, medias negras o grises. El uniforme será largo, amplio, modesto. No se admitirá otro uniforme que el señalado. Prohibición absoluta de pinturas y esmaltes en uñas para hacer la visita.15

Figura 3.

También estaba reglamentado el material del que cada enfermera debía disponer. éste incluía pinzas, serretas o sierras, lapicero o pluma, termómetro y reloj. Además, eran responsables de cuidar el maletín quirúrgico que previamente la Hermandad daba a cada dispensario. éste debía contener: una cartera de disección compuesta por 2 pinzas Pean, 1 pinza de disección, 1 tijera, 1 sonda canalada y 2 termómetros; 1 jeringa de 5 cc. y 1 jeringa de 10 cc. con sus cajas metálicas; 2 agujas hipodérmicas, 2 agujas intramusculares y 2 agujas subcutáneas, 1 bombona para gasas y algodón esterilizado, 2 frascos de cristal, 1 frasco de iodo, 1 tubo de ensayo, 3 vendas diferentes tamaños, compresas y algodón esterilizados, esparadrapo, 1 compresor, 1 jabonera, 1 cepillo de uñas, 2 toallas, carpeta para los informes médicos, un bloc de notas, un lápiz y una goma de borrar.

Actividades y tareas realizadas en el Departamento de Caridad

Todas las enfermeras debían aportar, con carácter trimestral, datos estadísticos sobre los recursos personales y materiales, y sobre el número y tipo de atendidos en los distintos servicios. Se entregaban los informes médicos de todos los pacientes atendidos, figurando principalmente la intervención que habían realizado en ellos. Se exigía que éstos fuesen escritos con letra clara y de fácil lectura, y se anotaran las observaciones y los conceptos de forma concisa para un más fácil diagnóstico médico. En los archivos de la Hermandad se encuentran los expedientes de cerca de cien enfermeras domiciliarias, asociadas cada una de ellas a un dispensario parroquial, y en algún caso, las fichas de los enfermos que trataron. Gracias a ello, se dispone de un resumen estadístico de la actuación de estas enfermeras en los distintos años en que estuvo activo este servicio. A modo de ejemplo, se recoge la actividad realizada durante los primeros cinco años, entre 1941 y 1946 en la Tabla 2.

Tabla 2.

Patronato Nacional Antituberculoso

El Patronato Nacional Antituberculoso solicitó, durante tres años consecutivos, la cooperación de todas las enfermeras parroquiales y domiciliarias, a las que encargó investigar en todos los suburbios madrileños los casos de tuberculosis que pudieran existir, debiendo comunicarlo al Patronato y dirigiendo a los enfermos a los Dispensarios Antituberculosos correspondientes, elaborando un fichero y la estadística de la labor realizada. Para ello, la Hermandad realizaba cursillos específicos para formar a sus enfermeras. El primero de ellos tuvo lugar en octubre de 1945, impartido por el capitán de Sanidad Sr. Figueroa y el Dr. Morales, vicepresidente de la Lucha Antituberculosa y Consejero Nacional de Sanidad.16

En noviembre de 1944 se clausuró uno de los cursillos de enfermeras, en el que finalizaron su formación  125 como enfermeras parroquiales, en un acto presidido por el Obispo Auxiliar de Madrid-Alcalá, D. Casimiro Morcillo y contando con la presencia de la Infanta Dª María de las Mercedes Baviera, vestida de uniforme, María de Madariaga, las Hermanas Consejeras de la Hermandad y el consiliario, D. Enrique Monter. En la intervención del Obispo, exhortó a las valerosas y abnegadas enfermeras que iban a actuar en los suburbios a que no escatimen sus esfuerzos en favor de los que tienen hambre y sed, purificando sus espíritus con las más bellas obras sociales, añadiendo que Dios nuestro Señor os pague toda la gratitud y agradecimiento que nosotros os debemos en la tierra por vuestra labor de apostolado.16 En 1946, tras la finalización de uno de los cursillos a las enfermeras, en un acto presidido por Excmo. y Rvdmo. Patriarca de las Indias, Obispo de Madrid, se entregó a las enfermeras los diplomas y el brazalete y la insignia de la Hermandad. Como obsequio, se le dio al Sr. Obispo un botiquín de viaje.

Medios de difusión de la actividad del Departamento de Caridad

La Hermandad empleaba sus medios de difusión para promover esta actividad, animando a todas las enfermeras a colaborar en el departamento. Así lo publicó la revista Salus Infirmorum en 1949: El día 15 de octubre necesitamos que todos los cuadros de enfermeras de cada dispensario estén cubiertos con las suficientes enfermeras de ambos cometidos. Para ello apelo al buen espíritu, primero, de nuestras hermanas voluntarias; después, de las hermanas profesionales. Que cada una, en la medida de sus fuerzas apostólicas, nos brinde una o varias mañanas y tardes, lejos o cerca de Madrid. A pie o en "Metros", tranvías, trolebuses y maquinillas.17

En otros artículos, son los curas párrocos de los dispensarios los que destacan la labor de las enfermeras domiciliarias, como se observa en el testimonio del párroco de la parroquia de Nuestra Señora del Pilar, en un texto publicado en la revista Firmes en 1953: No puede ser más completa ni perfecta la obra de apostolado parroquial: mientras en el dispensario, entre los gemidos de los pacientes y llantos de niños que son curados, se oyen los cánticos piadosos que encima de estas catacumbas de enfermos resuenan llenos de fe y amor, abajo, religiosas y enfermeras se desviven por cuidar a los que padecen en sus cuerpos heridos o aquejados de dolor…Esta es la obra de los Dispensarios parroquiales que pueden contar con médicos cristianos y religiosas, en unión de enfermeras auxiliares -como las que hasta aquí han cooperado venidas de Salus Infirmorum-, lejos de actuar al margen o con poca unión con el párroco, son por el contrario los mejores y más valiosos cooperadores de la obra parroquial.18 Los médicos, francamente espléndidos, abnegados en extremo, constantes, más que curar parece que miman a los enfermos. Las enfermeras de Salus Infirmorum; con esto está todo dicho. Su disciplina, su diligencia, su celo que se traduce en buenas formas, en dulces palabras, en no pocas caricias al desventurado. Los enfermos innumerables, cada día más; de todas las enfermedades, enfermos de la feligresía, mayores y niños, con sus múltiples lacras, resultado de su abandono y pobreza: pero estos pobres salen tal vez con el dolor de la enfermedad en el cuerpo, pero con una palabra sonriente en sus labios alabando la bondad de los médicos, de las enfermeras y del instituto.19

También eran las propias enfermeras las que relataban su trabajo: Abundan toda clase de enfermedades infecciosas, anémicas, incluso se ha dado algún caso de lepra. Muchas veces el Dispensario se convierte en Casa de Socorro, dadas las numerosas refriegas, heridas y broncas familiares que existen. Se atienden también las borracheras y los partos (nacen una docena de niños por semana). En la Guardería de la Escuela Regina Angelorum se han recogido dos niños de este "Barrio del Tío Raimundo", con una avitaminosis y depauperación en último grado. ¡Cómo no lo iban a estar! Si uno de ellos, abandonado de su madre, estuvo rodando durante diez días de chabola en chabola y de vecino en vecino, alimentándose (con seis meses) de sardinas y restos de cocido de éstos…20O se informaba de los tratamientos que se llevaban a cabo en los dispensarios como el suministro de estreptomicina en distintas parroquias de la Diócesis de Madrid.

La atención en dispensarios por enfermeras de Salus Infirmorum llegó hasta otras provincias españolas como ávila, La Coruña, Valencia y Ciudad Real.21

Acto con enfermos en Madrid

Una de las actividades que cabe destacar, llevada a cabo por este departamento de Caridad, fue la Plegaria de Enfermos que se celebró en la plaza de la Armería de Madrid, con motivo de la "visita de la Virgen de Fátima" a la Diócesis. María de Madariaga recibió la petición del Patriarca Obispo de organizar un acto con enfermos, que se celebraría el 29 de mayo de 1948. Alrededor de mil enfermeras voluntarias de todas las organizaciones participaron acompañando y trasladando a los más de diez mil enfermos que acudieron a la plaza de la Armería de Madrid, en un acto presidido por el Cardenal primado de Lisboa, Monseñor Cerejeira,22 y al que asistieron el Patriarca de las Indias Occidentales, doctor Eijo, y los obispos doctor Morcillo, auxiliar de Madrid, y monseñor Vizcarra, titular de Eresso y consiliario general de la Acción Católica Española, acompañados del clero catedral y numerosas representaciones de la órdenes religiosas.23 (Figura 4 y Figura 5).

Figura 4.

Figura 5.

La labor llevada a cabo por María de Madariaga y Salus Infirmorum fue ensalzada por el Patriarca de las Indias Occidentales: …Es para alabar mucho a Dios el ver lo bien que resultó todo, los cuidados amorosos con que los pobrecitos enfermos fueron transportados y asistidos, la admirable organización que bajo la dirección de Ud. fue desplegada, el éxito rotundo que tuvo tan laboriosa gestión, la disciplina y concierto con que a sus órdenes, tan atinadas, colaboraron los diversos elementos. …Rogamos a Ud. que acepte la expresión de Nuestro agradecimiento y que tenga a bien transmitirlo a todas ellas, con Nuestra más efusiva bendición.24

Clausura de los dispensarios parroquiales

Estos dispensarios funcionaron hasta finales de los años cincuenta, en que la Seguridad Social del Estado alcanzó un mayor desarrollo, gracias al Seguro Obligatorio de Enfermedad -que se implanta mediante la Ley de 14 de diciembre de 1942-. El carácter obligatorio va dirigido a proteger a los trabajadores económicamente débiles, cuyas rentas de trabajo no excedan  los límites fijados; en consecuencia, se hizo cargo de la asistencia en los barrios más deprimidos. El paro disminuyó considerablemente, lo mismo que las miserias apuntadas anteriormente. Los dispensarios parroquiales apenas tenían actividad y algunos se fueron cerrando, por la imposibilidad de sufragar los gastos derivados de los medicamentos e instrumental y por considerar los párrocos que sus feligreses quedaban suficientemente atendidos con el Seguro. Sin embargo, María de Madariaga, consciente de que seguía habiendo necesitados, continúa atendiendo a los pacientes con mayor vulnerabilidad económica, en sus domicilios, atendidas por enfermeras voluntarias. La actuación llevada a cabo en los 21 dispensarios por este departamento de Caridad durante los años 1943 hasta 1958 se puede resumir en la Tabla 3, en la que se muestra la gran dimensión de las intervenciones realizadas:

Tabla 3.

Expuestos los resultados, se extraen a continuación las siguientes conclusiones:

  • Salus Infirmorum, como obra de la Iglesia, prestó atención al más necesitado, en un momento social en que el Estado, con sus instituciones, no lograba garantizar las ingentes necesidades sociales, consecuencia del conflicto bélico.
  • Llevó el cuidado a las calles, fuera del ámbito hospitalario, convirtiendo los dispensarios parroquiales en centros de salud donde se llevaba a cabo la asistencia médica, preventiva y curativa incluso en el domicilio del enfermo, si la situación de este así lo requería.
  • Las enfermeras voluntarias de Salus Infirmorum, movidas por sus convicciones religiosas y sus motivaciones profesionales, prestaban cuidados a los necesitados de los barrios más desfavorecidos de Madrid.
  • Los cuidados que prestaban las enfermeras de Salus Infirmorum estaban enfocados a satisfacer todas las necesidades de los pacientes, incluidas las espirituales, preparando y dispensando sacramentos, principalmente, la Comunión.
  • Dio formación básica a mujeres que de otra manera no hubieran podido obtener.

Como limitaciones del estudio, cabe señalar la dificultad de acceso al archivo de la institución Salus Infirmorum por su falta de organización y catalogación del mismo. Como futuras líneas de investigación, se propone un análisis de las fichas de enfermos atendidos por las enfermeras voluntarias de este Departamento de Caridad.

 

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