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Universitas Philosophica

Print version ISSN 0120-5323

Univ. philos. vol.27 no.54 Bogotá Jan./June 2010

 

Presentación

LA PROPUESTA EDITORIAL DE ESTE NÚMERO obedece a un complejo palimpsesto de tensiones de orden antropológico, ético, político, ontológico, lingüístico, lógico, y metafísico que atraviesa una y otra vez la empresa filosófica, jalonada ora por situaciones sociales e históricas de violencia, ora inserta en el misterio de nuestra finitud, ora atizada insistentemente por la cruda pregunta: ¿para qué aún hoy filosofía? Con todo, la libre y discontinua incursión del lector en una revista va de suyo.

La tabla de contenido se configura en tres grandes focos de reflexión filosófica. El primero, de orden socio-político, antropológico y ético, inicia con la colaboración de Jean-Claude Bourdin, que va al centro de otra lógica de sometimiento del biopoder: la sustracción de las miradas, la invisibilización y el encubrimiento de individuos y actividades consideradas de menor rango y valía, sobre cuyos hombros se asienta de modo inverosímil la autonomía moral de todos los demás seres humanos. El sufrimiento social, al pasar desapercibido en el ámbito público —lugar en el que la sociedad se representa, delibera y decide— es descalificado brutalmente como ontológicamente inexistente. La recia denuncia del filósofo francés de esta nueva forma de violencia universal contra la dignidad de personas desplazadas, vigilantes, desempleados, pobres, inmigrantes, oficinistas, lo lleva a afirmar que la filosofía política y la ética de hoy devienen mera ideología si, mediante su reflexión, no hacen posible la emancipación de esta experiencia de violencia ejercida contra los invisibles. A continuación, el aporte conjunto de M. Bedoya, Ma. V. Builes y J.F. Lenis, sobre la teleología del deseo, entronca con la problemática de la praxis, por cuanto su aproximación fenomenológica a la relación entre planes, proyectos y su realización, pone en juego la capacidad de acción del agente y hace explícitos los límites del discurso; allí se tensiona lo que sabemos que podemos hacer, con lo que hacemos acontecer mediante nuestras intervenciones condicionadas en el mundo. El carácter, el inconsciente, la vida diaria, la sociedad, obstaculizan la estimación meramente discursiva de los proyectos y hacen inaplazable el concurso de la imaginación creativa, el riesgo, la fuerza afectiva, la confianza, la resolución a moverse, y a moverse ya sin reflexión porque ha llegado la hora de actuar. En este espacio, resulta oportuno incluir una tercera colaboración acerca de las relaciones entre cuerpo, mundo y subjetividad. La reflexión de Juan S. Ballén sobre la antropología scheleriana, describe los vínculos fundacionales del lugar del hombre en el cosmos, arraigados como están en la biología, la psicología y la fisiología pero, no menos, en una fenomenología exigente que, más allá de las antropologías conductista, estructuralista, positivista y culturalista, logra hacer viable una afirmación de lo humano; algo indeterminada, contingente y falible pero, aún así, compatible con los adelantos científicos y metafísicamente sustentada en el personalismo axiológico. Termina este primer bloque temático con el estudio de Mauricio Montoya sobre dos interpretaciones —la intelectualista y la comprehensiva— de la relación entre la felicidad y la actividad teorética de la contemplación, en la Ética a Nicómaco. El autor halla la primera, en la que las virtudes dianoéticas reciben la supremacía, un retroceso del discípulo hacia las tesis ético-metafísicas de su maestro, en tanto que la segunda parece hacer más justicia a la diversidad de elementos antropológicos, sociales, políticos y económicos presentes en la obra.

Las potentes reflexiones de Spinoza, sobre los cuerpos y el lenguaje; la de Wittgenstein, sobre el significado y, la de la lógica modal contemporánea, están presentes en otras cuatro contribuciones a este número, y conforman su segundo foco temático. Edgar Eslava indaga en el sistema spinocista sobre cómo se comporta la naturaleza como unidad, compuesta como está de objetos singulares en movimiento. Su respuesta no repite la crítica del filósofo de Amsterdam al de La Haye; antes bien, distingue varios niveles de estados de movimiento y reposo en un proceso de cada vez mayor tamaño y complejidad que nos lleva a comprender los cuerpos como instanciaciones particulares y finitas del atributo de Dios de la extensión, y admite la existencia de lugares no ocupados por cuerpos sin contradecir el carácter continuo e infinito de la Sustancia. A continuación, Juan Francisco Manrique halla una significativa herencia baconiana en la concepción spinocista del lenguaje, sin que esta última comparta la convicción de que es posible crear una lengua universal, asunto sobre el cual Spinoza parece ser tan escéptico como Descartes desconociendo, hasta donde se sabe, su posición. Viene luego la colaboración de José Luis Liñán, en la que argumenta cómo Wittgenstein, en el desarrollo del Tractatus, procuró solventar una supuesta incompatibilidad entre el Principio de contexto y el Principio de composicionalidad en la filosofía del lenguaje de Frege. Para concluir este núcleo temático, la colaboración de Gregor Damschen aporta una detallada posición afirmativa desde la lógica modal S5, en la importante discusión actual acerca de la existencia de proposiciones con fundamentación última.

El tercer foco temático nos ubica en el difícil contexto de la finitud de nuestra vida, la desgarradora experiencia del envejecimiento, y la apertura o no de nuestra existencia a la trascendencia; cuestionamientos éstos — como los dos núcleos anteriores— siempre requeridos de genuino cuidado en la reflexión filosófica. Por una parte, en la contribución de Luis Fernando Cardona, se realiza un análisis existencial del fenómeno integral de la muerte en Heidegger que lo lleva a recorrer la crítica ética de Lèvinas a esa posición e, igualmente, la aporía derrideana con la que el deconstructivista lleva al filósofo alemán más allá de sus presupuestos ontológicos, y a Lèvinas mismo, al supuesto de una especie de duelo originario. Frente a la muerte, como posibilidad de la imposibilidad, e imposibilidad de la posibilidad, el autor plantea el desafío de ser ontológica y éticamente hospitalarios a la alteridad y a la ambigüedad extremas de la muerte, incluido su despliegue comunitario, como una condición propia y auténtica que permita afirmar nuestras posibilidades propias en y desde nuestra finitud radical. Por otra parte, la contribución de Paul Valadier pretende deshacer el reiterado lugar común sobre el ateísmo nietzscheano, para mostrar que con su politeísmo, Nietzsche se aproxima más bien a lo divino como tal, no obstante su ambiguo estatuto haga difícil precisar cuán infinito y trascendente pueda ser.

Finalmente, este número incluye la incómoda y siempre renovada pregunta desde dentro y desde afuera de la filosofía: Si "el pensar está en lo seco", "¿para qué filosofía?". Bajo esta importante formulación se pronunció el profesor Guillermo Hoyos Vásquez, con ocasión de la tradicional Lectio Inauguralis de la Facultad, correspondiente a febrero de este año. Su atinada intervención clausura esta entrega y, en cierto modo, reabre la lectura de las situaciones de violencia, por donde comenzamos, en la medida que invita al pensamiento filosófico a volver a su elemento, y a realizar un ejercicio público responsable que avive una vez más el mundo libre de la intersubjetividad espontánea y la vida cotidiana, así como la crítica a los objetivismos científico-técnicos y a los absurdos totalitarismos políticos que nos asfixian en el presente.

EL EDITOR