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Universitas Philosophica

Print version ISSN 0120-5323

Univ. philos. vol.27 no.54 Bogotá Jan./June 2010

 

LA HERENCIA DE BACON EN LA DOCTRINA SPINOCISTA DEL LENGUAJE

BACON'S INHERITANCE IN THE SPINOZIST DOCTRINE OF LANGUAGE

Juan Francisco Manrique Charry*

* Candidato al Doctorado en Filosofía, Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Filosofía, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.

Recibido: 29.07.09. Aceptado: 20.03.10.


RESUMEN

Bacon es un autor que se halla mimetizado en algunas doctrinas de Spinoza. Tal influencia es capital en la doctrina spinocista sobre el lenguaje, que es quizá uno de los temas menos explorados de su obra. Este texto busca demostrar que Spinoza es un baconiano a ultranza en las cuestiones del lenguaje, excepto en la convicción de que es posible crear una lengua universal. El autor de este artículo muestra entonces cómo Spinoza se aleja de Bacon y se acerca al escepticismo que profesaba Descartes sobre esta idea.

Palabras clave: Bacon, Spinoza, Descartes, lenguaje universal, filosofía del siglo XVII.


ABSTRACT

Bacon is an author who is merged in some Spinoza's doctrines. Such influence is paramount in his doctrine of language, which is perhaps one of the least themes explored in his work. This paper aims to demonstrate Spinoza as a decided Baconian about language matter, excluding his conviction on the possibility of constructing a universal language. So, the author of this article would argue how Spinoza turned away from Bacon in this point, and approached to Descartes' professed scepticism on this idea at the same time.

Key words: Bacon, Spinoza, Descartes, universal language, seventeenth-century philosophy.


1. Introducción

Debido a su carácter de pensador racionalista, a Spinoza siempre se lo ha relacionado tanto con Descartes como con Leibniz, y es diciente que este último no vea en Spinoza sino a un cartesiano más. Por sus nociones sobre la formación del Estado, Spinoza también ha sido emparentado con Hobbes, pero no es habitual hallar proximidad entre él y Bacon. ¿Qué afinidad podría haber entre el iniciador del empirismo y el más extremo de los racionalistas? El objetivo de este escrito es mostrar que en cuanto al tema específico del lenguaje, Spinoza simpatizó con muchas de las ideas lingüísticas de Bacon, sin que ello quisiera decir que hubiese sido sólo un seguidor. Se expondrán, pues, las doctrinas lingüísticas de ambos y se buscará explicar por qué Spinoza estuvo de acuerdo con algunas doctrinas baconianas sobre el lenguaje pero, al mismo tiempo, tomó distancia de otras.

2. Bacon y los Idola Fori

La doctrina lingüística de Bacon es claramente la de los Idola fori, los cuales, cree, son los más peligrosos de todos los distractores del entendimiento. Bacon emplea la expresión "ídolo" en el mismo sentido como se usa en la tradición judeo-cristiana. Un ídolo es un falso dios que nos distrae y aleja del conocimiento del Dios verdadero; y, en el contexto de Bacon, un "ídolo" es un distractor del entendimiento que no nos permite conocer el mundo tal y como es. En lo tocante a este último punto, Bacon sabe que eso de tomar principios de las cosas mismas puede sonar algo ingenuo, y por ello advierte sobre algunas cosas: tanto los sentidos como la razón nos engañan o lo han hecho en alguna oportunidad, de modo que para librarse de su engaño y servirse de ellos hay que tener en cuenta las siguientes recomendaciones: primero, la experimentación es la vía contra el engaño de los sentidos. Segundo, el entendimiento posee una lista de "ídolos" que dificultan o entorpecen la tarea científica. Conocer estos ídolos puede ser de mucha utilidad.

  • Idolos de la tribu: son los defectos propios de la naturaleza humana, como la influencia de los afectos en la investigación científica o el mero aferrarse a una concepción y buscar que todo lo demás cuadre con ella1.
  • Idolos de la caverna: son defectos de personas individuales. Las personas han sido influenciadas por su educación, por sus costumbres y por su idiosincrasia. Son defectos que proceden de la cultura2.
  • Idolos del foro: son los defectos del lenguaje. Las palabras pueden inducirnos a pensar cosas mal. Por ejemplo, podemos creer que las palabras "fortuna" o "hado", al poder ser sujetos de predicación, son entonces substancias3.
  • Idolos del teatro: son las teorías filosóficas tradicionales que Bacon considera productos de la imaginación. Divide estas teorías en tres grupos: la filosofía sofística (Aristóteles, que aplica dialéctica a la naturaleza); la filosofía "empírica" (para Bacon el trabajo de Gilbert, el teórico del magnetismo, es producto de poca y estrecha observación, carente de método); y la filosofía supersticiosa (Platón y Pitágoras, teóricos de doctrinas que acaban siendo meramente "teológicas").

Según Bacon, sólo nos podemos librar de los ídolos del teatro, en tanto son ídolos adventicios, es decir, nos vienen de fuera. Los demás son innatos a nosotros o, al menos, están lo suficientemente arraigados a nosotros mismos como para perder toda esperanza. Sin embargo, el ser conscientes de ellos nos ayuda a ver su influencia en nuestras investigaciones.

Aclarado el concepto de ídolo en Bacon, y enumerados los tipos de ídolos, pasemos a centrarnos en los Idola fori. El sentido de las palabras está determinado por la mentalidad vulgar, de modo que un espíritu científico que quiera conocer el mundo —en el sentido fuerte de "conocer"— puede ser desviado por las palabras, en tanto que el vulgo le da nombres a cosas

que no existen (p.e. fortuna, primer móvil, etcétera) o pone nombres o definiciones a cosas que concibe sólo de forma confusa o incompleta, usando sólo abstracciones torpes y viciosas (p.e. Lo húmedo, que se concibe como "lo que se extiende fácilmente alrededor de otro cuerpo", es una definición que permitiría decir que el fuego es húmedo). Bacon cree que las palabras pueden desorientar una investigación hasta el punto de generar disputas interminables, las cuales consisten sólo en palabras (Bacon, 1984: §§ 59-60).

3. Bacon y la taquigrafía universal

Probablemente, la solución a este problema de la confusión lingüística fuese una lengua ideográfica como la de los chinos, una escritura que esquematiza el concepto que se va a tratar, y que es tan universal que puede ser entendida y compartida por un gran número de gente que incluso desconoce el chino. La admiración de Bacon por los caracteres chinos como modelo de lenguaje se advierte en citas como ésta:

    Y sabemos también que en China y los reinos del Extremo Oriente hay la costumbre de escribir en caracteres reales, que no expresan en general letras ni palabras, sino cosas o ideas, hasta el punto de que los países y provincias que no entienden los unos la lengua de los otros pueden, no obstante, leer los respectivos escritos, porque el área de difusión de los caracteres es mayor que la de las lenguas; y por eso tienen una enorme cantidad de caracteres, tantos, supongo, como palabras radicales (Bacon, 1992: libro II. XVI, 2).

Pese a su admiración por los caracteres chinos, Bacon no se aventuró a concebir una lengua 'caractérica' —compuesta de caracteres—, lo máximo que hizo al respecto se encuentra en una obra llamada Abecedarium Novum Naturae. Su propósito era usar letras griegas para nombrar diferentes estados y formas de la materia con el fin de ser una ayuda en la investigación científica. Este "abecedario" constituía la cuarta parte de su proyecto de restauración de las ciencias, que sería el vestíbulo de lo que llamaría "la maquinaria del intelecto" (Bacon, 2000: 173). El Abecedarium divide la realidad en cinco grandes categorías: determinaciones de masa (en inglés bulk), movimiento simple, suma de movimiento, grandes masas, y condiciones del Ser. La siguiente tabla nos mostrará algunos ejemplos de cada categoría tal y como las simboliza Bacon.

A pesar de esta simbolización de la materia y de sus estados, no es lo que se espera en una lengua universal. En la obra del filósofo medieval Raimundo Lulio, uno de los iniciadores de la creación de lenguas universales, era claro que un carácter como BC era una proposición donde B era un sujeto y C un predicado. Las letras griegas de Bacon parecen ser una mera taquigrafía, un instrumento que economiza la escritura, pero donde la simbología no nos da a conocer nada sobre lo que ella simboliza. Que un símbolo no tenga relación con lo que significa se aleja del ideal de escritura 'caractérica' china, pero no tiene mayor inconveniente si al menos la combinación de dos o más símbolos, a manera de algoritmo, sí nos dice algo sobre una relación entre los objetos significados por los símbolos. La letra H no tiene ninguna relación con el hidrógeno, pero cuando decimos que el agua es H2O, estamos dando información sobre la composición de las moléculas de esta sustancia —dos átomos hidrógeno y uno de oxígeno—. Sin embargo, la combinación de símbolos que hace Bacon no nos dice nada, es un nombre más. Por ejemplo, vemos en la tabla que γ simboliza lo caliente y lo frío, y γγ simboliza movimiento de libertad. Por un lado, tenemos un solo símbolo para dos nociones, lo caliente y lo frío. Por otro lado, yy debería ser algo así como "lo caliente y lo frío duplicado", no obstante, no tienen relación alguna, γγ es otro símbolo distinto y sin relación semántica con γ.

4. Spinoza y el lenguaje

Spinoza, en su Ética, cree que la gente emplea mal las palabras para nombrar las pasiones, y advierte que el uso que le dará a éstas está ciertamente alejado, aunque no completamente, del uso vulgar, a pesar de que las palabras mismas sean vulgares. Vale la pena la cita textual:

    Sé que estos nombres [los de las pasiones], según el uso común significan otra cosa. Pero mi designio no es explicar la significación de las palabras sino la naturaleza de las cosas, y designar éstas con aquellos vocablos cuya significación, establecida por el uso, no se aleje enteramente de la significación con la que quiero emplearlas. Creo que bastará advertirlo una sola vez. (Spinoza, 1977: Libro III, definición de los afectos, XX. Explicación)

Sin embargo, no sólo son las pasiones, en general, de acuerdo con Spinoza, "[...] la mayor parte de los errores sólo consisten en que no aplicamos correctamente los nombres a las cosas" (1977, Libro II, Prop. 47. Escolio), cosa que genera confusión y disputas filosóficas interminables sin sentido.

Al tiempo es interesante que Spinoza conciba que unas lenguas resulten más aptas que otras para expresar ciertas cosas. En su correspondencia, Spinoza nos da algunos datos sobre su concepción del lenguaje. Tiene claro que una lengua puede deformar u obscurecer el pensamiento — postura quizá tomada de Bacon— razón por la que dice a Oldenburg que si algo en sus escritos aparece en forma oscura, "como suele suceder por la penuria del lenguaje", que no se preocupe, en tanto él mismo estará dispuesto a explicárselas con más claridad (1988: 108). Spinoza escribió la mayor parte de sus obras en latín, pero no necesariamente era una lengua con la que se sintiera cómodo. En carta a Willen van Blijenbergh en 1665, Spinoza expresa disgusto por no poder escribir en la lengua en que ha sido educado: "me gustaría poder escribir en la lengua que me he educado, porque quizá pudiera así expresar mejor mis pensamientos" (1988: 172). No obstante, no menciona qué lengua sea ésta. Podría ser el español, el portugués o, incluso, el hebreo. Otro rasgo baconiano en Spinoza está en el origen de las palabras. La ciencia tiene confusiones debido a que las palabras que emplea provienen del lenguaje corriente usado por la mente del hombre del común:

    Y como el vulgo inventó primero las palabras, que usan después los filósofos, quien busca el significado de alguna palabra parece que debe investigar primero qué designó entre el vulgo; sobre todo cuando, para hallar aquel significado, faltan otros recursos que pudieran extraerse de la naturaleza de la lengua (Spinoza, 2006: 258).

Es claro que su hermenéutica bíblica, consignada en el Tratado teológico-político, también tiene estrecha relación con el tema del lenguaje. Spinoza sostiene que no se puede hacer una interpretación bíblica fiable si no se conoce el idioma hebreo a cabalidad, y ello ya es un problema por sí mismo. El hebreo es una lengua muy antigua de la cual no quedan gramáticas ni diccionarios compuestos por los escritores antiguos, y las persecuciones sufridas por ese pueblo ciertamente han hecho lo suyo para que eso sea así. Spinoza conocía el hebreo lo suficiente como para advertir sus deficiencias y problemas; para él dos de éstos eran capitales: el primero es que el hebreo no tiene vocales; el segundo, es que no suele separar una oración de otra a través de algún signo. Las vocales del hebreo — simbolizadas por puntos adyacentes a las letras— y los signos que separan las frases —espacios, guiones y un par de puntos al final de una frase— son adiciones posteriores. Para Spinoza, este hecho implica que tales adiciones son a su vez una interpretación, y que no hay razón para fiarse de los hombres que la llevaron acabo (2004: 208).

Es claro entonces que la lengua misma tiene dificultades, pero parece que el problema es más grueso. Al final, la lengua es un vehículo que puede aclarar u obscurecer el pensamiento, pero si el pensamiento mismo es confuso, el lenguaje no puede serlo menos. La dificultad tiene su raíz, según Spinoza, en que los profetas usaron la lengua hebrea para hablar de sus propias imaginaciones, no sobre objetos del entendimiento. En ese sentido, Spinoza cree que un hombre que hable con conocimiento de tales objetos, le resulta indiferente la lengua que use para expresarse:

    [... ] las cosas que son por naturaleza fáciles de percibir, nunca se pueden expresar con tanta oscuridad, que no se entiendan fácilmente, según el proverbio: a buen entendedor pocas palabras. Euclides, que no escribió más que cosas muy simples y sumamente inteligibles, cualquiera lo puede explicar fácilmente en cualquier lengua. Puesto que, para captar su pensamiento y estar ciertos de su verdadero sentido, no es necesario tener un conocimiento completo de la lengua en la que escribió, sino muy ordinario y casi infantil; no es necesario conocer la vida, ni las aflicciones, ni las costumbres del autor; ni en qué lengua escribió, para quién y cuándo; ni los avatares del libro ni sus diversas lecturas, ni cómo ni quiénes aconsejaron aceptarlo (2004: 213).

Finalmente, su Gramática hebrea no consigna una teoría del lenguaje; sólo trae la información que toda gramática debería traer consigo.

5. Conclusión: cercanía y lejanía de Spinoza frente a Bacon

La doctrina lingüística de Bacon, como se ha mostrado, puede dividirse en dos partes: el diagnóstico de un problema con las lenguas comunes, que Bacon ha denominado Idola fori; y un intento de solución proporcionado por una taquigrafía universal llamada Abecedarium Naturae. Hemos visto también cómo Spinoza incorpora en sus obras la noción baconiana de Idola fori —sin llamarla así, claro está—; pero, no hay evidencia de que Spinoza pensara en algo parecido a una taquigrafía universal. En otras palabras, Spinoza comparte con Bacon el diagnóstico sobre el problema del lenguaje, pero no su solución. La pregunta es: ¿por qué? No hay textos de Spinoza que avalen o rechacen la idea de un lenguaje universal. Sin embargo, mi hipótesis es que en este punto, Spinoza se sumó al bando cartesiano en cuanto al rechazo de una lengua de este tipo. Cuando el padre Mersenne le dio a conocer a Descartes el proyecto de lengua universal de un hombre llamado Hardy, Descartes manifestó un craso escepticismo hacia él, mostrando que la idea era tan quimérica como paradójica:

    Y si alguno hubiera explicado bien cuáles son las ideas simples que están en la imaginación de los hombres, aquellas de las que se componen todos los pensamientos, y si tal explicación fuese aprobada por todo el mundo, me atrevería a esperar una lengua universal muy fácil de aprender, de pronunciar y de escribir, y principalmente, que ayudaría al juicio, representándole tan distintamente todas las cosas, que le sería casi imposible equivocarse. Al contrario, casi todas nuestras palabras tienen significados confusos; y el espíritu de los hombres está tan acostumbrado a ellas que esto le causa que no entienda casi nada perfectamente. Ahora bien, yo mantengo que esta lengua es posible, y que se puede encontrar la ciencia de la cual ella depende, por medio de la cual los campesinos podrían juzgar mejor la verdad de las cosas que como lo hacen ahora los filósofos. Mas no espere verla jamás en uso; ello presupone grandes cambios en el orden de las cosas, y necesitaría que el mundo entero fuese un paraíso terrenal, lo cual no es una buena propuesta más que en el país de las maravillas4 (Descartes 1957: 81-82).

No conozco un texto que me ayude a conectar este escepticismo cartesiano sobre la lengua universal, con Spinoza. No es plausible creer que Spinoza no supiera nada sobre estos proyectos, en tanto para muchos, los intentos de crear lenguas universales son los que caracterizan al siglo XVII desde un punto de vista lingüístico. Luego, mi postura, y la conclusión de este escrito, se resumen en asumir que, si bien Spinoza podría no haber conocido el escepticismo de Descartes frente a las lenguas universales, actuó como si lo conociera y, más aún, como si lo aprobara. Como dice el refrán, "el silencio otorga".


Pie de página

1Aquí se nota un ataque contra los magos herméticos y alquimistas. En la alquimia, el estado de ánimo era esencial en la mezcla de elementos que hervían en su caldero. Bacon sostiene que nuestros afectos y estados anímicos son obstáculos y nos pueden llevar a concepciones erradas. Podemos adscribirle afectos a los fenómenos naturales y admitir en la ciencia frases como, por ejemplo, "la furia de la naturaleza". Cosas que siempre serán errores.
2Oswald Spengler, por ejemplo, crítica la visión lineal de la evolución de las especies que hay entre los ingleses, visión que debe de haber sido una influencia de la idea idiosincrática de progreso, proveniente de la Ilustración.
3La palabra 'hipopótamo' en griego quiere decir caballo de río. Para un griego, el nombre mismo podría hacerlo pensar que el hipopótamo es un tipo de caballo particular, es el caballo que vive en los ríos. Así, la palabra acaba siendo engañosa.
4La traducción es mía. Texto empleado para la traducción, el de Adam, C. y Tannery, P.


Referencias

Bacon, F. (2000). A New Abecedarium of Nature. En The InstauratioMagna. Last Writings. G. Rees (trad.). Oxford: Clarendon Press.         [ Links ]

Bacon, F. (1992). El avance del saber. M. L. Balseiro (trad.). Madrid: Alianza Editorial.         [ Links ]

Bacon, F. (1984). Novum Organum. C. Litrán (trad.). Barcelona: Orbis.         [ Links ]

Descartes, R. (1957). CEuvres, I. C. Adam y P. Tannery (eds.). Paris: Librairie Philosophique J. Vrin.         [ Links ]

Spinoza, B. (2006). Tratado de la Reforma del entendimiento y otros textos. A Domínguez (trad.). Madrid: Alianza Editorial.         [ Links ]

Spinoza, B. (2004). Tratado teológico-político. A. Domínguez (trad.). Madrid: Alianza Editorial.         [ Links ]

Spinoza, B. (1988). Correspondencia. A. Domínguez (trad.). Madrid: Alianza Editorial.         [ Links ]

Spinoza, B. (1977). Ética demostrada según el orden geométrico. O. Cohan (trad.). México: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]