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Universitas Philosophica

versão impressa ISSN 0120-5323

Univ. philos. vol.32 no.64 Bogotá jan./jun. 2015

 

EL SISTEMA EPISTEMOLÓGICO DE QUINE*

Germán Guerrero Pino
Universidad del Valle
germanpino@gmail.com

*De manera muy especial y sentida, dedico esta ponencia al Profesor Luis Eduardo, por su compromiso, dedicación y esmero con la enseñanza e investigación en la filosofía de la ciencia, de la lógica y de las matemáticas. El profesor Luis Eduardo jugó un papel clave en mí formación filosófica. Desde mí llegada a la Maestría en Filosofía, en el primer semestre de 1992, conté con su apoyo y sabia orientación, siempre buscando el mejor complemento filosófico a mi formación profesional en Física y Matemáticas, con la que había llegado a la Javeriana. Durante más de cinco semestres asistí con gran entusiasmo a sus distintos seminarios sobre filosofía de la ciencia y después tuve la fortuna que me dirigiera la tesis de maestría sobre Quine, un filósofo que él mismo me recomendó. De él aprendí muchas cosas, pero ahora haciendo memoria, su forma particular de programar y llevar los seminarios era ejemplar; eso lo aprendí y lo he puesto en práctica desde entonces en mis seminarios de pregrado, maestría y doctorado en filosofía, con excelentes resultados y con gran orgullo. Esto hace parte de lo que nos ha legado.
Este texto lo he extraído, casi en su totalidad, de mí artículo "Un esbozo del sistema epistemológico de Quine", Discusiones Filosóficas, 12(19), 2011, pp. 155-180.


Introducción

El presente escrito tiene como objetivo hacer una reconstrucción del sistema epistemológico del filósofo americano Willard Van Orman Quine (1908-2000) en términos muy generales, esto es, resaltando sus tesis centrales, las relaciones entre ellas y su relativa coherencia. En la enunciación y presentación de cada una de las tesis se busca tener claridad en su contenido básico y en las relaciones que tiene con las otras tesis y con el sistema en general. Desde la perspectiva de Quine, la relación entre las tesis no es de tipo lógico, en sentido estricto, sino conceptual, estas buscan establecer dependencias conceptuales para dar mayor claridad y plausibilidad a una tesis a través de otra ya comprendida.

Uno de los mayores méritos y atractivos de la obra filosófica de Quine es haber logrado construir un único sistema para cubrir diversas cuestiones que se venían asumiendo como pertenecientes a distintos campos: filosofía de las matemáticas, de la lógica, de la ciencia, del lenguaje y epistemología general. A comienzos del siglo XX, en el empirismo lógico y en la tradición analítica se habían consolidado dos ideas muy estrechas: una, que la tarea de la filosofía no podía consistir en la elaboración de sistemas o teorías, pues eso es lo que hace la ciencia; y otra, que la filosofía consiste en la clarificación conceptual de nociones básicas empleadas o problemas planteados en determinada área de conocimiento. Como veremos, estos dos principios los echa abajo el enfoque naturalista de Quine, al propender por una continuidad entre ciencia y filosofía. Considero que el naturalismo es el principio unificador de la filosofía de Quine.

Naturalismo (metodológico)

Quine sintetiza su naturalismo en distintos eslóganes: "no hay filosofía primera", "no hay exilio cósmico", "la epistemología es un capítulo de la psicología", "no existe un punto arquimédico del conocimiento", etc. El naturalismo abandona la idea de una fundamentación cierta y firme para el conocimiento científico en una supuesta filosofía primera, que desconoce los avances de la ciencia, tal y como lo había propuesto la epistemología tradicional y del empirismo lógico. Como no existe tal supuesto punto arquimédico o tal supuesto exilio cósmico que permita fundamentar el conocimiento científico, dicha tarea hay que enfrentarla desde la misma ciencia, con sus recursos más respetables. Las ciencias naturales nos proporcionan el conocimiento más fiable que tenemos sobre el mundo; aunque este también es falible, no está en posesión de la verdad.

Quine (1990) resume así la tarea de la epistemología : "estoy interesado en el flujo de la evidencia desde la activación de los sentidos hasta los pronunciamientos de la ciencia; también lo estoy en el núcleo racional de la reificación y en las credenciales de la noción de significado cognoscitivo, si es que hay alguna" (p. 3). Aunque disímiles en apariencia, las cuestiones en las que está interesado son ontológicas, epistemológicas y semánticas sobre la ciencia natural, las matemáticas y el lenguaje: la realidad de las entidades físicas, matemáticas, mentales y los significados, la justificación del conocimiento del mundo y la naturaleza del lenguaje y su aprendizaje.

Realismo ontológico

Para Quine, su naturalismo armoniza con un realismo (ontológico) robusto, con el empirismo (en términos generales) y con un conductismo (empirismo) lingüístico. En concordancia con las ciencias naturales, el enfoque sistemático naturalista de Quine defiende un realismo científico según el cual hemos de admitir que las entidades que existen son aquellas postuladas por nuestras mejores teorías físicas, esto es, entidades como objetos ordinarios, moléculas, partículas y campos físicos. Desde una perspectiva científica o naturalista no hay cabida para entidades más allá de este ámbito físico, por tanto se excluyen entidades supuestas como mentes, pensamientos, ideas, conceptos, intenciones o significados. Pero, en cambio, el realismo de Quine da cabida a las entidades abstractas de las matemáticas, como los números y los conjuntos, y esto lo hace por lo útiles y fructíferas que se han mostrado al ser implementadas y aplicadas en las ciencias físicas y a la hora de proporcionarnos una imagen sistemática del mundo. Dado el carácter abstracto (no concreto) de estas entidades, Quine acostumbra a decir que "las admito a regañadientes". Pero, como veremos en la tesis de la indeterminación de la referencia, este realismo robusto de Quine termina en una especie de pragmatismo, pues en realidad hemos de reconocer que tanto los objetos de tamaño medio, observables, como los no observables están indeterminados por la experiencia, ambos tipos de objetos resultan siendo teóricos. De modo que hemos de aceptar su existencia por las mismas razones que aceptamos la de los objetos abstractos de las matemáticas: por su utilidad y fecundidad en la construcción del sistema del mundo.

Empirismo (epistemológico)

Quine considera que su naturalismo también da cabida a un empirismo que puede inscribirse perfectamente dentro de dicha tradición: nihil in mente quod non prius in sensu. Pero este principio filosófico hace parte también de la ciencia; en otras palabras, la máxima empirista no es más que el principio metodológico de la ciencia según el cual todo conocimiento científico se soporta en últimas en la experiencia o, con las propias palabras de Quine, no hay conocimiento extrasensorial.

El empirismo, en general, considera que en nuestras construcciones teóricas acerca de la naturaleza es posible establecer una clara distinción entre aquello que se corresponde, sin ninguna duda, con la realidad, lo dado, lo objetivo o independiente de nuestro trabajo de elaboración conceptual, y aquello que aportamos nosotros mismos, lo impuesto, lo arbitrario y relativo a nuestros hábitos de conceptualización. Lo segundo normalmente es objeto de discrepancias, en tanto que lo primero, en cuanto independiente de nuestras elaboraciones teóricas, es la base de nuestros acuerdos y de la resolución de las discrepancias. En el caso particular de Quine, las estimulaciones sensoriales y su correlación con las oraciones observacionales desempeñan el papel de lo "dado", mientras que los objetos concretos físicos (observables e inobservables), los objetos abstractos matemáticos y los supuestos significados son reificaciones nuestras, pero con la siguiente importante diferencia, desde la perspectiva naturalista sistemática y realista (pragmatista) que Quine despliega: a los objetos físicos y matemáticos los hemos de admitir gustosamente dentro de nuestro sistema del mundo por cuestiones de simplicidad y funcionalidad, en tanto que, por idénticas razones, hemos de rechazar los significados como componentes de nuestro lenguaje. De manera más concreta, decimos que por idénticas razones, por cuestión de simplicidad, porque es posible dar cuenta de los aspectos más sobresalientes relacionados con la naturaleza del lenguaje y el hecho de que las palabras y oraciones signifiquen sin presuponer la existencia de tales significados.

Conductismo (o empirismo) lingüístico

Como se ha dicho más arriba, uno de los objetivos de Quine es desarrollar una perspectiva empirista naturalista sobre la naturaleza del lenguaje y el aprendizaje de un lenguaje, que le permita indagar también por las credenciales ontológicas de los significados. Quine se opondrá de manera sistemática y férrea a la reificación de este tipo de entidades, los significados. Quine califica esta perspectiva sobre los significados como "el mito del museo", ya que podríamos imaginar a los significados como dispuestos en un museo y las palabras que expresan esos significados harían las veces de etiquetas. Nuestras palabras y oraciones tendrían significados bien delimitados, de tal manera que habría un único modo de traducir nuestras palabras y oraciones a otro lenguaje, el cual capturaría efectivamente esos significados. Como veremos, su experimento de traducción radical lo que busca, precisamente, es mostrar que no existe tal única traducción, sino múltiples traducciones incompatibles; con lo cual hay que concluir que no existen los supuestos significados.

Entre tanto, el punto de partida del enfoque empirista naturalista del significado lingüístico (cognitivo) de Quine radica en que los significados cognitivos deben estar determinados por las relaciones existentes entre las oraciones obser-vacionales y las estimulaciones sensoriales correspondientes. Esto es, la relación fundamental entre el lenguaje y el mundo no es la de referencia, sino más bien la que hay entre enunciados -expresiones completas- y estimulaciones sensoriales. Con las palabras de Quine (1960): "el lenguaje [ha de entenderse] como el complejo de las disposiciones presentes respecto al comportamiento verbal" (p. 27); de modo que más allá del comportamiento verbal y de las disposiciones verbales a tal comportamiento no hay nada relacionado con consideraciones del lenguaje y de los significados, puesto que todo aquello que traspase este dominio observacional de la conducta verbal sería públicamente inobservable y, por tanto, inaccesible al aprendizaje lingüístico.

Principio verificacionista del significado (PVS)

El naturalismo, el realismo, el empirismo y el conductismo son tesis epistemológicas generales. Ahora pasamos a las más específicas. El PVS es una tesis semántica sobre el lenguaje, sobre los significados, y tiene la peculiaridad que vincula los significados con el aspecto epistemológico de la evidencia. El principio dice, en palabras de Quine (1969), "toda inculcación de significados a las palabras descansa, en última instancia, en la evidencia sensorial" (p. 75). De manera más concreta, un enunciado significa las condiciones empíricas que en principio sirven para comprobarlo. Esta tesis la hereda Quine de los positivistas lógicos y considera que no es un dogma como la distinción analítico/sintético y el reduccionismo.

Tesis Duhem-Quine (TDQ)

Esta tesis es epistemológica, sobre la naturaleza de la ciencia en general y no sobre la naturaleza del lenguaje, y tiene que ver con la evidencia que hay para el sistema de conocimiento. Quine, desde muy temprano, enuncia esta tesis de dos modos distintos, pero equivalentes: en un caso haciendo énfasis en el carácter holista de la evidencia para un sistema de conocimiento y, en el otro, en la vulnerabilidad o revisibilidad de los enunciados del sistema de conocimiento. Es útil diferenciar las dos versiones, así que a la primera se le suele llamar holismo epistemológico (HE) y a la segunda tesis Duhem-Quine (TDQ). En "Dos dogmas" (1953, p. 41) aparecen las dos tesis en los siguientes términos, HE: "nuestros enunciados acerca del mundo externo se someten como cuerpo total al tribunal de la experiencia sensible, y no individualmente"; y TDQ: "Todo enunciado puede concebirse como valedero en cualquier caso siempre que hagamos reajustes suficientemente drásticos en otras zonas del sistema".

Como el mismo Quine plantea, son necesarias dos reservas sobre el HE, que también se deben tener en cuenta por igual en la TDQ. En realidad no todos los enunciados de la teoría tienen el mismo estatus en cuanto a su evidencia, los enunciados observacionales se diferencian de todos los demás, ya que estos sí pueden ser sometidos a comprobación empírica por separado o en forma individual, uno por uno. Es necesario tener en cuenta que esos enunciados son los que establecen el vínculo entre la teoría y la experiencia u observación. La segunda reserva es que si bien el holismo habla de la totalidad de la ciencia, es poco realista su aplicación de esta forma en la práctica científica; los físicos, por ejemplo, frente a una experiencia refutadora están dispuestos a revisar el conocimiento propio del campo de la física y normalmente no tienen en cuenta el de otros dominios.

Holismo semántico (HS)

Es una tesis semántica sobre los significados: los enunciados teóricos de un lenguaje no tienen significado empírico uno a uno, sino que sólo la totalidad de los enunciados lo tiene. El significado de un enunciado teórico depende del significado de todos los demás pertenecientes al sistema (lingüístico o teórico). La relación entre HE y HS salta a la vista, está mediada por PVS: el PVS nos dice que el significado de una expresión tiene que ver con su evidencia y el HE nos dice que la evidencia recae en el sistema total y no en sus enunciados componentes; por tanto, las dos tesis implican (en sentido lógico, eso parece) que los enunciados no son significativos tomados aisladamente sino al interior de un sistema, en relación con el resto de enunciados. Lo anterior lo podemos escribir como PVS + HE = HS.

Veamos ahora la relación de HS con el rechazo de la dicotomía analítico/ sintético, la IR y la IT, respectivamente. Respecto a lo primero: sostener el HS implica negar la dicotomía analítico/sintético; al rechazar Quine la dicotomía, propone el HS como salida. La dicotomía plantea que las verdades analíticas (como el enunciado 'Todo soltero es no-casado') lo son en virtud de sus significados e independientemente de los hechos del mundo; mientras que las verdades sintéticas lo son en virtud de los hechos, como el enunciado 'La Luna gira alrededor de la Tierra". El núcleo de la argumentación de Quine, en "Dos Dogmas", es que los proponentes de la distinción no han dado una noción clara de 'analitici-dad' y que, al parecer, no es posible proporcionarla ni siquiera en forma aproximada: no hay claridad ni en el concepto de analiticidad ni en los conceptos a través de los cuales se intenta explicar, tales como significado, sinonimia, definición, entre otros. Por tanto, para un empirista como Quine, los significados son solo significados estimulativos, los que poseen las oraciones observacionales; y estos irrigan todo el sistema de la ciencia a través de los vínculos que tienen las oraciones observacionales (que son periféricas al sistema de la ciencia) con las oraciones teóricas (que son internas al sistema) a través de los términos que comparten. Así, la significatividad de las supuestas verdades analíticas (que finalmente no lo son), se debe a su conexión indirecta con oraciones observacionales, y no más. Estas no son significativas tomadas aisladamente, como sucede con cualquier otro enunciado del sistema.

Subdeterminación empírica de las teorías (SET)

Es una tesis epistemológica sobre qué tan determinada está la evidencia de una teoría por la experiencia. La formulación informal dice que "Si todos los acontecimientos observables pueden explicarse mediante una teoría científica global (...), entonces podemos esperar que resulten igualmente explicados mediante otro sistema del mundo en conflicto con el anterior (...) Seguramente existen subestructuras hipotéticas alternativas [en la primera teoría] que saldrían a la superficie con el mismo tipo de observacionalidad" (Quine, 1975, p. 313). En otras palabras, dos teorías empíricas (sobre la naturaleza) pueden diferir profundamente, ser lógicamente incompatibles e irreconciliables mediante una reconstrucción de predicados, y ser empíricamente equivalentes en el sentido de tener el mismo conjunto de constataciones empíricas, ser compatibles con todos los datos posibles, salvar los mismos fenómenos. Esto significa que la elección entre teorías empíricamente equivalentes no está determinada por la evidencia (que siempre es empírica), aunque podamos elegir una u otra teoría recurriendo a criterios pragmáticos, no epistémicos, como el de simplicidad y fecundidad.

El bien conocido ejemplo de Poincaré sobre el par de teorías del espacio, es una buena ilustración de tales casos de subdeterminación o de teorías incompatibles pero equivalentes empíricamente. En una teoría el espacio es infinito y los cuerpos completamente rígidos, en tanto que en la segunda el espacio es finito y los cuerpos se contraen a medida que se alejan del centro. Para las dos teorías el espacio y los cuerpos tienen propiedades bien diferentes, pero ambas teorías explican los mismos fenómenos, son empíricamente equivalentes.

Veamos las relaciones de la SET con otras tesis. La más inmediata es la que tiene con el HE. Ambas tesis son epistemológicas. En Quine (1975, p. 313), se encuentra que inmediatamente después de formularse la tesis TDQ, se plantea que "esta tesis holística proporciona cierta credibilidad a la tesis de la subdeterminación"; y a continuación justifica por qué es así: "Si al afrontar observaciones adversas somos libres de escoger entre diversas modificaciones adecuadas de nuestra teoría, entonces todas las posibles observaciones son, presumiblemente, insuficientes para determinar unívocamente la teoría". En suma, teniendo en cuenta el orden de presentación de las tesis, considero que una vez admitido el HE, hay que admitir la TDQ y la SET, pues la primera tesis da "cierta credibilidad" a las dos últimas.

Indeterminación de la referencia (Ir)

Esta tesis es ontológica y plantea que no es posible determinar los referentes de los términos singulares y la extensión de los predicados de un lenguaje, estos son absolutamente inescrutables. Además, es un tipo de indeterminación de la traducción, es la indeterminación de la traducción al nivel de los términos, que difiere de la tesis de la IT, que más general y que se presenta al nivel de los enunciados tomados como unidades. La IR es lógicamente más débil que la IT. La primera afecta a expresiones (enunciados y términos) al nivel de las referencias, y la segunda, a oraciones al nivel de los significados. En su famoso experimento mental de traducción radical, la IR se presenta, de acuerdo con Quine, porque es posible traducir de diferentes formas la expresión nativa 'gavagai' vista como término y no como oración observacional (esto es, como 'Gavagai'), manteniendo la relación entre los enunciados y las estimulaciones sensoriales, y la de los enunciados entre sí. En otras palabras, considerada la expresión nativa como oración (oración observacional, lo cual escribimos como 'Gavagai'), es posible encontrar oraciones observacionales castellanas que sean sinónimas estimulativamente con ella; por ejemplo 'He aquí un conejo'. En este caso hay sinonimia, no hay ninguna indeterminación. Mientras que no hay sinonimia al tomar la expresión como término (lo cual escribimos como 'gavagai'), puesto que el experimento muestra que es posible traducirla correctamente como 'conejo' o 'parte no separada de conejo' o 'estado de conejo' (conejo quieto, sentado, en movimiento), etc. Por tanto, nos encontramos con manuales de traducción alternativos que difieren en la referencia que asignan a un término, aunque son igualmente correctos al ser compatibles con todas las disposiciones lingüísticas de los nativos. En suma, que la referencia de una expresión esté indeterminada significa que los criterios naturalistas de aceptabilidad para traducciones, propuestos por Quine, no permiten determinar la referencia.

Como se había dicho, esta tesis de indeterminación indica que, para Quine, en el análisis de la naturaleza del lenguaje no se comienza por admitir la relación de referencia entre las palabras y los objetos, sino por la relación entre la estimulación de nuestras terminaciones nerviosas y la emisión de expresiones completas. Una vez aceptado esto último, se concluye que la relación de referencia no está determinada; y eso unido al hecho que en nuestro lenguaje particular y en nuestras teorías científicas hablamos de objetos, ya sean de tamaño medio como las mesas y los árboles, o más pequeños como las moléculas y electrones, lleva a concluir que estos objetos no nos son dados sino que son constructos nuestros, son postulados, son proyecciones que hacemos a partir de las estimulaciones sensoriales, ambos tipos de objetos son teóricos.

Se presenta aquí una aparente contradicción entre el realismo robusto profesado por Quine y la IR: desde el realismo proveniente de nuestras mejores teorías científicas, los objetos del mundo existen y existen independientemente de nosotros; al parecer esto contradice la IR. Para Quine no existe tal tensión pues su naturalismo es compatible con el realismo del siguiente modo: si una entidad es asumida por la ciencia, entonces no hay un criterio de realidad al cual se pueda recurrir para justificar la idea de que esta entidad es irreal. En otras palabras, no hay un punto de vista privilegiado desde el cual afirmar que las entidades admitidas por nuestras mejores teorías científicas son irreales.

Relatividad ontológica (RO)

Quine no diferencia entre IR y RO, pero da una formulación particular de la última, que no coincide con la de la primera: "no tiene sentido decir cuáles son los objetos de una teoría fuera de la cuestión de cómo interpretar o reinterpretar esta teoría en otra" (Quine, 1968, p. 50). De manera más concreta: "especificar el universo de una teoría sólo tiene sentido relativamente a alguna teoría de fondo, y sólo relativamente a una elección de un manual de traducción de una teoría a la otra" (Quine, 1968, p. 54). Esto es, si por una parte hay que reconocer que nuestro lenguaje y las teorías que construimos sobre el mundo postulan ciertos objetos, hablan de objetos, y por otra parte se ha concluido que la relación de referencia entre objetos y palabras está indeterminada, la única manera de conciliar estas dos afirmaciones es admitir que dicha relación no se afirma en sentido absoluto -no hay una ontología absoluta-, sino que es relativa a una elección arbitraria de un lenguaje de fondo o esquema referencial. Pero aún más, para Quine la ontología de una teoría es doblemente relativa, es relativa al lenguaje de fondo elegido para hacer la traducción y al manual particular elegido entre los muchos posibles en el lenguaje de fondo. En el experimento de traducción radical la doble relatividad se muestra, en primer lugar, al pretender realizar un manual de traducción del lenguaje nativo al castellano -lenguaje de fondo- y, en segundo lugar, al optar por un manual de traducción para traducir 'gavagai' como 'conejo', en lugar de optar por otro de los manuales alternativos.

En cuanto a la relación de la IR con las otras tesis, lo más relevante sería aclarar por qué no se califica de subdeterminación, dada la similitud que guarda con la SET. Este asunto lo trataremos a continuación, junto con la IT, ya que en este caso también aparece la misma cuestión.

Indeterminación de la traducción (IT)

De acuerdo con Quine (1960, p. 27), la IT consiste en que "es posible confeccionar manuales de traducción de un lenguaje a otro de modos divergentes, todos compatibles con la totalidad de las disposiciones verbales y, sin embargo, todos incompatibles unos con otros. Estos manuales divergen en diferentes puntos: como traducción de una oración de un lenguaje darán oraciones del otro que no se encontrarán entre sí en ninguna relación de equivalencia plausible, por laxa que sea". De acuerdo con la IT no es posible hablar de El manual correcto, de un único manual de traducción; así que todos los manuales son igualmente correctos. Es posible aplicar criterios pragmáticos de simplicidad para elegir entre manuales teniendo en cuenta sus facilidades de empleo, esto permitiría hablar de un mejor manual que otro, pero la IT se mantiene.

La IR no equivale a la IT porque, como decíamos arriba, la primera se presenta al nivel de los términos y la última al nivel de las oraciones teóricas (no-observacionales) enteras, consideradas en forma holofrástica. La diferencia es asunto de masa crítica, como acostumbra decir Quine. El caso de las distintas posibles traducciones de la palabra 'gavagai' ilustra perfectamente la primera tesis, en tanto que no es posible proporcionar una para la segunda, ya que, como lo ha admitido el mismo Quine (1960), "interviene el lenguaje del caso de forma demasiado amplia como para que nos sea posible ofrecer un ejemplo real" (p. 27). El experimento de traducción radical nos dice en qué consiste la IT, pero no nos proporciona una ilustración completa y detallada de dicha situación. La plausibilidad que el experimento mental de traducción radical proporciona a la IT no va más allá de lo presupuesto en el principio empirista semántico de que los significados están determinados por la relación entre las estimulaciones de las terminaciones nerviosas y las emisiones verbales bajo condiciones específicas.

Pero para Quine el experimento en realidad dice mucho más; a partir de este es posible descalificar los conceptos intensionales de significado y sinonimia. El experimento pone en muy graves aprietos el mito mentalista de la teoría del museo de los significados. La actitud de Quine aquí hacia la aceptación de los significados es muy distinta a la que tiene hacia la aceptación de objetos como piedras, mesas, electrones y números; aunque ambos tipos de entidades sean igualmente postuladas. Para él, los primeros no aportan nada a la organización del sistema teórico que proyectamos sobre el mundo, mientras que los segundos sí, ayudan a estructurarlo.

En definitiva, en relación con la atribución de significados se llega a que hay un grupo reducido de expresiones, las oraciones observacionales, que tienen un significado relativamente bien definido, un significado estimulativo, mientras que con el resto de expresiones, las oraciones teóricas, que son la gran mayoría, no sucede lo mismo. De acuerdo con el HS, el significado de estas últimas depende del resto de expresiones que son parte del sistema, pues el sistema es quien tiene en últimas un significado empírico a través de sus oraciones observacionales, que vinculan al sistema con el mundo. Siendo así, este significado empírico del sistema total se puede redistribuir de muchas maneras al interior del sistema, entre las oraciones teóricas, para obtener de este modo distintos manuales de traducción. Así, el HS lleva a la IT. De nuevo, en palabras de Quine (1975): "traducir no es recuperar una determinada entidad, un significado, sino sólo equilibrar diversos valores" (p. 322). Además, el HS también muestra la plausibilidad de la IR. En síntesis, la IR y la IT están contenidas de alguna forma en el HS. El HS es una tesis central en el sistema de Quine.

Veamos la relación entre la SET y la IT. La relación más inmediata que se ha establecido es que la IT es un caso particular de la SET, tal y como lo planteo Chomsky (1968, p. 66): puestos a construir una teoría sobre el lenguaje nativo, y dado que el lenguaje hace parte del mundo natural y supuesta la SET, entonces es posible dar con más de una teoría lingüística (con más de un manual de traducción), acordes todas ellas con las conductas lingüísticas de los nativos. Pero en realidad la IT no puede ser un caso particular de SET, porque la primera es una tesis semántica y también ontológica (muestra un límite en lo que hay para ser conocido), mientras que la segunda es epistemológica (muestra que tenemos ciertos límites en el conocimiento de la realidad), de modo que hay una incompatibilidad categorial entre ambas.

Aún más, si bien al exponer las ideas de Quine existe la tendencia de tratar los lenguajes como si fuesen teorías científicas y viceversa, lo cierto es que no son exactamente la misma cosa; y esta diferencia de naturaleza entre lenguaje y teorías se ve reflejada en la imposibilidad de reducir IT a la SET: "(...) en la elección entre dos manuales de traducción que acomoden de igual forma las disposiciones verbales no entra la cuestión de la verdad o falsedad. He aquí la diferencia entre la indeterminación de la traducción y la subdeterminación de la ciencia natural. Pues creo en la realidad física, aunque se halle escondida, no soy positivista; pero reconozco la naturaleza puramente conductual del significado lingüístico" (Quine, 1987, p. 153). Las teorías científicas están subdeterminadas por toda experiencia posible, pero son teorías sobre algo objetivo, el mundo natural, de modo que por medio de las teorías podemos acertar o no a describir correctamente eso objetivo. En otras palabras, en la naturaleza hay hechos relevantes que permiten decidir entre teorías rivales, por tanto las teorías son verdaderas o falsas, a pesar de la subdeterminación. En cuanto a la traducción, al lenguaje, a los significados, nos encontramos en una situación diferente: no tiene sentido preguntarse por la verdad o falsedad de un manual de traducción ya que "no hay materia objetiva", "no hay hechos relevantes", "no hay significados" que permitan decidir al respecto. De existir los supuestos significados como entidades mentales o de cualquier otro tipo (el equivalente a los hechos del mundo natural) podríamos hablar de traducción verdadera o falsa y, por tanto, de subdeterminación de la traducción, de modo que estaríamos ante un caso especial de SET.

¿Qué da la relación entre SET e IR? ¿Es posible hablar de subdeterminación de la referencia? Quine no es explícito sobre este punto, pero él en todo momento trata el tema de la referencia y el de la traducción como indeterminaciones, de modo que para él la IR tampoco sería un caso de subdeterminación. Esto equivale a afirmar que no hay hechos relevantes que permitan decidir la cuestión de a qué refieren nuestras palabras. En suma, la indeterminación (en cualquiera de sus dos formas) no es reducible a la subdeterminación; pero no solo eso, la tesis de indeterminación es más fuerte al afirmar que no hay hechos relevantes respecto a la referencia y a los significados.

En definitiva, respecto al aspecto orgánico del sistema epistemológico de Quine hemos visto cómo el naturalismo complementado con el realismo, el empirismo y el conductismo forman el contexto amplio del resto de tesis más particulares que conforman el sistema, el cual en realidad podemos reducir a solo dos tesis, el HE y el PVS. Todas las demás tesis pueden desplegarse a partir de estas seis ideas, tomadas individualmente o en sus relaciones. La siguiente figura es un esbozo de ello y de todo lo dicho.


Referencias

Chomsky, N. (1968). Quine's Empirical Assumptions, Synthese, XIX(I).         [ Links ]

Guerrero, G. (1998. Recurriendo a la ciencia para comprender la ciencia: La epistemología naturalizada de Quine. Tesis de Maestría, Pontificia Universidad Javeriana. (Sin publicar)        [ Links ]

Quine, W.V.O. (2001). Sobre los sistemas del mundo empíricamente equivalentes. Acerca del conocimiento científico y otros dogmas (pp. 55-74). Barcelona: Paidós.         [ Links ]

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Quine, W.V.O. (1953). Two dogmas of Empiricism. W.V.O. Quine, From a Logical Point of View (pp. 20-46). Harvard: Harvard University Press.         [ Links ]