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Universitas Philosophica

Print version ISSN 0120-5323

Univ. philos. vol.32 no.65 Bogotá July/Dec. 2015

 

El sublime objeto de la ideología.
Žižek, Slavoj. (2003).
Buenos Aires: Siglo XXI Editores.ISBN 978-1105-37-1 Número de páginas: 304.

doi: http://dx.doi.org/10.11144/Javeriana.uph32-65.rzoi

El sublime objeto de la ideología se inscribe en la tradición psicoanalítica lacaniana, la cual, como nos muestra en el prólogo de la obra el reconocido pos-marxista argentino Ernesto Laclau, es una teoría abierta que alimenta muchas corrientes y no un corpus cerrado de análisis. Esto se evidencia en la influencia clínica que ha tenido esta teoría en Francia; en la relación literatura-cine-feminismo, en Estados Unidos, y en la reflexión filosófica y política, en la escuela lacaniana eslovena. Como cabe esperarse, este libro de Žižek es producto de las reflexiones hechas por el autor en la escuela lacaniana de su país, que se caracteriza tanto por la insistente referencia al campo ideológico-político como por el uso de categorías lacanianas para el estudio y análisis de textos filosóficos clásicos. En este caso particular Žižek acude reiterativamente, por un lado, a textos de Marx, de Hegel y de Freud, sin olvidar hacer referencias a Kant, a Wittgenstein y a Kripke y, por otro, a referentes artísticos como Kafka y Hitchcock.

La lectura que hace la escuela lacaniana eslovena de la obra de Hegel, nos dice Laclau, "representa uno de los proyectos teóricos más innovadores y prometedores en el panorama intelectual europeo" (p. 15). Prueba de ello es el libro Hegel and the Infinite. Religion, Politics and Dialectic (2011) en el que, según muestra Žižek en el prefacio, si para Foucault "un día el Siglo [veinte] Será deleuziano", para él: "el siglo de Hegel será el veintiuno", ya que se invierte la lectura de Hegel como 'el idealista absoluto' que no admite una realidad externa, por una versión del pensador alemán en la que se revive esa dimensión única del pensamiento hegeliano en la que lo Real retorna, una y otra vez, para luchar contra toda totalización, rebatiendo que su sistema sea la explicación terminada del exceso y dislocación permanente de lo Uno con respecto a Sí mismo.

El sublime objeto de la ideología no es una argumentación sistemática, ni una recopilación de ensayos, sino una serie de intervenciones teóricas que se iluminan y acompañan unas a otras en función de una reiteración progresiva, bajo la tesis de que "la categoría de 'sujeto' no se puede reducir a las 'posiciones del sujeto', puesto que antes de la subjetivación el sujeto es el sujeto de una falta" (p. 15). Por esta razón, no es posible trazar un cuadro sistemático de las categorías de Žižek, sino solamente seguirlas a través del entramado teórico que el autor nos invita a trenzar. Así, el texto de Žižek tiene dos puntos nodales claves: en el primero se destaca el uso del antidescriptivismo de Saul Kripke en el análisis político, con lo que, por una parte, se abre el debate entre descriptivistas y antidescriptivistas y, por otra, se devela la inclinación de Žižek por el antidescriptivimo, añadiendo que "el problema central de cualquier perspectiva antidescriptivista es determinar qué es lo que en el objeto, más allá de sus rasgos descriptivos, constituye su identidad" (p. 16).

En el segundo punto nodal encontramos la relación sustancia-sujeto, en la que Žižek reintroduce la noción de sujeto privado de toda sustancialidad y, a la vez que rompe con el dualismo estructura-sujeto, propone la gestión social como el rebasamiento de todo objetivismo. De esta manera, para el filósofo esloveno el sujeto es una fisura en el centro mismo de la estructura que surge como resultado del fracaso de la sustancia en el proceso de la autoconstitución (p. 18).

Ahora bien, los temas fundamentales de esta obra de Žižek se hilan correlativamente con los tres momentos de la enseñanza de Lacan, los cuales, también, tienen un análogo en la cura psicoanalítica. El primer momento es el del Simbolismo, de influencia fenomenológica hegeliana en lo que tiene que ver con "la idea (...) de que la palabra es una muerte, un asesinato de la cosa: en cuanto la realidad es simbolizada, atrapada en una red simbólica, la cosa está más presente en una palabra, en su concepto, que en su realidad física inmediata" (p. 176). En el segundo periodo, la insistencia se traslada de la palabra al lenguaje como estructura sincrónica, un mecanismo autónomo sin sentido que produce significado como efecto. Finalmente, en el tercer momento, el tema principal de la enseñanza de Lacan se centra en lo Real como imposible. Dicho cambio se puede detectar con gran facilidad en la relación entre el principio de placer y el orden simbólico (p. 177).

Este campo de acción lacaniano permite releer la introducción de El sublime objeto de la ideología en un contrapunteo entre los dos diálogos contemporáneos que propone Žižek: el siempre visible y conocido debate entre Habermas y Foucault que oculta el debate de fondo, el de Althusser y Lacan. El eje central de las dos discusiones es la noción de sujeto. Habermas sostiene un sujeto al estilo de la reflexión trascendental kantiana; Foucault, un sujeto al estilo clásico del poder de automediación y de armonización de las fuerzas antagónicas, como vía para el uso de los placeres a través de una restauración de la imagen del yo (p. 24), y Althusser, un sujeto como cierta fisura, una hendidura y reconocimiento falso. Así, la opción de Lacan es develar el mecanismo del falso reconocimiento, y además, reconocerlo como inevitable, pues hay un cierto engaño en nuestro papel histórico. Según esta perspectiva, el sujeto como tal se constituye por medio de un reconocimiento falso en el que los antagonismos no se eliminan sin más, sino que entre ellos se da una pulsión creadora, pues eliminar un polo es dirigirse directamente al totalitarismo. El modelo más consistente de este reconocimiento es la dialéctica hegeliana en tanto que "el "conocimiento absoluto" denota una posición subjetiva que finalmente acepta la "contradicción" como condición interna de toda identidad" (p. 29). En esto reside la nueva interpretación de Hegel a la luz de Lacan, ya que esta posición se distancia de la lectura que afirma que el conocimiento absoluto es un monstruo de totalidad que devora toda contingencia.

Ahora bien, como se nota en el título del libro, la crítica de Žižek a través del entramado de conceptos hegelianos desde una perspectiva lacaniana tiene como objeto la ideología. Para desarrollar su crítica, el autor muestra, desde el materialismo histórico, la ideología no como una falsa conciencia, una representación ilusoria de la realidad, sino como una realidad a la que se ha de concebir como ideológica. La ideología no es la falsa conciencia de un ser (social), sino este ser en la medida en que está soportado por la falsa conciencia (p. 46). De esta manera se abre el espacio del Síntoma, del modo que tiene el sujeto de organizar su goce, que no solo es un mensaje cifrado (p. 129) de significación que debe ser develado para el encuentro del sujeto en cuanto herida, sino también en cuanto negatividad de sí mismo en forma de otredad (p. 286).

Ahora bien, la ideología en tanto que falso reconocimiento de la realidad social parte de la realidad misma (p. 56). Para mostrar esto, Žižek acude al modo en que Marx, en El Capital, expone la ideología mediante la frase "Ellos lo saben, pero lo hacen", con la cual se evidencia una ingenuidad constitutiva a la realidad social; posteriormente, el filósofo esloveno acude a la formulación de Sloterdijk: "ellos saben muy bien lo que hacen, pero aún así, lo hacen", al igual que con Marx, de esta proposición Žižek destaca el papel de la razón cínica como una forma de negación de la negación pervertida de la ideología inicial, es decir, el enmascaramiento de la ideología. Por este motivo, la ideología consiste en el hecho de que las personas no saben lo que en realidad hacen, y por ello tienen una falsa representación de la realidad social a la que pertenecen. Con esto, la fórmula marxiana se lee de otra manera, pues la ilusión aparece no del lado del saber sino de lado del hacer, y así la ideología funciona como una fantasía inconsciente que estructura la realidad social. Sin embargo, dado que nuestra sociedad no es posideológica, a la manera de Sloterdijk, porque la ilusión no está del dado del conocimiento, sino de la acción, la fórmula, si ponemos la ilusión en la realidad del hacer, se leería así: "ellos saben que, en su actividad, siguen una ilusión, pero aún así, lo hacen" (p. 61).

El procedimiento por el cual la ilusión se ubica en la acción solo se logra por medio del movimiento de la dialéctica hegeliana, entendida como en el conocido chiste soviético de Rabinovich, un judío que quiere emigrar. El burócrata de la oficina de emigración le pregunta el porqué de su emigración; Rabinovich responde: "Tengo dos razones. La primera es que temo que en la Unión Soviética los comunistas pierdan el poder, que haya una contrarrevolución y que el nuevo poder nos culpe a nosotros, los judíos, de todos los delitos comunistas -entonces volverá a haber progromos antijudíos(...)". "Pero -interrumpe el burócrata- esto es una tontería, nada puede cambiar en la Unión Soviética, el poder de los comunistas durará siempre". "Bueno -responde Rabinovich tranquilamente- esta es mi segunda razón" (p. 228). En este chiste se evidencia que la primera razón que tiene Rabinovich para emigrar funciona como la tesis de la dialéctica, y la objeción que le pone el burócrata, como la antítesis; sin embargo, la síntesis no es el retorno a la tesis, sino una sutura de la herida causada por la antítesis. En este sentido, "la "síntesis" es exactamente lo mismo que la antítesis" (p. 229); la única diferencia radica en un cambio de perspectiva mediante el cual lo que se vivía como un obstáculo, como un impedimento, se demuestra como una condición positiva.

La trama de conceptos expuestos hasta ahora, concuerdan con los tres objetivos propuestos por Žižek para este libro, a saber: 1) introducir algunos de los conceptos fundamentales del psicoanálisis lacaniano, 2) efectuar una especie de retorno a Hegel, es decir, reactualizar la dialéctica hegeliana haciendo una nueva lectura con base en el psicoanálisis de Lacan desde la concepción de diferencia-contingencia y, 3) contribuir a la teoría de la ideología a través de una nueva lectura de algunos conocidos temas clásicos y de algunos conceptos lacanianos que son cruciales. Como el tejedor de una red, Žižek cumple estos objetivos a lo largo de los tres capítulos en los que se dedica a estudiar, de manera clara y detallada, el síntoma, el otro y el sujeto.

Con todo, el gran logro de Žižek en este libro es la redefinición del concepto de ideología como el telar de fondo en el que se hilan los pensamientos y las acciones sociales e individuales. Logro que, en la época de la publicación de El sublime objeto de la ideología, 1989, fue un contrapunto a las páginas publicadas que defendían el fin de la historia y la defunción de la política, y que después se desarrolla en innumerables trabajos del pensador esloveno más importante en la actualidad.

Reafirmando el juicio de Laclau en el Prefacio, este libro es esencial para aquellos interesados en la elaboración de una perspectiva que trate de abordar los problemas de la construcción de un proyecto político democrático y socialista en una época posmarxista (p. 19). Los temas claves de El sublime objeto de la ideología son expuestos en varios de los libros posteriores de Žižek, como es el caso de For They Know not What They Do: Enjoyment as a Political Factor (2007) o Enjoy Your Symptom! (2007), ente otros.

Por tanto, para todo lector que quiera iniciarse en el pensamiento de Lacan, El sublime objeto de la ideología, al igual que How to Read Lacan (2006), escrito también por Žižek, es de gran ayuda, pues el lector, a la vez que podrá seguir el entramado de conceptos lacanianos y zizekianos, se divertirá gracias a los ejemplos, chistes, películas, obras literarias y demás herramientas estilísticas a las que con notoria frecuencia el pensador esloveno recurre, y que aunque parezcan descontextualizadas, son usadas para hacer que los argumentos de Lacan y otros resulten un poco más comprensibles para cualquiera, aunque esté lejos de la teoría.

Carlos Arturo Arias Sanabria
Pontificia Universidad Javeriana
carlos-arias@javeriana.edu.co