INTRODUCCIÓN
Las infecciones transmitidas por vectores en caninos involucran una amplia gama de patógenos transmitidos por artrópodos, que debido a su distribución mundial y rápida propagación se han convertido en un tema de interés en todo el mundo. También se sabe que pueden causar morbilidad y mortalidad en los perros y algunas de estas infecciones son de importancia zoonótica (Guven et al., 2017), por lo que también representan un riesgo para la población humana (Pantchev et al., 2015). Entre las infecciones más comunes en perros se encuentra Dirofilaria immitis, Borrelia burgdorferi, Anaplasma phagocytophilum y Ehrlichia canis (Alho et al., 2017). Además, estas enfermedades no suelen tener signos específicos y los síntomas clínicos dependen del patógeno y del huésped (Baneth et al., 2012).
Las infecciones por dirofilariosis en perros son causadas por el nematodo filarial D. immitis, el agente causal del gusano del corazón, que se transmite a los perros a través de diferentes especies de mosquitos (Ferreira et al., 2017). Es una de las enfermedades parasitarias más graves que afectan a perros, así como a otros carnívoros y tiene importantes implicaciones zoonóticas (Diakou et al., 2016). Por otra parte, la infección ha sido reportada en varias regiones del mundo, principalmente en áreas tropicales, debido a una mayor concentración y diversidad de vectores (Argólo et al., 2018).
La borreliosis, comúnmente conocida como enfermedad de Lyme, es la infección humana más común transmitida por garrapatas. En perros, B. burgdorferi a menudo causa signos clínicos leves y no específicos, como fiebre, anorexia, letargo y linfadenomegalia (Piantedosi et al., 2017). La infección es transmitida por garrapatas (en etapa larvaria y ninfa) de la especie Ixodes spp., que parasitan aves y pequeños mamíferos. Es por ello por lo que los pequeños mamíferos, como los perros, son indispensables para el mantenimiento y distribución de las garrapatas (Obiegala et al., 2017).
Anaplasma phagocythophilum es una bacteria gram-negativa intracelular obligada que tiene tropismo por granulocitos y neutrófilos. Es agente causal de la anaplasmosis granulocítica en perros, gatos, caballos, ovejas y humanos (Sainz et al., 2015). Los hospederos suelen adquirir la infección a través de la picadura de garrapatas presentes en el entorno natural (Welc-Falęciak et al., 2013). Se sabe que Ixodes ricinus es la especie de garrapata más frecuente y ampliamente distribuida, siendo así el vector de varios patógenos, entre ellos Anaplasma spp. (Welc-Falęciak et al., 2018).
La erliquiosis monocítica canina es una enfermedad también transmitida por garrapatas, causada por la alfa-proteobacteria intracelular obligada E. canis, que se replica dentro de las células mononucleares del huésped. La erliquiosis canina se ha reportado principalmente en áreas subtropicales y tropicales, es una de las enfermedades más comunes en la práctica veterinaria (Malik et al., 2018) y se sabe que es transmitida por Rhipicephalus sanguineus, así como por garrapatas de los géneros Amblyomma, Dermacentor e Ixodes (Little et al., 2014).
El reporte epidemiológico de las enfermedades transmitidas por insectos vectores es de útil importancia en el manejo clínico de los animales afectados, ya que estos patógenos comúnmente aparecen en coinfecciones y representan un desafío constante en la práctica de la medicina veterinaria y en el campo de la salud pública (Farkas et al., 2014). Por ello, el principal objetivo de esta investigación fue evaluar la seropositividad, así como los factores de riesgo de infección a enfermedades transmitidas por insectos vectores en caninos de un área no endémica a estas infecciones.
MATERIALES Y MÉTODOS
La investigación se llevó a cabo en el municipio de Amecameca de Juárez, situado en las faldas de la Sierra Nevada, dentro de la provincia del eje volcánico y en la cuenca del río Moctezuma-Pánuco (19° 3' 12'' N y 19° 11' 2'' N ; 98° 37' 34'' W y 98° 49' 10'' W ). Se ubica en la porción sur del oriente del Estado de México. La altitud es de 2420 metros sobre el nivel del mar en la cabecera municipal. Presenta un clima templado a semifrío y subhúmedo, con la mayor parte lluvias en verano y otoño y una temperatura máxima de 32 °C y mínima de -8 °C, con un promedio anual de 14,1 °C. La investigación se realizó entre los meses de mayo a agosto de 2016. Se seleccionaron 100 perros al azar, de diversas edades, razas y ambos sexos, provenientes de domicilios privados y clínicas veterinarias. La toma de muestras en caninos se realizó con previa autorización del consentimiento informado por parte de los propietarios. El procedimiento fue aprobado por el comité de bioética del Centro Universitario UAEM de Amecameca, Estado de México, México.
La toma de muestras consistió en la extracción de sangre periférica mediante la punción de la vena cefálica (3 ml) y se realizó de acuerdo con la Norma Oficial Mexicana NOM-062-ZOO-1999, en donde se especifica el uso de técnicas seguras y asépticas para la obtención de muestras y su respectivo diagnóstico. El equipo empleado para la recolección de muestras fue desechable y libre de pirógenos. Posteriormente, se obtuvo el suero de cada muestra mediante centrifugación a 1800 rpm, durante cinco minutos y se almacenó a -20 °C hasta el momento de su uso.
Las muestras se procesaron mediante un kit comercial de ELISA (Test SNAP® 4Dx® Plus Canine IDEXX®) para la determinación de la seropositividad a antígenos de D. immitis y a anticuerpos anti-Anaplasma spp., B. burgdorferi y E. canis. Estudios actuales reportan la alta sensibilidad de la prueba (Liu et al., 2018), por lo que su uso es seguro para la determinación de anticuerpos y antígenos de las infecciones en estudio, aunque cabe mencionar que también se han detectado las reacciones cruzadas entre A. phagocytophilum y A. platys (Montenegro et al., 2017).
El procesamiento de las muestras se realizó de acuerdo con las instrucciones del fabricante y por duplicado.
Para el análisis de datos, se consideraron las variables de edad, raza y sexo y se dividieron en dos grupos; edad: perros < 1 año de edad y > 1 año de edad, raza: perros mestizos y perros de raza identificada, sexo: machos y hembras. El riesgo relativo de infección se calculó con el programa 2019 MedCalc Software bvba©, mediante la prueba Odds Ratio (OR), en la que los valores superiores a 1 se consideran como factores de riesgo; en este análisis se tomaron valores de p < 0,05 como significativos.
RESULTADOS
De las 100 muestras analizadas en caninos, la mayor seropositividad se presentó a anticuerpos anti-E. canis, seguida de A. phagocytophilum, y la más baja para B. burgdorferi, mientras que para la seropositividad a antígenos de D. immitis se observó un 16 %. Las variables de raza y edad (perros mayores de un año de edad) mostraron una asociación estadísticamente significativa con la seropositividad a anticuerpos anti-E. canis. Por otra parte, se encontró que los perros machos y mayores de un año mostraron una asociación significativa con la presencia de antígenos de D. immitis (Tabla 1).
DISCUSIÓN
Las enfermedades caninas transmitidas por vectores se han convertido en un foco de interés en los últimos años (Krämer et al., 2014). El cambio climático, la modificación de los hábitats, el aumento de los viajes y la importación de perros han generado la expansión de vectores y de patógenos que causan infecciones de interés en la práctica clínica veterinaria, así como en el área de salud pública por tratarse de enfermedades zoonóticas (Schurer et al., 2016). La incidencia de enfermedades transmitidas por artrópodos ha aumentado en las últimas décadas, siendo la temperatura y la humedad los principales factores ambientales que afectan la propagación de estas enfermedades (Sánchez et al., 2011). Sin embargo, en este estudio se reporta una seropositividad significativa para E. canis y D. immitis en perros que habitan en un área de clima templado a semifrío.
Esto podría deberse a que a pesar de que los insectos vectores son organismos ectotérmicos y su crecimiento, supervivencia y comportamiento son altamente sensibles a las temperaturas ambientales, han logrado adaptarse a las condiciones de climas templados, lo cual puede facilitar el aumento de las tasas de desarrollo del vector y tener una influencia compensatoria sobre la supervivencia y el comportamiento de alimentación (Ladeau et al., 2015).
Con respecto a la asociación entre la seropositividad a E. canis y la variable de edad, la presente investigación coincide con un estudio realizado por Huerto y Damaso (2015), quienes delimitaron que uno de los factores asociados con la presencia de E. canis es la edad (en perros adultos), probablemente debido a una mayor duración de exposición al vector para este patógeno, ya que se sabe que puede inducir infecciones duraderas en algunos perros (Piantedosi et al., 2017). Por otra parte, Montenegro et al. (2017) reportaron una mayor seropositividad a E. canis en perros de raza, lo cual podría deberse a cuestiones propiamente socio económicas, puesto que la población con un mayor estatus socioeconómico tiende a tener perros de raza (Westgarth et al., 2013), y el reporte de la infección en perros de raza es más frecuente debido a que acuden al servicio médico veterinario al menos una vez al año (Slater et al., 2008). Así mismo, los perros de raza suelen ser transportados con mayor frecuencia a estados con climas tropicales en donde existe una mayor abundancia de insectos vectores (Heitman et al., 2016), como garrapatas de diversas especies, entre estas Rh. sanguineus, conocida como la garrapata café del perro y habitualmente reportada en América Central y Suramérica (Acevedo-Gutiérrez et al., 2020), lo cual expone a los caninos a la infección y a actuar como reservorios o vehículos de transporte de garrapatas. Estudios recientes reportan que los perros infestados con garrapatas presentan un mayor porcentaje de seropositividad a E. canis (Movilla et al., 2016), por lo que se considera necesario implementar medidas de prevención contra la infección en perros.
En el caso de las variables asociadas con D. immitis, un estudio realizado por Mircean et al. (2012) coincide en que la seroprevalencia fue significativamente mayor en machos. Con respecto a la variable de edad, nuestros resultados concuerdan con los de Farkas et al. (2014), quienes reportaron una mayor probabilidad de seropositividad en perros mayores, puesto que los perros de mayor edad han estado expuestos durante más tiempo a las picaduras de mosquitos (Cardoso et al., 2012).
Desde décadas anteriores, en un estudio realizado por Liverman y O'Brien (1991), se reportó que el calentamiento global podría traer condiciones más cálidas y secas a México. Hoy en día, se ha confirmado que el cambio climático ha generado el aumento de la temperatura, lo cual puede afectar a la prevalencia y propagación de mosquitos y por lo tanto, la transmisión de D. immitis en perros y personas (Bamorovat et al., 2017). De acuerdo a la Secretaria del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), en México la temperatura ha aumentado casi 4 °C en los últimos años, lo cual incrementa el riesgo de propagación de este vector y con ello la transmisión de zoonosis parasitarias. Así mismo, el proceso de urbanización, la invasión de áreas boscosas y la ampliación de espacios públicos, crean oportunidades para que algunos vectores como los mosquitos y las garrapatas se adapten a otro tipo de condiciones ambientales (Uspensky, 2014). Por lo tanto, el cambio climático puede afectar los patrones de co-transmisión y se ha demostrado que las alteraciones inducidas por el cambio de la biodiversidad de los vectores en los ecosistemas pueden influir en la transmisión de patógenos (Parham et al., 2015).
Con respecto a la baja seropositividad reportada para anticuerpos anti-S. Burgdorferi y anti-A phagocytophilum, una investigación realizada por Wang et al. (2018) coincide en el reporte de bajos niveles de seropositividad a ambas infecciones. Sin embargo, algunos autores sugieren que los perros se pueden considerar como reservorios potenciales de A. phagocytophilum y B. burgdorferi en algunas regiones, especialmente en entornos semiurbanos (Elhamiani et al., 2017).
CONCLUSIONES
Existe una mayor seropositividad a anticuerpos anti-E. canis y antígenos de D. immitis y una asociación significativa en perros mayores de un año. Estos hallazgos demuestran que el riesgo de exposición a las principales enfermedades transmitidas por vectores en perros es significativo, sobre todo por tratarse de un área geográfica no endémica a estas infecciones, y por lo tanto es necesario implementar medidas de prevención para minimizar el riesgo de transmisión de patógenos por parte de los vectores, que han mostrado una alta adaptación a nuevas condiciones climáticas.