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Lingüística y Literatura

Print version ISSN 0120-5587

Linguist.lit.  no.65 Medellìn Jan./June 2014

 

PROBLEMAS DE LINEARIZACIÓN: PREFIJOS DE RESULTADO EN ESPAÑOL*

PROBLEMS OF LINEARIZATION: RESULT PREFIXES IN SPANISH

 

Antonio Fábregas

Universitetet i Tromsø, Noruega, antonio.fabregas@uit.no.

Recibido: 02/12/2013 - Aceptado: 10/12/2013


 

Resumen

Este trabajo estudia dos prefijos de resultado del español, entre- y medio-, y discute la estructura que subyace a sus distintas interpretaciones semánticas. Asimismo, plantea el problema de cómo dar cuenta de su linearización sin recurrir a idiosincrasias léxicas.

Palabras clave: prefijación, estructura eventiva, linearización, morfología, sintaxis.


 

Abstract

This paper studies two result prefixes in Spanish, entre- and medio-, and discusses on the structure that underlies their different semantic interpretations. At the same time, it presents the problem of how to give account of their linearization without using lexical idiosyncrasies.

Keywords: Prefixation, Event Structure, Linearization, Morphology, Syntax.


 

1. Introducción. Sintaxis y morfología

Desde finales de los años sesenta, la investigación en morfología está marcada por el debate acerca de la (in)dependencia de los procesos de formación de palabras con respecto a la sintaxis. Algunas aproximaciones, llamadas «lexicistas» (cfr. Halle, 1973; Aronoff, 1976), proponen que -pese a no ser la solución teóricamente más económica- los datos empíricos fuerzan un sistema en el que las palabras se forman en un nivel distinto de la sintaxis. En el bando contrario, otros autores (especialmente a partir de los años ochenta: Baker, 1988; Halle & Marantz, 1993; Hale & Keyser, 2002; Ramchand, 2008) han argumentado que la formación de palabras es el nombre tradicional que le damos a ciertas operaciones sintácticas que se aplican a unidades con propiedades semánticas o fonológicas especiales: esta segunda aproximación ha venido a ser conocida como «neoconstruccionismo».

Ambas teorías admiten la existencia de un léxico -es decir, una lista de elementos- donde se asocian idiosincrásicamente conjuntos de información. El léxico es necesario, por ejemplo, para codificar las relaciones entre forma y significado de los exponentes morfológicos, que son irreductibles y no pueden derivarse de principios generales: que /áxuar/ es la forma que se asocia a cierto sustantivo contable, que dicho sustantivo tiene cierto significado conceptual, etc. Una vez que el léxico entra en el juego, el debate se hace más específico. El neoconstruccionismo defiende que las aparentes irregularidades en la formación de palabras pueden explicarse por una combinación entre las reglas sintácticas conocidas y la información idiosincrásica que contienen las piezas léxicas usadas para materializar las estructuras resultantes. El lexicismo, en cambio, defiende que es necesario recurrir a reglas que son idiosincrásicas, bien porque tienen resultados no esperables para la sintaxis, bien porque se debe restringir arbitrariamente a qué elementos pueden aplicarse.

Más allá del debate teórico, la discusión se centra esencialmente en tres puntos empíricos:

  1. La predictibilidad de las relaciones entre forma y significado que emergen en la formación de palabras. ¿Se puede restringir adecuadamente, mediante las nociones sintácticas habituales -selección, jerarquía, cotejo de rasgos-, el significado de las formas derivadas?
  2. Las propiedades formales de los morfemas. ¿Se pueden usar las reglas sintácticas, eventualmente complementadas con la información fonológica de los exponentes, para explicar la combinatoria entre afijos, su orden lineal o sus alomorfías?
  3. El ámbito de aplicación de las reglas sintácticas. Numerosos autores han observado que ciertos procesos sintácticos -movimiento de constituyentes o concordancia- no parecen aplicarse a los constituyentes internos de una palabra. ¿Pueden explicarse estas limitaciones sin tener que afirmar que las palabras se forman fuera de la sintaxis?
De estas tres preguntas, la tercera es la que ha recibido más atención (cfr.

Lieber & Štekauer, 2005); la primera y la segunda han sido algo menos discutidas. En el caso de la primera pregunta, su investigación se ha enfocado sobre todo desde la perspectiva de la productividad: si la sintaxis puede caracterizar correctamente el subconjunto de bases a las que se aplica una regla de formación de palabras. En lo que toca al significado de una palabra, y su predictibilidad, la mayoría de los autores actuales establecen una diferencia entre la semántica estructural y la semántica conceptual (Mateu, 2002). La semántica estructural es la parte del significado que se deriva mediante reglas productivas a partir de la estructura sintáctica (e.g., si un argumento se interpreta como agente o paciente, si un constituyente contiene un evento o no, etc.); por semántica conceptual se entienden los aspectos impredecibles, variables y a menudo caóticos que conectan el significado gramatical con el conocimiento del mundo (como que un perro es un animal de cuatro patas que ladra y que suele usarse como mascota). Se entiende que una teoría de la formación de palabras debe dar cuenta solo del significado estructural, mientras que el significado conceptual es analizable solo desde presupuestos pragmáticos, de cognición general o simplemente lexicológicos.

Este trabajo va a plantear preguntas que se relacionan con (a) y con (b). El objetivo empírico es el de describir dos prefijos aspectuales del español que tienen interpretación resultativa, como en (1):

(1) a. Juan entre-cerró la puerta.
b. Juan se medio enamoró de su cuñada.

El objetivo teórico es mostrar que un análisis que descompone sintácticamente el verbo léxico en una estructura rica (Ramchand, 2008) es capaz de explicar las distintas lecturas que estos prefijos producen y, además, restringir correctamente las bases verbales que permiten cada lectura. Esto afecta centralmente a la pregunta (a), pero en el curso de este análisis veremos que surge un aparente problema de linearización con respecto a la pregunta (b). Mostraremos que el problema se resuelve en una aproximación mínima en la que las piezas léxicas especifican el espacio sintáctico que deben ocupar; el mismo procedimiento de materialización de estructuras permite derivar el orden lineal sin necesidad de tener que especificar como una idiosincrasia léxica si un elemento es un prefijo o un sufijo.

 

2. Distintas lecturas para el mismo prefijo

La condición necesaria para hacer un análisis explicativo de estos afijos es considerar la variedad de significados a los que dan lugar.

2.1. entre

Es habitual (Varela & Martín García, 1999) hacer notar que ciertos prefijos tienen un uso llamado «preposicional» junto a un uso «adverbial»: en el primero de esos usos, se comportan de forma parecida a una preposición con la que el prefijo es, al menos, homófona (1), mientras que en el uso adverbial el prefijo actúa como un modificador de grado o cantidad, en un uso que la preposición no posee (2):

(1)
a. sobre-volar la Sagrada Familia
b. volar sobre la Sagrada Familia

(2)
a. sobre-alimentar
b. alimentar demasiado

Esto mismo sucede con el prefijo entre-. En (3) observamos una formación en la que el prefijo tiene un uso preposicional, como muestran dos factores: la identidad de significado con (4) y el hecho de que el prefijo impone al locativo las mismas condiciones semánticas que la preposición:

(3)
entre-sacar ejemplos de tus trabajos

(4)
sacar ejemplos de entre tus trabajos

Como se observa en varias obras (Bosque, 2004; NGRAE: §29.60), como preposición, entre requiere pluralidad semántica en su término. Esta pluralidad puede ser satisfecha de varias formas (5), pero una entidad individual que no se conceptualiza como constitutiva de partes diferenciadas no puede satisfacer las condiciones de la preposición (6):

(5)
a. entre tus trabajos
b. entre el ejército
c. entre el andamiaje
d. entre la ropa

(6)
*entre el agua

De forma similar, como prefijo preposicional entre impone el mismo requisito de pluralidad al complemento:

(7)
a. entre-sacó ejemplos de tus trabajos
b. entre-sacó a sus candidatos del ejército
c. entre-sacó los cascotes del andamiaje
d. entre-sacó varias agujas de la ropa
e. *entre-sacó varios peces del agua

Este uso no es abundante, y parece encontrarse solo en algunas voces más (entre-lineado, en alternancia con interlineado, y entre-meter); sí lo es, en cambio, el uso que podríamos caracterizar como adverbial:

(8)
a. entre-abrir
b. entre-cerrar
c. entre-morir
d. entre-mostrar
e. entre-cortar

En todos los casos anteriores, el prefijo denota un resultado incompleto. Cuando las propiedades temporales aspectuales del verbo permiten diferenciar con claridad el desarrollo de la acción y su resultado, se observa con claridad que el prefijo indica que, aunque la acción no culminara, el resultado no llegó a su valor máximo. Quien entrecierra una puerta lo que hace es dejarla solo parcialmente cerrada -por el contrario, no se acerca a la puerta con intención de cerrarla, duda, y no la cierra-; lo mismo sucede con quien la entreabre. Es decir, el desarrollo llega a una culminación, pero el resultado no es completo. Algo se abre, pero no queda abierto completamente. Similarmente, quien entremuestra algo muestra solo una parte de lo que podría haber mostrado; es cierto que muestra algo, pero el resultado que muestra es solo una parte de lo que existe. En el caso de entrecortar se observa que se habla de una acción que no llega a interrumpir completamente una cosa (la música se entrecortaba; su llanto se entrecortaba al recordar aquella experiencia traumática). De forma similar a estos casos, donde lo que es incompleto es un estado o las propiedades que se alcanzan como consecuencia de un desarrollo, tenemos ejemplos en que entre modifica adjetivos y denota una propiedad solo parcialmente satisfecha:

(9)
a. entre-cano
b. entre-fino
c. entre-oscuro

El pelo entrecano es el pelo que solo es cano en parte: o bien solo algunas áreas son canas o bien el color que alcanza el pelo no es estrictamente cano. Lo mismo sucede con una habitación entreoscura, donde se admite la lectura de que solo parte de ella está iluminada y la lectura de que la habitación está iluminada tenuemente.

En otros casos sí se observa que entre muestra incompleción en el desarrollo de la acción, no en su resultado:

(10)
a. entre-ver
b. entre-oír
c. entre-dormir

Quien entrevé algo (10a) no llega a ver algo completamente, pero lo atisba, como en la luz que entraba por las cortinas dejaba entrever una silla en el centro de la habitación. Aquí no estamos hablando de un resultado -algo imposible, dado que el verbo entrever no tiene un componente aspectual de resultado, por ser atélico-, sino de que el proceso perceptivo es incompleto: la persona no ve una silla, sino que acierta a distinguir algunas formas que puede reconstruir como una silla. El verbo entreoír, que es menos frecuente en la actualidad, también se refiere a un proceso perceptivo incompleto en el que el sujeto debe tratar de reconstruir algo a partir de una información incompleta, como en entreoí unas palabras que no conseguí descrifrar o en «también sabré yo / sentir que tú me defiendes, / mientras no sé qué entreoí / de la sinagoga» (Calderón de la Barca, El Cordero de Isaías). Quien entreduerme, por fin, hace una actividad próxima a dormir, pero sin alcanzarla.

2.2. medio

Tradicionalmente, medio no está en la lista de prefijos que se consideran tales habitualmente en español, pero -como se nota en NGRAE (§10.4ñ-q)-esto puede deberse sencillamente al hecho de que ortográficamente se tiende a escribir con un espacio entre él y la base. Los datos de (11) muestran que la unidad que forman la base y medio es sumamente estrecha, porque aparece entre el verbo y su clítico, algo que está vedado incluso a la negación (*se no enamoró). Por esta razón aquí lo consideraremos prefijo.

(11)
a. se medio enamoró
b. se medio desmayó
c. se medio durmió
d. se medio aburrió

En todos los casos anteriores, el prefijo indica un resultado incompleto, es decir, modifica al estado resultante que se alcanza, sin decir si el desarrollo que lleva a dicho resultado es completo o no. La misma lectura se obtiene, como es de esperar, con los participios, que en sí mismos tienden a expresar un resultado:

(12)
a. medio enamorado
b. medio dormido
c. medio muerto
d. medio enfadado

Lo mismo sucede con verbos de estado (medio sabe que esto es así). Con adjetivos, el prefijo designa también propiedades no completas y solamente parciales:

(13)
a. está medio seguro de esto
b. es medio guapo
c. es medio rojo

De la misma manera en que entre significa una acción incompleta en entreoír, cuando medio modifica el desarrollo de un evento -por ejemplo, cuando se combina con actividades atélicas (14)- se refiere al desarrollo de una acción cuyas propiedades son próximas a un estándar, pero no completas. En (14a) no se dice que una entidad casi empezó a volar, o voló un poco pero no hasta donde quería llegar, sino que alcanzó su casa desplazándose de una forma que se asemejaba a «correr», sin llegar a serlo -probablemente porque no se alcanzó la velocidad mínima para llamarla así, dado el contexto.

(14)
a. medio corrió hasta su casa
b. medio voló hasta el nido
c. medio soñó

La misma interpretación se observa ocasionalmente cuando medio modifica a sustantivos, como en (15). El mediopaño es un tipo de tejido, parecido al paño pero no exactamente como él:

(15)
medio-paño

 

3. Una posición para cada lectura

El objetivo de esta sección es mostrar cómo se pueden derivar las lecturas que hemos documentado a partir de un modelo sintáctico de la formación de palabras. Nuestra hipótesis de partida es que la estructura de un verbo es al menos tan compleja sintácticamente como se muestra en (16), tomado de Ramchand (2008):

Es decir, lo que en otros modelos es un único verbo léxico o la combinación de una raíz con un categorizador verbal, es en esta propuesta un conjunto formado por tres proyecciones, cada una de ellas correspondiente a un subevento aspectual. Proc(eso) es el núcleo que aporta una variable eventiva davidsoniana (e) y por ello define la parte dinámica de un evento, indicando el desarrollo que se sigue en su duración. Bajo él, cuando el verbo define sintácticamente un estado subsiguiente, hay una proyección estativa, Res(ultado), que define la situación que se alcanza una vez que culminan algunos procesos télicos. La tercera proyección es Ini(ciación) y define el componente causativo del evento. La presencia o ausencia de estas tres proyecciones define los tipos aspectuales básicos. Una actividad causativa -es decir, un evento que contiene un componente de causación y un desarrollo eventivo- corresponde a la estructura de (17). Un cambio de estado con un resultado y un componente causativo, como romper, corresponde a (18):

Como se ve en los gráficos anteriores, cada una de estas proyecciones aspectuales asigna distintos papeles temáticos a sus especificadores. Ini introduce el agente, mientras que Proc introduce la entidad afectada por el proceso y Res introduce, como es de esperar, la entidad que resulta correspondientemente afectada por el resultado. El mismo argumento puede recibir varios papeles temáticos, porque puede relacionarse con varios subeventos verbales de forma simultánea (cfr. Hornstein, 1999 para argumentos en contra de la biunivocidad de asignación temática). Res, como se ve en (18), introduce como complemento el estado que se alcanza. Nótese que gracias al valor aspectual de Res -estado que sigue a una culminación- se puede obtener la lectura de cambio de estado con un sintagma preposicional que, por sí solo, no puede expresar un cambio, como es el caso de en. De hecho, una de las posibles pruebas de que un verbo especifica un subevento de resultado es si un sintagma preposicional de este tipo puede adquirir una lectura de cambio -frente a una lectura de simple localización del evento (19a, 19b):

(19)
a. #correr en el parque
b. #volar en la jaula
c. entrar en la habitación
d. tirar en la papelera
e. cortar en dos mitades
f. clasificar en grupos
g. amontonar en pilas de tamaño igual

3.1. Los prefijos

Vamos a tratar los prefijos entre y medio como manifestaciones de un operador de cantidad que puede modificar a cualquier sintagma que contenga una variable adecuada (véase §4.5 para la relación entre el prefijo y la preposición entre, que trataremos unificadamente dadas ciertas suposiciones sobre la lexicalización de la estructura). En el caso de estos operadores, la variable no puede ser nunca un periodo temporal, sino que debe ser una entidad escalar o no que expresa una serie de propiedades asociadas a un estado, un evento o una cualidad.

La modificación, en principio, ha sido analizada de dos formas distintas en la bibliografía. Algunos autores -la mayoría- proponen que es adjunción (20a), mientras que una segunda línea de investigación (que tiene en Cinque, 1999 su exponente más explícito) trata a los modificadores como especificadores de una proyección funcional que domina al sintagma modificado (20b):

Aunque en principio nuestro análisis es neutral con respecto a las dos alternativas, veremos en §4 qué razones relacionadas con la lexicalización de la estructura hacen preferible la versión (20b).

Este operador de cantidad tiene un valor «No Máximo», y pertenece a la misma clase conceptual que otros expresados mediante elementos independientes, como un poco, que indican no compleción o ausencia de valor máximo. Es decir, dentro de una escala de posibles valores que puede manifestar una noción, Intermedio indica que no se alcanza el valor máximo posible. Tomemos, como ilustración, el participio abierto, que indica por sí solo una escala cerrada, con un valor mínimo que, si se alcanza, ya permite calificar a una entidad como abierta:

(21)
la ventana está abierta

(21) es cierto aunque la ventana esté abierta solo un milímetro, o menos. Frente a esto, (22) es cierta si la ventana está abierta un valor mínimo, pero no se aallccaannzzaa el valor máximo -en que la ventana está completamente abierta. Por tanto, lo que hacen estos operadores es eliminar el valor máximo de los tramos de la escala que pueden estar denotados por un predicado:

(22)
la ventana está {medio / entre-} abierta

3.2. Estados La lectura de incompleción se aplica al estado resultante cuando el operador modifica al SRes, como en (23):

Por tanto, solo los verbos que tienen un componente de resultado admiten esta lectura. Hay dos pruebas que muestran esto: primero, muchos de estos verbos admiten un sintagma preposicional con en interpretado como el resultado de un cambio. Cuando no lo hacen, es generalmente porque conceptualmente resulta difícil especificar un resultado distinto del que el propio verbo indica por sí solo (e.g., morir):

(24)
a. abrió el pollo en canal
b. cerró las dos mitades en una unidad perfecta, sin solución de continuidad
c. cortó el pan en rebanadas

La segunda prueba es que muchos de estos verbos admiten que un sintagma con durante mida, no la progresión del evento, sino el periodo de tiempo en que se está en cierto estado resultante. Con los verbos que no lo admiten suele darse el caso de que el resultado se interpreta como irreversible, y por eso resulta extraño dar una medida temporal:

(25)
a. se durmió durante 3 horas (=estuvo dormido durante tres horas)
b. abrió la tienda durante 3 horas
c. cerró la puerta durante 10 minutos
d. cortaron la luz durante 20 minutos
e. se aburrió durante 4 horas
f. se enamoró durante tres horas
g. su esperanza murió durante unas horas, hasta que vio el barco de salvamento

3.3. Adjetivos

De la misma manera que estos operadores pueden modificar a estados - que son situaciones no dinámicas ancladas temporalmente- también pueden modificar a cualidades, definidas como estados no anclados temporalmente. En tales casos la variable que liga el operador es la propia escala del adjetivo. Asumimos, con Baker (2003), que en los adjetivos el argumento externo está introducido por una proyección externa al adjetivo (Sintagma Predicación):

3.4. Procesos

Marginalmente, entre puede modificar a actividades sin un estado resultante; medio es más productivo en este sentido. En tales casos tienden a denotar una actividad que no llega a la situación prototípica que normalmente expresa. En tales casos proponemos que el operador actúa sobre SProc -la parte eventiva del evento- y toma la variable eventiva como su punto de apoyo. Sobre ella manipula las propiedades no temporales asociadas al evento:

3.5. Selección y restricción

La productividad de medio es bastante alta, en el sentido de que es sencillo definir nuevas palabras que lo contengan en el uso de operador de valor no máximo que hemos señalado aquí. Una búsqueda en Google de la secuencia me medio da una gran cantidad de resultados, entre otros me medio ricé el pelo, un carro me medio estrelló, me medio enseñaron el culo, me medio sacaron de allí, me medio quiere, etc. No sucede lo mismo con entre en este uso, que es bastante restringido.

En casos como estos, se suelen mencionar dos posibles alternativas. La primera sería tratar entre como un prefijo y, por tanto, como una pieza restringida de forma idiosincrásica por la morfología; medio, en cambio, sería una pieza que aún no se ha reclasificado plenamente como prefijo y conserva parte de las propiedades de productividad amplia, características de las unidades sintácticas. La segunda alternativa es proponer que la distribución de entre es tan limitada porque impone a su variable restricciones muy específicas. Dada la aproximación que hemos adoptado en este artículo, nuestra alternativa natural es la segunda, ya que no asume una diferencia entre morfología y sintaxis -algo que sí hace la primera.

Si observamos comparadamente ambos operadores, observamos que el primero solo acepta verbos de cambio de estado. Los verbos que indican cambios relacionados con la localización (28b) o la distribución u organización de algo (28c) admiten medio, pero no entre. Entre solo admite verbos que expresan cambios entre distintos estados posibles para la misma entidad, que difieren solo en sus propiedades internas. Por extensión, podemos pensar que ver y oír, en tanto que implican una percepción, denotan estados cualitativamente distintos del sujeto.

(28)
a. entre-abrir / medio abrir
b. *entre-mudarse a China / medio mudarse a China
c. *entre-ordenar en filas / medio ordenar en filas

De hecho, si nos concentramos en verbos de cambio que indican el tránsito a un estado cualitativamente distinto, encontramos otras voces documentadas que los diccionarios no listan, a veces de uso frecuente solo en algunas áreas (como entrequemar, de Castilla y León):

(29)
a. entreaparecer
b. entrequemar
c. entreasar
d. entreaclarar
e. entrerromper

Lo que sucede es que no hay tantos verbos que satisfagan las condiciones de selección del operador, y, de ellos, solo un subconjunto está activo en el uso. La competición con medio, que es mucho más frecuente porque no tiene estos mismos requisitos de selección y da lugar al mismo significado cuando se combina con esta subclase, tampoco contribuye a que las formas sean frecuentes o abundantes.

 

4. Un problema de linearización

Partiendo de este análisis, el lector habrá notado un problema potencial en la linearización del prefijo. Especialmente, cuando modifica al estado resultante, obtenemos una estructura como (30):

Dada la estructura de (30), esperaríamos que entre- no apareciera como un prefijo, porque no se encuentra a la izquierda de la proyección verbal más alta, que es SIni. Suponiendo que el verbo se forma mediante movimiento de núcleo (Res+Proc+Ini) y se materializara en Ini, esperaríamos que entre- emergiera como un complemento o como un sufijo, dando lugar a (31), que es agramatical:

(31)
a. *Juan cerr-entre-ó la puerta
b. *Juan cerró entre la puerta

De alguna forma hay que capturar el hecho de que el prefijo aparece a la izquierda del verbo, como si estuviera modificando a Ini. Hay dos alternativas: una, de corte lexicalista, es proponer que el afijo está recogido en el léxico como «prefijo», e idiosincrásicamente se sitúa en esa posición. Otra es derivar su posición de algún principio general, y es lo que vamos a intentar aquí.

4.1. Materialización de sintagma

En el modelo de Ramchand (2008), un único morfema puede materializar una serie de núcleos, es decir, un sintagma o un constituyente complejo. Específicamente, lo que Ramchand propone es que un morfema como abr(i)- lexicaliza el constituyente verbal completo, como en (32):

La propiedad crucial para que pueda realizarse esta lexicalización, sin embargo, es que los núcleos que se materializan deben formar un constituyente sintáctico. En (32) hay un nudo (SIni) que contiene los tres núcleos relevantes y no hay más material. Sin embargo, esto no es el caso en (30), donde tenemos tanto argumentos especificadores -que no están lexicalizados por el verbo- como un SF que contiene un operador. Algo más, pues, tiene que suceder.

4.2. Movimiento de evacuación

La propuesta de Ramchand, y otros autores que trabajan en este modelo, es que, como condición previa a la lexicalización de (32), deben evacuarse del constituyente sintáctico los elementos que no forman parte de los rasgos de la pieza. El movimiento de los argumentos no constituye ni un problema ni un cambio con respecto a lo que normalmente se asume para la estructura verbal. El argumento externo se desplaza a una posición de caso superior al verbo (ST) y, de forma semejante, el argumento interno se mueve a una posición de caso acusativo. En su lugar dejan copias que, como suele suceder, se ignoran al lexicalizar. Este movimiento de caso, necesario independientemente por las propiedades de los argumentos, libera el constituyente de los elementos no incluidos en la lexicalización:

Veamos ahora qué sucede con entre-, y por qué, partiendo de estas mismas premisas, debe convertirse necesariamente en un prefijo. La situación que nos importa es la de (34). En este contexto es donde se produce el movimiento de evacuación:

(34) no puede lexicalizarse como un verbo, porque contiene un constituyente que se manifiesta léxicamente como entre. La propuesta es que en tales casos debe producirse un movimiento de evacuación morfofonológico en el que el exponente se reordena, desplazándose a una posición más alta, para permitir la lexicalización del constituyente verbal. Este movimiento se produce en la interfaz fonológica, y por lo tanto no altera el alcance semántico del operador. Una vez que se produce (35), el constituyente verbal queda libre para lexicalizarse como abr(i)-:

Asumiendo que el movimiento siempre se produce a una posición más alta dentro de una estructura, la consecuencia es que el elemento se convertirá en un prefijo -a la izquierda de la base- y no en un sufijo. Este es el resultado correcto. Por tanto, nuestra propuesta deriva que entre, como modificador aspectual -incluso del aspecto resultante-, debe funcionar como un prefijo: es un modificador de un elemento interno al verbo, y como tal debe evacuar el constituyente verbal para permitir su lexicalización.

4.3. Cómo convertirse en un prefijo

De nuestro análisis se sigue una consecuencia directa:

(36)
Ceteris paribus, un elemento que modifique una parte de una estruuraestructura lexicalizada como un único morfema deberá terminar como un un prefijo de esa estructura.

Es decir, todo elemento que sea modificador de un morfema debe convertirse en un prefijo. La razón es que, como modificador, debe responder a una estructura como (37), donde Op es el modificador:

Si X e Y se deben materializar como un solo elemento, el material que lexicalice SF (incluyendo al operador) deberá desplazarse para permitir la lexicalización de X e Y.

Lo que captura esta generalización es el hecho de que los modificadores de propiedades -es decir, los operadores, que no cambian la categoría gramatical de la base pero sí afectan a la interpretación de los elementos que se contienen dentro de esa categoría- deberán ser prefijos. En general, esto es cierto: (38) da una lista de algunos de los modificadores verbales del español realizados como afijos. Todos ellos son prefijos, porque se encontrarían en la misma situación:

(38)
re-, sobre-, sub-, co-, auto-, inter-, intra-...

 

5. Conclusión

En este trabajo hemos examinado una de las propiedades de los prefijos que actúan como operadores dentro de subconstituyentes de la estructura de la palabra. Hemos mostrado cómo no es necesario postular su naturaleza de prefijos como parte de la información idiosincrásica que contiene una pieza léxica; la alternativa es tratarlos como operadores y derivar su posición a partir de las reglas de lexicalización que hacen posible que un solo morfema lexicalice una estructura compleja sintácticamente.

 

_____________________________
Notas
* Artículo de reflexión.

 

Referencias bibliográficas

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