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Lingüística y Literatura

Print version ISSN 0120-5587

Linguist.lit.  no.66 Medellìn July/Dec. 2014

 

LOS FENÓMENOS LINGÜÍSTICOS QUE CARACTERIZAN A LAS PROTAGONISTAS DE DIEZ MUJERES DE MARCELA SERRANO*

THE LINGUISTIC PHENOMENA THAT CHARACTERIZE THE PROTAGONISTS OF MARCELA SERRANO'S DIEZ MUJERES

 

Linda Flores Ohlson

Göteborgs universitet, Suecia, linda.flores@sprak.gu.se.

Recibido: 19/04/2014 - Aceptado: 08/05/2014


 

Resumen

En Diez mujeres de Marcela Serrano, nueve mujeres chilenas de diferentes clases sociales relatan sus historias. Estudiamos los fenómenos lingüísticos que se usan para caracterizar a estos personajes. Mediante la ayuda de diccionarios, descripciones del español chileno y el programa de análisis de corpus AntConc, descubrimos que Serrano se vale, entre otras cosas, del voseo verbal, apócopes y diminutivos para caracterizar a los personajes de clase socioeconómica baja, mientras que el uso del inglés y referencias a escritores, pintores y músicos caracterizan los relatos de las protagonistas de clase socioeconómica alta.

Palabras clave: variedades diastráticas del español, español chileno, análisis de corpus.


 

Abstract

In Marcela Serrano's Diez mujeres, nine Chilean women from different social classes tell their stories. I study the linguistic phenomena which are used to describe these characters. With the help of dictionaries, descriptions of Chilean Spanish and the corpus analysis program AntConc, I discover that Serrano uses, among other things, verbal voseo, apocopes and diminutives to characterize the characters of low socioeconomic class, while the use of English and references to writers, painters and musicians feature the stories of the characters of high socioeconomic class.

Keywords: diastratic varieties of Spanish, Chilean Spanish, corpus analysis.


 

1. Introducción

En la novela Diez mujeres, de la autora chilena Marcela Serrano, puede leerse: «Tranquilita y pasiva ella, hacía caso en todo y la Katy me dijo: "¿sabís qué, Juani?, la Susy está sumisa como si la hubiera mordido un vampiro"» (Serrano, 2011, p.93 ). Al observar en esta cita tanto el uso del artículo determinado ante los antropónimos como el voseo verbal, nos preguntamos si en el español chileno existen rasgos lingüísticos que se relacionen claramente con niveles socioeconómicos/culturales diferentes, cuyo uso en la literatura de ficción pueda servir para caracterizar a los personajes. Sabemos que existen diferencias diastráticas en todas las variedades diatópicas del español, y los hablantes nativos de una cierta variedad geográfica generalmente conocen las características más sobresalientes de las variedades diastráticas de su país. Sin embargo, cuando se publica una novela cuyos posibles lectores pueden desconocer por completo esta variedad geográfica, ¿cómo puede valerse el escritor de ciertos rasgos lingüísticos para caracterizar a sus personajes de manera que puedan ser identificados como pertenecientes a diferentes clases socioeconómicas/culturales? Lipski indica que, en cuanto a la literatura costumbrista/regionalista,

[a]lgunos autores optan por el empleo selectivo de vocablos dotados de connotaciones populares y regionales, dejando intactas las bases gramaticales de la lengua. Estos elementos léxicos pueden aparecer tanto en el trasfondo narrativo como en el diálogo, y aportan un sabor exótico al texto sin entorpecer la comprensión por parte de lectores extraterritoriales. (2006, pp.349-350)

La novela de Serrano, publicada en 2011, no pertenece al género de literatura costumbrista; sin embargo, un lector extraterritorial puede fácilmente identificar que en ella se hallan rasgos que no figuran en todas las variedades del español, lo cual hace que el texto se preste para un análisis lingüístico de rasgos característicos del español chileno o americano contemporáneo. En la novela, nueve mujeres chilenas, procedentes de diferentes clases socioculturales y económicas, relatan las historias de sus vidas en una sesión final en la que su psicóloga Natasha ha juntado a todas sus pacientes. El objetivo principal del presente estudio es averiguar de qué fenómenos lingüísticos se vale Serrano para caracterizar a estos personajes. Esto es, intentaremos detectar diferencias en el vocabulario, en la morfosintaxis o en la representación gráfica de la fonética que cumplan la función de apoyar el contenido de los relatos a la hora de caracterizar a los personajes como pertenecientes a diferentes clases socioeconómicas/culturales. En segundo lugar, llevaremos a cabo una comparación de los hallazgos del análisis de nuestro corpus con estudios sobre el español chileno, para averiguar si los fenómenos lingüísticos en la novela reflejan dicha variedad diatópica, sobre todo en lo referente al español santiaguino.

 

2. Corpus y método

Para realizar un análisis lingüístico comparativo basado en la pertenencia de las protagonistas de la novela a diferentes clases sociales, estudiamos los datos que se presentan sobre las protagonistas y que nos indican a qué clases socioeconómicas pertenecen, para poder agruparlas en dos diferentes categorías comparables, a saber: universitarias [Uni] y no universitarias. Dentro de la categoría no universitarias tomamos en consideración dos subcategorías: las de formación profesional [Prof] y las que carecen de formación [-]. Debemos tomar en cuenta, asimismo, la diferencia etaria entre las protagonistas (la más joven tiene 19 y la mayor 77), ya que esto puede afectar al lenguaje empleado por ellas. A continuación presentamos los datos principales en los que basamos dicha categorización:

Andrea (AN[Uni]): Edad: 43. Educación: Periodismo en la universidad. Profesión: exitosa presentadora de la televisión. Familia: padre (reportero policial), madre (ama de casa). En cuanto a su situación económica, Andrea constata que «[s] oy bastante famosa y he ganado bastante plata» (Serrano, 2011, p.225). Francisca (F[Uni]): Edad: 42. Educación: Arquitectura en la universidad. Profesión: socia de una agencia inmobiliaria. Familia: padre (economista en el mundo financiero), madre (ama de casa). Francisca nació en la calle Bilbao, zona en la que entre el 36-41% de la población pertenece a la clase ABC1, que corresponde a clase media alta y élite1

La oficina de la inmobiliaria de la que es socia está en Providencia, comuna en la que el 35,9% de la población pertenece a la clase ABC1. Layla (LA[Uni]): Edad: 42. Educación: Periodismo en la universidad. Profesión: profesora en la universidad y escritora. Familia: padre (empresario textil), madre (trabajó en la tienda de su esposo). El caso de Layla es el menos claro: viene de una familia de inmigrantes de un nivel socioeconómico no muy alto y cuenta cómo, después de haber tenido a su hijo, fruto de una violación en el país natal de sus padres, Palestina, se instala en un apartamento en la avenida Perú, donde únicamente un 3% de población perteneciente a la clase ABC1. La protagonista afirma que no forma parte de la clase socioeconómica alta: «Un par de compañeras mías pertenecían al círculo del barrio alto. A través de ellas, que eran buenas personas, atisbé ese raro universo de los ricos» (Serrano, 2011, p.161). Sin embargo, Layla tiene estudios universitarios y un trabajo intelectual. Simona (S[Uni]): Edad: 61. Educación: Sociología en la universidad. Profesión: investigadora para una organización extranjera. Familia: no hay datos. Simona cuenta que, de joven, salía a una discoteca que quedaba en La Reina, comuna en la que el 40,6% de la población pertenece a la clase ABC1. Vive, además, en una casita comprada en «la playa más linda de Chile» (Serrano, 2011, p.137). Guadalupe (G[Uni]): Edad: 19. Educación: Informática en la universidad. Profesión: todavía ninguna. Familia: padre (importaciones de piezas para maquinarias), madre (ama de casa). Guadalupe vive con sus padres en La Dehesa, cuya población presenta el 43,2% de la clase ABC1, y cuenta que la casa es «enorme y llena de comodidades, con mucha tecnología y no muy buen gusto, todo es nuevo» (Serrano, 2011, p.200). Mané (M[Prof]): Edad: 75. Educación: Teatro. Profesión: actriz (jubilada). Familia: padre (jefe de construcción), madre (costurera). Mané vive en un apartamento diminuto en la calle Santiago, en el centro de Santiago, donde el 9,7% de la población pertenece a la clase ABC1. Cuenta que tiene dificultades para pagar sus medicamentos, de su «exigua jubilación» (Serrano, 2011, p.62) y que es paciente pro bono de la terapia. Ana Rosa (AR[Prof]): Edad: 31. Educación: Publicidad en un instituto profesional. Profesión: secretaria. Familia: padre (profesor de escuela primaria), madre (la Municipalidad). Ana Rosa ha vivido toda su vida en La Florida, comuna que tiene el 11,7% de la población en la clase ABC1. Juana (J[-]): Edad: 37. Educación: ninguna. Profesión: depiladora en un salón de belleza. Familia: madre (soltera, trabajadora en una fábrica de chocolate artesanal). Juana vive en una casa en Maipú, donde el 7,5% de la población pertenece a la clase ABC1. Esta protagonista narra sobre sus dificultades para pagar los medicamentos de su hija. Nos informa, además, que es paciente pro bono de la terapia. Luisa (LU[-]): Edad: 77. Educación: ninguna. Profesión: campesina, luego empleada en una casa y actualmente vendedora en un quiosco. Familia: no hay datos. Luisa es de un pueblo al sur de Chile y ha vivido en General Velásquez, en Santiago Centro y en Bernardo O'Higgins, zona que tiene una población perteneciente a la clase ABC1 de entre un 2-10%, y es también paciente pro bono de Natasha.

Tal y como puede observarse en esta presentación, cinco de las nueve protagonistas tienen educación universitaria, dos tienen una formación profesional y dos carecen de formación. Podemos concluir que existe una correspondencia clara entre el nivel educacional y el estatus socioeconómico, ya que las protagonistas con estudios universitarios tienen trabajos intelectuales y han crecido, o viven, en zonas con altos porcentajes de residentes pertenecientes a la clase media alta o élite (ABC1), mientras que las protagonistas no universitarias tienen trabajos de índole más manual, viven en zonas de un nivel socioeconómico más bajo y ellas mismas comentan sus problemas económicos. En cuanto al rol de la profesión para la pertenencia a una clase social u otra, Rivas Rivas (2008, p.377) apunta a la distinción manual-no manual, lo cual va de la mano con lo que hemos hallado en nuestro análisis. La única excepción de este paradigma es Layla, ya que, por un lado, viene de una familia que no pertenece a la clase media alta/élite, pero, por otro lado, sí tiene estudios universitarios. Sus problemas económicos se deben, sin embargo, mayormente al hecho de que es alcohólica, y cuenta cómo, por culpa de sus problemas con el alcohol, pierde su trabajo y gasta mucho dinero en la mantención de su adicción.

Para obtener los datos a analizar obramos de dos maneras diferentes: primeramente, realizamos dos lecturas detenidas de la novela apuntando fenómenos que nos llamaron la atención, tales como palabras malsonantes, vulgares, coloquiales o regionales, el uso del artículo determinado antepuesto a los antropónimos, apócopes, etc.; en el segundo paso sometimos el texto a una cantidad considerable de búsquedas distintas mediante el programa AntConc («a freeware, multiplatform tool for carrying out corpus linguistics research and data-driven learning», Anthony, 2011). La herramienta «Concordance» de AntConc sirvió para hallar todos los casos de los fenómenos que nos interesaban estudiar, y al adjuntar los relatos de cada protagonista por separado pudimos obtener una visión panorámica de la diferencia en uso de estos fenómenos entre las protagonistas. Se realizaron, asimismo, numerosas búsquedas con la ayuda del asterisco, que posibilita la búsqueda de palabras que constan de una cierta combinación de palabras. Por ejemplo, al buscar «bolud*» se obtienen todas las palabras que contienen estas letras, como boludo, boluda, boludeces, etc. La herramienta Word List nos permitió comparar la densidad léxica entre los relatos. En algunos casos en los que vimos oportuno realizar comparaciones entre nuestro corpus y un corpus grande de español actual, nos valimos del Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) (RAE). En cuanto a las palabras regionales, vulgares, malsonantes, coloquiales y extranjeras, se extrajeron de la novela mediante tres métodos: el primero consistió en una selección subjetiva al leer la novela: se trata de una simple extracción de las voces que nos llamaron la atención; seguidamente nos valimos del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) (2009) y del Diccionario panhispánico de dudas (DPD) (2005), para comprobar si efectivamente se trataba de voces regionales, vulgares, malsonantes, coloquiales y extranjeras: esto es, en el diccionario la expresión tenía que aparecer marcada como una voz perteneciente a una región determinada o a un registro vulgar, coloquial, etc.; el tercer método de selección constó de una selección mecánica con la ayuda del vocabulario del procesador de texto Word. Al pasar el texto a Word, extrajimos todas aquellas palabras que el programa Word marcó como desconocidas. En un segundo paso estudiamos estas palabras en DRAE y DPD para comprobar si efectivamente se trataba de voces pertenecientes a las categorías mencionadas. Y, finalmente, mediante algunos estudios del español chileno (Poblete Vallejos, Pons Galea y Samaniego Aldazábal, 2000; Rabanales, 2000; Sáez Godoy, 2002) y un diccionario de americanismos (Ramón Sopena, 2002), encontramos más palabras regionales y otros tipos de fenómenos lingüísticos característicos del español chileno. Cabe destacar que, entre los llamados regionalismos en el presente estudio, hemos incluido tanto palabras marcadas como pertenecientes al español chileno como palabras de un uso tan amplio como toda América, ya que, para un lector que no está muy familiarizado con el español americano, incluso los rasgos panamericanos pueden resultar ajenos. Debe notarse, además, que existe la posibilidad de que entre los americanismos aparezcan palabras cuyo uso se encuentra extendido asimismo en España, y que en tales casos se trata más bien de expresiones coloquiales que regionales. Esto también ocurre en el caso de los adjetivos, adverbios, prefijos, apelativos e interjecciones estudiados; es decir, no pertenecen en todos los casos únicamente a la variedad chilena del español, sino que se trata más bien comúnmente de un español coloquial o informal (ver, por ejemplo, el caso de plata: «dinero»). Las palabras extranjeras que incluimos en esta parte del estudio son aquellas que no aparecen ni en DRAE ni en DPD y, por tanto, las consideramos no pertenecientes al vocabulario de la lengua española. No está incluida la palabra jeans, por ejemplo, que en nuestro corpus aparece en seis ocasiones por cuatro protagonistas, ya que aparece en DPD en las formas jean y blue jean. Hemos excluido, asimismo, los nombres propios en otras lenguas, como, por ejemplo, cola y stick-fix, ya que es frecuente el uso del nombre de una marca para denominar una categoría de productos (como, por ejemplo, colgate para «pasta de dientes»), no como el nombre de una marca, sino del producto en general. Este uso de nombres propios de marcas no consideramos que se constituya en una prueba de conocimientos de la lengua extranjera en cuestión.

Estudiamos y comparamos los siguientes aspectos del vocabulario, de la morfología, de la representación gráfica de la fonética y del contenido en el corpus:

 

3. Análisis

Estudiaremos las expresiones regionales, las expresiones vulgares / malsonantes / coloquiales, un apelativo, una interjección, algunos adjetivos, adverbios y prefijos, palabras y expresiones en inglés u otras lenguas extranjeras, la densidad léxica, el artículo determinado antepuesto a antropónimos, los diminutivos, el voseo verbal, apócopes y las referencias a personas conocidas. Debe señalarse que, debido al espacio limitado del cual disponemos para la presentación de este estudio, no realizaremos un resumen ni comentaremos las implicaciones de los hallazgos en el análisis al final de cada apartado sino únicamente en las conclusiones.

3.1. Expresiones regionales

Los regionalismos que hallamos en el corpus son: aperrar, appolerado, bajoneada, boludo, cachar, cototudo, cuica, descueve, elegantoso, imbancable, laburo, luca, mina, nomás, pega, peso, pinochetista, piscola, plata, pololear, sopaipillas, mi viejo. J[Uni] es, con mucho, la que más expresiones regionales usa, seguida de G[Uni], Lu[-] y M[[prof]. Aunque con poca diferencia, la restante no universitaria, AR[Prof] excede a todas las universitarias, menos a G[Uni], en el uso de las palabras regionales.

Si estudiamos la frecuencia de los distintos regionalismos en el corpus, podemos observar que plata es el más usado, con una cantidad total de 43 ocurrencias, y es, además, el único usado por todas las protagonistas. La segunda acepción de DRAE, «[m]oneda o monedas de plata», no indica que se trate de un regionalismo, sin embargo, Aleza Izquierdo y Enguita Utrilla (2002, p.269) indican que, con el significado de «dinero», es usado en toda América. Según nuestras fuentes bibliográficas, plata, con el significado de «dinero», no parece presentar una diferencia de uso entre las clases sociales, a pesar de que en nuestro corpus podemos observar una mayor preferencia por parte de las protagonistas no universitarias por esta palabra: J[-] y M[Prof] son las que la usan con más frecuencia: ocho veces cada una. Muchas de las ocasiones en las que las protagonistas no universitarias se valen de dicha palabra constituyen evidencias de las dificultades económicas que sufren. J[-], por ejemplo, afirma que «[c]uando estoy corta de plata hago depilación a domicilio» (Serrano, 2011, p.79), y, al hablar de su jubilación, M[Prof] indica que «si me hubiera pescado la previsión privada que inventó Pinochet estaría pidiendo plata en la calle» (Serrano, 2011, p.62). Si estudiamos el uso de plata en relación con las otras palabras monetarias que aparecen en el texto (peso(s), lucas, dinero), podemos observar que M[Prof] y J[-] son las que más tocan el tema del dinero, pero que, aparte de ellas, no puede detectarse una diferencia grande entre las categorías universitarias y no universitarias.

La segunda categoría más frecuente entre las palabras regionales es pololear (y sus derivados pololo(a), pololeo), con un total de 19 ocurrencias en cinco protagonistas. En este punto no podemos hallar una diferencia entre las universitarias y las no universitarias, aunque cabe destacar que, en el relato de G[Uni], la protagonista más joven, las relaciones sentimentales y su identidad sexual como homosexual son los temas principales, lo cual puede ejemplificarse con la siguiente cita: «Desde ese día estuvimos juntas y con ella creé mi primera pareja, con todo lo que eso significa: una niña de catorce años pololeando de verdad con una de diecinueve» (Serrano, 2011, p.204).

La tercera palabra más frecuente es nomás, con 18 ocurrencias entre cinco protagonistas. En este punto podemos notar una diferencia entre las universitarias y las no universitarias. LA[Uni] y G[Uni] la usan una vez cada una, mientras que M[Prof], J[-] y LU[-] la usan un total de 16 veces. Aunque DPD no anota esta expresión como perteneciente a una clase social determinada, indica que, con ciertos significados, se trata, efectivamente, de un americanismo.

En cuanto a la palabra regional pega, podemos observar que, con la excepción de G[Uni], que la usa dos veces, son únicamente las protagonistas no universitarias las que la usan. Cabe destacar que no se trata de que únicamente las no universitarias hablen de trabajo, ya que la palabra trabajo aparece justamente un total de 77 veces, entre ellas 22 veces por las universitarias, y laburo una vez, usada asimismo por una universitaria.

Diez de las 21 palabras regionales son usadas solamente por las no universitarias: aperraba, apollerado, bajoneada, boludos, cototudos, descueve, elegantosos, lucas, piscola, sopaipilla. Todas ellas, con la excepción de lucas, son usadas únicamente por la protagonista J[-]. Entre las 11 palabras regionales usadas también por las universitarias, son tres las usadas únicamente por G[Uni]: cachar -también usada por J[-]-, cuicas -también usada por M[Prof] y J[-]- e imbancable. Entre las ocho restantes, tres son usadas únicamente por otras universitarias: laburo - usada una vez por AN[Uni] al citar a una argentina-, mina(s) -usada por F[Uni] una vez y 11 veces por G[Uni]- y pinochetistas -usada una vez por F[Uni].

3.2. Expresiones vulgares / malsonantes / coloquiales

En cuanto al español de Chile, Rabanales (2000, p.137) apunta que el «habla informal, y sobre todo inculta, se caracteriza [...] por un lenguaje en que abundan las expresiones groseras (tabúes) de carácter sexual y escatológico, habla que alcanza al nivel de educación secundaria y universitaria». En nuestro corpus encontramos las siguientes expresiones: cagar, chucha, cojones, concha, coño, depre, guata, huevón, joder, logo,2 maricón, mierda, pendeja, empingorotado, profe, putear, rechonchas. Podemos observar que J[-] es, con diferencia, la que más expresiones vulgares / malsonantes / coloquiales usa, seguida de G[Uni]. Aparte de estas dos protagonistas, encontramos que la cantidad de expresiones de este grupo no se diferencia significativamente entre las categorías universitarias y no universitarias. Es de interés estudiar la frecuencia en uso de las expresiones vulgares y malsonantes separadas de las coloquiales, ya que las últimas pueden resultar frecuentes en un lenguaje espontáneo en una situación de confianza como la que presenta la novela, mientras que las expresiones consideradas por DRAE como vulgares o malsonantes marcan otro tipo de discurso, ya que pueden percibirse como ofensivas o inadecuadas incluso en contextos informales. Si estudiamos en DRAE las palabras arriba listadas, se aprecia que las siguientes son clasificadas como vulgares o malsonantes: cagar, chucha, cojones, concha, coño, huevón, joder, maricón, mierda, pendeja, putear. Habiendo extraído las expresiones coloquiales, siguen siendo las protagonistas J[-] y G[Uni] quienes se destacan, ya que son las que más expresiones vulgares y malsonantes usan.

Putear y huevón, y sus derivaciones, son las expresiones más frecuentes. En cuanto a huevón, Rojas (2012) apunta que sus significados léxicos en el español chileno son «tonto» y «persona» (generalmente con una valoración negativa), y que la palabra tiene asimismo una función de marcador del discurso conversacional, pero que, con esta función, no presenta ninguno de los valores léxicos anteriormente citados sino que «cumple la función discursiva de marcar la intención de mantener el contacto comunicativo, apelando o "apuntando" directamente al oyente», es decir, con una función fática (Rojas, 2012, pp.156, 158). Rojas (2012, p.157) indica seguidamente que esta palabra «muestra una clara preferencia de uso en situaciones informales y cuando los interlocutores se tienen mucha confianza».

En nuestro corpus hallamos únicamente evidencias del valor léxico de huevón como «tonto» o «persona», con o sin connotación negativa. Por ejemplo, en «después del tercer shot de tequila, apareció un huevón ultraguapo con una mina» (G[Uni]) (Serrano, 2011, p.201), donde la palabra en cuestión parece tener el significado léxico neutral de «persona», sin connotación negativa, mientras que en «[e]l otro huevón aceptó al tiro, ni tonto» (J[-]) (Serrano, 2011, p.101) podría interpretarse con un valor negativo ya que se trata de una niña de doce años que, al escaparse de casa, ofrece a un señor su cuerpo a cambio de que la lleve a la capital. En otros casos el valor negativo de huevón queda más transparente, como, por ejemplo, en «[c]uando le pedí, amablemente, que no volviera a decirla, me dio una lección sobre la pobreza del léxico de mi franja social, sobre nuestra incultura y bla, bla, bla, ¡qué huevón con tan poco sentido del humor!» (S[Uni]) (Serrano, 2011, p.119). El uso de esta palabra es sumamente frecuente en el español de Chile, lo cual puede comprobarse con una simple búsqueda en el CREA de las palabras huevón y huevones. Existe un total de 187 ocurrencias: huevón en 37 documentos distintos y huevones en 22 documentos diferentes. De estas ocurrencias, Perú presenta el 35,2% en tres y nueve documentos respectivamente; Honduras el 22,9%, pero en un solo documento; y en tercer lugar hallamos a Chile con un 19,7%, lo cual significa 26 casos de huevón en ocho documentos distintos y 11 casos de huevones en nueve documentos. La alta frecuencia de esta expresión en el español chileno se refleja, asimismo, en el relato de AR[Prof], que dice «evito que la palabra central de mi vocabulario sea huevón como lo es para las tres cuartas partes de este país» (Serrano, 2011, p.253). En el relato de AR[Prof], esta es la única vez que aparece la palabra en cuestión.

3.3. Apelativos / Interjecciones

Al leer la novela, nos llamó la atención el apelativo mijita («mi hijita»), ya que presenta una ortografía no estándar cuyo objetivo parece ser brindar características de lenguaje hablado coloquial al texto. En las tres veces que aparece esta expresión en la novela las protagonistas citan a sus madres, es decir, se trata efectivamente de lenguaje hablado. Lo que sabemos de las tres madres que se valen de dicha expresión al hablar con sus hijas es que la de AR[Prof] trabajaba en la Municipalidad, la de F[Uni] era ama de casa y la de J[-] era trabajadora en una fábrica de chocolate artesanal. Es decir, no pertenecían a una clase social universitaria intelectual. Cabe destacar, asimismo, que la ortografía estándar mi hija, como posible apelativo, no aparece en el texto.

Otra expresión coloquial que relacionamos con el español chileno es la interjección pucha(s): «para expresar sorpresa, disgusto, etc.» (DRAE). El diccionario no la destaca como un regionalismo; está incluida, sin embargo, en el diccionario de americanismos. Esta interjección aparece cinco veces en el texto, dos por J[-] y tres por LU[-]. Cabe destacar que no estamos del todo de acuerdo con la definición de DRAE de que se usa para expresar sorpresa o disgusto, ni con la definición de Sopena, que dicta que se usa para expresar asombro o sorpresa, ya que nos parece que al menos tres de los casos de puchas en nuestro texto presentan más bien características de expresión de refuerzo:

Tiene recuerdos de muy chica colgando de la mano de su madre en los museos más lindos del mundo y escuchándola decir: no importan los nombres de los movimientos ni de los pintores o arquitectos, lo que quiero es que tus ojos se acostumbren a la belleza. Y puchas que se acostumbraron. (J[-]) (Serrano, 2011, p.104)

Sabía que no iba a ningún lado, que no teníamos futuro, que él nunca abandonaría a la madre de sus hijos. Pero igual éramos tan felices juntos, puchas que nos queríamos y nos aveníamos. (J[-]) (Serrano, 2011, p.110)

La tomó conmigo el Batalla y no me dejaba ni a sol ni a sombra, ¡puchas que me quería! (LU[-]) (Serrano, 2011, p.178)

En el primer caso de puchas arriba interpretamos la expresión como y sí que se acostumbraron, en el segundo como de verdad que nos queríamos y en el tercero como ¡y cómo me quería! o ¡y me quería tanto!, es decir, con el significado de expresión de refuerzo. Cabe anotar que puchas es usado solo por protagonistas no universitarias.

3.4. Adjetivos / adverbios / prefijos

Los adjetivos, adverbios y prefijos analizados son los siguientes: bien, harto, hiper-, puro, super-, re-, ultra-. Si estudiamos la cantidad total de adjetivos, adverbios y prefijos podemos observar que la universitaria más joven, (G[Uni]), junto con las no universitarias, son las que más expresiones de este tipo usan.

DPD apunta que bien, antepuesto a un adjetivo o a otro adverbio, tiene un valor de intensificador enfático, equivalente a muy. Poblete Vallejo et al. (2000, p.149) dan testimonio del adjetivo bien con valor de modalizador intensificador en el español culto santiaguino. En nuestro corpus, sin embargo, podemos observar que, de las 20 ocurrencias, únicamente un tercio es pronunciado por las universitarias y no aparece en el relato de dos de ellas, mientras que se da en todos los relatos de las no universitarias.

A la palabra harto, con el significado adjetival de «bastante» o «sobrado» o con el significado adverbial de «de sobra», la relacionamos asimismo con el español chileno, a pesar de que DRAE no le da marca regional alguna y no está incluida en el diccionario de Sopena. El adjetivo harto es usado tanto por las universitarias como por las no universitarias, aunque con mayor frecuencia por este último grupo ya que todas las no universitarias lo usan mientras que únicamente tres de las cinco universitarias lo hacen, y solo una vez cada una.

Hallamos el prefijo hiper- en combinaciones que no aparecen en DRAE ni en CREA: tres veces, dos de ellas en el relato de G[Uni] (hiperrestringidos, hiperescondidas) y una en el de M[Prof] (hipersana).

El adjetivo puro, con el significado de «[m]ero, solo, no acompañado de otra cosa» (DRAE), y antepuesto al sustantivo, aparece en todos los relatos menos en el de S[Uni]. Con la excepción de J[-], las no universitarias lo usan con más frecuencia que las universitarias. Poblete Vallejo et al. indican que

[e]l uso del adjetivo puro con [el valor focalizador restrictivo y privativo] es de carácter tradicional en el habla de Chile, no obstante, en el corpus se presenta únicamente en el grupo etario A [25-35 años]. Al parecer, los informantes de los otros dos grupos evitan sistemáticamente su empleo, tan generalizado en el país, por percibirlo poco formal. (2000, p.151)

En nuestro corpus, sin embargo, las protagonistas que más se valen de esta palabra son las dos mayores: M[Prof], de 75 años, y LU[-], de 77 años, y también AR[Prof], de 31 años.

DPD apunta que el prefijo super-

[e]n el español coloquial actual se usa con mucha frecuencia para añadir valor superlativo a los adjetivos o adverbios a los que se une [...] Como el resto de los elementos compositivos prefijos, super- es átono y debe escribirse sin tilde y unido sin guion a la palabra base. No se considera correcta su escritura como elemento autónomo. (RAE, 2005)

En el texto hallamos tres casos de super- como elemento compuesto para añadir valor superlativo a dos adjetivos y a un adverbio; aparece asimismo escrito unido a la palabra base, tal y como se indica en DPD (supermino, superbién, superlinda). Estos tres casos aparecen en el relato de G[Uni]. Hallamos, sin embargo, cuatro casos en los que super se escribe separado de la palabra base, tres de ellos nuevamente en el relato de G[Uni] y uno en el de AR[Prof] (super chicas, super sola, super políticamente correcto, super complicada). En total, el intensificador super- aparece ocho veces en nuestro corpus, seis de las cuales en el relato de G[Uni]. Esto concuerda con lo que constatan Poblete Vallejo et al. (2000, p.149) al estudiar el español culto de Santiago de Chile, ya que en su corpus «se manifiesta como fenómeno característico del habla femenina de los tres grupos etarios [A: 25-35, B: 36-55, C: 56-75], pero con una frecuencia significativo en el grupo A».

El prefijo re-, para denotar «intensificación», se usa 12 veces en el texto, y en tres de ellas se refuerza el valor de intensificación añadiendo a re- las sílabas -quete: requete cómodas (J[-]), requete cerca ( LU[-]), requete rodeada (M[Prof]). Poblete Vallejos et al. (2000, p.149) indican que, en el español culto de Santiago de Chile, «[e]l intensificador re de antigua tradición [en el español chileno], es empleado casi en forma exclusiva por hablantes masculinos del primer grupo etario [25-35 años]». Podemos observar, sin embargo, que todos los casos en nuestro corpus aparecen en los relatos de las no universitarias, que además tienen entre 37 y 77 años.

Finalmente, la protagonista G[Uni] se vale del prefijo ultra-, con el significado de «exceso», en cuatro casos. En tres de ellos se escribe unido a la palabra base y en uno separado: «apareció un huevón ultraguapo con una mina», «encontré una salita de estar ultrahippie con cojines en el piso», «como una elfa de Tolkien, preciosa, etérea, ultrafemenina», «conocí a la Rosario, una mina ultra pelolais» (Serrano, 2011, pp.201,202,208,210).

3.5. Palabras y expresiones en inglés u otras lenguas

Podemos apreciar que únicamente las universitarias pronuncian enunciados completos en inglés. Se trata de, por ejemplo, citas de escritores: «Ya lo dijo Shakespeare: Love is merely a madness», «Como diría Updike: The Holy Ghost... who the hell is that? Some pigeon, that's all» (S[Uni]) (Serrano, 2011, pp.134, 122). O de la letra de una canción: «hey, Bungalow Bill, what did you kill, Bungalow Bill» (S[Uni]) (Serrano, 2011, p.138). O simplemente de expresiones insertadas en la narración: «Las cosas con la Gata iban viento en popa y yo estaba cada vez más segura de que she was the one» (G[Uni]) (Serrano, 2011, p.208). Las expresiones o palabras en inglés u otras lenguas extranjeras que hemos hallado en el corpus son: homeless, basketball, brushing, story, reality, walk-in closet, home-office, muscials, close-up, history, trolley, background, bluff, loner, small talk, throw, happy hour, redneck, white trash, shot, loser, cool, party monster, stilettos, room service, cool, fucking, on/off , on-line, logia, déshabillés, habituée, chez moi, omelette, kuchen, crème brulée, hun, po, of course.

F[Uni] y LA[Uni] pronuncian cada una un enunciado entero en inglés, mientras que S[Uni] lo hace siete veces y G[Uni] dos. En total, AN[Uni] presenta cuatro instancias en una lengua extranjera, F[Uni] 14, LA[Uni] una, S[Uni] 33, G[Uni] siete, AR[Prof] siete, J[-] dos y M[prof] y LU[-] ninguna. S[Uni] es la que, con gran diferencia, más expresiones extranjeras pronuncia en su relato. La protagonista cuenta que el inglés es un «idioma que ulitiz[a] frecuentemente para pensar y trabajar» (Serrano, 2011, p.116), que estudió en un colegio norteamericano y que vivió un tiempo en Estados Unidos. En segundo lugar hallamos a F[Uni], mientras que en tercer lugar se encuentra AR[Prof]. Debe destacarse, sin embargo, que siete de las ocho ocurrencias en lenguas extranjeras de esta protagonista no universitaria son las palabras chinas hun y po, de las cuales habla cuando explica que fue a una conferencia gratuita en el barrio de clase social alta en el que trabaja, con el propósito de «cultivar [su] mente» ya que era «un poco estúpida» (Serrano, 2011, p.264). La otra expresión extranjera de AR[Prof] es la palabra inglesa reality. Esta palabra no aparece en DRAE ni en DPD; en CREA, sin embargo, encontramos la palabra en 225 casos repartidos entre 114 documentos, de los cuales 30 casos en 11 documentos son de textos chilenos. Parece ser, por lo tanto, una palabra que se emplea frecuentemente en discursos conducidos en español, claramente más frecuente que la alternativa en español: telerrealidad, palabra que tampoco aparece en DRAE o DPD, y que en CREA solo presenta 19 casos en seis textos, ninguno de estos chileno. Debe notarse que, en nuestro corpus, esta palabra aparece dos veces, ya que también S[Uni] la usa una vez en su forma plural. Si estudiamos los otros dos casos en los que las no universitarias se valen del inglés, podemos observar que se trata de la palabra brushing, pronunciada dos veces por (J[-]). Esta voz no aparece ni en DRAE ni en DPD, pero sí en una ocasión en CREA, precisamente en un texto chileno y en el mismo contexto que en nuestro corpus, esto es, la peluquería.

3.6. Densidad léxica

Los nueve capítulos juntos constan de una cantidad de 11.587 tipos de palabras y un total de 79.426 palabras. El porcentaje de la densidad léxica de cada relato es como sigue: AN[Uni]: 32,5%; F[Uni]: 30,3%; LA[Uni]: 32,5%; S[Uni]: 30,2%; G[Uni]: 27,5%; M[Prof]: 29,5%; AR[Prof]: 27,2%; J[-]: 25,6%; LU[-]: 26,5%. Aunque las diferencias son pequeñas, puede observarse que, con la excepción de G[Uni], las protagonistas universitarias muestran una densidad léxica ligeramente mayor en sus relatos, teniendo todas más de 30%, mientras que las no universitarias tienen un máximo de 29,5% y un mínimo de 25,6%. Las dos protagonistas que menos tipos de palabras usan en sus relatos son las que carecen de formación: J[-] y LU[-].

3.7. El artículo determinado antepuesto a antropónimos

En cuanto al uso del artículo determinado antepuesto a antropónimos, DPD apunta que

[e]n la lengua culta, los nombres propios de persona se emplean normalmente sin artículo [...]. La anteposición del artículo [...] suele ser propia del habla popular [...]. No obstante, hay zonas del ámbito hispánico, por ejemplo en Chile, donde esta anteposición se da también en el habla culta, habitualmente en registros coloquiales.

Sin embargo, al estudiar el uso del artículo determinado antepuesto a antropónimos en nuestro corpus, podemos observar que existe una clara relación entre un mayor uso del artículo determinado y un menor nivel de formación educativa.

El porcentaje del uso del artículo determinado antepuesto al antropónimo en el relato de cada protagonista es como sigue: AN[Uni]: 4%2%; F[Uni]: 0%; LA[Uni]: 0%; S[Uni]: 4,6%; G[Uni]: 54,4%; M[Prof]: 50%; AR[Prof]: 61,5%; J[-]: 32,8%; LU[-]: 79,7%.

La excepción a la relación formación educacional-uso del artículo determinado antepuesto a antropónimos es G[Uni]. Cabe recordar que este personaje es mucho más joven que las demás: tiene 19 años mientras que AR[Prof] y J[-] están en sus 30, AN[Uni], F[Uni] y LA[Uni] están en sus 40, S[Uni] en sus 60 y LU[-] y M[Prof] en sus 70. Falk y Blank (2008, p.62) apuntan que el uso del artículo determinado con nombres propios se relaciona con el habla familiar y popular, y generalmente se percibe como juvenil.

Si estudiamos los casos en los que el artículo determinado es usado ante el nombre propio en el relato de los personajes con formación universitaria, podemos constatar que, menos en el caso de G[Uni], se trata en total de tres casos para S[Uni] y dos casos para AN[Uni]. En uno de estos cinco casos el uso del artículo determinado es obligatorio, ya que el personaje habla de diferentes lados de sí misma: «Sólo conozco a la Andrea que me muestra la pantalla y mientras esa Andrea vaya bien» (Serrano, 2011, p.228). Por eso hemos marcado los casos de AN[Uni] como 2/491/49, es decir, de dos casos solo uno constituye un uso no obligatorio del artículo ante el nombre propio. El otro caso del artículo determinado antepuesto a un antropónimo, en el relato de AN[Uni], es la tercera vez que la protagonista menciona a su hija Carola. En uno de los tres casos del artículo determinado antepuesto al antropónimo, en el relato de S[Uni], podemos apreciar que se hace un comentario metalingüístico acerca del apodo que la protagonista le pone a su marido: «Juan José, el Juanjo, como le decía, se ganó una beca para hacer un magíster en la Universidad de Duke» (Serrano, 2011, p.123). Los dos otros constan de las dos veces que se menciona a la chica que a veces pasea al perro de S[Uni]: «llamo a la Angélica, una chiquilla del pueblo que tiene su celular siempre encendido», «La Angélica, la que pasea a Bungalow Bill» (Serrano, 2011, pp.138,40). No sabemos nada del nivel sociocultural / económico de Angélica; solo sabemos que es relativamente joven, ya que S[Uni] la nombra «chiquilla». En este punto puede considerarse la posibilidad de que el empleo del artículo determinado ante el nombre de este personaje cumpla la función de caracterizar a dicho personaje como joven o de clase social baja. Es posible que Angélica se valga con frecuencia del artículo determinado antepuesto a los antropónimos y que S[Uni] imite su forma de hablar.

3.8. Diminutivos

Las formas diminutivas que hemos hallado en el corpus son: -ito, -ita, -itos, -itas. Hemos descubierto que las protagonistas las usan en las siguientes cantidades: AN[Uni]: 4; F[Uni]: 12; LA[Uni]: 4; S[Uni]: 11; G[Uni]: 4; M[Prof]: 21; AR[Prof]: 11; J[-]: 38; LU[-]: 32.

Podemos apreciar que, con la excepción de F[Uni] y AR[Prof], las no universitarias presentan un uso bastante mayor de diminutivos que las universitarias, incluso que la universitaria joven G[Uni], que, en muchos otros casos analizados en el presente estudio, resulta ser una excepción a las tendencias entre las dos categorías de protagonistas. Los diminutivos en el corpus son de todo tipo, de sustantivos, tanto de objetos concretos: «¡Y al fin sentí los putos pajaritos, pelos de punta, revoloteos, fuego, todo!» (G[Uni]) (Serrano, 2011, p.201), «Me enseñó a encumbrar volantines y a hacer barquitos de papel» (AR[Prof]) (Serrano, 2011, p.256), como de objetos abstractos: «Existen los impulsitos. En mi caso, se anuncian con enormes ganas de detenerse» (AN[Uni]) (Serrano, 2011, p.226), «Todas las minas de cuarenta años con sus viditas a cuestas» (F[Uni]) (Serrano, 2011, p.20); de adjetivos: «son calentitos en invierno y bien aireados en verano» (J[-]) (Serrano, 2011, p.79), y de adverbios: «despacito la llamé» (J[-]) (Serrano, 2011, p.92), «Esos años llegaron tan rapidito» (LU[-]) (Serrano, 2011, p.184), «lo de Neruda se acabó lueguito» (LU[-]) (Serrano, 2011, p.185).

3.9. Voseo verbal

Las formas que aparecen en la novela son: sabís, gritís, creís, endentís, digái, metái, volvái, vai, hai, erei. El voseo pronominal ha sido categorizado como perteneciente a la variedad inculta y vulgar del español chileno, mientras que el voseo verbal es empleado por los hablantes cultos en el registro informal (González V., 2002, p.215; Helincks, 2012, p.185). Helincks (2012, p.188) apunta que «[t]odas las investigaciones recientes llegan a la conclusión de que el voseo mixto verbal3 se está extendiendo paulatinamente en la sociedad chilena». Sin embargo, en Chile el voseo «forma un rasgo no estandarizado e inapropiado en la lengua normativa», y, aunque el fenómeno es más o menos frecuente entre los hablantes, los chilenos «anotan valoraciones negativas del voseo verbal: muchos informantes lo describen como "palabras" mal aplicadas, de uso inapropiado en la vida profesional o una señal de irresponsabilidad, poca educación o descuido lingüístico» (Helincks, 2012, pp.187,189). Stevenson (2007, p.149) encuentra que sus informantes identifican tanto a los hablantes voseantes como a los que emplean el paradigma verbal estándar como pertenecientes a zonas de clase media, como La Florida, Santiago Centro y Maipú.

La imagen del voseo verbal como perteneciente a la clase media o baja se refleja claramente en nuestro corpus, ya que las dos protagonistas que carecen por completo de formación educativa, LU[-] y J[-] (esta última vive en Maipú), más M[Prof] (que vive en Santiago Centro), son las que se valen de este fenómeno lingüístico. Cabe destacar que Helincks (2012, p.195) y Stevenson (2007, p.139) señalan que es, en primer lugar, la generación joven la que se vale del voseo, lo cual no se refleja en nuestro corpus, toda vez que la única protagonista con menos de 20 años (G[uni]) no presenta ningún caso, mientras que las que lo hacen tienen 37, 75 y 77 años. No hemos hallado ninguna forma del voseo pronominal en el texto, lo cual concuerda con lo que indica Helincks (2012, p.189): «el número de ocurrencias del pronombre vos siempre es muy reducido o nulo».

En nuestro corpus aparece un total de 14 casos del voseo verbal en el texto, la gran mayoría de ellos en el relato de LU[-]. Ha de notarse que, en únicamente tres de estos 14 casos, es la protagonista la que realmente se vale del voseo verbal, mientras que en 11 casos estas formas verbales aparecen en partes de diálogos referidos, en los que las protagonistas citan a otros personajes en los relatos. Por ejemplo: «"Cómo no, si erei tan relinda", me decía la tía» (M[Prof]) (Serrano, 2011, p.48), «y la Katy me dijo: "¿sabís qué, Juani?"» (J[-]) (Serrano, 2011, p.93). Cabe destacar, asimismo, que en los tres casos en los que son las protagonistas mismas las que se valen del voseo verbal, lo hacen en diálogos con personas que se valen del voseo verbal en los otros 11 casos de diálogos referidos. Por ejemplo, cuando J[-] habla con su amiga y compañera de trabajo Katy: «Sí, le digo yo, qué creís, que siempre voy a andar con la sonrisa en la cara» (J[-]) (Serrano, 2011, pp.80-81).

3.10. Apócopes

Son pocos los casos en la novela en los que la autora se vale de una representación gráfica del lenguaje hablado. La aspiración de la -s, por ejemplo, tan común en el español chileno (Aleza Izquierdo y Enguita Utrilla, 2002, p.72; Rabanales, 2000, p.136), aparece únicamente cuatro veces en el texto, en forma del apócope puh para la interjección coloquial pues. Aparte de estos cuatro casos, hallamos, sin embargo, un total de 95 ocurrencias de palabras acortadas de modo que se asemejan a un español chileno informal hablado. Se trata de las palabras para, acortada en pa'; nada, acortada en ; y dos participios con función de adjetivo: encerrada y acompañada, acortados en encerrá y acompañá. Poblete Vallejos et al. (2000, p.147) dan cuenta del apócope de la preposición para como un rasgo característico del habla culta de Santiago de Chile, lo cual no se refleja en nuestro corpus, dado que son únicamente protagonistas no universitarias las que se valen de apócopes. Ni siquiera la universitaria más joven (G[Uni]) presenta este fenómeno lingüístico, perteneciente al lenguaje coloquial e informal, en su relato.

3.11. Referencias a personas famosas

Cuando leímos Diez mujeres por primera vez, algo que nos llamó la atención fue la frecuencia con la que ciertos personajes hacen referencias de diferentes tipos a personas famosas (actores, escritores, pintores, políticos, etc.), y nos preguntamos si esto podría ser otra herramienta, aparte de las lingüísticas, de la que se vale Serrano para caracterizar a sus personajes. Por tanto, como un complemento al análisis lingüístico que realizamos del texto que constituye nuestro corpus, estudiamos qué referencias a personajes conocidos y a películas, novelas u obras de teatro hallamos en el corpus.

En cuanto a las ocurrencias en el relato de AN[Uni], podemos observar que en dos ocasiones hace referencia a películas extranjeras que ha visto. Por lo que dice de Beethoven podemos interpretar que tiene la costumbre de escucharlo: «¿A quién le confía una desde el saldo de la cuenta bancaria hasta lo mal que te cae a veces tu propia madre o tu propia hija? ¿Con quién puedes escuchar en silencio un concierto de Beethoven?» (Serrano, 2011, p.240). Menciona a Freud cuando habla de depresiones, a James Joyce al referirse a la cita de su mejor amiga y cita, asimismo, a Margaret Atwood. F[Uni] hace referencia a George Clooney cuando habla de cómo a veces le aburre su vida, a Isadora Duncan cuando habla de su abuela, quien hubiera querido ser como dicha bailarina, y menciona que se quedó con su madre cuando vivían en Estados Unidos para ver una película de Woody Allen. Por lo que dice del pintor Kandinsky entendemos que, ya de niña, desarrolló un amor por el arte: «Yo, en cambio, aprendí a creer en la profundidad de la experiencia: en volver diez veces a la galería de arte cerca de la casa para mirar otra vez ese Kandinsky, en la identificación que se producía muy adentro ¿en el alma, quizás? entre sus formas y yo» (Serrano, 2011, p.35). LA[Uni] menciona a varios escritores y queda claro que tiene la costumbre de leer mucho: «Pienso que la literatura puede ayudarme más que otra disciplina. Entonces los leo. Le he tomado el gusto a Amos Oz. A Yehoshúa. A David Grossman» (Serrano, 2011, p.173). Al Gore es nombrado cuando LA[Uni] cuenta la historia de Irena Sendler, una trabajadora social que, durante la Segunda Guerra Mundial, salvó a muchos niños judíos de una muerte segura. La lista de personajes conocidos en el relato de S[Uni] es larga. En cuanto a los escritores, no cabe duda alguna de que la protagonista los ha leído, ya que los cita y se vale asimismo de los personajes en sus novelas para hacer comparaciones y fundamentar sus argumentos; por ejemplo: «Al conocerlo, le regalé, escrita con una caligrafía convincente, una cita de Shelley que me lo escenificaba» (Serrano, 2011, p.131), «Me sentí como aquel tonto de Steinbeck que, a falta de otras pieles, acariciaba ratones, con el dedo adentro del bolsillo» (Serrano, 2011, p.130), «mi infancia fue todo lo que los personajes de Dickens habrían envidiado» (Serrano, 2011, p.117). Queda claro que S[Uni] es un personaje intelectual con una gama amplia de conocimientos sobre la literatura y la música: «He leído mucho en este tiempo cerca del mar, desde Schopenhauer hasta los budistas» (Serrano, 2011, p.147), «yo me vuelo con el ritmo de Vicentico o de Brahms» (Serrano, 2011, p.139). Como puede esperarse de la protagonista más joven, la lista de G[Uni] no es muy larga. Tiene, sin embargo, tres referencias a Tolkien. No es de sorprender que la lista de personajes conocidos de M[Prof] esté llena de referencias a actores y personajes ficticios de obras de teatro, ya que esta protagonista era actriz de teatro. En cuanto a los escritores, no se trata de que los haya leído, sino más bien de que los haya conocido: «En el ambiente de teatro una conocía a todos los artistas, me topé tantas veces con Neruda, con De Rokha, era de lo más normal si te ibas a tomar un traguito al Bosco en la madrugada » (Serrano, 2011, p.49). En el relato de AR[Prof] aparece una sola referencia, y esto al hablar de la vestimenta de los hombres: «ningún hombre se ve bien con un buzo aparte de Pellegrini» (Serrano, 2011, p.257). J[-] hace alusión a Obama al hablar de una de sus clientas de la peluquería, una mujer de clase alta. LU[-] menciona a Allende y a Pinochet, ya que la política del país afectó gravemente a su vida toda vez que, durante la dictadura, los militares se llevan a su esposo, quien nunca regresa.

Para determinar el nivel sociocultural de los autores de los textos de la época colonial en Chile, que analiza Contreras Seitz (1998, p.142), se toma en cuenta «la inclusión de citas latinas o referencias clásicas». En nuestro análisis, en lugar de citas latinas o referencias clásicas, hemos hallado una amplia gama de actores, músicos, escritores, pintores, etc., y podemos observar que, entre las protagonistas no universitarias, hallamos referencias a escritores únicamente en el relato de M[Prof], y eso no porque los haya leído sino porque se haya topado con ellos siendo actriz de teatro. Es cierto que tampoco en el relato de F[Uni] hallamos nombres de autores, pero sí de un pintor.

 

4. Conclusiones

Al haber analizado los nueve relatos de las protagonistas Andrea, Francisca, Layla, Simona y Guadalupe (universitarias), Mané y Ana Rosa (formación profesional), Juana y Luisa (sin educación), en la novela Diez mujeres de Marcela Serrano, podemos constatar que, en cuanto a fenómenos lingüísticos de los que se vale la autora para caracterizar a estos personajes, existen cinco categorías diferentes:

  1. Fenómenos lingüísticos que figuran únicamente en los relatos de las no universitarias: voseo verbal, apócopes, el apelativo mijita4 y la interjección puchas.
  2. Fenómeno lingüístico que resulta más frecuente en los relatos de las no universitarias: diminutivos.
  3. Fenómenos lingüísticos claramente más frecuentes en los relatos de las no universitarias, con la excepción de la protagonista más joven, G[Uni]: expre siones regionales, adjetivos / adverbios / prefijos y el artículo determinado antepuesto a antropónimos.
  4. Características que se destacan más en los relatos de las universitarias: el uso del inglés y otras lenguas, una densidad léxica ligeramente más alta y referencias a escritores, pintores y músicos.
  5. Fenómeno que no muestra una diferencia significativa entre las dos categorías: expresiones vulgares / malsonantes / coloquiales.

De esto podemos desprender que Marcela Serrano, autora de Diez mujeres, se vale de un número de rasgos lingüísticos para caracterizar a los personajes de su novela, y que puede identificarse una clara diferencia entre los fenómenos lingüísticos empleados en los relatos de las universitarias y las no universitarias, ya que este último grupo se vale en mayor medida de rasgos relacionados con el habla coloquial/ informal o incluso estigmatizada, como por ejemplo el uso del artículo determinado antepuesto a antropónimos, los diminutivos, el voseo verbal y los apócopes, mientras que presentan menos casos del inglés u otras lenguas extranjeras y se hallan menos referencias culturales (escritores, pintores, músicos, etc.) en sus relatos.

Al comparar los hallazgos de nuestro análisis con descripciones del español chileno, podemos apreciar que varios fenómenos lingüísticos, que en nuestro corpus aparecen únicamente o con mayor frecuencia en los relatos de las no universitarias, no muestran indicios de estar relacionados específicamente con los niveles socioeconómicos bajos. Tenemos, por ejemplo, el empleo del americanismo o coloquialismo plata y el uso del artículo determinado ante antropónimos. Existen, asimismo, ejemplos de palabras que, según nuestras fuentes, se dan en el habla culta santiaguina, mientras que en nuestro corpus aparecen única o mayormente en los relatos de las no universitarias, como son el adverbio bien, con el significado de «muy», y los apócopes. Igualmente, se encuentran fenómenos que, según las fuentes, son usados por el grupo etario más joven mientras que en nuestro corpus se dan entre las protagonistas mayores, como el adjetivo puro, con el significado de «mero, solo, no acompañado de otra cosa», y el prefijo re-.

En cuanto a la palabra frecuente huevón, que en el español chileno presenta dos usos, con el significado de «tonto»/«persona» y con una función fática, podemos constatar que en nuestro corpus solo aparece el uso para denominar a una persona, con o sin connotación negativa.

En lo que se refiere a la interjección puchas, hemos identificado un significado distinto que no se da en los diccionarios: el de expresión de refuerzo.

Resulta interesante el caso del voseo verbal, ya que nuestras fuentes indican que, por un lado, aparece en todas las capas sociales en Chile, y, por otro, que es considerado por los informantes como un uso inapropiado de la lengua, lo cual podría servir como explicación de por qué en nuestro corpus aparece únicamente en los relatos de las no universitarias, sobre todo entre las que carecen por completo de formación; es claramente un rasgo que ayuda a caracterizar a estas protagonistas como incultas.

De esto podemos concluir que la autora de la novela Diez mujeres se vale de ciertos rasgos americanos/chilenos o coloquiales para caracterizar a sus personajes de una manera estilísticamente muy eficiente, pero que este estilo no siempre se encuentra de acuerdo con las descripciones sociolingüísticas del español chileno. Podría decirse que el empleo en la novela de los fenómenos lingüísticos aquí analizados constituye una simplificación de la realidad lingüística chilena, y que con esta simplificación se consiguen crear unos caracteres lingüísticos que encajan perfectamente con el contenido sociocultural y económico que presenta cada relato.

 

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Notas
* Este artículo deriva del proyecto de investigación «Análisis de discurso: enfoque sociolingüístico de textos variados», desarrollado por la autora entre 2010 y 2014 en la Göteborgs universitet, Suecia.
1 Todos los datos del nivel socioeconómico de las comunas de Santiago de Chile se han extraído de Adimark. La definición de la clase ABC1 proviene del Departamento de Estudios Sociales del Instituto Nacional de Estadísticas de Chile (2011, p.36).
2 Sáez Godoy (2002, pp.66-67,72) lista logo, depre y profe, con los significados respectivos de «logotipo», «depresión/depresivo» y «profesor», en la categoría de reducciones en el español chileno.
3 El voseo mixto verbal vendría a ser el empleo del pronombre junto con las formas verbales voseantes (Helincks, 2012, p.188).
4 En el caso de mijita son las madres no universitarias de tres de las protagonistas las que lo emplean en sus discursos.

 

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