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 número71Rubio, Alfonso, ed. Minúscula y plural. Cultura escrita en Colombia. Medellín: La Carreta Editores, 2016, 350 p.Meizoz, Jérôme. Posturas literarias. Puestas en escena modernas del autor. Traducción de Juan Zapata. Bogotá: Ediciones Uniandes, 2015, 224 p. índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
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Lingüística y Literatura

versão impressa ISSN 0120-5587

Linguist.lit.  no.71 Medellìn jan./jun. 2017

https://doi.org/10.17533/udea.lyl.n71a10 

Reseñas

Agudelo Ochoa, Ana María y Bedoya Sánchez, Gustavo Adolfo, eds. Prensa, literatura y cultura. Aproximaciones desde Argentina, Colombia, Chile y México. Lima/Medellín: Centro de Estudios Literarios Antonio Cornejo Polar/Universidad de Antioquia, 2016, 380 p.

Wendy García Pérez1 

1Universidad Santo Tomás, sede Bogotá, Colombia.wendygarcia@usantotomas.edu.co

Agudelo Ochoa, Ana María; Bedoya Sánchez, Gustavo Adolfo. , eds., Prensa, literatura y cultura. Aproximaciones desde Argentina, Colombia, Chile y México. ., Lima/Medellín: :, Centro de Estudios Literarios Antonio Cornejo Polar/Universidad de Antioquia, ,, 2016. ,, 380p. p.


La prensa como objeto de investigación literaria ha sido, en los últimos años, el núcleo de reflexión del Grupo de Investigación de la Universidad de Antioquia Colombia: Tradiciones de la Palabra. Por esto, con el apoyo del Centro de Estudios Literarios Antonio Cornejo Polar (Perú) y como fruto del VII Coloquio Internacional de Historia Literaria. La prensa en el devenir literario (Lima, abril de 2015), Ana María Agudelo Ochoa -coordinadora del Grupo- y Gustavo Adolfo Bedoya Sánchez -docente investigador y también miembro del Grupo- reúnen en el libro Prensa, literatura y cultura. Aproximaciones desde Argentina, Colombia, Chile y México, catorce destacadas muestras de las pesquisas que en América Latina se dedican a examinar el papel de las publicaciones periódicas en la labor literaria.

Antecedido por un prólogo y sucedido por un epílogo dedicado a consignar la trayectoria académica de los dieciséis autores que colaboran en el volumen, el cuerpo del libro está divido en cinco apartados que dibujan su ruta temática: «Aproximaciones teóricas y metodológicas», «La vida literaria a la luz de los impresos periódicos», «Impresos periódicos, lecturas y lectores», «Lenguajes convergentes: la imagen en los impresos periódicos» e «Impresos periódicos y escritores: estudios de caso».

El encargado de abrir el primer apartado, y la compilación en general, es el argentino Claudio Maíz, con el artículo «Entre lo descriptivo y lo denso: publicaciones periódicas e historia literaria», en el que defiende que la metodología que más se ajusta a la comprensión de la contribución de las distintas publicaciones periódicas a la historia literaria es la propia de las redes intelectuales. Apuesta metodológica que justifica afirmando que de este modo las primeras se entenderán ligadas a una esfera más amplia -una cultura literaria determinada- y, por lo tanto, el análisis pasará de lo particular a lo general o, como reza el título de su texto, de lo descriptivo a lo denso; además, desde la perspectiva de las redes se aprecia la importancia del estudio de las publicaciones periódicas en varios ámbitos: como insumo primario «para una genealogía más dinámica de los cambios en la literatura y el arte de América Latina» (p. 27), como generadoras de intercambio intelectual y, por último, como medios de diálogo y transmisión de «lo nuevo» entre los distintos miembros de un movimiento estético e intelectual dado. Ahora bien, esta metodología presenta dos retos que señala, aunque sin profundizar, Maíz: el primero, que recoge de Wellek y Warren, se refiere a que realizar una historia literaria de tipo supranacional lleva a hacer invisibles los matices locales propios de cada nación; y segundo, ya señalado por Ana Pizarro, pretender considerar el impacto y las redes que generaron las pu- blicaciones periódicas en la literatura latinoamericana implica revisar la noción de «América Latina», cuestión bastante problemática y en constante discusión.

A continuación, Gustavo Adolfo Bedoya Sánchez -uno de los editores académcos- hace eco de la cuestión metodológica en el texto «Estudiar la prensa literaria: una propuesta. Del establecimiento hemerográfico al análisis transnacional comparado». Así pues, formula y ejemplifica una serie de pasos para abordar el análisis sistemático de las publicaciones periódicas, tomando como muestra las revistas literarias colombianas de finales del siglo xix y principios del xx, más específicamente, aquellas que con su proyecto editorial promulgaron la ruptura y distanciamiento de la tradición de corte hispanista y conservadora en aras de la actualidad y la modernidad -aunque centra su atención en tres publicaciones capitalinas: Revista Gris (1892-1896), Revista Contemporánea (1904-1905) y Trofeos (1906-1908)-. Para delimitar su propuesta, Bedoya Sánchez ofrece un detallado estado del arte sobre quién, cómo, cuándo y dónde se ha investigado sobre las revistas literarias colombianas. De igual modo, recalca la importancia de la prensa literaria como objeto de estudio autónomo y heterogéneo en sí mismo, y como institución cultural que, por un lado, registra la huella y el progreso de los diversos agentes del campo literario y, por otro, mueve las prácticas de preparación, producción y recepción en el interior del mismo. Cierra su capítulo recordando que el reto para los nuevos investigadores consiste en establecer una red dialógica entre las publicaciones extranjeras susceptibles de comparación con las revistas literarias colombianas de finales del xix y principios del xx, para lo cual nos regala un catálogo de las primeras.

La siguiente sección del libro, «La vida literaria a la luz de los impresos periódicos», congrega los trabajos de Ana María Agudelo Ochoa y Miguel Ángel Castro referidos al vínculo entre prensa e institución literaria en el siglo xix colombiano y mexicano, respectivamente. Así, en «Prensa e institucionalización literaria en la Nueva Granada (1836-1857). Un ejercicio introductorio», la investigadora argumenta la pertinencia de examinar las publicaciones periódicas neogranadinas a la luz de su papel como instancias de emergencia y reconocimiento -términos claves en la propuesta sociológica de Jacques Dubois- en lo que puede considerarse como antecedente fundamental de la consolidación de la institución literaria nacional. Es en esta línea que destaca la relación de simbiosis entre Cenáculos y periódicos de la época y la intención netamente estética de los seis periódicos que analiza. Finalmente, y a manera de conclusión, formula posibles hitos de investigación que abre la prensa literaria: prácticas lectoras, conformación de público lector, materialidad de las publicaciones, relación entre impresos foráneos y nacionales. Por su parte, Miguel Ángel Castro, en tono más bien jovial, expone algunas de las cuitas que acuciaron a los cronistas de la prensa mexicana de la segunda mitad del siglo xix, es decir, durante la República Restaurada y el porfiriato. Es así como en su texto «Los dilemas del cronista (Ciudad de México, 1867-1900)» cuenta que Ignacio Manuel Altamirano, Enrique Chávarri, Gutiérrez Nájera, Victoria González [Abeja], Amado Nervo y Luis Urbina -algunos de los literatos cronistas que expone Castro- reflexionaron, defendieron, rechazaron y, en últimas, se pronunciaron sobre asuntos tales como la obligación de publicar periódicamente a pesar de la frivolidad o ausencia de temas propios de la crónica, la aparente preeminencia de lo relatado sobre el esmero por un lenguaje cuidado, y, finalmente, la renuncia a la ficción en aras de pintar fielmente las escenas sociales de la elite mexicana.

El tercer apartado, «Impresos periódicos, lecturas y lectores», por su parte, recoge dos capítulos dedicados a las prácticas de lectura en distintos momentos y contextos del siglo xix mexicano y colombiano. En primer lugar, Laura Suárez de la Torre, en «¿Tiempos nuevos para los lectores en la Ciudad de México del siglo xix?» detalla las innovaciones en la oferta editorial, las nuevas dinámicas de lectura y las transferencias culturales presentes en las publicaciones que circularon en la época inmediatamente posterior a la independencia mexicana (1821-1855). En efecto, dice, las librerías y las imprentas de Ciudad de México vivieron un proceso de renovación de su oferta editorial como consecuencia directa de la derogación de las leyes coloniales de censura que truncaban la circulación y, además, de las redes de comercio e intercambio entre los libreros extranjeros y mexicanos que tenían como meta la innovación editorial y la inclusión de un nuevo público (niños y mujeres). Así, ejemplares europeos (franceses, ingleses e italianos), sobre temas diversos -y en muchos casos en su idioma original-llegaron a la joven nación junto a nuevos formatos -el más destacado, el folletín- técnicas, productos, materiales, estilos y tendencias estéticas; estas últimas hicieron las veces de referente y escuela para los escritores mexicanos. En segundo lugar y de forma similar, en «Prácticas de lectura en las publicaciones periódicas para niños y maestros en Colombia: de la lectura en voz alta a la lectura para el oficio (1864-1936)», las investigadoras Diana Paola Guzmán Méndez, Vic- toria Peters Rada y Alejandra Soriano se detienen a analizar cuatro revistas dedica- das a niños y educadores -La Caridad. Lecturas para el Hogar (1864-1869), La Escuela Normal (1871-1882), Chanchito: Revista Ilustrada para Niños (1933-1934) y Rin-Rin (1936-1938)- que circularon durante la segunda mitad del siglo xix y las primeras décadas del siglo xx, con el fin de identificar el modo en que los tipos de lectores que configuraron estas publicaciones respondieron al ideario social, moral y educativo que defendieron -de modo casi antagónico- la Iglesia y el Estado. Lo anterior las lleva a poner de presente la simbiosis que existió entre prácticas de lectura y prácticas sociales en las publicaciones para niños de la época. Desde las primeras se dibujó, concluyen, el modelo de ciudadano o creyente que el proyecto de nación requería, así como la asignación en la esfera social (para los infantes de las elites capitalinas, el derecho al ocio y la cultura; en contraposición a los niños del campo que encontraban en las páginas de las revistas instrucción para las labores agrícolas) que a cada ciudadano le correspondería asumir como rol en el futuro.

El núcleo común que anuda los tres capítulos del aparatado cuarto - «Lenguajes convergentes: la imagen en los impresos periódicos» - es el lugar de la imagen en la prensa mexicana y su relación con la religión, la poesía y la crítica política. María Esther Pérez Salas Cantú, Fernando Ibarra Chávez y Luciano Ramírez Hurtado, son los encargados de cada uno de los temas, respectivamente. Pues bien, el primer texto, de Pérez Salas, «Imagen y religión en las revistas literarias mexicanas de mediados del siglo xix», expone la labor que desempeñaron las ilustraciones en las revistas literarias religiosas (de ediciones bastante cuidadas desde el punto de vista formal y tipográfico, así como en materia de selección de textos) de principios del siglo decimonono: complemento del discurso, medio para destacar personajes y estrategia gráfica que supera la descripción textual. Actividades estas que se encuadraron en un proyecto más amplio -y que sirvió de motivación para el surgimiento de las revistas religiosas- como lo era preservar la autoridad política de la Iglesia Católica frente a la proliferación de las ideas de cuño liberal y separatista, fruto de la Independencia. A continuación, Fernando Ibarra Chávez dedica su capítulo «Poesía e imagen en dos revistas culturales mexicanas a inicios de la década de 1920» a examinar las relaciones entre los componentes de la poesía ilustrada (poema e imagen) aparecida en la Revista de Revistas, suplemento del diario Excélsior (1917-1923), y El Universal Ilustrado, apéndice del periódico El Universal (1921-1924). Con esto en mente, el autor destaca, por un lado, el deseo de los artistas del país azteca por trazar caminos culturales y estéticos nuevos luego de los convulsionados tiempos de la Revolución

-punto en el que sobresalen los poetas imbuidos en las vanguardias y el estridentismo-, y, por otro lado, el trabajo de los ilustradores Fernando Bolaños Cacho, Jorge Duhart y Miguel Covarrubias. Ibarra concluye que al conjugarse palabra poética e ilustración en una misma página, se originaban piezas de sentido que superaban y complementaban las connotaciones particulares que por separado cada una hubiese logrado alcanzar. Finalmente, la conjunción entre política e imagen se advierte en el texto «Representaciones del Tío Sam en la caricatura política de la prensa Mexicana de principios del siglo xx». En él, Luciano Ramírez Hurtado expone la evolución de las distintas representaciones del «Tío Sam» -símbolo del espíritu norteamericano- en la caricatura de corte político en diarios estadounidenses y mexicanos. Para esto, describe los antecedentes políticos que ligaban a los dos países; después, se detiene a considerar la noción de caricatura y su función en la prensa como generadora de opinión y crítica pública; seguidamente, expone la construcción de la figura del

«Tío Sam» en la prensa Norteamericana y su recepción -negativa- o recreación en los momentos coyunturales de la Revolución, ejemplificando desde la revista obrera La Guacamaya. Del Pueblo y por el Pueblo. Semanario Independiente Dedicado a la Clase Obrera (1900-1904, 1911-1915).

El último apartado de la compilación detalla los casos particulares de distintos agentes literarios en las naciones latinoamericanas que se enunciaron en el título del libro, Argentina, Colombia, Chile y México, aunque no en ese orden. Pues bien, Ana María Romero Valle en el primer capítulo, «El papel de una escritora en la prensa mexicana de finales del siglo xix: Victoria González, Abeja», traza los rasgos sobresalientes de la obra de esta cronista y cuentista mexicana de finales del siglo decimonono. La investigadora inicia con una sucinta descripción del periodo del porfiriato (1876-1911) -época de Abeja- y del papel y el nivel de desarrollo de la prensa finisecular mexicana, con especial hincapié en el grado de intervención de la mujer en el mundo editorial. Después, describe la situación personal de la autora y se detiene a considerar su columna «Revista de modas» del diario El Nacional en la que publicó, hacia 1890, crónica de modas, relato breve y cuento. Aunque brinda un panorama sobre el estilo y el contenido de tales crónicas, es a estos últimos que dedica un detallado análisis; así, precisa la temática de ocho de sus cuentos, y de ellos extrae la evaluación ética que le mereció a la mexicana la sociedad porfiriana. Por otra parte, en el capítulo siguiente, «Hacia una autonomía de la novela. El caso de Carlos Martínez Silva en Repertorio Colombiano», Norma Donato da cuenta de la correlación entre cambio de ideología política y cambio de criterios de valoración de la calidad de las obras literarias; reciprocidad evidente en la crítica que el colombiano Carlos Martínez Silva dedicó a las novelas colombianas en la revista Repertorio Colombiano (1878 y 1899). En efecto, Donato muestra que a lo largo de veinte años, Martínez pasó de ser conservador amigo de los regeneracionista a conservador disidente, a la vez simpatizante de los liberales y opositor del gobierno. Metamorfosis que encontró eco en su crítica, y así, inició valorando las novelas de sus contemporáneos por su contenido y educación moral, luego le dio relevancia al estilo y la técnica, y, por último, le otorgó total primacía a la originalidad y la ausencia de ideología política o moral en la obra. Aunque la investigadora teje cuidadosamente esta simbiosis entre política y valoración estética, hubiese resultado enriquecedor para su texto -y para el lector- que ahondara o manifestara puntualmente el influjo de la crítica literaria de corte liberal en el pensamiento de Martínez Silva. Ahora bien, de la pluma de Clara María Parra Triana, brota el tercer ensayo, «Las publicaciones periódicas y la formación del intelectual: el caso de Mariano Picón Salas en Chile». Su objetivo es mostrar que el trabajo en las publicaciones periódicas chilenas de este venezolano supuso el embrión y el laboratorio para sus obras de madurez y para la constitución de su proyecto autorial. Para llegar a esta aseveración, Parra presenta los aportes de Picón Salas en las revistas académicas Claridad, Atenea e Índice. Aunque no es el grueso de su argumentación, sí resulta destacable y -tristemente- cierta la crítica de Parra a las revistas académicas actuales, ahora inmersas en la apabullante y necia lógica de la indexación: «cuya consecuencia es la de mercantilizar el pensamiento al ser la alternativa de sustento para los académicos mal pagados» (p. 289).

Los dos capítulos finales del libro sitúan al lector ante los casos del nobel Gabriel García Márquez y el pensador Rafael Gutiérrez Girardot. Sobre el primero, Paula Andrea Marín Colorado, en «Gabriel García Márquez: la construcción de una nueva relación con el lector (1947-1967)», propone una lectura -desde Pierre Bourdieu- de su papel como principal agente dinamizador del campo literario colombiano e hispanoamericano de mediados del siglo pasado; esto, desde las rupturas que supuso su proyecto de autonomía intelectual y consiguiente profesionalización escrituraria, así como de las condiciones materiales que posibilitaron tal toma de posición (entre otras, la consagración por parte de la prensa y la labor de su agente literaria Carmen Balcells). Por su parte, Leonardo Monroy Zuluaga se concentra en exponer los avatares de los criterios de valoración estética que experimentó Gutiérrez Girardot, según se extrae de la crítica literaria que publicó en la separata Lecturas Dominicales del periódico colombiano El Tiempo entre 1959 y 1967. De este modo, Monroy Zuluaga destaca su paso de una perspectiva valorativa histórico-filosófica a una histórico-social, aunque sin desprenderse del todo de las categorías que heredó de la filosofía alemana de cuño idealista y nihilista. Todo lo anterior amparado en el ensayo: «El pensamiento literario de Rafael Gutiérrez Girardot en Lecturas Dominicales del periódico El Tiempo».

Para cerrar esta reseña, valga recalcar que el libro presenta una disposición estructural clara que transita de lo general (reflexiones sobre el método) a lo particular (estudios de caso), así como una amena disposición bibliográfica de los textos citados al final de cada capítulo. A lo largo de sus páginas, es evidente, se va configurando un mapa de lo que, en América Latina, son en la actualidad las preocupaciones que suscitan los impresos periódicos literarios como objeto de trabajo interdisciplinario y transversal. Trabajos de este tipo son testimonio de que el conocimiento se construye en red, en diálogo con el colega que aporta sus distintas perspectivas y sus experiencias investigativas personales.

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