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Lingüística y Literatura

Print version ISSN 0120-5587

Linguist.lit.  no.73 Medellìn Jan./June 2018

https://doi.org/10.17533/udea.lyl.n73a07 

Artículos

LA EMERGENCIA DE LA BIOLINGÜÍSTICA Y SUS CONSECUENCIAS PARA LA TEORÍA LINGÜÍSTICA1

THE EMERGENCE OF BIOLINGUISTICS AND ITS CONSEQUENCES FOR LINGUISTIC THEORY

Lorenzo Vitral1 

Traducción:

Miguel Ángel Mahecha2 

1Universidade Federal de Minas Gerais, Brasil. lorenzovitral@gmail.com

2Universidad Surcolombiana, Colombia. miguelangel.mahecha@usco.edu.co


Resumen:

El objetivo central del presente artículo es el de brindar una caracterización de los fundamentos de la biolingüística, identificando algunas consecuencias teóricas y empíricas. La principal diferencia de la biolingüística con lo que se proponía en modelos anteriores, es la revisión del locus de los principios de la facultad del lenguaje. Con la biolingüística se focalizan los principios de una naturaleza cognitiva más amplia, que tendrían un papel central en la determinación de los hechos internos del lenguaje. Teniendo en cuenta el análisis de Sigurðsson (2011) sobre el fenómeno del sujeto nulo que emplea la noción de tercer factor, se discute el lugar y la función de la variación lingüística en el modelo. De igual forma nos preguntamos si los datos descriptivos juegan un papel instrumental en términos de la búsqueda de principios de alcance cognitivo más amplio, lo que nos lleva a preguntarnos cuál es efectivamente el objeto de estudio que le interesa a la teoría lingüística.

Palabras clave: biolingüística; gramática generativa; variación lingüística; tercer factor; parámetro

ABSTRACT

The main goal of this paper is to develop a discussion about the foundations of biolinguistics. The major difference between biolinguistics and what was done before is the theoretical role of the principles of the faculty of language. Now, the focus is on principles of other cognitive systems which have a role in internal facts of language. With particular reference to Sigurðsson’s (2011) analysis on the well known phenomena of the null subjects, which considers the notion of third factor, we showed that the biolinguistic perspective allows us to rethink the definition of the role of linguistic variation and the value of the notion of parameter, which now appears to have a secondary role. Finally, the discussion leads us to ask what in fact is the object of study that is of interest to the linguistic theory

Keywords: biolinguistics; generative grammar; linguistic variation; third factor; parameter

Nota aclaratoria a esta traducción

Se propone esta traducción como un homenaje a Eric Lenneberg y a la publicación de su libro Fundamentos biológicos del lenguaje en 1967. Dicho libro es uno de los textos más completos que propuso la explicación del lenguaje humano desde el marco conceptual de la biología, constituyéndose en el texto seminal del campo disciplinar denominado Biolingüística (conocida también como lingüística evolutiva). Al celebrarse los 50 años de esta publicación [1967-2017], se han adelantado iniciativas académicas que invitan a retomar y releer el libro de Lenneberg, y a discutir cómo se constituyen los nuevos modelos teóricos de la biolingüística de acuerdo a los lazos que se establecen entre la evolución biológica y el lenguaje, evaluando con nuevos ojos, los trabajos de autores del siglo XIX como Schleicher, Müller, Darwin y, llegando al siglo XX, para encontrarse con nuevos modelos teóricos liderados por Chomsky y Lenneberg. Queremos mencionar dos iniciativas editoriales que se destacan por su capacidad de convocatoria y por lograr reactivar el interés sobre la naturaleza del lenguaje humano, el cambio lingüístico y la evolución de la propia capacidad lingüística humana. La primera iniciativa es el número especial de la revista Biolinguistics que acaba de publicarse en enero de 2018 y presenta trabajos dedicados a la relectura de Lenneberg (1967) y sus proyecciones. La segunda iniciativa es un libro-homenaje que prepara el programa de lengua castellana de la Universidad Surcolombiana (se publicará en 2018) y que recoge en tres secciones aspectos biobibliográficos de Eric Lenneberg, contribuciones teóricas de especialistas del área y traducciones de textos consagrados a la biolingüística.

¿Cuál es el valor de la traducción propuesta? En “La emergencia de la biolingüística y sus consecuencias para la teoría lingüística” (Lorenzo Vitral, 2016), se muestra que el lugar de la gramática generativa en la biología contemporánea es rico en consecuencias tanto teóricas como empíricas. Además, se plantea una pregunta clave: ¿Debe apoyarse la lingüística en las conquistas de la biología evolutiva y otros campos de las ciencias de la vida como criterios de validación de las concepciones adoptadas? Plantearse esta pregunta es querer saber si la biología debe funcionar como un tipo de ciencia-piloto para la lingüística y las ciencias cognitivas, como se ha visto a propósito de la lingüística estructuralista que jugaba este papel para el conjunto de las ciencias humanas. Es más, se trata de replantear la autonomía y la unificación de la teoría lingüística en relación con los campos conexos.

El traductor

1. Introducción

La naturalización del objeto de estudio de la gramática generativa parece haber cumplido con el conjunto de proposiciones conocido bajo el nombre de biolingüística (biolinguistics)2 (cf. Hauser et alii, 2002; Chomsky, 2005a; Larson et alii, 2010; Di Sciullo y Boeckx, 2011; Wu, 2014, etc.). Por supuesto, el lugar de la teoría lingüística en la biología ha sido defendido por Chomsky desde su célebre artículo en contra de Verbal Behavior de Skinner, pero, actualmente, este procedimiento juega un papel aun más fundamental en la medida en que, según lo vemos, algunas conquistas de la biología evolutiva y de otros campos de las ciencias de la vida son convocadas para funcionar como criterios de validación en lo tocante a las decisiones que se deben tomar con respecto al futuro de la teoría lingüística.

Es indudable que este procedimiento sigue las tendencias científicas de nuestra época, que tienden a valorizar la supuesta objetividad de las ciencias de la naturaleza como la biología (cf.Morin, 1973). No obstante, dicho procedimiento está, por supuesto, saturado de consecuencias para la definición del objeto de estudio de la teoría lingüística y, como corolario, para las escogencias relacionadas con los fenómenos del lenguaje que se quieren describir y analizar.

La diferencia más notable que distingue a la biolingüística de lo que se proponía en otros modelos, es probablemente una revisión del locus de los principios que componen la facultad del lenguaje. Antes se consideraban estos principios como específicos de la facultad del lenguaje, pero con la biolingüística, la atención se centró en los principios de una naturaleza cognitiva más amplia que jugaría un papel activo en la determinación de los hechos internos de la facultad del lenguaje (cf.Hauser et alii, 2002; Pinker y Jackendoff, 2005).

La proposición según la cual existen principios del tercer factor, es decir, que no son específicos de la facultad del lenguaje, es el recurso puesto en marcha que busca desarrollar este procedimiento. Es el hecho de que la evolución del lenguaje tuvo lugar en un espacio temporal tan estrecho que justificaría la suposición de la influencia de aspectos no estrictamente lingüísticos en la emergencia de la facultad del lenguaje.

La hipótesis del tercer factor será considerada en el acápite 2, lo que nos permitirá por otra parte, formular tres preguntas: una relacionada con las razones de la formulación de la biolingüística (acápite 3); otra relacionada con los criterios de validación de la biolingüística que, como ya se mencionó, se apoyan en ciertos presupuestos y resultados de la biología contemporánea (acápite 4); y una última en relación con las consecuencias tanto teóricas como empíricas del hecho de que la variación lingüística, o al menos sintáctica, desempeña un papel secundario en la biolingüística. Este último punto es desarrollado en el acápite 5 que se apoya en el análisis de Sigurðsson (2011) sobre el fenómeno del sujeto nulo que tiene en cuenta la noción del tercer factor. Como se verá, este autor intenta dar cuenta de este fenómeno de una manera novedosa que busca sobrepasar los principios propuestos anteriormente. Nuestras conclusiones se expondrán en la última sección.

El objetivo central de este artículo es brindar una caracterización del recorrido y de los fundamentos de la biolingüística, lo que nos ha permitido discutir cuál es el lugar y cuál es la función de la descripción interlingüística en el modelo. Aunque esto parezca más una tendencia reciente y actual de la teoría, creemos, como se verá con mayor claridad al final del acápite 5, que es legítimo preguntarse si los datos descriptivos deben jugar un papel instrumental frente a la búsqueda de principios de alcance cognitivo más amplio. Lo que nos llevará a preguntarnos cuál es, en efecto, el objeto de estudio que le interesa a la teoría lingüística.

2. El tercer factor y la biolingüística

Chomsky (2005a) identifica tres factores que, en conjunto, determinan las propiedades de la facultad humana del lenguaje: además de la herencia genética, específica del lenguaje y de la experiencia, se dispone ahora de un tercer factor, constituido por principios no específicos de la facultad del lenguaje. ¿De qué manera los tres factores explican el lenguaje? Para comprenderlo, hay que volver a los objetivos que Chomsky le asigna a una teoría explicativa.

A partir de un estadio que corresponde a la emergencia del programa minimalista y de la biolingüística, vemos que Chomsky (2004) sostiene la idea de que la teoría debe ir más allá de la adecuación explicativa, como lo había propuesto en 1965 [Aspects] y que debe imponerse nuevos objetivos. Es así que la cuestión de saber por qué la lengua es como es, está relacionada con una adecuación que va más allá de la adecuación explicativa, fundamentada en los principios no específicos del lenguaje, principios cognitivos más amplios e incluso físicos que componen el tercer factor. Algunos designan esta nueva adecuación como adecuación evolutiva o adecuación biológica (cf.Johansson, 2013; Fujita, 2009). Pero ¿qué es lo que corresponde exactamente al tercer factor? No es fácil saberlo.

Según el estudio de Johansson (2013, p. 252), los candidatos al estatus de tercer factor que se encuentran citados en la literatura son numerosos. Lo que parece convocarlos se puede resumir en dos puntos: (i) Son aspectos no específicos del lenguaje y (ii) estos aspectos pueden jugar un papel explicativo en relación con las propiedades del lenguaje. En otras palabras, lo que está, de alguna manera, fuera del lenguaje, juega un papel explicativo al interior del lenguaje.

Chomsky (2008) considera el tercer factor como una conjetura, pero esto no ha impedido que otros investigadores, en la perspectiva biolingüística, lo coloquen en el centro de la investigación. Así, una de las consecuencias de esta selección, que comentaremos más en detalle en los siguientes acápites, es la tentativa, válida como programa de investigación, de establecer principios no específicos al lenguaje que van a tener un rol causal, a expensas de principios explicativos anclados en propiedades específicas del lenguaje.

En una perspectiva historiográfica, teniendo en cuenta el carácter fundamental del tercer factor en la definición del campo de la biolingüística actual, algunas preguntas se plantean de manera natural:

¿En qué momento del desarrollo de la teoría y por cuáles razones la biolingüística aparece bajo la forma en que ha sido definida ahora?

  1. ¿De qué forma la biología contemporánea sirve de criterio de justificación para la teoría lingüística?

  2. De manera general, ¿cuáles son las consecuencias de la biolingüística para el campo generativista y para la teoría lingüística?

3. La emergencia y las razones de la biolingüística

Veamos lo que se puede decir a propósito de la primera pregunta. Desde el comentario bien conocido de Chomsky (1959) sobre el libro de Skinner, la hipótesis de un fundamento biológico o físico de un componente gramatical mental fue aceptada. No obstante, como intentaré demostrar, el recurso a un correlato físico-biológico de la gramática, hasta la llegada de la biolingüística en su versión actual (Hauser et alii, 2002), jugó un papel fundacional ontológico, remitiendo a un «dominio» del mundo por investigar. En el sentido de Lakatos, podemos decir que esta proposición tiene un valor axiomático que pertenece al núcleo duro del programa. Sin embargo, luego de la formulación de la biolingüística, la incursión de la lingüística en la biología y en otras ciencias de la vida, tiene, como se verá enseguida, un papel más fundamental.

Las objeciones de Quine 1972 y de Nagel 1969

La objeción a la proposición de una gramática mental, formulada por Quine (1972) y Nagel (1969), ha sido importante, en mi opinión, en lo concerniente al giro hacia la biolingüística en su formulación actual. Basada en las ideas del último Wittgenstein sobre la noción de regla, la objeción de Quine (1972) comienza por la distinción, bien conocida, entre un comportamiento que sigue una regla (rule-guided) y un comportamiento que observa una regla (rule-observing) (en el sentido de obediencia). Para Quine, no tiene sentido decir que los hablantes son guiados, incluso de manera inconsciente, por reglas como el generativismo lo propone. Según Quine, podemos decir en el mejor de los casos que los hablantes obedecen a reglas de la misma manera que los cuerpos se someten a la ley de la caída libre. Así, los hablantes de una lengua obedecen en este sentido a un sistema de gramática que delimita la totalidad correcta de los enunciados bien formados de esta lengua.

Esta idea es aun más explícita en Nagel (1969). El asunto para él es saber si es posible aceptar que el saber gramatical tácito que Chomsky supone hace parte de la competencia de los hablantes, puede ser considerado como un conocimiento. Nagel compara así el saber lingüístico postulado por Chomsky con los principios que gobiernan nuestra digestión. Según él, así como no se puede hablar de la capacidad digestiva como de un conocimiento innato de la digestión, no se puede hablar de nuestra capacidad para formar enunciados bien formados como de un conocimiento lingüístico innato. Esta capacidad lingüística es radicalmente inconsciente, es decir, que no puede convertirse en algo consciente como el mismo Chomsky lo admite, pero más adelante, en Rules and Representations (cf. Chomsky, 1980). Bouveresse (1971, p. 363) añade que esta toma de posición de Chomsky era clara desde el comienzo del generativismo.

Lo que está en juego en las objeciones presentadas por los dos autores, tiene que ver con la naturaleza de la gramática propuesta por Chomsky. Recordemos, en esta ocasión, que la gramática interna, aunque ella pudiera tener como ya lo dijimos, una base físico-biológica, era una gramática de sustancia psicológica o una gramática que, de cierta forma, estaba representada psicológicamente (como puede verse, por ejemplo, en el trabajo de Fodor y otros: cf. Fodor et alii,1974; Fodor, 1987). Para Quine y Nagel, no tiene sentido decir que se trata de una gramática representada psicológicamente, o como afirma Nagel, no se trata de conocimiento.

Chomsky comenta las objeciones de Quine y Nagel en al menos dos textos (cf. también Chomsky, 1986). En Reflections on Language, Chomsky (1975) parece no tener en cuenta las consecuencias de las objeciones hechas por los dos autores. Para él, la cuestión de saber si el término «saber» o «conocimiento» es válido para designar las capacidades lingüísticas de los hablantes tiene poco interés, y probablemente se trata más de un problema terminológico que la sustitución del término «cognize» por el de «saber» podría bastar para resolverlo.

Sin embargo, le consagra más atención a las críticas de Quine, lo que puede explicarse por el hecho de que su oposición a Quine tiene un alcance más amplio, lo que implica una serie de escogencias relativas a la dicotomía racionalismo/empirismo, a la noción de comportamiento, etc.

Nos limitaremos aquí al tema que nos interesa, es decir, a la distinción entre being guided y observing. Para Quine, como no existe ninguna gramática mental, esto es, psicológica, no hay que decidir si un conjunto articulado de reglas gramaticales es más adecuado que otro, ya que solo existen comportamientos lingüísticos. Es de alguna forma una versión de su tesis sobre la indeterminación de la traducción: no le corresponde a los hablantes nativos de una lengua preferir de manera inconsciente un sistema de reglas en vez de otro igualmente inconsciente y que le es equivalente en extensión. Chomsky responde a esta objeción reafirmando simplemente lo contrario, es decir, que es posible, y según él la teoría generativa lo demostró, escoger un conjunto de reglas gramaticales en vez de otro.

Chomsky vuelve sobre la objeción de Quine en New Horizons in the Study of Language and Mind. En este texto, la pregunta por la plausibilidad psicológica de la gramática es planteada de manera explícita. Considerando, esta vez, muy importante la distinción planteada, retoma la idea de Quine según la cual «no debemos otorgarle una ‘realidad psicológica’ a una concepción particular de la naturaleza del organismo que ‘obedece’ a las reglas» (las comillas son de Chomsky) (cf. Chomsky 2000, p. 94). Chomsky parece, en esta ocasión, reconocer que los comentarios de Quine constituyen verdaderas objeciones a la hipóstasis mentalista o psicológica de la gramática interna. Su respuesta se orienta en dos direcciones principales.

En primer lugar, rechaza la manera como Quine plantea el problema: preguntarse si la gramática es física o psicológica, o incluso si es adecuado considerarla psicológica, solo es posible si se toma como base el viejo dualismo reformulado hoy día como la relación mente/cuerpo (mind-body problem). En otro texto, Chomsky (1995a) afirma que desde que la física clásica existe, a decir verdad, desde que la noción newtoniana de atracción universal que supone la influencia de un cuerpo a distancia y que rompe con el mecanicismo cartesiano, no contamos con una noción explícita de lo que sería un cuerpo. A falta de una determinación explícita de lo que es la corporeidad, no es posible formular claramente la dicotomía de la mente y del cuerpo. Según Chomsky, nos enfrentamos a un problema de unificación de las ciencias, es decir, que no se dispone al día de hoy de una teoría que permita la asociación entre entidades postuladas por la teoría sintáctica y las entidades atómicas o neurales.

En segundo lugar, Chomsky afirma que no se puede considerar que la facultad del lenguaje funciona obedeciendo o conformándose con principios del tipo de la ley de la caída libre de los cuerpos. Para él (cf. Chomsky 2000, p. 95), «se requiere de más estructura», o tenemos necesidad «de considerar propiedades específicas de la facultad del lenguaje». Ahora bien, como lo veremos más adelante, es exactamente esta afirmación de la especificidad de la gramática interna la que va a ser cuestionada por la biolingüística.

Hasta ahora la discusión ha mostrado que es legítimo dudar de la noción de una gramática representada psicológicamente y, en mi opinión, la consecuencia es, al menos en algunos de los textos subsiguientes, que la noción de «representación mental» tiende a no ser vista con buenos ojos. Podemos destacar, en este sentido, la respuesta de Chomsky a Frances Egan en Chomsky and his Critics (cf.Antony et alii, 2003, p. 272), cuestionado sobre el fundamento y el poder explicativo de la noción de «contenido representacional». Chomsky responde:

I don’t think that the notion ‘representational content’ has been clarified sufficiently… The questions that seem to me unanswered are: what is ‘representational content’? And how does it contribute to this end? In the phonetics case, apparently not at all. What about other cases?3

Para finalizar con este punto, podemos decir que a pesar de la descalificación de las objeciones de Nagel y, sobre todo de Quine, la gramática generativa en su formulación biolingüística, que rechaza la visión dualista, se orienta en una dirección tal, que es capaz de eludir las objeciones provocadas por las críticas; en otras palabras, la gramática es una instancia físico-biológica, proposición que la noción de tercer factor permitirá desarrollar. Pero antes de llegar al tercer factor, es necesario revisar un nuevo punto de vista introducido en las publicaciones recientes, esto es, que los principios de los cuales se sirve la gramática son menos específicos de lo que cabría suponer. Es por medio de la noción de economía, la cual, como se verá más abajo, es necesaria desde el punto de vista empírico, que comienza esta discusión. La adecuación eventual de la hipótesis de la existencia de principios no específicos es seguramente uno de los motivos de la llegada de la biolingüística.

La noción de economía y los principios no específicos

Como se acaba de ver, la noción de economía, desarrollada a partir del texto de 1989, Some Notes on Economy of Derivation and Representation, jugó ciertamente un papel central, desde un punto de vista empírico, en el desarrollo del concepto del tercer factor y de la perspectiva biolingüística. Examinemos, a grandes rasgos, una de las aplicaciones de esta noción.

Chomsky (1989, p. 54) afirma la necesidad de tener en cuenta, al menos bajo la forma de esbozo, la pertinencia de principios más amplios que nos obligan a formar expresiones de la lengua según el «mínimo esfuerzo», o por el menor uso posible de los recursos de la Lengua-I.4 En este contexto, uno de los datos discutidos es el fenómeno, citado con frecuencia en la descripción de propiedades translingüísticas, de los procesos de afijación verbal que, sobre todo desde el análisis de Pollock (1989), son considerados como el resultado de operaciones sintácticas de movimiento.

Para comprender el tenor de la discusión, son necesarios algunos detalles de los aspectos técnicos del análisis chomskyano. No obstante, conviene en primer lugar destacar el siguiente hecho: el fenómeno en cuestión no es un fenómeno secundario que sería digno de tratamiento por la noción de economía; el fenómeno tratado por esta noción, es decir, los procesos de afijación, es fundamental en el desarrollo del modelo, y ha servido de fundamento a una buena parte del análisis empírico de la sintaxis comparativa a partir de los años 80, e incluso hasta hoy en día.

El problema tiene que ver con la relación entre la categoría de la flexión (o F) (inflection o I) y el verbo. Como sabemos, se supone que la fusión del verbo con los morfemas flexionales o, en versiones más recientes (ver la nota 6), con un conjunto de rasgos formales que prevé las propiedades de los morfemas flexionales, puede efectuarse por medio de dos operaciones diferentes: el verbo sube hasta F (V-raising), o F desciende hasta V (Affix hopping).

Por medio de la descripción y del análisis de la distribución de los adverbios, sobre todo de los de modo, de la distribución de los ítems negativos y de las inversiones características de los enunciados interrogativos, se llega a la conclusión de que el francés es una lengua que se sirve de la primera operación, mientras que el inglés se sirve de la segunda, lo que explicaría, por ejemplo, el hecho de que un adverbio de modo deba ser postverbal en francés y preverbal en inglés (cf.Pollock, 1989).

Por otro lado, el hecho de que los auxiliares be y have del inglés se comporten como los verbos plenos del francés, admitiendo que el adverbio aparezca en una posición post-verbal muestra, según Chomsky, que el asunto no es simplemente que el inglés emplee siempre el descenso de los afijos mientras que el francés pone en marcha la subida del verbo. Algo más está en juego.

Tal y como fue formulado en el modelo de la época (Chomsky, 1989), el ascenso o no del verbo estaba ligado a la naturaleza de los morfemas de concordancia. Debido a sus propiedades morfológicas, la concordancia (Agreement o AGR) se concebía fuerte en lenguas como el francés, y débil en lenguas como el inglés.5 La concordancia fuerte podía así «atraer» todo tipo de ítem verbal, y la concordancia débil podía «atraer» ítems verbales «ligeros» como los auxiliares o los verbos cópula, pero no los verbos plenos.

El análisis que se encuentra así resumido en sus grandes líneas, deja entender que, cuando no causa violación, la operación de ascenso del verbo debe ser aplicada en detrimento del descenso de afijos. Como se acaba de ver, el inglés utiliza también el ascenso del verbo en los casos en los que no produce violación. Así las cosas, todo sucede como si el ascenso fuera el más simple o el menos costoso para los procesos mentales de la Lengua-I. Esta hipótesis es corroborada, según Chomsky, por el siguiente análisis: se concibe que cuando se da el descenso de los afijos, corresponde que el compuesto [V+F], resultado del descenso de los afijos de la posición F a la posición V, se desplace, a su vez, en la sintaxis de forma lógica, hacia la posición F, con el fin de obtener una cadena bien formada. Así, la buena formación de la derivación en la cual se aplica la operación de descenso de afijos incluye, en realidad, la aplicación de dos movimientos, es decir, el movimiento de F hacia la posición V, y el movimiento suplementario de [V+F] hacia la posición F. Si es así, cuando se tiene, como en francés, solo el ascenso del verbo, esta derivación se hace menos costosa, lo que muestra que el ascenso es más económico que el descenso de los afijos.

En resumen, una derivación formada por un solo movimiento es más económica que una derivación que incluye más de un movimiento, y parece haber allí una instancia de la Lengua-I que contabiliza, incluso si no dispone de un «contador aritmético» (counter), las operaciones mentales, «escogiendo», tan pronto como sea posible, las derivaciones más económicas.

Considerando que el descenso de los afijos es una particularidad del inglés, debido a la naturaleza débil de la concordancia en esa lengua, Chomsky concluye su análisis afirmando que todo lleva a creer que los principios de la gramática universal son aplicados si es posible, y que los recursos propios de las gramáticas de las lenguas particulares son empleados solo para «salvar» a una estructura subyacente que no podía ser generada bajo otra forma.6

De esta manera, y para decirlo en otros términos, las lenguas intentan generar sus enunciados con los recursos aplicados universalmente, y emplean recursos particulares solo cuando algunas operaciones de extensión más amplias, como es el caso del ascenso del verbo, resultan inaplicables.

El autor parece entonces considerar que debe haber un cierto orden en la aplicación de los recursos disponibles, orden que indica las que se deben implementar y aquellas que deben permanecer «silenciosas». La decisión de implementar tal o cual recurso implica también, y de manera necesaria, que se conozca por anticipado las consecuencias de dichas escogencias, lo que conlleva una determinada predicción de las posibilidades derivacionales implicadas. Son estas las generalizaciones obtenidas a partir de los análisis que se acaban de analizar, que Chomsky pretende erigir en principios de la Lengua-I.

Así, Chomsky considera que principios tales como los de economía son específicos a la facultad del lenguaje. Lo dice en estos términos (Chomsky, 1989, p. 81):

(W)hile these principles have a kind of naturalness and generality lacking in the specific principles of UG such as ECP, binding theory, and so on, nevertheless their formulation is, in detail, specific to the language faculty.7

Si los principios de economía son principios de la Lengua-I, se trataría de principios que se aplican «sobre» los principios usuales como el criterio temático (θ-criterion), y «sobre» las operaciones como Move; en otras palabras, son principios que «regulan» la operación de los demás principios, y que por esta razón tienen el poder de «examinar» todas las posibilidades derivacionales que puedan resultar de un conjunto seleccionado de ítems lexicales. En resumen, los principios de economía parecen ser jerárquicamente superiores a los demás principios que podemos llamar «principios ordinarios», ya que los primeros parecen ordenar el conjunto del dispositivo gramatical.

Incluso si nuestro autor se identifica aun en este texto a una supuesta naturaleza específica de los principios de economía, esta posición, desde nuestro punto de vista, es difícil de sostener, y será revisada por el propio Chomsky, como lo mostraremos más adelante. La siguiente reflexión puede ayudar a comprender las razones de nuestro desacuerdo al carácter específico de principios como los de economía: principios globales, o en nuestro criterio jerárquicamente superiores, tienen necesariamente acceso a todos los recursos de la Lengua-I, con el fin de autorizar la formación de la derivación menos costosa. En este sentido, están «por fuera» de la Lengua-I. Si ese es el caso, estos principios, incluso si tienen acceso a recursos gramaticales para regular su aplicación, no pueden estar constituidos por propiedades puramente gramaticales, o, dicho de otra manera, no son ellos los que «forman» o legitiman las estructuras sintácticas. Deben estar compuestos por propiedades que, en cuanto tales, les permitan seleccionar solamente las derivaciones menos costosas. Así, si no son de naturaleza gramatical, no se puede sostener que sean específicas de la Lengua-I.

Desde nuestra perspectiva, en síntesis, como los principios de economía no disponen de recursos gramaticales, esto es, de operaciones y principios capaces de generar y de prever las formas posibles de los ordenamientos gramaticales, no pueden estar contenidos en el conjunto de los recursos que componen la Lengua-I. Incluso admitiendo que los principios de economía puedan formar un subconjunto del conjunto de los recursos de la Lengua-I, este eventual subconjunto deberá ser, necesariamente, jerárquicamente superior en relación con los principios ordinarios, lo que equivale a una distinción cierta entre los dos conjuntos, con las consecuencias que estamos destacando.

Si nuestra conclusión es correcta, se plantea la pregunta de saber cómo situar, en una teoría como la teoría generativa, con una toma de posición fuerte en lo atinente a la ontología de su objeto de estudio, la instancia mental que posee la capacidad de administrar la aplicabilidad de los principios gramaticales ordinarios. En otras palabras, ¿cuál es el lugar de los principios, por ejemplo aquellos que manejan la economía?

En la ontología generativista, no parece haber lugar para estos principios «al interior» de la gramática mental/cerebral. Con la biolingüística, sin embargo, los principios de economía encuentran su lugar en la medida en que son asignados a dominios cognitivos conexos, teniendo incluso validez con relación a los fenómenos del lenguaje.

Posiblemente reflexiones de esta naturaleza pueden ayudar a redefinir, como lo veremos más adelante, los principios de economía, ya no como principios específicos de la Lengua-I sino como principios de extensión cognitiva más amplia. Es esta perspectiva que se diseña a partir de la biolingüística.

Es momento ya de abordar nuestra segunda pregunta planteada más atrás.

4. El lugar de la teoría lingüística en la biología contemporánea

En esta sección, nuestro objetivo es mostrar cómo algunos resultados que provienen del campo de las ciencias de la vida se invocan para sustentar algunas concepciones relacionadas con el lenguaje en su visión generativista, y además para sustentar algunas posturas relacionadas con la definición de los fenómenos que hay que tener en consideración para la teoría.

Incluso si Chomsky afirma que la unificación con la biología es lejana, o incluso fuera de nuestro alcance, esto no parece impedir a los teóricos de la biolingüística buscar una justificación última de la teoría lingüística en su compatibilidad con las conquistas de la biología evolutiva, de la genética o incluso de la etología.

En primer lugar, la búsqueda de elementos probatorios da cuenta de la importancia de las propiedades cognitivas no específicas de la facultad del lenguaje, se convierte pues en una tarea crucial a cumplir para estos teóricos. Diversos trabajos han revelado el desafío, y discuten el papel de las propiedades biológicas en la constitución de la facultad del lenguaje. Veamos algunos ejemplos que ilustran lo que se ha denominado el uso instrumental de las ciencias de la vida como criterio de validación.

En el libro coordinado por Di Sciullo & Boeckx (2011), el capítulo de Berwick & Chomsky es uno de los textos centrales que definen las bases de la perspectiva biolingüística actual.8 Con la intención de trazar un panorama de los avances realizados hasta entonces, los autores, comparando las propiedades del lenguaje y las propiedades cognitivas/biológicas de los seres humanos y de los animales, establecen algunos cánones de la biolingüística.

Dos temas principales desarrollados en el texto de Berwick y Chomsky, nos llaman la atención:

  1. Evolución vs. cambio

  2. El papel de la comunicación y de la externalización

Desde el inicio del texto de Berwick & Chomsky, está confirmado que la facultad del lenguaje humano es un objeto particular del mundo biológico que se sitúa de manera precisa y definitiva, según ellos, en la tradición moderna de la biología y, que, en cuanto tal, se mantiene como una instancia estable, es decir, sin alteración esencial desde su aparición hace cerca de 50.000 años. Se ve así, que si el objeto de estudio de la teoría es la facultad del lenguaje, está fuera del campo de la teoría ocuparse de lo que se denomina el cambio lingüístico; es por lo tanto pertinente comprender cómo se efectuó la aparición de la facultad del lenguaje, lo que lleva a estudiar su evolución. Se trata de un tema distinto al del cambio lingüístico y al de los fenómenos harto conocidos que recubre. Más exactamente, el fenómeno evolutivo central de la facultad del lenguaje es la mutación biológica que se materializó en particular en la instalación de la operación Fusión [Merge], que es la propiedad esencial de esta facultad. Es preciso insistir, la evolución no es el cambio, y solo la primera le interesa a la teoría.

Vienen al auxilio de esta conclusión los comentarios de los autores que resumen algunos de los resultados contemporáneos de la biología evolutiva -y su enfoque denominado Evo-devo (Evolution Development) (cf.Carroll, 2008; Müller, 2007). Es así que los autores Berwick & Chomsky (2011, p. 24) afirman:

(T)here is but one multicellular animal from a sufficiently abstract point of view… Superficial variety would result in part from various arrangements of an evolutionarily conserved ‘developmental-genetic toolkit’9.

La aplicación de estas ideas al lenguaje es buscada; lo que nos lleva a pensar que la biología evolutiva, y también (cf. la nota 4) algunos descubrimientos recientes de la genética que asocian genes a alteraciones del lenguaje, funcionan como una especie de criterio de validación último en lo referente a la adecuación de las concepciones sobre el lenguaje. A este respecto, veamos el siguiente fragmento de Berwick & Chomsky (2011, p. 22):

Why do we see this array of living things in the World and not others, just as why do we see this array of languages/grammars and not others?10

En relación con esto, la variación lingüística -al igual que los sistemas biológicos- parece tener solo una diversidad limitada y restringida a la externalización, definida como una proyección de una estructura sintáctica sobre una forma fonética, independientemente de toda interpretación semántica y que está asociada al sistema sensorio-motor. Para Berwick & Chomsky, la variación asociada a la externalización no tiene ningún rol en el sistema central de la sintaxis y de la semántica, o, como ellos lo afirman, no hace parte de la core grammar, y, en síntesis, la externalización es secundaria. Vamos, en una primera instancia, a tratar de comprender lo que quiere decir «secundario» en ese contexto, y luego, resultará interesante observar de qué manera los autores van a aprovechar los datos reunidos en la investigación biológica para sostener esta conclusión.

El carácter secundario de la externalización es discutido por Berwick & Chomsky (p. 31) sobre la base de casos, como el hecho de que no pronunciaríamos enunciados como:

Guess what John is eating what,11

sino

Guess what John is eating,12

con la supresión de la última ocurrencia de what, considerada como una propiedad universal de los desplazamientos. La propiedad resulta, según los autores, de un principio elemental de eficacia computacional, principio que sería corroborado en trabajos de neurobiología, mostrando que las actividades motrices seriales son computacionalmente costosas. Así, para externalizar la expresión:

What John is eating what,13

sería necesario pronunciar what dos veces, lo que aumentaría la cantidad de cálculo necesario. Con la eliminación de una de las ocurrencias de what, el costo del cálculo requerido sería reducido. Así, según los autores, la facultad del lenguaje se sirve de un principio de eficacia computacional en los procesos de externalización.

Siguiendo con el razonamiento de los autores, la conservación de una sola de las ocurrencias del ítem interrogativo desplazado es necesaria computacionalmente, pero sobrecarga la interpretación y, en consecuencia, la comunicación entre los hablantes, ya que debemos recuperar la posición original del ítem interrogativo para obtener la interpretación adecuada. El recorrido hasta este punto muestra que cuando hay un conflicto entre la eficacia computacional y la eficacia comunicativa, la facultad del lenguaje escoge la primera. El argumento refuerza así la concepción del lenguaje como sistema cognitivo optimizado en donde la comunicación es secundaria.14

Por último, para ellos, parametrización y diversidad son completa o mayoritariamente reducidos a la externalización, lo que, como se ha visto, es secundario en el sentido de que la externalización no afecta la core grammar. Esta conclusión es importante para nuestra respuesta a la pregunta (3), desarrollada en el siguiente ítem.

5. La biolingüística y la variación lingüística

Una de las consecuencias, sin duda alguna, es culminar la naturalización del objeto de la teoría lingüística en su visión generativista. Pero veamos cómo los propios generativistas consideran su trabajo.

La primacía dada a la propiedad de recursividad, a las operaciones computacionales que la imponen y a las consideraciones sobre la arquitectura del modelo, es considerada, en verdad, como una etapa en la búsqueda de una adecuación explicativa, o, en otras palabras, es la consecuencia «lógica» de la búsqueda de un modelo aun más económico. La prueba de ello es el siguiente extracto, aclarador, de Chomsky (2005a, p. 9), que retoma las consideraciones de Luigi Rizzi:

In the earlier framework, not only rules but also UG principles were expressed in terms of grammatical constructions (islands, specified-subject and other constraints on operations, Emond’s structure-preserving hypothesis, filters, etc.), all inherently specific to language, without even remote conterparts in other biological systems. Within the P&P framework, the basic computational ingredients are considerably more abstract (locality, minimal search, basic recursion, etc.) and it becomes quite reasonable to seek principled explanations in terms that may apply well-beyond language, as well as related properties in other systems.15

Como se puede ver, la elaboración de generalizaciones sobre la forma de la gramática, apuntando a la adecuación explicativa, debe renunciar a construcciones teóricas que toman como base entidades consideradas como internas a la gramática. Así, al igual que en otros momentos de la teoría, en la época del modelo LGB, los términos de enunciado pasivo fueron considerados como la designación de un epifenómeno que podía ser descompuesto en entidades y mecanismos más primitivos, con atribución del caso nominativo, de roles temáticos, movimiento-A, etc. Igualmente, la posición de los principios específicos a la gramática interna debe ser abandonada en beneficio de la elaboración de generalizaciones más abstractas, cuya extensión es más amplia ya que representa tanto las propiedades de la gramática interna como las propiedades relacionadas con otros dominios cognitivos.

Surge aparentemente una desconfianza frente a la adecuación o a la existencia de construcciones teóricas que se apoyan en nociones que hacen parte de la nomenclatura gramatical. En otras palabras, estas entidades son consideradas como las resultantes de restricciones cognitivas más amplias.

En relación con este punto, otra consecuencia tiene que ver con una re-discusión del papel de la noción de parámetro en el modelo, lo que, desde mi perspectiva, va a provocar una revisión en la manera de considerar el fenómeno de la variación lingüística o, al menos, de variación sintáctica.

Retomemos el texto de Berwick & Chomsky (2011) comentado más atrás, y examinemos lo que ellos afirman con respecto a la noción de parámetro en el marco de la biolingüística.

De entrada, como lo dijimos, es necesario considerar, según los autores, que desde que el lenguaje es propiedad de un ser vivo sometido a las leyes físico-químicas, las posibilidades de variación se reducen significativamente y se limitan, probablemente, a aspectos superficiales asociados a las realizaciones fonológicas y morfológicas. Con el fin de ilustrar esta última afirmación, los autores formulan la hipótesis de que el parámetro conocido como cabeza inicial/cabeza final que determina el orden de las palabras, no juega ningún papel en la core grammar.

Esta hipótesis concuerda con una estrategia general que consiste en excluir los parámetros de la core grammar (cf.Berwick & Chomsky, 2011, p. 37). Desde esta perspectiva, la amplitud de variación de las lenguas es ilusoria, en el sentido de que las lenguas se sirven de los mismos mecanismos de recursividad y obedecen a las leyes de la naturaleza que, en el caso del lenguaje, implican la eficiencia de la computación.

La exclusión de los parámetros de la core grammar aporta en realidad solo un fundamento teórico más amplio, apoyado en la biología, en relación con la revisión del valor explicativo de la noción de parámetro ya presentada en los análisis anteriores de otros autores. Podemos pensar por ejemplo en las conclusiones de Newmeyer (2005) sobre los parámetros, tal y como fueron consideradas por Charles Yang (2011) -uno de los autores más citados cuando se trata del enfoque paramétrico más reciente-, mostrando que diversos tipos de datos relativizan el valor explicativo de los parámetros.

De todas formas, las insuficiencias -sobre las cuales volveré más adelante- del enfoque paramétrico tal y como fue concebido en el modelo GB y su exclusión de la grammar, como Berwick & Chomsky lo proponen, le permitieron a Boeckx (2011) defender la idea de una incompatibilidad entre el enfoque paramétrico y los presupuestos minimalistas asociados a la concepción biolingüística. La proposición de Boeckx es compatible con una gran parte de sintacticistas que trabajan con el modelo minimalista, y desplaza la atención hacia la búsqueda de la formulación de operaciones de base como la Fusión y Agree, en lugar de las descripciones amplias de las posibilidades de variación interlingüística.

En esa dirección comienzan a aparecer análisis que toman como objeto fenómenos conocidos, y buscan explicarlos sin recurrir a la noción de parámetro, reemplazada por lo que se ha designado como los principios que dependen del tercer factor. Como se ha visto, la forma de estos principios en la medida de lo posible no deberá hacer referencia a aspectos específicamente gramaticales que serán vistos como epifenómenos. Uno de estos artículos es el de Sigurðsson (2011), que trabaja con el fenómeno bien descrito de los argumentos nulos sin recurrir a la noción de parámetro.

Los diversos análisis de los argumentos nulos han mostrado a lo largo de los últimos decenios que no se trata de un fenómeno homogéneo si se considera las diferentes lenguas que lo ilustran. Al final de este recorrido, la convicción que parece imponerse es que es imposible tratar la posibilidad de borrar o no un sintagma nominal sujeto u objeto postulando un parámetro binario basado en una sola propiedad como el de la naturaleza fuerte o débil de la categoría AGR (ver la nota 5).

Consideremos brevemente los datos. La heterogeneidad, señalada por Sigurðsson, se refiere al hecho de que, en lo concerniente al sujeto nulo, se dispone al menos de tres grandes grupos de lenguas (cf. Sigurðsson, 2011, p. 268):

(A) las lenguas romances, como el italiano, que disponen de marcas de concordancia; (B) las lenguas germánicas cuyo sujeto nulo depende de un especificador de C vacío y está asociado además a un tópico, y (C) las lenguas como el chino que presentan un sujeto nulo identificado por un referente mencionado en el discurso.

Sigurðsson propone la hipótesis que los argumentos exigen estar ligados por la frontera C (complementador) en sus dominios locales C, y que los lazos de frontera C-CLn- incluyen rasgos de tópicos y de constituyentes que tienen roles discursivos como hablante y oyente. En otras palabras, propone que los argumentos sujetos son legitimados por la vía de sus relaciones con constituyentes ubicados en la posición C, o en posiciones estructurales más altas asociadas a las interpretaciones de hablante y oyente. Esta proposición, llamada Generalización de lazo por frontera C (C/Edge-Linking Generalization) (cf. Sigurðsson, 2011, p. 282), es vista por el autor como una propiedad computacional sintáctica que puede ser analizada como un principio del tercer factor ya que no deriva de las condiciones específicas sobre el sujeto sino de condiciones de interface sobre la interpretación. Pero volvamos a los sujetos nulos.

A decir verdad, la heterogeneidad de la fenomenología de los sujetos nulos es mucho más amplia de lo que deja entender Sigurðsson, lo que muestra, a mi modo de ver, que incluso la condición que él propone es insuficiente. En verdad, poco después de la formulación de la proposición del parámetro del sujeto nulo por Rizzi (1982) y Chomsky (1981), a comienzos de los años 80, han surgido trabajos que ponían en evidencia en varias lenguas particularismos relativos a esta fenomenología.

En primer lugar, se esperaba que la especificación de un valor del parámetro aportara un conjunto de propiedades derivadas bajo la forma de un agrupamiento (cluster). Pero por ejemplo en los dialectos europeo y brasileño del portugués, incluso si hay sujetos nulos, esta propiedad no se acompaña de la inversión libre del sujeto como en el caso del italiano (cf.Nascimento, 1983).

En lo concerniente a la correlación entre sujeto nulo y expletivo nulo, se observa también que existen expletivos nulos en una lengua como el alemán, que no admite sujetos nulos interpretados temáticamente. También hay lenguas como el gallego y algunos dialectos del portugués europeo que son lenguas de sujeto nulo pero que disponen igualmente de expletivos realizados fonológicamente.

Podemos finalmente evocar el caso del portugués de Brasil que presenta en realidad diferentes niveles de eliminación del sujeto cuando se considera a las personas del discurso. Así, los sujetos pronominales de tercera persona se eliden más que los de la primera persona. No obstante, las desinencias de primera persona son las más diferenciadas y las más resistentes a la reducción morfológica, mientras que las de la tercera persona son más neutras, y le sirven tanto a los sujetos de tercera y de segunda persona del singular (cf. Duarte, 1992). En otros términos, incluso si se trata de una lengua romance con un modelo típico de flexión verbal, la categoría AGR del portugués de Brasil parece determinar parcialmente los fenómenos ligados al sujeto nulo.

Todo lleva a pensar que es muy difícil, si no imposible, como lo decíamos antes, derivar este conjunto de propiedades interlingüísticas de la fijación de un valor negativo o positivo de un parámetro único, sobre todo si se basa en la naturaleza de la categoría AGR, como se ha intentado al menos durante dos decenios.

Aunque no se trate de una posición homogénea,16 se tiene la impresión, con el ejemplo de la discusión sobre el parámetro del sujeto nulo, que hay razones para sostener que se demostró un cierto fracaso del enfoque paramétrico tal y como fue concebido a partir de la década de los 80.17 Parece que la hipótesis central de este enfoque, según la cual la escogencia de un valor de un parámetro conlleva consecuencias previstas en el sistema de la gramática de la lengua, determinando grupos de lenguas diferentes, era muy fuerte: la variación sintáctica demuestra una complejidad mucho mayor de lo que se creía.

La exclusión de la variación de la core grammar sostiene además la visión según la cual la descripción interlingüística no debe ser en sí el objetivo de la teoría lingüística, es decir, puede que ocuparse de los productos de la facultad del lenguaje solo sea un medio que busca establecer principios que no sean específicos del lenguaje, o que no poseen un alcance cognitivo más amplio.

Dado el volumen considerable de trabajos descriptivos realizados sobre varias lenguas que tienen como sistema de referencia la gramática generativa, se podría pensar que se está aún lejos de este objetivo, pero el análisis de Sigurðsson, resumido más atrás, muestra más bien lo contrario si se siguen las tendencias esbozadas por la biolingüística. Ahora bien, el hecho de que haya variación referente a la ocurrencia de sujetos nulos en los tres grupos de lenguas, no es el fenómeno a tratar: es como si se tratara de datos descriptivos que sirven de base para encontrar el tercer factor y, además, como se ha visto, la formulación de los principios del tercer factor debe, de manera ideal, evitar ser desarrollada a través de la nomenclatura gramatical.

6. Conclusión

Se ha intentado mostrar que el lugar de la gramática generativa en la biología contemporánea es rico en consecuencias tanto teóricas como empíricas. Así, una de las consecuencias mayores de lo que expusimos es la redefinición del lugar de la variación lingüística en el generativismo actual, que juega -a nuestro modo de ver- un papel secundario. En lo concerniente a la teoría lingüística, lo que creemos haber mostrado nos permite formular las siguientes preguntas:

  1. ¿La descripción interlingüística solo es interesante en la medida en que sirve de pretexto para establecer los principios que se incluyen en el tercer factor?

  2. ¿Debe apoyarse la lingüística en las conquistas de la biología evolutiva y otros campos de las ciencias de la vida como criterios de validación de las concepciones adoptadas?

Las respuestas que se le darán a la pregunta (1) exigirán que nos cuestionemos por el objeto propio de la lingüística y por la posibilidad de hacer del objeto de la teoría generativa el objeto propio de la lingüística. En otras palabras, habría que preguntarse, por ejemplo, si es interesante para la teoría lingüística imponerse como objetivo la búsqueda de generalizaciones sobre su objeto empírico en donde la identificación de las propiedades específicas del lenguaje tenga un papel instrumental. No se trata de negar que la facultad del leguaje pueda ser determinada por principios no específicos del lenguaje, sino de reflexionar en el lugar y en el papel de este tipo de principios en la teoría lingüística, lo que nos lleva a la pregunta (2). Esta pregunta, en realidad, consiste en saber si la biología debe funcionar como un tipo de ciencia-piloto para la lingüística y las ciencias cognitivas, como se ha visto a propósito de la lingüística estructuralista que jugaba este papel para el conjunto de las ciencias humanas. En resumen, se trata de replantear la autonomía y la unificación de la teoría lingüística en relación con los campos conexos. Estas son las grandes preguntas, y dejaré estos temas para debates futuros.

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1Mis agradecimientos van a los dos pares anónimos de la revista HEL cuyos aportes me permitieron mejorar ostensiblemente el texto, así como también a Jean-Michel Fortis por sus sugerencias y la acogida que me brindó en la Universidad París VII durante mi estadía en Francia en 2015. Asumo la responsabilidad de cualquier error. Artículo publicado en la revista Histoire, Epistémologie, Langage, Volumen 38, Número 2, 2016, pp. 117-136. https://doi.org/10.1051/hel/2016380209. NdT.

2Según Chomsky (2005a, p. 1), la biolingüística (biolinguistics), «un término sugerido por Massimo Piattelli-Palmarini» en 1974 con ocasión de un encuentro internacional realizado en el MIT en cooperación con la Fundación Royaumont de París, tuvo como documento eje de trabajo el texto de Eric Lenneberg, Biological Foundations of Language (1967).

3[No creo que la noción de ‘contenido representacional’ haya sido aclarada suficientemente... Las preguntas que creo, aun no han sido contestadas son: ¿qué es el ‘contenido representacional’? Y además, ¿cómo contribuye a este fin? En el caso de la fonética, al parecer no en lo absoluto. ¿Qué pasa con los demás casos?]. Traducimos también las citas en inglés. NdT.

4En este artículo, utilizo, sin hacer distinción, los términos de core grammar, Lengua-I y gramática interna.

5La naturaleza fuerte o débil de la concordancia (AGR) está determinada por la riqueza morfológica de los morfemas flexionales (cf. Pollock, 1989).

6En el modelo minimalista, actualmente en discusión en la teoría generativa, el análisis de los procesos de afijación verbal se hace de manera distinta. Entre otras modificaciones, ya no tienen interés el descenso de los afijos, sino simplemente los movimientos antes o después del spell-out, ni las relaciones entre los morfemas en el nivel de la sintaxis, es decir, que se cuenta con un mecanismo de verificación (checking) o de agree, que decide si la forma final de los verbos flexivos está bien formada (para más detalles, ver Chomsky, 1995b, 2008).

7[[M]ientras que estos principios poseen una especie de naturalidad y generalidad ausentes en los principios específicos de GU tales como el ECP, la teoría de ligamiento, y así sucesivamente, sin embargo, su formulación es, en detalle, específica de la facultad de lenguaje.] Traducimos también las citas en inglés. NdT.

8Mejor aun, el último libro de estos autores que desarrolla con detalle el programa biolingüístico es Why Only Us (2016). Véase la reseña de este texto en la revista Entornos 29, número 2, 2016, pp. 469-473. NdT.

9[[H]ay solamente un animal multicelular, desde un punto de vista suficientemente abstracto... La variedad superficial sería en parte el resultado de múltiples configuraciones de un ‘kit de herramientas de desarrollo genético’ evolutivamente conservado.]. Traducimos también las citas en inglés. NdT.

10[¿Por qué observamos este conjunto de cosas vivas en el mundo y no otras, y de la misma manera, ¿por qué vemos este conjunto de lenguas/gramáticas y no otras?]. Traducimos también las citas en inglés. NdT.

11[Adivine (lo) que John está comiendo que]. Traducimos también las citas en inglés. NdT.

12[Adivine (lo) que John está comiendo]. Traducimos también las citas en inglés. NdT.

13[Lo que John está comiendo que]. Traducimos también las citas en inglés. NdT.

14Berwick & Chomsky (2011) tienen en cuenta también el debate sobre el supuesto «gen del lenguaje», es decir, el gen FOXP2 asociado a un déficit lingüístico, buscando argumentar a favor de la naturaleza secundaria de la externalización. Por falta de espacio no se reproducirá aquí dicho argumento.

15[En el marco anterior, no solo las reglas sino también los principios de la GU se expresaban en términos de construcciones gramaticales (islas, sujeto especificado y otras restricciones sobre las operaciones, hipótesis de preservación de la estructura de Emond, filtros, etc.), todas inherentemente específicas del lenguaje, sin contraparte, ni siquiera de manera remota, con otros sistemas biológicos. Dentro del marco de P&P [Principios y Parámetros], los ingredientes computacionales básicos son considerablemente más abstractos (localidad, búsqueda mínima, recursividad básica, etc.), y resulta bastante razonable buscar explicaciones basadas en principios en términos que puedan aplicarse mucho más allá del lenguaje, así como propiedades relacionadas en otros sistemas]. Traducimos también las citas en inglés. NdT.

16Sin embargo, no hay consenso en cuanto al papel secundario asignado a la variación lingüística en lo concerniente a la elaboración de la teoría de la core grammar. Los trabajos de Roberts & Holmberg (2005, 2009) y otros, que tienen en cuenta las objeciones hechas por Newmeyer (2005), intentan volverle a dar un papel mayor a la hipótesis de los parámetros en la teoría. Al fin de cuentas, el papel asignado a la variación en la biolingüística parece ser una de las tendencias -probablemente la más fuerte- del desarrollo de la teoría en el momento actual.

17Algunos autores intentan desarrollar el enfoque paramétrico considerando una versión más flexible que consiste en afirmar que la teoría de la Lengua-I debe tener también en cuenta lo que se ha denominado microparámetros, que permiten tratar las diferencias menores entre las lenguas emparentadas apoyándose en las propiedades de los ítems lexicales de cada lengua, pudiendo así explicar, por ejemplo, la ausencia de agrupación de propiedades (cluster) determinado por la especificación de un valor del parámetro. Este enfoque reconoce, sin embargo, que el análisis de la variación sintáctica debe ser mucho más complejo de lo que se pensaba antes, al percibirse más bien como fragmentado (cf. Adger et alii, 2011).

Recibido: 05 de Octubre de 2017; Aprobado: 24 de Octubre de 2017

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