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Lingüística y Literatura

Print version ISSN 0120-5587On-line version ISSN 2422-3174

Linguist.lit.  no.77 Medellìn Jan./June 2020  Epub Nov 03, 2021

https://doi.org/10.17533/udea.lyl.n77a25 

Reseñas

Brissette, P. (2005). La malédiction littéraire. Du poète crotté au genie malheureux La maldición literaria. Del poeta andrajoso al genio desdichado. En Juan Zapata (Trad.) Bogotá (2018). Luna Libros-Fondo de Cultura Económica, 327 pp.

Paula Andrea Marín Colorado1  * 

1Instituto Caro y Cuervo (Colombia) paulanmc@gmail.com

Brissette, P.. 2005. La malédiction littéraire. Du poète crotté au genie malheureux La maldición literaria. Del poeta andrajoso al genio desdichado. Zapata, Juan. Bogotá: 2018. Luna Libros-Fondo de Cultura Económica,


Por primera vez se publica en español este libro de Pascal Brissette, profesor e investigador canadiense, director del Departamento de Lengua y Literatura Francesa de la Universidad de McGill. La traducción estuvo a cargo del profesor, investigador y traductor colombianoJuan Zapata , quien desde hace 12 años reside en Francia. Zapata ha realizado un admirable trabajo de traducción para editoriales colombianas de obras originalmente escritas en francés. Gracias a su gestión y al interés de las editoriales colombianas en publicar este tipo de trabajos, en los últimos cinco años se han publicado cinco libros invaluables para la renovación de los estudios literarios en Colombia: La institución de la literatura, de Jacques Dubois (Universidad de Antioquia, 2014), La invención del autor (Universidad de Antioquia, 2015), Posturas literarias, de Jérôme Meizoz (Universidad de los Andes, 2015), Baudelaire. De la bohemia a la modernidad literaria (Filomena Edita-Corporación Babilonia, 2017) y este de Brissette.

La maldición literaria no se aparta de la línea trazada por los anteriores títulos traducidos por Zapata y viene a ser su complemento directo: se trata de reconstruir el itinerario de los discursos y de las representaciones sociales que dieron lugar al nacimiento del mito del escritor maldito, en la segunda mitad del siglo xix. Así, Brissette pasó por la melancolía, la pobreza, la persecución, el infortunio, la revolución, el suicidio y el exilio como figuras discursivas que construyeron una imagen particular del escritor y derivaron en la del escritor maldito; de esta forma, el autor hizo un recorrido por el ámbito de los hombres de letras durante más de cinco siglos, deteniéndose sobre todo en los siglos xviii y xix. Estas figuras van conformando las características del «genio» y son asumidas por los escritores como un destino elegido a través del cual se busca su legitimación en el sistema literario y la posteridad. La calidad de la obra literaria se va asociando con estas características del escritor, quien, a través de ellas, procura distanciarse de la literatura más dominante, primero, y luego de la más comercial o exitosa.

Sin embargo, tal vez una de las conclusiones más interesantes del libro de Brissette sea que, a pesar de todos los esfuerzos de muchos escritores para expresar y legitimar su desdicha -en la mayoría de los casos absolutamente real- para convertirla en capital simbólico, no son suficientes para alcanzar la posteridad; es decir: para muchos escritores clásicos su relación con la enfermedad, la desdicha o la proscripción en todas sus formas ha sido determinante para la consagración de su obra, a diferencia de muchos otros. Es necesario releer lo anterior para que no se entienda que estas características autoriales son la condición de la posteridad artística, pues, junto a ellas está la obra que, finalmente, es la que trasciende o no el paso del tiempo, a través de nuevos lectores y de nuevas ediciones.

La naturalización de estos discursos dentro de las prácticas literarias obedeció también a las transformaciones de la escena literaria en la segunda mitad del siglo xviii:

Los nuevos aspirantes se vieron perjudicados por un sistema desigual que privilegiaba los miembros de la «alta inteligencia»; de ahí que fueran menospreciados por los escritores ya instalados, para quienes estos no eran más que unos míseros de dudosa reputación […].

[…] Un ejército completo de «especímenes», como se les llamaba entonces, vio la necesidad de forjar nuevas representaciones valorizantes de la pobreza autorial para sustraerse a la lógica de menosprecio que pesaba sobre ellos (p. 27).

La democratización en la alfabetización y en la educación hace que más personas puedan pensar en convertirse en escritores, pero la demanda es mucha y la oferta es poca, por lo que el reducido número de puestos disponibles seguía -y aún sigue- estando en manos de una pequeña élite; la rivalidad se vuelve -y aún continúa siendo- implacable y desigual: los recién llegados siempre serán vistos como sospechosos y siempre tratarán de controlarlos para que no subviertan el orden establecido. ¿No suena esto muy familiar? Pareciera que Brissette estuviera hablando del espacio literario actual en el que los puestos «respetables» siguen siendo pocos y continúan siendo monopolizados por pequeños grupos asociados a ciertas editoriales, a ciertos medios de comunicación y a ciertas redes de sociabilidad; el 95 % del material que llega a las editoriales jamás llega a ser publicado y el 5 % restante apenas llega a ser leído, reseñado, visibilizado, reconocido y legitimado. En este contexto, no resulta extraño ni inválido que los muchos escritores que se quedan por fuera de estos pequeños grupos -u otros que pasan por una «mala racha» en su trayectoria o que desean reforzar su prestigio- busquen maneras alternativas y autogestionadas de legitimar y «producir interés» (p. 162) sobre su existencia en la vida literaria, de lanzar «un grito de indignación» (p. 240), también por los muchos otros que «pululan anónimamente» (p. 285) sin que alcancen nunca importancia alguna para el público.

Pero para que estas formas alternativas de legitimación literaria tuvieran eco en el sistema literario, fue necesario que aumentara el número de lectores y así formaran públicos especializados -denominados como lectores de nicho-; este proceso inició también en la segunda mitad del siglo xviii, cuando comenzó a desaparecer el mecenazgo y la legitimación literaria no estaba completamente en manos de los miembros de la corte y de los poderosos, sino que empezaba a ser cada vez más importante la aceptación de un público anónimo «burgués», pese a que el ámbito editorial siguiera siendo tan limitado -al igual que hoy-:

Los editores no desean correr riesgos apostándoles a los nuevos autores. El mercado es inestable, el precio del libro elevado, el flujo de los gabinetes de lectura bastante frágil y la competencia cada vez más feroz. Las estrategias editoriales, volcadas hacia la publicación de clásicos o autores de éxito, no dan lugar para la edición de autores sin notoriedad alguna (p. 239).

Quizá los capítulos más interesantes del libro son aquellos en donde Brissette se detiene en los tópicos de la pobreza y de la persecución. En la segunda mitad del siglo xviii, la pobreza del hombre de letras empezó a ser vista como una característica positiva; antes, los escritores-filósofos -quienes en la inmensa mayoría eran provenientes de grupos sociales acomodados- consideraban que solo la holgura económica posibilitaba la creación de una obra de valor, pues si el escritor tenía solucionadas sus necesidades materiales podía dedicarse con más libertad a su escritura. Con la llegada de los nuevos pretendientes, provenientes de grupos sociales marginados, esta percepción necesariamente empieza a cambiar. Además, después de la Revolución francesa y durante la Contrarrevolución, los filósofos perdieron su posición privilegiada dentro del ámbito intelectual, por lo que fueron los escritores literarios -que antes eran considerados como «infortunados»-pasaron a ocupar las posiciones «liberadas».

Tal vez la mayor reflexión que deja el libro de Brissette es cuán actual es este mito de la maldición literaria, cuáles de las figuras discursivas rastreadas por el autor continúan configurando al escritor contemporáneo y las preferencias de los lectores. ¿Cómo reconocer que se es un escritor «fracasado»? ¿Cómo usan algunos escritores su fracaso en la escena literaria como signo de que son «escritores malditos»? ¿Sigue funcionando este mito entre los lectores? Podría decirse que lo está. La enfermedad, el exilio, la proscripción, la pobreza y el suicidio siguen siendo valorizados en y por los escritores de la época actual, como ya lo han sido en el pasado dentro de la historia literaria colombiana: la pobreza de Eugenio Díaz y de Tomás Carrasquilla; el suicidio de José Asunción Silva, de Andrés Caicedo y de María Mercedes Carranza; la proscripción de Barba Jacob y de Bernardo Arias Trujillo; la persecución de José Antonio Osorio Lizarazo y de Gustavo Álvarez Gardeazábal; el exilio voluntario de Fernando Vallejo; la locura de Raúl Gómez Jattin; la enfermedad y la pobreza -tan reales y tan cercanas- de Fernando Molano Vargas (y la lista podría continuar).

Se termina con esta reflexión: ¿Para qué sirve desmitificar (historizar) el mito de la maldición literaria? Para advertir a los aspirantes a escritores y a los lectores de las fábulas sobre las que funciona la vida literaria, así como a los críticos e investigadores literarios de que este mito -como fenómeno colectivo- no es obra de personas en particular -aunque resulte innegable reconocer el papel jugado por escritores como Rousseau, Chateaubriand y Gilbert; algunos de los casos que retoma Brissette en su libro-, sino de la circulación de un sinnúmero de discursos que preparan la escena del mito. Sin embargo, cabe insistir en la necesidad de que el mito no desaparezca del todo: ¿Destruir el mito no significa menoscabar más el valor simbólico de la literatura, su siempre pretendida autonomía? ¿Destruir completamente el mito no significa abrirle más las puertas a los (exitosos y felices siempre) emprendedores de la economía naranja, a la heteronomía? Es preferible pensar en este libro de Brissette como un compendio riguroso, resultado de un trabajo de investigación colosal, de algunas de las estrategias de los hombres de letras para ejercitarse en el siempre vigente -y cada vez más necesario- arte de la resistencia.

Recibido: 05 de Mayo de 2019; Aprobado: 04 de Noviembre de 2019

*Autora para correspondencia: Paula Andrea Marín Colorado. Correo electrónico: paulanmc@gmail.com

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