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Lingüística y Literatura

Print version ISSN 0120-5587On-line version ISSN 2422-3174

Linguist.lit.  no.81 Medellìn Jan./June 2022  Epub Feb 24, 2023

https://doi.org/10.17533/udea.lyl.n81a22 

Reseñas

García Robayo, M. (2019). Primera persona. Tránsito, 220 pp.*

Deivis Duván Bolívar Rangel1 

1Universidad del Norte (Colombia) deivib@uninorte.edu.co

García Robayo, M.. (, 2019. )., Primera persona. ., Tránsito, , 220 pp.


Ser coherentes constituye un mecanismo de defensa que demanda altas dosis de autoficción, de negación, de histrionismo… o, mejor dicho, de indiferencia premeditada frente a la tentación de correr el telón y asomarse a la trastienda de aquellos estantes que exhiben conceptos perfectamente ordenados. Y tal parece que nos ponemos a salvo de los tormentos de la memoria y de la culpa bajo esa práctica adictiva con las mismas ganas emancipatorias de un drogadicto: la evasión.

A esta verdad nos lanza de un empujón Margarita García Robayo desde las cumbres de una razón aparente- mente sosegada, que se pliega a las más absurdas exigencias de lucidez, que se suma al elenco actoral de la cor- dura bajo los reflectores de un escenario civilizado, pero que sucumbe por momentos ante la fuerza gravitatoria de la introspección y cae de golpe a su suelo más primitivo cuando menos se lo espera, como cuando un fruto ha madurado lo suficiente:

Un día abrí la cortina y les mostré el pantano en el que habíamos estado flotando desde siempre. ¿Qué pantano?, dijeron, no lo veían. Pero ahí estaba, hirviendo y salpicándonos. Así que los hice abrir la puerta y zambullirse. Volvieron chorreando barro, oliendo a cosas descompuestas. Insistieron en negarlo: ¿de qué hablas?, si estamos impecables (García, 2019, p. 89).

Como puede verse, la caída a ese barranco que resulta ser el yo desmembrado es dolorosa, pero uno se consuela de ver a las muchas voces narrativas de García Robayo chapoteando en el lodazal de la dispersión, juntando piezas para ensamblar un yo, que es a la vez, desde luego, todas las personas gramaticales conjugadas en pretérito y en presente. Yo, tú, él, nosotros, ustedes, ellos… pues, al fin y al cabo -dice uno de esos tantos yoes en el relato Residencia: «La historia de nuestra identidad está escrita por los otros» (García, 2018, pág. 89), sentencia que recuerda cuán inasible y pretenciosa resulta ser la pretensión de «ser uno», y que Paul Ricoeur (2006) denomina lúcidamente sí mismo como otro, mientras define los rasgos característicos de la literatura del yo en relación con la identidad narrativa.

Con evocaciones que remiten a la infancia, a la adolescencia, a la vida intelectual y, en general, a la mecánica ruidosa de los vínculos familiares con sus piñones forzados, García Robayo se permite una suerte de regresión al mejor estilo de Sísifo, solo para descubrir que el sinsentido nos lanza por efecto rebote a la búsqueda cíclica de uno; y es allí donde la recomposición de los hechos que conforman la vida de las voces narrativas adquiere la forma de una defensa, de una confesión, o de una explicación fútil que nuevamente rueda por la pendiente del sinsentido, cuando no se tiene ya la suficiente fuerza como para sostener una disculpa, o cuando los conceptos que le proporcionan fuerza al sentido común vuelven a perder su densidad ilusoria y sobreviene el desengaño por enésima vez:

Yo pienso en lo lejos que estoy de pensar mi vida como un lugar estable. Miro el cielo color fucsia y me parece una autopista de ideas que no terminan de caer. Pasan volando, puedo ver los conceptos inasibles, las respuestas que me han sido negadas, las frases que todavía no he podido descifrar. Todos elementos muy livianos que siguen esperando ganar la densidad que acá le sobra a los guisos (García, 2018, p. 92).

Un marcador discursivo en todos los textos que conforman Primera persona suele ser el tratamiento a conveniencia del narrador de algunos sucesos desde un punto lejano del presente, y sobre cuya veracidad se muestra dudosa la propia conciencia narrativa que los evoca. Una muestra de ello la podemos encontrar en la narración El mar: «Medio millón de gacelas Thomson migraban a Kenia dos veces al año. Sabía esas cosas, o me las inventaba» (García, 2018, pág. 8).

Luego, en Amar al padre notamos la curiosidad propia de la infancia frente a las relaciones entre adultos, especialmente entre los padres de la chica:

Una vez, estando muy chica, tuve una alucinación. Durante años dudé si era cierto o no y, por suerte, me decidí por lo segundo. Entré al cuarto de mis padres y encontré a mi mamá arrodillada frente a mi papá, que ocupaba su sillón amplio y mullido de cara al televisor, de espaldas a la puerta (García, 2018, p. 20).

En Rapto de locura la protagonista intenta recrear la figura de su madre a partir de sus lejanos recuerdos de la infancia:

Tengo la tentación de recordar a mi madre joven como una especie de doña Bárbara que a lo mejor no fue. La verdad es que, por fuera de los ataques, nítidos en mi memoria, casi todo el resto se me escapa y tiendo a reconstruirlo como más me gustaría que fuera (García, 2018, p. 47).

Por otra parte, en Residencia hay una distorsión de la protagonista en su percepción del entorno que la rodea, la cual concuerda con la asociación entre la imagen del caballo y el significado que, por convención, suele atribuírsele:

Me parece ver entre todo ese verde a un caballo que corre, pero pasamos tan rápido que tal vez me lo inventé, porque un caballo que corre -aunque sería mejor un ciervo- es una imagen que tiende a relacionarse con la libertad, y a casi todos nos atrae esa mentira (García, 2018, p. 80).

Además de otros giros modalizadores en la enunciación de los acontecimientos, como en «Pienso que también podría construir mi negritud. Tengo de dónde…» (García, 2018, pág. 88), es necesario indicar que son los que le otorgan a este texto en particular un talante explícitamente reflexivo y vitalista: que pondera razones, que recaba explicaciones, que evalúa con desgarrador escepticismo la eficacia de ciertas soluciones morales… que, en términos narrativos, marca un punto de inflexión respecto del estilo que la autora ofrece en sus obras precedentes. En esa medida, los relatos que conforman Primera persona rehúyen las casillas de un género en particular: ¿Son crónicas? ¿Son autobiografías? ¿Pedacitos anecdóticos? ¿Alaridos filosóficos equiparables a la ensayística humanista que reflexiona sobre la educación sentimental?

Qué más da el rótulo o el pacto de lectura que uno establezca con lo que allí cuenta la autora. Bien dice Rancière (2014), coincidiendo un poco con la valoración estética que las narradoras de Robayo hacen de su propio pasado, que el único procedimiento perceptivo mediante el cual es pensable la realidad -o eso que llamamos realidad- es la ficción, o, en todo caso, un régimen de verdad que decanta el flujo inconmensurable de los fenómenos para presentarlos luego en una línea de progresión asimilable al intelecto, y que en esa medida produce tanto Stories como History, sin que entre ambos términos medie necesariamente un distintivo de credibilidad jerarquizante (pág. 47).

Es por ello que la empresa genealógica a la que se aventura García Robayo en las páginas de Primera persona asume un tono de desencanto en la acepción nihilista del término, pues cuanto más se acerca al origen de ciertas neuras o manías que asedian su presente, más aumenta la insignificancia de dicho origen, más se revela el absurdo. Es un ejercicio de deconstrucción pura en el que se consolida una voluntad de poder al mejor estilo nietzscheano: García Robayo juega con la noción de máscara todo el tiempo. Justamente allí se confirma la libertad expresiva de las voces narrativas que componen el libro, el ímpetu de quien se aventura a reactualizar su propio pasado y presente en nombre de la libertad y el deseo de salir bien librado: también uno sale arañado al cierre del libro, con la conciencia saturada de todas las personas gramaticales que se pueden sedimentar sobre un yo: el tuyo, el mío, el de ellos… el de nosotros.

Referencias bibliográficas

1. Rancière, J. (2014). El reparto de lo sensible. Estética y política. Prometeo. [ Links ]

2. García Robayo, M. (2019). Primera persona. Tránsito. [ Links ]

3. Ricoeur, P. (2006). Sí mismo como otro. Siglo XXI. [ Links ]

*Cómo citar: Bolívar Rangel, D. D. (2022). García Robayo, M. (2019). Primera persona. Tránsito, 220 pp. Lingüística Y Literatura, 43(81), 455-457. https://doi.org/10.17533/udea.lyl.n81a22

Recibido: 05 de Mayo de 2021; Aprobado: 04 de Febrero de 2022

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