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Revista Colombiana de Cardiología

Print version ISSN 0120-5633

Rev. Col. Cardiol. vol.13 no.2 Bogota Sep./Oct. 2006

 

Programa «Corazón a Corazón»
Una obra de amor que sana corazones

«Heart to heart program»
A love deed that heals hearts

Rosalba Lizarazo, Comunicadora Social

Oficina de Prensa, Fundación Cardiovascular de Colombia, Floridablanca, Santander, Colombia.

Correspondencia: Rosalba Lizarazo, Oficina de Prensa, Fundación Cardiovascular de Colombia. Calle 155A No. 23-58, Urbanización El Bosque Floridablanca, Santander, Colombia.Teléfono: 097-6396767, 097-6399292 ext. 154 Correo electrónico: prensa@fcv.org

Recibido: 27/09/06. Aprobado: 09/10/06.


Con la misma pasión de hace 25 años, sólo que con un poco más de canas, el médico Franklin Roberto Quirós Díaz, no puede evitar el entusiasmo que le produce la cercanía de una jornada de «Corazón a Corazón». El equipo de trabajo siempre está listo y el destino puede ser tan diverso como niños enfermos del corazón hay en Colombia.

Para él es su viaje número 562, pero para el puñado de niños que añoran su visita en un rincón de Colombia, es la única oportunidad que tienen de acceder a un diagnóstico, a un examen, a una consulta especializada o a una cirugía, que en todos los casos será gratis y con «todo incluido».

Así transcurren las Jornadas de «Corazón a Corazón» que, desde el anonimato y sin más recompensa que la sonrisa de un niño o las lágrimas de una madre agradecida, se realizan cada mes con el apoyo de la Fundación Cardiovascular de Colombia, el trabajo de médicos y enfermeras por cuyas venas corre el mismo sentimiento, y la voluntad inquebrantable del Doctor Quirós, quien ha dedicado su vida al servicio y no por ello ha dejado de recibir bendiciones por montón.

Sus cuentas no son «muy claras», pues afirma que la idea de las jornadas no es engrosar una estadística y decir a cuántos se les ha ayudado, sino hacer un aporte al bienestar de los más pequeños y necesitados, que aunque empezando a vivir, pueden ver truncada su existencia por falta de salud y cuidado.

Aún así, multiplicando semanas y años y sumando cirugías y un arrume inmenso de fotos y cartas de sus pacientes, se puede afirmar que al menos cuarenta y dos mil niños y niñas han sido atendidos en dichas cruzadas, y de ellos unos tres mil quinientos han recibido una cirugía correctiva de cardiopatías congénitas, esos defectos de variada complejidad que se presentan en ocho de cada mil recién nacidos vivos y de manera casi exclusiva en la población de escasos recursos. De San Gil para Colombia

Esta hermosa historia de amor y servicio se remonta al año 1981, cuando siendo director del Hospital Regional de San Gil (Santander) y ejerciendo la especialidad de Cardiología, el doctor Quirós comenzó a sentir inquietud por la cantidad de niños con enfermedades cardiacas que existían en la región y que comenzaban a llegar al Hospital en busca de ayuda.

«Sin temor a equivocarme, creo que en todos los rincones del país ocurría algo similar. Era poco probable que hubiera un municipio en el que no existieran niños con estas patologías, lo que nos motivó a establecer contactos con algunas instituciones del país donde se operaban estos casos. La verdad era que la seguridad social de la época no ofrecía muy buena cobertura y era casi imposible darle solución a tantos niños», explica el médico Quirós al referirse a los inicios de su carrera.

Contactos en la antigua Unión Soviética y Francia, de donde acababa de regresar, ofrecían la solución por él esperada, pero no había dinero para costear pasajes. Por la misma época, un aviso publicado en la revista Rotaria Internacional, en el que la Fundación Variety Club ofrecía la posibilidad de operar niños enfermos del corazón de los países del tercer mundo, en los Estados Unidos, se convirtió en el camino a seguir guiado por una inmensa luz de esperanza.

El contacto y la aceptación se dieron de inmediato y durante los primeros años, los niños beneficiarios eran llevados al North Shore University Hospital en Long Island, con la ventaja de que regresaban sanos, con visa y hasta con padrinos americanos que les llenaban de regalos.

«En un principio enviábamos tres niños cada semana para ser operados allí, pero crecía de tal forma el número de personas necesitadas de una cirugía, que decidimos traer a los cirujanos americanos para operar directamente en San Gil», añade el creador de este programa.

Los médicos traían los elementos necesarios para operar casos que no requerían circulación extracorpórea, lo que permitió aumentar el número de pacientes, pero aun así era insuficiente. Fue entonces cuando comprendieron que una solución más efectiva era tener las propias instituciones en Colombia y hacer que los médicos locales iniciaran especializaciones en Cardiología Pediátrica, Cardiocirugía y Hemodinamia, logrando constituir un equipo que dio origen y aún hoy conforma la Fundación Cardiovascular de Colombia.

Con la apertura de esta institución de carácter puramente social, hace veinte años, se inició la práctica en esta región del país de toda clase de intervenciones cardiovasculares en niños y adultos, incluidos los transplantes cardiacos, que hoy la ubican en un lugar de privilegio por sus resultados clínicos, la calidad de sus procesos y el beneficio social que ha generado.

Hoy no viajan a Estados Unidos, pero en cambio se les trae a la Fundación Cardiovascular de Colombia, en Floridablanca, Santander, donde reciben atención médica y quirúrgica de la mejor calidad, alimentación, hospedaje, cariño, regalos, diversión y cuidados por montones.

Para el doctor Quirós son tres las grandes enseñanzas que le ha dejado el Programa «Corazón a Corazón». La primera, identificar y evaluar la magnitud del problema ante las autoridades de salud, la comunidad médica y la población en general, logrando demostrar que las enfermedades del corazón en los niños, no son tan raras como se creía, pues cerca del uno por ciento de los nacidos vivos sufren de ellas. Por ejemplo, en esa época nacían cerca de un millón de niños, es decir que diez mil nuevas personitas aparecían con problemas cardiacos, y de ellos, cerca del noventa por ciento no recibían atención especializada, lo cual hacía suponer una mortalidad temprana, muy alta y superior a la de algunas de las enfermedades infecciosas.

En segundo lugar, motivó e incentivó la creación de instituciones médicas como la Fundación Cardiovascular de Colombia, que se propusieron enfrentar la solución y la formación del personal científico requerido. La tercera enseñanza, y tal vez la más importante, fue saber enfrentar los problemas con decisión, por más difíciles que parecieran y por los altos costos que implicaran.

Por eso hoy considera que el ser útiles a la sociedad y más aún a los niños enfermos y carentes de recursos, es la razón de ser de su vida, y el haber creado una ruta, que tomando como ejemplo el Programa «Corazón a Corazón», hoy se desarrolla en cerca de sesenta países, es la respuesta al lema planteado: «la vida de un niño es muy valiosa para perderla».

Veinticinco años después son muchos los destinos, las historias, las cartas y las solicitudes que dan fiel testimonio de una obra prodigiosa, que nació de un corazón bueno y se extendió a muchos miles, con el único propósito de garantizar que la vida de un niño sea la vida del futuro.

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