SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.17 issue4Medicine, Literature and Humanism author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Revista Colombiana de Cardiología

Print version ISSN 0120-5633

Rev. Colom. Cardiol. vol.17 no.4 Bogota July/Aug. 2010

 

Caminos de humanismo, medicina y corazón en la historia de la vidad

Paths of Humanism, Medicine and Heart in the History of Life

Adolfo Vera-Delgado, MD.

Correspondencia: Dr. Adolfo Vera-Delgado, Calle 5B No. 42-16 (301), Cali, Colombia. Correo electrónico: verdel49@hotmail.com

Recibido: 28/07/2010. Aceptado: 30/07/2010.


La Historia de la Medicina, en todas sus edades, ha sido cantera perpetua de episodios memorables en investigación, descubrimientos, invenciones y propuestas. Una historia de la vida humana corre paralela, y está indefectiblemente unida a la cronología del dolor, como concepto y como manifestación de enfermedad. No tendría sentido racional y justo abstenernos de recrear e incorporar, a una consciencia colectiva, el itinerario de múltiples anécdotas vitales que han hecho de la Medicina un arte y una ciencia. Nadie podría ignorar el enorme significado que debió tener para el ser humano de las antiguas épocas, pensante y doliente, esa inicial intervención terapéutica que pretendió aliviar su síntoma. Ni nadie tampoco cuestionaría el invaluable aporte que, desde la más remota antigüedad, han consolidado, a través de los tiempos, todas las generaciones de médicos que en el mundo han ejercido su misión con generosidad, devoción y altruismo, pero sobre todo con una gran dosis de humanismo y una profunda convicción de estar modificando favorablemente la historia natural de las enfermedades.

El médico, como individuo cerebral y emocionalmente comprometido con el humanismo humanitario, usualmente ha sido permeado por el humanismo culto y eso le ha facilitado incursionar en los más disímiles campos de la inteligencia pensante: hemos disfrutado de médicos dramaturgos, cineastas, poetas, novelistas, intérpretes y compositores, filósofos e historiadores, pintores y escultores, amén de su presencia activa en otras disciplinas, no necesariamente artísticas, en las que han ejercido papeles protagónicos: periodismo de investigación y de opinión, derecho y ciencias políticas, arquitectura, físico-química, gastronomía, y todos los etcéteras posibles.

No existe humana disciplina de la que un médico haya estado ausente en una historia de la vida. Todas las diferentes expresiones de arte y cultura, y las manifestaciones del pensamiento universal, se han enriquecido o han adivinado y constatado siempre la presencia de un médico culto. Ignorar esta certeza y no comunicarla de manera estimulante y gratificante es perpetuar, para las nuevas generaciones de médicos incultos, o «bárbaros ilustrados» (Ortega y Gassett), una bendición negligente que continuará facilitando el ejercicio irresponsable del más noble de los oficios posibles y degradando la más respetable de las profesiones académicas, bajo un marco conceptual cómplicemente deplorable y alienante.

(Hemos querido conmemorar los veinte años de nuestros Encuentros Anuales de Confraternidad Médica Nacional, con una convocatoria específica a muy valiosos exponentes de nuestra comunidad científico-médica para que, desde un enfoque multidisciplinario, elaboremos una aproximación elemental, aunque ciertamente mínima, a la pródiga y munífica simbiosis de Medicina, Arte y Cultura a todo lo largo y ancho de la Historia de la Vida).

Surge, entonces, el corazón en la historia de la humanidad, como referente obligado en la sabiduría de las emociones generadoras de amor y de odio, de las más sublimes entelequias y de las más bajas pasiones.

Como órgano anatómico real y como imagen virtual, no conocemos otra iconografía más extensa y variada que involucre, íntegramente, las numerosas y diversas expresiones del arte y la cultura identificando esa noble víscera...

Desde la obviedad del poema lacerante hasta la crueldad de un noble corazón de Jesús amantísimamente sangrante, no existe un solo género de la historia musical universal que deje de invocar al corazón como víctima o victimario de las tormentas de amor apasionado. Las épocas más iluminadas del arte lírico fueron siempre de un rojo rutilante, emanando de un corazón «partío».

El corazón del ser humano y de infinitas especies animales ha sido cuidadosamente disecado, histológicamente analizado, electrofisiológicamente censado, hemodinámicamente torturado y habilidosamente recompuesto en cirugías de alta complejidad cuando sus posibilidades reales de función han estado próximas a expirar.

Hoy asistimos al alucinante renacimiento de los corazones irremediablemente condenados a la mesa del patólogo hace solamente cincuenta años, cuando el evento coronario agudo se remitía a una vigilante y expectante cuarentena médica de obligado confinamiento en cama, con caldito de pollo y verduras, sin absolutamente ninguna intervención válidamente terapéutica.

La evolución de la ciencia nos ha dado la posibilidad única de vivir, en tiempo real, fenómenos de la imaginación y la creatividad que no se habrían presentido en los cuarenta siglos precedentes. La certeza real de poder explorar todos los segmentos del corazón y sus grandes vasos, en imágenes que superan en calidad la de los mismos especímenes anatómicos, no la habríamos imaginado hace solamente treinta años.

Y qué decir de los procedimientos terapéuticos que, apoyados en una pirámide de elementos diagnósticos sofisticados y complejos, le han generado a nuestros pacientes la opción de migrar de las obscuras épocas de la indigna presunción, a la certeza evidente del diagnóstico correcto.

Infortunadamente, la comercialización escandalosa como práctica rutinaria de un enfoque neoliberal salvaje, y la instrumentación indiscriminada, frecuentemente innecesaria, de costosos equipos diagnósticos o terapéuticos, elimina posibilidades de acceso a extensos núcleos poblacionales, elitizan el usufructo de un derecho humano fundamental y nos alejan más del enfermo que ha sufrido el deterioro progresivo de una precaria relación médico-paciente. Es, entonces, la crisis de la medicina una crisis profesional o una crisis del humanismo?

Hoy somos felices recipiendarios de un conocimiento científico, sólidamente edificado sobre los cimientos milenarios de infinidad de generosos individuos que nos precedieron en el ejercicio del más humano de los oficios posibles y de la más respetable de las profesiones liberales.

Pero también, somos las víctimas programadas de un holocausto infame al que nos hemos voluntariamente sometido, cuando abdicamos de nuestra vocación de liderazgo para asumir, cobarde y pasivamente, la de sumisos jornaleros de una corrupta y voraz cadena de intermediarios.

Cualquier médico en ejercicio, razonablemente competente y responsable, obviamente en primerísima línea un Internista-Cardiólogo integral, no puede ni debe ausentarse de su insoslayable compromiso de solidaridad ante sus pacientes usualmente vulnerados por la exclusión y el marginamiento. Los problemas de alta complejidad que involucran nuestra presencia actuante, exigen siempre respuestas y soluciones urgentes, y no podemos supeditar la inmediatez de un procedimiento diagnóstico o terapéutico a los tortuosos laberintos de la burocracia institucional.

Es en este espectro de histórica y calamitosa oportunidad cuando surgen, desde el fondo de la inconsciencia previa, los elementos del orden ausente y de los valores fundamentales e irrenunciables del ser humano, para dar una larga y beligerante lucha de principios que nos rescaten, recuperen y rediman de una infame y larga noche negra de abominable indignidad.

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License