Introducción
El síndrome metabólico se define como la combinación de tres o más componentes, entre los cuales están: obesidad abdominal (circunferencia abdominal ≥102 cm en hombres y ≥88 cm en mujeres), concentración elevada de triglicéridos (≥150 mg/dL) o hipertrigliceridemia en tratamiento, baja concentración de colesterol HDL (<40 mg/dL en hombres y < 50 mg/dL en mujeres), tensión arterial elevada (≥130 mm Hg de presión arterial sistólica o ≥85 mm Hg de presión arterial diastólica) o en tratamiento antihipertensivo, glucemia en ayunas elevada (≥100 mg/dL) o tratamiento para hiperglucemia1)-(3. Esta entidad se asocia con resistencia a la insulina, duplica el riesgo de presentar enfermedad cardiovascular y aumenta el de mortalidad 1,5 veces4), (5.
En Estados Unidos la prevalencia del síndrome metabólico es del 24% en la población general y del 43% en mayores de 60 años1. La prevalencia de sobrepeso y obesidad en población adulta colombiana es de 34,6 y 16,5%, respectivamente7, con mayor frecuencia en el sexo femenino (sobrepeso 35,0% vs. 34,1% y obesidad 20,1% vs. 11,5%). Adicionalmente, la población entre 50 a 64 años es la más afectada (41,2% de sobrepeso y 25,1% de obesidad) (8.
Entre las medidas para el abordaje del síndrome metabólico se encuentra la ingesta de suplementos nutricionales, compuestos por vitaminas, aminoácidos esenciales y ácidos grasos9. Los ácidos grasos de la serie n-3 y n-6, también conocidos como ácidos grasos esenciales, no pueden ser sintetizados por el ser humano, de modo que deben obtenerse mediante la dieta10; el consumo de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (n3 PUFA) se asocia con disminución de colesterol total e incremento de colesterol HDL11)- (14. De acuerdo con las recomendaciones globales sobre el uso de omega 3, se recomienda el consumo de 300 a 400 mg en la población general para lograr disminución del riesgo cardiovascular15.
De igual manera, la presencia de niveles bajos de vitamina D se ha asociado con incremento de las cifras de tensión arterial, triglicéridos y colesterol LDL, hecho que sugiere beneficios de su suplemento. El consumo de vitaminas E y C, y aminoácidos esenciales como la L-arginina se han asociado de igual manera con una reducción del riesgo cardiovascular al disminuir el estrés oxidativo (peroxidación lipídica) (9), (16.
El propósito de este trabajo fue realizar un acercamiento al consumo de suplementos nutricionales con ácidos grasos de cadena larga, micronutrientes y antioxidantes en la población adulta, como posibles modificadores del riesgo cardiovascular en pacientes con diagnóstico de síndrome metabólico o alguno de sus componentes.
Materiales y métodos
Se hizo una búsqueda en la literatura de artículos que relacionaran el uso de suplementos nutricionales como modificadores del riesgo cardiovascular en pacientes con síndrome metabólico o alguno de sus componentes. Para ello, se emplearon las bases de datos Pubmed y Embase. Los términos MeSH de búsqueda en Pubmed fueron: ‘‘Metabolic Syndrome’’ AND ‘‘Dietary supplements’’, en tanto que en Embase las búsquedas se hicieron con los términos: ‘Metabolic Syndrome’/exp AND ‘Dietary supplement’/exp.
Se seleccionaron ensayos clínicos, revisiones sistemáticas y no sistemáticas de la literatura, metaanálisis, estudios de cohortes, de casos y controles y transversales. Se obtuvo la versión de texto completo de los artículos seleccionados, y se recogió información sobre la intervención/exposición, el desenlace medido, la forma en que se midió el desenlace y el resultado principal de cada estudio. Se excluyeron artículos no relacionados con la temática de interés, literatura no publicada a la fecha y estudios hechos en población pediátrica.
Resultados
De un total inicial de 476 artículos depurados en las bases de datos Embase y Pubmed se excluyeron 434 referencias a partir de su resumen o su título, 5 por no encontrarse en texto completo y una por ser duplicada. Finalmente, se seleccionaron 37 artículos, que se resumen en la Tabla 1.
Los suplementos nutricionales revisados a mayor profundidad en los artículos seleccionados fueron los ácidos grasos de cadena larga y los antioxidantes (vitamina D y E). Los beneficios del consumo de ácidos grasos poliinsaturados (omega 3, omega 6) se centran en la estabilización de niveles séricos de colesterol al reducir la producción hepática de VLDL y aumentar la actividad lipolítica plasmática17. Adicionalmente, se asocian a disminución de la resistencia a la insulina al desempeñar un papel antagonista de la síntesis de eicosanoides, con un efecto antiinflamatorio que lleva a la estimulación de los receptores GPR120 y disminución de la resistencia a la insulina por menor inflamación específica del tejido18. En los artículos descritos a continuación se reportó un buen perfil de seguridad de este suplemento, sin efectos adversos de importancia.
Benito et al. (19, en un ensayo clínico controlado aleatorizado de 72 pacientes con síndrome metabólico seguidos por tres meses, concluyeron que el uso de 500 ml diarios de leche enriquecida con omega 3 (0,2 g), ácido oleico (5,7 g), ácido fólico (150 mcg) y vitamina E (7,5 mg) comparado con placebo por tres meses, traía como beneficios la reducción del colesterol total (-6,2%, p = 0,006), LDL (-7,5%, p = 0,032), triglicéridos (-13,3%, p = 0,016), apolipoproteína B (-5,7%, p = 0,036), glicemia (-5,3%, p = 0,013) y homocisteína (-9,5%, p = 0,00), sin cambios evidentes en el grupo de placebo. Por el contrario, el ensayo clínico controlado aleatorizado de Vessby et al. (20 llevado a cabo en Suecia, con 60 hombres con síndrome metabólico, suplementados con ácidos grasos al 80% o placebo, reportó que la ingesta de suplementos con ácido linoleico (omega 6), podría aumentar el estrés oxidativo medido por la peroxidación lipídica (aumentada en 578%, p = 0,0001) y la expresión de proteína C reactiva como marcador de inflamación, aumentada un 110% (p = 0,01). Sin embargo, se encontraron niveles de vitamina E elevados que sugieren un mecanismo compensador del estrés oxidativo20.
En cuanto al uso de ácidos grasos en pacientes sanos como estrategia de disminución de riesgo cardiovascular, el ensayo clínico aleatorizado de Jaheris17, realizado en Estados Unidos con 80 pacientes suplementados con aceite echium (ácido linoleico 17 g/100 g, ácido gamma linoleico 11 g/100 g, ácido alfa linoleico 30 g/100 g, ácido esteraidónico 12 g/100 g) 17 g/día comparado con aceite de pescado en pacientes sanos, reportó mayor disminución de niveles séricos de colesterol total (17 vs. 9%) en pacientes tratados.
Respecto al consumo de vitaminas, Krittiyanunt21 comparó la administración de 40.000 vs. 20.000 UI/semana de ergocalciferol en 90 pacientes con síndrome metabólico en Tailandia, y concluyó que ambas dosis son capaces de incrementar significativamente los niveles séricos de 25(OH) D. El estudio de cohortes de Fung22, con 4.727 pacientes estudiados en Estados Unidos, reportó que el consumo de vitamina D a dosis variables es inversamente proporcional a la presencia de obesidad abdominal (p = 0,05) e hiperglicemia (p = 0,02) y directamente proporcional a los niveles de HDL (p = 0,004). El estudio transversal de Maki23, llevado a cabo en Estados Unidos, reportó la relación de la ingesta de suplementos de vitamina D con el aumento de colesterol HDL en promedio de 48,4 a 62,3 (p = 0,001), disminución de perímetro abdominal (p = 0,001) e índice de masa corporal (p = 0,001) al analizar química sanguínea de 257 pacientes.
El ensayo clínico aleatorizado de Wang16, realizado en China con 100 pacientes suplementados con vitamina E por 4 meses (100 UI/día, 200 UI/día, 300 UI/día o placebo) mostró una disminución significativa del colesterol total con dosis de vitamina E superiores a 200 UI/día (p < 0,05); adicionalmente, se reportó disminución de los marcadores de estrés oxidativo hasta en un 50% de la población estudiada (disminución de malondialdehído, p < 0,001). Dentro de los artículos seleccionados adicionalmente se describió el uso de suplementos nutricionales con esteroles vegetales, micronutrientes (zinc y magnesio) y aminoácidos esenciales; sin embargo, sus resultados no fueron contundentes y se requieren estudios adicionales para su recomendación.
Discusión
El estudio abordó el uso de suplementos nutricionales como posibles modificadores del riesgo cardiovascular en adultos con diagnóstico de síndrome metabólico o alguno de sus componentes (obesidad, hipertensión arterial, dislipidemia, resistencia a la insulina). Algunos estudios sugieren que el uso de suplementos nutricionales no tiene impacto sobre los diferentes componentes del síndrome metabólico20),(24; sin embargo, la mayoría de los trabajos analizados respaldan su uso. La variabilidad en los resultados obtenidos tras el análisis de la información podría atribuirse a las diferencias en el suministro de los suplementos nutricionales por sus componentes (ácidos grasos de cadena larga, antioxidantes, micronutrientes, aminoácidos esenciales), o dosificación, además de la diferencia en el tiempo de seguimiento, tamaño de muestra y comorbilidades de los pacientes tratados.
Dentro de los artículos seleccionados se encontró evidencia de que la administración de ácidos grasos de cadena larga y antioxidantes (vitamina D y E) podría tener efectos benéficos en perfil lipídico, cifras de tensión arterial y glucemia a través de la disminución del estrés oxidativo y las citoquinas proinflamatorias17), (19), (25. El consumo de ácidos grasos (omega 3, omega 6), se asoció principalmente con disminución de la resistencia a la insulina y mejoría en el perfil lipídico por aumento de HDL y disminución de triglicéridos26. El estudio OMEGA, realizado en Alemania en 2010, analizó la utilidad de los ácidos grasos omega 3 en el manejo posterior a un infarto agudo del miocardio y concluyó que el suplemento con EPA, DHA y ALA (1 gramo al día por un año) se asocia con menor riesgo de desarrollo de arritmias secundarias al evento (p = 0,01) (27, lo que sugiere un impacto del suplemento de ácidos grasos tanto en la prevención de los eventos isquémicos como en la disminución de complicaciones de los mismos. Hacen falta, sin embargo, más estudios que determinen su verdadero impacto en prevención de enfermedad coronaria.
El mecanismo por el cual la vitamina D podría modificar el riesgo metabólico sería el incremento de la absorción intestinal de calcio, que se asocia con la reducción de la absorción intestinal de grasa28, además incrementa los procesos de lipólisis y lipogénesis29), (30. Por su parte, se cree que la vitamina E previene el daño oxidativo asociado con el síndrome metabólico30. No se han hecho estudios que permitan evaluar la utilidad de estos suplementos en pacientes sanos, como factor de prevención de enfermedad cardiovascular y síndrome metabólico.
Cabe resaltar la importancia de otros suplementos, que, a pesar de no tener evidencia concluyente y requerir estudios adicionales, podrían implicar un impacto en la reducción del riesgo cardiovascular. El uso del zinc está asociado con la disminución de niveles de HbA1 C, posiblemente por su acción en la inhibición de la glucógeno sintasa3β31), (32; adicionalmente, sus efectos antioxidantes podrían ayudar a mejorar la sensibilidad a la insulina33. De igual manera, los aminoácidos esenciales podrían implicar una disminución en las cifras de tensión arterial. El estudio de Feng et al. (34, en China, evaluó la eficacia del suplemento de histidina (4 g/día) en 100 mujeres obesas con síndrome metabólico, comparándolo con placebo, y concluyó que esta conducta disminuye significativamente la resistencia a la insulina (índice HOMA - 1,09 vs. 0,68 p < 0,05), la circunferencia abdominal (2,86 cm vs. 1,86 cm, p < 0,01) y el estrés oxidativo (disminución de superóxido dismutasa, p < 0,01).
Adicionalmente, Díaz-Florez35 et al., en un estudio cuasi-experimental de 60 pacientes realizado en México, concluyeron que el consumo de glicina (15 g/día) se asocia con disminución de las cifras de tensión arterial (p = 0,043) y citoquinas inflamatorias en un 25%, al comparar con el grupo de placebo. Sin embargo, se requiere mayor evidencia para sustentar su uso rutinario en pacientes con síndrome metabólico o hipertensión arterial, ya que el número de estudios y de pacientes analizados en estos trabajos es insuficiente.
Conclusiones
El uso de suplementos nutricionales con ácidos grasos decadena larga y antioxidantes podría tener efectos benéficos en la disminución de riesgo cardiovascular en población adulta con diagnóstico de síndrome metabólico, o con alguno de sus componentes. El uso de suplementos con otros componentes como los micronutrientes (zinc, magnesio), fitoesteroles y aminoácidos esenciales debe ser estudiado a mayor profundidad para su recomendación. Adicionalmente, para formular un suplemento nutricional deben analizarse las comorbilidades de cada paciente al momento de decidir cuál sería el más adecuado de acuerdo con sus necesidades.