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Semestre Económico

Print version ISSN 0120-6346On-line version ISSN 2248-4345

Semest. Econ. vol.12 no.23 Medellín Jan./June 2009

 

Contribuciones de la economía solidaria al desarrollo local: el caso del altiplano norte del departamento de Antioquia*

 

Constribution of solidary economy to the local development: case of the north plateau of Antioquia

 

Contribuciones de la economía solidaria al desarrollo local: el caso del altiplano norte del departamento de Antioquia

 

 

Luz Dolly Lopera García**; Gabriel Jaime Posada Hernández***

** Economista, especialista en Administración de Servicios de Salud y magíster en Salud Pública de la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia; miembro del grupo de investigación de ECOSOL; docente-investigadora de la Facultad de Ciencias Administrativas, Económicas y Contables, FUNLAM. Dirección: transversal 51 A No. 67B 90, Tel (57-4) 2606666 Ext. 212, Correo Electrónico: llopera@funlam.edu.co
*** Ingeniero forestal y candidato a magíster en Estudios Urbano Regionales, Universidad Nacional, Medellín, Colombia; docenteinvestigador de la Facultad de Ciencias Administrativas, Económicas y Contables de la FUNLAM. Dirección: transversal 51 A No. 67B 90, Tel (57-4) 2606666 Ext. 136, Correo Electrónico: gposada@funlam.edu.co

 

 


Resumen

El objetivo del artículo es dar a conocer las contribuciones de la economía solidaria al desarrollo local del altiplano norte de Antioquia, Colombia. La metodología aplicada se planteó a partir de una perspectiva mixta: desde la etnografía para interpretar y analizar la narrativa de los cooperativistas y líderes de la región, y desde lo cuantitativo para registrar las contribuciones de las organizaciones cooperativistas a los residentes de la localidad. El principal resultado establece que la economía solidaria en coherencia con sus principios ha contribuido a través de las cooperativas, como principal organización representativa del sector solidario en los municipios, al mejoramiento de las condiciones de vida de muchas personas residentes en las localidades, sin embargo aún no se ha constituido como una alternativa de desarrollo, entendido este como un concepto integral que vincula las dimensiones económica, política, social y cultural.

Palabras Clave

Desarrollo económico regional; cooperativas; Antioquia, Colombia. Clasificación JEL: R12; P13.

Contenido

Introducción; 1. El desarrollo deseable en relación con la economía solidaria; 2. El desarrollo enmarcado en el territorio: la lógica de la economía solidaria; 3. La experiencia de la economía solidaria articulada al desarrollo local; 4. Conclusiones; Bibliografía.


Abstract

The purpose of this article is to present of contributions of the solidarity economy to local development in the region north of Antioquia. The methodology used to consist in a mixed perspective: from ethnography is used to interpret and analyze the narrative of the associated persons and regional leaders, and to approach the quantitative it makes records to look the contributions of organizations to the residents and to the local associated persons. The main result suggest that solidarity economy in relation with its principles has contributed, through the cooperatives as very representative to improve the living conditions of residents in many localities, but they are´nt yet formed as an alternative to development, understood this as a concept that links the economic, political, social and cultural aspect.

Key Words

Regional economic development; cooperative enterprises; Antioquia, Colombia. JEL Classification: R12; P13.

Content

Introduction; 1. The desirable development in the relation with solidarity economy; 2. The development in the territory: the logical of solidarity economy; 3. The experience of the solidarity economy linked to the local development in the northern region; 4. Conclusions; Bibliography.


Resumo

O objetivo do artigo é apresentar as contribuições da economia solidária ao desenvolvimento local do planalto do norte de Antioquia, Colômbia. A metodologia aplicada foi planejada partindo de uma perspectiva misturada. Desde a etnografia para interpretar e analisar a narrativa dos cooperativistas e lideres da região, e desde o quantitativo para registrar as contribuições das organizações cooperativistas para os residentes da localidade. O resultado principal estabelece que a economia solidária, em coerência com seus princípios a feito uma contribuição através das cooperativas, como a principal organização representativa do sector solidário nos municípios, ao melhoramento das condições de vida de muitas pessoas residentes das localidades, embora, ainda não tenham construído uma alternativa de desenvolvimento, sendo isto um conceito integral que vincula as dimensões econômicas, política, social e cultural.

Palavras-Chaves

Desenvolvimento econômico regional; cooperativas; Antioquia, a Colômbia. Classificação JEL: R12; P13.

Conteúdo

Introducción; 1. El desarrollo deseable en relación con la economía solidaria; 2. El desarrollo enmarcado en el territorio: la lógica de la economía solidaria; 3. La experiencia de la economía solidaria articulada al desarrollo local; 4. Conclusiones; Bibliografía.


 

INTRODUCCIÓN

La investigación sobre los aportes de la economía solidaria al desarrollo del altiplano norte, a través de las cooperativas como organizaciones actuantes en la región, se inscribe dentro de la tendencia mundial de otorgar mayor autonomía a los gobiernos locales, de fortalecer las organizaciones no gubernamentales y de dinamizar procesos autogestionarios para promover el desarrollo municipal y local.

Se asume el concepto de desarrollo como aquel que vincula las dimensiones económica, política, social y cultural y se articula con los territorios en la medida en que se consolide en éstos un equipamiento de producción y de servicios con actores competentes que interactúan entre sí y con el entorno para convertir el territorio en campo eficiente y eficaz del desarrollo. Lo anterior permite señalar que el desarrollo desde la perspectiva de la economía solidaria también incorpora conceptos como equidad, distribución y acceso a los recursos, autonomía, democracia y crítica a las relaciones de poder, en relación directa con actores y agentes del desarrollo.

Se colige que los actores gestionan el desarrollo en su localidad y según sus capacidades, generan cambios que diferencian unos espacios sociales de otros, en relación con los recursos naturales y técnicos, con la dotación en infraestructura, con los procesos de participación y de autogestión, entre otros.

La economía solidaria se distancia de las concepciones de desarrollo marcadas desde vertientes clásicas en las que se concibe el sistema económico en permanente crecimiento, orientado a la satisfacción de las necesidades que, por su carácter de ilimitadas, nunca estarán satisfechas, lo cual ha derivado en las concepciones desarrollistas o en las recomendaciones para ajustar el modelo sin concebir cambios estructurales al sistema económico, a la sociedad o a la concepción dominante del desarrollo

Por contraste, la economía solidaria es más cercana a otras concepciones que provienen de corrientes humanistas, las que consideran que todo desarrollo verdaderamente humano significa desarrollo conjunto de la autonomía individual, de la participación comunitaria, del respeto por los derechos humanos, del disfrute de las libertades, del convivir con las otras especies y del sentido de pertenencia con la especie humana para configurar una concepción de carácter ecológico que remite al cuidado de la casa, del “Oikos”, la casa del hombre y la mujer, es decir, de todo el universo.

Desde una perspectiva clásica del desarrollo, aún no ha sido posible observar una contribución significativa por parte de la economía solidaria al desarrollo local, sin embargo, a partir de un enfoque humanista, las organizaciones de economía solidaria aportan al desarrollo de las personas que se vinculan con su propuesta de cubrimiento de necesidades físicas y axiológicas. De igual manera, la economía solidaria contribuye con la generación de empleo e ingresos, específicamente a partir del sector cooperativo que ha mostrado mayor crecimiento entre todas las formas organizativas de economía solidaria en el Norte de Antioquia, y con la construcción de tejido social propiciado por el afloramiento de la cultura de la solidaridad, aunque haya que continuar descubriéndola y configurándola.

Lo común a las localidades del territorio antioqueño es que no interactúan entre sí y los vínculos económicos y de prestación de servicios a veces son muy débiles, lo cual se expresa en atomización regional. La economía solidaria va en camino de procurar alguna unidad, ha logrado que muchas personas generen lazos con las organizaciones de las cuales son asociados y se favorezcan de los servicios, aun si tienen que desplazarse entre municipios. De igual manera, ha propiciado algunos procesos de desarrollo que dinamizan el espíritu emprendedor para la autogestión; sin embargo, las contribuciones de la economía solidaria aún son poco visibles para el contexto regional y no ha sido posible que se dimensionen como propuesta de desarrollo local.

Los procesos organizativos del norte antioqueño en torno a la conformación de cooperativas han sido de marcada importancia. Sin embargo, no se ha logrado adelantar estudios que trasciendan el ámbito administrativo de las formas asociativas para observar la ecología del entorno o para conocer los entrelazamientos de orden económico, social, ambiental, político, cultural producidos con otros agentes responsables del desarrollo local.

Son pocos los estudios referidos a la contribución de las cooperativas al desarrollo local. El tema ha sido abordado en Colombia por un grupo de investigadores de la Unidad de Estudios Solidarios (UNES) del Instituto de Estudios Rurales (IER) de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la Pontificia Universidad Javeriana. Las investigaciones realizadas con dicho tema se han producido en el marco de un convenio de UNES con el Institut de Recherche et d'enseignement pour les coopératives de la universidad de Sherbrooke de Canadá, y han sido abordadas desde la perspectiva de estudios de casos para identificar los factores y variables que hicieron posible que la gestión cooperativa incidiera en el desarrollo del entorno local; los casos fueron referidos al desarrollo de la provincia del sur de Santander, vinculado al proceso de gestión de algunas cooperativas tales como Coagranja, y Comulseb, entre otras1.

Con el presente estudio se busca poner de manifiesto cómo en nuestro contexto geográfico existen organizaciones productivas de la economía solidaria, que evidencian su compromiso con el desarrollo local y regional en estrecho vínculo con su quehacer empresarial, basado en la asociación, cooperación y solidaridad, logrando articularse en torno al objetivo del desarrollo de las comunidades para generar procesos locales de gestión en esta perspectiva.

Para evidenciar las contribuciones de la economía solidaria, a través de las cooperativas, se aplicó un enfoque mixto que busca la complementariedad de los enfoques para abordar la realidad objeto de estudio en la búsqueda de la comprensión de realidades concretas y complejas. Desde una mirada cualitativa, la etnografía permitió identificar las posiciones de los cooperativistas para dar lugar a la interpretación y análisis de la realidad social de los actores participantes en relación con su representación del desarrollo posibilitado por las organizaciones; desde la perspectiva positivista se buscó cuantificar las contribuciones de las organizaciones para generar desarrollo en su entorno.

Se utilizaron fuentes primarias como la memoria oral de informantes clave de la región en calidad de gerentes, asociados y líderes del sector, mediante entrevistas y observación, y se recurrió fuentes secundarias tales como los informes de gestión social y financieros de las organizaciones del sector, anuarios estadísticos, estudios regionales de Planeación Departamental e informes de prensa para producir el contexto organizacional y local en sus múltiples dimensiones.

Uno de los principales hallazgos de la investigación lo constituye el reconocer que la economía solidaria está presente en las regiones, aunque solo se exprese a partir de una de sus formas organizativas. Las cooperativas hacen presencia en las regiones con el servicio de transporte público, que en su mayoría depende de estas, y es significativo porque respondió a una necesidad sentida de la población el constituir empresas de propiedad común para asistir el servicio de transporte del cual se derivaron otros procesos organizativos para la comunidad y en articulación con la Administración municipal. Sin esta presencia habría proliferación de carros prestando el servicio de manera informal, sin la seguridad que exigen la norma y el usuario.

De igual modo, las cooperativas de ahorro y crédito han apoyado el surgimiento de emprendimientos familiares y han propiciado la generación de mercados de insumos para la actividad agropecuaria y productos de la canasta familiar. También son importantes las cooperativas de producción agropecuaria para proveer leche y sus derivados, con lo cual todas han contribuido al mejoramiento de las condiciones de vida de muchas personas residentes en los municipios de la región.

La organización cooperativa obedece a una racionalidad económica que orienta la búsqueda del bien común y, en esta medida, el desarrollo de su objeto social debe ser la producción de bienes y servicios que impacten directamente a sus asociados y familias a través de la oferta de los mismos a precios asequibles y con la intervención de programas sociales de educación y solidaridad, lo cual constituye parte de la gestión social de las organizaciones del sector solidario. De esta manera, es posible relacionar el dinamismo empresarial con el desarrollo humano y social de los asociados y los impactos hacia el entorno local.

Sin embargo, en la praxis social aún falta para que la economía solidaria se constituya en propuesta de desarrollo y, aunque es loable el activismo generado en torno a la ejecución de programa de apoyo social, éste debe apuntar estratégicamente a la refundación de la “utopía posible” en términos de gestionar el entramado del tejido social y, por esta vía, “la construcción ética de la sociedad” que puede darse a la luz de la economía solidaria como un despliegue de las potencialidades presentes en los actores sociales comprometidos con el desarrollo humano en el contexto local y articulando diversas dimensiones como la económica, la política, la social y la cultural que configuren una propuesta integral, trascendiendo las versiones tradicionales.

El presente artículo consta de tres partes: en la primera se hace una aproximación al concepto de desarrollo, en la segunda se contextualiza en relación con el territorio para lograr un acercamiento al complejo problema del desarrollo en una región específica y local, y en la tercera parte se establecen algunos componentes, vistos desde la perspectiva del territorio y de los actores locales relacionados con las cooperativas de la región del altiplano norte de Antioquia.

 

1. EL DESARROLLO DESEABLE EN RELACIÓN CON LA ECONOMÍA SOLIDARIA

El tema del desarrollo ha sido ampliamente discutido desde la perspectiva del crecimiento del producto interno bruto (PIB). La mayoría de los aportes teóricos y prácticos en este sentido se han fundamentado en las corrientes de pensamiento económico clásico y neoclásico y en la experiencia de los países llamados desarrollados para convertirse en referentes de los que decidan asumir el enfoque. Los argumentos se apoyan principalmente en la versión del desarrollo dominante, planteada después de la Segunda Guerra Mundial, identificada como una versión del desarrollo deseado por los países occidentales a partir de los resultados exitosos del Plan Marshall, aplicado en Alemania y países de Europa del Este, y de la experiencia del sudeste asiático y Norteamérica. Desde esta perspectiva, en el camino hacia el desarrollo, los países llamados tercermundistas no han logrado alcanzar la meta de los países del Primer Mundo.

Surge la idea dominante del desarrollo, apoyada en la seguridad del racionalismo para controlar el proceso de crecimiento económico, caracterizado por la prioridad que otorga a lo acumulativo y a lo medible, con una concepción de desarrollo natural y evolucionista, idea que influenció cualquier posible concepción de la realidad y moldeó la acción de los actores involucrados en la búsqueda de bienestar social de la población.

A través de la historia del capitalismo, los países han experimentado diversos modelos de desarrollo sustentados en una concepción utilitarista, unidimensional y racionalista de la sociedad. El afán era crear las condiciones necesarias para reproducir, en todo el mundo, los rasgos característicos de las sociedades avanzadas de la época, que permitieran altos niveles de industrialización y urbanización, tecnificación de la agricultura, rápido crecimiento de la producción material, adopción generalizada de la educación y los valores culturales modernos desarrollados en los países del Primer Mundo.

El enfoque más reciente del desarrollo se estructura bajo un esquema neoliberal que pone el acento en los programas de estabilización monetaria como condición del desarrollo (monetarismo), el redimensionamiento internacional de las organizaciones económicas como resultado de una nueva división internacional del trabajo y el desarrollo del conocimiento.

Si se define el desarrollo a partir de lo que la gente necesita, aparecen diferentes propuestas: En la teoría de las necesidades Doyal y Gough (1994) argumentan que estas se presentan como “el conjunto de precondiciones de la existencia humana”, prerrequisito para una vida autónoma en sociedad que presume tener objetivos generales de creación de modos de vida libre y emancipatorios que consideran igual base de necesidades básicas.

Según Doyal y Gough (994) existe una “estructuración de las necesidades”, que otorga nuevos significados a los conceptos anteriormente planteados, entre otros, por las teorías de la economía ortodoxa. La teoría de las necesidades humanas diseña vínculos entre sujetos y los significados que definen a cada una de sus dimensiones: primarias, relacionadas con necesidades fisiológicas, de salud y seguridad, de pertenencia y amor, de estima y autorrealización; de orden superior, relacionadas con la idea de un mundo más seguro, ordenado y sin imprevistos, y finaliza en una motivación abierta de realización espiritual e intelectual: necesidades como objetivos o estrategias referidas a una categoría específica de propósitos que se consideran universalizables.

A partir del consenso social se define un grupo de condiciones previas para la satisfacción de necesidades básicas tales como: la autonomía individual para ejercer la capacidad crítica, la autosuficiencia en la elección de la forma de vida de cada quien, la acción individual reconocida en el vínculo con los demás para constituir lo social, la autonomía necesaria para la ejecución satisfactoria de acciones con la debida responsabilidad social y en ejercicio de la libertad ciudadana.

De acuerdo con Doyal y Gough (1994, p. 202) cuatro serían los propósitos comunes a todas las sociedades:

• Producir satisfactores de necesidades suficientes para asegurar niveles mínimos de supervivencia y salud, junto con otros factores y servicios de importancia cultural.
• Garantizar un nivel adecuado de reproducción biológica y de socialización de la infancia.
• Asegurar las aptitudes y valores que son necesarios para que haya producción y tenga lugar la reproducción armónica de la sociedad humana.
• Instituir algún sistema de autoridad que garantice el respeto a las reglas instituidas socialmente.

La matriz de necesidades y satisfactores planteada por Max-Neef, Elizalde y Hopenhayn (1993) propone un redimensionamiento de la propuesta clásica de necesidades básicas, asociadas fundamentalmente al crecimiento económico y configuradas solo a partir de la dimensión material, para incorporar otros aspectos del ser humano conjugados desde la subjetividad en la valoración que cada persona da a su sentir, y en la perspectiva histórica de construcción sociocultural, con lo cual se plantean las necesidades del Ser, el Hacer, el Tener y el Estar, dimensionadas en los ámbitos de la subsistencia, la protección, el afecto, el entendimiento, la participación, el ocio, la creación, la identidad y la libertad.

En la propuesta, los satisfactores no son neutros, e intentan responder a las diversas necesidades y pueden constituirse en potencialidad para la satisfacción del ser humano en sus diferentes aspectos. En este sentido, Elizalde (2006, p. 33) plantea que “los satisfactores se constituyen en propuesta histórica y cultural” que impacta de manera concreta en determinadas sociedades, definidos en una amplia gama como objetos, actividades y relaciones que satisfacen de manera integral, las necesidades fundamentales del ser humano.

Según Max-Neef, Elizalde y Hopenhayn (1993, p. 34), la teoría del desarrollo a escala humana “aclara las relaciones socioculturales que se desarrollan en cada sociedad, de acuerdo con las correspondencias entre las necesidades y los satisfactores” en la lógica de construir los bienes y servicios que mejor se acogen a las elecciones de los seres humanos en su realización de la necesidad, lo cual lleva a la pregunta por la sociedad que permita el desarrollo del ser humano en toda su complejidad y potencie la construcción de una economía humanista que exige la comprensión y el saber desentrañar la dialéctica entre necesidades, satisfactores y bienes económicos, de tal manera que el buen vivir se logre mediante la satisfacción de las necesidades de manera coherente y saludable.

De acuerdo con Max-Neef, Elizalde y Hopenhayn (1993, p. 38), los satisfactores no son los bienes económicos disponibles sino que están referidos a todo aquello que, “por representar formas de ser, tener, hacer y estar, contribuye a la realización de necesidades humanas, (...) pueden incluir formas de organización, estructuras políticas, prácticas sociales, condiciones subjetivas, valores y normas, espacios, contextos, comportamiento y actitudes”; todos en una tensión permanente entre consolidación y cambio.

El descubrimiento de las relaciones subyacentes entre necesidades, satisfactores y bienes permitirá la construcción de una filosofía y una política del desarrollo de carácter humanista, en el que las necesidades del orden de lo subjetivo, según Elizalde (2006, p. 34), “revelan de la manera más apremiante el ser de las personas”, ya que aquél se hace palpable a través de éstas en su doble condición existencial: como carencia y como potencialidad.

Ante una sociedad preocupada por la productividad y el consumo, Razeto (2002, p. 7) plantea “la exigencia de la reflexión sobre las dimensiones reales del ser humano y la inclusión en el análisis, de los aspectos político, social y cultural” para orientar la configuración de organizaciones humanas de carácter alternativo en las que sea posible pensar a las personas desde otra lógica más humana.

En tal sentido, de acuerdo con Sen (2000, p. 19) se debe aludir a un “buen desarrollo como un proceso integrado de expansión de las libertades reales, fundamentales, relacionadas entre sí, de que disfrutan los individuos”. Es decir, el ejercicio de unas libertades puede garantizar otras y generar un círculo virtuoso que reproduzca el buen vivir y convivir entre los sujetos del desarrollo.

Se torna fundamental trabajar en el proceso de eliminación de las principales fuentes de privación de las libertades, como: la pobreza, la tiranía, la escasez de oportunidades económicas, las carencias sociales sistemáticas y la falta de participación política, entre otros. Significa centrar los esfuerzos en aquello que fundamenta el desarrollo y no solo en los medios e instrumentos -crecimiento económico-; concebir la libertad humana como fin y fundamento del desarrollo, y como condición indispensable para lograr calidad de vida.

Como lo plantea Sen (2000), ejercer las libertades (libertad de participación, oportunidad de recibir educación, asistencia sanitaria básica, libertad para intercambiar palabras, bienes o regalos) supone un enriquecimiento de la vida, la posibilidad de abolir las limitaciones y privaciones, y empezar a construir el propio estilo de desarrollo como sujetos colectivos y solidarios: el desarrollo es, de hecho, un compromiso trascendental con las posibilidades que concede el ejercicio de la libertad.

Así, construir el propio desarrollo como lo plantea Escobar (1996) significa un proceso de constitución de sujetos que van consolidando su propio sentido humano y social en la medida que van resolviendo sus necesidades existenciales cotidianas de manera crítica y consciente, que van consolidando el entramado social en consenso con otros sujetos sociales en una dialéctica que resuelva los intereses individuales y colectivos, sin perder la dimensión estratégica del proceso de transformación social, lo cual permite pensar en una sociedad que forma su propio tejido y se perfila, como lo plantean Arboleda y Lopera (2002), sobre sus verdaderas necesidades y anhelos sin seguir otros modelos, que adquiere el compromiso con la crítica y participa conscientemente de la toma de decisiones en todos los niveles.

La economía solidaria reúne todos los elementos citados para configurar una propuesta de desarrollo integral con posibilidad de realización en el territorio, aunque es un concepto relativamente nuevo que está formando parte de la cultura latinoamericana. Se constituye en propuesta que articula las dimensiones económica, política, social y cultural, lo cual significa que incluye las capacidades productivas, sociales y las posibilidades éticas del ser humano para la proyección de su humanidad en una condición superior que se comprometa con la construcción de sociedad.

 

2. EL DESARROLLO ENMARCADO EN EL TERRITORIO: LA LÓGICA DE LA ECONOMÍA SOLIDARIA

El desarrollo local se vincula con un concepto de territorialidad y se ha entendido tradicionalmente como un proceso de crecimiento económico y cambio estructural que conduce a una mejora del nivel de vida de la población local, creando empleo, renta y riqueza por y para la comunidad local, lo cual deriva, según Pérez y Carrillo (2000, p. 48), de “la conjugación de las políticas económicas sectoriales cuyos objetivos están centrados en la mejora de la eficiencia y la productividad”; para ello interviene la participación de empresarios, organizaciones, empresariales, trabajadores, asociaciones, sindicatos, Administraciones Públicas y entidades financieras. De igual modo, intervienen las políticas territoriales para crear el entorno económico local que propicie el desarrollo endógeno.

De acuerdo con Hierro (2000, p. 63):

El desarrollo local también se ha comprendido como el mayor crecimiento del PIB, sustentado en la producción potencial, acompañado de políticas de crecimiento que se apoyen en la potenciación de los recursos, con niveles de ahorro relacionados con la capacidad de generar proyectos de inversión, la posibilidad del asociacionismo cooperativo, y accesibilidad financiera para proyectar las inversiones.

Para Hierro (2000), tal desarrollo sería aplicable a cualquier sociedad en la consideración de generar desarrollo local, agregando el reconocimiento de la capacidad empresarial y de su función de generar ahorro como estrategia del desarrollo local a largo plazo.

En una acepción general, se ha considerado que todas las comunidades territoriales tienen un conjunto de recursos (económicos, humanos, institucionales y culturales) que constituyen su potencial de desarrollo. Para Vásquez (2000, p. 96) “la capacidad de liderar el propio proceso de desarrollo, unida a la movilización de recursos disponibles en el entorno local, de su potencial de desarrollo, conduce a una forma de desarrollo endógeno”, lo cual deriva en procesos de acumulación de capital en localidades y territorios concretos.

Desde esta perspectiva, se adopta, según Vásquez (2000, p. 105), que el crecimiento económico se logra “en función de la organización social del territorio, vinculando una visión de desarrollo duradero en el que juegan un papel estratégico las formas de organización, los sistemas de relaciones y las dinámicas de los aprendizajes”.

En este mismo orden, Arocena (1995) plantea que el desarrollo se da en territorios concretos, producido de forma desigual y heterogénea, en el que aparecen actores específicos que asumen la responsabilidad del desarrollo en esferas privadas o públicas, como un proceso de organización económica, política, cultural y social.

De este modo, según Sen (2000) el desarrollo en regiones concretas requiere la garantía del Estado para velar por las libertades básicas referidas a los derechos humanos expresados en medidas sociales que protejan a las personas de los peores abusos y privaciones, y que garanticen la libertad para vivir una vida más digna, lo cual significa un proceso de realce de la capacidad humana, para ampliar las opciones y oportunidades de manera que cada persona pueda vivir una vida de respeto y valor.

También se requiere la participación de las organizaciones empresariales, de economía solidaria, académicas, entre otras, que a través de procesos de negociación y consenso generen movilización de los recursos locales que son en consideración de Hierro (2000), aspectos principales para insertarse en el mundo global.

De acuerdo con Arocena (1995) la experiencia de la globalización supone la consideración de lo local como un inmediato correlato, puesto que no es posible analizar un proceso de desarrollo de esta naturaleza sin referirlo a la sociedad global en que está inscrito; al mismo tiempo, la afirmación del carácter relativo de la noción de lo local permite reconocer la inscripción de lo global en cada proceso de desarrollo.

Sin embargo, es necesario tener en cuenta que cuando se presentan temas referidos a los asuntos socioeconómicos se producen tensiones, en tanto que la producción de riqueza propicia relaciones y negociaciones entre grupos que según Arocena (1995, p. 23) se convierten en “el estructurante principal del sistema local de relaciones de poder”. De igual manera, se puede observar que la riqueza generada localmente, como condición necesaria, propicia relaciones de propiedad y autoridad en su entorno, que determinan el juego de roles sociales; así, cada actor social ocupa posición social según su capacidad decisoria sobre el excedente económico de la localidad.

En torno a este paradigma se juntan los saberes y prácticas sociales de la sociedad local. La población va construyendo su historia alrededor de unos imaginarios y un sistema de valores que van interiorizando individual y colectivamente, lo cual confluye en la identidad colectiva, que da sentido a una manera de ser, de estar y de habitar en determinada localidad.

Arocena (1995, p. 25) plantea que la sociedad local se define como “una comunidad habitante de un territorio delimitado” según si es portadora de una identidad colectiva expresada en valores y normas interiorizados por sus miembros, y cuando conforma un sistema de relaciones de poder constituido en torno a procesos locales de generación de riqueza.

Hay consenso respecto a que el desarrollo local se presenta con un protagonismo destacado frente a la globalización, por lo cual se vuelve necesaria la descentralización de las decisiones políticas, el aprovechamiento de las recursos y de las ventajas comparativas regionales, y la generación de interrelaciones con el medio ambiente y las tecnologías, entre otros, para propiciar proyectos productivos locales que deriven en la promoción de pequeños y medianos proyectos empresariales.

Algunas propuestas vinculan los aspectos socioculturales para destacar que se requiere definir la sociedad local, no como la agregación de realidades distantes y fragmentadas, sino como un conjunto de relaciones construidas y desarrolladas en vínculo con la sociedad global, y en tal sentido, en correspondencia con ciertas condiciones de carácter socioeconómico y cultural que le dan la connotación de local.

Para Moser (1993) la construcción se podría pensar en torno a una sociedad posible que, situada como utopía, permita tener la orientación de la tecnología apropiada, tanto en la producción agrícola como en la industrial, y una nueva ecología que sitúe la preocupación por el desarrollo en el ser humano y no en el crecimiento económico, con dimensiones territoriales y locales, como construcción de lo posible con autonomía, como lo señala el siguiente texto de Mires (1996, p. 29-30):

Frente a lo tecnológicamente arriesgado, lo tecnológicamente “adecuado”; frente a los gastos excesivos de energía, opone como la alternativa la utilización de los recursos renovables; frente a la especialización extrema, aboga por una socialización de los conocimientos técnicos y científicos; frente a la producción en masa, propone el apoyo a la producción artesanal y a las cooperativas locales y regionales de libres productores asociados; frente a la vida en pequeñas familias encapsuladas, opone la idea de comunidad; al predominio urbano, opone una vida en contacto con lo rural; frente a la destrucción indiscriminada de la naturaleza, afirma los principios del equilibrio ecológico; frente al predominio del mercado mundial, surge la idea de los mercados interregionales, o simplemente locales; (...) frente al aislacionismo, opone la noción de convivencia; frente a la acumulación, el ahorro; frente al individualismo opone la reciprocidad; frente al armamentismo, se levantan los movimientos pacifistas; frente al ideal del obrero joven , no mayor de 35 años, opone la producción familiar con participación de niños y ancianos; frente a lo centralizado, opone lo local; frente a lo complicado, lo simple; frente a las “soluciones finales”, soluciones parciales y pragmáticas; frente a los monocultivos, la diversificación de la agricultura, frente al primado de lo cuantitativo, el primado de lo cualitativo; frente a la producción de alimentos por medio de industrias socializadas, la coparticipación de la población en la producción de sus primos alimentos; frente al destroncamiento de las culturas, levanta la defensa de las tradiciones culturales y de las comunidades indígenas; frente a la separación infranqueable entre el mundo del trabajo y el de la vida, proclama la integración del placer en el trabajo; frente al ideal de la homogeneidad, el ideal de la diversidad; frente a lo inmenso, lo pequeño.

Los bienes y servicios que sirven a la satisfacción de las necesidades no solo requirieron un proceso de producción social, sino también un conjunto de participantes y niveles de actuación que se concretan en los bienes sociales; esto se evidencia de manera real a través de las experiencias de las comunidades organizadas para generar posibilidades de sobrevivencia y en los servicios y programas que ofrecen las organizaciones, que de manera coherente respondan a la lógica de la economía solidaria, y esta se concreta en el territorio, porque se reconoce que el desarrollo se realiza en los espacios locales y es el resultado de la acción de sujetos humanos que actúan individual y socialmente, mediante propuestas que articulan saber y experiencia en su construcción de sociedad incluyente

 

3. LA EXPERIENCIA DE LA ECONOMÍA SOLIDARIA ARTICULADA AL DESARROLLO LOCAL DEL ALTIPLANO NORTE

Antioquia es un departamento que presenta desarrollos desiguales, en relación con las dimensiones económica, política, social y cultural, no solo en el Área Metropolitana del Valle del Aburrá, sino también en los municipios de su geografía territorial sustentados en las lógicas locales de aprovechamiento de los recursos del Departamento y de las propias ventajas productivas de las localidades. Para el caso de la Región del Altiplano del Norte de Antioquia, su desarrollo ha obedecido a criterios socioeconómicos y de localización, expresados en las particularidades de su poblamiento, la especialización económica regional en la ganadería lechera, y en su ubicación con respecto al sistema vial.

La producción de leche es la actividad de mayor importancia en la región y la más difundida en su territorio. Esta se localiza principalmente en la zona del altiplano o meseta de los Osos, como se ha denominado, razón por la cual tiende a identificarse la región con esta zona, y a su base económica con dicha actividad.

La generación de energía eléctrica es otra actividad representativa de la región, desarrollada mediante el aprovechamiento eficiente de los recursos hídricos y de las características favorables de tipo topográfico, geológico y pluviométrico para esta clase de obras.

Algunos centros urbanos como Don Matías, San Pedro, Entrerríos y Santa Rosa se han beneficiado de la proximidad y accesibilidad al Área Metropolitana del Valle del Aburrá, desarrollando una incipiente industrialización, especialmente en las actividades económicas de la confección y los alimentos, ligadas a la dinámica industrial del Valle del Aburra, con excepción de la industria de derivados lácteos que es complementaria a la base económica regional.

Pese a la diversidad de la base económica, sólo la actividad lechera establece encadenamientos económicos hacia atrás y hacia delante, dinamizando no sólo otras actividades pecuarias como la porcicultura sino también generando economías de escala para reducir los costos de los insumos y promocionando otras actividades económicas como la industria de concentrados y derivados lácteos.

Según la Gobernación de Antioquia (2004) este tipo de desarrollo genera claros beneficios en la región, que se han centrado en el altiplano donde se localiza esta actividad; por ello, existen marcados desequilibrios con respecto al resto de los municipios de la región, no sólo en cuanto al desarrollo económico, sino también en lo social y en la dotación de infraestructura física y equipamiento de servicios.

En relación con el sistema de asentamientos, la región no está articulada, puesto que los centros urbanos se comportan como pequeños lugares centrales que no se complementan funcionalmente; todos ofrecen en mayor o menor medida, el mismo tipo de servicios comerciales y generales con escasa diversificación. Según la Gobernación de Antioquia (2004) se trata de localidades muy dispersas en el espacio geográfico, muy desconectadas entre sí, con medios de transporte costosos y de relativa ineficiencia.

El predominio de las redes de mercado y transporte de tipo radial, con epicentro en Medellín y por tanto poco difundidas en el interior de la región, y los flujos económicos poco complejos y diversificados son expresión de la relativa debilidad de la economía y de la escasa integración regional, ya que las áreas de mercado de los centros más grandes generalmente no abarcan las áreas de los centros más pequeños y, por el contrario, se presenta un sistema de asentamientos dispersos, donde los vínculos sólo fluyen verticalmente del área rural al centro local.

La Gobernación de Antioquia (2004) plantea que se trata de una región no integrada ni funcional ni espacialmente, y con una gran dependencia del centro metropolitano, que ha jugado un rol centralizador del crecimiento más que de núcleo de transmisión y difusión del desarrollo.

A pesar de los problemas de la región, planteados en torno al tema del desarrollo, la investigación sobre las contribuciones del sector de la economía solidaria al desarrollo local observó movilización de los pobladores para vincularse a actividades que les generaran ingresos. En este aspecto, el sector cooperativo de la región es relativamente dinámico; se encontraron cooperativas de ahorro y crédito, multiactivas y de trabajo asociado, donde se resalta la participación de la mujer en los diferentes espacios sociales construidos por las organizaciones.

La presencia de la economía solidaria en la región ha permitido que muchos pobladores se vinculen a algún tipo de actividad económica a partir del crédito que les conceden las cooperativas de ahorro y crédito. De igual modo, la participación de las personas en calidad de asociados permite que se logren otras relaciones a partir de las asambleas de asociados, juntas de acción comunal, ente otras, que ayudan a potenciar el sentido de pertenencia a una región, la identidad en torno a objetivos comunitarios y la posibilidad de incidir en las políticas de la localidad.

Sin embargo, aún falta camino por recorrer para que se logre articulación más efectiva entre las necesidades de los asociados y los servicios que ofrecen las cooperativas para contribuir a mejorar las condiciones de vida de la gente, y más aún, cuando se observaron marcadas diferencias entre los pobladores rurales y los urbanos.

En este sentido, es interesante que las cooperativas apoyen el desarrollo humano de quienes viven en zonas rurales, debido a que la mayoría de los asociados se ubican en estas zonas, donde se ha tratado de orientar la proyección social de las organizaciones, realizando actividades en las veredas de los municipios. Normalmente las cooperativas de la región realizan jornadas que consisten en llevar servicios de salud, campañas preventivas y actividades recreativas; también se patrocinan niños con la cuota para el restaurante escolar y en algunos casos se desarrollan programas de vivienda de interés social.

La mayoría de las cooperativas establecen relaciones con entidades de carácter público o privado que contribuyen al mejoramiento de la calidad de vida de los asociados. En el caso particular de las cooperativas financieras y de ahorro y crédito, el señor Luis Alfonso Arias Restrepo (2007), Gerente de la Cooperativa Multiactiva Antonio José Jaramillo planteó que:

Se hacen convenios con la Universidad para programas de educación y capacitación dirigidos directivos, empleados y asociados; con el sector público para el acceso de la comunidad a los parques que están al cuidado del Estado; con organizaciones del mismo sector de la economía solidaria para el desarrollo de programas de educación, comunicación e información y con el sector privado para los procesos de formación preventiva y el desarrollo de valores éticos y morales.

En la región, la dinámica del sector cooperativo ha permitido que se generen y crezcan nuevas cooperativas para satisfacer necesidades de la comunidad, como lo manifestó Agudelo (2007), Gerente de la Cooperativa Multiactiva de Transportes Unidos de Santa Rosa de Osos:

La cooperativa ha sido fundamental (desde su creación) porque hemos sido eje fundamental para que crezcan o nazcan otras cooperativas, (por ejemplo) encontramos a la Cooperativa de Transportadores de Don Matías y Cooperativa de Profesionales de la Salud. La organización tiene cerca de 32.000 asociados activos, de los cuales 85% tiene vivienda propia que han adquirido a través del crédito para mejoramiento y adquisición con plazos de mediano y largo plazo (hasta de siete años).

Una de las experiencias más significativas la constituye el ahorro y crédito en la región, porque ha sido un eje de desarrollo, tanto en la parte económica y financiera para generar empresa, como en la parte social, puesto que las organizaciones son patrimonio de los asociados que las gestaron con sus aportes y acciones. En la mayoría de los casos, unas pocas cooperativas se convierten en la base para todo el desarrollo tanto del entorno municipal como en la zona norte.

En el aspecto social, las cooperativas tienen la solidaridad como un satisfactor sinérgico, según lo manifestó Lopera (2007), Gerente de la Cooperativa agropecuaria de Entrerríos (2007):

Las cooperativas le vienen cumpliendo al pueblo, se tienen los servicios necesarios, pero cuando aparece otra situación nueva, una necesidad, se trata de acogerla, de atraerla, para que la gente no se perjudique y la misma gente también participe. Mediante el diálogo con las personas se pueden conocer sus necesidades y trabajar conjuntamente para resolverlas.

El liderazgo del sector solidario en la región ha permitido la integración de cooperativas, a través del Comité Regional de Economía Solidaria del Norte de Antioquia, CORESNA para articular los esfuerzos de las organizaciones.

Todas las acciones de las cooperativas directa o indirectamente han impactado las condiciones en las que se encuentran los diferentes municipios de la región. Estas acciones son reflejadas en las dimensiones social, económica y ambiental con los programas de capacitación, educación, solución de vivienda, acceso a la educación superior mediante créditos estudiantiles en condiciones preferenciales, en el desarrollo de la mediana y pequeña empresa, en el mejoramiento de los métodos de producción agrícola y pecuaria mediante créditos, de tal manera que se logran impactos particularmente en los asociados y en el medio donde están ubicados, pero aún deben lograrse encadenamientos productivos de gran alcance y relaciones con el entorno de mayor impacto para el desarrollo local en el que se involucre la empresa privada, el Estado y el sector de la economía solidaria.

La economía solidaria ha contribuido al desarrollo local de algunos municipios y regiones de Antioquia, especialmente en el norte, en cuanto a que ha creado algunos encadenamientos productivos, generado actitudes de liderazgo en muchos asociados y posibilitado que se genere un red de servicios en torno a las principales actividades económicas tales como la producción de leche, de ahorro y crédito y de transportes, entre otras, lo cual permite plantear que hay un liderazgo relativo y más en relación a que en la región no hay presencia fuerte del sector privado y tradicionalmente ha sido el sector público el que ha generado empleo. En tal sentido, no es arriesgado decir que la economía solidaria se convierte prácticamente en la única alternativa de desarrollo para las regiones, en la medida en que las comunidades se organicen de manera autogestionaria.

Por consiguiente, se debe continuar avanzando hacia niveles superiores para prestar otros servicios integrales y trabajar en el encadenamiento de las iniciativas empresariales (emprendimientos) posibilitadas a través del crédito, para configurarse como una alternativa social y económica incluyente de poblaciones con tantos problemas de orden social, político, económico y cultural y en la perspectiva de generar desarrollo local en articulación con los sectores público y privado del orden nacional, departamental y local.

 

4. CONCLUSIONES

Como lo plantea Boff (2001, p. 15) la causa principal de la crisis social está vinculada al modo en que las sociedades modernas se organizan en cuanto al acceso, la producción, y la distribución de los bienes naturales y culturales. En este sentido, ha prevalecido la relación de dominio y de falta de reconocimiento por la alteridad, por lo tanto, es un espacio en el que la economía solidaria debe mostrar de manera decidida su propuesta de ser alternativa socioeconómica incluyente.

En este sentido, aún está marcado el acento del desarrollo a partir de concepciones tradicionales, que no contemplan al ser humano como actor y sujeto del mismo. Es posible ver, de manera fragmentaria, algunos avances logrados por la economía solidaria a través de la dinámica de las cooperativas en la región del norte en forma de apoyo a la creación de unidades productivas agropecuarias y en la prestación de servicios que solo son favorables si los prestan las cooperativas, como son el ahorro y el crédito.

Es posible plantear que el desarrollo de las localidades del norte de Antioquia aún depende del Valle del Aburrá y no de las propias capacidades locales. La economía solidaria, a través de las cooperativas, ha generado posibilidades relativas de mejoramiento de las condiciones de vida de las personas; sin embargo, no ha incidido de manera contundente en el desarrollo local; aún es tímido el intento, porque las organizaciones constituidas en el nivel local a partir de la lógica de la economía solidaria pueden acompañar de manera más decidida las iniciativas como lo han hecho otras organizaciones en el mundo (caso Mondragón del país Vasco).

Las organizaciones cooperativas se han mantenido en la región como posibilidad de desarrollo humano, económico y social, con alguna incidencia en el crecimiento de la localidad a través de las actividades de producción agropecuaria, transportes y servicios de ahorro y crédito, entre otros, para apoyar las acciones de los asociados, principalmente, en sus propuestas familiares y productivas, sin embargo, aún falta incidir de manera importante en el desarrollo local.

 

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Recibido: marzo 18 de 2009; Aprobado: mayo 15 de 2009

 

* Este artículo es resultado de la investigación “Aportes de la economía solidaria al desarrollo local del altiplano norte del departamento de Antioquia”, financiada por la Fundación Universitaria Luis Amigó (FUNLAM) en el 2007, realizada por los docentes investigadores Luz Dolly Lopera del grupo de investigación de Economía Solidaria (ECOSOL), clasificado en categoría A de Colciencias, Gabriel Posada y Nelson Caicedo, adscritos a la Facultad de Ciencias Administrativas, Económicas y Contables de la FUNLAN.

1 Los trabajos desarrollados por el grupo UNES son los de Dávila, Bucheli y Lobo (2002) y Dávila (2004)

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