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Semestre Económico

Print version ISSN 0120-6346

Semest. Econ. vol.20 no.44 Medellín July/Sept. 2017

https://doi.org/10.22395/seec.v20n44a5 

Artículos

DIMENSIONES DEL SUBDESARROLLO ECONÓMICO EN COLOMBIA, 1980-2015*

SCOPE OF ECONOMIC UNDERDEVELOPMENT IN COLOMBIA, 1980-2015

DIMENSÕES DO SUBDESENVOLVIMENTO ECONÔMICO NA COLÔMBIA, 1980-2015

Sandra Milena Pérez-Bello** 

Segundo Abrahán Sanabria-Gómez*** 

** Zootecnista, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia. Magíster en Desarrollo Rural, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja, Colombia. Miembro del grupo de investigación La sociedad económica en Colombia (Soecol, clasificado por Colciencias en categoría C en 2017). Dirección: Kilómetro 2 Vía al Llano, Sogamoso. Tel. (57)3212047415. Correo electrónico: sandra.perez@ uptc.edu.co

*** Economista, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja, Colombia. Magíster en Ciencias Económicas y doctor en Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia. Miembro del grupo de investigación La sociedad económica en Colombia (Soecol, clasificado por Colciencias en categoría C en 2017). Profesor Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja, Colombia. Dirección: Avenida Central del Norte, Edificio Central, oficina 339. Tel. (57)3133105325. Correo electrónico: segundo.sanabria@uptc.edu.co


RESUMEN

El objetivo de este trabajo es identificar las condiciones de subdesarrollo que presenta la economía colombiana en el período 1980-2015. Se asume como marco teórico del subdesarrollo el enfoque estructuralista latinoamericano, estudiando especialmente el concepto de heterogeneidad estructural y la incorporación del progreso tecnológico. En consecuencia, se examina la política agropecuaria en Colombia, frente a la in corporación del progreso tecnológico y la dinámica estructural. Para hallar evidencia empírica se construyen índices de crecimiento y tasas de participación, y se estiman coeficientes de correlación, cuyos resultados permiten concluir que la economía colombiana presenta condiciones de subdesarrollo en el período de observación.

CLASIFICACION JEL: O10, O13, O33, O47

PALABRAS CLAVE: Desarrollo económico y agricultura; desarrollo y progreso tecnológico; subdesarrollo; Colombia

ABSTRACT

The objective of this article is to identify the underdevelopment conditions of the Colombian economy between 1980 and 2015. The Latin American structuralism approach is assumed as the theoretical framework of the underdevelopment, specifically studying the concept of structural heterogeneity and incorporation of technological progress. Hence, the agricultural and livestock breeding policy in Colombia is evaluated versus the incorporation of technological progress and structural dynamic. In order to find empirical evidence, growth indices and participation rates are built and correlation coefficients are estimated, results of which allow concluding that Colombian economy showed underdevelopment conditions during the period subject matter of this research.

JEL CLASSIFICATION: O10, O13, O33, O47

KEY WORDS: Economic development and agriculture; development and technological progress; underdevelopment; Colombia

RESUMO

O objetivo deste trabalho é identificar as condições de subdesenvolvimento que a economia colombiana apresenta no período 1980-2015. Assume-se como referencial teórico do subdesenvolvimento a abordagem estruturalista latino-americana, estudando especialmente o conceito de heterogeneidade estrutural e a incorporação do progresso tecnológico. Em consequência, examina-se a política agropecuária na Colômbia ante a incorporação do progresso tecnológico e da dinâmica estrutural. Para encontrar provas empíricas, constroem-se índices de crescimento e taxas de participação, bem como se estimam coeficientes de correlação, cujos resultados permitem concluir que a economia colombiana apresenta condições de subdesenvolvimento no período de observação.

CLASSIFICAÇÃO JEL: O10, O13, O33, O47

PALAVRAS-CHAVE: Desenvolvimento econômico e agricultura; desenvolvimento e progresso tecnológico; subdesenvolvimento; Colômbia

INTRODUCCIÓN

La transición de un modelo basado en la actividad agropecuaria hacia uno basado en la actividad industrial, históricamente, ha sido una regularidad en los países de mayor desarrollo económico. Esta transición permite la incorporación de los avances tecnológicos logrados y el aprovechamiento de las economías de escala que resultan de la profundización en la división del trabajo y la extensión de la escala de producción. Estas ganancias en productividad se reflejan también en ganancias económicas y financieras, que luego constituyen la base principal para la creación de nuevo capital productivo que se integra a los sistemas de producción, y desarrolla un proceso virtuoso de acumulación de activos modernos para el crecimiento y el desarrollo. Las ineficiencias y rezagos en esta transición generaron las condiciones denominadas de subdesarrollo, tema que hoy ha desaparecido de la moderna teoría económica, lo cual permite pensar que tal problema ha sido superado por las economías que lo padecieron.

Este artículo se propone como objetivo identificar y analizar las características asociadas al concepto de subdesarrollo latinoamericano (entendido desde el enfoque estructuralista de la Cepal) que presenta la economía colombiana tomando como período de observación 1980-2015, condicionado a la disponibilidad de series estadísticas. Los resultados obtenidos permiten concluir que Colombia no ha logrado superar su condición económica de subdesarrollo. Tal situación se evidencia en el hecho que no ha conseguido una adecuada transición de una economía primaria a una economía moderna, desarrollada sobre la base del progreso de la industrial y la tecnología.

1. APROXIMACIÓN TEÓRICA AL SUBDESARROLLO

El subdesarrollo entendido desde la teoría estructuralista es, en lo fundamental, una condición de asimetría sectorial en el desarrollo capitalista, que se refleja en la incorporación desigual del progreso tecnológico a las actividades productivas y la distribución heterogénea de las ganancias en productividad y del excedente financiero. Estas condiciones se presentaron en los países latinoamericanos en su transición de una economía colonial hacia una economía moderna, fenómeno que mantuvo vigencia teórica hasta la década de 1980. El proceso de modernización económica liderado por la expansión industrial estuvo condicionado por el contexto internacional y por el entorno político, institucional y económico predominante en cada país. De esta manera, según Sunkel (1970) e Hidalgo-Capitán (2012), el ingreso del sistema capitalista a la región latinoamericana estuvo asociado con los flujos internacionales del valor implícito en el comercio internacional y, por tanto, sus excedentes tenían una apropiación y un destino predeterminados por las estructuras de poder económico y político.

Así, el desarrollo capitalista en América Latina no logró inducir transformaciones en las estructuras socioeconómicas existentes, sino que, por el contrario, este aprovechó tales condiciones para consolidar estructuras de monopolio, las cuales condicionaron la apropiación y distribución del excedente derivado del comercio internacional y luego intervinieron en la expansión interna del capitalismo a través del proceso de industrialización, guiados por el Estado junto con las élites políticas y económicas internas. Estas estructuras monopólicas fuertemente vinculadas con el poder de las élites permitieron que el capitalismo tuviera un carácter excluyente y de concentración de sus ganancias, el cual fue reforzado por el Estado dada su dependencia de las élites de poder. En este sentido, como argumenta Gunder (2005, p. 15) el sistema generó

[…] una relación explotadora, que a modo de cadena, vincula las metrópolis capitalistas mundiales y nacionales a los centros regionales y, estos a los centros locales, y así a los grandes terratenientes o comerciantes que expropian el excedente de los pequeños campesinos o arrendatarios.

A los países latinoamericanos el capitalismo moderno les vino de fuera, sin que antes hubiese ocurrido un proceso de adecuación productiva interno. Se incorporaron los modelos productivos de los países industrializados cuyas tecnologías no podían ser asimiladas de manera eficiente en una economía precapitalista. Por esta razón, Di Filippo y Jadue (1976) plantean que la eficiencia en el uso de las tecnologías entrantes fue limitada, y los sectores económicos y grupos de población que podían beneficiarse en mayor medida fueron aquellos que poseían mejores condiciones para el aprovechamiento de las nuevas formas de producción, que finalmente se concentraron en el sector exportador de materias primas y el incipiente proceso de industrialización.

En consecuencia, y de acuerdo con Pinto (1970, p. 51), la consolidación del desarrollo capitalista en América Latina dejó como resultado la coexistencia de tres grandes sectores: uno caracterizado por ingresos muy bajos propios de una economía colonial; un segundo sector moderno con altos ingresos provenientes de la industria, los servicios y las exportaciones, y un tercer sector cuyas productividades e ingresos corresponden al promedio nacional. Tal como se observa en Bielschowsky (2009), esta condición es la que fundamenta la noción de subdesarrollo, la cual va a constituir el núcleo de la heterogeneidad estructural.

La heterogeneidad estructural permite la apropiación y distribución desigual del fruto de la penetración de la tecnología de los centros en la periferia, ya que Dimensiones del subdesarrollo económico en Colombia, 1980-2015 gran parte de ese fruto queda en los estratos superiores que concentran los medios productivos. Por lo tanto, Prebisch (2008, p. 29) afirma que

Si el fruto del progreso técnico se concentra en los estratos superiores, es porque la mayor parte de los trabajadores que la acumulación de capital permite emplear no logra aumentar sus remuneraciones correlativamente a su creciente productividad.

En el contexto del subdesarrollo la heterogeneidad estructural constituye diferentes restricciones para la incorporación y explotación amplia y profunda del progreso tecnológico, lo cual bloquea la transformación hacia una economía desarrollada toda vez que como sugiere Ocampo (2005, p. 16) las innovaciones son

[…] el principal motor del cambio; su difusión y la creación de encadenamientos productivos son los mecanismos que determinan su capacidad para transformar y generar sistemas productivos integrados; a su vez, el aprendizaje (…) y el desarrollo de complementariedades generan economías de escala y especialización dinámicas, que son esenciales para el aumento de la productividad.

Cuando las dinámicas del progreso tecnológico y la innovación no tienen lugar en una economía, se debilitan los procesos de valorización del capital, lo cual, en criterio de García (2006, pp. 59-60) bloquea la capacidad para incorporar las dinámicas capitalistas de productividad y modernización económica, ya que

Al progreso técnico solo tiene acceso una parte reducida de la población […] quedando la mayoría de trabajadores hundidos en actividades predominantemente tradicionales y con el uso de técnicas tradicionales caracterizadas por la baja productividad.

Así, las restricciones a la circulación y operación del capital conllevan, entre otras cosas, una limitación en el acceso y la incorporación progresiva de los avances tecnológicos, lo cual induce a que se presenten tasas de rendimientos marginales decrecientes en factores clave.

Los sectores económicos que no logran superar estas restricciones quedan marginados de la posibilidad de acceder a fuentes de riqueza modernas como el desarrollo institucional, la infraestructura y el progreso tecnológico debido a la escasez de capital financiero. Esta característica conduce a un círculo vicioso que gira en torno a la escasez de capital, y descansa sobre formas y modelos de producción de tipo colonial, anulando toda posibilidad de modernización. Esto sucede, según García (2006, p. 63), porque

La evolución a largo plazo de la productividad colectiva y el aprendizaje tecnológico e industrial son los mecanismos centrales de la competitividad y la acumulación en una etapa en la que predominan las ganancias de productividad y el desarrollo tecnológico como formas de valorización del capital.

Esta heterogeneidad productiva en la economía de un país o de una región, de acuerdo con Prebisch (1981, p. 107), se sustentan en el hecho de que

La dinámica del sistema se basa en el excedente y su aumento incesante. De ello depende la acumulación de capital de donde surge una productividad cada vez mayor que, a su vez, permite acrecentar la acumulación con nuevos incrementos de productividad.

Por lo tanto, y siguiendo a Fajnzylber (1992), el problema de las asimetrías en el desarrollo surge cuando las condiciones de generación y acumulación de excedentes no son homogéneas, lo que significa que no todos los sectores se benefician de tales progresos, lo cual desencadena procesos asimétricos de acumulación de activos para el crecimiento y la producción moderna derivados del progreso tecnológico.

De acuerdo con Kaldor (1966) en los sistemas económicos modernos el subdesarrollo se alimenta del acceso desigual a los recursos productivos y a las ganancias de productividad que surgen del proceso de modernización productiva en función del progreso tecnológico, de tal forma que las trayectorias de acumulación de recursos y demás activos para el desarrollo productivo adquieren tendencias asimétricas. Estas condiciones de contexto determinan en gran medida el futuro de las economías y de las personas ya que según Gill (1965, p. 19)La acumulación de capital es uno de los principales factores que distinguen a los países ricos de los pobres y a la edad moderna y a la era industrial en general de la antigua historia del mundo”.

La precariedad de la relación entre las dinámicas de reproducción del capital y el funcionamiento de las instituciones crea una especie de estancamiento en el sistema económico. Cuando las instituciones no facilitan las dinámicas productivas del capital, muchos recursos quedan sin ser utilizados porque necesitan del capital para movilizarse y valorizarse. Es entonces el capital uno de los recursos con mayor capacidad para estimular y transformar estructuras de producción estáticas y convertirlas en aquellas que inspiran a los diferentes agentes a tomar decisiones que les generen nuevas satisfacciones. Por esta razón Hirschman (1958, p. 78) señalaba que esta era una condición necesaria para el progreso económico ya que “No se invierte porque la demanda haya aumentado en el pasado, sino porque la experiencia del pasado se toma como guía para el futuro. […] la inversión se lleva a cabo porque, por una u otra razón, se espera que la producción futura encuentre mercado”.

En las economías modernas el capital es tal vez el activo más importante para el crecimiento y el desarrollo, dada su potencialidad para dinamizar la utilización de valiosos recursos que permanecen inactivos (subutilizados) por la escasez de capital. El subdesarrollo no es necesariamente una condición de falta de recursos, sino que tiene que ver más con el uso que se hace de los mismos. En América Latina y por supuesto en Colombia, una gran cantidad de recursos (naturales como la tierra, el agua, los minerales, otras fuentes de energía) han sido utilizados de forma ineficiente en el sentido que no generan nuevas fuentes de valor económico que dependan del uso que se hace y no de la oferta de cada uno de ellos. De acuerdo con Currie citado en Sandilands (1990, p. 294), en Colombia “… los recursos de toda suerte habían sido extremadamente subutilizados y que la política tenía más importancia que la disponibilidad de recursos”. Estas conclusiones llevan a pensar que el problema del atraso en el desarrollo se gestaba desde las precariedades en la oferta y la efectividad de las instituciones, que resultaban incapaces de liderar y gestionar el uso eficiente y productivo del acervo de recursos con que ha contado el país.

La evolución del desarrollo económico en Colombia durante el siglo XX tiene entre sus principales características las marcadas asimetrías en el ritmo de transformación de las estructuras productivas, lo cual configura una dualidad en los niveles de desarrollo económico-productivo entre lo urbano y lo rural, entre la gran industria y la agricultura campesina, entre la generación y acumulación de ganancias, y la sobrevivencia y la subsistencia. Esta realidad refleja el fracaso de la política agraria y de las instituciones al no lograr que en el sector rural tuvieran lugar procesos continuos de modernización y generación de bienestar socioeconómico para su población vinculada.

La evolución económico-productiva del país, en particular en el sector rural, refleja condiciones del subdesarrollo latinoamericano que predominaron principalmente hasta mediados del siglo XX. Estas dinámicas vistas hoy en retrospectiva confirman los planteamientos de Furtado (1979, p. 191) en el sentido que

Las estructuras subdesarrolladas no se desarrollan: son sustituidas por otras con aptitud para desarrollarse. Sin embargo, esta sustitución puede ser parcial, y estructuras arcaicas pasan a convivir con otras aptas para asimilar la tecnología moderna y elevar la productividad del trabajo.

Esta afirmación de Furtado, recoge bien la realidad del subdesarrollo que se observa, hoy, en la realidad económica colombiana.

Siguiendo a Schejtman (1980), en su discusión sobre economía campesina, el sector agropecuario en Colombia presenta con claridad una dualidad entre la agroindustria capitalista moderna y amplios sectores donde predomina la economía campesina cuya finalidad no va más allá de la subsistencia biológica de las familias directamente involucradas. En el mismo sentido, Kalmanovitz (1986, p. 64) plantea que estas formas de producción no han evolucionado de la época colonial, en la que

Las unidades productivas parcelarias se basaron, obviamente, en el trabajo familiar. Mientras su productividad debía ser mayor que la desplegada dentro de la hacienda, el proceso de trabajo campesino excluye también la cooperación y la especialización, el uso de medios de producción avanzados y la producción en serie. Además combinaban los cultivos con actividades artesanales.

Estos rasgos persisten hoy, en gran parte de la ruralidad colombiana, con intensidades asimétricas entre las diferentes regiones, donde se traducen en una limitante para la generación de excedentes y su distribución, por lo que estas comunidades tienen que resignarse a vivir en condiciones de subsistencia.

2. PERFILES DE LA POLÍTICA AGRARIA EN COLOMBIA (1980-2015)

En la segunda mitad del siglo XX la política agraria en Colombia se desprendía de los diagnóticos de la Misión de Observación del Banco Mundial (BIRF), en la que según Kalmanovitz y López (2006, p. 6) se concluyó que:

[…] la mala utilización de las mejores tierras era antieconómica e inferior al óptimo.

[…] en Colombia los campesinos explotaban parcelas fragmentadas en las laderas de las montañas, terrenos difíciles y remotos, y producían cosechas de subsistencias, mientras que las llanuras más fértiles y accesibles estaban en manos de un número relativamente pequeño de terratenientes ricos que producían cosechas comerciales o, lo que era más común, las dedicaban al pastoreo del ganado…

Berry (2002) señala que en la década de 1960, como consecuencia de planes de incentivos para la mecanización y uso intensivo de insumos modernos, Colombia entró en un período de crecimiento agrícola dualista, caracterizado por una expansión de la agricultura comercial, y una agricultura campesina estancada, sobre la cual se perpetraron niveles permanentes de pobreza rural. Piñeiro (2004) agrega que estas tendencias configuraron trayectorias de acumulación de activos productivos desiguales, creando las condiciones que luego profundizarían la conflictividad en torno al acceso a la tierra y los beneficios de su grado de explotación. Posteriormente, la política agraria continuó tomando como referencia los lineamientos planteados en otras economías más desarrolladas; por tanto, siguió considerando que se podría llegar al desarrollo mediante el crecimiento económico y, para ello, los agricultores subdesarrollados debían aumentar su productividad a través de la asignación eficiente de los recursos, apoyados en la implementación de nuevas tecnologías y programas de extensión agraria y desarrollo comunitario.

Al no alcanzar esta política los resultados esperados, en la década de los setenta se empezó a reconsiderar la necesidad de dar menor importancia al crecimiento, y mayor a la reducción de desigualdades, y en este sentido implementar políticas de redistribución de ingresos mediante la satisfacción de necesidades básicas (como nutrición, vivienda, salud, educación) y creación de empleo con el fin de reducir la pobreza. Sin embargo, Ceña (1994) indica que estas políticas por sí solas no lograron el anhelado desarrollo, por lo que se consideró que no solo se requería la redistribución de los ingresos, sino que el crecimiento económico era un requisito para lograr un nivel de vida aceptable.

En el mísmo sentido, Piñeiro (2004) sugiere que las políticas del Estado en aquella época se dirigieron en mayor proporción a los sitemas de producción más dinámicos donde la inversión es intensiva, generando una modernización agrícola con una transformación parcial, desigual, sustentada por recursos públicos, lo cual implica limitaciones y rezagos en su modernización. La FAO (2004) reconoce que estos modelos de política pública se han apoyado en la lógica del capital moderno, utilizando de manera creciente los incentivos financieros directos (subsidios) como principal herramienta de intervención y estímulo de sectores y actividades específicas.

No obstante, en la década de 1970, las teorías predominantes del crecimiento económico dan origen a una nueva concepción del desarrollo agropecuario, centrado en la producción homogénea y la explotación de economías de escala. Estos enfoques teóricos en Colombia se formalizan a partir de las reformas económicas e institucionales que configuraron la apertura económica de 1990. En este enfoque el mundo rural adquiere un nuevo rol, en el que según Perfetti y Cortés (2013, p. 3)

[…] se reconoce en la agricultura la capacidad de ejercer múltiples funciones para el desarrollo. Dichas funciones tienen que ver con el crecimiento económico, la sostenibilidad ambiental, la reducción de la pobreza y del hambre, y el logro de mayores niveles de equidad y de seguridad alimentaria.

Este modelo, basado en la agroexportación y la agricultura comercial, ha concebido el desarrollo rural bajo una visión esencialmente economicista, centrado en incentivar la productividad con difusión de nuevas tecnologías (revolución verde) como estrategia para superar la pobreza y el atraso social. Se ha desconocido y desestimulado la economía campesina y la generación de tecnologías adaptadas al medio, de acuerdo con el requerimiento de los productores. Esto ha generado un modelo de ruptura social y marginalidad que viene aumentando las brechas entre lo urbano y lo rural, que ha elevado el nivel de migración a los principales centros urbanos del país y mayor pobreza rural.

Así, la política agraria de Colombia, a partir de 1990, se ha concentrado en impulsar la productividad y la competitividad del sector agropecuario, lo cual ha profundizado el dualismo entre economía comercial basada en el gran capital y las economías campesinas de tipo artesanal. Aunque el Gobierno le ha otorgado especial importancia a la innovación en el sector, la OCDE (2015, p. 7) señala que

[…] el sistema colombiano de innovación agrícola afronta imperfecciones en su mercado, que dan como resultado una escasa inversión privada, una baja oferta de conocimientos adaptados a la demanda, e importantes deficiencias en materia de capacidad y gobernanza.

En el trasfondo de estos modelos de política está la predominancia del mercado y sus dinámicas de desarrollo que deben ser el resultado de la eficiencia en el funcionamiento de los mercados y en la combinación de factores. Estas tareas las cumple el mercado por medio de la libertad en el accionar de sus fuerzas. Tales enfoques teóricos, si bien poseen gran potencial explicativo, también encierran fuertes limitaciones, sobre todo para explicar condiciones del desarrollo rural donde la libre competencia prácticamente no existe; de tal forma que una política basada en estos principios, en vez de corregir las desigualdades y las ineficiencias, las profundiza y las proyecta en el tiempo.

Los modelos de política basados en este enfoque (neoliberal) buscan dejar en el sector privado el mayor número posible de actividades económicas. Machado (2003) sostiene que para estos modelos la problemática agraria se concibe desde una óptica productivista (competitividad) proyectada hacia el crecimiento económico, pero con la disminución de la acción del Estado, eliminando subsidios y dando menor prioridad a los mecanismos redistributivos que busquen reducir los niveles de pobreza. Para Sánchez (2008), en este contexto los subsidios son problemáticos debido a que suelen otorgarse a los buscadores de renta y no a quienes los necesitan; incluso, si en un programa de subsidios se identificara correctamente el sector de la producción y los beneficiarios, no existen garantías que estos generen el efecto económico previsto.

En esta perspectiva, las condiciones adversas y de asimetrías productivas que padece el sector rural colombiano son, en gran medida, resultado de la fragilidad institucional, y de las incoherencias e inconsistencias en las políticas públicas, que no han sido capaces de dirigir e integrar el uso y la generación de recursos productivos en pro de un desarrollo integrado y balanceado que pueda reflejarse en mejores condiciones de bienestar para sus vinculados. En este sentido Albán (2011, p. 332) plantea que mientras no se reoriente el accionar institucional, los complejos problemas estructurales y coyunturales del sector rural no tendrán una solución apropiada y se continuará profundizando un desarrollo desigual con evidentes injusticias a la luz de las obligaciones del Estado y los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Por su parte, la OCDE (2015, p. 6) en su diagnóstico sobre el sector agropecuario colombiano concluye que

El sector agrícola ha padecido las consecuencias de la adopción de unas políticas deficientes y afronta importantes desafíos estructurales. Si bien actualmente constituye un sector prioritario para el gobierno, el marco institucional de la política agrícola presenta importantes debilidades. La baja productividad menoscaba la competitividad del sector, que se ve afectada fundamentalmente por una infraestructura deficiente, el desigual acceso a las tierras y los conflictos relacionados con su uso, así como por la debilidad de las cadenas de valor.

Ante esta problemática, Perfetti y Cortés (2013, p. 4) sugieren que es necesario abrirle paso a una visión más amplia en la que la agricultura deje de ser un conjunto de actividades primarias, para pasar a entenderla como un entramado de encadenamientos socioeconómicos. A estas concepciones se integran de manera más amplia aspectos de tipo social y político para darle cierta identidad y autonomía a los territorios que a su vez permiten que “… se haga una utilización plena y sostenible de los recursos naturales, al tiempo que se asegure un crecimiento dinámico de la agricultura paralelo a un desarrollo social con equidad”.

3. EVIDENCIA EMPÍRICA

3.1 Metodología

Se intenta contrastar las principales hipótesis del subdesarrollo con la evidencia empírica en la medida que la información estadística disponible lo permite. Estas hipótesis son: a) Los productos primarios (agrícolas y mineros) tienen una participación mayoritaria en el comercio exterior del país. b) Los excedentes financieros tienden a concentrarse en la industria manufacturera incorporando los avances tecnológicos. c) El progreso tecnológico se concentra en la industria manufacturera y esta tiene una distribución desigual en el ámbito geográfico.

Para observar la relevancia de los bienes primarios en el comercio internacional se construye un índice (en base 100) de crecimiento de las exportaciones tradicionales, no tradicionales y de café. Por otro lado, se calcula la relación entre pagos por salarios y valor agregado (PS/VA) y total de activos empresariales sobre valor agregado (AE/ VA) con el fin de conseguir una aproximación a la concentración de los excedentes económicos los cuales, siguiendo los planteamientos del subdesarrollo, tienden a concentrarse en la medida que se van convirtiendo en nuevos activos empresariales por intermedio de las decisiones de inversión.

Ahora, se calcula el valor promedio en el período 1975-2005 de la participación en el producto interno bruto (PIB) tanto de la producción de la industria manufacturera como de la actividad agropecuaria. Luego se repite este ejercicio por departamento para una muestra de 20 departamentos de los que se dispone de información estadística homogénea. Con estos resultados se busca mostrar que el nivel de desarrollo alcanzado por la industria manufacturera no es homogéneo en las diferentes regiones geográficas.

Con la información estadística disponible (1981-2000) sobre generación de valor agregado por ramas de actividad industrial según su intensidad en uso del conocimiento por departamento, se calcula el promedio para mostrar que la intensidad en el uso del conocimiento tiene una relación directa (positiva) con aquellos departamentos donde la industria ha logrado una mayor participación.

Por último, tomando los datos agregados de la economía nacional, se estima (por mínimos cuadrados ordinarios) el coeficiente de correlación entre tasa de crecimiento de la industria y tasa de crecimiento de sector financiero y servicios a las empresas, donde la variable endógena es la industria (IMA), y la exógena, el sector financiero (SFS). Luego, con el mismo método (MCO) se estima el coeficiente de correlación entre actividad agropecuaria y sector financiero y servicios a las empresas, donde la variable endógena ahora es la actividad agropecuaria (AGR). Esta posible relación se constata mediante un test de Johansen para descartar una relación espuria. Este ejercicio se repite para cada departamento de la muestra con el fin examinar si esta relación es homogénea entre departamentos o no.

3.2. Resultados

Como se ha mencionado, el subdesarrollo se caracteriza, entre otros aspectos, por las asimetrías en la profundización del sistema capitalista en el interior de los países. Así, la primera hipótesis que corresponde verificar para Colombia es que en el período observado (1992-2015) su participación en el mercado mundial continúa mostrando una dependencia de las materias primas como el petróleo y otros minerales, junto con productos agrícolas liderados por el café, tal como sucedió a lo largo del siglo XX.

Como se muestra en el gráfico 1, si bien las exportaciones no tradicionales que recogen los productos manufacturados muestran un crecimiento destacable, no logran superar con claridad el monto de las exportaciones tradicionales. Vale destacar que entre 2008 y 2014 las exportaciones tradicionales aumentaron rápidamente para luego caer en picada. Esto muestra el peso que en este grupo sigue teniendo el café que mantiene un crecimiento moderado y el petróleo cuyo resultado es inflado por los precios internacionales.

Fuente: DANE (2017). Colombia, exportaciones de café, carbón, petróleo y sus derivados, ferroníquel y no tradicionales, según valores y toneladas métricas 1992-2017p(marzo). Cálculos propios

Gráfico 1 Índice de crecimiento de las exportaciones mensuales de café, tradicionales y no tradicionales de Colombia, en millones de dólares, 1992-2015 

La segunda hipótesis del subdesarrollo que se quiere verificar es que, dada las estructuras monopólicas y la incidencia de las élites políticas y económicas, el excedente se genera en aquellos sectores en que el capital va logrando una mayor profundización (un sector exportador) y donde se beneficia de rentas monopólicas apoyadas por el Estado en cooperación con las élites políticas. Esto, debido a que los capitalistas (propietarios de los medios productivos) se apropian de una porción cada vez mayor del excedente resultante de los procesos de transformación productiva y modernización. Adicionalmente, el uso que se hace de este nuevo excedente pasa a ampliar la masa de capital productivo en forma de nuevas inversiones en las actividades que muestran mayores rentabilidades efectivas o potenciales.

En el gráfico 2, se observa una tendencia a la reducción en la porción del valor agregado que va a la clase trabajadora en forma de salario, mientras que la porción que va a los activos (empresariales) muestra una tendencia creciente, lo cual sugiere que este crecimiento responde a la apropiación de excedentes (ganancias) cada vez mayores, dadas las tasas de inversión en nuevos activos. Hay que destacar el cambio que experimentan los activos a partir de 1990, período en que el país puso en marcha una serie de reformas económicas e institucionales que significaron un cambio de modelo económico, pasando de un modelo caracterizado por la intervención del Estado a uno más dirigido a la profundización del mercado.

Fuente: DANE (2015). Colombia, evolución de las principales variables industriales. Total nacional 1956- 2011. CIIU Rev.1 (1956-1979), CIIU Rev.2 (1980-1996), CIIU Rev.3 (1997-2011). Cálculos propios

Gráfico 2 Participación de los salarios y los activos empresariales en el valor agregado en Colombia, 1956-2010. Datos en millones de pesos (eje izquierdo salarios, eje derecho activos) 

La tercera hipótesis que plantea la teoría del subdesarrollo tiene que ver con la convivencia de sectores o actividades económicas modernas que usan la tecnología de frontera junto a otras que sobreviven con tecnologías artesanales que usualmente se concentran en el sector agropecuario. Para observar este fenómeno en Colombia, en el gráfico 3 se compara la importancia relativa tanto de la industria manufacturera como de la actividad agropecuaria frente al producto departamental bruto (PDB) con el fin de observar las diferencias en el desarrollo industrial y agropecuario a escala regional.

Fuente: CEGA --Centro de Estudios Ganaderos-- (2007). Cuentas departamentales por rama de actividad. Cálculos propios

Gráfico 3 Participación de la industria y la actividad agropecuaria en el producto total por departamento. Valores promedio, 1975-2005 

En esta gráfica se aprecia cómo unos departamentos han logrado mayor industrialización, hecho que sugiere un mejor aprovechamiento del progreso tecnológico y de sus ganancias, mientras que en los departamentos que no han logrado un desarrollo industrial importante, su economía sigue basada en actividades agropecuarias, que en su mayoría utilizan tecnologías obsoletas que les generan tasas de rentabilidad muy bajas o nulas, eliminando la posibilidad de acumulación para la creación de nuevos activos productivos. Ocampo (2014, p. 8) sintetiza esta problemática en los siguientes términos:

La pobreza por ingresos es mayor para los productores campesinos que para los asalariados del campo, lo que refleja el muy limitado acceso de los primeros a activos productivos (tierra, crédito, tecnología, riego). El activo productivo al cual tienen más acceso dichos productores es la tierra (el 36 % de los hogares rurales), aunque generalmente en cantidades insuficientes para alcanzar un nivel de vida adecuado.

En el gráfico 4 se presenta la intensidad con que se utiliza el conocimiento y la tecnología en la actividad productiva por departamento. Se concluye que aprovechamiento de los recursos de conocimiento y tecnología se da de manera desigual entre regiones económicas y que este uso se concentra en los departamentos que han logrado mayores niveles de industrialización, de tal manera que el progreso tecnológico sigue, en parte, la lógica del capital, toda vez que este recurso le permite ampliar y profundizar su escala de reproducción y circulación para su realización económica.

Fuente: DANE (2005). Colombia, indicadores de industria por intensidad de conocimiento, como participación del PIB Departamental (%). Cálculos propios

Gráfico 4 Participación % del valor agregado generado por la industria intensiva en uso del conocimiento, valores promedio, 1980-2000 

Para mostrar cómo el subdesarrollo se refleja en las diferentes regiones de Colombia se quiso verificar la hipótesis de que el capital tiende a concentrarse en los sectores que han logrado mayores condiciones de modernización y de crecimiento, fenómeno que en cierto grado refleja la relación entre las tasas de crecimiento del valor agregado y los servicios financieros, ya que estos últimos pueden representar en cierta medida al capital financiero.

En primer lugar, como se describe en la metodología (sección 3.1) se realizó la estimación (por mínimos cuadrados ordinarios) del parámetro de correlación entre la industria manufacturera (IMA) y los sectores financiero y de servicios a las empresas (SFS), donde la variable endógena es IMA. Luego se realizó la misma estimación tomando como variable endógena la actividad agropecuaria (AGR) y exógena (SFS). Como se muestra en la tabla 1, los dos parámetros son estadísticamente significativos con un nivel de 95 %, pero el parámetro de la relación entre agricultura y servicios financieros es menor (0,25) que el de la relación entre industria y servicios financieros (0,45).

Tabla 1 Resultados estimación de parámetros para Colombia (1980-2015)  

AGR=f(SFS) IMA=f(SFS)
0,25 (0,02) 0,45 (0,01)

Notas: el primer valor es el posible parámetro, el segundo valor que está entre paréntesis, corresponde al grado de significancia estadística (prob.).

Fuente: DANE (2016). División de Síntesis y Cuentas Nacionales. Cálculos propios con Eviews 6.0

Se aplicó el test de Johansen para descartar una eventual relación espuria. Los resultados muestran que para la relación (AGR)=f(SFS), se rechaza la hipótesis nula de no cointegración I(2) con una probabilidad de 99% (Trace statistic 10,94; critical value 3,84 y Prob. 0,0009). Para la relación (IMA)=f(SFS), tambien se rechaza la hipótesis nula de no cointegración I(2) con una probabilidad de 99% (trace statistic 12,64; critical value 3,84 y Prob. 0,0004). Estos resultados sugieren que en la economía colombiana existe una relación positiva entre las variables señaladas.

Al estimar los anteriores parámetros para hallar la relación entre actividad agropecuaria (AGR) y los servicios financieros (SFS), así como entre la industria (IMA) y los servicios financieros (SFS) por cada departamento, los resultados son completamente dispersos, y muy pocos de ellos son estadísticamente significativos, tal como se presenta en la tabla 2. Esto sugiere que las condiciones de desarrollo del país presentan altos grados de heterogeneidad, lo cual constituye una prueba de que las condiciones de subdesarrollo persisten y se extienden geográficamente a las diferentes regiones de Colombia.

Tabla 2 Resultados de las estimaciones de la relación entre actividad agropecuaria (AGR) y servicios financieros y complementarios (SFS) e industria manufacturera (IMA) y (SFS), por departamento (1980-2015) 

Departamento AGR=f(SFS) IMA=f(SFS)
Bogotá ---------- 0,41 (0,002)
Antioquia (-0,01)(0,9) 0,21(0,09)
Atlántico 0,15 (0,06) 0,07 (0,06)
Bolívar 0,78 (0,00) 0,91 (0,00)
Cundinamarca 0,029 (0,53) (-0,005)(0,95)
Santander (-0,06)(0,39) 0,02(0,85)
Valle 0,14(0,13) 0,009(0,95)
Risaralda 0,27(0,16) (-0,04)(0,78)
Boyacá 0,04 (0,79) 0,63 (0,00)
Caldas 0,22 (0,15) (-0,009) (0,95)
Caquetá (-0,025)(0,97) (-0,21)(0,00)
Cauca (0,098)(0,23) 0,06 (0,57)
Cesar 0,017 (0,77) (-0,31)(0,14)
Córdoba (-0,003)(0,94) 0,08(0,37)
Chocó (-0,17)(0,00) 0,15(0,01)
Huila 0,13(0,37) 0,28(0,00)
Magdalena 0,21 (0,01) 0,11(0,31)
Meta 0,04(0,72) (-0,09)(0,65)
Nariño (-0,05)(0,65) (-0,05)(0,61)
N. Santander (-0,23)(0,11) 0,17(0,29)
Guajira 0,023(0,69) 0,19(0,02)
Quindío 0,10(0,59) 0,3(0,14)
Sucre (-0,09)(0,14) 0,2(0,00)
Tolima 0,14(0,13) 0,009(0,95)
Nuevos (-0,004)(0,91) 0,04(0,04)

Notas: el primer valor es el posible parámetro, el segundo valor que está entre paréntesis, corresponde al grado de significancia estadística (prob.).

Fuente: DANE (2016). Cuentas departamentales, Colombia, Dirección de Síntesis y Cuentas Nacionales. Cálculos propios con Eviews 6.0

4. DISCUSIÓN

En buena parte del sector rural colombiano, la restricción de las economías de escala, inducidas por la forma de tenencia de la tierra y la incidencia de las élites en el accionar del Estado impidieron que el capitalismo mundial y nacional jalonara procesos de transformación productiva con posibilidades de generación, acumulación y distribución de excedentes. Al concentrarse una parte mayoritaria de la población rural en unidades productivas pequeñas, no hubo posibilidad de ampliar la producción para responder a los cambios en la demanda, situación que impidió avanzar en la división del trabajo y la modernización productiva. En consecuencia, la población eligió emigrar a las ciudades, lo cual erosionó el capital humano rural, y de esta manera se frustró una posibilidad de transformación económica en el sector rural, marginándolo de las dinámicas de la modernización capitalista.

La economía rural, al carecer de un proceso amplio de incorporación productiva del progreso tecnológico, no logra ir más allá de la economía campesina, donde la productividad del trabajo no se ha desarrollado, lo que significa una congelación de los ingresos sin posibilidad de crear procesos de acumulación de capital nuevo. Por esta razón, los avances logrados en el país a partir de las reformas alcanzadas después de 1990 no han beneficiado al campo como se esperaba, debido a que la estructura de la producción rural no permite que operen las fuerzas del mercado con profundidad para que se puedan crear condiciones para la competitividad comercial de la producción.

Las asimetrías en el desarrollo (subdesarrollo) rural de Colombia introducen distorsiones en el funcionamiento de los mercados y las instituciones. Igualmente la política de ciencia y tecnología presenta toda clase de limitaciones y desajustes frente a las necesidades del sector que, junto con las deficiencias en materia de infraestructura, constituyen una limitante para la modernización agraria. Tal como lo expresa la OCDE (2015, p. 12)Las respuestas a corto plazo a los problemas afrontados por los productores agrícolas han agotado los escasos recursos económicos disponibles para desarrollar un entorno habilitador para un crecimiento agrícola más incluyente y sostenible”.

Vergara (2011) sugiere que para corregir estas tendencias hay necesidad de repensar el desarrollo rural, acudiendo a nuevos conceptos y perspectivas teóricas y políticas que se aparten de la lógica predominante del mercado, de tal forma que permitan pensar una nueva ruralidad cuyo desarrollo se fundamente en una visión más integradora y holística enfocada a superar las desigualdades y la pobreza rural. En este sentido Perfetti y Cortés (2013, p. 53) sostienen que estos enfoques ya están siendo desarrollados en el ámbito internacional, para reconocer la heterogeneidad del sector rural como un aspecto positivo, de manera que las políticas se diseñen con enfoque territorial y no solamente sectorial, incorporando toda la sociedad rural y no solo a los agricultores.

Estos planteamientos se corresponden con los resultados de la Misión Rural, ya que por las profundas asimetrías en las condiciones de vida que caracterizan al país, resulta necesario focalizar las políticas de desarrollo rural hacia la búsqueda de la equidad en el grado de desarrollo entre lo urbano y lo rural, entre lo industrial y lo agropecuario. Por esta razón Ocampo (2014, p. 2) señala que este equilibrio debe darse “… entre hombres y mujeres, entre los propios habitantes rurales y entre las distintas regiones de Colombia. Esto implica tener políticas de Estado que favorezcan a los más pobres y el desarrollo progresivo de una clase media rural, dentro de un enfoque en el cual los habitantes rurales son los actores básicos de su propio desarrollo, tanto humano como productivo”.

Ocampo (2014, p. 6) agrega que debido a la historia y heterogeneidades geográficas de nuestro mundo rural, allí coexisten zonas y regiones relativamente desarrolladas, articuladas a las grandes ciudades, con otras extremadamente pobres, aisladas y desvinculadas del desarrollo moderno urbano y rural. Conviven también grandes zonas donde predomina la gran propiedad y la agricultura empresarial de alto desarrollo con otras donde se asientan pequeños productores con formas de producción tradicionales que apenas obtienen ingresos de subsistencia.

5. CONCLUSIONES

El acceso desigual a las ganancias de la modernización económica, como principal característica del subdesarrollo, se observa con claridad en Colombia en el período de análisis, ya que las condiciones de desarrollo del sector agropecuario son asimétricas, mientras que la industria ha logrado desarrollos importantes, pero con profundas asimetrías que se reflejan entre departamentos. Estas características hacen que el acceso a la riqueza (activos productivos) se encuentre restringido por las condiciones estructurales del desarrollo económico que ubica una minoría de la población en el centro, y el resto, en la periferia.

La preponderancia de las materias primas en la canasta exportadora del país, así como la distribución asimétrica entre las regiones del aprovechamiento del progreso tecnológico, son características genuinas de una economía que no ha logrado superar su condición de subdesarrollo. La tendencia a la concentración del excedente en activos empresariales sugiere una pérdida de participación de la masa salarial en el valor agregado, lo que significa un deterioro en los sectores de menor desarrollo tales como la agricultura y la minería informal que constituyen el sustento de más del 30% de la población colombiana. Adicionalmente, las reformas institucionales y políticas enmarcadas en la apertura económica de 1990 han contribuido a la profundización de las asimetrías en la modernización económica del país y la distribución de sus ganancias.

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* Este artículo es producto de la tesis de maestría de Sandra M. Pérez titulada Los incentivos económicos en el sector agropecuario: un análisis del incentivo de capitalización rural para el departamento de Boyacá en el período 1990-2014, la cual fue dirigida por Segundo A. Sanabria, se desarrolló entre febrero de 2015 y abril de 2017, y fue presentada como requisito para obtener el título de magíster en Desarrollo Rural, Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja, Colombia.

Recibido: 27 de Junio de 2017; Aprobado: 12 de Septiembre de 2017

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