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versión On-line ISSN 0120-8160

Rev. esc.adm.neg  no.76 Bogotá ene./jun. 2014

 

La administración y la organización: el legado socio-histórico de la modernidad y su desafío en la construcción de un sistema socioeconómico equilibrado

Management and organization: the legacy of Modernism and its challenge in the construction of a stabilized socio-economic system

Organisation et administration: l'héritage de la modernité et le défi de la construction d'un système socio-économique équilibré

A administração e a organização: o legado da modernidade e seu desafio na construção de um sistema socioeconómico equilibrado

Nelson Enrique Lozada*
José Enrique Arias Pérez**

*Maestría en Administración de Empresas, Universidad de Montemorelos, UM, México; Becario de la Corporación Universitaria Adventista (UNAC), Colombia; Especialización en Gerencia de las Organizaciones, Corporación Universitaria Adventista (UNAC), Antioquia, Colombia, Becario de la Corporación Universitaria Adventista (UNAC), Colombia, Administración de Empresas, Corporación Universitaria Adventista (UNAC), Antioquia, Colombia.
**MSc Gestión de Ciencia, Tecnología e Innovación, Universidad de Antioquia, UDEA, Medellín; Especialista en Gerencia de Sistemas y Tecnología, Universidad Pontificia Bolivariana, (UPB), Medellín; Administrador de Empresas, Fundación Universitaria Luis Amigó, FUNLAM, Medellín-Colombia.

FECHA DE RECEPCIÓN: 11 de enero-FECHA DE APROBACIÓN: 20 de marzo


Resumen

El actual estado de la realidad humana y del medioambiente es el resultado de las profundas transformaciones que la modernidad en la figura de la Revolución Industrial y la Revolución Francesa implicaron en la transformación de la sociedad; la administración y por ende la organización, son también el fruto de los imperativos legados por la modernidad, de ahí la necesidad de una revisión profunda de la forma como la disciplina administrativa se debe construir en el marco de un modelo socioeconómico que ante lo evidente, desconoce la naturaleza humana y amenaza la supervivencia de las especies.

Palabras clave: Modernidad, Revolución Industrial, Revolución Francesa, Administración, Organización, Capitalismo.


Abstract

The current state of human reality and of the environment is the result of deep changes that Modernism through the Industrial Revolution and the French Revolution implied a societal transformation, an administration and an organization which are the result of the legacies of Modernism. For this reason, the great need for a thorough review of the management discipline should be made as part of a socioeconomic framework based on evidences which ignores the human nature and threatens the survival of all species.

Key words: Modernism, The Industrial Revolution, The French Revolution, Management, Organization, Capitalism.


Resuméé

L'état actuel de la réalité humaine et de son environnement est le résultat des transformations profondes que la modernité, au travers de la révolution industrielle et de la révolution Française, ont impliquées à la transformation de la société. La gestion et, par conséquent, l'organisation sont également le fruit des impératifs hérités de la modernité renvoyant à une révision profonde de la discipline des administrations publiques devant être construites dans le cadre d'un modèle socio-économique qui semble méconnaitre la nature humaine et menaçant la survie de l'espèce.

Mots clefs: Modernité, Révolution industrielle la Révolution, Français Gestion, Organisation, Capitalisme.


Resumo

O estado atual da realidade humana e do meio ambiente é o resultado das profundas transformações que a modernidade, na figura da Revolução Industrial e a Revolução Francesa, provocaram na transformação da sociedade; a administração e por tanto a organização são também o fruto dos imperativos legados pela modernidade, daí a necessidade de uma revisão profunda da forma como a disciplina administrativa deve ser construída no marco de um modelo socioeconómico que em frente do evidente ignora a natureza humana e ameaça a supervivência das espécies.

Palavras-chave: Modernidade, Revolução industrial, Revolução francesa, Administração, Organização, Capitalismo.


1. Introducción

En una sociedad en la cual las diferentes facetas de la vida de la persona se han fragmentado, donde la familia dejó de agrupar el trabajo, la religión y la educación, como ocurría en el medioevo, cobra especial relevancia la forma como quienes gestionan las organizaciones, construyen estos espacios en los que la vida humana transcurre para quienes las integran y así mismo, para aquellos que reciben directamente en su rol de usuarios su producto o servicio, o como simples ciudadanos, los efectos de su accionar (Walsh, Meyer y Bird, 2006).

Tampoco se puede olvidar que la nueva definición de producción, en el marco de un sistema socio-económico como el capitalista soportado en el consumo, afecta de forma significativa el impacto que la transformación de materias primas en bienes, así como las circunstancias en que se prestan los servicios, han tenido las condiciones que el medioambiente propicia para mantener la vida en el planeta. Al hablar de vida, se entiende no solo la humana, sino también los demás seres vivos con quienes el hombre comparte la tierra (Jayachandran, Kalaignanam y Eilert, 2013; Sriram, Ganesh y Madhumathi, 2013).

En este contexto, una nueva sociedad, la que demanda los desafíos de un nuevo siglo, en la cual la libertad y la justicia sean los fundamentos del desarrollo, necesita apalancarse en un sistema socioeconómico que respete los principios básicos de la supervivencia de la vida en el planeta, además de garantizar un estado de convivencia que propicie el desarrollo de lo humano sobre cualquier otro imperativo funcionalista y utilitarista (Anand y Sen, 2000; Ramirez, Ranis y Stewart, 2000; Sen, 2010).

Es así, que la organización como catalizadora del esfuerzo humano y la administración como dinamizadora de la organización, tienen especial relevancia en la construcción de esa mejor sociedad; más allá de ser vistas como centros de producción y conocimiento acotados para la aplicación de la eficiencia, la organización y la administración, deben cuestionarse sobre el papel que desempeñan, es decir, el para qué y el por qué de su participación y rol social. En este sentido, es necesario reconocer una herencia que se remonta a la ilustración, a ese cambio de sociedad que deja atrás el medioevo y se adentra esperanzada en la modernidad, a ese amanecer de la humanidad que legó el espíritu y la naturaleza de la administración y a su vez, de la organización tal como se la conoce hoy día.

La revisión de tan relevantes temas, proviene de diferentes orígenes y toma diferentes matices; se acumulan contundentes llamados de atención que obligan a la reflexión en un contexto en el cual las acciones del individuo y la organización, parecen tener implicaciones globales. Algunos acercamientos a esta reflexión se enmarcan en la gestión de la organización, en lo que respecta al uso racional de los recursos, ya no tan solo desde la perspectiva enfocada a producir más con menos, sino cómo el proceso productivo y la dinámica de lo organizacional, cuida y respeta sus compromisos con el individuo y el medioambiente (Longoni, Golini y Cagliano, 2013; Wilpert, 2009; Loorbach y Wijsman, 2013; Ramos, Cecílio, Douglas y Caeiro, 2013). Así mismo, otros autores ponen en consideración el impacto generado en la desigualdad, en la distribución de la riqueza y su relación en el incremento de la pobreza, en otros términos, cómo el modelo socioeconómico occidental genera condiciones de vida particulares en las cuales el individuo está limitado por una especie de tiranía hegemónica (Galloway, 2013; Yapa, 1996; Koen, 2004; Bergh y Nilsson, 2010; Aggarwal, 2006).

2. La Modernidad: Libertad Y Tecnología

Es importante mencionar que uno de los principales propósitos de la modernidad, estaba relacionado con la eliminación de la tradición, de todos aquellos elementos que ataban al hombre al pasado y que no se podían explicar por la razón. Es en este sentido, que la modernidad se concibe a modo de triunfo de la razón o como lo expone Touraine (2006), "en todas partes la nueva filosofía rechaza la autoridad de la tradición y sólo confía en la razón" (p38). Este voto de confianza plena en la razón, es el inicio de dos fenómenos que transformaron y que aún, hoy día, continúan siendo la base del modelo de sociedad; como la denominaría Wallerstein (2003), la modernidad de la tecnología y la modernidad de la liberación. La primera concepción de modernidad, se explica en función del desarrollo de la ciencia, que según Touraine (2006) remplaza a Dios como centro de la sociedad y en especial, una forma particular de hacer ciencia, que con el propósito de dominar la naturaleza se construye alrededor de la lógica y la racionalidad matemática; en términos de Mardones (2007), "no habría que buscar tanto la sustancia subyacente a los fenómenos cuanto las leyes matemáticas que nos desvelen la estructura real del mundo físico" (p25). La otra concepción de la modernidad, está basada en el ideal de la construcción o del encuentro de un nuevo hombre, uno que esté protegido y además emancipado de la dominación irracional de las creencias religiosas, las presiones políticas, los nacionalismos, en últimas, resguardado de la ignorancia que reposa en lo que está establecido y no se cuestiona en lo dogmático; en ese orden de ideas, es necesario a la luz de la modernidad, un hombre que responda en su pensar y accionar a la supremacía de la razón.

Dos procesos históricos ayudaron a marcar profundamente el desarrollo de la modernidad de la tecnología y la modernidad de la liberación, a saber: la Revolución Francesa y la Revolución Industrial. Se podría establecer sin temor al error, que fue la Revolución Francesa la encargada de materializar y evidenciar la necesidad de alcanzar las libertades de la persona de aquello que la oprimía y dominaba: la tradición, en dos de sus más grandes expresiones, la monarquía y la religión. Así mismo, ocurrió con la Revolución Industrial que fue la encargada de materializar el triunfo de la ciencia, la tecnología, en un contexto de producción, para el cual fue necesario el domino de la naturaleza gracias a los desarrollos científicos y tecnológicos.

Al hacer referencia a la libertad que permite la modernidad, esta pretende dejar en claro que la humanidad tal cual se conocía en la Edad Media, es un asunto que debe quedar en el pasado, pues como lo plantea Habermas (2008) refiriéndose a la modernidad, "este proyecto pretendía liberar los potenciales cognoscitivos de cada uno de estos dominios de sus formas esotéricas" (p28), dominios que profundizaban sus raíces en una sociedad que estaba construida sobre la tradición, donde el pensamiento era subordinado a las directrices de una ciencia que respondía a finalismos orientados al contexto de lo religioso y su propósito para el ser humano, delimitando la teleología del quehacer del individuo en sus diferentes facetas, incluida la del pensamiento.

Sumado a lo anterior, el individuo se reconocía como súbdito de otro, que por las vías del privilegio y la absurda legitimización de la tradición, le imponía un monarca; ahora en cambio, se está en frente de un proceso de secularización de la razón, en el cual el pensamiento ha tomado las riendas de la construcción de una sociedad laica, que apalancada en una ciencia libre y soberana, alejada de la subordinación espiritual, metafísica e incluso monárquica, pretende construir un ser humano a su imagen y semejanza, uno que pueda alcanzar su felicidad emancipándose de todo aquello que lo aprisiona y que según Touraine (2006), "supone que cada individuo tenga el espacio de autonomía y las mayores perspectivas posibles y que se pongan límites al dominio de la ley y el Estado sobre los cuerpos y los espíritus" (p213).

2.1 La Revolución Francesa y la modernidad

Al parecer, fue en el Estado y la religión las instituciones sociales en las que la Revolución Francesa causó sus más profundos cambios y que se derivaron al individuo, la familia, la comunidad e incluso al sistema económico; con relación al Estado, se debe mencionar que el derrocamiento de la monarquía con sus implicaciones en relación a la subordinación del individuo al poder monárquico y lo que esto implicaba para la construcción de su vida, permitieron la liberación de la voluntad colectiva que se construiría de ahora en adelante sobre los postulados de la Declaración de los Derechos del Hombre. La construcción de la política y las leyes como garantes de los derechos del individuo en un contexto de democracia, marcan un hito en la construcción del Estado como benefactor de las condiciones en las cuales la vida de las personas transcurre, o como Nisbet (2009) lo menciona "todo el carácter de la política y el rol de los intelectuales en ella cambió con la estructura del Estado y su relación con los intereses sociales y económicos" (p57).

En lo que respecta a la iglesia, la Revolución Francesa pretendía acabar con su posición hegemónica y casi siamés con el Estado; la separación de la iglesia del Estado, la configuración de un Estado laico, necesariamente requería que la iglesia ocupara otro lugar en la sociedad, uno que garantizara las condiciones de democracia, libertad, igualdad y racionalismo que ahora configuraban la nueva sociedad. Es en este sentido, que las responsabilidades que otrora estaban en manos de la iglesia, como la educación y el cuidado de los desvalidos, pasaron a manos del Estado y como consecuencia su influencia en las decisiones civiles terminó, en el entendido de que la construcción de ese ideal de sociedad libre necesariamente, requiere en términos de Feyerabend (1998) que "la sociedad no se identifica nunca con una determinada tradición; el Estado y las tradiciones se mantienen separados" (p. 124). De esta forma, la Revolución Francesa sentó las bases para lo que Tocqueville (1856) consideró que era "más bien la regeneración de la raza humana que solo la reforma de Francia" (p27), pues los principios que la sostenían y alentaban son tan universales que fácilmente se replicarían en cualquier otro país.

2.2 La Revolución Industrial y la modernidad

Por otro lado, cuando se revisa la influencia de la Revolución Industrial en la consolidación del desarrollo de la ciencia y la tecnología, es necesario mencionar que la robusta clase social denominada burguesía, cuya influencia estaba soportada en la acumulación de riqueza a lo largo del desarrollo del capitalismo, reforzó en el espíritu de la ciencia una particularidad muy especial: la búsqueda de lo útil y lo pragmático que como lo sugieren Adorno y Horkheimer (1998):

La sociedad burguesa se halla dominada por lo equivalente. Ella hace comparable lo heterogéneo reduciéndolo a grandezas abstractas. Todo lo que no se agota en números, en definitiva en el uno, se convierte para la ilustración en apariencia; el positivismo moderno lo confina en la literatura (p63).

En dos sentidos particulares, la Revolución Industrial impulsó el avance de los desarrollos tecnológicos, uno de ellos relacionado con el perfeccionamiento o la construcción de herramientas y métodos para el incremento de la eficiencia en la utilización de los recursos al interior de las fábricas y el otro, orientado al desarrollo de nuevos productos o servicios capaces de satisfacer las cada vez más crecientes y variadas necesidades de la sociedad. Ante este escenario, la tecnología y su progenitora, la ciencia, tomaron un papel preponderante en el sostenimiento del modelo socioeconómico capitalista, en el cual la cultura de consumo sobre la que se soporta, requiere de innovaciones frecuentes y cada vez más constantes; es en la tecnología y la ciencia que la Revolución Industrial y el denominado desarrollo económico, encontró su mayor aliado.

La Modernidad Y El Espíritu De La Administración Y La Organización Empresarial

Con el avance de las revoluciones de la libertad y de la tecnología, la sociedad consolidó una nueva forma de vida. Los cambios fueron tan profundos y de tal magnitud que al parecer impactaron los diferentes aspectos de la cotidianidad del individuo. De esta forma, es como la administración se liga al devenir de la humanidad, en sus manos ha estado durante las diferentes etapas de la historia permitir que el esfuerzo humano encaminado a dar solución o desarrollar una empresa determinada, pueda llevarse a cabo.

Es difícil suponer que ha existido un periodo en la historia de la humanidad donde su convivir y quehacer, no haya requerido que tanto los recursos y las personas fuesen administrados; desde las edades inmemoriales del hombre de las cavernas, con su afán de conseguir su sustento en un ambiente inhóspito y amenazante, pasando por las diferentes civilizaciones que legaron maravillas arquitectónicas e ingenieriles, como también desarrollos culturales, agrícolas, idiomáticos, mercantiles, de pensamiento, entre otros, hasta la consolidación de la moderna y llamada ciencia de la administración, con todos sus logros y éxitos en la participación del desarrollo económico como lo conocemos hoy día; siempre la administración ha acompañado el esfuerzo humano.

Podría ser equivocado pensar que la administración, según lo que se ha expresado en las anteriores líneas, remonte sus orígenes a los conceptos que Smith y Babbage plantearan respecto de la forma como las fábricas del Siglo XVII y en su defecto sus administradores y propietarios, podrían incrementar la eficiencia en los procesos productivos y por ende sus utilidades, o mucho más, pretender endosar a Taylor y Fayol, la base sobre la que se construye lo que hoy conocemos por administración. Concepciones como estas, evidencian un limitado y acotado pensamiento respecto de lo que ha significado. Hoy día, implica para la humanidad la práctica de la administración, una práctica que a través del uso de la organización, tiene implicaciones en las diferentes facetas de la existencia del individuo; pero en este punto, es importante recordar que la ruptura y cambio radical que produce la modernidad en la forma de vida del individuo y su construcción de sociedad, necesariamente repercute en la naturaleza de la administración y por consiguiente de la organización. También es útil recordar que las dos revoluciones, la de la libertad y la tecnológica, profundizaron el desarraigo de las diferentes facetas que el individuo desarrollaba alrededor del núcleo familiar, en especial, la educación y el trabajo y las trasladan al contexto urbano; de ahí a lo que Luhmann (2010) sugiere cuando sostiene que "nadie discute que la sociedad moderna depende directa o indirectamente, en todos sus aspectos, de la organización" (p442).

En el marco que se ha expuesto, es bueno clarificar que la consolidación de las revoluciones de la tecnología y la libertad, permitió el acelerado desarrollo del capitalismo como sistema socioeconómico, aunque este hecho no desconoce que sus raíces tal cual lo platea Mardones, se remonten al intercambio que algunas ciudades italianas realizaban con Oriente ya por el Siglo XIII. En lo que se denominó capitalismo incipiente, es posible plantearlo como lo menciona Wallerstein (2003) que "el sistema mundial moderno -la economía-mundo capitalista- existe desde el Siglo XVI" (p149) en el entendido que "sin duda podemos emplear esa designación para el sistema en ese periodo, principalmente porque el sistema ya tenía las tres características definitorias de una economía-mundo capitalista" (p131), lo que permite entender que su auge y consolidación está ligado a la aparición de la modernidad.

Se enfatiza la relación del capitalismo con la modernidad, debido a la simbiosis que existe entre ambos y en consecuencia, la relación de estos con la administración. Se puede decir que la modernidad y el capitalismo, se moldean de una forma mutua, esto se plantea cuando se observa que los propósitos e ideales de la modernidad se convierten en lo que se ha construido como capitalismo y que a su vez, la naturaleza del capitalismo ha configurado elementos propios de la modernidad. Como ya se ha mencionado, el propósito de la modernidad está ligado con el desencanto del mundo, con la secularización de la vida, con el triunfo de la razón sobre la pasividad de la tradición, con la emancipación de individuo de su amo que lo coarta y domina, en conclusión un nuevo hombre para un nuevo mundo. En este proceso, la razón juega un papel esencial, pues todo lo anterior solo se logra gracias a la capacidad que tiene el individuo de la aplicación de la lógica y el cálculo, con el ánimo de adecuar los métodos al logro de los fines, aquel proceso que Horkheimer (2002) definió como el funcionamiento abstracto del mecanismo del pensamiento o razón subjetiva, que se suma a la razón objetiva aquella que se concentra en la reflexión sobre los fines y busca establecer unos alcances generales propios y aplicables a la humanidad en su conjunto; en conclusión, la modernidad encuentra en la racionalización del pensamiento, el accionar del individuo y también de la sociedad, la cristalización de su objetivo.

Pero el propósito de la modernidad al parecer, queda truncado y se trunca, no porque le fuera imposible sacar de la tradición el dogmatismo y la arbitrariedad, la vida del individuo; su dificultad se centra en que al alcanzar su ideal, las revoluciones de la tecnología y la libertad, no se desarrollan de manera equilibrada, se observa que una de ellas, la de la tecnología, asume una posición hegemónica en el concierto de la constricción y desarrollo de la sociedad moderna. Esto tiene implicaciones muy relevantes en lo que conocemos hoy como modelo socioeconómico, en palabras de Touraine (2006) "la fuerza principal de la modernidad, fuerza de apertura de un mundo que estaba cerrado y fragmentado, se agota a medida que se intensifican los intercambios y aumenta la densidad de los hombres, capitales, bienes de consumo, instrumentos de control social y armas" (p93). Este agotamiento, tiene directamente relación con la utilización de la racionalización para el desarrollo económico que ha estado sustentado por el cambio profundo y frenético de la ciencia, representada en los desarrollos tecnológicos que cada vez permiten que el individuo acceda a mayores facilidades para el transcurso de su vida.

Bajo este paraguas, la organización empresarial, tal cual se conoce hoy día, ha sido desarrollada; su construcción ha tenido que responder a lo que Touraine (2006) se refiere como la situación postsocial, resultado de la separación de lo instrumental y el sentido donde "la instrumentalidad está administrada por empresas, economías o políticas, que compiten entre sí en los mercados" (p187). Cada vez resulta más difícil no concebir la empresa como uno de los principales agentes, en el que se materializó la racionalización y del cual el sistema socioeconómico logró fundamentar su racionalidad, que en palabras de Weber (2007), busca la desmagificación del mundo, basada en la dominación "esa dominación la proporcionan el cálculo y los medios técnicos [...] lo que significa ante todo la racionalización como tal" (p64). Cuando se habla de empresa, se hace necesario comprender que de las instituciones sociales la organización empresarial es la que de forma hegemónica, parece tener especial preponderancia en un modelo socioeconómico como el occidental, donde el transcurrir de la persona gira en una relevante proporción en torno a las organizaciones; el impacto que la organización empresarial y en general, que las organizaciones han tenido en la forma en que el individuo construye su vida aunque parezca muy osado expresarlo, parece tomar envergaduras como las que Cortina (2000) plantea cuando sugiere que:

De suerte que algunos llegan a afirmar que si la salvación de los hombres ya no puede esperarse únicamente de la sociedad, como quería la tradición rousseauniana, ni tampoco del Estado, como pretendía el "socialismo real" de los países del Este, ni, por último, de la conversión del corazón, de la hablaba cierta tradición kantiana, es una transformación de las organizaciones la que puede salvarnos, siendo entre ellas la empresa la ejemplar (p13).

Hablar de la relevancia de la organización empresarial, necesariamente remite al papel que desempeña la administración, en últimas quien dinamiza y pone en acción esa herramienta aglutinadora del esfuerzo humano colectivo; aunque podría pensarse así, como lo sostiene Johansen (1990), que es la administración, quien gracias a la construcción de redes sociales entre individuos que al interactuar en el contexto de la recursividad logra desarrollar un patrón sinérgico, lo que en últimas para el autor conllevaría a que la administración es la que crea las organizaciones y las mantiene integradas. El hecho relevante, es que así como la organización es una herramienta para materializar la racionalización propia de la época presente, también la administración cobra un papel protagónico en el constructo de ideas que componen la naturaleza, el alcance y las implicaciones del accionar humano alrededor de la organización empresarial. Sobre los hombros de la administración y de quienes la ejercen, está soportado el destino de las organizaciones, más allá de las presiones y objetivos impuestos a estas, en lo que respecta a sus logros financieros, sociales y por qué no decirlo, a aquellos relacionados con el ecosistema. Es necesario dejar claro, que es la administración la que ha diseñado y de una forma discutible, según el espectro que se mire, la manera como la organización desempeña su rol en el modelo socioeconómico en el cual se vive.

No escapa la administración al influjo de la modernidad y la racionalización y continuando la línea de pensamiento que se ha desarrollado hasta el momento, se podría suponer que la actual organización empresarial, solo es el reflejo de lo que la administración ha construido de ella en el marco de los imperativos que la revolución tecnológica le planteó; no en vano, los esfuerzos de lo que se conoció como pensamiento clásico de la administración, estuvieron encaminados a la racionalización del quehacer empresarial; su perspectiva ingenieril, motivada al perfeccionamiento de la empresa como una eficiente herramienta para la producción de cosas y en últimas, de utilidad financiera, ya fuese desde la perspectiva del trabajo según lo estudió Taylor o desde el quehacer del administrador y la estructura general de la empresa, como lo analizaría Fayol, es solo el reflejo de lo que la razón instituyó y que aún parece permanecer en la empresa y administración contemporánea. Todo confluye en la construcción de una disciplina administrativa, basada en la racionalidad instrumental, pero debe entenderse bien el uso adecuado de los recursos, evitando el despilfarro que hoy más que nunca, es un imperativo. Lo que se quiere hacer notar, es cómo la administración se constituye en la mano que operacionaliza el interés que en principio, fue el de dominar la naturaleza y en su versión contemporánea, parece pretender la explotación de los recursos del planeta y el hombre mismo, con un ánimo utilitarista. En palabras de Mardones (2007):

La ciencia moderna [...] no ha advertido que es hija de unas condiciones socioeconómicas y que está profundamente ligada con un desarrollo industrial. Privilegia una dimensión de la razón: la que atiende a la búsqueda de los medios para conseguir unos objetivos dados. Pero esos objetivos o fines no se cuestionan, son puestos téticamente o decisionísticamente por quienes controlan y pagan los servicios de la ciencia (p39).

Un sistema socioeconómico como el actual, soportado en la especulación financiera y el consumo, con un nivel de eficiencia en la generación de utilidades financieras nunca antes visto, ha necesitado de elaborados procesos y técnicas que son lo que sostienen el galopante ritmo al que cada año se expande y no solo se incrementa su influencia en el tamaño de las cifras que representa el flujo del comercio y finanzas internacionales, sino también y de forma especial, de los espacios que desde lo político han permitido su avance y consolidación, así como lo planteara Wallerstein (2005), que sostiene que "la retorica de desarrollo -por no hablar de socialismo- ha sido remplazada en todo el planeta por la de la globalización" y continúa diciendo "los partidos comunistas se convirtieron en socialdemócratas y los partidos socialdemócratas comenzaron a postular un liberalismo de mercado comparable al que antes proponían los partidos conservadores" (p41). Es en este contexto, en el que el papel que desempeña la organización y por ende la administración, son de mayúscula relevancia, en últimas son estas dos herramientas la que permiten alcanzar el objetivo del sistema socioeconómico actual, aquel que en palabras de Weber (2010), está relacionado con el "vehemente anhelo tras la consecución de la ganancia" (p138).

Se observa en el trasfondo de la modernidad, en lo que representa el modelo socio-económico capitalista, el importante y fundamental influjo de lo que la organización y la administración, sea como institución, herramienta o quehacer de la humanidad, ha representado para el estado actual de las cosas, la vida, la persona, tal como hoy día se conocen.

4. La administración y las ciencias sociales. La no apropiación de una herencia

Al llegar a este punto, es necesario cuestionar el papel que han desempeñado la organización empresarial y la administración históricamente, como también y mucho más importante aún, en el presente y en el porvenir de la humanidad, al rol que desde una perspectiva, ya no de subordinación a los intereses de un sistema socioeconómico en particular, el cual debería ser más crítico, reflexivo y propositivo, tomando una posición clara sobre lo que representan las implicaciones que su accionar tiene sobre la persona y el medioambiente. Estas reflexiones, recobran especial pertinencia cuando se entiende que la permanencia de la vida en tierra, del ser humano, de las demás especies con las que comparte el planeta y los sistemas biológicos además de los ecológicos, están en amenaza de extinción. Detenerse a considerar si el gran despliegue tecnológico y de conocimiento, al servicio de la producción de bienes y servicios en el marco del maximalismo ciego en búsqueda de una utilidad financiera, que evita cuestionar aspectos relacionados con el uso del individuo y el despilfarro de recursos naturales, tiene sentido en el inicio de un nuevo siglo, de un nuevo milenio, cobra especial importancia, así como lo plantea Touraine (2006) que "Las empresas [...] llegan a ser actores cuya potencia excede a veces la de los estados nacionales, pues son centros de decisión política más que simples agentes económicos" (p177). En este marco, es un asunto que no da tregua responder el cuestionamiento sobre las responsabilidades en la concentración de la riqueza en unos pocos y la pobreza o miseria de una gran mayoría de la población mundial, son aspectos que deben hoy demandar la atención de quienes construyen la disciplina administrativa, de quienes se forman y mucho más, de quienes la ejercen.

Levantar la mirada de los asuntos técnicos, tecnológicos, procedimentales, logísticos, estratégicos, relacionados con hacer y vender más a un mayor margen de rentabilidad y concentrar la atención en cuestionamientos teleológicos y de tipo moral de la administración, es urgente. El observar lo que se ha hecho del individuo, no tan solo del que hace parte de la organización, también de aquellos que están al margen, es decir de aquel que se denomina cliente como también del otro, de la persona que hace parte del grupo social, así mismo, sin olvidar el impacto generado en el ecosistema, de donde se toman las materias primas para la producción de cualquier bien y en donde por desgracia es necesario colocar el desperdicio o en otros términos, la acción de tomar bienes naturales y convertirlos en productos y después de su uso en basura, es urgente e imperativo. Estos cuestionamientos son el producto de la observación del estado general de las cosas, donde la riqueza existente hoy día, no tiene parangón con ningún momento histórico, o como lo afirma Horkheimer (2003) "Sobre la tierra hay más materias primas, más máquinas, más mano de obra instruida y mejores métodos de producción que antes, pero todo esto no redunda, como correspondería, en provecho de los hombres" (p16).

Son múltiples las razones que han puesto la administración en esta posición de influencia e impacto, como ya se ha mencionado, el predominio de la Revolución Industrial y sus imperativos de desarrollo y generación de riqueza, el modelo socioeconómico capitalista, entre otros, fueron los pilares sobre los que principalmente se construyó y se continúa construyendo esta disciplina. El espíritu positivista que ha predominado en la construcción de las ciencias, en particular de las naturales, no pasó por alto su influencia en la forma como se abordaría el estudio y la reflexión sobre administración y la empresa. No en vano, en el Siglo XIX quienes se dedicaron a esta tarea tenían formación de ingenieros. Esa moderna génesis disciplinar sumada al contexto social y económico ya descrito, marcó una gran diferencia en lo que se construye como administración y empresa y en especial, sin mencionarse pero que la evidencia empírica así lo muestra, el papel que desempeñan en la sociedad. En este sentido, si fuese necesario catalogar la administración como una ciencia, situación que dista mucho de la realidad y que genera infinidad de debates, se debería dejar del lado de las ciencias sociales aplicadas, pero esto no quiere decir que su desarrollo se haya realizado principalmente como heredera de dicha forma particular de comprender al hombre y la realidad, igual como lo sufrieran en sus inicios las ciencias sociales y humanas al verse cuestionadas por sus colegas, las ciencias naturales sobre la cientificidad de las explicaciones que pretendían dar. Wallerstein (2007), haciendo referencia a estas nuevas explicaciones menciona que "parecía coherente que si se intentaba organizar un nuevo orden social sobre una base estable, cuanto más exacta (o "positiva") fuese la ciencia tanto mejor sería lo demás" (p11). La situación antes descrita, necesariamente se extendió hasta la construcción de la administración, su definición, su alcance, sus métodos, tan anhelada respetabilidad académica y científica, al parecer solo encontraría un camino, en el marcado énfasis de la utilización de métodos matemáticos que pudieran ofrecer un lenguaje digno de ser llamado científico, en términos de Le Moigne (1997) "cuando surge una teoría novedosa –en física matemática, sobre todo– son siempre los investigadores en ciencias de la gestión los que corren a aplicarlas" (p169). Es este énfasis racionalizador positivista, el que ayuda a profundizar el desarrollo de una disciplina concentrada en la eficientización de la organización.

No se pretende desconocer la importancia de los desarrollos que alrededor de la dinámica organizacional, la administración ha logrado alcanzar y cómo estos han impactado la vida de la persona, en muchos casos para mejorarla; pero sobre todo, lo que se ha cuestionado hasta el momento, es la forma que el desarrollo y construcción de esta disciplina se recostó de una manera poco equilibrada sobre una forma particular de comprender la realidad, una que logra reducir la complejidad de múltiples facetas de la vida a la obtención de lucro financiero cortoplacista, utilizando métodos desarrollados desde una perspectiva positivista que desconoce la naturaleza de lo social y humano (Leartmonth, 2009; Reed, 2006; Donaldson, 2005; Ansell, 2009), o como lo observa Saul (1993), haciendo referencia a la dictadura en que se ha convertido la razón en Occidente, donde los directivos calculadores soportan su gestión en la técnica que se apoya en los análisis numéricos. En otros términos, en palabras de Mintzberg (2005) al afirmar que "la toma de decisiones en el mundo de los negocios es siempre discrecional [...] Puede que los negocios no existan para servir a las necesidades sociales, pero no pueden existir ignorándolas" (p173).

5. La Administración Desde Una Perspectiva Del Desarrollo Humano

Como se ha intentado mostrar, la administración y la empresa desempeñan un papel protagónico en la construcción y desarrollo del sistema socioeconómico, en últimas, en la construcción de sociedad y por ende la vida de las personas; tal implicación, dentro de muchas otras cosas, significaría que es necesaria una revisión de la concepción de lo que necesita la sociedad de la administración en el marco de los retos que el estado de la realidad actual implica. Lo que se sugiere, es que la administración urge por equilibrar la forma como se desarrolla disciplinarmente, implicando esto que cuestione el papel y la forma como las ciencias sociales y humanas aportan a su construcción. Mintzberg (2005), sugiere que la realidad económica, donde la empresa y por consiguiente la administración, cumple un papel protagónico, ligada a la realidad social, es decir, que lo que ocurre en una esfera necesariamente tiene implicaciones en la otra. Este complejo entramado de relaciones, debe ser tenido en cuenta en la construcción y el uso que se realice de las organizaciones empresariales; se debe observar, que en su accionar, la empresa no solo se suscribe a una realidad en el mundo de lo económico y que sus acciones solo se circunscriben exclusivamente a dicha esfera, sino que también y tal vez sin caer en exabruptos, influye como actor protagónico de forma significativa en la construcción del individuo; para observadores como Bauman (2010) "se necesitan nuevas condiciones que promuevan hábitos y actitudes diametralmente opuestos a los que exaltaba la ética del trabajo [...] el movimiento obrero debe desaparecer su dedicación al trabajo, su apego afectivo a la empresa [...] así como su interés personal en la prosperidad de la empresa" (p147). Tal vez estas palabras parezcan duras y poco amarradas a la realidad, pero cuando se convierten en un llamado de atención que se escucha desde visiones que observan la realidad de la persona en el marco de la administración y la organización desde la periferia, sin las limitantes y parcialidad de quienes están al interior de esta problemática, es importante prestar atención; como también de la observación que Marx (1994) realizara a la forma en que la organización empresarial, en el marco del sistema socioeconómico capitalista, había alienado a la persona en el contexto del trabajo, clarificando que el separar al hombre del fruto de su esfuerzo, significa que al trabajar ya no se pertenece así mismo sino a otra persona.

En el marco de las críticas antes expuestas, es necesario complementar la problemática. Es claro que la modernidad y todo lo que ha implicado, construyó un nuevo hombre, pero no solo en la persona el cambio ha sido dramático, cuando se observa el impacto en el ecosistema, en las condiciones que sostienen la vida en el planeta se encuentran profundas y preocupantes consecuencias; el calentamiento global, la contaminación de las fuentes hídricas, la perdida sostenida de bosques, la contaminación de la atmosfera, son algunos de los efectos que según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (2002) de la ONU, se observan:

La tierra está sujeta a muchas presiones naturales y a las producidas por el hombre, a todas ellas se las denomina de forma general con el nombre de cambios mundiales. Entre dichos cambios se incluyen las presiones producidas por una creciente demanda de recursos; la explotación selectiva o la destrucción de las especies; el cambio en el uso o la cubierta de los suelos; el régimen acelerado de la deposición de nitrógeno por causas humanas; la contaminación de los suelos, aguas y aire; la introducción de especies no autóctonas; la desviación de aguas hacia ecosistemas gestionados de forma intensiva y sistemas urbanos; la fragmentación o unificación de paisajes; y la urbanización e industrialización (p6).

6. Conclusiones

Ante las realidades que se han descrito, es importante mencionar que el desarrollo y la construcción de una sociedad equilibrada, en la cual la persona encuentre la posibilidad de desarrollar su potencial a la vez que se garantiza un medioambiente sostenible, requiere necesariamente del comercio o de lo que en términos económicos se denomina mecanismo del mercado. Esto significa el intercambio de bienes y servicios como herramienta que permite el desarrollo humano. Para Sen (2011), "el mecanismo de mercado ha tenido un gran éxito cuando se han dado las condiciones para que todo el mundo pudiera beneficiarse de las oportunidades que ofrecía" (p179). Esta es sin duda, una estrategia que bien dirigida puede llegar a lograr el desarrollo de condiciones que propician la libertad, insumo indispensable para la construcción de una sociedad que además de prospera, sea justa, equitativa e incluyente. Es necesario entonces, que los actores que conforman el mecanismo del mercado, en este caso particular, la organización empresarial, coadyuve de forma representativa en la construcción de condiciones propicias al desarrollo económico bajo otros imperativos; es en este aspecto, que los diferentes públicos que tienen intereses directos o indirectos en la empresa, podrían tener la posibilidad de desarrollar una visión diferente a la que en su momento Smith (1983), considera la motivación de los esfuerzos empresariales: la satisfacción del interés propio, del egoísmo; en este sentido, no es difícil concluir que el modelo socioeconómico capitalista no ha sido un buen distribuidor de la riqueza y mucho menos, la tarea de la administración como profesión, que es evidente, está ligada a la generación de la llamada riqueza financiera.

Es importante plantear la necesidad que la administración como disciplina de estudio y en consecuencia como práctica, hasta el momento ha sido construida dentro de los cánones de la tecnocracia donde en palabras de Wallerstein (2007), "niega legitimidad a cualquier concepto que no encaje en un modelo de racionalidad de medios y fines, así como a cualquier institución que no tenga una utilidad funcional inmediata" (p94); comprender que los problemas a los que se enfrenta la sociedad son complejos y que observarlos desde solo una perspectiva limita la posibilidad de intervenirlos adecuadamente, además que difícilmente este exceso de racionalización que ha conducido según Foucault (2011), a un exceso de poder, podrá permitir un dialogo en condiciones de igualdad entre quienes reclaman un modelo de sociedad más equilibrado. Ese recurrir a la Parrhesía que para Foucault (2009), representa la voz del ultrajado, de quien ha sido tratado de forma injusta por el poderoso, es hoy más que nunca necesaria. Pretender continuar con el estado actual de las cosas, profundizando los modelos y las formas actuales, con el ánimo de lograr diferentes resultados, es una empresa irracional. Se hace necesario proponer nuevos caminos, nuevas alternativas; quienes piensan la administración y la forma como esta cumple su rol en la sociedad a través de la gestión de las organizaciones, deben avizorar que urge un cambio radical en la manera en que se construye la disciplina y que este cambio podrá tener implicaciones reales cuando se intervenga la manera como se forman los administradores.

En el camino de la formación de personas que puedan hacer frente a los retos que demandan las nuevas realidades sociales, económicas, medioambientales, culturales, entre otras, es necesario como lo plantea Nussbaum (2012), replantear e incluso tomar distancia del modelo de formación para el crecimiento económico y acercarnos a un modelo que forme para el desarrollo humano. Lo realmente delicado, como lo menciona la autora de permanecer en un modelo que privilegia lo económico, es "que la libertad de pensamiento en el estudiante resulta peligrosa si lo que se pretende es obtener un grupo de trabajadores obedientes con capacitación técnica" (p43). En este sentido, se menosprecia la formación en las humanidades, las artes, la literatura además de aquellos conocimientos que pretenden dar a conocer el impacto del accionar del hombre sobre el planeta; es decir, dicho modelo solo privilegia la formación para el trabajo y en algunos casos, la formación de una élite adecuada para el desarrollo y la innovación tecnológica, como también de otros tantos quienes estarán al frente de la administración de los negocios. Pero en contravía, la educación para el desarrollo humano pretende, antes que mano de obra altamente calificada, formar ciudadanos que tengan la posibilidad de reflexionar sobre las implicaciones de la vida y de forma crítica, puedan y tengan la posibilidad de construir su propio destino; para esto, se hace necesario que el individuo tenga acceso a conocimientos que le permitan abrir su capacidad para pensar y hacer, tal capacidad construida bajo el paraguas de lo complejo que resulta la realidad de la vida.

Se sugiere entender que el potencial que existe en la formación de administradores con el propósito de ayudar a construir una sociedad equilibrada, es muy grande; el presentar a quienes se forman en administración ante conocimientos variados, múltiples, pero en sintonía con la pluralidad, interdependencia y complejidad de lo humano y lo natural, podría poner a aquellos que dirigirán las organizaciones ante escenarios mucho más complejos que la simple búsqueda de una utilidad financiera. El alejarse de la tradicional utilización de las ciencias sociales en el marco de funcionalismo administrativo y empresarial como lo plantea Chanlat (2006) y convertir estos saberes en la puerta al estudio y reflexión de la realidad de lo humano y de sus implicaciones en el accionar de la organización, debería ser la norma. La complementariedad de la formación de administradores desde lo funcional y lo técnico característica en la actualidad, con una formación de base en ciencias sociales y humanas, incluyendo una alfabetización sobre el impacto medioambiental de la interacción de la humanidad con su entorno, permitiría sumar a los actuales logros obtenidos en la eficacia de la organización empresarial, avances significativos en el desarrollo humano. En otras palabras, el éxito de la administración en la construcción de organizaciones empresariales que cumplen su objetivo, en el marco de la producción y prestación de bienes y servicios, como también en la generación de utilidad financiera, pero así mismo, con la posibilidad de desarrollar una administración que fundamentada en el conocimiento de la persona y su relación con el otro en un contexto de dependencia del medio, donde conocimientos psicológicos, sociológicos, antropológicos, históricos y por qué no, de ciencia política, economía política e incluso de filosofía en lo relacionado con la ética y la moral, permitan que quien se forma para la dirección de las organizaciones tengan la posibilidad de acercarse a la comprensión de lo humano. En este punto, es donde se buscaría que el conocimiento de lo complejo y diverso de la naturaleza humana, permitiera una nueva concepción de la persona, tanto al interior de la organización como también de quien está en el contexto; sin olvidar que es fundamental el conocimiento de cómo la cotidiana existencia del humano impacta el medioambiente, cómo para la satisfacción de sus necesidades necesariamente depende de cada recurso que posee el planeta.

Este conocimiento, acerca de lo social, humano y medioambiental en la formación de base, correctamente complementados por aquellos que convierten a la organización en una herramienta racional y eficiente, son la posibilidad de impactar un sistema socioeconómico cada vez más necesitado de lo social y lo humano; como lo resume Bauman (2011):

Quizás haya llegado la hora de devolver la responsabilidad moral a su vocación primigenia: la de garantizar la supervivencia mutua. Y todo indica que la condición primordial entre todas las condiciones necesarias para llevar a cabo este reenfoque es la desmercantilización del impulso moral (p113).

Se podría entender que el llamado a la desmer-cantilización del impulso moral, cuestiona la tradicional lectura que comúnmente se hace de la organización empresarial, la cual al parecer únicamente la suscribe a la esfera de los negocios, lo económico, lo financiero, lo industrial, el mercado, el consumo, pero entender que como institución social que cada vez cobra más fuerza y protagonismo en la sociedad, es entender que en ella y a través de ella, consciente o inconscientemente, la vida de la persona se moldea, se construye y no tan solo la persona, también del lugar que tiene como hogar: el planeta.


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