Se conoce que hay una sobreoferta de artículos a ciertas revistas (en particular las que tienen los mayores índices de citación, tienen el aval de la industria editorial o provienen de Estados Unidos y de algunos países europeos), lo cual hace que la tasa de rechazo sea muy alta en la mayoría de ellas (por encima del 95 %). En nuestro medio, los editores trabajamos fuertemente de la mano del equipo editorial y de los revisores para publicar solo aquello que tenga buena calidad científica, y cuando los resultados encontrados y el análisis planteado promuevan el crecimiento de la temática expuesta. Ello redunda en mayor calidad de lo que se publica, pero también en que cada vez más elevamos la tasa de rechazo que, en últimas, genera mayor cantidad de autores desilusionados por no ver concretado su esfuerzo de investigación.

Uno de los mayores causantes de rechazo de artículos científicos en las revistas es la mala calidad de los productos enviados: inadecuada redacción, problemas básicos de ortografía, uso incorrecto de los tiempos verbales, falta de vigencia de la información presentada, inadecuado u obsoleto soporte bibliográfico... por citar solo algunos ejemplos. A ello se suman otros aspectos que todo autor debe considerar al momento de enviar un artículo: ¿es el artículo pertinente para esa revista?, ¿hay novedad en los métodos empleados o en lo que se halló en los resultados?, ¿el tema presentado es un fenómeno común o, por el contrario, es de baja prevalencia?, ¿el alcance y el impacto del artículo se ajustan al nivel y a la calidad de la revista?, ¿se incluyen los aspectos éticos de la investigación?

En este punto es necesario resaltar otro aspecto que es, tal vez, el más básico de todos, pero también la principal causa de rechazo: el no cumplimiento de las instrucciones a los autores, una falta común entre muchos autores, principalmente entre aquellos que se inician en las lides de las publicaciones científicas. Muchos artículos son rechazados en la primera parte del proceso (aun sin haber sido revisados en su contenido y calidad) por no cumplir las formalidades básicas que exige cada revista. Y luego, viene la revisión por los pares expertos en la temática, que hace el resto del porcentaje de rechazos.

Para minimizar estos dos aspectos los autores deben vigilar que se acogen rigurosamente las recomendaciones a los autores y solicitarle a un experto en el tema que revise el artículo antes de ser enviado a la revista y haga las sugerencias que considere necesarias. Solo después de haber sido efectuadas las mejoras al artículo y habiéndolo ajustado, se hace el envío a la revista.

Finalmente unos comentarios sobre la redacción: si se publica en español se aconseja -si no se tienen suficientes habilidades escriturales- solicitar la ayuda de un experto en corrección de estilo. Y cuando se publica en otro idioma acudir a los servicios de personas y empresas especializadas en traducciones técnicas.

Lo que para un autor es la versión final de su artículo que luego es enviado a la revista, para ésta, es apenas el primer paso del proceso. Tasas elevadas de rechazo o revistas que "molestan" demasiado a los autores, significan, en la mayoría de los casos, buenas revistas, revistas que se preocupan por la calidad de lo que publican y por sus autores.