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CES Medicina

Print version ISSN 0120-8705

CES Med. vol.33 no.1 Medellín Jan./Apr. 2019

 

Editorial

¿Para qué sirven las revistas científicas nacionales?

Francisco Luis Ochoa-Jaramillo* 

* Médico, Mg. Epidemiología. Editor CES Medicina.


De las 245 revistas científicas nacionales clasificadas actualmente en el Publindex, el 13,5 % de ellas pertenecen al área de ciencias médicas y de la salud; en otras palabras, el país cuenta apenas con 33 revistas en esa área1 (que incluyen temas de Medicina, propiamente, así como de En fermería, Odontología, Salud Pública, Bioética y Administración en salud)2 para la publicación de las investigaciones nacionales.

Por su parte, Colciencias informa que hay 352 grupos de investigación regis trados en el sector de la salud (28 están en la clasificación A1, 38 en A2, 97 en B, 144 en el grupo C, y 45 figuran como “reconocidos”)3. Esto, sin contar los grupos que están inscritos en otras áreas de conocimiento relacionadas (p.e. biotecnología en salud, ciencias biológicas, ente otras) y la producción científica realizada en las instituciones de educación y que no queda regis tradas en tales grupos, como la realizada por los estudiantes de pregrado o la de los residentes de las especialidades y de otros programas de formación avanzada.

Cuando se cruzan grupos (que investigan y desean publicar) vs. revistas (que reciben artículos para publicar) no sería difícil suponer que las revistas na cionales la tienen fácil en cuanto a la cantidad de artículos que reciben y tramitan, pero en la práctica las cuentas no son tan alegres y muchas veces hay escasez (en cantidad y calidad) de los mismos, pues muchos autores y grupos desean publicar en el extranjero. Si bien es cierto y motivo de orgullo que muchas de las investigaciones realizadas en el país tienen alcance mundial y que sus autores deseen publicar en revistas internaciones y de alto impacto, también es verdad que hay una gran cantidad de producción científica que interesa de forma casi exclusiva a los nacionales y que tiene un alto valor para su aplicación en nuestra población o para la gestión y toma de decisiones.

En el mismo tenor, muchos autores se quejan de la gran cantidad de tiempo que deben esperar para recibir la aceptación o el rechazo de su artículo cuando lo envían a revistas internacionales de alto impacto (que en la ma yoría de los casos es superior a uno y, a veces, a dos años4); por el contrario, en general y con contadas excepciones, hay mucha más agilidad para ges tionar y definir el estatus del artículo enviado cuando se trata de las revistas nacionales.

Lo reiteramos, las revistas científicas nacionales deberían ser el escenario natural de presentación y divulgación de lo que ocurre dentro del país: antes que conocer y usar -como referencias bibliográficas o en la praxis clínica- cómo se comporta una enfermedad en Estados Unidos, Europa o Japón (con otras epidemiologías, otros factores de riesgo, otras genéticas, etc.), antes de saber su casuística o de conocer cuál es la respuesta a un cierto medicamento en estos países y antes que divulgar afuera lo que podría ser de exclusivo interés local, es pertinente acercarse a lo pro pio, a lo que pasa dentro de las fronteras y presentarlo y compartirlo cercanamente con quienes son los directos consumidores de esta información (y que con toda seguridad son los que podrán darle un uso más útil y ajustado). Está claro que para ello se requiere que los grupos e investigadores exijan calidad y nivel de las revistas en las que quieren publicar sus trabajos, pero, a su vez, también son necesarios su apoyo y confianza para publicar en las revistas nacionales.

El nivel y la calidad de una revista científica dependen de la calidad de los artículos que en ella se publican, que, a su vez, depende de la calidad de las evaluaciones rea lizadas de forma ciega a los mismos, por lo que se hace necesario y vital el apoyo de los expertos temáticos para revisar los artículos. Infortunadamente, este aspecto -la colaboración de los expertos- es uno de los cuellos de botella del proceso editorial que más demora la decisión final, pues se convierte para muchos editores en un dolor de cabeza tratar de conseguir pares evaluadores nacionales.5

Al respecto, consideramos que, a la par de investigar y escribir, también hay cierta “responsabilidad social y científica” de los investigadores de fungir como evaluadores expertos en su área de interés: ello redunda en su propio crecimiento académico y profesional y en el de su campo de experticia.

Invitamos, pues, a investigadores y expertos temáticos a que tengan las revistas nacionales como su casa propia, a que publiquen y a que participen de su experticia en calidad de evaluadores. El beneficio es para todos.

1Y de paso se invisibilizan muchas otras que por distintas razones no cumplieron los requisitos clasificatorios o no se presentaron a la convocatoria. Entre ellas, algunas de instituciones de educación superior o de investigación.

4A veces perdiendo toda vigencia, o ya los autores no se encuentran disponibles, etc.

5Llamativamente, en muchas ocasiones se tiene una mayor tasa de aceptación de expertos internacionales para revisar lo investigado y escrito aquí…

Forma de citar: Ochoa-Jaramillo FL. ¿Para qué sirven las revistas científicas nacionales? Editorial. Rev CES Med 2019; 33(1): 1-2.

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