INTRODUCCIÓN
La infección primaria por el virus de Epstein-Barr (VEB) ocurre mediante transmisión por saliva infectada. En niños tiene un curso asintomático, sin embargo, hasta un 40 % de los jóvenes y adultos pueden desarrollar un cuadro febril agudo, autolimitado, asociado a adenopatías y esplenomegalia denominado mononucleosis infecciosa 1. Posteriormente, el virus se mantiene latente en linfocitos B y se puede reactivar durante periodos de inmunosupre-sión, principalmente en el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), donde se produce desequilibrio en la relación entre linfocitos T y B, lo cual genera proliferación policlonal y luego oligoclonal de linfocitos B. Esto último, posteriormente, favorece el desarrollo del linfoma con las formas monoclonales 2-4.
Las complicaciones neurológicas asociadas a la infección por el VEB se pueden presentar en la infección primaria o por reactivación del virus y pueden o no estar vinculadas a la MI. Los mecanismos fisiopatológicos de la infección son desconocidos, pero, apoyada por la observación del virus en técnicas de inmunohistoquímica, se plantea la hipótesis de daño directo en células nerviosas 3. También se plantea que la respuesta inmune local en tejidos infiltrados, originada por interacciones de linfocitos T y B con la consecuente secreción de citoquinas inflamatorias como linfotoxina, factor de necrosis tumoral alfa, interleuquina 6 (IL-6) e interleuquina 1 beta (IL-1B) estén implicadas en la destrucción tisular 4. El anterior mecanismo se expone en estudios de asociación de enfermedades neurológicas inmunológicamente mediadas en infecciones por el VEB, como la esclerosis múltiple 5.
La encefalitis producto de la infección por el VEB no difiere en su presentación clínica de las demás encefalitis virales, los pacientes pueden presentar coma, convulsiones, cambios comportamentales, parkinsonismo y signos neurológicos focales 6. En las neuroimágenes se identifican anormalidades inespecíficas en resonancia nuclear magnética (RNM) cerebral, como engrosamiento leptomeningeo, edema cortical, compromiso de los núcleos basales, los tálamos, el cerebelo y la corteza límbica. Las lesiones se observan inicialmente en la secuencia de difusión ponderada (DWT) por edema citotóxico, con posterior identificación en secuencias T2 y recuperación atenuada de inversión de fluidos (FLAIR) 4,7,8. El citoquímico de LCR típicamente muestra pleocitosis linfocitaria variable, recuentos normales o moderadamente elevados de proteínas y glucosa dentro de límites normales 4. La detección de anticuerpos de fase aguda específicos y la PCR para detección del ADN del VEB son los métodos diagnósticos microbiológicos disponibles para confirmar la infección 2,9. En series de casos, se ha reportado la coinfección de hasta un 25 % de pacientes con virus herpes I, II, III y VI, M, tuberculosis, T, Gondi, Aspergillus y C. Neoformans6,10. Se ha planteado la posibilidad de que cualquier proceso inflamatorio en el sistema nervioso central (SNC) tenga el potencial de atraer linfocitos B infectados por el VEB, sin embargo, rara vez se ha encontrado PCR para VEB positiva en otras infecciones del SNC 11.
A continuación se presenta un caso clínico infrecuente, de encefalitis aguda por VEB en un paciente inmunocompetente, que planteó un reto diagnóstico por su gravedad y anormalidades inespecíficas en las neuroimágenes.
PRESENTACIÓN DEL CASO
Se trata de una mujer de 58 años, sin antecedentes patológicos relevantes. Ingresó al servicio de urgencias por episodio de pérdida del tono postural sin pérdida de la conciencia, seguido de cambios comportamentales debido a tendencia al mutismo e hipoactividad. Había presentado cefalea en los dos días previos, asociada a fiebre no cuantificada y polimialgias.
Al ingreso, los signos vitales se encontraba estables (presión arterial 145/59 mmHg, frecuencia cardiaca 75 lpm, frecuencia respiratoria 20 rpm, temperatura 36° C, saturación arterial de oxigeno 95 %%). El examen físico por regiones era normal. El examen neurológico mostraba una paciente alerta, sin emisión de lenguaje ni seguimiento de órdenes, interacción limitada con el examinador. No se encontraron signos neurológicos focales ni meningismo.
Durante su estancia en observación, aproximadamente ocho horas, presentó fiebre (38,7° C) asociada a deterioro progresivo del estado de conciencia hasta el coma superficial, mioclonias en miembro superior derecho, menor retiro al estímulo doloroso en hemicuerpo derecho y rigidez nucal.
Los laboratorios iniciales reportaron anormalidades en el conteo linfocitario absoluto (440 ul) y la proteína C reactiva (58,22 mg/l). Se realizó una punción lumbar con presión de apertura elevada (26 cm de H2O), citoquímico acelular con hiperproteinorraquia de 152,2 mg/dl y glucosa normal. La PCR para VEB fue positiva mientras que la PCR para herpes simple (VHS) y citomegalovirus (CMV) fue negativa y el ELISA para VIH fue negativo (tabla 1).
La RNM cerebral simple y contrastada mostró zonas de restricción de la difusión bilaterales en los núcleos de la base y sustancia blanca paraventricular de predominio derecho, con estigmas de sangrado y correspondencia en FLAIR. No se encontró realce anómalo con el medio de contraste y, adicionalmente se identificaron signos de edema cerebral (figura 1).

Fuente de los autores.
Figura 1 RNM cerebral simple y contrastada: restricción a la difusión paraventricular de predominio derecho en DWI (A), con correspondencia en MAPAADC (B), hiperintensidades paraventriculares bilaterales con parcial efecto de masa sobre el ventrículo lateral en FLAIR (C) y T2 (E), no se aprecia realce significativo al medio de contraste (F), estigmas de sangrado paraventricular derecho en gradiente de eco (GRE) (D).
Por deterioro rápido, requirió soporte ventilatorio en unidad de cuidado intensivo (UCI), se inició manejo antibiótico empírico con ceftriaxona, ampicilina, metronidazol, tirmetoprim sulfa y aciclovir a dosis por infección del sistema nervioso central por 21 días.
En estudios adicionales se encontraron múltiples adenopatías en mediastino superior, paratraqueales e infra-carinales, con diámetros de entre 1,5 y 2,0 cm. Se realizó biopsia de ganglio subcarinal con reporte de patología de calcificaciones distróficas e hiperplasia sinohistiocitaria secundaria a antracosis. No se evidenciaron granulomas ni malignidad. Se realizaron punciones lumbares de control sin cambios significativos en el citoquímico (tabla 1). La citología y la citometría de flujo de LCR fueron negativas para malignidad.
Debido a la sospecha clínica de linfoma primario de SNC, por su conocida asociación a infección por VEB, se inició ciclo de esteroide sistémico con pulsos de metilprednisolona por cinco días. A pesar de lo anterior, la RNM cerebral de control mostró un aumento de tamaño y numero de lesiones (figura 2).

Fuente de los autores
Figura 2 RNM cerebral simple y contrastada: mayor área de restricción a la difusión paraventricular de predominio derecho en DWI (A), al igual que mayor zona de hiperintensidad en FLAIR (B), T2 (C) y T1 (D), con extensión difusa en el plano coronal a sustancia blanca subcortical (F), se parecía realce periférico al medio de contraste (E).
Para completar el abordaje diagnóstico se realizó biopsia cerebral de la lesión córtico-subcortical frontal parasagital izquierda, la cual reportó encefalitis crónica moderada y gliosis reactiva, sin evidencia de malignidad (figura 3). La inmunohistoquímica con marcadores para VHS y CMV fue negativa. Ante la ausencia de respuesta y el grave deterioro progresivo se decidió cubrir M. tuberculosis, teniendo en cuenta la elevación tardía del adenosindeaminasa.

Fuente de los autores
Figura 3 Coloración hematoxilina-eosina en biopsia cerebral: se aprecia infiltrado inflamatorio mononuclear compuesto por grupos de histiocitos espumosos y linfocitos pequeños y maduros, de ubicación perivascular. No se identifica atipia citológica. No se identificaron bacilos acido alcohol resistentes (BAAR) con la coloración de ZN. En inmunohistoquímica Los marcadores para HSV y CMV fueron negativos.
La paciente no presentó mejoría significativa durante su estancia hospitalaria, al egreso se encontraba en estado vegetativo.
DISCUSIÓN
La encefalitis por VEB en paciente inmunocompetente representa hasta el 16 % de todos los casos de encefalitis por VEB 6. No se dispone en la literatura mundial de estudios donde se defina con claridad su prevalencia en comparación con los demás agentes etiológicos, sin embargo, se han reportado PCR positivas para el VEB en hasta el 1,2 % del total de infecciones virales en el sistema nervioso central, lo que significa que esta es una patología infrecuente 12. Por lo anterior, tampoco se tienen características clínicas ni imagenológicas definidas que faciliten el proceso diagnóstico.
Si bien la infección tiene un curso generalmente benigno, puede llegar a ser catastrófica, especialmente cuando se presenta en un paciente inmunocomprometido. En el caso expuesto, la encefalitis tuvo un curso agudo con rápido deterioro neurológico y lesiones en RNM predominantes en sustancia blanca paraventricular y núcleos de la base, ubicación topográfica en la que también se han presentado anormalidades en otros reportes de caso 13,14.
La serología para VEB tiene utilidad para definir si se trata de una infección primaria o reactivación del virus latente. El hallazgo de replicación viral activa en el LCR y su ausencia en suero plantea la hipótesis de que otras infecciones del sistema nervioso central están implicadas en la reactivación del virus. En la práctica clínica no hay manera de determinar si el VEB es el único causante de la enfermedad, pero la exclusión de otros agentes patógenos, la ausencia de lesiones ocupantes de espacio en neuroimágenes, los altos niveles de PCR para el VEB en plasma y el estado de inmunosupresión, especialmente por trasplante alogénico de medula ósea, soportan el rol primario del VEB en la enfermedad 6. En nuestro caso, la serología sugiere infección secundaria, sin embargo, se descartó la presencia de otros agentes patógenos e incluso formación neoplásica, mediante estudio patológico con imunohistoquímica.
En cuanto al tratamiento, a la fecha no hay ningún estudio clínico sobre el uso de antivirales o inmunosupresores en el manejo de complicaciones neurológicas de la infección por el VEB. La efectividad de los antivirales disponibles es incierta debido a que no se conocen a profundidad los mecanismos fisiopatológicos de la enfermedad. El aciclovir no está recomendado en el manejo específico y el uso de esteroides puede ser conveniente solo si se sopesan los riesgos y beneficios de su uso 15. La efectividad del ganciclovir posee una evidencia aún más limitada 6.
CONCLUSIÓN
Si bien la infección por VEB no es frecuente en la práctica clínica, no se debe subestimar su potencial de causar diversas complicaciones neurológicas, entre ellas la encefalitis aguda. Aunque no se dispone en el momento de un tratamiento efectivo, se debe incluir dentro del espectro de posibilidades diagnósticas. Si se identifica la replicación del virus mediante pruebas microbiológicas, es obligatorio descartar la confección de otros agentes patógenos y complicaciones neoplásicas, en especial el linfoma.