La medicina oral -también conocida como estomatología en Latinoamérica y algunos países del Sur de Europa-, es la especialidad odontológica que se encarga del diagnóstico clínico y tratamiento de patologías orales y maxilofaciales, tales como: lesiones de la mucosa oral, desórdenes de las glándulas salivares, manifestaciones orales de enfermedades sistémicas y dolor orofacial. Esta área de la salud se sitúa en la interfaz entre la odontología y la medicina, ya que trata pacientes con condiciones médicas complejas e interactúa con diversas especialidades de ambas ramas como la periodoncia, cirugía maxilofacial, odontología geriátrica y hospitalaria, odontopediatría, patología oral y general, dermatología, otorrinolaringología, reumatología, gastroenterología, medicina interna y oncología. La medicina oral es una especialidad relativamente joven y por eso aún no es reconocida como tal en un gran número de países desarrollados y en vía de desarrollo. Esto último se ha traducido en una baja oferta global de posgrados en esta área y, por ende, en un número insuficiente de especialistas que puedan atender las necesidades de los pacientes que sufren de este tipo de dolencias.

Colombia tiene una larga tradición en educación odontológica. La primera facultad de odontología de Latinoamérica fue fundada en Bogotá en 1888 y desde ese momento el crecimiento en el número de facultades ha sido exponencial. Actualmente hay 34 facultades de odontología en el país, las cuales gradúan aproximadamente 2000 odontólogos generales y 1000 especialistas -principalmente rehabilitadores orales, ortodoncistas y periodoncistas- cada año. Esto ha convertido a Colombia en uno de los países con más odontólogos per cápita del mundo -alrededor de 1 odontólogo por cada 1060 habitantes-, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). A pesar de esto, y de que la estomatología es reconocida en Colombia como una especialidad odontológica, el déficit de estomatólogos que existe en el país es alarmante. Tomando como ejemplo el área metropolitana del Valle de Aburrá, que tiene cerca de 4 millones de habitantes, el número de especialistas que ejerce la profesión no sobrepasa la decena. Aunque desde la década de los 60 varias universidades del país han formado clínicos en áreas de la medicina oral, lo han hecho de manera intermitente y, a menudo, en combinación con otras especialidades odontológicas como la cirugía bucal o la periodoncia. Actualmente, solo dos facultades de odontología en Colombia ofrecen posgrados clínicos relacionados con la medicina oral; ambas se encuentran en Bogotá.

Esta problemática ha llamado la atención de diferentes entidades gubernamentales, instituciones educativas y sociedades científicas en todo el mundo, las cuales han comenzado a emprender acciones en campos específicos de la medicina oral con el fin de mejorar la salud bucal y la calidad de vida de esta población de pacientes. Un ejemplo de ello es que la Asociación Dental Americana (ADA) acaba de reconocer la medicina oral como la 11^a especialidad odontológica en Estados Unidos. Esto es un hito histórico, ya que la Academia Americana de Medicina Oral (AAOM), desde su fundación en 1945, se ha dedicado incansablemente al cuidado de pacientes, a la educación y el desarrollo de la medicina oral como disciplina. Asimismo, varias de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos en las ciencias de la salud ofrecen programas de residencia en medicina oral, como la Universidad de Harvard y la Universidad de Pensilvania; esta última desde hace más de 50 años. En Europa, varios países han reconocido recientemente la medicina oral como una especialidad odontológica, como fue el caso de Suecia en 2018. En Colombia, varias universidades de diferentes ciudades se encuentran en el proceso de obtención del registro calificado para empezar a ofertar programas de posgrado (especialización y maestría) en medicina oral. Igualmente, están fortaleciendo la educación de sus pregrados en esta área con el fin de incrementar el interés por la especialidad en las nuevas generaciones de odontólogos. Todo esto, evidentemente, aumentará el número de clínicos e investigadores calificados para prevenir, diagnosticar y tratar las patologías mencionadas anteriormente.

Si bien la mayoría de las enfermedades a las que se enfrenta un estomatólogo tiene un carácter benigno, algunas como el cáncer oral son potencialmente mortales. El cáncer oral y de labio es el 12^o cáncer más común en el mundo. En 2018, se reportaron 354.864 casos nuevos y 177.384 muertes por cáncer oral y de labio. Para el 2040, se calcula que habrá 545.396 casos incidentes y 275.164 muertes por esta causa, es decir, un aumento del 32% y 33%, respectivamente. Una de las razones principales de esta inquietante tendencia de mortalidad es que los odontólogos en la mayor parte del planeta no han sido entrenados para examinar minuciosamente la mucosa oral de sus pacientes, detectar anomalías y remitirlos oportunamente a un especialista. Frente a este panorama, la OMS estableció el diagnóstico temprano y la prevención del cáncer oral como uno de sus principales objetivos, y los especialistas en medicina oral juegan un papel fundamental en el cumplimiento de este propósito, tanto en el examen del paciente individual como en la educación de futuros odontólogos y de la población general.

Otra de las razones por las cuales existe una necesidad urgente de formar más estomatólogos es porque la población está envejeciendo rápidamente. Entre 2015 y 2050, la población mundial con más de 60 años de edad pasará de 900 millones a 2000 millones, lo que representa un aumento del 12% al 22%. Esto lleva consigo unos retos enormes para sectores como el de la salud, ya que los sistemas sanitarios de la mayoría de los países no están preparados para hacer frente a las necesidades de estas personas, que suelen padecer síndromes geriátricos y varias enfermedades crónicas, las cuales presentan con frecuencia manifestaciones en la cavidad oral. De igual forma, muchas condiciones orales pueden afectar negativamente la calidad de vida de los adultos mayores o, como en el caso de la enfermedad periodontal, agravar ciertas enfermedades de base.

La estomatología en nuestro medio debe contribuir también a la creación de políticas en salud más inclusivas y al cuidado oral de la población que reside en las regiones más vulnerables del país. Colombia provee una cobertura en salud prácticamente universal, pero desafortunadamente cuenta con uno de los sistemas más ineficientes y desiguales del mundo. El sistema de salud oral no es la excepción. La inmensa mayoría de odontólogos activos del país, que rondan los 48.000, trabaja en grandes ciudades. Esto hace que las personas que viven en zonas rurales y remotas, y que a menudo son las menos afluentes, no tengan acceso a servicios odontológicos de calidad. Esta es precisamente una de las poblaciones con más riesgo de presentar enfermedades orales, como lesiones de la mucosa oral, ya que estas están altamente asociadas a un bajo estatus socioeconómico, a malos hábitos como el cigarrillo y el consumo excesivo de alcohol, y a ciertos entornos físicos y sociales. En cuanto a la atención de esos pacientes, la medicina oral se encuentra en un sitio privilegiado entre las especialidades odontológicas, pues gracias al uso de nuevas tecnologías y herramientas como la teleodontología se puede proveer una orientación clínica personalizada directamente a los pacientes o a los odontólogos que trabajan cerca de estas regiones, a través de videollamadas y fotos clínicas de buena calidad.

Todo lo anterior indica que los estomatólogos van a tener un rol cada vez más importante en la sociedad a través del cuidado clínico de los pacientes, la formación de redes profesionales y equipos multidisciplinarios, la educación, la generación de nuevo conocimiento y la creación de políticas públicas relacionadas con la salud oral. Así pues, la medicina oral tiene una gran responsabilidad por delante, pero sobretodo, un gran futuro.