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Revista colombiana de Gastroenterología

Print version ISSN 0120-9957

Rev Col Gastroenterol vol.30 no.2 Bogotá Apr./June 2015

 

Homenaje al Dr. Arecio Peñaloza Rosas

Luciano Aponte López MD. (1)

(1) Médico gastroenterólogo Fundación Santa Fé de Bogotá

Fecha recibido:    05-03-15 Fecha aceptado:  19-03-15

El día 31 enero de 2015, en el Hotel Marriott de Bogotá, con ocasión del XIX Curso de Gastroenterología y Endoscopia digestiva, Colsanitas - Sanitas Internacional de la Fundación Universitaria Sanitas, se le rindió un sincero homenaje al profesor Arecio Peñaloza Rosas por parte de la Asociación de Endoscopia Digestiva, como socio fundador, y de la Asociación Colombiana de Gastroenterología como, expresidente

En tal acto llevó la palabra como oferente el Dr. Luciano Aponte López en su calidad de expresidente de ambas asociaciones y discípulo del profesor Arecio Peñaloza, egresado del Hospital de San José, Facultad de Medicina de la Universidad Ciencias de la Salud.

Oración del Dr. Luciano Aponte López

Señor Presidente, Asociación Colombiana de Endoscopia Digestiva, Dr. Fabián Emura Perlaza. Señores miembros de la Junta Directiva. Señor Presidente, Asociación Colombiana de Gastroenterología, Dr. Luis Carlos Sabbagh. Señores miembros de la Junta Directiva y señores expresidentes de nuestras asociaciones.

Distinguidos profesores extranjeros y conferencistas del Curso Internacional de Colsanitas. Ilustre profesor Arecio Peñaloza Rosas, miembro fundador de la Asociación Colombiana de Endoscopia.

Dr. Arecio Peñaloza Ramírez, director del Servicio de Gastroenterología y Endoscopia digestiva del Hospital de San José, Facultad de Medicina de la Universidad Ciencias de la Salud.

Médicos egresados del Servicio de Gastroenterología y Endoscopia digestiva del Hospital de San José. Sra. Blanca Ramírez de Peñaloza, sus hijas, Georgina y Yadira, sus nietos, Alejandro y Santiago, luceros promisorios.

Asistentes, amigos, señoras y señores.

Ilustre profesor Peñaloza: si el muy recordado profesor Alfonso Bonilla Nar estuviera con nosotros en esta tarde, esperaría la noche para pescar recuerdos.

El día 10 de febrero de 1971, muy seguramente después de una extenuante jornada diaria de trabajo, hace ya 44 años, usted se reunió a las 8 de la noche con los doctores Milton Arguelo, Jaime Campos, Vicente Albán y Mario Hurtado, para fundar la Sociedad de Endoscopia e instalar su primera junta directiva, que usted presidió. Mientras doña Blanca, su compañera de todas las horas, brindaba unos tintos y algunas empanadas bogotanas, ustedes sesionaron hasta las 10 de la noche y una semana después volvieron a reunirse.

El desarrollo ulterior de la hoy Asociación Colombiana de Endoscopia Digestiva, sus logros, sus éxitos y sus valiosos aportes a la gastroenterología colombiana con su tesonero apoyo y decisión han motivado a la Asociación de Endoscopia y a la Asociación de Gastroenterología, al unísono con todos nosotros, brindarle este justo y merecido homenaje. Alguien ha dicho que el humor es "la sal de la vida", y el gran Bernard Shaw dijo alguna vez que si los ingleses no hubieran hecho gala del fino humor que los caracteriza, no habrían creado el imperio inglés con vocación milenaria. Y es aquí donde aparece la "petite histoire", rememorada por usted mismo en intimidad con quien esto escribe. Cuando usted y sus otros beneméritos amigos le pidieron a la Sociedad Colombiana de Gastroenterología, dirigida en esas calendas por ilustrísimos cirujanos, crear dentro de dicha Sociedad un capítulo de endoscopia digestiva, esta petición fue desestimada, y en la convención de Manizales unos meses después, informalmente la junta le comunicó que esta petición había sido negada. Usted, con mucho más humor que los ingleses, les contestó, "los felicito, ustedes acaban de crear la Sociedad de Endoscopia Digestiva". Usted estaba en el camino correcto y la historia le reconocería los laureles cosechados, y sus amigos fundadores, que ya no están con nosotros, comparten con usted los reconocidos méritos.

La vida pasa lentamente y muchas veces la espera es larga y el trabajo que dignifica al hombre se vuelve rutinario. Sin embargo, cuando se analiza la jornada de una personalidad digna de imitar, como la suya, se llega a la conclusión que esta es encomiable y que una nación agradecida en coro con unos discípulos numerosos la encuentran ejemplar.

Goethe escribió "la historia es el microscopio del universo". Con un poco de paciencia y mucho más de admiración, es necesario recordar algunos hitos que justifican este homenaje que brota del alma de cada uno de nosotros.

Al analizar la trayectoria como educador médico del profesor Arecio Peñaloza, hay hechos que pesan en la determinación incuestionable de su éxito e envidiable faena. Uno de ellos es su recia personalidad aupada por su tenacidad en el trabajo; pero vale destacar la escogencia de un medio médico científico de las características del Hospital de San José. No hay que olvidar que este era dirigido por la ya centenaria Sociedad de Cirugía de Bogotá y constituía, en la década de 1940 y 1950, un centro que marcaba pautas en el desarrollo de la medicina colombiana a mediados del medio siglo pasado. Para aseverar esto, hay que anotar que allí ya se había llevado a cabo, hacia 1952, el primer Curso de Laringoscopia y Broncoesofagología con ponentes de la talla del Dr. Paul Hollinger de la Universidad de Illinois; o que en el año de 1956 se había organizado el primer Curso de Posgraduados en Gastroenterología. Aún más: ya en 1948 había sido sede de la Primera Convención Nacional de Gastroenterología. Dudo que si su discurrir hubiera tenido como escenario otro de nuestros centros hospitalarios en esa época hubiese alcanzado el mismo éxito.

Pero como usted nos ha contado y ha escrito, en agosto de 1951, hace 63 años, se vinculó a la Sección de Broncoesofagología del Hospital de San José, en el Servicio de órganos de los sentidos, creado por el Dr. Jorge Suárez Hoyos, dotado de un equipo endoscópico rígido de iluminación distal tipo Chevalier-Jackson, y donde más tarde usted pudo con un equipo Ruddock de iluminación, también distal, ampliar la técnica de las laparoscopias. El neumólogo Manuel Venegas, a falta de fotografías en ese entonces, plasmaba en bellísimas acuarelas, dignas de la expedición botánica de Mutis, las imágenes logradas.

Con la técnica del profesor argentino Marcelo Royer, practicó las laparocolangiografías con punción vesicular o después con punción transhepática. Sus primeros esfuerzos al lado del fundador del servicio, el Dr. Carlos Camacho, y en unión en ese entonces con la Sociedad de Gastroenterología, fueron valiosos en la organización del primer Curso de Posgraduados en Gastroenterología, realizado del 21 al 31 de julio de 1956, anotado antes, inmediatamente después de la VII Convención Nacional de Gastroenterología, con figuras de la talla de los doctores John H. Garlock, con temas como "cirugía esofágica", Seymour J. Gray, con "carcinoma gástrico, relación de glándula suprarrenal y úlcera péptica", Franz J. Ingelfinger, con "disquinesia biliar", y Hans Popper, con "cirrosis posnecrótica", entre otros.

El 23 de agosto de 1961 asume usted la jefatura del Servicio de Gastroenterología y Unidad de Endoscopia digestiva del mismo Hospital de San José. La iconografía lograda en su Servicio de Lesiones hepáticas despertó la admiración del Dr. Harald Henning en sus dos visitas a Bogotá, y de esas manifestaciones fui testigo presencial.

Fue artífice y sostén de casi todas las convenciones de gastroenterología desde 1956 en adelante con numerosos trabajos científicos. En aquel ayer, 1966, fue un soporte para los cirujanos en la colocación de los tubos de Gogni Moreno y uno de Soutar con sobrevida a 6 meses para cáncer esofágico avanzado. Las diferentes técnicas de dilatación esofágica con bujías de Eder Puestow o con bujías de mercurio tipo Hurts, o con las bujías de caucho tipo Tucker, conducidas con hilo por vía retrógrada, alcanzaron destreza inigualable en sus expertas manos. Del 4 al 9 septiembre de 1967, bajo el patrocinio de la Sociedad Colombiana de Gastroenterología y de la Facultad de Medicina del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, organizó y desarrolló el primer curso de endoscopia digestiva en el país estrenando el primer equipo Storz de fibra de cuarzo e iluminación proximal. Luego, en 1969, realizó el segundo curso con la presencia de los profesores franceses Charles Debray y Pierre Housset del Hospital Bichat de París, y de Jhon F. Morrisey de Wisconsin, dando otro ejemplo de organización y esfuerzo docente.

Primera colangiografía endoscópica en 1974, con resultados presentados en la XXIV Convención de noviembre de 1975 en Montería:

Cuando no existía el internet ni los beneficios de la sistematización y cuando la tierra aun no era plana en comunicación, y todavía no era una "aldea global", hizo que prestantes figuras internacionales de la gastroenterología visitaran Colombia en plan de docencia, como Fernand Vicary, Jean Laurent Robert Jean Pierre, Lucien Leger de Francia y Norbert Henning de Erlangen, Alemania. En 1978, con el apoyo de la JICA, los profesores japoneses Yoshiki Hiki y Katsunori Saigenji, de la Universidad de Kitasato permanecieron en el Hospital de San José en labor docente durante 3 semanas, privilegio único con ningún otro centro colombiano. De España vino Armengol Miró y Pou Fernández; de Italia, Giorgio Dagnini. En pocas palabras, el profesor Arecio Peñaloza Rosas "nos presentó en sociedad", y para tener un punto de relación o de aproximación se recuerda que en esas décadas una carta a Europa o a Estados Unidos duraba 3 semanas y la respuesta otro tanto, y la excusa socorrida era que la comunicación no había sido recibida.

En una palabra la lista de profesores de todas las nacionalidades es larga y envidiable para destacar cualquier labor, me veo precisado a seguir citando nombres, pero es que a los grandes hay que nombrarlos.

De la escuela japonesa nos visitaron además Hirumi Shinya, Haruya Okabe, Riyita Fuyita, Tadashige Murakami, Keijiro Sugura, Nakajima, Yanao Oguro y Minoru Tajima. De Inglaterra Cristofher Wiliam y Peter Lord del Hospital Saint Mark de Londres. En fin… muchos más que se nos escapan, luminarias y eminentes todos. De Latinoamérica, innumerables y meritorios allá en la lejanía: Álvaro Badel y José H. Ocariz de Venezuela; para continuar la hermandad, Ramírez Degollado de México, Segal de Argentina y Hernán Espejo del Perú. Raimundo Llianos de Cuba, Pedro Llorens, Jorge Valenzuela de Chile, y Guido Villa Gómez de Bolivia. Aquí, hoy, como ayer, siempre presente.

Por su tenacidad y esfuerzo en un medio carente de recursos, usted vivió la espléndida saga del desarrollo de la endoscopia y la gastroenterología partiendo del equipo inicial Schindler y un Benedict o un Cameron; luego un equipo Machida de visión axial o terminal fe- bl o el de visión lateral fgs-bl, seguidos por el ACMI f8, con el cual nos entrenó, para continuar, más adelante, por toda la serie Olimpus y disfrutar así el desarrollo de la fibra óptica y luego de la videoendoscopia. No desmayó un solo instante para que su centro de enseñanza siguiera la senda del progreso en el manejo de la vía biliopancreática, con el apoyo del ultrasonido, la enteroscopia de doble balón, hasta llegar a la conmemoración de los 50 años, cuando invitó al profesor Nib Sohendra de Alemania al curso de vía biliar y pancreática.

Casi todas las instancias diagnósticas y terapéuticas de la especialidad fueron motivo de su dedicación y esfuerzo, partiendo de las biopsias hepáticas dirigidas por laparoscopia con agujas de Vin Silverman o Trucut, drenajes percutáneos de la vía biliar así como dilataciones neumáticas con el dilatador Brown-Mc-Hardy para acalasia.

Pero no solo trajo hasta nosotros docentes excelsos, sino que motivó y apoyó a muchos de sus colaboradores a entrenarse en diferentes países de Europa, Latinoamérica y en Estados Unidos. Entre ellos, agradecido, quien dirige a ustedes estas sinceras remembranzas, siempre con la visión de integrar el servicio de gastroenterología con los de cirugía, radiología, patología e imágenes diagnósticas. Por eso y mucho más, usted ha sido un guía, un conductor, un jefe, un maestro. Con usted es cierto que vivimos la penuria; gozar de la llegada de un equipo era algo transcendental y ello marcaba un verdadero acontecimiento. Cualquier deterioro o daño, así fuera mínimo, constituía una verdadera tragedia.

Esa inmensa y destacada empresa la llevó a cabo con la ayuda de otros compañeros de brega, Sidney Fassler, ya fallecido, y Luis Eduardo Castañeda, también expresidente, Raúl Piña y ahora, en la etapa final, con su dilecto hijo Arecio Peñaloza Ramírez, actual jefe del Servicio así como de sus discípulos, objeto primordial de sus desvelos.

En 1980 recibe al primer alumno de posgrado para Gastro-enterología y Endoscopia, segundo en hacerlo en Colombia.

En 1983 se practica la primera papilotomía endoscópica en un paciente con estenosis papilar. Adelantado a su tiempo y sin dejarse atropellar por los acontecimientos, cuando la endoscopia digestiva era solo diagnóstica, permitió entrenar a cirujanos en la endoscopia alta y ulteriormente en la integral y ampliada para beneficio del país. Alentó el entrenamiento de la enfermera auxiliar y graduada en el apoyo de la endoscopia digestiva y para ello dio impulso dentro de los cursos y convenciones nacionales a su docencia.

Cuando en un momento de locura nuestra Colombia estuvo a punto de descender al caos, usted sufrió ultraje, y una vez , aclarado el equívoco, con su honestidad y fuerte carácter propios de su personalidad regresó a la labor diaria al servicio de la patria y de sus conciudadanos sin expresar una sola queja ni musitar un desengaño. Así ha sido su noble corazón.

En los 55 alumnos que usted modeló imprimió seriedad para la comunicación de las experiencias alcanzadas, honestidad mental a toda prueba y decoro como primer peldaño para alcanzar la dignidad.

A fe que lo logró, ya que no conocemos en ninguno de los egresados desvarío alguno. Todos le pedimos al Altísimo para usted tranquilidad y reposo, meditando en sus logros, que han sido tantos, para tenerlo como un consejero insomne y noble amigo. Pienso que la vida se me parece a un torneo caballeresco con sus peligros y sus encantos; permítame su yelmo, su escudo y su coraza, para entregarlos a una juventud que hoy le admira y depositarlos ante el altar sagrado de la patria, y con una oración sentida, pedirle a Dios, nuestro señor, que su ejemplo no tarde en repetirse para el bien de Colombia.

Mil gracias.

Bogotá, Hotel Marriott, enero 31 de 2015.