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Cuadernos de Lingüística Hispánica

Print version ISSN 0121-053X

Cuad. linguist. hisp.  no.31 Boyacá Jan./June 2018

 

Lenguaje y comunicación

Ethos y temporalidad. El discurso de Juan Manuel Santos al recibir el Premio Nobel de la Paz*

Ethos and Temporality. The Nobel Peace Prize Speech Given by Juan Manuel Santos

Ethos y temporalité. Le discours de Juan Manuel Santos à la réception du Prix Nobel de la Paix

Ethos e temporalidade. O discurso de Juan Manuel Santos sobre o recebimento do Prémio Nobel Paz

GIOHANNY OLAVE** 

**El autor es doctor (c) en Lingüística de la Universidad de Buenos Aires; magíster en Educación de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina); magíster en Lingüística y licenciado en Español y Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira; becario del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET; becario de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo, AMEXCID; miembro del grupo de investigación Estudios del Lenguaje y la Educación (Colciencias, A) y docente de la Maestría en Lingüística de la Universidad Tecnológica de Pereira. Correo electrónico: olavearias@gmail.com


Resumen

En este artículo se analiza el discurso pronunciado por Juan Manuel Santos al recibir el Premio Nobel de la Paz, en diciembre de 2016. Desde una perspectiva interpretativa interdisciplinar del análisis del discurso, se utiliza la dimensión retórico-argumentativa del ethos para explorar la inscripción de la temporalidad en la construcción de la imagen de sí mismo, gestionada por el presidente en su alocución. El proceso analítico aplicado fue de orden inferencial, hacia la búsqueda de categorías emergentes sobre la base teórica de la noción de ethos discursivo. Como resultado, se explican los modos en que convergen el ethos y la temporalidad en un relato finalista del conflicto armado, orientado hacia la reparación de la imagen del mandatario, afectada durante el proceso de refrendación popular del acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC. En las conclusiones, se integran las dimensiones cronológicas, los planos de la identidad verbal y los recursos identificados, a través de la noción de ethos histórico.

Palabras clave: identidad verbal; ethos histórico; discurso político; conflicto armado colombiano; paz en Colombia

Abstract

This paper analyzes the speech given by Juan Manuel Santos when he received the Nobel Peace Prize in December 2016. From an interdisciplinary interpretive perspective of discourse analysis, the rhetoric-argumentative dimension of ethos is used to explore the inscription of the temporality in the construction of the image of himself, managed by the president in his speech. The analytical process applied was of an inferential order, towards the search of emerging categories on the theoretical basis of the notion of discursive ethos. The results explain the ways in which ethos and temporality converge in a finalist narrative of the armed conflict, aimed at repairing the image of the President, affected during the process of popular plebiscite of the peace agreement with the guerrilla FARC. In the conclusions, the chronological dimensions, the planes of verbal identity and the identified resources are integrated, through the notion of historical ethos.

Keywords: verbal identity; historical ethos; political discourse; Colombian armed conflict; peace in Colombia

Résumé

Dans cet article on analyse le discours prononcé par Juan Manuel Santos à la réception du Prix Nobel de la Paix, en décembre 2016. Dès une perspective interprétative in-terdisciplinaire de l'analyse du discours, on utilise la dimension rhétorique-argumentative de l'ethos pour explorer l'inscription de la temporalité dans la construction de l'image de soi-même, gérée par le président dans son allocution. Le processus analytique appliqué a été d'ordre inférentiel, vers la recherche de catégories émergentes sur la base théorique de la notion d'ethos discursif. Comme résultat, on explique les modalités oü l'ethos et la temporalité convergent dans un récit finaliste du conflit armé, orienté vers la réparation de l'image du mandataire, affectée pendant le processus du référendum populaire de l'accord de paix avec la guerrilla des FARC. Dans les conclusions, on intègre les dimensions chro-nologiques, les plans de l'identité verbale et les ressources identifiés, à travers la notion d'ethos historique.

Mots clés: identité verbale; ethos historique; discours politique; conflit armé colombien; paix en Colombie

Resumo

Este artigo analisa o discurso pronunciado por Juan Manuel Santos após receber o Prêmio Nobel da Paz, em dezembro de 2016. A partir de uma perspectiva interpretativa interdisciplinar da análise do discurso, a dimensão retórica-argumentativa do ethos é usada para explorar a inscrição de a temporalidade na construção da imagem de si mesmo, administrada pelo presidente em seu discurso. O processo analítico aplicado foi de ordem inferencial, para a busca de categorias emergentes na base teórica da noção de ethos discursivos. Como resultado, as maneiras pelas quais o ethos e a temporalidade convergem são explicadas em um relato finalista do conflito armado, orientado para a reparação da imagem do presidente, afetado durante o processo de aprovação popular do acordo de paz com os guerrilheiros das FARC. Nas conclusões, as dimensões cronológicas, os planos da identidade verbal e os recursos identificados estão integrados, através da noção de ethos histórico.

Palavras-chave: identidade verbal; ethos histórico; discurso político; conflito armado colombiano; paz na Colômbia

Introducción

Para el momento de la entrevista referida en el epígrafe, el presidente colombiano Juan Manuel Santos defendía vehementemente el proceso de paz que adelantaba con la guerrilla de las FARC-EP contra el escepticismo ciudadano y la oposición de algunos sectores políticos nacionales a ese proceso (Olave & Cediel, 2015). Dos años después se firmaría el acuerdo final de los diálogos; la ciudadanía lo rechazaría a través de un plebiscito y se aprobaría finalmente un acuerdo modificado, vía Congreso de la República. En diciembre de 2016 y frente al asombro de los opositores al acuerdo firmado, Santos recibiría el Premio Nobel de la Paz en Noruega. El objetivo de este artículo es analizar el discurso de aceptación de ese premio, enfocando en la construcción que el presidente Santos hizo de su propia imagen y la relación de ese ethos con las condiciones políticas de producción del mismo discurso.

El estudio de la imagen de sí mismo del presidente Santos cuenta con algunos antecedentes, desde la semiótica discursiva, el análisis crítico del discurso y la retórica argumentativa. Desde el primer enfoque, se ha enfatizado en la movilización de diversas imágenes de sí mismo a través de las cuales Santos ha pretendido legitimar el proyecto de la paz con las guerrillas y ha lidiado con la opinión pública, en un proceso de desgaste continuo desde 2010 (Vásquez, 2014, 2016). Los análisis críticos del discurso, por su parte, no se han interesado especialmente en la construcción de la imagen presidencial, pero sí han insistido en los mecanismos intencionales puestos en juego en sus discursos para legitimar el modelo neoliberal de gobierno: la oposición amigos/enemigos de la paz, el uso del tópico de la unidad nacional como parte de la legitimación del proceso de paz y la estabilización de principios y valores culturales asociados con el neoliberalismo (Flórez, 2015; Mendoza, 2017; Pardo, 2015; Villarraga, 2012). Desde una perspectiva retórica de la argumentación, Olave (2012a, 2012b, 2015) ha avanzado en la reconstrucción e interpretación de las lógicas que subyacen a la imagen presidencial de Santos tras las condiciones sociopolíticas de la transición hacia la paz con las FARC-EP.

Este análisis propone que el discurso de recepción del Nobel transparentó un esfuerzo del sujeto por inscribirse a sí mismo en un relato histórico que lo favoreciera y que reparara el desgaste de su imagen presidencial. Ese desgaste había sido advertido por la prensa y las encuestadoras de opinión (Datexco, 2016; Europa Press, 2015; Gallup, 2016) durante el segundo periodo presidencial de Santos (2014-2018), pero tuvo sus efectos más graves en la desaprobación de los ciudadanos al texto de los acuerdos de paz. En esta crisis de gobernabilidad, la noticia del Nobel abrió el espacio para que el presidente capitalizara la firma de los acuerdos a favor de su gestión del conflicto armado interno. El discurso se concentró, entonces, en la construcción de un ethos que contrarrestara las condiciones adversas de favorabilidad política que imponía la coyuntura.

Utilizo aquí la noción de ethos discursivo, desde la perspectiva francesa de análisis del discurso. Para Amossy (2010, p. 15), la construcción de la imagen de sí mismo a través de su propia palabra está en el centro de todos los discursos que circulan en el espacio social. Toda vez que decir es revelarse a sí mismo,

[d]iciendo 'yo', el locutor construye en su enunciación una imagen de sí al mismo tiempo que se constituye en sujeto. Es a través de esta imagen que él se identifica -que él se da a ver de una forma que permite situarlo socialmente y distinguirlo individualmente por unos rasgos particulares. Cualesquiera que sean los datos preexistentes que posee el interlocutor sobre el sujeto hablante, el uso de la lengua los retoma y recrea. Esto entraña una dinámica intersubjetiva donde son renegociados el 'quién soy yo para mí', 'quién soy yo para ti' y, sobre todo, 'quién quiero ser para ti'. (Amossy, 2010, p. 105)

En efecto, la construcción de un ethos cumple funciones persuasivas en el discurso, pues el locutor deliberadamente espera ganar la adhesión de sus auditorios mostrándose digno de confianza. Asimismo, esa construcción no siempre se refiere a una persona singular, sino que el sujeto puede proyectarse como portavoz de un grupo; una instancia plural que se expresa a través de quien se muestra como su representante. La noción de "ethos colectivo" (Orkibi, 2012) da cuenta de ese uso del ethos en el espacio público.

En otros casos, la dimensión argumentativa del ethos radica en el esfuerzo del locutor por reparar el daño que haya podido sufrir su imagen, a causa de las representaciones culturales e ideológicas que lo condicionan como sujeto público, o debido a las declaraciones explícitas que han orientado percepciones negativas sobre su persona. Todo ethos discursivo responde a esa imagen previa al ethos (ethos préalable) y conduce a su reelaboración o modulación, según las necesidades argumentativas y las condiciones de producción de cada enunciado (Amossy, 2014, p. 24). Desde el punto de vista estratégico y particularmente en el ámbito corporativo, las reparaciones pueden concentrarse en negar las ofensas, evadir las responsabilidades, reducir la gravedad de las afrentas, implementar acciones correctivas o mostrarse profundamente afligido (Benoit, 2015).

En la misma línea retórico-argumentativa, Mainguenau (2010, p. 209) resume la visión discursiva del ethos con tres características definitorias: 1) es una noción discursiva, no una construcción exterior a la palabra, pero no es exclusiva de la oralidad ni de la interacción cara a cara; 2) está vinculada a un proceso interactivo de influencia del otro u otros (personales, institucionales, culturales, históricos, etc.); y 3) es una noción comunicativamente situada, que debe examinarse en la situación específica en que se produce y en su coyuntura sociohistórica. El mismo autor distingue, además, desde el punto de vista del productor, entre un ethos dicho (cuando el enunciador habla sobre sí mismo) y un ethos mostrado (los aspectos inscritos en el texto que quedan como huellas de la autocon-cepción que vehicula una imagen para construir: estilo, tono, procedimientos, relaciones, etc.). Esa distinción, sin embargo, aparece imbricada estratégicamente a lo largo de los textos, como ruptura o convergencia entre ethos dicho y mostrado, o como desplazamiento del primero por el segundo, con diversos desafíos para el analista (Maingueneau, 2014).

En ese sentido analítico, Maingueneau (2014, pp. 32-33) ha propuesto atribuir tres dimensiones al ethos, más o menos dependientes de la naturaleza de los textos examinados: 1) la dimensión "categorial" o de los roles discursivos y sus condiciones extradis-cursivas, ligadas a las actividades involucradas en el uso de la palabra (ethos del abogado, del predicador, del docente, etc.); 2) la dimensión "experiencial" o de las características sociopsicológicas estereotípicas (ethos sensato, crítico, femenino, etc.); y 3) la dimensión "ideológica" o de los posicionamientos en un campo social (ethos liberal, anticlerical, ecologista, etc.). Toda vez que se presentan como dimensiones, las tres interactúan en la construcción del ethos, pueden fluctuar entre lo individual y lo colectivo, e involucran estrechamente al ethos previo para reafirmarlo, repararlo o reorientarlo.

En este artículo tendré en cuenta esas características y aspectos analíticos, pero me concentraré en introducir una dimensión que no ha sido atendida en las discusiones sobre el ethos, la inscripción de la temporalidad, y que utilizo como clave de interpretación del discurso de recepción del Nobel de la Paz.

En el siguiente apartado especificaré el método de análisis y caracterizaré el texto utilizado como corpus. Posteriormente presentaré los resultados enfatizando en la orientación temporal del ethos (pasado o anterior, presente y futuro o posterior) e ilustrando con algunos ejemplos del discurso de recepción del Nobel. En último término, concluiré caracterizando la construcción del "ethos histórico" en el discurso del presidente Santos y relacionándolo con sus funcionalidades políticas en la coyuntura de los acuerdos de paz con las guerrillas colombianas.

1. Método

Utilizo la perspectiva interpretativa interdisciplinar del análisis del discurso como práctica que relaciona materiales textuales auténticos con saberes referidos al campo en que han sido producidos (Arnoux, 2009 ). Asumo como corpus de análisis el discurso con el que Juan Manuel Santos aceptó el Premio Nobel de la Paz, pronunciado en la ceremonia del 9 de diciembre de 2016 en Oslo, Noruega. Este texto fue titulado "La paz en Colombia: de lo imposible a lo posible" y su transcripción está disponible en la página web oficial de la Presidencia de la República.

El proceso analítico aplicado fue de orden inferencial, hacia la búsqueda de categorías emergentes sobre la base teórica de la noción de ethos discursivo. A partir de los indicios o huellas de regularidades capturadas en sucesivas lecturas, el procedimiento ab-ductivo (encadenamiento de hipótesis a partir de confrontaciones con el corpus) permitió identificar, describir y relacionar esas huellas como indicios reveladores de lógicas de construcción del texto analizado. De esta forma, se determinaron tres categorías emergentes como claves de interpretación del discurso de recepción del Nobel: ethos anterior, ethos presente y ethos posterior, según la inscripción de la temporalidad en la construcción de la imagen gestionada por el propio locutor. Por último, las categorías mencionadas fueron integradas teóricamente para configurar la noción de ethos histórico como eje estructurador del discurso interpretado.

2. Resultados: la temporalidad en el ethos

El discurso de aceptación del Premio Nobel declara la finalización del conflicto armado colombiano, a través de la inserción de este fenómeno en un relato de orden testimonial y aleccionador. Así, el locutor se inserta a sí mismo como protagonista o agente del cambio histórico, que desempeña diferentes roles en el desarrollo de ese relato finalista de la guerra. La configuración de su propia imagen se apoya sobre las etapas de la narrativa construida acerca del fin de la guerra; fases que vienen a representar la superación de un pasado violento, la celebración de un presente exitoso y la agenda programática para un futuro pacífico global.

Esos efectos de sentido en el ámbito retórico (superación del pasado, celebración del presente y programación del futuro) forman parte de la construcción del ethos, ya que se derivan de la introducción de diversos agentes a quienes se atribuye la movilización de esos cambios, su construcción como testimonio y su proyección como lección o legado para los tiempos venideros.

El análisis de la temporalidad en el ethos es la reconstrucción de esos agenciamientos orientados argumentativamente y puestos en escena bajo escenografías enunciativas (Maingueneau, 2010) que combinan el testimonio político y la prédica moral. Así, el discurso de recepción del Nobel añade a las características del discurso de agradecimiento, esperados en esta situación, rasgos más propios del testimonio (Simón, 2014) y la predicación (Arnoux, 2015) en la escena política: el relato de un acontecimiento vivido, la centralidad del sujeto como protagonista de esa experiencia, la introducción del conflicto o de las dificultades de la vivencia y la reflexión moral/espiritual del sujeto en torno a los hechos, que deriva hacia la enumeración de aprendizajes adquiridos para la humanidad y la prescripción de agendas públicas o de misiones colectivas.

A continuación examino los rasgos enunciados como parte de la inscripción de la temporalidad en las imágenes de sí construidas por Juan Manuel Santos.

3. El ethos anterior o la imagen de sí mismo en el pasado

La inscripción del sujeto en el pasado no se refiere a las imágenes previas (prestigio, estatus, prejuicios, etc.) sobre la persona, que circulan en el espacio social y con las cuales ella debe lidiar al construir su ethos, sino a la referencia que el locutor hace sobre su sí mismo del ayer ("el sujeto que fui"). La inserción en el pasado exige mostrar el rol autoatribuido en los acontecimientos que conformaron el ayer y el grado de protagonismo o distanciamiento con respecto a esos hechos.

Para el caso que nos ocupa, el relato de un pasado violento que ha sido superado requiere la construcción de un ethos anterior protagonista de las acciones que permitieron dejar atrás el conflicto armado. Esa construcción se resolverá a través de una agentividad causativa (Cuartero, 2000) que no solo determina cuáles fueron los efectos de las acciones ejecutadas, sino que además las coordina con los atributos del sujeto político presidencial, es decir, las institucionaliza:

He sido líder en tiempos de guerra -para defender la libertad y los derechos de los colombianos- y he sido líder para hacer la paz.

Por eso puedo decirles, por experiencia propia, que es mucho más difícil hacer la paz que hacer la guerra. Cuando es necesario, debemos estar preparados para luchar, y a mí me correspondió -como ministro de Defensa y como presidente- combatir a los grupos armados ilegales en mi país. Lo hice con efectividad y contundencia, cuando los caminos de la paz estaban cerrados. (Santos, 2016), (cursivas añadidas)

El anclaje de la imagen del líder a las figuras institucionales (el ministro de Defensa y el presidente de la nación) permite presentar las acciones ejecutadas en el pasado como requisitos del carácter de esas figuras, ante las cuales el sujeto demuestra que fue competente para cumplir con efectividad y contundencia. El contraste entre la guerra y la paz en todo el discurso y especialmente en la cita extraída, utiliza el paralelismo para orientar el sentido hacia la determinación de los agentes de las acciones: hacer la paz aparece más adscrita al líder que habla, mientras que hacer la guerra se presenta como una acción de difícil ejecución y de agencia borrada, como en la nominalización tiempos de guerra y en los eufemismos defender la libertad..., luchar y combatir. Por esta razón, el locutor se construye como el líder obligado (me correspondió) a hacer la guerra. Es esa imagen de sí en el pasado la que autoriza al locutor para encarnar al político que puede prescribir acciones desde la posición institucional: debemos estar preparados para luchar y combatir, sentencia el locutor, basado en la experiencia que capitaliza a su favor.

El relato de esa experiencia incluye la capacidad de haber sorteado dificultades relacionadas con el proceso de paz; específicamente, los resultados negativos del plebiscito son introducidos en el relato para encadenar acciones ejemplares, en el rol de jefe de Estado :

Como Jefe de Estado, entendí la trascendencia de este resultado adverso, y convoqué de inmediato a un gran diálogo nacional por la unión y la reconciliación. Me propuse convertir este revés en una oportunidad para alcanzar el más amplio consenso que hiciera posible un nuevo acuerdo.

Me dediqué a escuchar las inquietudes y sugerencias de quienes votaron "No", de quienes votaron "Sí", y también de los que no votaron -que eran la mayoría-, para lograr un nuevo y mejor acuerdo, un acuerdo que toda Colombia pudiera apoyar. (Santos, 2016), (subrayas y cursivas añadidas)

Entender la dificultad para convertirla en oportunidad y dialogar con todos para mejorar el acuerdo de paz son las acciones que refuerzan la imagen ejemplar del presidente como líder experimentado. La mirada en retrospectiva del rechazo plebiscitario le permite al locutor presentar el fracaso como éxito a través de la carga autoelogiosa -aunque indirecta- en la construcción de su propia imagen.

La figura del líder demócrata, dialogante y abierto al disenso, desplaza la problemática de la falta de unidad nacional en torno al proyecto gubernamental de paz (unidad que se buscó muy tarde, como reacción al rechazo de la ciudadanía) e, inclusive, hace de la apatía pública frente a ese proyecto un tema lateral, a modo de inciso comentativo (ver los guiones largos en la cita) que mitiga la gravedad del voto mayoritariamente negativo en los resultados del plebiscito. En este sentido, si bien la abstención de los votantes dejó en evidencia que la victoria del No había sido pírrica, en el discurso de recepción del Nobel ese dato es capitalizado como prueba de la grandeza del estadista, quien lograría transformar tanto la inconformidad como la indiferencia en un nuevo y mejor acuerdo consensuado, como se reitera en los subrayados de la cita.

No obstante, la refrendación del acuerdo finalmente no respondió a ese consenso nacional desde la participación directa, declarado en el discurso del Nobel, sino a un mecanismo indirecto de aprobación ciudadana, vía el Congreso de la república (BBC Mundo, 2016). La presión de los sectores de oposición al acuerdo de paz, que ya habían logrado convertir el secretismo oficial en torno al proceso en motivo de sospecha y deslegitimación, argumentó que la decisión de refrendar indirectamente los acuerdos significaba un desconocimiento gubernamental de la voluntad popular y de su rechazo a lo pactado con la guerrilla en La Habana (Restrepo & Ramírez, 2016). Para el momento de recepción del Nobel, el No mayoritario en el plebiscitio y la consecuente y criticada referendación fast track de los acuerdos debían transmutarse en beneficio de la imagen del presidente:

Hace tan solo seis años los colombianos no nos atrevíamos a imaginar el final de una guerra que habíamos padecido por medio siglo. Para la gran mayoría de nosotros, la paz parecía un sueño imposible [...] Al igual que la vida, la paz es un proceso que nos depara muchas sorpresas. Tan solo hace dos meses, los colombianos -y de hecho el mundo entero- quedamos impactados cuando, en un plebiscito convocado para refrendar el acuerdo de paz con las FARC, los votos del "No" superaron por estrecho margen a los votos del "Sí". Fue un resultado que nadie imaginaba [...].

Los colombianos nos sentíamos como habitantes de Macondo: un lugar no solo mágico sino también contradictorio. (Santos, 2016), (subrayas y cursivas añadidas)

La pronominalización cambia el singular de las citas anteriores por el plural de la primera persona para diluirse en el colectivo los colombianos, la gran mayoría de nosotros y el mundo entero. El paso del singular al plural aparece coordinado con la introducción del tema del plebiscito perdido en las urnas, de modo que ese resultado no señala la responsabilidad del presidente o de su gobierno, sino que la oblitera y hace parecer que se generó espontáneamente frente al asombro de los colectivos construidos. En efecto, el resultado de la votación es categorizado como una sorpresa inimaginable (en los subrayados), cuya naturaleza no tendría que ver con lo político, sino con lo literario: la referencia al mundo macondiano servirá aquí para despojar al hecho de su politicidad y estetizar la anécdota. La dimensión fáctica cede ante el estatuto de lo real-maravilloso, con lo cual el realismo mágico -usado estratégicamente- cierra la pregunta por el descontento popular frente a los acuerdos de paz negociados:

Muchos recordamos entonces un pasaje de Cien Años de Soledad, la obra maestra de nuestro Premio Nobel, Gabriel García Márquez, que de alguna manera reflejaba lo que estaba pasando :

"Era como si Dios hubiera resuelto poner a prueba toda capacidad de asombro, y mantuviera a los habitantes de Macondo en un permanente vaivén entre el alborozo y el desencanto, la duda y la revelación, hasta el extremo de que ya nadie podía saber a ciencia cierta dónde estaban los límites de la realidad". (Santos, 2016)

Si la pérdida del plebiscito responde a la cotidianidad extravagante de Macondo, no es necesario explicar las causas ni los efectos de ese hecho que diagnosticaba una crisis de la relación de la ciudadanía con el proyecto gubernamental de la paz. El desplazamiento de lo político por lo literario no es más que la elusión de los problemas democráticos y de sus explicaciones, a través del recurso a lo sublime, que despolitiza la realidad y orienta al auditorio, más allá de la persuasión, hacia la admiración de lo extraordinario y al éxtasis de lo prodigioso (Longino, 2007). En este mismo sentido he mostrado en otros trabajos (Olave, 2015, 2016) que el discurso presidencial de Santos se vale del tono epidíctico elogioso para gestionar y restarle fuerza de afectación negativa a asuntos polémicos en el espacio público.

Es a través de la imagen del líder que se yergue sobre la colectividad anónima sorprendida (los colombianos, el mundo entero), como se declara haber superado el resultado "macondiano" del plebiscitio refrendatorio. Aquí, el talante del político que dialoga con la oposición queda resaltado como valor principal en la imagen de sí; de hecho, aparece explícitamente en varios tramos del discurso analizado, como parte del testimonio histórico relatado autobiográficamente:

El profesor Ronald Heifetz, fundador del Centro de Liderazgo de la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard, de donde me gradué, me dio un sabio consejo: "Cuando se sienta desanimado, cansado, pesimista, hable siempre con las víctimas. Son ellas las que le darán ánimo y fuerzas para continuar". Y así ha sido. Siempre que pude, hablé con las víctimas de esta guerra y escuché sus desgarradoras historias [...]

Hay que estar dispuestos a tomar decisiones difíciles, audaces, muchas veces impopulares, para lograr el objetivo final de la paz [...]. Esto significó, en mi caso, acercarme a gobiernos de países vecinos con quienes tenía, y aún tengo, profundas diferencias ideológicas. (Santos, 2016), (cursivas añadidas)

La imagen de sí mismo en el pasado relatado está orientada hacia la apertura permanente al diálogo como principio ético. Así, tanto la figura prestigiosa del graduado de Harvard como la institucional del presidente audaz insisten en la estabilidad de un modo de ser y hacer en privado y en público, esto es, borran la frontera entre el ciudadano y el político en función de la conducta ejemplar. De ahí que la alusión al acercamiento a los países vecinos (Venezuela y Cuba) para adelantar el proceso de paz se realice desde una voz ambigua en la que se confunden las posiciones ideológicas del sujeto presidente con las del conjunto de la nación que él lidera. El ethos del pasado se inserta comúnmente en tramos autobiográficos en los cuales se quiere enfatizar en la experticia histórica del presidente, encadenando las imágenes de sí privadas con las públicas. Los testimonios, insertos en escenas políticas muy variadas, son un recurso con una larga tradición en la construcción retórica de la autoridad, que usualmente contrarresta momentos de deslegitimación o de críticas con respecto a la gobernanza. Estos usos permiten plantear lo que denomino ethos anterior como subsidiario y funcional a los requerimientos de refuerzo y aprobación de la imagen presidencial en el periodo analizado. Con la fuerza emotiva del testimonio, esa palabra desde el yo he sido o yo logré buscó autorizar a la figura del presidente en medio de las dificultades de gobernabilidad y popularidad que enfrentaba en el momento de recibir el Premio Nobel.

4. El ethos presente o el anclaje de sí mismo en el acontecimiento

El locutor no solo utiliza el momento presente como un espacio externo donde inserta su discurso, sino que también construye ese momento de maneras particulares en el continuum de la historia. Así, el ahora puede revelarse como el final de una etapa o como el principio de otra; puede ser presentado también bajo los signos de la continuidad o del cambio, como repetición o diferencia que el locutor insta a celebrar o a lamentar, de acuerdo con el modo en que se inserte él mismo en esa historicidad. La inscripción del presente en la construcción de la imagen de sí mismo ata el acontecimiento a la persona que lo refiere, de manera que mostrando el presente se muestra al mismo tiempo al sujeto de ese presente.

Cuando se trata de un ahora coyuntural y definitivo en la transición de la guerra hacia la paz, como en el caso que nos ocupa, el ethos se revela también como protagonista triunfante en un presente celebratorio: "tengo el honor de estar hoy aquí, compartiendo lo que aprendimos en nuestra ardua experiencia".

El tópico del aprendizaje sobre las experiencias del pasado aparece en todo el discurso como eje estructurante que posiciona al locutor en el lugar del que puede convertir su testimonio en modelo de una práctica. En primera instancia, el modelo es autorizado por la historia de la violencia colombiana y por el relato de la lucha contra ella. Este plano le permite al locutor introducir el problema del narcotráfico como un agente causal de las problemáticas sociales, en el mundo, y desde esa posición, presentarse como evaluador autorizado de la situación:

Tenemos autoridad moral para afirmar que, luego de décadas de lucha contra el narcotráfico, el mundo no ha logrado controlar este flagelo que alimenta la violencia y la corrupción en toda nuestra comunidad global [...]

La forma como se está adelantando la guerra contra las drogas es igual o incluso más dañina que todas las guerras juntas que hoy se libran en el mundo. Es hora de cambiar nuestra estrategia. (Santos, 2016), (cursivas añadidas)

Pero, la referencia al cambio en la estrategia prohibicionista frente a las drogas solo constituye una declaración programática en el discurso de Santos. Se trata de una reiteración de su posicionamiento (Sánchez, 2016) que, sin embargo, no tiene correlato con las prácticas gubernamentales llevadas a cabo en esta materia. Insistir en el replanteamiento de la lucha contra las drogas tiene fuerza en el discurso para construir la imagen progresista del presidente nobel de paz, pero la incapacidad política de adelantar medidas efectivas de despenalización y de salud pública para las drogas señala la función estrictamente retórica de este tema en el discurso del Nobel. El evento es interpretado entonces como un espacio de oportunidad para declararse en favor de iniciativas de avanzada y formar parte de los líderes audaces que "navegan a contracorriente". Santos concentra la construcción de su ethos presente en esa inscripción de su figura dentro del grupo de los valientes:

Y debo decir que me siento honrado y al mismo tiempo humilde al unirme a la línea de valientes e inspiradores hombres y mujeres que, desde 1901, han recibido el más prestigioso de los premios [...]

Es bueno recordar ahora la incisiva pregunta de Bob Dylan, mi colega en la recepción del Premio Nobel este año, [...]. (Santos, 2016)

En este segundo plano de autorización del locutor, gestionada por él mismo, la referencia a los galardonados con el Nobel hace del homenaje a ellos un homenaje al propio locutor, toda vez que se les menciona como un conjunto ejemplar dentro del cual el presidente nobel viene a insertarse. La lista de esos colegas e inspiradores se hace extensa a medida que avanza el discurso: Bob Dylan, Gabriel García Márquez, Yitzhal Rabin, Malala Yousafzai, Barack Obama, Al Gore, Jody Williams, la Unión Europea, el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change), los artífices de la paz en Medio Oriente, Centroamérica, Sudáfrica e Irlanda del Norte. El listado de líderes y la referencia a sus labores históricas reconocidas contribuye a introducir el proceso de paz colombiano y a sus artífices en la historia de la paz mundial.

No obstante, como se puede reparar en las citas de esta sección, la doble celebración del presente y de sí mismo no cae en la trampa vanidosa del autoelogio, que sería contraproducente en la construcción de la imagen del político (Cicerón, 1997). En cambio, se trata de una celebración extendida a diversos colectivos, a través de la cual el sujeto se diluye en figuras como las del pueblo de Colombia, mis compatriotas, etc., para resaltar el momento y dejar en segundo plano a sus protagonistas:

Hoy, luego de seis años de serias y a menudo intensas, difíciles negociaciones, puedo anunciar a ustedes y al mundo, con profunda humildad y gratitud, que el pueblo de Colombia -con el apoyo de nuestros amigos de todo el planeta- está haciendo posible lo imposible.

Cuando me preguntaban si yo aspiraba al premio Nobel, siempre respondía que para mí el verdadero premio era la paz de Colombia. Porque ese es el verdadero premio: ¡la paz de mi país!

Y esa paz no es de un presidente ni de un gobierno, sino de todo el pueblo colombiano, pues la tenemos que construir entre todos. Por eso este premio lo recibo en nombre de cerca de 50 millones de colombianos -mis compatriotas-. (Santos, 2016), (cursivas y subrayas añadidas)

La caracterización de las negociaciones de paz (largas, serias, intensas y difíciles) amplifica positivamente el papel desempeñado por el presidente frente a un trabajo tan complejo que se le sintetiza como un hacer posible lo imposible. Humildad, honor y gratitud son los atributos que el sujeto muestra sobre sí mismo en la construcción de ese acontecimiento. La función principal de esas atribuciones y del desplazamiento del sujeto individual por el colectivo fue neutralizar las críticas de la oposición, que presentaban la firma de los acuerdos de paz bajo el signo de la impunidad, como un cálculo político para obtener el Premio Nobel y, al mismo tiempo, ponían en duda la objetividad en la decisión del comité noruego (CNN, 2016; Fajardo, 2016). En este sentido, el despliegue de las colectivizaciones enunciativas resaltadas en cursiva y la negación enfática subrayada en la cita activan la homogenización de los posicionamientos en favor de los acuerdos de paz, es decir, borra las opiniones desfavorables en torno al tema y aísla los disensos a través de un efecto de unidad y solidaridad humanas:

Somos todos seres humanos. Para quienes somos creyentes, somos todos hijos de Dios. Somos parte de esta aventura magnífica que significa estar vivos y poblar este planeta [...] Despertemos la capacidad creadora para el bien, para la construcción de la paz, que reside en cada alma. Al final, somos un solo pueblo y una sola raza, de todos los colores, de todas las creencias, de todas las preferencias. Nuestro pueblo se llama el mundo. Y nuestra raza se llama humanidad. (Santos, 2016), (cursivas añadidas)

En estos tramos, el discurso del Nobel se hace eco de los géneros de predicación (Arnoux, 2015) para hacer del colectivo humano un colectivo cristiano, lo cual borra efectivamente las marcas de singularidad ideológica frente al asunto político involucrado. La paz aquí ya no es un tema político, sino espiritual: las referencias a Dios, al alma, al bien y al despertar colectivo resultan fundamentales para ese reenmarcamiento de la paz de su dimensión social al marco más religioso y espiritual que le asigna el locutor. La insistencia en el somos y sus estatutos colectivos (humanos, creyentes, hijos de Dios, planeta, pueblo, raza, todos, mundo y humanidad) construye al sí mismo del sujeto hablante como un nosotros expansivo e inclusivo que celebra la apoteosis del presente:

Con este acuerdo podemos decir que América -desde Alaska hasta la Patagonia- es una zona de paz.

Y podemos hacernos ahora una pregunta audaz: si la guerra puede terminar en un hemisferio, ¿por qué no pueden algún día los dos hemisferios estar libres de ella? Tal vez, hoy más que nunca, podemos atrevernos a imaginar un mundo sin guerra. (Santos, 2016), (cursivas y subrayas añadidas)

El efecto de coyuntura que marca ese ahora y ese hoy más que nunca hace de ellos un momento de transformación mundial que el locutor, como visionario, se encarga de hacer ver a los demás. La clave de esa autorización autogestionada es la reiteración de la perífrasis con el verbo poder (podemos decir, podemos hacernos, podemos atrevernos) modalizado de modo ambiguo, al mismo tiempo entre lo deóntico (el podemos como deber ser), lo alético (el podemos como deseo o posibilidad) y lo facultativo (el podemos como capacidad). En la polisemia modal del verbo poder, que ya ha sido advertida en diversos estudios (Koch, 1991; Brunelly & Bastos, 2011), el punto de convergencia es la construcción de la imagen de quien enuncia como un sujeto autorizado para determinar esas obligaciones, posibilidades o facultades, que pueden aparecer de manera simultánea. El discurso del Nobel aparece entonces ambiguamente modalizado con los usos perifrásticos del verbo poder, en función del efecto modelizante del ethos presente (la imagen autorizada del líder galardonado) y del efecto celebratorio sobre el momento representado (el efecto de coyuntura en que ancla ese sujeto autorizado).

5. El ethos posterior o la proyección en el futuro de la imagen de sí mismo

El sentido de la inscripción del futuro en el ethos está relacionado con el tópico de dejar un legado o de ser recordado de maneras específicas. Esa aspiración es sustancial al testimonio y, en general, a todo relato que acuda a la memoria de las experiencias personales para reflexionar sobre ellas. En el caso de las escenas políticas, el legado suele relacionarse con el testamento o herencia ideológica, partidaria y programática de las figuras históricas para prescribir "misiones" o mandatos dirigidos a los herederos (Simón, 1998). El texto testamentario está atravesado por esa idea de trascendencia de las ideas por encima de los hombres y resulta, por tanto, estratégico en la construcción de la imagen del político como sujeto histórico.

Del mismo modo, los géneros de predicación, como el sermón, la catequesis y la homilía, entre otros, también introducen la dimensión histórica del acontecimiento que refieren para actualizar de diversos modos el mensaje religioso; uno de esos modos, facilitado por el género, es el deslizamiento hacia lo político (Arnoux, 2015). En cuanto a su inscripción del futuro, algunos estilos particulares de la predicación, como el profético, le permiten al orador proyectar su propia imagen en el futuro que vaticinan en forma de revelación, es decir, como realidad o vistazo de ella, gracia espiritual que es privilegio del predicador.

La construcción del ethos posterior aparece también en el discurso de recepción del Nobel, a propósito del proceso de paz adelantado. Parte de la imagen del líder visionario es esa capacidad de proyectar el logro de los propósitos trazados y, a partir de ahí, instalarse a sí mismo en un futuro realizado plenamente, desde donde se pueda mirar hacia atrás con la satisfacción de las metas cumplidas:

No me cabe duda de que este modelo será uno de los grandes legados del proceso de paz de Colombia [.]

Qué bueno poder decir que el fin del conflicto en Colombia -el país más biodiverso del mundo por kilómetro cuadrado- traerá importantes dividendos ambientales. Al reemplazar los cultivos ilícitos por cultivos legales, la deforestación generada para sembrar coca disminuirá. Además, ya no se verterán millones de barriles de petróleo a nuestros ríos y mares por causa de atentados a la infraestructura petrolera. (Santos, 2016)

El sujeto queda adherido a los hechos proyectados como aquel que es capaz de augurarlos, en la primera cita, o de predecirlos, en la segunda. Los legados del proceso de paz son realidades ubicadas en el futuro, pero no por ello menos fácticas; como en el ethos anterior, donde se construía una cadena causal entre actos y efectos, en el ethos futuro también ese efecto de causalidad involucra al presidente nobel como agente protagónico de la utopía, en este caso, económico-ambiental. En la peroración o epílogo del discurso, ese presagio se vuelca hacia lo programático:

[...] tenemos que cambiar desde adentro. Tenemos que cambiar la cultura de la violencia por una cultura de paz y convivencia; tenemos que cambiar la cultura de la exclusión por una cultura de inclusión y tolerancia [...]. En un mundo en que los ciudadanos toman las decisiones más cruciales -para ellos y para sus naciones- empujados por el miedo y la desesperación, tenemos que hacer posible la certeza de la esperanza.

En un mundo en que las guerras y los conflictos se alimentan por el odio y los prejuicios, tenemos que encontrar el camino del perdón y la reconciliación. En un mundo en que se cierran las fronteras a los inmigrantes, se ataca a las minorías y se excluye a los diferentes, tenemos que ser capaces de convivir con la diversidad y apreciar la forma en que enriquece nuestras sociedades [...] Nuestro pueblo se llama el mundo. Y nuestra raza se llama humanidad. Si entendemos esto, si lo hacemos parte de nuestra conciencia individual y colectiva, entonces podremos cortar la raíz misma de los conflictos y de las guerras. (Santos, 2016), (cursivas añadidas)

El programa político queda establecido desde la voz autorizada del líder que se une al colectivo más amplio como guía, apelando a los valores compartidos: la convivencia, la inclusión, la tolerancia, la esperanza, el perdón y la reconciliación. Pero esa guía no solo es política, sino también espiritual; el presidente se asume predicador o misionero de la humanidad entera y desde allí ordena lo que es correcto. El contraste con los antivalores desplegados casi antonímicamente y los paralelismos construidos con la anáfora lírica En un mundo..., refuerza la posición del sujeto que diagnostica y salva a través del testimonio de su experiencia, extendida hacia el futuro prometedor con la construcción deóntica reiterada (tenemos que y podremos). La paz frente a la guerra, la primera como presente y la segunda como pasado, efectúan el principal contraste para construir el futuro feliz y mundial de esa transición.

El epílogo, en fin, hace del mandato a los seguidores una prédica que anuncia la extensión de la paz más allá de las fronteras colombianas, siempre que se asuma el proceso liderado por el locutor como un modelo o un ejemplo de gestión de los conflictos sociales y humanos. La arenga final, anclada en la catequesis del sermón, es elocuente en este sentido:

"El sol de la paz brilla, por fin, en el cielo de Colombia. ¡Que su luz ilumine al mundo entero!"

6. Conclusión: el ethos histórico

En este artículo interpreté el discurso de recepción del Nobel de la Paz del presidente Juan Manuel Santos como un modo de gestión política del ethos. En los resultados expliqué los efectos de sentido que, en el aspecto retórico, se desprendieron de la construcción de su propia imagen: la superación de un pasado violento, la celebración de un presente glorioso y la agenda programática para un futuro de paz mundial. La inscripción que hizo el sujeto de sí mismo en un relato con pasado, presente y futuro, constituye la construcción de un ethos histórico. Ese adjetivo del ethos apunta tanto a la dimensión cronológica, que queda inscrita en la configuración de la imagen del locutor, como a la orientación positiva de relevancia, que anida en el sentido de aquello que se evalúa como algo "histórico": excepcional, admirable y memorable.

El relato en el cual se insertó el ethos histórico está marcado por los lugares de la aserción enfática y la ambigüedad triplemente deóntica, alética y facultativa que vehicula los usos del verbo poder. A esa orientación contribuyeron las conjugaciones del plural de la primera persona, que mitigaron el protagonismo del sujeto individual sin perder el efecto de autorización dentro de los colectivos en los que se insertaba. Estos recursos se incorporaron en escenografías enunciativas mixtas, pero convergentes, que activaron el testimonio y la predicación con orientación hacia lo político. Esta convergencia estuvo facilitada, además, por la tradición de sus géneros, en la cual el testimonio religioso es concebido como clave central de la veracidad de las creencias y de propagación de las revelaciones (Arboleda, 2011).

El ethos histórico está conformado por tres planos que se articulan en esas escenografías. La dimensión categorial o del tipo de rol que el sujeto se atribuye corresponde al del testimoniante y del predicador, más o menos imbricados en algunos tramos del discurso y en otros con mayor énfasis sobre alguno de esos roles. La dimensión experiencial o de la reproducción de rasgos sociopsicológicos estereotípicos corresponde a la imagen del líder o guía experimentado, devenido en experto gracias a las circunstancias vividas y a las dificultades superadas. Finalmente, en una dimensión ideológica, el sujeto se construye como abanderado del pacifismo, el altruismo y la solidaridad humana. Estas especificidades configuran el ethos histórico porque se presentan enmarcadas en la construcción de un relato finalista sobre el conflicto armado colombiano y, al mismo tiempo, contribuyen a desplegarlo orientando la interpretación del pasado como superación, del presente como celebración y del futuro como programa.

El ethos histórico construido se orientó hacia la reparación de la imagen del presidente, deteriorada por las críticas al acuerdo de paz firmado y por el descontento general sobre su gestión gubernamental. El discurso del Nobel hizo de la instauración del relato de la guerra y de la paz un modo indirecto de rendición de cuentas cuyos logros -elevados y sublimes- resultaban impermeables a las acusaciones en su contra y a las amenazas a su imagen.

La dicotomía paz/guerra, que dominó la campaña de reelección del presidente Santos como estrategia de reacción a la oposición uribista (Flórez, 2015; Mendoza, 2017; Vás-quez, 2016), aparece también en el discurso de aceptación del Nobel como un trasfondo en el paso de la guerra hacia la paz. Ese efecto de transición o coyuntura le permitió a Juan Manual Santos presentarse como uno de los protagonistas de la historia mundial de la paz.

Por último, la transición de la guerra hacia la paz, en el discurso de Santos, forma parte de la construcción de una "retórica de la victoria" (Olave, 2017) en el final del conflicto armado, según la cual los acuerdos firmados representaron el triunfo del gobierno sobre las guerrillas y sobre la violencia de medio siglo en el país, y la paz misma fue presentada como la victoria final ante la opinión pública. En ese marco, el espacio de recepción del Nobel sirvió para confirmar ante el mundo y, especialmente, frente a la oposición política, esa lectura sobre el proceso de paz, aun cuando sus resultados no fueran apoyados por las mayorías ciudadanas. Como lo reconoció en su entrevista a la BBC, citada en el epígrafe de este texto, Santos ha querido ser recordado como el presidente de la paz; la construcción de un ethos histórico en el discurso de recepción del Premio Nobel fue un modo potente de gestionar la memoria social en ese sentido.

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* Artículo de investigación, derivado del estudio doctoral titulado "Construcciones retóricas de la oposición política en el conflicto armado colombiano. Los discursos de la guerrilla FARC-EP y del presidente Juan Manuel Santos (2010-2012)".

Forma de citar este artículo: Olave, G. (2018). Ethos y temporalidad. El discurso de Juan Manuel Santos al recibir el Premio Nobel de la Paz. Cuadernos de Lingüística Hispánica, (31), 81-102.

Recibido: 17 de Marzo de 2017; Aprobado: 19 de Abril de 2017

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