EDITORIAL

 

Universidad, ética e investigación

 

 

ROCÍO GÓMEZ GALLEGO

 

DOCTORA ROCÍO GÓMEZ GALLEGO, MD. Médica Pediatra, Especialista en ética, Candidata a Maestría en Filosofía con énfasis en Ética. Psicoanalista

 

 

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EN EL ÁMBITO ACADÉMICO es preciso señalar algunas consideraciones en torno a la Ética y a la investigación. Hay quienes afirman la neutralidad de las ciencias y de la tecnología pero esto es algo erróneo. Tanto en el campo docente como discente se vive el deseo de conocimiento y de saber en las distintas áreas de nuestra formación profesional. Lo cierto es que la realidad despierta en todos nosotros un afán por conocerla y transformarla; en otros términos, nos motiva en el sentido intelectual y deja de sernos indiferente.

Una de nuestras opciones de vida al acercarnos a la universidad nos permite, de acuerdo con nuestras profesiones o disciplinas, hacer investigaciones, con el interés de pensar, transmitir ideas y hacer propuestas de trabajo en nuestra sociedad. De ahí que desde las distintas especialidades y subespecialidades se abran diversos horizontes que pueden transformar nuestras posibilidades de conocimiento.

Se sabe que la tecnociencia se subordina cada vez a intereses más allá de lo científico y se traspasan las prioridades de la sociedad y las fronteras de la dignidad humana. Ante estos avasalladores desarrollos y como profesionales e intelectuales, es importante cuestionarnos por nuestra posición al respecto ya que todos somos responsables de la dirección de estos actos humanos. ¿Son éticos algunos procedimientos técnicos y científicos que se dan en la actualidad?, ¿En estas actividades, se respeta el derecho a la vida y a la dignidad humana?

Vale recordar el impacto de las ciencias y la tecnología en el desarrollo cultural de los pueblos pero no sobra rememorar que la búsqueda de la verdad, del conocimiento está subordinada a la productividad de sus resultados con dueños y patentes y que los Estados o las distintas multinacionales son avales de las políticas de investigación. Entonces es importante indagar: ¿En la posmodernidad hay un desarrollo equilibrado entre el avance de la tecnociencia y las posiciones éticas de los ciudadanos? En el asunto que nos convoca, ¿cuál es el papel de la universidad?, ¿cuál es la posición de los profesionales e intelectuales?, ¿qué piensan los estudiantes?

Propiciar una cultura de la vida dentro de todas las disciplinas, saberes y tareas humanas, es nuestro deber. En la universidad debemos ser protagonistas de la construcción de un auténtico sentido de la vida, de una vida digna. La vida como máximo valor constituye un principio ético interdisciplinario por excelencia. De ahí que sean importantes los aportes de la Ética, de la Bioética en torno a la vida, de manera especial en los proyectos de investigación. En torno a la ética de la vida es posible construir una verdadera comunidad a la que todos aspiramos.