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Historia Crítica

Print version ISSN 0121-1617

hist.crit.  no.25 Bogotá Jan./June 2003

 

BALANCE: CATORCE AÑOS DE HISTORIA EN COLOMBIA A TRAVÉS DE HISTORIA CRÍTICA

Adolfo león atehortúa cruz
Docente Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Pedagógica Nacional.


Creada en 1989, la revista Historia Crítica del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes alcanza con la presente edición su número 25. Desde luego, el acontecimiento es motivo de celebración. Pero lo es, también, de reflexión. En relación con la Historia de Colombia en sus siglos XIX y XX, por ejemplo, ¿cuál ha sido el aporte fundamental de Historia Crítica? Con respecto a la Historia como disciplina, ¿qué reflejan sus artículos? Estos son, sin duda, tan sólo dos de los múltiples interrogantes que podríamos formular a manera de balance. La respuesta, por lo menos como intento, cubrirá el contenido y propósito de los siguientes párrafos.


1. el balance historiográfico como brújula en la disciplina

Cuando se habla de balance historiográfico, no se trata solamente de la organización temática y comentada de la literatura producida por los historiadores. Este tipo de trabajo es dispendioso y requiere, sobre todo, de juiciosas lecturas y acertadas comparaciones1. No obstante, el balance historiográfico es mucho más que ello. En primer lugar, le concierne una evaluación del estado de la disciplina o de la temática en estudio; le concierne la producción de estados del arte o estados de la cuestión. Pero su propósito no debe dirigirse a la simple reseña de las obras; debe indagar sobre la práctica misma de la investigación histórica; debe reflexionar en torno a los productos y debe escudriñar las tendencias y problemas metodológicos que surgen sobre el trabajo concreto de los historiadores. Desde luego, no puede descartar la posición social e histórica desde la cual el historiador aborda la producción de su propia obra.

En concepto de Pierre Vilar, el desarrollo científico de la historia plantea dos tipos de preocupaciones. En primer lugar, la preocupación crítica, que "consiste en no aceptar la existencia de un hecho, la autenticidad de un texto, hasta después de verificaciones minuciosas". En segundo término, la preocupación constructiva, que consiste en "elegir un determinado tipo de hechos, en confrontarlos y en buscar las correlaciones, con el fin de resolver un problema planteado por el pasado humano"2. Al balance historiográfico le corresponde investigar la manera como cada historiador encara dichas preocupaciones. Es decir, indagar sobre los conceptos teóricos, métodos, herramientas y fuentes con las cuales el historiador se enfrenta a su objeto de análisis; la orientación de los estudios históricos y sus perspectivas; los desarrollos, desventuras y desafíos del quehacer historiográfico.

Tal como se anunció, en el presente artículo nos proponemos efectuar un breve balance en torno a la producción presentada por la revista Historia Crítica acerca de los siglos XIX y XX en la historia de Colombia. No se intentará reseñar en detalle la totalidad del medio centenar de artículos, veintitrés reseñas de libros y un foro que la revista ha publicado a lo largo de sus veinticuatro números en relación con el período. De acuerdo con la concepción arriba expuesta, el balance tratará de establecer, con una observación desprevenida y espontánea sobre la muestra que ofrece la revista, el sentido en que avanza la investigación histórica en nuestro país y los desafíos metodológicos que se vislumbran en la práctica de los historiadores.


2. los siglos xix y xx en la historia de colombia vistos por historia crítica

2.1 historia con perspectiva de género e iglesia y religión

En los veinticuatro números anteriores de la revista y con respecto a los siglos XIX y XX en la Historia de Colombia, dos temas han obtenido la mayor cantidad de producciones publicadas. En primer lugar, aquella que podríamos denominar "historia con perspectiva de género", en donde la profesora Susy Bermúdez ha brindado sustancial aporte. Y en segundo término, los artículos referidos a Iglesia y Religión, en donde los colaboradores han sido más plurales, aunque sobresalen José David Cortés, Ricardo Arias y Ana María Bidegaín.

La llamada "historia con perspectiva de género" fue el tema central del número 9 de la revista: "Manos que no descansan. La mujer en las tradiciones textileras colombianas". Una compilación surgida como síntesis de las actividades desplegadas por un evento interinstitucional e interdisciplinario, que tuvo como objeto la reflexión sobre el pasado y el presente de las mujeres en la industria textilera colombiana. Sus artículos reflejaron una aproximación heterogénea a este tema y viajaron, aunque con poca profundidad, desde los tiempos prehispánicos hasta nuestros días.

La serie de artículos dedicados a la perspectiva se inauguró con los números 3 y 4 de la revista. Michael Jiménez, profesor de la Universidad de Princeton, intentó explorar las maneras en las cuales el género moldeó el "registro" de clase durante el auge del capitalismo de exportación en la región cafetera de Cundinamarca. Sin embargo, más allá de agudas descripciones acerca de las migraciones en el altiplano y de sus vínculos y conflictos con la hacienda, el autor no logra concretar el aporte que ofrece con el título de su trabajo: "Mujeres incautas y sus hijos bastardos: clase, género y resistencia campesina". Por el contrario, la relación entre las luchas agrarias y una supuesta "ideología de género elaborada por las clases altas e incorporada a la cultura campesina desde mediados del siglo XVI"3, no es comprobada con hechos empíricos. Acaso, podría preguntarse, ¿es posible hablar de campesinado y de "cultura campesina", desde entonces? Más grave aún, afirmar sin sustento empírico, sin mostrar hechos, que los campesinos "aceptaron el modelo patriarcal" según el cual "las mujeres eran dominadas por una sexualidad casi demoníaca" y que fueron entregadas por sus maridos a las "depredaciones sexuales de sus amos", resulta ofensivo y al mismo tiempo contradictorio con otra afirmación del mismo autor según la cual "generalmente los hombres campesinos buscaron proteger a sus mujeres"4.

A decir verdad, la perspectiva de género está mejor representada en la revista por artículos como "Los espacios en los hogares de la elite santafereña en el siglo XIX", de Susy Bermúdez con la colaboración de Diana Urbano, o en la corta pero muy lógica reflexión de Ana María Bidegaín con la colaboración de Maira Beltrán, sobre el "Impacto de la modernización en las tareas domésticas. El caso de las labores de aguja". Aparecidos en los números 19 y 9 de la revista, respectivamente, el primer artículo, como lo indica su título, estudia el ámbito doméstico de la elite santafereña durante el siglo XIX. La huerta, el costurero, el cuarto de música, la cocina, el oratorio y la biblioteca, por ejemplo, se presentan como espacios diferenciados de género y reflejan las características patriarcales de la sociedad. Por su parte, en el segundo de los artículos citados, la industrialización y desarrollo del capitalismo se muestra como proceso que impone patrones de conducta sobre la sociedad, y específicamente sobre la mujer: las "hacendosas amas de casa" se convierten así en asalariadas y consumidoras; la aguja hogareña se integra, poco a poco, al inmenso complejo de la industria de confecciones.

La historia de la religión contó también con un número consagrado a ella: el 12. Entre sus artículos, uno de ellos es dedicado al "pentecostalismo" como "forma de organización religiosa en los sectores populares". Resultado inicial de una pequeña investigación adelantada por Ana Mercedes Pereira en el Cinep, su fuente principal reside en el intercambio de información con pastores responsables de congregaciones. En el mismo ejemplar, "la participación política evangélica en Colombia" es tratada por Daniela Helmsdorf, en un espacio destinado a los estudiantes. Fruto de una tesis de grado, la autora analiza la presencia cristiana en la Asamblea Constituyente de 1991 y en la legislatura que comenzó a mediados de 1994. En uno y otro artículo, la fortaleza histórica es limitada y se reduce, en lo fundamental, a la referencia testimonial o a la cita de la bibliografía más reconocida. Sus aportes podrían ligarse más estrechamente con la sociología y la ciencia política que con la historiografía.

Un corte diferente corresponde a artículos aparecidos en otros números. "La jerarquía eclesiástica colombiana y el proceso de paz de Belisario Betancur", escrito por Ricardo Arias, constituye un juicioso examen sobre la actitud asumida por los altos prelados de la Iglesia católica en ese vibrante período de la historia colombiana. A partir de la lectura de El Catolicismo, vocero oficial de la jerarquía eclesiástica, y apoyado en la consulta de otros diarios, las diferentes posiciones de los obispos a lo largo del proceso paz florecen como constancia para el análisis histórico.

Con singular seriedad y similar metodología, otros dos períodos históricos ocupan el análisis de José David Cortés y Ricardo Arias en artículos publicados por la revista en sus números 15 y 19 respectivamente. Cortés muestra en la Regeneración el papel de los laicos y la interrelación existente entre la elite política y la jerarquía eclesiástica. Arias, por su parte, intenta explorar la laicidad a partir de la reforma religiosa propuesta por López Pumarejo, y observar el catolicismo integral desde comienzos del siglo XX hasta los acuerdos bipartidistas del Frente Nacional. En uno y otro aporte, la discusión conceptual y la visión histórica se esbozan con rigor.

Tanto en la historia con perspectiva de género como en la historia sobre la Iglesia y las religiones, la revista se preocupó por publicar artículos relacionados con el "estado de la cuestión" en dichos temas. En concreto, por ejemplo, Susy Bermúdez abordó una revisión de textos en torno a "El 'bello sexo' y la familia durante el siglo XIX en Colombia" (número 8). Por su parte, Ana María Bidegaín exploró el tránsito historiográfico "De la historia Eclesiástica a la historia de las religiones", suscitado en las producciones bibliográficas de las últimas décadas en América Latina (número 12). Finalmente, José David Cortés presentó un "Balance bibliográfico sobre la historia de la Iglesia Católica en Colombia. 1945-1995" (número 12). Sobre ellos, haremos alguna referencia en próximo acápite.

2.2 la reflexión histórica fragmentada

Ubicados como "historia con perspectiva de género" e "historia de la Iglesia y de las religiones", la mayoría de los artículos arriba reseñados podría formar parte, sin embargo e igualmente, de aquellas corrientes contemporáneas que, con fundamento en el hecho de que la realidad está social o culturalmente constituida, dirigen su interés a cualquier actividad humana como objeto del estudio historiográfico.

El interés por lo particular, por aquello que rompe con la regularidad de los modelos; la vuelta al sujeto individual de lo histórico y al examen de la percepción de éste sobre el mundo; la preocupación por los acontecimientos singulares, la vida cultural y las creaciones intelectuales; el auge de la llamada historia de las mentalidades, de la microhistoria, y de la nueva historia cultural; el desvelo por los problemas de la representación mental simbólica de los objetos culturales y por la mediación de los lenguajes, son algunos ejemplos de las direcciones que adquiere la historiografía y que de alguna manera se plasman en los artículos publicados por Historia Crítica a lo largo de su devenir.

En Historia Crítica, de esta manera, hemos tenido artículos dedicados a "El mobiliario de Beatriz González. Modernismo, postcolonialidad e identificación", escrito por Víctor Manuel Rodríguez para el número 13, o a "La música del Caribe colombiano durante la guerra de independencia y comienzos de la república", escrito por Adolfo Emilio Enríquez para el número 4. En el primero de los artículos citados, a partir de los espejos realizados por la artista Beatriz González en los años 1970, el autor se propone examinar las respuestas que el arte plantea frente a los impactos de las nociones modernas de identidad, rastreando sus vínculos con otras prácticas sociales y políticas. Con respecto a la música del Caribe colombiano en el período aludido, el autor argumenta que la emancipación incidió en el desarrollo de una nueva forma de mestizaje musical típicamente costeña. Sin el temor a la Santa Inquisición, el espíritu caribeño pudo combinar elementos tomados de diferentes culturas en la búsqueda de nuevos aires sonoros.

En esta misma línea, la vuelta al sujeto individual, la microhistoria y la historia de las creaciones intelectuales, ha estado representada por textos como "Silva y su época", de Jaime Jaramillo Uribe, o "Manuel Ancízar y sus Lecciones de Psicolojía y Moral", de Gilberto Loaiza, publicados ambos en el número 13. El maestro Jaramillo recrea la vida del poeta entre el gobierno de José Hilario López y la Regeneración de Núñez, un período "notable por su aliento reformista en todos los aspectos de nuestra historia"5, en el que Silva se movió buscando quizás sentido a su existencia. Loaiza, por su parte, muestra la influencia de la filosofía ecléctica de Cousin y de los postulados de la teoría política de Guizot en la obra de Ancízar: la soberanía de la razón, sostiene Loaiza, le habría servido al intelectual santafereño como "pretexto explicativo para formular su deseo de distinguirse, de situarse en un papel relevante en las nacientes repúblicas"6.

La historia local y urbana, por otro lado, tuvo expresión en dos artículos: "Perfil histórico de Bogotá", por Jaime Jaramillo, aparecido en el primer número de la revista y que reseña a grandes trazos el devenir de Bogotá desde su fundación hasta los años sesenta del siglo XX, y un escrito de Germán Mejía: "La pregunta por la existencia de la historia urbana", publicado por el número 18 de la revista y en el cual el autor explica cómo el historiar la ciudad se convirtió en necesidad cuando la alternativa de civilización encontró en ello su propia reflexión. A estos artículos podría sumarse "La sede de la Universidad de los Andes", escrito por Juan Carrasquilla, quien recrea, históricamente, los diferentes predios que forman el actual conjunto universitario: desde solares yermos, fábricas de papel y telas, de velas, sombreros y jabones, hasta conventos, cárcel de mujeres y asilo de ancianos, fueron su pasado.

Igualmente, pueden situarse en este tipo de tendencias historiográficas artículos como "La literatura de viajes como fuente histórica", o "La visión de los otros. Colombia vista por observadores extranjeros en el siglo XIX", escritos por Juan Camilo Rodríguez, uno, y Jaime Jaramillo, otro, y publicados en los números 16 y 24, respectivamente. Ambas producciones auscultan esa importante fuente de viajeros y exploradores. El primero, para seguir las crónicas de viajeros colombianos por Venezuela en sus observaciones de carácter político. José María Samper, Alberto Urdaneta, Federico Aguilar, Isidoro Laverde, Modesto Garcés y Santiago Pérez, todos ellos visitantes del vecino país en las últimas décadas del siglo XIX, y Pedro Peña, visitante a principios del siglo XX, ofrecen relatos y descripciones que son comparados y analizados como fuente histórica. En el caso de Jaramillo, los relatos de viajeros son tomados como testimonio frente a cuatro grandes temas: la organización política, la sociedad, la economía, y la cultura a lo largo del siglo XIX. Como advertencia, el maestro Jaramillo recalca que, en tanto fuente de conocimiento histórico, el relato del extranjero debe ser sometido a la crítica: afectados por los valores de su propia cultura, por las ideas dominantes en su época y aun por su profesión e intereses personales, imprimen un sello peculiar a sus conceptos que debe ser considerado por el historiador.

Dos escritos con relación a la historia del periodismo podrían ocupar destacado lugar en el ámbito que nos ocupa. Gilberto Loaiza estudia "El Neogranadino y la organización de hegemonías" (número 18), en tanto que William Ramírez nos ilustra acerca de "La crónica roja en Bogotá" (número 21). Para Loaiza, siguiendo el hilo de sus investigaciones sobre Ancízar, El Neogranadino constituye una prueba de las transformaciones en la esfera política y de la cualificación de los medios de búsqueda de una opinión pública afín con el proyecto modernizador liberal. Para Ramírez, ese periodismo montado sobre insólitos hechos cotidianos, tiene en Felipe González Toledo a su principal representante. Tal como el mismo González las llamó, las "noticias de policía" se convierten en uno de los "miradores del panóptico social" que, en el caso concreto de Colombia, "es una construcción conformada según los tipos, formas y número de exclusiones impuestas por el también histórico y cambiante estatuto de normalidad pública y privada". Desde principios del siglo XX, hasta la década del sesenta, William Ramírez intenta historiar la crónica roja como "uno de los indicadores más expresivos de ese polivalente y dinámico universo de excluidos sociales"7.

2.3 acontecimientos y conmemoraciones

El regreso al acontecimiento como objeto de estudio constituye otra característica de las nuevas tendencias historiográficas. Estigmatizado por Braudel como la más caprichosa y engañosa de las duraciones8, el acontecimiento ha vuelto a incluirse en el pabellón de tareas obligadas para el análisis histórico. Sin embargo, no regresa como la tradicional historia episódica movida en el tiempo corto y el ritmo breve. Frente a los visos espectaculares con que se le disfraza rutinariamente, el análisis del acontecimiento coloca en manos del historiador la necesidad de despojarlo de todo sensacionalismo para ubicarlo serenamente a los pies del devenir social. Al fin y al cabo, como argumenta Fontana, no hay un tiempo social único y comparable, sino ritmos y velocidades diferentes en el conjunto de fenómenos históricos9.

A lo largo de su trayectoria, Historia Crítica ha dedicado tres artículos al estudio de acontecimientos. Entre ellos, dos estuvieron ligados a una fecha conmemorativa: "Esa tarde inenarrable e inútil", de Carlos Mario Perea, y "Los sucesos del 9 de abril de 1948 como legitimadores de la violencia oficial", de Ricardo Arias, ambos aparecidos en la revista número 17. En el primero, Perea critica la tozuda concepción que advierte los sucesos del 9 de abril como tragedia horrenda e inútil cuyo recuerdo permanecerá latente en la memoria horrorizada de muchas generaciones. Para el autor, por el contrario, los sucesos quiebran la historia republicana de Colombia. El Bogotazo cierra un largo ciclo de la vida nacional en el cual las masas mantuvieron un pacto de fidelidad para con los partidos tradicionales e inicia una violencia que no logra salir del gesto congelado por el mismo 9 de abril: "una violencia larga, tanto en sus presencias como en sus intensidades, que parece amarrar el hilo de la historia a su pesada gramática"10. El trabajo de Arias, a su vez, se mueve en un sentido similar: el enfoque crítico de una concepción de elite que condena y excluye al "otro" para legitimar la represión sistemática contra todo aquello que le cuestiona, y que permanece con su sentido intolerante hasta nuestros días.

Un segundo acontecimiento incluido en la trayectoria de Historia Crítica es más particular. Se trata de "Días de emoción espectacular. Choque cultural, intriga política y la huelga de choferes de Bogotá en 1937", escrito por John Green y publicado en el número 24. La interpretación del hecho pone de presente las conexiones entre Gaitán y los trabajadores colombianos, e intenta demostrar que la mayoría de obreros y empleados, aunque no estuviesen de acuerdo con la disposición del uniforme obligatorio, pudieron ver más allá en la problemática y traslucir los intereses que estaban en juego durante la coyuntura de 1937. Para el autor, la huelga de choferes no sólo no destruyó la influencia de Gaitán en los sectores populares, sino que "desenmascaró" las complejas relaciones entre el Estado, el partido liberal y el pueblo, y demostró la complejidad de las luchas entre los liberales de izquierda y los "jefes naturales" del partido.

Los ciento cincuenta años de la abolición de la esclavitud en Colombia recibieron un dossier especial en el número 24 de la revista. Compuesto por cinco artículos, dicho dossier ofreció un ensayo al siglo XIX: "Los culimochos: africanías de un pueblo eurodescendiente en el Pacífico nariñense", escrito por Jaime Arocha y Stella Rodríguez. Habitantes de Satinga y El Charco, al norte de Nariño, los "culimochos" se distinguen como "blancos de piel" pero "actitud y comportamiento de negros". Fabrican y tocan marimbas, bailan currulao, cantan arrullos y hacen cocadas. Arocha y Rodríguez se aproximan etnográficamente para analizar sus peculiaridades y explorar las causas e implicaciones de la africanización de América y Europa, las formas que pueden tomar la convivencia y tolerancia interétnicas, así como los mecanismos que el Estado debería desarrollar para hacer visible a este y otros pueblos étnicos11.

2.4 historia política y económica

Señalada en declive ante la irrupción de la historia de las mentalidades y sus temáticas afines, la historia política y económica ha estado presente, sin embargo, en las publicaciones de Historia Crítica. En materia política y social, por ejemplo, son cinco los artículos que pueden contarse. En primer lugar, "La reconquista conservadora. Colombia 1957-1958"; un escrito de César Ayala sobre un tema en el cual es especialista, publicado por el número 11 de la revista. Se trata de una aguda reproducción de los hechos que giraron en torno al plebiscito de 1957, las elecciones legislativas de 1958 y la candidatura presidencial de Jorge Leyva. Un breve período signado por la aparición del Movimiento de unión y reconquista conservadora (MUR), surgido alrededor del Diario de Colombia y liderado por Gilberto Alzate Avendaño, en contra de la propuesta finalmente triunfante del Frente Nacional.

Hacia atrás, en el tiempo, un artículo de Catalina Brugman, publicado en el número 21, estudia "El fracaso del republicanismo en Colombia". Poco abordado hasta ahora por la historiografía colombiana, el republicanismo es observado por la autora en su intento fallido por modernizar la vida política nacional en una sociedad cuyas bases tradicionales se encuentran profundamente arraigadas. Según su conclusión, la mezcla entre tradición y modernidad produjo contradicciones que imposibilitaron la continuidad del republicanismo y condujeron al retorno de las colectividades políticas tradicionales.

Más atrás aún, "La convención de 1821 en Villa del Rosario de Cúcuta" es tomada por María Emma Wills como un pretexto para demostrar a la luz del contexto, de las paradojas del derecho en la época colonial y de históricos significados de la revolución francesa, que "el Derecho y las Constituciones que emergen en la República de la Gran Colombia no son incongruentes con la constelación de fuerzas y las estructuras sociales de este país". En ese sentido, concluye la autora, "la Constitución de 1821 fue autoritaria y oligárquica, como lo era la sociedad en la que emergió. Fue, es verdad, democrática, e introdujo el voto y la soberanía nacional, y en ciertos campos transformaciones de envergadura, pero esas innovaciones se combinaron y estructuraron según los criterios que organizaban el orden colonial"12.

Un cuarto artículo en la línea de lo político y social se relaciona con las "Protestas sociales en Colombia. 1946-1958". El autor, Mauricio Archila, es un consagrado historiador de los movimientos sociales en nuestro país, quien incursiona en esta ocasión sobre las luchas de carácter social registradas en la época de la Violencia. Se trata, según su propia aclaración conceptual, de "acciones colectivas que expresan intencionalmente demandas y/o presionan soluciones ante el Estado, entidades privadas o individuos"13. De todo ello sigue su rastro en la prensa de la época para destacar tendencias, declives y recesos, o subrayar el estudio por sectores sociales: movimiento sindical, cívico, campesino, estudiantil, de mujeres y otras minorías.

Finalmente, un quinto artículo en temática política incursiona en la historia comparada: "Colombia y Venezuela siglo XX: entre la modernidad democrática y la modernización reaccionaria", escrito por Javier Guerrero y publicado en el número 16. Se trata de un breve pero interesante análisis de la evolución histórica de los regímenes políticos en ambos países a lo largo del siglo XX. A través de la comparación, el autor plantea similitudes y diferencias de los períodos de transición desde sistemas autoritarios cerrados hasta procesos democráticos y su estabilidad institucional.

Si, además de los escritos anteriores, se sumaran al campo de la historia política los artículos relacionados con la violencia y la construcción de paz, las reseñas en este acápite serían mayores. En este terreno, Historia Crítica ha publicado trabajos de tres especialistas: "Bases urbanas de la violencia en Colombia", de Medófilo Medina; "Las cuadrillas bandoleras del norte del Valle en la violencia de los años cincuenta", del desaparecido Darío Betancourt; y "Paz y violencia. Las lecciones del Tolima", escrito por Gonzalo Sánchez.

El aporte de Medina apareció en el número inaugural de la revista e intentó establecer un paralelo entre la violencia de los años ochenta y aquella vivida a mediados del siglo XX en Colombia, en relación con otros fenómenos como desarrollo económico, sindicalismo, gaitanismo y narcotráfico. Como conclusión, el autor subraya la viabilidad de explicaciones de conjunto sobre la violencia en la actualidad, así como la perspectiva global que debería adquirir toda política de paz.

El texto de Betancourt (número 4), es un anticipo de su libro Matones y cuadrilleros, publicado por la Universidad Nacional (IEPRI) y Tercer Mundo en 1990. Allí se muestra el proceso del bandolerismo en el norte del departamento del Valle durante la época de la Violencia: surgido de "guerrillas" o de "cuadrillas" con profundo contenido partidista y aún político, evoluciona hacia cierto tipo de "bandolerismo social" o hacia un bandidismo cruel e irracional.

El escrito de Gonzalo Sánchez, publicado en el número 7, es una breve intervención del autor durante un encuentro organizado en Ibagué, en 1992. Limitado por el carácter del evento y la superficialidad impuesta por la corta extensión del tiempo, Gonzalo Sánchez intentó explorar las complejidades de la violencia y de la paz, así como las ofertas y la metodología que esta última propondría. En el mismo ejemplar de Historia Crítica, la edición retomó las ponencias presentadas por especialistas nacionales y extranjeros en un Foro sobre "Problemas y Alternativas para la paz en Colombia", organizado por el Departamento de Historia de la Universidad de los Andes y el Senado de la República14.

Con respecto a la historia económica, son igualmente cinco las producciones que Historia Crítica ha ofrecido a sus lectores en sus catorce años de existencia. En primer lugar, un denso artículo entregado en los números 2 y 3 de la revista, escrito por Oscar Rodríguez: "El pensamiento económico en la formación del estado granadino". Con gran acento en el debate teórico que cobija a los primeros economistas para determinar las orientaciones de la política económica, y al calor de la polémica para articular la nación al mercado mundial o determinar la dimensión de la política monetaria, el autor ofrece un importante análisis sobre el contexto en el cual se inician las primeras reflexiones económicas en nuestro país, ligadas más "al interés por solucionar problemas de orden práctico que a discusiones de índole teórica"15.

Un segundo artículo de carácter económico apareció en el número 3: "Industriales, proteccionismo y política en Colombia. Intereses, conflictos y violencia". Anticipo de una publicación posterior de Eduardo Sáenz Rovner, el escrito es, sin duda, un aporte polémico de primera línea. Como se sabe, la mayor parte de los historiadores economistas colombianos han ubicado la promoción industrial por parte del Estado durante las administraciones de Olaya Herrera, López Pumarejo y Eduardo Santos, vistos a su vez como representantes de una naciente burguesía industrial. Sáenz Rovner argumenta en contravía que, para la elite colombiana a mediados del siglo XX, no sólo no eran claras las metas de crecimiento y desarrollo que debían establecerse; las políticas económicas que precedieron al régimen de Ospina estaban muy lejos de proteger al sector manufacturero a expensas de otros sectores de la economía y, en general, "los intereses de firmas e individuos" comprometidos en el negocio cafetero, así como los intereses de grandes comerciantes importadores y exportadores, prevalecieron sin mayor oposición hasta finales de la Segunda guerra mundial.

Finalmente, la inquietud de la revista por la historia económica se reflejó con la dedicación de un ejemplar a ella: el número 14, correspondiente al primer semestre de 1997. En lo atinente a los siglos XIX y XX, esta edición presentó tres artículos: "Misiones económicas internacionales en Colombia, 1930-1960", escrito por Decsi Arévalo; "Los laboratorios de fundición y ensaye y su papel en el comercio del oro: Antioquia 1850-1910", de María Mercedes Botero, y "Finanzas públicas del gobierno central en Colombia, 1905-1925", de Sylvia Beatriz Díaz.

En el primero de los artículos mencionados, Decsi Arévalo reseña la participación de algunas de las misiones extranjeras en el proceso de transformación vivido por la economía colombiana entre 1930 y 1960. Se refiere no sólo al contexto en que arriban al país, sino también a sus recomendaciones y a las reacciones que suscitaron en el Estado y los gremios. Con respecto a los laboratorios de fundición y ensaye en la organización de un sistema de comercialización y en la creación de un mercado del oro en Medellín, María Mercedes Botero señala su carácter clave en la economía exportadora de metales: contribuyeron a su centralización y se convirtieron en el eje de ensayo y fundición del oro de la nación utilizados por el Banco de la República. Finalmente, Sylvia Beatriz Díaz ofrece un paciente estudio de las finanzas públicas del gobierno central durante un vibrante período de transición de la economía colombiana que inicia con el quinquenio de Reyes (1905­1909), prosigue con el auge cafetero (1910-1913), la Primera guerra mundial (1914­1918), la postguerra y crisis mundial (1919-1921), y se reinstala con la nueva expansión cafetera (1921-1925).

2.5 la expresión a través de otros espacios

Como quiera que el presente ensayo se ha propuesto la realización de un balance general de las publicaciones ofrecidas por Historia Crítica acerca de los siglos XIX y XX en Colombia, no puede escapar a dicho objeto la producción incluida en espacios que, si bien no figuran como permanentes en la edición de cada ejemplar, poseen una importancia singular por su característica y contenido.

En primer lugar, merece una especial mención el espacio estudiantil. Con seriedad y altura académica dignas de encomio, diversos estudiantes de la Universidad de los Andes han encontrado en la revista la oportunidad para ofrecer sus resultados de investigación o publicar algunas conclusiones de sus trabajos de grado. Con respecto a los siglos materia de balance, por ejemplo, tres artículos constituyen una muestra representativa que será reseñada a continuación16:

  • "Colombia: de 1855 a 1872, vista a través de los periódicos de la época": Paula Samper (número 4). Basada en el seguimiento a La Patria, El Porvenir, El Catolicismo, El Católico, El Tiempo y El Tradicionista, la autora intenta recrear un período signado por las pugnas partidistas, la inestabilidad política y el esfuerzo del liberalismo por readecuar las estructuras políticas y sociales del país a los cambios de la época.
  • "La crisis del enclave bananero del Magdalena en los 60s". Marcelo Bucheli (número 5). Con sustento en la historia de la United Fruit Company, la situación del mercado internacional del banano, la legislación, la situación gremial y la relación con las economías locales, el autor explora el devenir de las plantaciones bananeras desde sus tiempos iniciales de "enclave" hasta su desaparición como tal.
  • "Historia económica del Ferrocarril del Norte": Andrea Junguito (número 14). Un estudio histórico de caso con énfasis en los aspectos financieros y económicos que rodearon la complicada construcción del ferrocarril que habría de unir a Bogotá con el río Magdalena y que, en medio de contratiempos y fracasos observados por la estudiante, tardó más de medio siglo.

Un segundo espacio de importancia en la revista Historia Crítica, a lo largo de su existencia, ha sido dedicado a la reseña de libros de reciente aparición. Con respecto a la historia de Colombia en los siglos XIX y XX, por ejemplo, la revista ha ofrecido más de veinte reseñas con singular aporte y esmerado análisis. Han desfilado, a manera de muestra, conceptos sobre importantes libros como Crónica de dos décadas de política colombiana. 1968-1988, de Daniel Pécaut; El ideal de lo práctico. El desafío de formar una elite técnica y empresarial en Colombia, de Frank Safford; Actores en conflicto por la paz. El proceso de paz durante el gobierno de Belisario Betancur, 1982-1986, de Socorro Ramírez y Luis Alberto Restrepo; La Nueva Historia de Colombia, de Editorial Planeta, bajo la dirección de Alvaro Tirado Mejía; Cultura e identidad obrera. Colombia, 1910-1945, de Mauricio Archila; Historia de la arquitectura en Colombia, de Silvia Arango; Los amos de la guerra y las guerras de los amos, de Clara Nieto; Colombia años 50. Industriales, política y diplomacia, de Eduardo Sáenz, entre otros no menos destacados textos y autores.

Otra dedicación importante de la revista ha sido reservada al reconocimiento y homenaje de reconocidos historiadores. Gracias a este espacio, diversos escritos nos han puesto de presente la importancia de la obra de Germán Colmenares, Jaime Jaramillo, Darío Betancourt, Nicolás Gómez, Hernán Vergara y Germán Arciniegas. El análisis y la crítica, así como el examen sobre la vida y obra de estos historiadores por parte de sus colegas, construyen textos de especial factura y dignos de consulta.


3. historia crítica: ¿reflejo de "perplejos"?

En 1991, un texto publicado por la Universidad de los Andes incluyó en su contenido un artículo de Jorge Orlando Melo titulado "La historia, las perplejidades de una disciplina consolidada"17. La hipótesis central señalaba que la situación de la historia en Colombia, durante los últimos años, mostraba tendencias y situaciones contradictorias: había ganado un amplio reconocimiento social, académico y político, junto a indiscutibles niveles de divulgación para su producción; pero, al mismo tiempo, perdía el entusiasmo que la impulsó en años anteriores hasta encontrarse en una situación de perplejidad: "sus orientaciones actuales, teóricas, temáticas y metodológicas, no son claras y no se sabe muy bien en qué dirección puede avanzar"18.

En concepto de Melo, la pérdida de vigencia de los grandes modelos se reflejaba en la ambición limitada de las obras recientes, y este aspecto, tanto como la fragmentación y trivialización del discurso histórico, se convertía en amenaza inmediata. El estudio de las mentalidades y los imaginarios, las maneras de la mesa o el vestido, de los rituales, las imágenes y las formas del discurso, agregaba, "invita en cierto modo a la fragmentación y atomización de los textos históricos y a la  substitución  de  unas  estrategias  expositivas  por  otras:   la descripción impresionista, más o menos espesa, la frase paradójica, resultan más aptas que la interpretación causal o las narrativas lineales"19.

No obstante, la preocupación de Jesús Antonio Bejarano por esta situación fue más profunda y sustentada. En una ponencia presentada al X Congreso de Historia de Colombia realizado en Medellín, en 1997, Bejarano planteó que, en la búsqueda de nuevos paradigmas y alejados de cualquier perspectiva totalizadora, los historiadores convirtieron los problemas de método en temas dispersos de la historiografía. Acosados por la necesidad de introducir nuevos métodos para refinar la comprensión del objeto, lo habrían olvidado y suplantado por el mismo método20.

La situación y el debate, sin embargo, no eran nuevos ni específicamente nacionales; correspondían, en general, a la historiografía occidental. Al final de los años setenta, Lawrence Stone advirtió el regreso de la narrativa como respuesta a los modelos deterministas de las explicaciones históricas; el abandono de las disposiciones estructurales, económicas y políticas de la historia, frente a la búsqueda de planos y factores más asociados a la historia cultural y de las mentalidades, así como la vuelta del acontecimiento para responder los grandes interrogantes del poder, la organización y la decisión política21.

Eric Hobsbawm, por el contrario, emitió un concepto más optimista. La renovación detectada por Stone no implicaba el rechazo o abandono de la historia estructural. Para resolver las grandes cuestiones de la historiografía, los historiadores han ampliado el instrumento y lo han dedicado al detalle. Aunque acuden al microscopio, no olvidan el telescopio22. Lo que para Stone era crisis y agotamiento del modelo determinista, para Hobsbawm era tan solo una ampliación de los instrumentos metodológicos.

La razón le asiste a ambos. Si bien existe un sincero abandono de las explicaciones estructurales bajo el viejo esquema y un notorio declive en la historia económica y social, también es cierto que la historia cultural y de las mentalidades, en tanto paradigma historiográfico, ha constituido un avance en la comprensión compleja de lo social y de lo humano, de lo colectivo a través de lo individual. Si bien se ha generado un grado de confusión historiográfica en el cual los métodos de aproximación al objeto de estudio amenazan convertirse en el objeto mismo, podría decirse, igualmente, que los nuevos modelos, organizados y tomados en conjunto, terminan afianzando los métodos tradicionales de la disciplina y sus perspectivas totalizadoras.

Sin duda, a partir de los noventa ha tomado fuerza un tipo de producción historiográfica que ya no indaga lo social a partir de las funciones políticas de su propia disciplina académica y que, en apariencia, no se preocupa más por la transformación del mundo. Sin embargo, ello debe entenderse como producto de un escenario en el cual se derrumbaron los grandes proyectos y utopías que abrazaban la esperanza de una sociedad más igualitaria y feliz, o en el cual se diluyeron grandes teorías y metarelatos que parecían infalibles.

Posiblemente, cierto desencanto generacional condujo a extravíos y fugas en los jóvenes historiadores. Probablemente, los gruesos volúmenes de Historia económica y social de Colombia no se verán más en el consagrado estilo de Germán Colmenares. Pero, muy a pesar de cierta fragmentación y dispersión en los estudios históricos, el propósito de la historiografía, la reconstrucción y comprensión del pasado al servicio del presente, ha continuado su curso con visiones mucho más complejas, profundas e interdisciplinarias. La microhistoria, la historia intelectual y la historia sociocultural, por ejemplo, no renuncian a las concepciones de totalidad ni a los ejes orientadores de su matriz disciplinar. Su irrupción, además, lejos de interpretarse como una crisis de la historiografía nacional, debe ubicarse en el campo de la ciencia social occidental y comprenderse como una sana y valiente inmersión en las contemporáneas corrientes intelectuales.

La afirmación, en efecto, puede corroborarse con el balance que hemos presentado de la revista Historia Crítica. Una observación superficial o simplemente estadística podría advertir que en sus catorce años de existencia ha prevalecido la fragmentación histórica, así como el interés por la historia cultural y de las mentalidades. Artículos como el referido a los "Espacios en los hogares de la elite santafereña en el siglo XIX" podrían arrancar el desesperado párrafo de Bejarano: "si hemos de resignarnos al relato y al acontecimiento en su estrecha perspectiva, me temo que muchos de quienes hemos hecho modestas contribuciones a la historiografía no estaremos ya interesados, frente a un mundo en desconcierto, en perder tiempo escudriñando las modalidades de la siesta del mediodía en la Coyaima indiana del siglo XVIII. Eso que lo hagan otros"23.

Sin embargo, ello sería injusto. El artículo al que aludimos, por ejemplo, debe mirarse en el contexto de una obra. Su autora no sólo ha ofrecido a la revista una variada producción con perspectiva de género, sino que también ha aportado una interesante revisión de publicaciones sobre la mujer y la familia durante el siglo XIX en Colombia, con la cual permite traslucir el importante sentido histórico de su temática. No se trata, entonces, de un pasaje light que abandona el rigor intelectual de la disciplina; se trata de una reflexión paulatina y seria sobre las relaciones de subordinación por género, sobre la condición de las mujeres del común y sobre la imagen misma de la mujer a través de la historia. La autora es consciente, además, que uno de los vacíos a llenar en la historiografía del siglo XIX, "es el analizar, desde la perspectiva de las relaciones entre los géneros, la formación del Estado y el desarrollo del capitalismo en el país"24.

De manera similar, la historia de las religiones y la historia de la iglesia católica en Colombia han recibido en la revista Historia Crítica, sendos balances bibliográficos. Ana María Bidegaín examinó el devenir historiográfico "De la historia Eclesiástica a la historia de las religiones" y concluyó que "el desarrollo de las mentalidades en historia social, antropología histórica, sociología religiosa, historia política, historia de las mujeres y relaciones de género, junto con las transformaciones de la sociedad contemporánea y el avance de la libertad religiosa, abrió espacios nuevos para el avance de la historia de las religiones en las universidades latinoamericanas"25. Por su parte, José David Cortés presentó un "Balance bibliográfico sobre la historia de la Iglesia Católica en Colombia: 1945­1995", con el cual intentó mostrar la evolución de los estudios sobre este tema en nuestro país, vistos desde la perspectiva de quienes los realizaron. Su conclusión señala que la tarea más importante por hacer es "una historia global del catolicismo en el país, que tenga en cuenta las múltiples relaciones que lo afectan e influyen y cómo él también las puede influir e incluso determinar"26. Sin duda, los estados de la cuestión han intentado identificar las tensiones generadas por los cambios de modelos y paradigmas historiográficos.

A toda luz, entonces, podría afirmarse que, a pesar de la variada preocupación por los nuevos temas historiográficas, de la inmersión en las recientes corrientes intelectuales, o de la adopción de nuevos métodos y paradigmas que puedan encontrarse en las producciones aportadas a la revista Historia Crítica, existe también la claridad en dos propósitos: la necesidad de comprender un orden global, y el compromiso por preservar el rigor intelectual de la disciplina académica. Muchos de los artículos en este campo reseñados trascienden la historia de las mentalidades para abordar una historia social de la cultura y el mundo de las representaciones como una forma de investigar y descubrir a la sociedad entera. Desde luego, siguiendo la calificación de Melo y Bejarano, podrán constatarse "fugas" y "confusiones", como la apreciable en la revista número 9, en donde la historia se extravía y relega para dar paso, en algunos casos, al diseño o al arte. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que se trata de un ejemplar especial, dedicado a un evento particular y que, en la búsqueda de comprensiones globales, son explicables los extravíos transitorios. También podrá criticarse la simpleza o poca profundidad histórica en algunas contribuciones, pero es apenas natural y obvio en la evolución intelectual de los escritores.

A pesar de la ausencia de escritos relacionados con la historia más contemporánea, como es el caso del narcotráfico27, de los grupos paramilitares, de las negociaciones con el movimiento guerrillero, de las Fuerzas Armadas, de los gobiernos recientes, de las relaciones con Estados Unidos y de la política internacional, la historia social, política y económica, como atrás quedó expuesto, ha tenido presencia en el devenir de Historia Crítica. Incluso, como se reseñó, la historia económica recibió un ejemplar dedicado exclusivamente a ella. Podrá argumentarse, es cierto, que se trata en algunos casos de auténtica microhistoria; pero también podrá alegarse que se trata, simplemente, de una reducción en la escala de observaciones sobre un mismo sistema, que permanece fiel a la tradición y misión de inteligibilidad de los procesos históricos.

Con una visión más optimista y a partir de la exploración que hemos realizado en torno a la producción presentada por la revista Historia Crítica acerca de los siglos XIX y XX en la historia de Colombia, es posible proponer en conclusión que, lejos de una crisis historiográfica con grandes dimensiones, hemos atravesado por un momento de búsqueda sobre nuevas fuentes y métodos, de nuevos paradigmas, de más complejas respuestas que intentan superar el reduccionismo socioeconómico, de variaciones en el análisis y en las escalas de aproximación a las estructuras, de calor y sentido, de libertad e individualidad en los investigadores.

Probablemente, para la nostalgia de algunos, "todo tiempo pasado fue mejor". Sin embargo, para esta discusión y sobre la ubicación y papel de la "Nueva Historia de Colombia", serían necesarias muchas páginas. Cabría subrayar, finalmente, que en el análisis de las tendencias políticas, económicas, sociales y culturales que hoy se busca, no es factible un estudio similar al que se hacía en el pasado. No es asunto de moda sino de significado. El cambio de modelos es obligatorio y presenciamos un nuevo terreno para la historia en otra época; las tendencias implican un reexamen de las fuentes y de la naturaleza de las explicaciones históricas para sobreponerse a las limitaciones presentes en las interpretaciones que hasta hoy hemos alcanzado.


Comentarios

1 Luis E. Bosemberg ofrece un buen ejemplo de ello con su artículo "Historiografía y revolución: tres autores del siglo XIX y la Revolución Francesa", en Historia Crítica, Bogotá, Universidad de los Andes, N° 2, julio-diciembre de 1989.

2 VILAR, Pierre, Iniciación al vocabulario del análisis histórico, Barcelona, Crítica/Grijalbo, 1980.

3 JIMENEZ, Michael F., Mujeres incautas y sus hijos bastardos. Clase, género y resistencia campesina en la región cafetera de Cundinamarca (1900-1930), Segunda parte, en Historia Crítica, Bogotá, Universidad de los Andes, N° 4, julio-diciembre de 1990, p. 71.

4 Ibid.

5 La expresión corresponde a Jaime Jaramillo Uribe. "La época de Silva", en Historia Crítica, N° 13, Bogotá, Universidad de los Andes, julio-diciembre de 1996, p. 39.

6 LOAIZA, Gilberto, "Manuel Ancízar y sus Lecciones de psicolojía y moral", en Historia Crítica, Bogotá, Universidad de los Andes, N° 13, julio-diciembre de 1996, p. 44.

7 RAMIREZ, William, "La crónica roja en Bogotá", en Historia Crítica, Bogotá, Universidad de los Andes, N° 21, enero-junio de 2001, p. 116.

8 Recuérdese, al respecto, BRAUDEL, Fernand, Historia y ciencias sociales, Madrid, Alianza Editorial, 1980.

9 FONTANA, Josep, "Ascenso y decadencia de la escuela de los Annales", en BALIBAR, E. et. al., Hacia una nueva historia, Madrid, Akal editor, 1976, p. 116.

10 PEREA, Carlos Mario, "Esa tarde inenarrable e inútil", en Historia Crítica, Bogotá, Universidad de los Andes, N° 17, julio-diciembre de 1998, p. 36.

11 Cf. AROCHA, Jaime, RODRÍGUEZ, Stella, "Los culimochos: africanías de un pueblo eurodescendiente en el Pacífico nariñense, en Historia Crítica, Bogotá, Universidad de los Andes, N° 24, julio-diciembre de 2002, p. 80.

12 WILLS, María Emma, "La Convención de 1821 en la Villa del Rosario de Cúcuta: imaginando un soberano para un nuevo país", en Historia Crítica, Bogotá, Universidad de los Andes, N° 17, julio-diciembre de 1998, pp. 133-134.

13 ARCHILA, Mauricio, "Protestas sociales en Colombia. 1946-1958", en Historia Crítica, Bogotá, Universidad de los Andes, N° 11, julio-diciembre de 1995, p. 64.

14 Figuran, entre dichas ponencias, las siguientes: TOKATLIAN, Juan G., "Los diálogos gobierno- guerrilla en Colombia y las experiencias internacionales" (pp. 5-8); GARCIA, Carmelo, "Lecciones históricas aprendidas de los procesos de negociación para la paz en algunos países del mundo" (pp. 9-15); LOPEZ DE LA ROCHE, Fabio, "La reinserción como construcción de una nueva forma de relación social" (pp. 15-29); MORENO, Florentino, "Reinserción de guerrilleros. ¿Entrando en la casa del enemigo?" (pp. 30-39); REYES, Alejandro, "Anotaciones sobre el proceso de paz" (pp. 39-42); VARGAS, Alejo, "Paz nacional vs. Paces regionales" (pp. 42-45); GARCIA-PEÑA, Daniel, "El viejo congreso y la paz" (pp. 45-49). El foro tuvo lugar un año después de la Asamblea Constituyente, a dos años del gobierno de César Gaviria, en un momento de punto muerto para las negociaciones con las Farc y el Eln, pero de grandes expectativas para los grupos ya reinsertados.

15 RODRÍGUEZ, Oscar, "El pensamiento económico en la formación del Estado Granadino. 1780-1830", en Historia Crítica, Bogotá, Universidad de los Andes, N° 2, julio-diciembre de 1989, p. 93.

16 De hecho, otros dos artículos podrían citarse: "La participación política evangélica en Colombia", escrito por Daniela Helmsdorf, ya reseñado, e "¿Importancia o imposición de una cultura foránea?", de Soraya García, publicados en los números 3 y 4. Con un título poco apropiado, la autora refiere, ante todo, la ausencia de una política estatal que defina y mantenga a la televisión colombiana, en su etapa de génesis, como un instrumento al servicio de la comunidad.

17 GUTIERREZ, Carlos B. (ed), La investigación en Colombia en las artes, las humanidades y las ciencias sociales, Bogotá, Universidad de los Andes, 1991.

18 Ibid., p. 44.

19 MELO, Jorge Orlando, "De la nueva historia a la historia fragmentada. La producción histórica colombiana en la última década del siglo", en Boletín cultural y bibliográfico, Bogotá, Banco de la República, Volumen XXXVI, N° 50-51, 1999, editado en 2001, p. 167.

20 BEJARANO, Jesús Antonio, "Guía de perplejos: una mirada a la historiografía colombiana", en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Bogotá, Universidad Nacional, N° 24, 1998, p. 308.

21 STONE, Lawrence, "La historia como narrativa", en Debates, Valencia, Instituto Alfonso el Magnánimo, N° 4, 1982.

22 HOBSBAWM, Eric J., "The revival of narrative: some comments, en Past and Present, N° 86, 1980.

23 BEJARANO, Jesús Antonio, op. cit., p. 324.

24 BERMÚDEZ, Susy, "El 'bello sexo' y la familia durante el siglo XIX en Colombia", en Historia Crítica, Bogotá, Universidad de los Andes, N° 8, julio-diciembre de 1993, p. 50.

25 BIDEGAIN, Ana María, "De la historia eclesiástica a la historia de las religiones", Historia Crítica, Bogotá, Universidad de los Andes, N° 12, enero-junio de 1996, pp. 14-15.

26 CORTES, José David, "Balance bibliográfico sobre la historia de la Iglesia Católica en Colombia, 1945-1995", en Historia Crítica, Bogotá, Universidad de los Andes, N° 12, enero-junio de 1996, p. 26.

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