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Historia Crítica

versão impressa ISSN 0121-1617

hist.crit.  n.25 Bogotá jan./jun. 2003

 

LA HISTORIA EUROPEA EN LA REVISTA HISTORIA CRÍTICA

Martín eduardo Vargas
Historiador y Magister en Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana. Docente-Investigador de la misma institución.


El objeto de este texto es el de analizar los artículos publicados en la revista Historia Crítica, órgano de difusión del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, dedicados a la problemática de la historia europea. Los nueve trabajos aquí analizados fueron publicados entre 1990 y el 2000. Sus autores son historiadores adscritos al Departamento de Historia de la Universidad de los Andes (Hugo Fazio, Muriel Laurent y Néstor Miranda); del Departamento de Historia de la Universidad Nacional (Abel López) y de la Universidad Central de Venezuela (Andrés Serbín).


1. ejes temáticos, espaciales y temporales

La reflexión sobre la historia europea en la revista Historia Crítica abarca desde la historia medieval (dos artículos1), la historia moderna (un artículo2) y concentran la mayor parte de la producción historiográfica sobre temas contemporáneos (seis artículos3). La Unión Soviética aporta el mayor número de trabajos (cuatro), seguida por la Unión Europea (dos).

Estos textos se producen en una década marcada por importantes experiencias históricas que de una manera u otra orientan y fortalecen sus propuestas y perspectivas. El fin de la confrontación Este-Oeste; la disolución de la URSS; la caída del Muro de Berlín; la reunificación alemana; la conmemoración de los "500 años del descubrimiento de América"; la dinámica del proceso integracionista europeo y la intensificación de la globalización, entre otros, posibilitan el diálogo entre el pasado y el presente, y justifican el deseo expresado por varios de sus autores de "repensar", de construir "aproximaciones interpretativas", de dar testimonio de los avances y retrocesos de las mismas experiencias o de los cambios sufridos por sus actores, e, incluso, de ofrecer nuevas propuestas o de nutrir las discusiones con otros elementos de análisis.


2. un interés: ofrecer nuevos enfoques, miradas, relecturas y reinterpretaciones de las problemáticas europeas

Una de las fortalezas de los trabajos presentados tiene que ver con el interés de los autores por explorar nuevas alternativas explicativas a los temas ya tratados, por construir nuevos interrogantes y dotarlos de argumentos y respuestas que contribuyan al avance de la disciplina histórica. Ejemplo de lo anterior lo encontramos en los trabajos del historiador chileno Hugo Fazio Vengoa, quien considera que los lugares comunes de interpretación de fenómenos como el soviético, en este caso el plano ideológico, deben ser superados. Para él, se hace urgente abordar los problemas a través de nuevos enfoques, relaciones e hipótesis de trabajo4.

Igual interés se palpa en el trabajo de Andrés Serbín, quien señala: "La guerra fría y sus efectos sobre los medios de comunicación en Occidente y, con frecuencia, sobre los análisis de algunos especialistas y kremlinólogos, nos ha acostumbrado a asociar el tratamiento de la cuestión nacional en los países socialistas en general, y en la URSS en particular, con una ideología específica -el marxismo-leninismo-, en cuyo marco los fenómenos étnicos y nacionales han sido descalificados como epifenómenos a la lucha de clases, expresiones de la burguesía, y en general, relictos históricos prontos a desaparecer a medida que avanzase y se consolidase el comunismo a nivel mundial. Sin embargo, un análisis más detallado de la conceptualización del problema en los padres fundadores del marxismo-leninismo, puede llevar a otras conclusiones"5.


3. la superación de la historia lineal y la necesidad de analizar los procesos a la luz de su propia "historicidad"

La reinterpretación de las experiencias históricas debe ir acompañada de una dimensión dinámica de las mismas que obligue a la superación de concepciones lineales y de ejes de explicación previamente predeterminados. Los nuevos enfoques de análisis, las herramientas teóricas, metodológicas y conceptuales deben apoyar el esfuerzo de los historiadores por generar distintos escenarios de explicación del devenir de las sociedades.

Precisamente, en contra de una historia lineal se pronuncia Hugo Fazio, al analizar la experiencia histórica de la Unión Europea. Para Fazio: "En contra de una creencia muy generalizada, la historia de la Comunidad no ha sido lineal. Sus contenidos y objetivos se han modificado constantemente para responder a las circunstancias que se presentan en momentos precisos. En este plano sin duda, una de las grandes virtudes de la CEE radicó en la indefinición misma del proceso de construcción, lo cual ha permitido que la Comunidad haya podido adaptarse más o menos fácilmente a los cambios políticos y económicos ocurridos en los últimos cuarenta años"6. En la misma línea se ubica la propuesta de Muriel Laurent, quien afirma que el proceso de construcción comunitario ha estado mediado por el optimismo, el avance, pero también por las posiciones encontradas entre sus miembros, los temores frente a algunas de sus iniciativas, los retrocesos y los urgentes esfuerzos por seguir adelante. La tensión entre los criterios nacionales y los criterios supranacionales sigue siendo una de las características de la Comunidad.

Otro componente importante para reinterpretar estas experiencias históricas, tiene que ver con su propia historicidad. El proceso de occidentalización del mundo se encargó de crear los referentes, únicos y "válidos", desde los cuales todas las sociedades debían ser explicadas. Interpretar todos los acontecimientos a través del rasero occidental, ha creado un sinnúmero de problemas y de vacíos para abordar una interpretación más cercana y objetiva de las dinámicas históricas.

Procesos como la modernización capitalista y la negación del "otro", en marcos como la expansión occidental y la confrontación Este-Oeste, se han encargado de definir cómo debe ser el mundo y cómo debe ser el comportamiento de las sociedades y de las estructuras económicas, ideológicas y culturales. La negación de las características propias de las sociedades, de sus experiencias históricas particulares y de su trascendencia histórica, ha provocado visiones erróneas de las mismas, como la utilización de conceptos cuestionables como el de "atraso", o el privilegiar posiciones hegemónicas y universalizadoras. Tales visiones deben ser superadas. Este es uno de los aportes proporcionados por varios de los artículos publicados en la revista Historia Crítica.

Este llamado a la historicidad lo encontramos como una constante en los trabajos de Hugo Fazio, en sus reflexiones acerca de la experiencia soviética, combinada con la posibilidad de ofrecer nuevos enfoques interpretativos: "Nuestra explicación sigue un derrotero diferente: en primer lugar, vemos como una primera aproximación válida repensar la reinterpretación de los procesos en su propia historicidad, o sea dentro de un marco de aprehensión del fenómeno en el cual la sociedad rusa y posteriormente soviética no fue una instancia atomizada por la política, sino que ha sido un poderoso factor que ha marcado y definido el curso de los acontecimientos y en particular la evolución a largo plazo del sistema político y social.

En segundo lugar, la historia rusa y soviética en los últimos cien años debe interpretarse desde una óptica de análisis que tenga en cuenta los elementos propios a esta sociedad y su posición frente a la modernización occidental"7.

La historia ruso-soviética

Una de las contribuciones más importantes de la revista Historia Crítica, con respecto a la historia europea, está asociada con los análisis expuestos por el historiador Hugo Fazio sobre la historia ruso-soviética. Estos trabajos exploratorios no sólo han cumplido la función de señalar temas, problemas y enfoques, sino que además han sido el punto de partida de varias de sus publicaciones más recientes8.


4. un tema de debate: la modernización ruso-soviética

Uno de los componentes importantes de la occidentalización lo constituye la modernización y su pretensión universalizadora. La modernización, como problema histórico, le sirve a Hugo Fazio para adelantar un análisis de las experiencias rusa y soviética. Para él, la modernización es insuficiente para entender, en el marco de una historia de larga duración, la historicidad ruso-soviética: "...trataremos de demostrar que la historia soviética ha sido un proceso en el cual se han enfrentado dos proyectos alternativos de desarrollo: el primero enraizado en los elementos populares propios del desarrollo ruso, principalmente las tradiciones campesinas, y el segundo sustentado por los sectores que se han beneficiado de la modernización capitalista a finales del siglo XIX"9.

La modernización y la tradición campesina rusa y soviética, como lo afirma Fazio, se han enfrentado históricamente o, como en el caso del stalinismo, han sido articuladas. La modernización en Rusia y la URSS ha estado identificada con varios procesos y periodos: una modernización capitalista gestada "desde arriba", es decir, promovida por el estado zarista a finales del siglo XIX, apoyada por el capital extranjero y ante la ausencia de una burguesía que lo promoviera; un nuevo impulso modernizador promovido por el gobierno provisional en febrero de 1917 y de clara inspiración burguesa; la NEP, definida como "variante particular" de la modernización; la desarticulación de los elementos diferenciadores de la NEP y las nuevas características de la modernización bajo el stalinismo; la introducción de la modernidad por parte de Jruschov y su apuesta por "una modernización a lo occidental"; el papel desempeñado por el sector modernizador y su lucha contra los sectores "ortodoxos" en las décadas de los 60 y 70, y, finalmente, el gorbachovismo como una reedición de la modernización occidental.

En cuanto al papel desempeñado por los elementos populares, Fazio señala que los intentos de diferenciación social y de creación de bastiones de acumulación capitalista tuvieron que enfrentar las reacciones sociales de aquellos sectores que se vieron vulnerados por los intentos modernizadores. Las comunidades rurales ("obschinas") jugaron un papel dinámico durante buena parte de la experiencia: de las Reformas Stolipin, en 1906, que auspiciaron el abandono del campesinado de sus comunidades, pasamos a la revolución agraria liderada por el campesinado y al "renacimiento" de las obschinas en 1917: "Desde los meses de marzo-abril los campesinos iniciaron su revolución agraria. Se emparentaron de la tierra de los nobles, golpearon duramente a los Kulaks (clase de campesinos enriquecidos, bastión de las reformas de Stolipin), a los que obligaron a volver a las obschinas. En estos meses se asistió a un renacimiento de las obschinas que solidificaron el poder popular en el campo y destruyeron los resortes sobre los cuales se estaba construyendo el capitalismo agrario. Puede decirse que la revolución agraria fue una revolución «conservadora», arcaica, en la medida en que, más que proponer nuevas brechas para la modernización del campo ruso, destruyó los cimientos del modelo de desarrollo seguido desde finales del siglo XIX y restableció las formas tradicionales e igualitarias del campesinado ruso"10.

Mientras unos sectores le apostaban a la modernización, vía occidental, otros, por el contrario, disponían todos los medios para su desarticulación: un proyecto modernizador enfrentado a tendencias antimodernizadoras. Mientras unos concibieron la necesidad de proceder a la desarticulación del campesinado, a crear las condiciones para el capitalismo agrario, otros concibieron la necesidad de conservarlo y de atarlo con una nueva visión modernizadora. A esta lógica respondió, según Fazio, la experiencia impulsada bajo el stalinismo: "Es decir, a diferencia de procesos ocurridos en los países occidentales, en la URSS la acelerada acumulación no significó la destrucción del campesinado, ni tampoco su pauperización, sino, por el contrario, su conservación. La colectivización, podemos decir, fue uno de los engranajes principales de la acumulación, pero, a diferencia de las otras experiencias, tuvo siempre en cuenta las necesidades sociales de los sectores más pobres de la población. De otra parte, la colectivización mantuvo -he aquí su elemento revolucionario- las tradiciones culturales, formas de solidaridad y de gestión del campesinado"11.

Para Hugo Fazio, el proyecto modernizador implantado por Stalin sería desmontado y se retornaría a la creación de las condiciones de "desigualdad creciente de la sociedad". Esta nueva perspectiva modernizadora sería adelantada por Jruschev, quien la guiaría hacia una apuesta por la "modernización occidental" y por la reinserción de la economía soviética en el escenario económico mundial: "Por estas razones consideramos que el verdadero trasfondo de las transformaciones iniciadas por Jruschov no debe concebirse como una liberalización de la sociedad que poco a poco se habría ido desgarrando de los tentáculos del Estado, sino en el hecho de que con él se comienzan a yuxtaponer los elementos de apoyo al modelo occidental en la realidad soviética, subvirtiendo los condicionantes básicos del sistema soviético de desarrollo, iniciado por Stalin"12.

Esta reorientación de la política modernizadora creó nuevas contradicciones, como lo señala Fazio, entre los defensores del "sistema stalinista" y los que veían con buenos ojos la nueva opción de desarrollo. Aquí podemos ubicar los orígenes de las dos tendencias que guiaron la experiencia soviética entre la década de los 60 y los 80: los sectores ortodoxos y los sectores reformistas.

Finalmente, con Gorbachov y sus iniciativas reformistas, tal y como lo advierte Fazio, los sectores reformistas se consolidaron, participaron del nuevo impulso reformista, e incluso precipitaron los acontecimientos que culminaron con la disolución de la URSS, el fortalecimiento del modelo de desarrollo occidental, el abandono del modelo socialista, la gestación de condiciones para la acumulación y para la diferenciación social. Son todos estos elementos los que permiten entender la crisis soviética de principios de los 90: "En resumen, la actual crisis por la que atraviesa la URSS no es más que la polarización y radicalización social y política entre dos proyectos de sociedad. Las reformas políticas realizadas entre los años 1987 y 1989 (estado de derecho, separación del partido del Estado, pluralismo, revitalización de los soviets, libertades políticas, etc.) crearon las condiciones para iniciar el desmonte del sistema anterior... La actual crisis económica de la Unión Soviética y la apatía de los dirigentes por sacar al país del atolladero en que se encuentra consisten en que esta crisis está generando diferencias económicas y sociales y en ese sentido está creando las condiciones para transitar del sistema soviético hacia el capitalismo occidental"13.


5. las nacionalidades y su papel dentro de la explicación de la historia soviética

La "cuestión nacional" también ha estado presente dentro de la historicidad soviética. El tema es estudiado por Hugo Fazio y por Andrés Serbín. Para el primero, el movimiento de las minorías nacionales fue, junto a las revoluciones de los campesinos, de los obreros y de los soldados, una experiencia clave para la comprensión e interpretación de la "Revolución de Octubre", de los procesos derivados de la política descentralizadora propuesta por la Perestroika y en la misma disolución de la URSS. En palabras de Fazio: "La mayoría de los partidos políticos, por su parte, no estaba dispuesta a conceder el derecho de secesión, sino simplemente de autonomía cultural, lo que no mejoraba ni solucionaba los problemas de las minorías. Con la única salvedad del partido de Lenin que abogaba por una verdadera autodeterminación de los pueblos, es decir, reflejaba el espíritu de éstos de definir por sí mismos su futuro. El inicio de este movimiento contestatario desempeñó también un importante papel en la revolución. La proclamación de poderes regionales que contestaban las medidas adoptadas en el centro hizo que surgieran numerosos poderes paralelos, los cuales, al disputarle dirección al Gobierno Provisional, lo debilitaron y favorecieron el clima de anarquía que sería propio a la gesta de octubre. La importancia de esta acción, similar a la que ocurriera en la era gorbachoviana, fue que contribuyó a minar los sustentos del poder estatal y a dar origen a signos precursores de nacionalismo"14.

El tema es ampliamente estudiado por Andrés Serbín en su artículo "Lenin, Gorbachov y la eclosión de las nacionalidades en la URSS". Serbín llama la atención de los interesados en el tema de la "cuestión nacional" en que se hace necesario adelantar un análisis más detallado del pensamiento marxista con respecto a aquel. Para ello valida la división establecida por Walter Connor de las tendencias en que se puede dividir el estudio de las nacionalidades soviéticas: el marxismo clásico, el marxismo estratégico y el marxismo nacional.

Para Serbín, Lenin, uno de los principales promotores de la autodeterminación, debe ser ubicado dentro de la corriente del marxismo estratégico. Serbín también hace un llamado de atención acerca de lo problemático que es el término "cuestión nacional". Para comprender este fenómeno de las nacionalidades, Serbín procede a situar el problema teniendo en cuenta el proceso de expansión y consolidación del imperio ruso; las políticas leninistas dispuestas en la Revolución de Octubre; la sovietización y la rusificación; la Perestroika y la "eclosión de las nacionalidades".

Serbín resalta que la política leninista frente a las nacionalidades se construyó sobre las promesas del reconocimiento de la autodeterminación de las mismas, para luego proceder a su restricción, apostando a la integración, en procura de defender a la revolución: "En la práctica, bajo la apariencia de significativas concesiones a los nacionalistas, Lenin aseguró la profundización del proceso revolucionario y la consolidación del internacionalismo, frenando el proceso de desmembración del Imperio Ruso y reconstituyendo gradualmente sus fronteras en el marco de la Unión Soviética. De hecho, si bien en las constituciones soviéticas de 1924, 1936 y 1977, el derecho a la secesión de las nacionalidades se mantuvo, el principio de autodeterminación como tal fue eliminado a partir de 1922 a través de una serie de mecanismos"15.

Para Serbín, las nacionalidades fueron sometidas a un proceso de "sovietización", como criterio homogeneizador, junto al control político-ideológico desempeñado por el Partido Comunista y la integración económica de las diferentes etnias y nacionalidades, especialmente las no rusas. Pero no podemos olvidar que este proceso integracionista favoreció la aparición de elites locales, que cumplirían papel importante en la dinámica soviética vinculadas con la modernización, el cambio político, económico y social, la crítica al excesivo centralismo, las exigencias democratizadoras e, incluso, la apuesta por fórmulas nacionalistas que dentro de su discurso y accionar terminan optando por el separatismo. Según Serbín, las consecuencias de la Perestroika en lo concerniente a las nacionalidades, hace pensar que la única alternativa es retornar a los preceptos leninistas: "Desde esta perspectiva, la política de nacionalidades implementada por Lenin durante la Revolución de Octubre no deja de tener ciertas resonancias en la situación actual. La necesidad de producir nuevas modalidades de articulación económica en la URSS que impulsan la perestroika y el proceso de necesaria descentralización que conllevan, requieren de un mayor grado de autonomía y de una democratización que se extiende por igual en la RSFRS como en el resto de las repúblicas y territorios de la URSS. Este proceso exige una creciente autonomía periférica, sin por ello llevar a la desmembración de la Unión Soviética... En cualquiera de los casos, como lo evidencian los recientes acontecimientos en Lituania y Estonia, la perestroika que ha desencadenado Gorbachov se enfrenta con el obstáculo de la eclosión de los sentimientos nacionalistas que durante mucho tiempo vivieron soterrados, tanto en las repúblicas y territorios periféricos como en la misma Rusia. Es así que tal vez la única alternativa posible para enfrentar esta eclosión y las amenazas que entraña para la perestroika, sea retornar a la esencia de la exitosa estrategia de Lenin, quizás traduciéndola a las actuales condiciones geopolíticas y económicas globales"16.


6. un elemento de análisis de la política exterior soviética: sus relaciones con el tercer mundo

El último de los referentes de análisis para la historia soviética, presentado en Historia Crítica, corresponde a su política exterior. Las relaciones con el Tercer Mundo sirven a este propósito. Nuevamente es Hugo Fazio quien introduce el tema.

El planteamiento central de Fazio con respecto a la dinámica de las relaciones establecidas entre la URSS y el Tercer Mundo es el siguiente: "...partiremos de la consideración de que el Tercer Mundo representa para la URSS un espacio donde intenta obtener el reconocimiento, no tanto de los PVD [*países en vía de desarrollo] como modelo referencial, sino del sistema internacional de Estados como interlocutor con influencia y capacidad de decisión. Esta situación particular y específica de la URSS viene dada por el hecho de que este país actúa en dos dimensiones: por un lado hace parte de la economía y del sistema interestatal mundial y, por otro, los niega en tanto que ha creado su propio sistema mundial -económico y político- de carácter socialista, que se encuentra por su misma esencia en contradicción con el anterior. Esta dualidad es importante de tener en cuenta al analizar la política soviética frente al Tercer Mundo, puesto que frente a los países en desarrollo se presenta ora como potencia, ora como poder contestatario, que si no niega continuamente por lo menos cuestiona el sistema internacional"17.

Para abordar el planteamiento central antes expuesto, Fazio establece dos condiciones: la necesidad de analizar las transformaciones de la política exterior soviética y su relación con los factores económicos, políticos, militares, ideológicos y científico-técnicos, y, sus relaciones con los Estados Unidos frente a la posición y visión de mundo manejada por cada uno de ellos.

Para Fazio la política soviética frente al Tercer Mundo, en el contexto de la confrontación Este- Oeste, ha estado definida por la búsqueda de apoyos, su presencia y los mecanismos para obtener el necesario reconocimiento internacional. La política interna soviética, asegura Fazio, está en relación directa con su política exterior. En su propuesta de explicación, Fazio señala las distintas etapas y sus características en cuanto a las relaciones interestatales soviéticas en el escenario tercermundista: la primera se sitúa en la década de los 50 bajo el principio de la "coexistencia pacífica" promovida por Nikita Jruschev y en la que se privilegian factores como el fortalecimiento económico, científico, diplomático y moral. El objetivo fundamental, promovido por la URSS, tiene que ver con la creación de una imagen positiva frente al mundo, recurriendo a mecanismos como el apoyo a los procesos descolonizadores, económicos y comerciales tercermundistas. La segunda etapa se experimenta entre 1974 y concluye en 1979 con la invasión a Afganistán. El factor que se privilegia es el militar explicado por la intensificación de la carrera armamentista con los Estados Unidos. La última etapa se ubica en la década de los 80 y se caracteriza por la crisis experimentada dentro del "mundo socialista"; la difícil situación económica de la URSS, el desafío científico-tecnológico impuesto por Occidente y el diseño de una nueva política exterior, bajo los dictados de la Perestroika propuesta por Gorbachov. "El Nuevo Pensamiento Político" manifestó una relectura de las relaciones internacionales soviéticas: promover su desarrollo interno; apostarle al desarme y la promoción de la paz mundiales y el policentrismo. En lo concerniente al Tercer Mundo, Fazio señala: "...la plataforma gorbachoviana implica un cambio radical, sobre todo si se tienen en cuenta las modalidades y formas de inserción inmediatamente anteriores. El retiro de las tropas de Afganistán y los acuerdos de Ginebra sobre este país son un buen testimonio de la superioridad en la utilización de las herramientas políticas sobre las militares. Además es menester señalar que éste ha sido un paso muy importante para dar salida y solución a los otros conflictos que aquejan hoy al mundo. Con el fin de hacer más operativa la economía nacional y de aumentar la presencia política, Gorbachov ha centrado su atención en los países más prósperos del Tercer Mundo, los Nuevos Países Industrializados, los cuales no solamente son mercados potenciales muy significativos para la URSS sino que también pueden transformarse en suministradores de tecnología de punta, sobre todo en aquellos rubros en los cuales los soviéticos son débiles"18.

¿Cuáles han sido los elementos centrales de la política exterior soviética? La respuesta, según Fazio, se encuentra en los distintos mecanismos utilizados para responder de manera efectiva al reto impuesto por el capitalismo en los ámbitos político, económico, social, internacional, armamentista y científico-tecnológico. El Tercer Mundo ha sido escenario de interés para la URSS y manifestación clara de las transformaciones de su política exterior.

La integración europea

Ya hemos hecho mención, más arriba, del llamado de atención que hacen Fazio y Laurent acerca de analizar el proceso integracionista europeo desde un enfoque dinámico. El otro elemento importante, también abordado por estos autores, tiene que ver con el espinoso tema de la integración política comunitaria.


7. la integración política como problema

Según la teoría de la integración, la Unión Política es el último estadio de dicho proceso. La idea de la unión política concibe como posible la creación de un solo Estado, esto es, el abandono de los criterios nacionales en beneficio de las fórmulas supranacionales. La Unión Política debe conducir a la creación de un único marco institucional (político, social, económico, monetario), producto de la cesión de soberanía de los mismos Estados.

La integración económica y la integración política han sido dos experiencias nucleares dentro de la posibilidad de constituir una "Gran Europa", o una "Europa unida". Sus dinámicas, por momentos, han hecho pensar en la posibilidad de integrar los factores económicos con los políticos; en otros, por el contrario, la integración económica ha sido concebida como la única fórmula posible de integración en la medida en que el escenario político todavía manifiesta sus temores frente a la pérdida de los referentes nacionales en cuanto a su soberanía (política, económica, militar).

Un punto de encuentro en los planteamientos de Fazio y Laurent tiene que ver con los alcances y los problemas de la integración política. Este es el escenario de producción de los dos textos. Según Fazio, y podríamos extenderlo a otros especialistas en el tema integracionista, la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), en 1951 por el Tratado de París, no sólo representó un significativo avance en términos económicos, sino también políticos: "De acuerdo al programa originario de Jean Monnet y Robert Schuman, los precursores de la Comunidad Europea, los objetivos que se deseaban alcanzar eran fundamentalmente de índole política. Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, el proyecto de asociación de naciones de Europa Occidental se proponía prevenir la emergencia de los antiguos odios y ambiciones nacionalistas -principalmente entre Francia y Alemania- que habían costado, en el presente siglo, dos guerras mundiales, impedir el resurgimiento de tendencias fascistas, elevar el papel de Europa en los destinos del mundo, servir de contrapeso al hegemonismo norteamericano y de freno al posible avance soviético. La persistencia durante cuarenta años de estos temores sirvió para afirmar la idea de la Comunidad y avanzar paulatinamente en la integración de estos Estados"19.

Los avances políticos prontamente se vieron entorpecidos cuando se abordó el tema de la defensa en el marco comunitario. La firma, en 1952, del Tratado de la Comunidad Europea de Defensa (C.E.D), por parte de la República Federal de Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos, y su posterior proceso de ratificación, que se extendió hasta 1954, expuso con claridad los temores que se despertaron frente a un eventual rearme por parte de Alemania, el cual trató de ser obviado comprometiendo a aquella nación en un proyecto de creación de un ejército común. Sin embargo, el asunto puso de manifiesto una preocupación mayor: el impacto que podría tener un tratado como éste para la soberanía nacional, tema especialmente sensible en sociedades como la francesa.

La pérdida de dinamismo de la integración política reforzó el ímpetu integracionista desde el escenario económico. El espíritu supranacional ha funcionado en lo concerniente a la economía, mas no en lo político: "En este estudio, se ha podido entrever que la cuestión de la supranacionalidad fue la que causó el mayor escollo a la profundización de la integración europea en ámbitos como la defensa (Comunidad Europea de Defensa) y la política exterior (Comunidad Política Europea) común. Se crearon instituciones comunitarias para el manejo de temas relacionados con el comercio y ciertos sectores económicos (como la Política Agrícola Común), pero siempre con el Consejo de Ministros, ente intergubernamental, que se encarga de facilitar las directrices y orientaciones de estas políticas comunes. No se ha logrado la supranacionalidad total: el intergubernamentalismo sigue siendo el camino preferido para muchos temas [...]. Los temas en los que la soberanía nacional es muy delicada, como seguridad y política exterior e igualmente la justicia y los asuntos interiores, no han vuelto a ser considerados como factibles de integrar a corto plazo. El concepto de soberanía nacional, hecho realidad básicamente desde el siglo XIX, tiene todavía un peso fundamental en el mundo contemporáneo"20.

La experiencia vivida por la Comunidad durante 1954 y 1955 dejó lecciones importantes que posteriormente serán recogidas y consideradas como políticas a seguir. Con Maastricht, el tema de la defensa, la política exterior y la seguridad comunitaria recobraron importancia.

A pesar de los obstáculos padecidos, la integración política volverá a cobrar protagonismo dentro de la experiencia comunitaria. Según Fazio, temas como la necesidad de superar el "déficit democrático", la soberanía y los últimos cambios geopolíticos, le imprimen nuevamente importancia a la reflexión del papel de la política en un proceso que como el europeo, ha visto la gran incidencia de los factores económicos como criterio integrador: "Como vemos la Comunidad, a diferencia de una creencia ampliamente difundida, se juega su futuro no en el campo económico, sino en el político. No tan sólo en las actuales circunstancias son frágiles los presupuestos sobre los cuales se construye la Comunidad, sino que además se requiere abordar los nuevos problemas que han surgido después de la disolución del «muro». Los de mayor alcance por su significación estratégica se refieren a los cambios geopolíticos que alteraron el ajedrez político en la región. Pero no menores son los problemas institucionales y el debilitamiento de los anteriores compromisos estatales en condiciones de transnacionalización y de pérdida del modus operandi de la vida política"21.

La dinámica integracionista europea sigue adelante. Sin embargo, situaciones recientes como las decisiones en torno al ingreso de nuevos miembros, esto es, su ampliación; el avance de la OTAN y la redefinición de la seguridad europea no sólo en el marco comunitario sino también de cara a su compromiso "atlántico"; las posiciones esgrimidas por algunos de sus miembros, como el caso de Alemania y de Gran Bretaña, frente a una eventual intervención militar norteamericana en contra de Irak, que los han puesto en posiciones antagónicas; y las reacciones sociales frente a muchas de las iniciativas comunitarias, obligan a ampliar los ejercicios de reflexión y de generación de propuestas explicativas sobre la situación experimentada por el "viejo continente".

Otros temas

Para finalizar, quisiera referirme brevemente a tres trabajos que se inscriben dentro de la historia medieval y la historia "moderna" europeas. El escenario medieval es recreado en una doble perspectiva: la relación establecida entre disidencia religiosa y el poder político a través de la herejía cátara (trabajo de Abel López), y el aporte proporcionado por Pedro Abelardo, en el siglo XII, a las escuelas (germen de las universidades del siglo XIII) y al desarrollo de la ciencia (artículo de Néstor Miranda).

En cuanto a la "historia moderna", el trabajo de Abel López gira en torno a la expansión europea del siglo XV.


8. una reflexión de la experiencia cátara desde el poder político

El artículo del profesor Abel López examina las propuestas presentadas por el historiador catalán Jesús Mestre en su libro Los cátaros. Problema religioso, pretexto político y las de la historiadora francesa Anne Brenon en la obra La verdadera historia de los cátaros. Vida y muerte de una iglesia ejemplar, ambas publicadas en la década de los 90 y cercanas, según López, a los planteamientos de Robert Moore, otro especialista en el tema.

El profesor Abel López rescata varios de los puntos nucleares de las propuestas de los tres autores mencionados:

  • Los temores manifiestos por la Iglesia frente al desafío cátaro y las respuestas de aquélla frente a "la amenaza": declararlos como herejes, adelantar acciones político-militares en su contra, tales como el fortalecimiento de la alianza entre el papado y la monarquía y el establecimiento de la Inquisición.
  • Superar el concepto de secta y reconocer que con su organización, el catarismo bien podía ser asimilado a una iglesia cristiana.
  • La afirmación acerca de que el dualismo cátaro no es evidencia para considerarlo como una religión maniquea: "He aquí algunos de los argumentos presentados por Brenon: el maniqueísmo es una religión distinta a la cristiana y no una mera desviación de ésta; los cátaros ignoraron los libros sagrados de los maniqueos; las reglas de vida, las fiestas y celebraciones, la liturgia, se basaban en la doctrina cristiana, que nada tenía que ver con los libros sagrados, las liturgias y la organización del clero de la religión maniquea. Pero el argumento central es este: puede ser cristiano y a la vez dualista, puesto que es precisamente en los principios dualistas de la cosmogonía cátara donde se han encontrado las mayores afinidades entre una y otra corriente religiosa"22.
  • Dejar sin efectos varias de las imputaciones en contra de los cátaros, como el de ser promotores de la anarquía moral, las orgías, el libertinaje y el suicidio colectivo.
  • La influencia de la Iglesia cátara en la región de Occitania.
  • El apoyo y la acogida del catarismo entre la nobleza, la burguesía occitana y el "pueblo llano". Igualmente importante es la relación que se establece entre el catarismo y las mujeres: "... En efecto, la mujer tuvo especial acogida en el catarismo. Este les otorgaba a las perfectas ciertos derechos que el catolicismo les negaba. Especialmente, las aristócratas formaron parte del clero cátaro: podían administrar el consolamentum, presidir la bendición del alimento y también predicar. Eran, pues, verdaderas sacerdotisas"23.
  • El fin de la iglesia cátara. Tres son los factores que señalan el declive del catarismo: la persecución emprendida por el tribunal de la inquisición; la derrota de sus bases de apoyo y la renovación emprendida por la misma Iglesia católica.


9. pedro abelardo, la ciencia y los lugares del conocimiento en la francia del siglo xii

Néstor Miranda, estudioso de la historia de la ciencia, manifiesta en su texto una doble intención, cuya raíz es de orden pedagógico: "Se elaboró, específicamente para los estudiantes del curso de Historia de las Ciencias que brindé a estudiantes de la Universidad de los Andes durante el primer semestre de 1998, ante la inexistencia de un texto corto y sugestivo que sirviera de enganche para tratar el importante tema de la querella de los universales durante la plena edad media, en el que algunos especialistas creen ver el arranque de la ciencia moderna. Debería servir, además, para que los estudiantes apreciaran la ineludible -y hasta conmovedora y precaria-condición humana de los filósofos y científicos"24.

Su exposición se preocupa por mostrar las características de las escuelas del siglo XII, entorno fundamental para entender el papel jugado por Abelardo en dicho ambiente, en donde su vida y sus ideas serán un elemento importante de explicación.

En su conclusión, Miranda reitera la importancia de la figura de Abelardo dentro de la historia medieval del siglo XII: "Una buena parte de los estudiosos de la vida y la obra de Abelardo lo ven como una figura que se adelantó a su época. Su puesto quizás estaría en el siglo XVI, o un poquito más adelante. Puede que algo de razón exista en estas apreciaciones. Lo cierto es que vivió en el siglo XII y fue un hombre de su época. En otra época, no hubiese sido «el castrado» Abelardo, el amante de Eloísa, el «escolar» (alumno y maestro) de esas escuelas que poblaron la Ile-de-France y otras comarcas durante ese siglo, unas décadas antes de que surgieran las primeras universidades. Lo cierto es que su drama ilustró por enésima vez la fundamental condición humana y su pensamiento contribuyó a la «gran claridad del siglo XII»"25.


10. la expansión europea del siglo xv desde perspectivas económicas y espirituales

El trabajo del profesor Abel López recoge varios de los elementos de reflexión acerca de las motivaciones económicas y espirituales que acompañaron los procesos de expansión europea a partir del siglo XV: las especias, el oro, la esclavitud, el papel jugado tanto por la burguesía como por el absolutismo; la idea acerca del infiel y la intolerancia religiosa.

El desafío turco, en términos económicos y religiosos, puso en serios aprietos a los europeos, motivando en ellos la búsqueda de nuevas rutas y la expansión del espíritu cristiano de erradicación de los bastiones infieles: en primer, lugar el musulmán; posteriormente, las brujas, los herejes, judíos e idólatras. Este es el eje central sobre el que transcurre la reflexión del profesor López.

Uno de los elementos importantes de este trabajo tiene que ver con la construcción del imaginario acerca del demonio y de la necesidad de derrotarlo por parte del cristianismo. Esto abrió el camino para la ampliación de los "enemigos de la fe cristiana" ya enunciados, y que con la expansión europea se ampliaron. América se convirtió en el nuevo escenario de lucha entre el "bien" y el "mal": "Los misioneros y la mayoría de la elite católica adhirieron a la opinión del padre Acosta según la cual, después de la venida de Cristo y de la expansión de la verdadera religión por el viejo continente, Satanás se refugió en América donde tenía uno de sus bastiones. Las religiones indígenas eran, pues, obra del demonio. La idolatría, pecado contra la naturaleza, era calificada de diabólica"26. La aventura europea que se inscribe dentro de los procesos de expansión; se nutrió también, según López, de todo el imaginario medieval acerca de lugares maravillosos y fuentes para la adquisición de preciadas riquezas.

El trabajo del profesor López, como él mismo lo menciona en varios momentos, se construye sobre interpretaciones de distintos textos de historiadores europeos que han adelantado investigaciones sobre varios de los referentes utilizados.


Conclusiones

El análisis de la producción histórica que sobre diversas problemáticas europeas presenta la revista Historia Crítica entre 1990 y el 2000, nos permite pensar en:

    a. La posibilidad de leer, de interpretar y de construir nuevos referentes de análisis sobre la historia europea, desde escenarios de producción distintos a los occidentales; esto es, desde el "Tercer Mundo".

    b. La posibilidad de constituir centros de investigación, de estudio y de producción especializados en la historia europea, desde el ámbito colombiano.

    c. La necesidad de proseguir en la "desoccidentalización de la historia", como propuesta que pueda nutrir a la disciplina histórica de nuevos enfoques y perspectivas, con las cuales se puedan salvar concepciones metahistóricas.

    d. La necesidad de ampliar el marco histórico referencial europeo. Buena parte de los textos estudiados se inscriben dentro de la historia política.


Comentarios

1 Corresponden a los trabajos de MIRANDA, Néstor, "Pedro Abelardo y los estudios superiores en la Francia del siglo XII", en Historia Crítica, No. 16, enero-junio, 1998, pp. 117-125; LÓPEZ, Abel, "Disidencia y poder en la Edad Media: la historia de los Cátaros", en Historia Crítica, No. 20, julio-diciembre, 2000, pp. 113-142.

2 El trabajo de LÓPEZ, Abel, "Sobre las motivaciones económicas y espirituales de la expansión europea (siglo XV)", en Historia Crítica, No. 6, enero-junio, 1991, pp. 59-74.

3 Los trabajos de FAZIO, Hugo, "La Unión Soviética y el Tercer Mundo", en Historia Crítica, No. 3, enero-junio, 1990, pp. 5-19; SERBIN, Andrés, "Lenin, Gorbachov y la eclosión de las nacionalidades en la URSS", en Historia Crítica, No. 5, enero-junio, 1991, pp. 19-33; FAZIO, Hugo, "Repensando la historia de la Unión Soviética", en Historia Crítica, No. 6, enero-junio, 1992, pp. 35-57; FAZIO, Hugo, "La Unión Europea: las tareas políticas de la integración", en Historia Crítica, No.8, julio-diciembre, 1993, pp. 3-16; FAZIO, Hugo, "El octubre ruso de 1917: una aproximación interpretativa", en Historia Crítica, No. 11, julio-diciembre, 1995, pp. 5-18; LAURENT, Muriel, "Los proyectos de integración europea entre 1954 y la conferencia de Messina de junio de 1955", en Historia Crítica, No.16, enero-junio, 1998, pp. 81-97.

4 Ver FAZIO, Hugo, "La Unión Soviética y el Tercer Mundo", op. cit., p. 5.

5 Ver SERBIN, Andrés, "Lenin, Gorbachov y la eclosión de las nacionalidades en la URSS", op. cit., p. 19.

6 FAZIO, Hugo, "La Unión Europea: las tareas políticas de la integración", op. cit., p. 3.

7 FAZIO, Hugo, "El octubre ruso de 1917; una aproximación interpretativa", op. cit., pp. 5-6.

8 FAZIO, Hugo, La Unión Soviética de la Perestroika a la disolución, Bogotá, ECOE-Tercer Mundo, 1992.

9 FAZIO, Hugo, "Repensando la historia de la Unión Soviética", op. cit., p. 40.

10 Ibid., p. 43. Esta afirmación también la encontramos en su artículo titulado "El octubre ruso de 1917: una aproximación interpretativa", pp. 7-11.

11 FAZIO, Hugo, "Repensando la historia de la Unión Soviética", op. cit., p. 49.

12 Ibid., pp. 51-52.

13 Ibid., pp. 56-57.

14 FAZIO, Hugo, "El octubre ruso de 1917: una aproximación interpretativa", op. cit., pp. 16-17.

15 SERBIN, Andrés, "Lenin, Gorbachov y la eclosión de las nacionalidades en la URSS, op. cit., p. 21.

16 Ibid., p. 33.

17 FAZIO, Hugo, "La Unión Soviética y el Tercer Mundo, en Historia Crítica, No.3, enero-junio 1990, p. 7.

18 Ibid., pp. 17-18.

19 FAZIO, Hugo, "La Unión Europea: las tareas políticas de la integración", en Historia Crítica, No. 8, julio - diciembre 1993, p. 3.

20 LAURENT, Muriel, "Los proyectos de integración europea entre 1954 y la Conferencia de Messina de junio de 1955, en Historia Crítica, No.16, enero-junio 1998, p. 93.

21 FAZIO, Hugo, "La Unión Europea: las tareas políticas de la integración", en Historia Crítica, No. 8, julio - diciembre 1993, p. 14.

22 LOPEZ, Abel, "Disidencia y poder en la edad media: la historia de los cátaros", en Historia Crítica, No. 20, julio - diciembre 2000, p. 121.

23 Ibid., p. 137.

24 MIRANDA, Néstor, "Pedro Abelardo y los estudios superiores en la Francia del Siglo XII", en Historia Crítica, No. 16, enero-junio 1998, p. 117.

25 Ibid., p. 125.

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