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Historia Crítica

Print version ISSN 0121-1617

hist.crit.  no.27 Bogotá Jan./June 2004

 

APORTES AL DIÁLOGO ENTRE HISTORIA Y CIENCIA POLÍTICA. UNA CONTRIBUCIÓN DESDE LA EXPERIENCIA INVESTIGATIVA EN EL CINEP*

Fernán gonzález
Politólogo de la Universidad de los Andes, historiador de la Universidad de California, Berkeley, e investigador del CINEP.


RESUMEN

En este trabajo quisiera hacer una mirada retrospectiva de algunos de los trabajos del CINEP y de los míos propios, relacionados con la historia política durante los treinta años en que he estado vinculado a él. Igualmente, quiero tratar de aclararme a mí y al lector hasta qué punto la mayor parte de mis propios trabajos pueden inscribirse en la categoría de historia política, ya que yo mismo no tengo muy claramente definida mi identidad profesional, aunque esta indefinición no significa para mí ningún motivo de preocupación. Entre otras cosas, porque estudié tanto Ciencia Política como Historia de América Latina, y nunca me he preocupado mucho por las fronteras que algunos profesionales han construido entre las ciencias sociales. Es más, considero que la combinación de los dos enfoques, diacrónico y sincrónico, han significado un enorme enriquecimiento de mis perspectivas de análisis. Lo mismo que la combinación entre el acercamiento concreto a la realidad histórica de la actividad política colombiana y la lectura desde modelos teóricos, normalmente abstraídos de otras experiencias históricas.

PALABRAS CLAVES
historia, ciencia política, cinep, ciencias sociales, política colombiana.


CONTRIBUTIONS TO THE DIALOGUE BETWEEN HISTORY AND POLITICAL SCIENCE. A CONTRIBUTION FROM RESEARCH EXPERIENCE IN THE CINEP

ABSTRACS

In this article I would like to take a retrospective look at some of the CINEP s studies and some of my own work relating to political history during the thirty years in which I have been associated with the institition. I also want to try to clarify for myself and for the reader to what extent most of my own work can be inscribed in the category of political history, since I myself have not very clearly defined my professional identity, although this indefinition is no cause of concern for me, among other things, because I have studied both Political Science and Latin American History and have never worried much about the borderlines that some professionals have drawn between the social sciences. Furthermore, I believe that the combination of the two focuses, diachronic and synchronic, have enriched my analytical perspectives enormously. The same applies to the combination of the concrete approach to the historical reality of Colombian political activity and a reading of it from the viewpoint of theoretical models, usually abstracted from other historical experiences.

KEY WORDS
history, political science, cinep, social sciences, colombian politics.

Artículo recibido en octubre de 2003; aprobado en enero de 2004.


En este trabajo quisiera hacer una mirada retrospectiva de algunos de los trabajos del CINEP y de los míos propios, relacionados con la historia política durante los treinta años en que he estado vinculado a él. Igualmente quiero tratar de aclararme a mí y al lector hasta qué punto la mayor parte de mis propios trabajos pueden inscribirse en la categoría de historia política, ya que yo mismo no tengo muy claramente definida mi identidad profesional, aunque esta indefinición no significa para mí ningún motivo de preocupación. Entre otras cosas, porque estudié tanto Ciencia Política como Historia de América Latina y nunca me he preocupado mucho por las fronteras que algunos profesionales han construido entre las Ciencias Sociales. Es más, considero que la combinación de los dos enfoques, diacrónico y sincrónico, han significado un enorme enriquecimiento de mis perspectivas de análisis. Lo mismo que la combinación entre el acercamiento concreto a la realidad histórica de la actividad política colombiana y la lectura desde modelos teóricos, normalmente abstraídos de otras experiencias históricas.

Por esta dualidad, creo que muchos historiadores tradicionales pueden considerarme más como politólogo o sociólogo, mientras que la mayoría de mis colegas politólogos y mis estudiantes me califican claramente como historiador político. Yo tendería a definirme más bien como historiador social y cultural de la vida política colombiana o como sociólogo histórico de la vida política, ya que mi interés básico ha sido siempre indagar por las bases sociales y culturales de la historia política de Colombia. En ese sentido, lo que he tratado de hacer es indagar por los trasfondos históricos de nuestros problemas políticos: intentar responder, desde una relectura de la historia política ampliamente considerada, a las preguntas que se hace la Ciencia Política sobre las actuales violencias, el clientelismo y la corrupción, la crisis de representación política, las relaciones entre Estado y sociedad, e iglesia católica y estado liberal, el tipo de presencia del Estado en las diversas regiones, etc.

Así, la pregunta guía que ha dirigido mis investigaciones ha sido el interrogante por los malentendidos fundamentales que operan como trasfondos de los conflictos entre la iglesia católica y el partido liberal, entre los acercamientos clientelistas y tecnocráticos a la vida política, entre las miradas a la violencia desde las llamadas causas objetivas y subjetivas, etc. También ha guiado mis investigaciones la mirada contrapuesta con que esas visiones y los actores de esos conflictos interactúan entre sí: cómo se miran los actores unos a otros y cómo responden a esas miradas. Con frecuencia, la falta de consenso sobre un determinado aspecto obedece a que el problema se entiende de manera diferente. Por ejemplo, es claro que las diversas posiciones asumidas en la discusión sobre clientelismo, corrupción y reforma política ocultan diversas concepciones de la política. Mientras que el fracaso de las recientes negociaciones de paz evidencian, como ha mostrado insistentemente Marco Palacios1 -amigo y colega historiador, cuyas ideas han enriquecido muchas de estas reflexiones- una dificultad para crear consenso sobre la naturaleza de la salida negociada y del conflicto armado mismo. Malentendidos semejantes se ven en la mirada con que mutuamente se enfrentan la iglesia católica y el partido liberal durante el siglo XIX y primera mitad del XX.

Desde mis tiempos de estudiante de Ciencia Política en la Universidad de los Andes, en los ya lejanos años setenta, echaba de menos la mirada histórica de los problemas políticos: fuera de los cursos de Francisco Leal Buitrago sobre la formación del Estado2 y de Darío Fajardo Montaña, y algunas lecturas como las del Poder Político en Colombia, de Fernando Guillén Martínez3, que leíamos en fotocopias desorganizadas y mal paginadas, la dimensión histórica estaba bastante ausente. Parecía que, en el mejor de los casos, la historia comenzaba con el Frente Nacional. Y, por el lado de la Historia, el interés de la mayoría de los historiadores por los problemas políticos era escaso: lo que se consideraba importante era la Historia económica y social, la Historia de las Mentalidades, mientras que la Historia política se relegaba a las tradicionales Academias de Historia, con sus listas de próceres, presidentes, guerras civiles y reformas constitucionales. Quedábamos así reducidos a los libros de Henao y Arrubla, Gustavo Arboleda y, en el mejor de los casos, al enfoque revisionista de Indalecio Liévano Aguirre. Incluso en el terreno de la historia de las ideas políticas, el interés era escaso: los trabajos ya clásicos de Jaime Jaramillo Uribe4 y Gerardo Molina5 eran la excepción. De hecho, todavía no tenemos una buena síntesis del pensamiento conservador en Colombia, a pesar de las antologías existentes de José Eusebio Caro, Mariano Ospina Rodríguez, Miguel Antonio Caro y Laureano Gómez. Sin embargo, tengo que reconocer mi deuda con los trabajos de Jaime Jaramillo, pionero de los estudios sobre el pensamiento político colombiano e iniciador de muchas reflexiones sobre las bases sociales del comportamiento político colombiano en sus análisis sobre la formación de la nación, su diferenciación regional y espacial, su atención al mestizaje, la diferenciación social, los cambios demográficos y los factores del poblamiento colombiano, que nos señalaron un camino6.

Esta carencia ilustra la importancia que tiene el reciente impulso renovador de la línea de investigación en historia política que aparece simultáneamente en varias regiones del país. En este contexto de recuperación de la historia política, con el apoyo de los aportes de otras ciencias sociales, se inscribe nuestro intento de diálogo entre Historia y Ciencia Política. Este intento de relectura ha venido buscando superar la separación que normalmente existe entre la visión diacrónica de la Historia política y la mirada sincrónica de la Ciencia política, intento que se hace evidente en la preocupación de varias investigaciones del CINEP por indagar sobre las raíces prepolíticas del comportamiento y adscripción política, sobre las bases sociales, culturales y económicas de la actividad política. En ese sentido, nuestra búsqueda se inspira en la obra ya citada de Fernando Guillén Martínez, que relaciona la adscripción política a los partidos tradicionales con las estructuras sociales relacionadas con la encomienda indígena de los tiempos coloniales y la hacienda colonial y republicana, lo mismo que en los trabajos de Barrington Moore Jr., que tratan de interrelacionar las estructuras agrarias de algunos países con los sistemas políticos posteriormente resultantes7. Sin la consideración de las bases sociales, económicas y culturales del comportamiento político, son ininteligibles el fenómeno del clientelismo y el surgimiento precoz del sistema bipartidista en Colombia, lo mismo que su permanencia hasta la segunda mitad del siglo XX.

Relaciones entre iglesia católica, sociedad y estado en Colombia

En esa consideración, es particularmente importante el análisis de las relaciones que se establecen, desde los tiempos coloniales, entre la iglesia católica y las localidades y regiones: la presencia diferenciada del clero católico en los procesos de poblamiento y cohesión social de las diversas regiones tiene, a nuestro parecer, importantes consecuencias políticas y sociales. En este punto se presenta una convergencia de los resultados de nuestras investigaciones sobre las bases sociales del comportamiento político y los trabajos realizados sobre las relaciones entre iglesia católica y estado colombiano. Estos estudios se inician antes de mis estudios de Ciencia Política y responden a una problemática de tipo más personal, pues se enmarcan en la contradicción que vivía parte de mi familia, en particular mi padre, entre la militancia dentro del partido liberal y su firme adhesión a la fe católica, de la que era fervoroso practicante. En el período de la Violencia de los años cincuenta, cuando mi familia se trasladó de Barranquilla a Cali, estaban en boga las pastorales antiliberales y antimodernas de monseñor Miguel Ángel Builes, obispo de Santa Rosa de Osos, y no escaseaban los curas que negaban la absolución a los que se atrevían a confesarse liberales. Creo que esta problemática familiar es uno de los orígenes de mi interés por estudiar, desde el punto de vista liberal, los enfrentamientos de la iglesia católica con el liberalismo y el mundo moderno. Por esta razón, mi libro Poderes Enfrentados8, que recoge varios ensayos sobre el tema, está dedicado a la memoria de mi padre.

La otra vertiente de mi interés por el tema tiene que ver con el momento que vivíamos en Colombia a finales de los años sesenta y principios de los setenta: yo estudiaba teología en la Universidad Javeriana, entre los años 1968 y 1971, cuando empezaban a conocerse y estudiarse en el país los resultados del Concilio Vaticano II, realizado entre los años 1962 y 1965, que significaron un verdadero revolcón en el seno de la iglesia católica. Y mucho más, en América Latina y Colombia, donde proliferaron muchos movimientos sacerdotales y laicales de carácter contestatario y radical, que despertaron el rechazo y la incomprensión de la mayor parte de los jerarcas; como resultado de esta contraposición, se hace evidente la división del clero católico y su jerarquía en América Latina. En ese momento surgen Camilo Torres y, posteriormente, los grupos sacerdotales de Golconda y SAL (Sacerdotes para América Latina).

En ese contexto teológico y político, era obvia la pregunta sobre las relaciones entre iglesia católica, liberalismo y modernidad, ya que el Concilio Vaticano II significó un importante intento de diálogo con el mundo moderno al reconocerse la iglesia como Pueblo de Dios que camina a través de la historia, al lado de otros pueblos, otras iglesias, otras religiones y un sinnúmero de creencias. Para la iglesia católica colombiana, educada en la lucha contra el liberalismo y el mundo moderno, el reconocimiento que el Concilio hacía de la libertad religiosa y de los valores de la modernidad producían un shock profundo, que hizo confesar a algún obispo que sentía que les habían desencuadernado el Catecismo. En ese momento, cuando empezábamos a entender planteamientos que darían lugar más tarde a la llamada "Teología de la Liberación" en América latina y a los enfoques del grupo Golconda en el caso colombiano, y también a leer los trabajos educativos de Paulo Freire y las discusiones sobre la teoría de la dependencia, empecé a escribir mi trabajo de grado en teología sobre los conflictos entre Religión y Sociedad en Colombia, en torno a la revolución liberal de 18489. Para ese trabajo, descubrí un libro de alguien que se convertiría luego en un buen amigo y colega: Partidos políticos y Clases Sociales, de Germán Colmenares10, que me sugirió una idea que sería clave para mis posteriores investigaciones: la diferencia entre fe religiosa y la expresión sociocultural de esa fe en los diversos momentos de la historia.

Esa línea se iría desarrollando luego en mis siguientes trabajos, como el de los antecedentes históricos del nuevo concordato de 197311 y el de las relaciones entre iglesia católica y partidos políticos12, que ya insinúa ideas que se profundizarían más tarde, como la diferenciación regional de la presencia de la iglesia católica en el país (cuya idea germinal aparece ya en los primeros trabajos de Virginia Gutiérrez de Pineda sobre la familia colombiana), las divisiones del clero en torno al proceso de independencia y la vigencia del patronato bajo el régimen republicano, la lectura del catolicismo intransigente de las pastorales del obispo de Pasto, Ezequiel Moreno (canonizado por Juan Pablo II), que predicaba la guerra santa contra el liberalismo, y las consecuencias de la división de la jerarquía en la caída del régimen conservador en 1930. Estas visiones se irían complementando con otros tres ensayos: el primero explora las relaciones de la iglesia católica bajo los gobiernos del general Mosquera y del radicalismo liberal, mostrando la heterogeneidad interna tanto de la iglesia como del partido liberal en esta materia13, mientras que los otros dos muestran el desarrollo de esta problemática durante la Regeneración y la hegemonía conservadora, las reformas liberales de los años treinta, la violencia de mediados de siglo y el Frente Nacional14.

De alguna manera, este acercamiento histórico desemboca en una visión más actual del papel de la iglesia católica en la sociedad colombiana a partir de los años setenta y ochenta, recogida en dos ensayos: "La Iglesia jerárquica: un actor ausente"15, sobre la coyuntura de los años ochenta, y "La Iglesia católica en la coyuntura de los noventa: ¿defensa institucional o búsqueda de la paz?"16. En ellos se analiza la crisis del modelo de presencia de la iglesia en la sociedad mediante el control de las instituciones sociales, el desconcierto de la jerarquía frente a los rápidos cambios que se producen en la sociedad colombiana a partir de los años setenta, que se expresan en una acelerada secularización de la sociedad, una mayor heterogeneidad del campo religioso y un reconocimiento de la pluralidad étnica, cultural y religiosa del país. Estos cambios se reflejan en la oscilación de la jerarquía entre una defensa del modelo institucional reflejado en la defensa del régimen concordatario y la búsqueda de un nuevo estilo de presencia en la sociedad que se muestra en la búsqueda de la paz. Estos ensayos fueron escritos, en buena parte, gracias a la insistencia de Francisco Leal Buitrago, amigo, profesor y colega, que no me dejó abandonar el tema.

Esta serie de ensayos sobre las relaciones entre iglesia católica, sociedad y estado en Colombia se cierra con una reflexión sobre el papel de la iglesia en la conquista y colonia españolas, que se concreta con la ocasión de la discusión sobre la celebración del V Centenario del descubrimiento de América y finaliza con la edición del libro Poderes Enfrentados. Iglesia y Estado en Colombia, que recoge, en 1997, casi todos los ensayos anteriormente mencionados. El capítulo primero de este libro, "¿Evangelización o Conquista espiritual? La Iglesia en la sociedad de la conquista y la colonia", sintetiza varias versiones sobre el tema, publicados previamente de manera diversa17. Por su parte, el capítulo final18 intenta realizar una reflexión de conjunto sobre los diversos períodos estudiados desde la relación entre iglesia y modernidad, cuyo inicio se debió a un seminario sobre la recepción de la modernidad en Colombia, realizado en 1989 a petición de la Misión de Ciencia y Tecnología en la facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Bogotá.

para leer la política: una mirada desde la historia

A diferencia de los trabajos sobre las relaciones entre iglesia católica, sociedad y estado colombianos, fruto de un trabajo predominantemente personal que permitió ir armando paulatinamente el rompecabezas antes descrito, las investigaciones más directamente relacionadas con la historia del comportamiento político han estado siempre vinculadas a investigaciones interdisciplinarias realizadas por diversos equipos de trabajo del CINEP, como aparece analizado en el recuento de las investigaciones relacionados con la política, realizado por Ingrid Bolívar con ocasión de los primeros 25 años de este Centro19. Así, los primeros acercamientos al tema del clientelismo y la formación del Estado Nación se producen en una investigación sobre el clientelismo, realizada entre 1975 y 1978, que buscaba indagar por las bases socioeconómicas del comportamiento político en el agro colombiano. El equipo estaba dirigido por el antropólogo Néstor Miranda Ontaneda, ya fallecido, al que debemos buena parte de nuestra formación como investigadores sociales los demás miembros del equipo, compuesto por Alejandro Reyes Posada, Eloisa Vasco, Jorge Valenzuela y Fernán E. González.20 El enfoque entonces adoptado sería el preludio de los siguientes acercamientos del CINEP al estudio de la política colombiana: se partía de combinar el análisis del modelo cultural clientelista con un marco histórico general para desembocar en estudios regionales de caso, como los de Boyacá, Tolima y Sucre, que muestran cómo la relación clientelista se adapta a las particularidades específicas de cada región. Los resultados de esta investigación pionera en Colombia alimentaron varias publicaciones del CINEP de entonces21.

Desde ese entonces se vislumbraba una tendencia que habría de caracterizar el estilo de las investigaciones del CINEP: tratar de superar la mirada meramente coyuntural de los problemas como el clientelismo y la crisis de los partidos tradicionales para enmarcarlos en una mirada de largo plazo. Así, el clientelismo es analizado en relación con la estructura social y económica de algunas regiones del país, miradas desde su diferente desarrollo histórico, como un tipo de relación política enmarcada en el proceso particular de la configuración del Estado colombiano: se supera así el enfoque ahistórico propio del funcionalismo donde nace este enfoque y la crítica moralizante tradicional, para tratar de mirar la manera como se inserta de manera diferenciada en las condiciones sociales, económicas y sociales de distintas regiones y de diversos momentos históricos. En ese sentido, el análisis teórico de Néstor Miranda sobre el fenómeno clientelista como sistema elemental y deformado de seguridad e integración social, contrastado con los grandes momentos de la historia nacional, constituyó uno de los primeros acercamientos al tema en Colombia. Esta mirada dinámica del clientelismo, en su dimensión histórica y diversidad regional, permite entender su función en el proceso de construcción del Estado y sus contradicciones con las tendencias modernizantes de sectores tecnocráticos de la administración pública y apreciar la constante transformación de la clase política tradicional, la movilidad de los políticos clientelistas, donde se observa la decadencia de viejos patronos y el ascenso de nuevos.

En este acercamiento se evidencia el influjo de los planteamientos de Fernando Guillén Martínez, como aparece en el comentario que hacía Néstor Miranda en 198022 y en mi prólogo a la segunda edición de la obra23, ya que Guillén señalaba múltiples continuidades entre formas asociativas prepolíticas, ligadas a los sistemas económicos de la encomienda y la hacienda coloniales, y la posterior adscripción a los partidos políticos tradicionales. Esta idea de indagar por las bases sociales y culturales de la política será clave para las posteriores investigaciones del CINEP sobre violencia y construcción del Estado, el comportamiento electoral y la administración pública24. Sólo que nuestros trabajos posteriores tendrían más en cuenta a la población campesina, mestiza y mulata, no encuadrada en las encomiendas y haciendas coloniales, ni sujeta al control del clero católico, sino vinculada a la colonización de zonas periféricas, con poco control de la iglesia y de las autoridades coloniales.

También fueron importantes, en este proceso investigativo, los primeros contactos con la historiografía anglosajona sobre los temas del caciquismo y formación de los partidos tradicionales, a los que tuve acceso gracias a la generosa colaboración de una buena amiga y colega, Catherine LeGrand, que realizaba entonces una investigación exhaustiva sobre los problemas de tierras en la historia colombiana25. En ese entonces, ella me proporcionó unas fotocopias de unos artículos de Malcolm Deas y Frank Safford, muy poco conocidos por esos tiempos: el de Deas se acercaba al tema de la historia del caciquismo en Colombia26, mientras que el de Safford27 se dedicaba a analizar las bases sociales de las adscripciones políticas en los primeros tiempos de nuestra república. Ambos artículos abrieron muchos caminos para nuestras investigaciones y su influencia en nuestros trabajos es bastante obvia, pues ayudan a superar la lectura esquemática y un tanto maniquea con que normalmente se acerca la mayoría de las personas a estos temas.

Estos enfoques se verán aplicados en una serie de artículos más directamente relacionados con la historia política propiamente dicha, tales como los referentes al proyecto político de Bolívar28, los trasfondos sociales y políticos de la llamada Guerra de los Supremos29, la lectura conservadora de la revolución liberal de mediados del siglo XIX a partir del mito antijacobino30, los problemas regionales ocultos bajo la crisis de los gobiernos del llamado Olimpo Radical y en los inicios de la Regeneración de Núñez31, que son recogidos y sintetizados en reflexiones más generales sobre las relaciones entre adscripción a los partidos tradicionales, papel de la iglesia católica y formación de identidad nacional32. También de ese estilo es el ensayo sobre la Guerra de los mil días, que relaciona el reclutamiento de las tropas y la adscripción partidista al tipo de poblamiento y cohesión social de las diversas regiones33. En estos últimos ensayos, se nota la influencia de los desarrollos teóricos de Ernest Gellner34, que relaciona las formas de cohesión social en sociedades complejas con el surgimiento del nacionalismo y de la identidad nacional, y Benedict Anderson, con su idea de la Nación como Comunidad imaginada35, que aplicamos al sistema de los dos partidos tradicionales.

conflicto social y violencias

Muchos de estos avances y enfoques fueron retomados nuevamente en las investigaciones sobre Conflicto Social y Violencia, realizadas en el CINEP entre 1988 y 1992, que fue también el resultado de la labor de un equipo interdisciplinar, coordinado por Fernán González y compuesto por los historiadores Fabio Zambrano Pantoja y Fabio López de la Roche, la economista Consuelo Corredor Martínez, la abogada María Teresa Garcés, la comunicadora social Amparo Cadavid Bringe, la antropóloga María Victoria Uribe, los sociólogos Elsa María Blair Trujillo y José Jairo González Arias, el politólogo Mauricio García Durán, el entonces economista Mauricio Romero y el escritor Arturo Alape. En esa investigación ya aparecían conceptos que se irían desarrollando más tarde, como la fragmentación y privatización del poder, la precariedad del Estado, la relación entre los diversos procesos de poblamiento regional y las violencias, la debilidad de la Sociedad Civil y la cultura política de la intolerancia. Los resultados de la investigación, recogidos tanto en Análisis. Conflicto Social y Violencia, folletos de carácter divulgativo, como en la revista Controversia, y una colección de nueve libros, ilustran la metodología del acercamiento a las múltiples violencias que aquejan al país. Así, un acercamiento global macroeconómico36 e histórico cultural37 se complementa con varios estudios de caso de regiones particularmente violentas, como el Sumapaz38, el Magdalena Medio santandereano39, la zona esmeraldífera de Boyacá40, el Bajo Cauca antioqueño41, Medellín42, y una mirada global a las relaciones de la sociedad civil con las fuerzas armadas43 y a los procesos de paz44, para culminar luego en una mirada más globalizante45, relacionada con el proceso de configuración política del país.

En ese sentido, las investigaciones de este equipo combinaban el enfoque histórico y estructural de larga duración, que tenía en cuenta las dimensiones económica, sociopolítica y cultural, con acercamientos más coyunturales, de mediano y corto plazo, concretados en los estudios regionales de caso, como los anteriormente mencionados. Dentro de este conjunto, el trabajo sobre la configuración política de Colombia46 sirve de puente entre los análisis estructurales y sus expresiones regionales, al mostrar a los partidos tradicionales a la vez como federaciones de poderes locales y regionales que articulan esos ámbitos de poder con los ámbitos nacionales de la política, y como subculturas que proporcionan cierto sentido de pertenencia y relacionan las identidades locales y regionales con la nación y el Estado. Esta lectura de los partidos como subculturas debe mucho a los análisis de otro amigo y colega, Daniel Pécaut47, que han enriquecido muchos de nuestros trabajos48.

Así, se rescata el papel de los partidos tradicionales como respuesta a la fragmentación del poder entre elites regionales, que ha sido tan subrayado por Marco Palacios49, al mostrar cómo se interrelacionan estos poderes locales y regionales, basados en solidaridades y rivalidades del orden prepolítico, con el conjunto de la nación. Luchas de familias y grupos de ellas, enfrentamientos internos entre familias, rivalidades locales y regionales, tensiones entre grupos generacionales, enfrentamientos personales, identidades locales y regionales, todo ello termina desembocando en adscripciones partidistas, diferenciadas por la relación con la iglesia católica, el grado y estilo de movilización popular, y el ritmo de las reformas sociales y económicas. Los caudillos locales y regionales, así como las oligarquías locales se convierten, por esta vía, en intermediarios necesarios del Estado nacional, del que son a la vez adversarios e instrumentos.

En esta investigación cobran particular importancia las dimensiones del espacio y de su ocupación, como bases para la construcción de poderes e identidades locales. En ese sentido, fueron significativos los aportes de Fabio Zambrano Pantoja50 y José Jairo González51 a las discusiones del equipo. En el fondo, la investigación reposaba sobre la comparación implícita entre territorios integrados y periféricos, donde la presencia del Estado era importante o periférica: se comparaban así los territorios donde se producía la violencia actual con los territorios que fueron escenarios de la Violencia de los años cincuenta, para relacionarlos retrospectivamente con los procesos de poblamiento colonial, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, cuando se inicia el proceso de colonización campesina permanente como fruto de las contradicciones de las estructuras económicas y sociales de las zonas integradas al centro, y la participación diferenciada de los pobladores de las diversas regiones en las guerras civiles del siglo XIX, especialmente la guerra de los Mil días.

Este enfoque fue reforzado luego por los resultados de la investigación de Mary Roldán sobre la violencia de los años cincuenta en Urrao, Antioquia, donde muestra que el colapso de las instituciones estatales en algunas partes del territorio nacional no implica necesariamente el surgimiento de la violencia, pues en algunos casos los mecanismos de regulación social de las localidades y regiones pueden compensar la ausencia del Estado. Además, muestra cómo la violencia en las zonas periféricas asume un carácter diferente del de las zonas integradas a la sociedad y economía nacionales52. También fueron de mucha utilidad los resultados de la investigación de Catherine Legrand sobre la colonización de baldíos, realizada para optar al doctorado en Historia en la Universidad de Stanford, que están recogidos en un excelente libro, que logra buenos aportes al conocimiento del desarrollo campesino53.

Para esta comparación entre diferentes tipos de poblamiento y de cohesión e integración sociales, prestamos particular atención a las zonas donde la presencia y el control social del clero católico era menor, y más difícil la relación con las autoridades coloniales, inspirándonos en los análisis de Basilio Vicente de Oviedo54 y Virginia Gutiérrez de Pineda55, en los informes del oidor Francisco Moreno y Escandón56 y del arzobispo virrey Antonio Caballero y Góngora57. En esta comparación de los territorios, fueron muy útiles los mapas electorales de la colega y amiga Patricia Pinzón de Lewin58, que muestran cómo se agrupan en el espacio y el tiempo las adscripciones a los partidos tradicionales. Nuestra idea era contraponer este desarrollo territorial de los procesos electorales con lo que sabíamos de los procesos de poblamiento y cohesión social de esos territorios a lo largo de la historia y comparar esta contraposición con los procesos violentos de los años cincuenta y ochenta. Las relaciones entre poblamiento, cohesión social y conflicto a través de la historia colombiana, entresacada de estos trabajos y los estudios de caso regionales han sido resumidas en un artículo publicado posteriormente59.

Por otra parte, los estudios de caso escogidos (Magdalena medio santandereano, zona esmeraldífera de Boyacá, zonas de colonización del Sumapaz y Oriente) mostraban formas diferentes de violencia en relación con la presencia del Estado: había violencia cuya resolución no pasaba por el Estado, sino que estaba totalmente privatizada; otra violencia se producía en zonas de colonización donde el Estado no poseía el pleno monopolio de la fuerza y donde los poderes locales apenas se estaban construyendo, al lado de una violencia que pasaba por el enfrentamiento entre los partidos tradicionales. Para entender estos procesos, recurrimos a los aportes de la historia comparada hechos por Charles Tilly60, que mostraban que los procesos de construcción del Estado no eran homogéneos sino que respondían de manera diferenciada a las condiciones locales y regionales previamente existentes: según el poder de los intermediarios o poderes locales, el Estado hacía presencia de manera directa o indirecta. Estos conceptos de dominio directo e indirecto del Estado, diferenciados por el predominio de una burocracia moderna y un ejército con pleno monopolio de la coerción, o la coexistencia de estos aparatos modernos con formas tradicionales de poder, de gamonales y caciques, nos permitieron comprender mejor la combinación de modernidad y tradición que caracteriza la vida política colombiana61, lo mismo que sus bases prepolíticas de sociabilidades modernas y tradicionales, que se combinan en el funcionamiento de los partidos políticos tradicionales.

Para la comprensión de estas sociabilidades contrapuestas fueron muy útiles las conceptualizaciones introducidas por François-Xavier Guerra62 y Fernando Escalante, que han estudiado, para el caso de México, la manera como se combinan esas sociabilidades, mostrando los efectos que la superposición de formas e instituciones políticas, tomadas de países donde el dominio directo del Estado se ha consolidado, produce en países donde el dominio del Estado sigue siendo de tipo indirecto, mediante los poderes locales previamente existentes en las comunidades. En ese sentido, Guerra llega a defender la necesidad política del gamonalismo como intermediario necesario entre Estado moderno y sociabilidades tradicionales. En sentido semejante se mueve Fernando Escalante63, que muestra que hay una profunda contradicción entre el proyecto explícito de las clases dominantes, la creación de ciudadanía y nación modernas, y su proyecto implícito, que obedecía a la necesidad de mantener su control clientelista sobre las bases populares, que eran su base social de poder. Para el caso español, el estudio clásico de Julián Pitt Rivers64 ha señalado la importante función que cumplió el gamonalismo local para adaptar y descentralizar las reformas centralizantes del régimen de Franco para las condiciones locales. Estas perspectivas permiten leer de manera más dinámica el papel del clientelismo como articulador de sociabilidades tradicionales y modernas para hacer presente a los aparatos del Estado moderno en condiciones sociales que no permiten su dominio directo.

Estas ideas son desarrolladas con mayor profundidad en las dos investigaciones más recientes sobre la evolución del conflicto armado, su evolución territorial durante la última década y las consecuencias de este accionar para la manera como el Estado hace presencia en el territorio nacional. Estas investigaciones, también de carácter interdisciplinar, han sido desarrolladas por un equipo básico compuesto por Ingrid Bolívar, Teófilo Vásquez y Fernán González, con el apoyo de Mauricio Romero y José Jairo González para algunos estudios de caso regionales, y la ayuda de Raquel Victorino y Franz Henzel como auxiliares de investigación. La primera de ellas65, desarrollada en los años 1999 y 2000, realiza un análisis cuantitativo y cualitativo de las acciones de los actores armados en la década de los años noventa, mostrando los cambios de su cobertura territorial, en relación con el proceso de formación de la Nación y el Estado, desde los tiempos coloniales hasta nuestros días. Como trasfondos de larga duración del actual conflicto armado, se analiza inicialmente el problema campesino, expresado en un movimiento permanente de colonización periférica, desde mediados del siglo XVIII hasta el surgimiento de los narcocultivos y de la guerrilla en los años sesenta, producido por la concentración de la tierra y la estructura demográfica de las zonas centrales integradas a la vida económica de la nación: la manera como se ha venido poblando el país periférico y se ha organizado la estructura social y económica en el orden local resulta un punto clave para la interpretación de la violencia en el largo plazo. En segundo lugar, se estudia el proceso particular de construcción del Estado a partir de una unidad administrativa del imperio español y del desarrollo paulatino de procesos graduales de integración de nuevos territorios y sus poblaciones al conjunto de la nación por medio de las redes de poder de los partidos tradicionales, junto con los fracasos parciales de varios intentos de modernización del Estado y de la sociedad66.

Pero estos trasfondos históricos de largo plazo no bastan para la comprensión de las violencias más recientes, pues, como ha señalado reiteradamente Daniel Pécaut67, al lado de estas continuidades, se dan importantes rupturas, que hacen al conflicto actual cualitativamente diferente de las guerras del siglo XIX y de la Violencia de los años cincuenta: en el mediano plazo, los cambios socioculturales de los años sesenta, ligados a la rápida urbanización y a la mayor apertura a las corrientes del pensamiento mundial, hacen entrar en crisis las instituciones que, como los partidos políticos tradicionales y la iglesia católica, expresaban y daban sentido a las tensiones de la sociedad colombiana. La crisis de representación de la política hace que los partidos tradicionales pierdan su capacidad de articular a los nuevos grupos sociales que se consolidan en las ciudades y en las zonas de colonización periférica y de canalizar sus intereses, lo que hace que los problemas de la sociedad no se tramiten por el régimen político y que la vida política se constituya como realidad "aparte"de la sociedad, totalmente autorreferenciada, como sostiene Pécaut68. Y, en el corto plazo, la presencia del narcotráfico en la sociedad, la economía y la política transforma totalmente el conflicto, al permitir el financiamiento autónomo de actores armados, lo que profundiza su carácter militar y desdibuja su dimensión política, al hacerlos independientes de la sociedad colombiana e insensibles frente a la opinión pública, nacional e internacional. Este militarismo incide en las transformaciones recientes de los actores armados, que abandonan sus nichos originales, las zonas de colonización periférica, para proyectarse hacia zonas más ricas e integradas a la economía del país, normalmente latifundios tradicionales o modernos, donde encuentran la respuesta de grupos paramilitares. Por eso, se muestra cómo el accionar de la guerrilla y las autodefensas se desarrolla en contravía, con orígenes contrapuestos, correspondientes a distintos modelos de desarrollo rural.

La interrelación de los dos procesos, poblamiento colonizador y construcción del Estado constituye la "estructura de oportunidades", en terminología usada por Charles Tilly69 y Sydney Tarrow70, es decir, las condiciones de posibilidad para las opciones voluntarias de los actores que optan por la violencia: nuestro análisis combina así el recurso a las llamadas "causas objetivas" de la violencia, las condiciones estructurales que hacen posible su surgimiento y consolidación, con el análisis de la acción voluntaria de actores sociales, de corte jacobino y mesiánico. Nuestra investigación recurre entonces a la categoría de "acción colectiva violenta"71, a partir del mismo Tilly, Fernando Reinares72 y Michael Taylor73, que correlacionan la formación de movimientos sociales con el proceso de formación del Estado y la acción colectiva con el tipo de poder imperante en una determinada sociedad, y muestran cómo en sociedades agrícolas los procesos de la modernización pueden resolverse por la vía violenta: sólo en una sociedad industrial y un Estado con pleno monopolio de la fuerza, la acción colectiva es necesariamente pacífica. Para el caso de Colombia, la no-resolución del problema agrario permitió la inserción de la opción racional y subjetiva de un grupo guerrillero, de corte mesiánico y jacobino, en las contradicciones estructurales del mundo rural.

En sentido similar, se orientaron las reflexiones de Ingrid J. Bolívar sobre la construcción social del monopolio de la fuerza como fenómeno histórico, que depende de la coyuntura específica de las relaciones entre el estado central y los poderes locales y regionales previamente existentes, de las interdependencias de la sociedad, de su integración territorial y de las relaciones entre economía natural y economía monetaria74. Y sostiene que sólo cuando el Estado logra centralizar el monopolio de la fuerza, se puede excluir el recurso a la violencia como instrumento político: en caso de que no exista pleno monopolio estatal de la fuerza, la violencia seguirá siendo parte del repertorio de los actores sociales y políticos.

En el tema del proceso de construcción del Estado, es visible el influjo de las ideas de Norbert Elias sobre el proceso civilizatorio en Occidente y el papel que juega la consolidación del Estado moderno en él75: la formación del Estado como proceso de integración de regiones y estratos sociales, y el papel articulador de los partidos políticos en ese proceso son importantes sugerencias para la comprensión de nuestro proceso histórico. Por otra parte, la relación entre construcción del monopolio de la fuerza en un territorio y necesidad de la concentración de la población dentro de sus límites, tomada de Ernest Gellner76, nos ayudó a comprender la relación entre poblamiento y construcción del Estado. Así, este autor sostiene que no se puede consolidar el monopolio de la fuerza de un poder central sobre un territorio delimitado cuando parte de su población tiene la posibilidad de escapar de él: es el caso de las sociedades pastoriles donde el carácter móvil de la riqueza permite a los habitantes escapar al control, o el de los campesinos que, a pesar de estar atados a la tierra, pueden situarse en zonas de difícil acceso, donde el esfuerzo de imponerles una dominación central es tan arduo que no vale la pena. Estos planteamientos fueron aplicados por nuestro equipo a los procesos de colonización periférica y de construcción de poderes locales en esas zonas.

Estos planteamientos de Elías y Gellner se combinan con los de Charles Tilly, antes utilizados, como los de la dominación directa e indirecta del Estado, para explicar las relaciones entre los poderes locales constituidos en esas regiones y los procesos de centralización modernizante del Estado, que tiende a convertirlos en sus intermediarios con los pobladores de ellas. En esas relaciones, el equipo sitúa el concepto de modernización política como el paso del dominio indirecto al dominio directo del Estado. Aquí se introduce la idea de la modernización selectiva del Estado, tomado de Ana María Bejarano y Renata Segura, que permite profundizar más en la heterogeneidad de la presencia de las instituciones del Estado en el conjunto del país, al mostrar cómo las necesidades de mayor eficiencia administrativa y planificación del gasto público llevaron al Estado colombiano a fortalecer ciertas instituciones de estilo moderno, que coexistían con el manejo tradicional de negociación con la clase política, a la que se despoja de toda iniciativa respecto del gasto público a cambio de "auxilios parlamentarios"77. Esta combinación de estilos políticos, moderno y tradicional, ha sido característica de nuestra vida política, pero en el contexto de las últimas décadas trajo como resultado no buscado la profundización de la crisis de representación política y de la descalificación generalizada de la actividad política, que tiende a ser percibida como "realidad aparte", al quedar marginada de la discusión de la problemática económica y social.

Aquí se insinúa una línea de reflexión que se profundizaría luego, en torno a la idea de presencia diferenciada del Estado, moderna en unos sectores y tradicional en otras, que se refuerza con el análisis de la gradual integración de territorios y grupos sociales al conjunto de la nación por la vía del bipartidismo. Para ello, el equipo partió de las consideraciones de Paul Oquist78 sobre el "colapso parcial del Estado" como explicación de la violencia de los cincuenta; la idea de "precariedad del Estado", sugerida por Daniel Pécaut79 como "contexto" de la recurrente violencia en Colombia; y, finalmente, las consideraciones de las investigaciones de Mary Roldán80 y Carlos Miguel Ortiz81 sobre la violencia de los cincuenta, en Antioquia y Quindío, respectivamente. La diferenciación del tipo de violencia según el grado de integración al centro del país y de control del bipartidismo, la existencia de poderes locales capaces de contrarrestar la crisis del Estado central, la falta de autoridad estatal en las regiones de colonización reciente y la incapacidad del Estado para hacer presencia eficaz en la vida económica y social del país, junto con la idea de modernización selectiva del Estado, nos llevaron a percibir que tanto las violencias como la respuesta del Estado a ellas revestía un carácter altamente diferenciado.

Esta diferenciación de la presencia del Estado obedecía a la combinación de algunos aparatos estatales de corte moderno con una presencia mediada por los notables o gamonales locales y regionales, cuyo grado variable de poder determina que en muchos casos esa presencia se aproxime a la categoría de "dominio indirecto" de Charles Tilly, sin llegar al grado de autonomía de los antiguos señores feudales. La dependencia del Estado frente a los poderes de hecho existentes en localidades y regiones tanto como redes de poder que como subculturas que fragmentan la unidad nacional, hacen que su dominio de la sociedad sea precario. Además, la existencia de "territorialidades bélicas", término hobbesiano adoptado por María Teresa Uribe82 para describir situaciones o porciones territoriales donde el Estado no es soberano sino que su poder coexiste con poderes armados de hecho, presentan otra faceta del problema. Asimismo, el hecho de que estas territorialidades bélicas no sean muy permanentes sino que puedan ser desafiadas por otros poderes de hecho, muestra que el conflicto es cada vez más "desterritorializado", como muestra Daniel Pécaut83. Como respuesta a esta falta de sistema de referencias institucionales, la población civil se ve obligada a replegarse a estrategias individuales de supervivencia, al estilo de un free rider.

Esta línea de análisis caracteriza a nuestra segunda investigación, desarrollada durante el año 2001, profundiza la relación entre la evolución regional de las violencias y el proceso de configuración del Estado84. A partir de los mapas de la evolución territorial del conflicto armado, elaborados por el Sistema de Información georreferenciada del CINEP, el equipo recurrió a la categoría de "presencia diferenciada del Estado", que intenta recoger las reflexiones de María Teresa Uribe, Paul Oquist, Daniel Pécaut, Mary Roldán y Carlos Miguel Ortiz, lo mismo que los análisis de los procesos de poblamiento y de construcción del Estado, iluminados por la experiencia de los procesos de consolidación de los Estados nacionales, según Tilly, Elías, Guerra, Escalante y otros. Así, la paulatina ocupación del territorio y la manera diferenciada de articulación desigual y conflictiva de las regiones y sus pobladores obligan a superar la imagen homogeneizante de los modelos de construcción del Estado y a mirar de manera diferenciada su presencia en diferentes regiones y sectores sociales. Esto significa recuperar también el carácter histórico, socialmente construido, del Estado y del monopolio estatal de la coerción legítima, lo que los hace siempre frágiles y vulnerables, esencialmente cambiantes según las condiciones particulares de la historia, que hacen, en el caso colombiano, costoso y difícil su proceso de construcción y consolidación.


Comentarios

*Este artículo fue presentado como ponencia en el seminario "La historia política hoy. Su método y las Ciencias Sociales", organizado por el Departamento de Historia y el Centro de Estudios Sociales de la Universidad Nacional de Colombia (mayo 22 – 25 de 2002).

1 PALACIOS, Marco, "Proyecciones sobre escenarios de mediano y corto plazo". Trabajo realizado para la Fundación Ideas para la Paz sobre el campo político y los procesos de diálogo y negociación con las FARC y el ELN, Bogotá, 22 de marzo de 2001. Publicado en forma parcial con el título "Una radiografía de Colombia", en La Revista de El Espectador, Bogotá, 23 de septiembre de 2001.

2 Recogidos de alguna manera en sus libros, Estudio del comportamiento legislativo en Colombia, tomo I, Análisis histórico del desarrollo político nacional. 1930-1970, Bogotá, Ediciones Tercer Mundo, 1973; y Estado y Política en Colombia, Bogotá, Siglo XXI Editores, 1984.

3 La primera edición de este libro póstumo de Fernando Guillén Martínez apareció solamente en 1979, editada por la editorial Punta de Lanza, gracias al esfuerzo de algunos de sus colaboradores y estudiantes de la Universidad Nacional, apoyados por otros amigos y familiares.

4 JARAMILLO URIBE, Jaime, El pensamiento colombiano en el siglo XIX, Bogotá, Editorial Temis, 1964.

5 MOLINA, Gerardo, Las Ideas Liberales en Colombia, volumen I, Bogotá, Editorial Tercer Mundo, 1970. Los tomos II y III fueron publicados por la misma editorial en 1974 y 1977.

6 Cfr. JARAMILLO URIBE, Jaime, "Mestizaje y diferenciación social en el Nuevo Reino de Granada en la segunda mitad del siglo XVIII", "Ideas para una representación sociocultural de las regiones colombianas", "Nación y región en los orígenes del Estado nacional en Colombia", "Factores que incidieron en el poblamiento del territorio colombiano", en Ensayos de historia social, tomos I y II, Bogotá, Tercer Mundo Editores y Ediciones UNIANDES, 1989.Y "Cambios demográficos y aspectos de la política social española durante la segunda mitad del siglo XVIII", en La personalidad histórica de Colombia y otros ensayos, Bogotá, El Áncora Editores, 1994.

7 MOORE, Barrington Jr., Orígenes sociales de la dictadura y democracia: el señor y el campesino en la formación del mundo moderno, Barcelona, Editorial Península, 1972. Esta perspectiva ha sido retomada posteriormente por el mismo autor en La injusticia: bases sociales de la obediencia y la rebelión, México, UNAM, 1989. En una línea semejante, se mueve más recientemente SKOCPOL, Theda, Los Estados y las Revoluciones Sociales. Un análisis comparativo de Francia, Rusia y China, México, Fondo de Cultura Económica, 1984.

8 GONZÁLEZ, Fernán E., Poderes Enfrentados. Iglesia y Estado en Colombia, Bogotá, CINEP, 1997.

9 Publicado con el título "Religión y Sociedad en conflicto: la revolución ideológica y social de 1848 en Colombia", en Eclesiástica Xaveriana, Bogotá, 1972.

10 COLMENARES, Germán, Partidos políticos y clases sociales, Bogotá, Ediciones Universidad de los Andes, 1968.

11 GONZÁLEZ, Fernán E., "Relacionen entre la Iglesia y el Estado a través de la historia colombiana: antecedentes históricos del Nuevo Concordato", en ANALICIAS, n° 17, septiembre de 1973, Bogotá, CINEP.

12 GONZÁLEZ, Fernán E., "Iglesia y partidos políticos en Colombia", en Revista de la Universidad de Medellín, n° 21, 1976. Este artículo serviría de base para el libro Partidos políticos y poder eclesiástico. Reseña histórica, 1810-1930, Bogotá, CINEP, 1977, y escrito como parte de la Historia general de la Iglesia en América Latina, tomo VII (Colombia y Venezuela), Salamanca, CEHILA, 1981. Algunos capítulos de este libro fueron objeto de una relectura en 1985, en un documento ocasional del CINEP, titulado "Iglesia y Estado en Colombia durante el siglo XIX (1820-1860)", Documento ocasional, n° 30, Bogotá, CINEP, 1985.

13 "Iglesia y Estado desde la Convención de Rionegro hasta el Olimpo Radical (1863-1878)", en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, n° 15, Bogotá, Universidad Nacional, 1988.

14 "Iglesia Católica y Estado Colombiano (1886-1930)" e "Iglesia Católica y Estado colombiano (1930-1985)", en Nueva Historia de Colombia, Bogotá, Planeta, 1989.

15 "La Iglesia jerárquica: un actor ausente", en LEAL, Francisco, ZAMOSC, León (ed.), Al filo del caos. Crisis Política en la Colombia de los años ochenta, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia y Tercer Mundo Editores, 1990.

16 "La Iglesia católica en la coyuntura de los noventa: ¿defensa institucional o búsqueda de la paz?", en LEAL, Francisco (compilador), En busca de la estabilidad perdida. Actores políticos y sociales en los años noventa, Bogotá, Tercer Mundo Editores, IEPRI (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá) y COLCIENCIAS, 1995.

17 Como los titulados "La Iglesia. Organización en la Colonia, acción misional y educativa", en Historia de Colombia, Bogotá, Editorial Salvat Colombiana, 1989; "Evangelización y estructura social en la Nueva Granada. Líneas para una reflexión desde la historia", en La Evangelización en Colombia, Bogotá, Conferencia Episcopal, 1992; "¿Evangelización o conquista espiritual?", en Crónicas del Nuevo Mundo, Colección de separatas, n° 20, El Colombiano y CINEP, octubre de 1992. Una versión más breve de este último artículo apareció publicado en dos capítulos del libro Un mundo jamás imaginado, Bogotá, Comisión V Centenario y Editorial Santillana, 1992. Estos dos capítulos y la separata de El Colombiano fueron escritos con la colaboración de Marta Victoria Gregory de Velasco.

18 "El fondo del problema: la relación entre Iglesia y modernidad en Colombia", en Poderes enfrentados, op. cit.

19 BOLÍVAR, Ingrid J., "La construcción de referentes para leer la política", en GONZÁLEZ, Fernán E. (ed.), Una opción y muchas búsquedas. CINEP. 25 años, Bogotá, CINEP, 1998.

20 GONZÁLEZ, Fernán E., "La experiencia del CINEP: una escuela de investigadores", op. cit.

21 Para la parte más teórica y la visión histórica, ver MIRANDA, Néstor, GONZÁLEZ, Fernán E., "Clientelismo, democracia o poder popular", en Controversia, n° 41-42, Bogotá, CINEP, 1976; consultar igualmente GONZÁLEZ, Fernán E., "Constituyente I: ¿Consolidación del Estado Nacional?", en Controversia,n° 59-60, Bogotá, CINEP, 1977. Para los estudios regionales, ver REYES, Alejandro, Latifundio y Poder político, Bogotá, CINEP, 1978; VASCO MONTOYA, Eloísa, Clientelismo y minifundio, Bogotá, CINEP, 1978; RAMÍREZ VALENZUELA, Jorge, Producción arrocera y clientelismo, Bogotá, CINEP, 1978. Años más tarde, Néstor Miranda y Fernán González retomaron el tema del clientelismo, desde la lectura de El Poder Político en Colombia, de Fernando Guillén Martínez, y desde las relaciones con la administración pública, respectivamente.

22 MIRANDA, Néstor, "El poder político en Colombia", en Enfoques colombianos, n° 14, Bogotá, Fundación Friederich Naumann, marzo de 1980.

23 GONZÁLEZ, Fernán E., "Prólogo" a Fernando Guillén Martínez, El Poder Político en Colombia, Bogotá, Planeta, 1996.

24 Cfr. GONZÁLEZ, Fernán E., "Legislación y comportamiento electoral", en Controversia, n° 64-65, Bogotá, CINEP, 1978; y "Clientelismo y Administración pública", en Enfoques Colombianos, n° 14, Bogotá, Fundación Friederich Naumann, 1980.

25 Esta investigación daría lugar a su tesis doctoral, recogida en su libro Colonización y Protesta campesina en Colombia, 1850-1950, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1988.

26 DEAS, Malcolm, "Algunas notas sobre la historia del caciquismo en Colombia", en Revista de Occidente, tomo XLIII, octubre de 1973. Reproducido más recientemente en su libro Del poder y la gramática, Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1993.

27 SAFFORD, Frank, "Social Aspects of Politics in Nineteenth-Century Spanish America: New Granada, 1825-1850", en Journal of Social History, 1972, cuya versión española, aumentada y revisada, fue publicada como "Aspectos sociales de la política en la Nueva Granada, 1825-1850", en Aspectos del siglo XIX en Colombia, Medellín, Ediciones Hombre Nuevo, 1977.

28 GONZÁLEZ, Fernán E., "El proyecto político de Bolívar: mito y realidad", publicado originalmente en Controversia, n° 112, Bogotá, CINEP, 1993, y reproducido como capítulo del libro Para leer la Política. Ensayos de historia política colombiana, Bogotá, CINEP, 1997.

29 GONZÁLEZ, Fernán E., "La Guerra de los Supremos", publicado originalmente en el tomo II de la Gran Enciclopedia de Colombia, Bogotá, Editorial Círculo de Lectores, 1991, y reproducido como capítulo de Para leer la política, op. cit.

30 GONZÁLEZ, Fernán E., "El mito antijacobino como clave de lectura de la revolución francesa", publicado originalmente en el Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, n° 16-17, Bogotá, Universidad Nacional, 1988-1989 y con algunos cambios, reproducido en la Revista de la Universidad de Medellín, n° 55, Medellín, .1990. Reproducido en 1997 como capítulo de Para leer la Política, antes citado.

31 GONZÁLEZ, Fernán E., "Problemas políticos y regionales durante los gobiernos del Olimpo radical", publicado en Memorias del VI Congreso de Historia, Ibagué, Universidad de Tolima, 1992, que tuvo lugar en 1987. E igualmente reproducido en Para Leer la Política, antes citado.

32 GONZÁLEZ, Fernán E., "Reflexiones sobre las relaciones entre identidad nacional, bipartidismo e Iglesia católica", publicado originalmente en las Memorias del V Congreso de Antropología, realizado en Villa de Leiva, en 1989, Bogotá, ICAN-ICFES, 1989 y "Relaciones entre identidad nacional, bipartidismo e Iglesia católica, 1820-1886", publicado originalmente en las Memorias del VII Congreso de Historia de Colombia, Bucaramanga, UIS, 1992. Ambos reproducidos posteriormente como capítulos del libro Para leer la Política, antes citado.

33 GONZÁLEZ, Fernán E., "La Guerra de los mil días", en Varios, Las guerras civiles desde 1830 y su proyección en el siglo XX, Memorias de la II Cátedra de Historia Ernesto Restrepo Tirado, Bogotá, Museo Nacional de Colombia, 1998.

34 GELLNER, Ernest, "El nacionalismo y las dos formas de cohesión social en sociedades complejas", en Cultura, identidad y política. El nacionalismo y los nuevos cambios sociales, Barcelona, Editorial Gedisa, 1989 y Naciones y nacionalismo, Madrid, Alianza Editorial, 1983.

35 ANDERSON, Benedict, Imagined Communities. Reflections on the Origin and Spread of Nationalism, Londres, Verso Editions, 1985

36 CORREDOR, Consuelo, "Modernismo sin modernidad. Modelos de desarrollo en Colombia", en Controversia, n° 161, Bogotá, CINEP, 1990 y Los límites de la modernización, Bogotá, CINEP, 1992.

37 LÓPEZ DE LA ROCHE, Fabio, Izquierda y cultura política. ¿Oposición alternativa?, Bogotá, CINEP, 1994.

38 GONZÁLEZ, José Jairo, MARULANDA, Elsy, Historias de frontera. Colonización y guerra en el Sumapaz, Bogotá, CINEP, 1990 y GONZÁLEZ, José Jairo, El estigma de las Repúblicas independientes. Espacios de exclusión, 1955-1965, Bogotá, CINEP, 1992.

39 VARGAS, Alejo, Colonización y conflicto armado. Magdalena Medio santandereano, Bogotá, CINEP, 1992.

40 URIBE, María Victoria, Limpiar la tierra. Guerra y poder entre esmeralderos, Bogotá, CINEP, 1992.

41 GARCÍA, Clara Inés, El bajo Cauca antioqueño. Cómo mirar las regiones, Bogotá, CINEP, 1993. Colaboración desde el INER, de la Universidad de Antioquia.

42 SALAZAR, Alonso, JARAMILLO, Ana María, Las subculturas del narcotráfico. Medellín, Bogotá, CINEP, 1992.

43 BLAIR, Elsa María Blair, Las Fuerzas Armadas. Una mirada civil, Bogotá, CINEP, 1993.

44 GARCÍA, Mauricio, Procesos de Paz. De La Uribe a Tlaxcala, Bogotá, CINEP, 1992.

45 Recogida por Fabio Zambrano y Fernán González, en L'Etat inachevé. Las racines de la Violence en Colombie, París, Fondation pour le Progrès de l'homme, 1995. Y en GONZÁLEZ, Fernán E. y otros, Violencia en la región andina. El caso de Colombia, Bogotá-Lima, CINEP y APEP, 1993.

46 GONZÁLEZ, Fernán E., "Aproximación a la configuración política de Colombia", publicado originalmente en Controversia, n° 153-154, Bogotá, CINEP, 1988 y reimpreso en 1997 como capítulo de Para leer la Política, antes citado.

47 PÉCAUT, Daniel, Orden y Violencia. Colombia 1930-1954, Bogotá, Ediciones Siglo XXI y CEREC, 1987; y Crónicas de dos décadas de política colombiana, 1968-1988, Bogotá, Ediciones Siglo XXI, 1988.

48 ANDERSON, Benedict Anderson, op. cit.

49 PALACIOS, Marco, "La fragmentación regional de las clases dominantes en Colombia. Una perspectiva histórica", en Estado y clases sociales en Colombia, Bogotá, PROCULTURA, 1986.

50 ZAMBRANO, Fabio, "Ocupación del territorio y conflictos sociales en Colombia", en Un país en construcción. Poblamiento, problema agrario y conflicto social, Controversia, n° 151-152, Bogotá, CINEP, 1989.

51 GONZÁLEZ, José Jairo González, "Caminos de Oriente: aspectos de la colonización contemporánea del oriente colombiano", ibídem., ampliado años más tarde por el autor en el libro Amazonia Colombiana: espacio y sociedad, Bogotá, CINEP, 1998.

52 ROLDÁN, Mary, "Guerrilla, contrachusma y caudillos durante la violencia en Antioquia, 1949-1953", en Estudios Sociales, n° 4, Medellín, FAES, marzo 1989 y Genesis and evolution of <The Violence> in Antioquia, Tesis doctoral en Historia, Universidad de Harvard, 1992.

53 LEGRAND, Catherine, Colonización y protesta campesina en Colombia, 1850-1930, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1988.

54 VICENTE DE OVIEDO, Basilio, Cualidades y riquezas del Nuevo Reino de Granada, Bogotá, Biblioteca de Historia Nacional, 1930.

55 GUTIÉRREZ DE PINEDA, Virginia, La familia en Colombia, volumen I, Trasfondo histórico, Bogotá, Facultad de Sociología, Universidad Nacional, 1963.

56 MORENO Y ESCANDÓN, Francisco, Indios y mestizos de la Nueva Granada a fines del siglo XVIII, Bogotá, Banco Popular, 1985.

57 CABALLERO Y GÓNGORA, Antonio, (1789), "Relación del estado del Nuevo Reino de Granada, que hace el arzobispo obispo de Córdoba a su sucesor el Excmo. Sr. Francisco Gil y Lemos", en COLMENARES, Germán (ed.), Relaciones e informes de los gobernantes de la Nueva Granada, Bogotá, Banco Popular, 1989.

58 PINZÓN DE LEWIN, Patricia, Pueblos, regiones y partidos. La regionalización electoral. Atlas electoral colombiano, Bogotá, CIDER, Ediciones UNIANDES y CEREC, 1989.

59 GONZÁLEZ, Fernán E., "Poblamiento y conflicto social en la historia colombiana", en Territorios, regiones, sociedades, Bogotá, Universidad del Valle y CEREC, 1994, reproducido en Para Leer la Política, antes citado.

60 TILLY, Charles, Coerción, capital y los Estados europeos, 900-1900, Madrid, Alianza Editorial, 1992 y "Cambio social y Revolución en Europa, 1492-1992", en Historia Social, n° 15, Valencia, 1993.

61 GONZÁLEZ, Fernán E., "Tradición y Modernidad en la política colombiana", en Varios, Violencia en la Región Andina. El caso Colombia, Bogotá y Lima, CINEP y APEP, 1993.

62 GUERRA, François-Xavier, "Le peuple souverain: fondements et logiques de fiction" (mecanografiado, sin fecha); "Lugares, formas y ritmos de la política moderna", en Boletín de la Academia Nacional de Historia, n° 285, Academia Nacional de Historia, Caracas, 1982; México: del Antiguo Régimen a la Revolución, México, Fondo de Cultura Económica, 1988 y "Teoría y método en el análisis de la Revolución mexicana", en Revista Mexicana de Sociología, n° 2, México, 1989.

63 ESCALANTE, Fernando, Ciudadanos Imaginarios, México, El Colegio de México, 1993.

64 PITT-RIVERS, Julián, Un pueblo de la Sierra: Grazalema, Madrid, Alianza Editorial, 1989.

65 GONZÁLEZ, Fernán E., BOLÍVAR, Ingrid, VÁSQUEZ, Teófilo, "Evolución reciente de los actores de la guerra en Colombia, cambios en la naturaleza del conflicto armado y sus implicaciones para el Estado", Informe final, proyecto de investigación realizado por el CINEP, con la financiación de COLCIENCIAS y la AID, marzo de 2001.

66 GONZÁLEZ, Fernán E., "Colombia: una nación fragmentada", en Cuadernos BAKEAZ, n° 36, Bilbao, Centro de Documentación y Estudios para la Paz, 1999.

67 PÉCAUT, Daniel, Crónica de dos décadas de historia colombiana, 1968-1988, Bogotá, Siglo XXI Editores, 1988, pp. 29-33; y Guerra contra la sociedad, Bogotá, Planeta, 2001, pp. 43-46.

68 PÉCAUT, Daniel, Orden y Violencia..., op. cit., p.126.

69 TILLY, Charles, "Reflexiones sobre la lucha popular en Gran Bretaña, 1758-1834", en Revista Política y Sociedad, 1993, y "Modelos y realidades de la acción colectiva popular", en AGUILAR, Fernando (compilador), Intereses individuales y acción colectiva, Madrid, Pablo Iglesias, 1991.

70 TARROW, Sydney, "States and opportunities: The political structuring of social movements", en McADAM, Doug, McCARTHY, John D., ZALD, Mayer (ed.), Comparative Perspectives on Social movements. Political Opportunities, Mobilizing Structures, and Cultural Framings, New York, Cambridge University Press, 1996.

71 VÁSQUEZ, Teófilo, "Un ensayo interpretativo sobre la violencia de los actores armados en Colombia", en Controversia, n° 175, CINEP, Bogotá, 1999.

72 REINARES, Fernando, Terrorismo y antiterrorismo, Buenos Aires, Editorial Paidós, 1994.

73 TAYLOR, Michael, "Racionalidad y acción colectiva revolucionaria", en AGUILAR, Fernando, Intereses individuales y acción colectiva, Madrid, Pablo Iglesias, 1991.

74 BOLÍVAR, Ingrid J., "Sociedad y Estado: la configuración del monopolio de la violencia", en Controversia, n° 175, CINEP, Bogotá, 1999.

75 ELIAS, Norbert, "La génesis social del Estado", en El proceso de la civilización. Investigaciones psicogenéticas y siociogenéticas, México, Fondo de Cultura Económica, 1996 y "Los procesos de formación del Estado y de construcción de la nación", en Revista Historia y Sociedad, n° 5, Universidad Nacional, Medellín,1998.

76 GELLNER, Ernest, El arado, la espada y el libro. Estructura de la historia humana, México, Fondo de Cultura Económica, 1992.

77 BEJARANO, Ana María Bejarano, SEGURA, Renata, "El fortalecimiento selectivo del Estado durante el Frente Nacional", en Controversia, n° 169, CINEP, Bogotá, 1996.

78 OQUIST, Paul, Violencia, política y conflicto en Colombia, Bogotá, Biblioteca del Banco Popular, 1978.

79 PÉCAUT, Daniel, "Colombia: violencia y democracia", reproducido en Guerra contra la Sociedad, Bogotá, Planeta, 2001.

80 ROLDÁN, Mary, "Guerrilla, contrachusma y caudillos durante la violencia en Antioquia, 1949-1953", en Estudios Sociales, n° 4, FAES, Medellín, marzo de 1989, y Genesis and evolution of "The Violence" in Antioquia, Colombia, Tesis doctoral, Universidad de Harvard, 1992.

81 ORTIZ, Carlos Miguel, Estado y subversión en Colombia. La violencia en el Quindío años 50, Bogotá, CEREC, CIDER, UNIANDES, 1985.

82 URIBE, María Teresa, "Las soberanías en disputa: ¿conflicto de identidades o de derechos?", en Nación, ciudadano y soberano, Medellín, Corporación Región, 2001.

83 PÉCAUT, Daniel, "Configuraciones del espacio, el tiempo y la subjetividad en un contexto de terror", reproducido en Guerra contra la sociedad, Bogotá, Planeta, 2001.

84 GONZÁLEZ, Fernán E., BOLÍVAR, Ingrid J., VÁSQUEZ, Teófilo, "Procesos regionales de violencia y configuración del Estado", Informe final, proyecto de investigación del CINEP, con la cofinanciación de COLCIENCIAS, febrero de 2002.

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