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Historia Crítica

versión impresa ISSN 0121-1617

hist.crit.  n.29 Bogotá ene./jun. 2005

 

En torno al Caribe: Arciniegas y Benítez Rojo

Regarding the Caribbean: Arciniegas and Benítez Rojo

Santiago Villa Chiappe

Estudiante de Historia y Literatura de la Universidad de los Andes. Este artículo está basado en un trabajo que se presentó para el curso Historia de Colombia Colonial (segundo semestre 2003, profesora Adriana Maya) y que fue leído en Historioramas (II jornada de Muestra estudiantil de Historia) el 20 de noviembre de 2003.


Resumen

La manera en que el historiador representa a su objeto tiene aspectos estilísticos, o retóricos, de gran importancia. Las figuras con que se adorna una descripción, el género que pretende emular, y las imágenes que conjuga implican perspectivas temáticas que hacen parte del “contenido” en un texto histórico. El presente artículo profundiza en este aspecto mediante el análisis comparativo de dos escritos sobre el Caribe: Biografía del Caribe, de Germán Arciniegas, y La Isla que se repite, de Antonio Benítez Rojo. Ambos asumen maneras particulares de abordar el Caribe y de representarlo. Basados en los planteamientos de teóricos literarios como Mikhail Bakhtin y Edward W. Said, se verá cómo es posible develar aspectos temáticos “ocultos” en cada una de estas historias, desde el estudio de su estilo y de su forma. Es gracias a una perspectiva transdisciplinaria, que conjuga el estudio histórico con el literario, que se pueden descubrir aspectos nuevos en la escritura histórica.

Palabras claves: Representación, Caribe, género literario, Arciniegas, Benítez-Rojo, nexo, caos.


Abstract

Aspects of style or rhetoric are very important in the way historians present their subject. The figures they use in their descriptions, the genres they try to emulate, and the images they conjugate imply thematic perspectives that are part of the “content” of any text on history. This article seeks to explore said question from the viewpoint of a comparative analysis of two texts about the Caribbean: German Arciniegas’s work, Biografía del Caribe, and Antonio Benítez-Rojo’s work, La isla que se repite. Both assume different ways of dealing with and representing the Caribbean. Based on the ideas of literary theorists like Mikhail Bakhtin and Edward W. Said, we will see how it is possible to discover “occult” thematic aspects, in each of these histories, through a study of both their style and form. It is thanks to a transdisciplinary perspective, which conjugates the study of history with that of literature, that new aspects can be discovered in the writing of history.

Key words: Presentation, representation, Caribbean, literary genre, Arciniegas, Benítez-Rojo, link, chaos.


Para interpretar el pasado, la historia utiliza representaciones construidas narrativamente. Esto no quiere decir que el trabajo del historiador se vea falsificado, ni hace insostenible su pretensión a develar la verdad de hechos pasados. La escritura misma de la historia requiere de ciertas operaciones narrativas para poder realizar sus explicaciones. Todo relato histórico, además de tener un elemento dramático, impulsado por acontecimientos, tiene personajes que se desarrollan en esta trama. Como dice Paul Ricoeur, “la noción de personaje constituye un operador narrativo de igual amplitud que la de acontecimiento; los personajes son los actuantes y los sufrientes de la acción narrada”1 . Los personajes, en la historia, no se reducen a personalidades que vivieron en el pasado, sino también a espacios geográficos, instituciones, entidades políticas o grupos culturales. Cuando se habla del Caribe y de su historia, se realiza una operación narrativa. Hacer un estudio comparativo de cómo la escritura histórica construye el mismo personaje, en dos textos distintos, devela aspectos ocultos del efecto que producen las elecciones narrativas del historiador cuando relata acontecimientos y personajes. En los textos Biografía del Caribe de Germán Arciniegas y La isla que se repite de Antonio Benítez Rojo2 , se trata al Caribe como un personaje. El estudio comparativo que se propone no busca determinar el grado en que ambas narraciones describen de manera veraz acontecimientos del pasado, sino la política de sus representaciones. Es decir, las implicaciones de cómo presentan su personaje principal: el Caribe.

Los textos que serán comparados en el presente ensayo difieren en tres aspectos. Primero, en el punto de vista, es decir, desde dónde asumen la historia; segundo, en las herramientas textuales y los géneros que utilizan para crear un sentido; y tercero, en cómo se representa el Caribe. Para desarrollar estos puntos haré uso de algunos conceptos de Mikhail Bakhtin y Edward W. Said. Del primero tomaré la idea del género, como la expone en Problemas de la poética de Dostoyevski3 y en el ensayo “El discurso en la novela”4 ; y la oposición entre monologismo y dialogismo. De Said aplicaré la descripción que hace en Orientalismo5 de las representaciones culturales como herramientas de poder. Estas herramientas conceptuales serán especialmente útiles para analizar por qué las representaciones de Arciniegas y Benítez Rojo difieren en cuanto al grado de protagonismo que se le da a las voces subalternas. Antes de hacer una comparación entre cada postura historiográfica y sus implicaciones, es necesario aclarar desde un comienzo que el Caribe es una construcción que parte de una división conceptual. El Caribe es una idea, como dice Said también de Oriente6 , una representación a la cual se le asigna un espacio geográfico y una caracterización particular, que depende del protagonismo que se brinde a ciertos personajes (los cuales pueden ser individuos, pero también grupos étnicos, culturas y naciones). El personaje de la historia, para ambos autores, es a la vez un mar y un mundo cultural. Benítez Rojo, por ejemplo, considera a los habitantes del Caribe como un Pueblo del Mar. Arciniegas, a su manera, también extiende el Caribe más allá de sus límites geográficos, hacia una mentalidad: en este caso hace del Caribe una proyección de Europa.

De aquí surge una primera diferencia en la que me detendré. Mientras que Benítez Rojo interpreta al Caribe como un meta-archipiélago, que pretende analizar desde la perspectiva del Caos7 , Arciniegas aborda al Caribe desde Europa. Podríamos decir que la lectura de Arciniegas es monológica y la de Benítez Rojo dialógica:

El monologismo, tomado en su forma extrema, niega la existencia fuera de sí de otra conciencia con igualdad de derechos y responsabilidades; otro yo, con los mismos derechos (tú). Desde una perspectiva monológica (en su forma pura, o extrema) la otra persona es tan sólo un objeto de conciencia, y no otra conciencia8 .

Cuando aplicamos este concepto de monologismo a la lectura de Arciniegas, vemos cómo reluce una visión eminentemente eurocentrista. El indígena, en Biografía del Caribe, es un objeto de la conciencia europea. En ningún momento es este monologismo más evidente que en sus descripciones de los indígenas. En el texto de Arciniegas aparecen como personajes vagos y exóticos. La mirada del narradorhistoriador en estos casos se funde con la de los conquistadores, y se acerca bastante a la de éstos. Al “otro” no se le da voz alguna y su representación queda circunscrita a la que le asignen los europeos. La valoración cultural que se da a los indígenas es casi nula, y la construcción histórica de Arciniegas presenta a un Nuevo Mundo en parálisis perpetua. Es interesante cómo esta representación de los nativos americanos concuerda en varios puntos con la que, según Said, hace Occidente de Oriente. Si tenemos en cuenta la carga cultural de dichas representaciones, y que éstas funcionan como herramientas de poder, comprendemos el sistema que está reproduciendo Arciniegas.

En Orientalismo, Said afirma que uno de los rasgos que Occidente le impone a Oriente es una irremediable parálisis cultural. Ésta es una de las características que le permite a Occidente diferenciarse de Oriente desde una posición de superioridad. La operación es posible porque una cultura ha silenciado a la otra. Occidente habla por Oriente en un discurso monológico. En Biografía del Caribe se realiza una apreciación eurocentrista de las culturas indígenas. Estos dos rasgos, la inmovilidad cultural y el silencio, están presentes en la descripción que hace Arciniegas de la cultura Chibcha:

Al fin, llegan al altiplano. En una llanura azogada de lagunas, donde indios envueltos en mantas de algodón se acurrucan a fabricar vasijas de barro y los venados saltan azorados entre matorrales de arrayanes. Balsas de pescadores, hechas de juncos, se deslizan por el río perezoso [...] Parece de esta suerte el altiplano un escenario trabajado por la suerte para ser como la patria del equilibrio. Los capitanes no se van a las espadas, porque el llano frío y poético no convida a la pelea9 .

Detengámonos en los énfasis. La única referencia que se hace de los indios es para resaltar su primitivismo. En comparación con Jiménez de Quesada, el protagonista de este fragmento, la cultura indígena es esencialmente inmóvil. Su posición corporal alude a ello (se acurrucan) y la naturaleza parece confirmarlo (ríos perezosos). La patria del equilibrio, de la estasis10 , un estado de quietud y silencio, un llano frío y poético que no invita a la pelea por su inmovilidad contagiosa. Esta es la representación que Arciniegas hace de una de las culturas más desarrolladas de la América pre-hispánica. Podría discutirse que en este caso el narrador-historiador disfraza su discurso, y lo presenta desde la perspectiva del conquistador. Sin embargo, si este mecanismo fuera adoptado también desde la perspectiva opuesta, es decir, brindándole voz al “otro”, la construcción histórica de Arciniegas podría salir del monologismo. Como en ningún momento adopta dicha visión, la narración termina volcada exclusivamente hacia Europa, y se hace, finalmente, desde sus códigos culturales.

Un segundo ejemplo de este eurocentrismo es la diferencia valorativa que establece entre las figuras de poder indígenas y las europeas. Cuando describe la masacre que hizo el Gobernador Ovando de los caciques indígenas en La Española, el comentario del narrador-historiador es: “Son cosas que pasan”11 . Sin embargo, cuando alude a que alguna vez Essex hizo un ademán de amenaza a la reina Isabel de Inglaterra, dice lo siguiente: “pero su orgullo herido le lleva hasta ser alevoso con la reina y un día -causa horror escribirlo- toca el puño de su espada como si fuera a desenvainarla contra ella”12 . Esta diferencia, en la que se plantea la muerte de los líderes indígenas como una eventualidad y una señal de amenaza a la reina europea como un horror, expresa una valoración cultural que interfiere en la construcción histórica de Arciniegas, y que afecta su discurso sobre el Nuevo Mundo. Lo nativo, según este texto, es un objeto de la conciencia europea, que no tiene existencia autónoma fuera de ella porque fue el resultado de un “descubrimiento”. No hay, desde el texto, un respeto a la autonomía del “otro”. Lo valioso en América es lo que sea útil a los europeos, y se perpetúa un discurso del Nuevo Mundo como nuevo. Es decir, recién fundado porque llegó a él la subjetividad europea.

La construcción o invención que Europa hace de América deja poco espacio para entender a América antes de la llegada de los europeos. Esta afirmación se conecta tanto con el punto que expuse más arriba, como con la elección de género que hace Arciniegas: la biografía. Como pudo apreciarse en la descripción anterior, la cultura Chibcha no es comprendida antes de la llegada de Jiménez de Quesada. Es a partir de su “descubrimiento” del altiplano que ésta cobra sentido, que puede ser representada, ya vimos en qué términos. Arciniegas, pues, reproduce este mecanismo, y lo hace desde el género de la biografía. Para entender porqué la elección de género es significativa, y ver cómo se reproducen sus mecanismos en el texto de Arciniegas, es necesario remitirnos de nuevo a Bakhtin: “Los aspectos del lenguaje literario como sistema expresivo, es decir, las formas que conllevan sus sentidos, se encuentran estratificadas. Dicha estratificación se logra, primero, mediante organismos específicos llamados géneros”13 . El género, según Bakhtin es un horizonte de expectativas que recae en cierta clase de formas textuales. La biografía, como lo señala su etimología, es la escritura de una vida, la operación lingüística mediante la cual se representa. Estamos de nuevo ante el problema de la representación, y al inscribirla en un género, el de la biografía, dicha representación cobra nuevos matices, pues queda sujeta a una tradición.

Como señala Bakhtin, todo género lleva la carga de su pasado. ¿Qué implica, entonces, una biografía del Caribe? En primer lugar, es una metáfora. Se le arroga al Caribe la característica de tener una vida que puede ser relatada. Por lo tanto, se desplaza también la carga de la biografía. Según Bakhtin, en la novela biográfica, “Los héroes, como tales, nacen de la trama. La trama no es únicamente el atuendo que toman, es su cuerpo y alma, y por ende, su cuerpo y alma pueden revelarse y condensarse, como una esencia, tan sólo dentro de la trama”14 . El género biográfico lleva, pues, una carga que funde el argumento y los eventos con el alma de la vida representada. Si aplicamos este concepto al texto de Arciniegas, podemos comenzar a deshilvanar las implicaciones de su postura historiográfica.

El alma y el cuerpo del Caribe son reveladas como esencias a través del argumento. Tendríamos que localizar, entonces, ese argumento para entender cuál es el alma del Caribe según el texto de Arciniegas. Una biografía, como se dijo, es la representación de una vida, y según la tradición de este género, debe iniciarse con el nacimiento del héroe. Arciniegas no deja lugar a dudas sobre dónde nació el Caribe: “En el principio fue el Mediterráneo”15 . Esta es la primera frase de Biografía del Caribe y es la base sobre la cual se despliega el resto del texto.

El argumento del texto son las hazañas de personajes europeos en el Caribe, y sus extensiones a los intríngulis de la política europea. En Biografía del Caribe, éste es visto como el punto donde el Viejo Mundo se cruza con el Nuevo, y no debe pasar desapercibida la carga semántica y valorativa de esta afirmación. El Viejo Mundo no es América, a pesar de que los pueblos que encuentran los europeos son tan antiguos como los suyos. El Nuevo Mundo no es Europa, a pesar de que los europeos son una cultura más reciente en América que los nativos. El Nuevo Mundo es América, porque es una novedad para Europa -aquel dinámico Viejo Mundo, con argumento, y digno de ser biografiado-. A través de este debate podemos entender el marco de la visión de Arciniegas. La biografía del Caribe es un argumento que nace y termina en Europa. Aún al final del texto, pasado un siglo de las guerras de independencia, Arciniegas habla de la “América Española”. El Caribe, finalmente, termina siendo una extensión de Europa, y en su biografía el “otro” es tan sólo un elemento que matiza de manera folclórica aquella presencia ineludible y protagónica.

El mecanismo mediante el cual los conquistadores legitiman su poder sobre los conquistados es un punto inicial desde el cual podemos ligar lo que hemos visto de la Biografía del Caribe con el texto de Benítez Rojo, y la importancia del Caribe como objeto de estudio. Existe, en la legitimación del poder europeo, una similitud reveladora con el orientalismo que Said describe en su libro. Hay un discurso de poder que se impone desde lo religioso, lo moral y lo cultural. A diferencia del caso estudiado por Said, los discursos de poder no se asientan en la ciencia y la academia, pero en ambos casos las crónicas de viajeros juegan un papel importante. La diferencia entre la colonización europea de Oriente y la de América, en este sentido, radicaría en un desplazamiento del discurso de verdad. En la colonización del Caribe y América, el discurso base de legitimación no sería el científico, sino el religioso. Aún no estamos ante la Europa que establece sus diferencias e identidades desde la verdad científica. Las divisiones fundamentales se realizan en el plano religioso, y por lo tanto, también los discursos de superioridad y dominación. Los límites están definidos por el credo religioso, y la denominación que dan los españoles al “otro” se hace, en primer lugar, desde allí. El infiel, el gentil y el idólatra son los nombres con los que España identifica a sus “otros”. El acto de apropiación de América no se hace, como en Oriente, mediante la aplicación de políticas coloniales apoyadas en la academia, sino a través de la evangelización.

Vale la pena resaltar aquí la idea que propone Arciniegas de concebir una religión católica, apostólica y española. Es una herramienta útil para comprender el sistema de legitimación y dominación de los españoles. Cuando se inicia la conquista de América, España se encuentra en un proceso de homogeneización, está expulsando de su territorio a todo aquel que no se convierte al cristianismo. Es natural, entonces, que en las tierras recién encontradas se extienda dicho proceso. El proceso de evangelización fue para España lo que para Inglaterra fue el proceso de modernización, una herramienta de poder para dominar. Así como los ingleses justificaron la colonización aludiendo a la incapacidad de los orientales para gobernarse a sí mismos, su ausencia de moralidad y su primitivismo, y legitimaron la colonización al afirmar que ésta modernizaría a Oriente, así mismo, los españoles legitimaron la colonización afirmando que estarían cristianizando a los gentiles. En el Caribe, entonces, se trazan fronteras no sólo religiosas, sino también culturales. Con la introducción de los negros, estas fronteras se multiplican en una imagen caleidoscópica.

Entonces, ¿por qué el Caribe? Porque es un nexo de fronteras. Aquí debemos concebir la frontera no sólo como una línea divisoria, sino también como el lugar donde se da la unión y el intercambio. Sin embargo, es necesario igualmente entender a la frontera como una configuración propia. Brindarle existencia como frontera. No sólo a partir de los centros que hasta ella irradian, sino en el supersincretismo que nace de esta fronterización. Hay que verlo como otra conciencia. Sólo entonces podrá establecerse un diálogo. Esto es lo que pretende Benítez Rojo al tomar la posición historiográfica de la relectura. Su propuesta alude a la teoría de Roland Barthes según la cual en una primera lectura el lector siempre se lee a sí mismo16 . A la vez, esta posición podría vincularse al concepto de dialogismo de Bakhtin. Según éste, ocurre el diálogo cuando se logra superar la conciencia monológica y percibir al tú como una conciencia individual, propia. La relectura del Caribe sería entonces un intento por dejar de leernos en él, trascender las nacionalidades y reconocerlo como un espacio de flujo. Lo propio es también una extensión de lo externo. Hay una fractalidad17 que Benítez Rojo intenta abordar desde la perspectiva del Caos. Ésta le permite “mirar hacia el ruido y la turbulencia en busca de dinámicas comunes”18 .

Benítez Rojo concibe al Caribe como un nexo, y al mismo tiempo, como una diseminación. Nexo porque es un punto de unión entre diferentes mundos, un encuentro de historias que crean una comunidad imaginada, un ‘universo’ cultural y una geografía. Diseminación porque el Caribe es un flujo de significantes. Algunos surgen del supersincretismo (como la Virgen de la Caridad del Cobre19 ), y otros del movimiento que se proyecta desde el meta-archipiélago hacia Europa, África, Asia, América Continental, etcétera. Para utilizar la imaginería de Benítez Rojo: el Caribe puede verse como el espiral de una galaxia, tiene un flujo simultáneo; va hacia dentro y al mismo tiempo se dispersa hacia fuera20 .

Los términos mediante los cuales Benítez Rojo describe al Caribe ponen de manifiesto el papel del “otro” en la construcción de América, y cómo se da allí un encuentro entre tres mundos. El contrapunteo, la fuga, el polirritmo, el dialogismo, el archipiélago, el supersincretismo, el juego de diferencias, son conceptos que establecen un marco en torno al cual se teje el Caribe. La valoración cultural se coloca en espacios como la música, la cocina y la literatura, donde se representan con mayor claridad estos flujos culturales. Digo flujos, y no fusiones, porque esta segunda palabra representa un producto acabado, característica que Benítez Rojo se esfuerza por disociar del Caribe. Según él no hay un mestizaje acabado y limpio, pues los conflictos que despierta el color de piel serán interminables en este espacio. El Caribe es formulado como un lugar de movimiento, de cambio, donde no se logra una síntesis concreta de los elementos, en la cual rija uno de ellos, sino mundos encontrados, en cuyo nexo ninguno protagoniza sobre el otro, y donde se lleva a cabo un intercambio permanente, de dos tipos: por un lado, el evidente u oficial, como en el caso de algunos productos agrícolas, como la papa y el trigo; y otro subrepticio, como la religiosidad Caribe.

La Plantación21 es presentada por Benítez Rojo como la atracción más fuerte de las fuerzas caóticas, la fuga ad infinitum de significaciones textuales. Ésta “podría servir de telescopio para observar los cambios y las continuidades de la galaxia Caribe a través de los lentes de múltiples disciplinas”22 . La Plantación es el sistema oficial de dominación mediante el cual se posibilita la coexistencia de los diferentes mundos. Benítez Rojo propone que es de acuerdo a cuando se implantó el sistema de la Plantación en las diferentes regiones del Caribe que se puede analizar el impacto de los flujos culturales en cada área. Ésta sería la variante de su análisis, y a partir de allí establece las diferencias dentro de la vaga repetición del Caos caribeño. La Plantación, sin embargo, no asegura una “caribeanidad”, cualidad que Benítez Rojo ve imposible de precisar. Si en algo, esta característica estaría definida por su indefinición, por su continuo desplazamiento. La Plantación, entonces, no sería un intento por definir qué es el Caribe, sino de proponer un paradigma de investigación. Igualmente válido que otros, y que puede establecer un marco conceptual para señalar algunas consecuencias del flujo de significantes.

El contrabando del cuero, por otro lado, establece un contrapunteo con la Plantación, así como el tabaco con el azúcar. Gracias a este contrabando, se construye una identidad común y marginal entre regiones apartadas del Caribe. El contrabando es una suerte de vehículo para la supervivencia, que abre el camino a un intercambio cultural más intenso, dada su distancia del centro con tendencia homogeneizante. “En esta sociedad de costumbres libres, bajo el interés común del contrabando y separada de los centros de poder colonial por la distancia y las cordilleras, surgieron los criollos propiamente dichos, también llamados significativamente gente de la tierra”23 . El valor de la perspectiva de Benítez Rojo es que aprovecha el discurso de la postmodernidad y su capacidad de adaptar lenguajes de otras áreas, para introducir la perspectiva del Caos dentro de un análisis del Caribe. El autor hace una representación que se esfuerza por señalar un dialogismo continuo con el otro y evitar reducir el Caribe al protagonismo de un sólo elemento. La mirada polirrítmica y dialógica de Benítez Rojo abre posibilidades para una relectura del Nuevo Mundo que, en su proceso de descentramiento, cuestiona esta misma denominación. El discurso sobre el “Nuevo Mundo” que permite la construcción histórica de Benítez Rojo es un enfoque multidisciplinario y abierto a varias posibilidades de verdad.

Para cerrar este ensayo, quisiera, a través de la imagen del pirata, demostrar cómo se diferencian la visión de Arciniegas y la de Benítez Rojo, la primera en su monologismo, y la segunda en su dialogismo. Cuando Arciniegas habla de los piratas, construye un relato en el cual Drake, Morgan, Hawkins, Felipe II e Isabel de Inglaterra son los únicos protagonistas. Según esta visión y las limitaciones que, como vimos, surgen de su misma propuesta biográfica, la piratería sería tan sólo una nueva manera con la cual Inglaterra le hace la guerra a España. Benítez Rojo, por el contrario, apenas si se detiene en los personajes. El foco de atención no estaría en los forcejeos políticos de Europa en el Caribe, sino en el contexto cultural que crea la piratería. Hawkins no es exclusivamente el pirata de la reina, sino un eje, una pieza en la “máquina” del Caribe. El pirata, según el texto de Benítez Rojo, es un vehículo que permite el contrabando de cuero, con todas las implicaciones culturales que, como vimos, surgen de éste. La piratería es menos una herramienta de las naciones europeas para hacerse la guerra que un punto de dinamismo cultural, en el cual entran y salen significantes, a la vez que se construye lo criollo. Es evidente, entonces, la diferencia entre ambas perspectivas. Mientras que la primera resalta la importancia de los elementos en cuanto afectan un mundo cuyo principio siempre será colocado en el Mediterráneo, la segunda descentra el referente europeo, y asume el riesgo de colocar todo fenómeno social en un contexto de flujos culturales, de Caos, para construir una visión multiforme del Caribe.

Un análisis de las representaciones utilizadas en las narrativas que construyen los historiadores permite revelar algunas implicaciones políticas de éstas. El Caribe como personaje, en los textos de Germán Arciniegas y Antonio Benítez Rojo, muestra unas diferencias importantes, que conllevan una visión particular de lo que es el Caribe, y, por lo tanto, de la manera en que ha de ser presentado. Biografía del Caribe, de Germán Arciniegas, muestra a un Caribe que es hijo del Mediterráneo y Europa, un espacio en donde los europeos construyen su “Nuevo Mundo”. Es una perspectiva monológica que difiere profundamente de la manera como Benítez Rojo lo caracteriza en La isla que se repite. Las metáforas del Caos, las galaxias y la fractalidad con que éste último construye al Caribe, el personaje de su historia, y la manera como pretende hacer de él un espacio donde confluyen y se diseminan una multiplicidad de voces, independiza su interpretación de una consciencia europea (o europeizada) que moldea el espacio americano a su antojo. El uso de herramientas provenientes de otras disciplinas, en este caso la teoría literaria, para el análisis de textos históricos, permite en muchos casos ver aspectos ocultos de ellos. La teoría literaria, gracias a que se concentra en el estudio de textos narrativos y su construcción, puede brindar nuevas perspectivas cuando se aborda la manera como los historiadores representan el pasado. Al ser la historia una narrativa sobre hechos en el tiempo, es posible realizar una mirada crítica no sólo a los hechos descritos, sino también, desde una postura interdisciplinaria, a la manera como el historiador construye dicha narrativa.


Notas al Pie

1 RICOEUR, Paul, La memoria, la historia, el olvido, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica de Argentina, 2004, p. 318.

2 ARCINIEGAS, Germán, Biografía del Caribe, Buenos Aires, Editorial Porrúa, 2000; BENÍTEZ ROJO, Antonio, La isla que se repite, Hanover, Ediciones del Norte, 1996.

3 BAJTÍN, Mikhail, Problems of Dostoevsky’s Poetics, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1984.

4 BAJTÍN, Mikhail, “Discourse in the novel”, en The Dialogic Imagination, Austin, University of Texas Press, 1981. pp. 259 – 422.

5 SAID, Edward, Orientalism, New York, Vintage, 1978.

6 SAID, Edward, op. cit., p. 5.

7 “He usado la mayúscula para indicar que no me refiero al caos según la definición convencional, sino a la nueva perspectiva científica, así llamada, que recién empieza a evolucionar en el mundo de la investigación: esto es, Caos en el sentido de que dentro del des-orden que bulle junto a lo que ya sabemos de la naturaleza es posible observar estados o regularidades dinámicas que se repiten globalmente”. BENÍTEZ ROJO, Antonio, op. cit., p. iii.

8 BAJTÍN, Mikhail, Problems of Dostoevsky’s Poetics, op.cit., p. 263. Mi traducción.

9 ARCINIEGAS, Germán, op. cit., pp. 99-100. Los énfasis son míos.

10 Estasis: del griego stÜsiò: detención, estancamiento.

11 ARCINIEGAS, Germán, op. cit., p. 54.

12 Ibid., p. 153. Énfasis mío.

13 BAJTÍN, Mikhail, The Dialogic Imagination, op.cit., p. 288. Mi traducción.

14 BAJTÍN, Mikhail, Problems of Dostoevsky’s Poetics, op. cit., p. 104. Mi traducción.

15 ARCINIEGAS, Germán, op.cit., p. 15.

16 “Se acostumbra definir el Caribe en términos de su resistencia a las distintas metodologías imaginadas para su investigación. Esto no quiere decir que las definiciones que leemos aquí y allá de la sociedad pan-caribeña sean falsas, y, por lo tanto, desechables. Yo diría, al contrario, que son tan necesarias y tan potencialmente productivas como la primera lectura de un texto, en la cual, inevitablemente, como decía Barthes, el lector se lee a sí mismo. Con este libro, no obstante, pretendo abrir un espacio que permita una relectura del Caribe; esto es, alcanzar la situación en que todo texto deja de ser un espejo del lector para empezar a revelar su propia textualidad.” BENÍTEZ ROJO, Antonio, op. cit., p. ii.

17 El interés por la fractalidad que se encuentra en el texto de Benítez Rojo se debe a que este concepto matemático de repetición está estrechamente relacionado con la teoría del Caos, y es desde esta perspectiva que Benítez Rojo presenta al Caribe como una isla que se repite: “Caos mira hacia todo lo que se repite, reproduce, crece, decae, despliega, fluye, gira, vibra, bulle; se interesa tanto en la evolución del sistema solar como en las caídas de la bolsa, tanto en la arritmia cardiaca como en las relaciones entre el mito y la novela. Así, Caos provee un espacio donde las ciencias puras se conectan con las ciencias sociales, y ambas con el arte y la tradición cultural”. BENÍTEZ ROJO, Antonio, op. cit., p. iv.

18 BENÍTEZ ROJO, Antonio, op. cit., p. 313.

19 En la Virgen de la Caridad del Cobre, Benítez Rojo encuentra el ejemplo perfecto de las manifestaciones culturales que produce el supersincretismo caribeño: “la imagen de Nuestra Señora que se venera en el Cobre es, también, un objeto sincrético, generado por dos estampas distintas de la Virgen María que fueron a parar a las manos de los caciques de Cueiba y de Macaca para ser adoradas a la vez como Atabey [progenitora del Ser Supremo de los taínos] y Nuestra Señora”. BENÍTEZ ROJO, Antonio, op. cit., p. xviii-xix.

20 BENÍTEZ ROJO, Antonio, op. cit., p. ii – iv.

21 Benítez Rojo usa Plantación, con mayúscula, para referirse al tipo de sociedad que resulta del uso y el abuso de las plantaciones controladas por las potencias europeas en el Caribe.

22 BENÍTEZ ROJO, Antonio, op. cit., p. 9.

23 Ibid., p. 18.

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