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Historia Crítica

versão impressa ISSN 0121-1617

hist.crit.  n.30 Bogotá jul./dez. 2005

 

La filosofía romántica de la historia en Herder y sus aportes a La Joven Argentina del siglo XIX

The romantic philosophy of History in Herder and its contributions to La Joven Argentina of the 19th century

Ronald Villamil Carvajal

Estudiante de historia, Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá.

Artículo recibido el 15 de noviembre de 2004 y aprobado el 11 de abril de 2005.

Dedicado a María Cecilia Carvajal Rodríguez


RESUMEN

El ensayo ofrece una aproximación al debate sobre el papel que jugaron las ideas y movimientos ideológicos y culturales europeos de los siglos XVIII y XIX en los procesos políticos y socio–culturales de los países hispanoamericanos durante el período post–independentista. Aborda específicamente el caso del Romanticismo, buscando explorar las bases doctrinales de su conformación como movimiento cultural y corriente ideológica, además de esclarecer sus contribuciones a la Historiografía Universal, a partir del análisis hermenéutico de las obras principales del padre conceptual de dicha corriente: Johann Gottfried von Herder. Describe el proceso mediante el cual se llevó a cabo la recepción y apropiación de las doctrinas herderianas y románticas por parte de los miembros de una de las primeras agrupaciones de intelectuales románticos hispanoamericanos: La Joven Argentina o Asociación de Mayo. Sobre esta base se muestran cuáles fueron los aportes concretos del pensamiento de Herder y del romanticismo sobre la producción intelectual, ideológica y estética de dos de los miembros más representativos de dicha agrupación: Esteban Echeverría y Domingo Faustino Sarmiento. Por último, se establece la trascendencia de la producción intelectual de estos dos personajes para la reorganización política y para la reformulación de la nacionalidad argentina a partir de la segunda mitad del siglo XIX, después de la caída del federalismo rosista en 1852.

PALABRAS CLAVE: Historiografía, historiología, historia literaria, filosofía de la historia, Neoclasicismo, Ilustración, Romanticismo, Liberalismo, Providencialismo, progreso, tradición, Nacionalismo, Herder, Asociación de Mayo, Echeverría, Sarmiento.


ABSTRACT

This essay is part of a larger debate on the role that European ideological and cultural movements of the 18 and 19 centuries played on political and socio-cultural processes in Hispanic American countries in the post-Independence period. Specifically, it takes the case of Romanticism; and through an hermeneutic analysis of the principal works of the father of this movement, Johann Gottfried von Herder, it seeks to examine the doctrinal bases of the formation of Romanticism as a movement, and shed light on its contributions to Universal Historiography. It describes the process by which by one of the first groups of Hispanic American Romantic intellectuals – La Joven Argentina, or Asociación de Mayo– received and appropriated Herderian and Romantic doctrines. From this base, it shows the concrete contributions of Herder's ideas and Romanticism on the intellectual, ideological and aesthetic production of two of the most representative members of this group: Esteban Echeverría and Domingo Faustino Sarmiento. Lastly, it establishes the importance of the intellectual production of these two figures for the political reorganization of the country and the formation of Argentine national identity in the mid-19th century, after the fall in 1852 of Rosas-era federalism.

KEY WORDS: Historiography, historiology, literary history, philosophy of history, Neoclassicism, Enlightenment, Romanticism, Liberalism, Providence, progress, tradition, Nationalism, Herder, Asociación de Mayo, Echeverría, Sarmiento.


Preámbulo

El propósito del presente ensayo consiste en exhibir los aportes del pensamiento filosófico e histórico de Johann Gottfried von Herder, sobre el ideario cultural y trayectoria política de la generación romántica argentina constituida a partir de 1837 —conocida como la Joven Argentina, la Asociación de Mayo o la Nueva Generación—, específicamente en dos de sus integrantes más representativos: Esteban Echeverría Espinosa y Domingo Faustino Sarmiento Albarracín. Será de particular interés indagar por las bases conceptuales que dieron origen al Romanticismo como movimiento cultural e ideológico; por el proceso mediante el cual se estableció la apropiación del pensamiento romántico y herderiano sobre los miembros de la Joven Argentina, y por los aportes concretos de las doctrinas de Herder sobre la producción intelectual de dicho ámbito. Además, exploraremos los presupuestos a partir de los cuales la producción intelectual de los miembros de la Joven Argentina fue clave para el replanteamiento de la nacionalidad argentina, materializada en la promulgación de los proyectos de reorganización política del país a partir de la segunda mitad del siglo XIX.

El carácter del trabajo es, pues, netamente historiológico e historiográfico: establecer en primera instancia, los aportes del pensamiento de uno de los filósofos alemanes más destacados de finales del siglo XVIII, para la configuración del Romanticismo como movimiento ideológico y cultural, así como de la llamada Historia Universal que en dicha época estaba en proceso de reconfiguración epistemológica y filosófica; y en segunda instancia, rastrear y determinar el impacto de dichos aportes en los procesos ideológicos de consolidación política y sociocultural de Hispanoamérica tras su Independencia de España, particularmente en la Argentina de la primera mitad del siglo XIX, donde se desarrolló la primera escuela romántica del continente: la Joven Argentina o Asociación de Mayo.

1. Autores, obras y escenarios

Johann Gottfried von Herder —pastor luterano, escritor, filósofo y poeta— ha sido recientemente reconocido por los investigadores en historiología, como un pensador que no desarrolló una línea homogénea de investigación referida a un tema o problemática particulares, dadas sus diversas inclinaciones políticas e intelectuales; pero precisamente ese es el aspecto más relevante de su producción escrita, sobre todo la filosófica, ya que gracias a sus variopintas contribuciones, generadas durante el movimiento conocido como la Ilustración (en Alemania: Aufklärung), varios movimientos o tendencias culturales empezaron a consolidarse posteriormente como tales. En efecto, a Herder se le considera como uno de los genios precursores de los movimientos Idealista e Historicista1; de haber dotado de una novísima y polémica profundidad filosófica el concepto volteriano de Historia Universal 2; de contribuir con valiosos y fecundos aportes en el campo de la investigación lingüística y literaria3; y, muy especialmente, de ser un temprano opositor de los principales paradigmas de la Ilustración: racionalismo, clasicismo, cosmopolitismo y moralismo4. Ciertamente, la mayoría de los escritos del joven Herder —de índole poética, estética, teológica y filosófica— son ubicados dentro del Sturm und Drang zeit (del alemán: período de tormenta e impulso), la tendencia ilustrada alemana que se caracterizó por el carácter insurreccional contra todos los órdenes culturales permeados por el iluminismo, desarrollada durante el último cuarto del siglo XVIII, la cual sería el antecedente para la consolidación de los futuros movimientos idealista y romántico. Pero ante todo, Herder —uno de los líderes del anterior grupo junto con Johann Wolfgang von Goethe—, es considerado como el padre conceptual del Romanticismo, el movimiento cultural e ideológico de raíces alemanas, cuya dimensión ideológica y política se forjó inicialmente en Francia durante la primera mitad del siglo XIX, propagándose posteriormente por el resto de Europa, teniendo por fin revalorizar el neoclasicismo imperante en la cultura e ideología que el Siglo de las Luces imprimió al mundo occidental, además de servir de plataforma doctrinal para consolidar paulatinamente las tendencias nacionalistas europeas que se generaron particularmente durante la primera mitad del siglo XIX5.

La exploración sucinta del pensamiento herderiano que se desarrollará en este trabajo, busca ofrecer al lector el legado dado para el dinamismo del Romanticismo y de la Historia Universal. Como movimiento cultural, el Romanticismo se impuso no sólo en la producción literaria, sino también en el arte, en la valoración de lo político y la sociedad y, por supuesto, en el pensamiento histórico. La base de dicho análisis consiste en la exploración hermenéutica de las dos obras que constituyen la médula del pensamiento filosófico-histórico de Herder: Otra filosofía de la historia para la educación de la humanidad. Contribución a otras muchas contribuciones del siglo6, obra pionera sobre filosofía de la historia que se ubica dentro del Sturm und Drang zeit, y que le sirvió posteriormente de base para el desarrollo de su obra cumbre Ideas para una filosofía de la historia de la humanidad7.

El proceso a partir del cual las ideas del movimiento Sturm und Drang atravesaron las fronteras alemanas para converger sobre la Francia de la Restauración, se debe muy especialmente a la acción difusora de Anne Louise Germaine Necker Baronesa de Staël Holstein, más conocida como Madame de Staël, representante de la conocida tendencia ideológica tradicionalista francesa, quien a través de su obra Alemania8, dio a conocer en el medio cultural francés las novedades del pensamiento alemán de corte pre-romántico y pre-idealista del Sturm und Drang. Junto a Madame de Staël, también sobresalió la acción política de su discípulo Henri-Benjamin Constant de Rebecque, quien se constituyó en un agudo observador y polemista de las condiciones políticas francesas previas al advenimiento de la Revolución de 18309. Precisamente durante el lapso que media entre la Revolución de 1830 y la de 1848, es que toma impulso en Francia la consolidación de la ideología romántica, bajo el cruce de heterogéneas y hasta conflictivas tendencias de opinión y pensamiento, dentro de las cuáles resaltó el movimiento ecléctico, cuyos representantes más distinguidos fueron Quinet, Leroux, Laromiguiére, Royer-Collard, Jouffroy y Cousin, quien por medio de su celebre obra Cours de Philosophie. Introduction à l'histoire de la Philosophie10, pondría en operatividad la síntesis del pensamiento alemán difundido por Madame de Staél y Benjamin Constant. Como se intentará demostrar, las doctrinas filosóficas e históricas de Herder tendrán enorme impacto en la formación ideológica y producción intelectual de los románticos argentinos, quienes entraron en relación con ellas gracias a la traducción del principal objeto de estudio de Herder, las Ideas para una filosofía de la historia de la humanidad, del alemán al francés, realizada por el historiador, poeta y político Edgar Quinet en 182711.

De manera que para concretar su proyecto nacionalista, los románticos argentinos pertenecientes a la generación de 1837 se apoyaron en las traducciones y elaboraciones analíticas que sobre el movimiento romántico realizaron no solamente los representantes del tradicionalismo y el eclecticismo franceses arriba señalados, sino también en autores como Fichte, Savigny, Degérando, Ballanche, Leminer, Michelet, Mazzini; escritores, políticos y pensadores permeados por el pensamiento historicista alemán, no obstante las divergencias ideológicas y políticas que guardaban entre ellos12. Además, gran parte de la producción intelectual —tanto ideológica como literaria— de los románticos argentinos, va a tener un peso relevante en el posterior avance de la cultura política de la Argentina, generando las pautas sobre los proyectos de reorganización política e institucional del país, sobre los juicios de la realidad socio-cultural y sobre la nueva concepción de la nacionalidad argentina, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XIX, después de la caída del federalismo rosista13. Para los planteamientos propuestos, exploraremos el Dogma Socialista14 de Esteban Echeverría, y la obra Facundo. Civilización y barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga, y aspecto físico, costumbres y hábitos de la República Argentina15 de Domingo Faustino Sarmiento.

Echeverría ocupa un sitio destacado en la historia del Romanticismo en Hispanoamérica; fue el primero que impulsó la escuela romántica que ya había triunfado en Europa, particularmente en Francia. Precisamente, fue él quien introdujo las ideas románticas en Hispanoamérica tras una estadía en París (1824-1829), donde entró en contacto con el dilatado ambiente político e ideológico francés y europeo de la época, trabó amistad con el grupo de los eclécticos, y a través de ellos conoció y estudió la obra de Herder y sus correspondientes elaboraciones interpretativas. A su regreso a Buenos Aires en 1837, constituyó la Joven Argentina, una especie de asociación secreta o espacio de estudio y reflexión de los problemas nacionales que se ramificaría por todo el país, permitiendo que el Romanticismo argentino se destacara tempranamente dentro del movimiento literario hispanoamericano con el perfil redondo de una generación, vinculado por una actitud vital ante la realidad histórica que afrontaba su patria16.

El retorno de Echeverría a la Argentina marcó el punto de arranque de un impacto entre los jóvenes intelectuales de las élites rioplatenses herederas del Unitarismo, cuya herramienta principal fue el magisterio oral, desarrollado en las tertulias llevadas a cabo en el Salón Literario, en la librería de Marcos Sastre, congregando a los espíritus más inquietos de la apacible Buenos Aires a reflexionar sobre los problemas del país, a la luz de las ideas del pensamiento francés —Saint Simon, Fourier, Leroux, Lamennais, Leminier, Michelet, Cousin—, y en parte, del pensamiento alemán —Hegel, Savigny Fichte, Gethe, Herder—; razón por la cual el caudillo Rosas decidió clausurar el Salón y obligó al destierro político a sus miembros. No obstante, sus integrantes persistieron en difundir sus discusiones en varios periódicos —La moda, El Progreso, El seminario de Buenos Aires, El Iniciador— donde hablaban del movimiento romántico y se daba cuenta del movimiento social y revolucionario europeo. Su militancia se organizó, en fin, por medio de una sociedad secreta: la Asociación de Mayo, constituida por los miembros del extinguido Salón Literario en 1838, año en el cual Echeverría publicó el Dogma17.

Por su parte, Sarmiento representa la figura más imponente del Romanticismo argentino del siglo XIX. Entró a formar parte de la Joven Argentina antes y durante su destierro político en Uruguay y Chile, propiciado por la dictadura rosista. Su particularidad radicó en que sus pensamientos, de fuerte sentido crítico y polémico, le llevarían paulatinamente a fortalecer un proceso de cambios radicales que se harían fecundos al llegar a la presidencia de la Argentina en 1868, representados en su célebre refrán "gobernar es educar", que junto con el de Juan Bautista Alberdi, "gobernar es poblar", serían sentencias representativas del movimiento Joven Argentina una vez llegados al poder18.

Además de Echeverría y Sarmiento, también formaron parte de la Joven Argentina, personajes como el estadista y jurista Juan Bautista Alberdi, el historiador Vicente Fidel López, el poeta y escritor Juan María Gutiérrez, y el militar, escritor e historiador Bartolomé Mitre, todos ellos futuros creadores de la reorganización nacional argentina posterior al periodo de la dictadura (1835-1852) del caudillo Juan Manuel de Rosas. Durante su destierro político vivieron en países limítrofes con la Argentina: Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay, desde donde publicaban sus escritos contra la dictadura rosista y con la idea de reformar la sociedad argentina de entonces. Este hecho contribuyó a que el pensamiento romántico se difundiera al resto de Hispanoamérica por la vía de la difusión de las publicaciones de dichos personajes desde sus lugares de destierro19. Los pensadores románticos argentinos no tuvieron, por lo tanto, un temperamento estrictamente especulativo, sino de acción y aplicación a las realidades concretas, al igual que la mayoría de los escritores franceses de aquellos tiempos, cuando el Romanticismo alemán renovaba la cultura ilustrada, y el pensamiento filosófico-histórico agudizaba su papel social, es decir, empezaba a ser aplicado más de lleno a los problemas políticos, económicos y socio-culturales de los pueblos.


2. Legado del pensamiento herderiano en la historia universal y en el romanticismo del siglo XIX

Herder no compartió la creencia, generalizada en su época, de un progreso indefinido auspiciado por los logros de la razón humana como el motor de la evolución, ni aceptaba el establecer ideales absolutos y metas definitivas propias de modelos especulativos (paradigmas del iluminismo). En cambio, invitaba a realizar el esfuerzo por comprender cada época desde sí misma, y no a partir de la última o más elaborada, o mediante una tabla abstracta de valores "universales", ya que, para Herder, en la relatividad y especificidad de cada época se halla el fundamento para la apreciación imparcial de hombres y pueblos, ejercicio vinculado siempre a la acción de la evolución o progreso general de la humanidad20. Por medio de su obra Otra Filosofía de la Historia, Herder protestó ante el hecho de proceder a juzgar el proceso histórico de los diversos pueblos a partir de modelos griegos o neoclasicistas, método característico del sentido histórico de los ilustrados. Para él, las costumbres, el arte, la cultura, los gustos de cada pueblo debían ser valorados desde o a partir del propio desarrollo cultural y dentro de determinada época, más no desde fuera, o a partir de los parámetros propios de una cultura ajena. Combate asíla pretensión cosmopolita de universalidad u homogeneidad cultural y el uso de criterios absolutos pertenecientes al pensamiento ilustrado; una clara aptitud de ruptura ante las normas y principios formales vigentes de su época. Herder se esforzó desde entonces por comprender el pasado humano en su patente realidad —desde sí mismo y desde su originalidad—, más no por medio de convencionalismos artificiales propios del tiempo presente; para él, indagar el pasado es buscar el significado de cada situación humana, cuyas sumatorias vienen a articular la conformación del devenir total de la historia universal de la humanidad21.

Se presenta, pues, en la concepción historicista de Herder, un gusto por la dinámica de los sucesos concretos, una simpatía por lo particular anudado al carácter colectivo de la existencia, lo que permite una capacidad para dominar la unidad del proceso viviente de todas las épocas históricas. La esencia de dicho proceso es la idea de Progreso entendida como el fundamento y aspiración del espíritu humano. Herder concebía tal progreso como la realización en el tiempo del plan intemporal de la Providencia (o voluntad de Dios), cuyo propósito es la educación progresiva de la humanidad bajo los ideales de Dios. A pesar de tal postulado teleológico, Herder aceptaba las capacidades propias del hombre, del individuo, pero, a su vez, afirmaba que la evolución progresiva de la humanidad adoptaba modalidades concretas según las épocas y los lugares22.

En sus dos obras, pero más en las Ideas, ilustra copiosamente la teoría del medio telúrico-histórico como una de las bases para explicar las formas del espíritu humano colectivo, teoría propuesta desde la Antigüedad Clásica con pensadores como Poübio, Tucídides y Heródoto. A Herder se debe, más que a Montesquieu, haber señalado la fuerza configurativa del ambiente natural en los hechos históricos. Según Herder, las capacidades espirituales, culturales y hasta políticas de los distintos pueblos tenían características distintivas, las cuales eran resultado de las condiciones ambientales y geográficas donde habitaran. Y precisamente a la hora de valorar tal o cual manifestación cultural, el análisis debía incluir tal aspecto. De esta forma, revaloriza el papel morfogenético de todos los elementos del ámbito geográfico combinados con el de la cultura y de la tradición, descubriendo así, las potencialidades de la espontaneidad creadora, tanto en la naturaleza, como en el plano histórico y socio-cultural23.

Herder sustenta la crítica que realiza a las corrientes de pensamiento de su tiempo, a partir del concepto de Naturaleza humana, entendida como el estado natural u original de la humanidad, que, según su percepción, era algo perdido o apagado por el iluminismo24. Dicho concepto se apoya en el esfuerzo por revalorizar cualidades individuales, y sobre todo comunitarias, que Herder creía olvidadas, negadas o ahogadas en su época. Parte de unas tendencias propias del espíritu humano canalizadas a partir de las sensaciones: unos impulsos, sentimientos y fuerzas originarias que constituyen la verdadera grandeza de los individuos, los pueblos y la humanidad entera. Este destacado papel de los sentidos es lo que se denomina el Sensualismo herderiano, elemento subjetivo, el cual constituye un vínculo que liga naturalmente a todos los hombres, y que se hace más evidente entre los de una misma raza, nación, pueblo o cultura —el llamado Genio o Espíritu nacional (Volksgeist)—. Y es que para Herder, la idea sobre el hombre y sus creaciones va unida siempre a una destacada función de los sentidos. El radio de acción del espíritu depende de la capacidad y riqueza de las sensaciones, cuyo producto más valioso serían las tradiciones, creencias, leyendas, historias que la lengua es capaz de transmitir25.

Por lo anterior fue que Herder reivindicó la producción poética y literaria de los pueblos primitivos, siendo un gran revelador y propagandista de las literaturas exóticas y lejanas. Según él, en los tiempos originarios, la poesía y el lenguaje, los cuales constituyen el espíritu de determinado pueblo, eran más libres, sin reglas o ataduras; es decir, cuanto más antiguo el lenguaje poético, más popular, más autóctono, más representativo culturalmente. Por eso, veía en las canciones y poemas antiguos el germen de la cultura nacional, de la configuración de la unidad de un pueblo a través del lenguaje y de su poesía. Herder atiende especialmente al lenguaje como el núcleo esencial del pensamiento, de las emociones y de la producción literaria; por lo tanto, el genio nacional de una lengua es también el genio nacional de una nación26. Además, lengua y poesía están condicionadas por el ambiente geográfico, las tradiciones y el proceso histórico. De allí que Herder tenga una concepción social de la literatura, particularmente sobre la vida cultural de una nación. Y viceversa, la constitución y el sentido político de un pueblo, es a su vez, la causa principal para el surgimiento y desarrollo de un pensamiento cultural, de un genio nacional27.

Los anteriores planteamientos de Herder permitieron en su momento histórico superar la concepción limitante de los análisis clasicistas y neoclasicistas, y abrir el horizonte valorativo hacia la compresión de culturas ajenas o distintas a Occidente, entendiéndolas como el resultado de condiciones naturales, sociales e históricas particulares. Del mismo modo, proclamaron la necesidad de vincular la producción y el análisis literario en tanto manifestación particular de sociedades concretas. Lo anterior habilitó de forma acertada la diversidad de culturas, porque con este renovado sentido empirista, se avaló la existencia de diferentes climas, razas, geografías, lenguas y costumbres que inevitablemente influyen en la formación y carácter cambiante de los productos literarios y culturales los pueblos28.

Gracias al pensamiento herderiano, el Romanticismo como movimiento estético eligió como fuente básica lo más próximo a la percepción sensorial: el yo, el individuo, lo particular y sus contornos. También la apreciación de la inspiración libre y espontánea, los impulsos pasionales, el acondicionamiento histórico y geográfico en la vida de los hombres y los pueblos, la literatura como evocación de un pasado nacionalista y como propaganda para un futuro progresista. El intento por individualizar los pueblos se expresaría en un culto a los nacionalismos. Son aspectos que poseen un fondo de armonía entre lo subjetivo y lo objetivo que se expresa en efusiones indefinidas29.

Para el pensamiento hispanoamericano del siglo XIX, las teorías de Herder van a tener consecuencias fecundas, ya que estimularán de manera conceptual y metodológica la comprensión de las culturas americanas como resultado de condiciones propias y a valorarlas en cuanto tal. En Hispanoamérica, y sobre todo en la Argentina, con el auge de la producción literaria e ideológica de corte romántico, se promovió el inicio de una ruptura con los preceptos neoclasicistas, los cuáles motivaron e impulsaron el proceso de la independencia cultural del legado español en la ideología criolla30. No obstante, hay que tener presente que el impacto de Herder y el Romanticismo sobre el pensamiento hispanoamericano, particularmente argentino, fue una de las múltiples fuentes de inspiración que los escritores del período post-independentista emplearon con el fin de analizar sus respectivas realidades y plantear las estrategias que permitieran los cambios anhelados. Los aspectos románticos que más se destacaron en Hispanoamérica fueron una intensa valoración de la subjetividad basada en el yo y lo particular; la búsqueda de la originalidad a través de la apreciación del paisaje, del medio geográfico y la interacción de éste con los distintos grupos humanos que habitan en él; las maneras de vivir en las diferentes circunstancias sociales e históricas; la fe en el genio nacional; la ruptura con normas o formalismos que opacan la originalidad de los pueblos; la exaltación de la espontaneidad; el entusiasmo por la libertad y la ambición por un progreso liberal, donde el pasado es evocado y rescatado con el fin de instaurar una nacionalidad acorde con dicho empeño31.

3. La Joven Argentina: primera escuela romántica de Hispanoamérica

Punto de diferenciación contundente con los demás países hispanoamericanos, es el que en la Argentina de la primera mitad del siglo XIX se desarrolló una generación manifiestamente romántica, en la que es posible detectar los aportes de las teorías de Herder. Hasta 1830, la intelectualidad de Buenos Aires vivía en "la época de las luces", racionalista y pragmática. Bajo el signo del pensamiento ilustrado se llevó a cabo la Revolución de Mayo (1810), la Independencia de España (1816), y la primera organización política y cultural de la naciente república: el Unitarismo (1824-1827). A partir de 1830, Buenos Aires empieza a recibir las influencias del Romanticismo, por la vía de los escritos que los miembros de la Joven Argentina publicaban desde el exilio, en un contexto en el cual predominaba el caudillismo federalista al mando de Juan Manuel de Rosas. A partir de 1837 se empieza a constituir la Joven Argentina, que posteriormente, con la publicación de su "credo" —el Dogma Socialista de Echeverría— en 1838, se proclamará como la Asociación de Mayo o Nueva Generación. Sus miembros concordaron en justificar una ruptura total con la herencia española; en expresar los elementos de una nueva identidad basada en las condiciones humanas y naturales propias; en apostarle a un sistema político que permitiera el avance del progreso de corte romántico, en el cual los proyectos de reorganización debían ser previamente definidos por quienes tomaran a su cargo la tarea de conducción política y tutela cultural de la nación. Claro está que dichos proyectos debían ajustarse a las realidades históricas y socioculturales de su país, ya que consideraban que el fracaso de la política unitaria se debió a la omisión de tal aspecto32.

En efecto, para la Nueva Generación que surgía, el cargo más grave que podía hacerse contra los hombres de la Revolución de Mayo y del Unitarismo consistía en su ceguera para descubrir los problemas económicos y sociales del país. Habían creído que bastaba la impostación de las fórmulas institucionales para encauzar la vida nacional. Ahora, no había sino que aceptar las consecuencias del error y preparar lentamente lo que llamaban la "regeneración" del país. Había que desentrañar el secreto de la sociedad que los unitarios ignoraron y que Rosas parecía interpretar fielmente, aunque fuera, en su opinión, para explotarla en su provecho. Esa fue la principal tarea que se propuso la generación de 1837, y seguramente, fue la discriminación entre lo político y lo social su mayor mérito, es decir, que bajo los problemas políticos, laten problemas sociales y económicos que suelen determinarlos. Por lo tanto, muchos de los planteamientos que esta Nueva Generación romántica promulgará van a tener un peso definitivo en los proyectos de reorganización nacional que se pondrán en marcha tras la caída del caudillo Rosas en la batalla de Caseros en 185233.

Los románticos argentinos militaron de lleno en un romanticismo con tendencia liberal y carácter "democrático y progresista", es decir, donde la participación de los sectores excluidos por el federalismo rosista fuese efectiva, además de propiciar un desarrollo técnico y económico que permitiesen sacar al país del atraso del que era presa por el caudillismo. Lo cierto es que en la búsqueda de una cultura nacional libre de la influencia española y en la cual los elementos de identidad americanos —como el legado indígena y la cultura mestiza, que en la Argentina tienen su máxima expresión en la Pampa, en el gaucho—, debían armonizar, forzosamente, dentro del progreso moderno, el pensador romántico argentino se enfrentaba inevitablemente con una serie de contradicciones propias de un país subdesarrollado con respecto a los procesos europeos, y en el cual la originalidad se hermanaba con el atraso. Para la época, ser "moderno" significaba inevitablemente rechazar al hombre natural y tratar de dominar la naturaleza. Y "modernidad" en el sentido europeo del término, sólo podría conllevar a un estado de neocolonialismo. Tampoco podía siempre saber el escritor romántico argentino cuándo la libertad que perseguía, conduciría no a un progreso sino al caos. El Romanticismo, que en Europa respondía a un proceso ligado a la evolución del pensamiento y a la industrialización, en Hispanoamérica alimentaba irónicamente la estancación en estos frentes vitales, debido a las contradicciones generadas por las estructuras coloniales y al conflicto epistemológico subyacente a la aplicabilidad de las nuevas tendencias ideológicas. Y esto porque en su conjunto, las estructuras de la realidad hispanoamericana eran moderada o marcadamente tradicionalistas. De ahí que el pensamiento de los románticos argentinos esté lleno de planeamientos, que si se acomodan a la realidad es con bastante esfuerzo, dada la dificultad de aplicar conceptualizaciones propias de Europa a realidades distintas como las de América, pero que, sin embargo, constituyeron el primer intento hispanoamericano por forjar una identidad propia ligada al intento de modernización de tendencia romántica34.

No obstante, a pesar de las dificultades, esa compenetración entre el pensamiento doctrinario y el análisis de la realidad histórica fue fecunda. Permitió discriminar el sentido del desarrollo social y político de la Argentina, estableciendo un punto de partida firme para la programación de una política futura: el pensamiento de Mayo, al considerarse dicha generación, heredera del movimiento de la Revolución de Mayo de 1810. "Regenerar al país" era, ante todo, no volver a caer en los viejos errores. Su punto de partida era claro: ni mera restauración de viejos idearios fracasados, ni exageradas concesiones a la realidad espontánea; la tarea debía ser lograr el triunfo de los ideales de progreso, sobre la base de la transformación previa de la realidad. Esta fórmula condujo el pensamiento político, social y cultural de la generación de 1837 y la encaminó hacia el éxito35. En consecuencia, el Romanticismo que se inculcó desde la Nueva Generación fue más una actividad comprometida con la realidad histórica de su país, o para ser más precisos, una diligencia más civilizadora que una escuela de bellas letras. Las armas, por literarias que parecieran, eran para usarlas fuera de la literatura: en la guerra entre tradición y progreso, entre hispanismo y europeísmo, entre masas y minorías privilegiadas. Se perseguía, pues, la instauración de la modernidad impregnada por el nuevo espíritu romántico, lo que implicaba volver la atención hacia el enigma de la realidad social; había que sumergirse en la realidad argentina y beber en ella las lecciones que fecundarían los esfuerzos por reconstruir la nación, a partir de la actitud inicial de dirigir una mirada escrutadora hacia el entorno geográfico y social, y hacia la experiencia histórica. De ahí se encontró un renovado panorama para una interpretación más justa y desapasionada del problema argentino, que recogería las inspiraciones para postular una política recreadora y vivificante. Ésta nueva política postulada para el futuro triunfó al fin: estaba arraigada en los hombres que abatieron a Rosas en 1852, y se cristalizó en la Constitución Nacional sancionada al año siguiente. Con posterioridad al proceso de unificación, la acción de los tres primeros presidentes constitucionales de la Argentina—Bartolomé Mitre (1862-1868), Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874) y Nicolás Avellaneda (1874-1880)— no fue sino la realización de las políticas postuladas por aquella asociación que se inició en 1837. Un gran ciclo se cumplía en la vida política argentina, tras la lenta y difícil acomodación de las nuevas instituciones a la realidad descubierta36.

4. Aportes herderianos en Echeverría

Esteban Echeverría tras su estadía en Francia (1824-1829), donde estableció contacto con los autores románticos europeos, dentro de los cuales se destaca Herder, retornó al continente y proyectó sobre la realidad de la Argentina dos de las fórmulas de la filosofía romántica: Por un parte, la del modernismo político con tendencia liberal — entendido este último concepto como representatividad política— que vino a justificar la ruptura formal hecha con España e invitaba a continuar la línea revolucionaria de Mayo de 1810 hacia un progreso. Por otra, la de la simpatía artística hacia los modos de vivir del pueblo, especialmente sus costumbres y tradiciones, lo que le permitió a la postre descubrir las posibilidades de afianzar una literatura autóctona, basada en las peculiaridades históricas y geográficas de la Pampa, con el ánimo de posibilitar los principios de una nacionalidad cultural argentina37.

Cuando Rosas afianza su poder tras su segunda llegada a él en 1835, Echeverría contribuyó, desde su exilio en Montevideo, a fundar la Joven Argentina, para lo cual redactó su "credo" o "manifiesto", publicado en 1838 con el título de Dogma Socialista. Se esboza en esta obra, de carácter ideológico y estético, unplan para la reorganización constitucional, política y socioeconómica del país; en ella se echaban las bases de un vasto sistema de ideas que constituyó el núcleo del pensamiento de Mayo, que condujo a la reorganización nacional de la Argentina, presa entonces por el fracaso unitario y bajo el dominio del caudillismo federal, cuya máxima representación era Rosas38. Además del Dogma Socialista, las obras de Juan Bautista Alberdi Fragmento preliminar al estudio del derecho [Buenos Aires: 1837] y Bases para la organización política de la Confederación Argentina [Buenos Aires: 1852], se constituyen en los pilares a partir de los cuales se redactó el anteproyecto de constitución nacional, el cual fue sancionado como Constitución el primero de mayo de 185339.

A pesar de su título, Dogma Socialista, se trata de un opúsculo de tendencia modernizante liberal, que expone las ideas principales que la Nueva Generación defenderá, ante las realidades sociopolíticas de su tiempo: libertad de asociaciones, sufragio universal y respeto por la libertad del individuo. También propone que las ideas morales y culturales son universales, pero que el clima, las costumbres y las formas de gobierno contribuyen a la originalidad de las naciones; por lo tanto, la tarea era precisamente volver la atención hacia los elementos propios del paisaje y cultura argentina, para así lograr generar un progreso acorde con sus realidades. Echeverría compartía la idea de procurar la aplicación de una filosofía con proyección social a los problemas de su patria, tomando dichos conceptos no como sinónimos de colectivismo, sino como programas de reforma política en el sentido más ampliamente "liberal y democrático". Sólo que al liberalismo racionalista del siglo XVIII —abstracto y por ende antihistórico, en opinión de los teorizadores románticos—, opondrá un renovado liberalismo fundamentado en el sentido historicista y la teoría romántica del progreso establecida por Herder. Echeverría exalta el valor de la historia entendida como una lenta formación genética y ascendente del espíritu humano: el progreso es en sí, ley universal del espíritu, el cual busca una mayor potencialidad y perfeccionamiento de manera constante; pero tal progreso se realiza múltiple y contingentemente, es decir, en la dimensión concreta espacio-temporal, vale decir, no por encima de la historia, sino merced a ella. Se derivan entonces los siguientes postulados, que serían las bases para la reorganización del país: la humanidad es histórica por esencia y destino; el hombre es ser social por naturaleza; el progreso es la educación permanente del espíritu hacia un ideal de armonía social y progresista; no se debe aniquilar lo particular y contingente en homenaje a un platónico universal sin fundamento —por ejemplo, las realidades derivadas de la aplicación de las teorías Unitarista o Federalista en el caso argentino— dentro del desarrollo histórico de la nación40. Con base en estas premisas, Echeverría instauró una nueva valoración filosófica del modelo federal imperante exaltando sus aspectos culturales, pero repudiando sus "manifestaciones bárbaras" —cuya personificación eran los caudillos—, porque las consideraba en contra del progreso, ya que obstaculizan las libertades socioculturales y políticas. Realizó la crítica del Unitarismo de sustrato iluminista, fracasado por el golpe de Rosas, en nombre de los principios filosóficos de la doctrina historicista del progreso y la valoración cultural de los pueblos de Herder. Con Echeverría la inteligencia argentina abandonó las abstracciones del iluminismo para encarar los problemas nacionales con criterio historicista, con el principio de la valoración e interpretación de la realidad. Desde entonces, el federalismo de fenómeno meramente "bárbaro", se convirtió en un hecho social de profunda significación histórica, ya que empezó a considerársele como una etapa inicial a partir de la cual se hizo efectiva una valoración y puesta en marcha de nuevos ideales que conducirían hacia la promulgación y establecimiento del progreso liberal de corte romántico.

Por otro lado, en las páginas del Dogma se advierten otras intenciones: el impulso que Echeverría deseaba dar a la instauración y estímulo del espíritu poético y literario romántico, por medio de la producción de una literatura esencialmente nacionalista41. Los escritores románticos argentinos, para la consecución de tal propósito, se alejaron del legado cultural e ideológico español, procurando en cambio el rescate de una lengua americana que permitiera el surgimiento de una literatura nacional, basada en los aportes de la apreciación del medio natural y los modos de vivir y costumbres de sus habitantes. No obstante, el nacionalismo lingüístico fue más radical en la Argentina que en ningún otro sitio, debido a que los románticos argentinos impusieron una terminología en la que irrumpían palabras americanas que designaban cosas originales de la tierra: neologismos, indigenismos, arcaísmos; pero al mismo tiempo, el despego por lo español, la admiración por lo europeo, y sobre todo, una actitud improvisadora tuvieron como consecuencia que la lengua se llenara de extranjerismos42. La intención por instaurar un renovado panorama lingüístico y literario no era gratuita. Iba de la mano con el fortalecimiento de la conciencia o espíritu nacional, único medio de dar vida, vigor y contundencia al pensamiento de la generación de 1837, simbolizado políticamente en la Constitución Nacional de 1853, y culturalmente en dos obras literarias (un poema y un cuento) pioneras en Hispanoamérica de corte romántico, escritas con una clara intención política e ideológica de crítica hacia el federalismo rosista, obras del propio Echeverría: La Cautiva [Buenos Aires: 1837] y El Matadero [Buenos Aires: 1838]. Además, en opinión de Echeverría, la futura nación argentina debía tratar de contrarrestar la influencia de la tradición hispanocriolla, fundamentando la instauración de una "sociabilidad americana" integrada por todos los elementos de la "civilización moderna", donde la convivencia y la acción permitieran forjar una nacionalidad que se distinguiera de aquella tradición colonial tan repudiada. Bajo tal perspectiva, tomará trascendencia el principio de la inmigración, promovido después por Sarmiento, el cual, según Echeverría, renovaría la cultura y mentalidad argentina al diapasón de los "pueblos civilizados"43.

5. Aportes herderianos en Sarmiento

La originalidad de Sarmiento radica en que la filosofía romántica de la historia que adquirió tras su contacto con los pensadores románticos europeos, vino a fundirse con la intuición de su propia vida como vida histórica; sentía que suyo y la patria eran una misma criatura, comprometida en una misión histórica dentro del proceso de la civilización. Sarmiento identificó su propia trayectoria con la de la nación de la que iba a ser presidente en 1868. De ahí que sus escritos, siendo siempre actos políticos, tengan un peculiar tono autobiográfico, desarrollado en los artículos y autobiografías que redactó desde el exilio, particularmente desde Chile44. Entonces, para entender el pensamiento histórico de Sarmiento, hay que tomar muy en cuenta el rol de las personalidades o individualidades que generan cambios en el transcurrir. Para él, la historia se presenta como un misterio que debe ser interpretado, y el modo idóneo para llegar a tal interpretación descansa en el método de la biografía. Además, la historia no puede concebirse como un relicario de hechos sin sentido; no debe serla sumatoria de recuerdos, y si parte del ayer es para mirar el porvenir; si se investiga el pasado, será precisamente para encontrar el error o el ejemplo que corrija el presente. Por otra parte, la historia se le plantea a Sarmiento como el antagonismo de fuerzas humanas y telúricas que luchan entre sí para dar paso al progreso, el cual se instaurará entre la humanidad de modo ineludible, según la doctrina providencialista de Herder45. Conoció tempranamente sus teorías durante su estadía de proscrito en Chile, y aún antes, cuando los jóvenes argentinos leían la célebre obra de Cousin Cours de Philosophie, la cual contiene un capítulo titulado "De la Herder, Idées pour une philosophie de l'histoire,46. Los conceptos acerca del papel que cumple la acción del medio natural en los sucesos históricos, teoría de Herder a la cual Cousin prestó especial atención, tuvieron una profunda influencia en la formación del sentido histórico de Sarmiento, quien trata de explicar, de acuerdo con dicha teoría, la génesis de la barbarie argentina representada en el federalismo: los caudillos 47.

Con el Facundo de Sarmiento se sentó el principio fundamental de la política regeneradora de la Nueva Generación: el mal de la Argentina era el desierto, o sea, la "barbarie" (representada en la Pampa, el gaucho y los caudillos), y la consigna primera era destruir ese mal desde su raíz, facilitando las comunicaciones, poblando las vastas extensiones y multiplicando los centros urbanos; es decir, las soluciones estaban concentradas, tras la caída del tirano, en la transformación del desierto por medio del progreso de carácter no sólo político, sino ante todo técnico y económico. Pero esta política colonizadora, expresada en la famosa frase de Alberdi "gobernar es poblar", para Sarmiento no estaba destinada solamente a poblar; poblar, además, representaba la transformación social de los campos mediante la inmigración, debido a que estaba arraigado en un fuerte prejuicio contra la raza hispánica, y se suponía que el aporte de sangre anglosajona ejercería una poderosa influencia en la modificación de los hábitos y costumbres tradicionales. No es gratuito que bajo tal concepción, sumada a cierta desconfianza frente al principio de soberanía total del pueblo, porque la mayoría se hallaba incapacitada para el ejercicio reflexivo de la democracia representativa, los hombres de 1837 se inclinaran hacia una posición conservadora, hacia una especie de "despotismo ilustrado"48.

Precisamente en su ensayo Sarmiento pretende demostrar que la "barbarie" se había convertido en algo institucionalizado en la Argentina durante el régimen de Rosas. Según Sarmiento, el indio queda fuera de la sociedad civilizada, porque no encaja dentro del proyecto moderno, y el gaucho simboliza la "barbarie", termino que él emplea para abarcar los males que sufre el país. La "civilización" significa la "sociabilidad", el "imperio de la ley, del orden y de la cultura", mientras que la "barbarie" es la negación de la "sociabilidad". Sarmiento explica en el prólogo que Facundo Quiroga, el caudillo regional cuya biografía escribe, y el poderoso Rosas, que hará asesinar a Facundo, son encarnaciones de determinados aspectos de la situación nacional, de los cuales Rosas es la representación más compleja. Por lo tanto, el ensayo de Sarmiento es al mismo tiempo un análisis del fenómeno Rosas —factor individual de gran relevancia en lo colectivo según un postulado de Heder— y de la realidad que representa, a la vez que un arma contra ellos. De manera que es la realidad misma, la barbarie, la que debe ser trasformada, y para esto Sarmiento propone tres grandes estrategias: la educación pública, la inmigración europea y elprogreso técnico-económico. Sarmiento tuvo la oportunidad de poner en práctica estas estrategias, ya que después de la caída de Rosas tomó parte activa en la reforma educativa de la región de Buenos Aires, y al ser elegido presidente, en 1868, consiguió a pesar de la guerra civil y de una fuerte oposición, fundar escuelas, fomentar la inmigración, construir ferrocarriles y fortalecer los puertos49. En el Facundo doble es la actitud de Sarmiento ante su empresa reformadora: primero, encara la realidad de la "barbarie" con agudo sentido sociológico, describiendo el "escenario", el paisaje, sus habitantes y tradiciones, logrando realizar una obra de gran compresión morfogénetica; y segundo, se trueca, sin mengua de su visión histórica y espontáneamente artística, en airado censor animado por los ideales cívicos sentidos hasta el paroxismo: quiere civilizar o educar a toda costa50. Dicha actitud no es gratuita. Como ya se indicó, Sarmiento ve los hechos en términos de conflicto: el conflicto entre el hombre y la naturaleza, entre el colono, el indio y el gaucho, entre la ciudad y el campo, entre la "barbarie" y la "civilización"; hay también implícito un drama entre el bien y el mal, según la tradición cristiana. Pero para Sarmiento el ideal de la vida moderna se asocia al comercio (fluvial y terrestre), que engendra la civilización y la cultura. La gran fuerza del ensayo radica precisamente en la dinámica generada por esos conflictos y el presente histórico de Sarmiento contribuye a la inmediatez de la narración, así como a su tono de actualidad, ya que logra adquirir un enorme valor documental que ilustra la sensación de la Pampa y su pertinente fisonomía moral y hábitos de vida de sus habitantes: lenguaje, atuendos, comidas, costumbres, etc. Por eso es que durante una serie de generaciones, este ensayo influyó en los análisis que los argentinos hicieron de su sociedad y cultura, así como también constituye un momento privilegiado del espíritu romántico argentino51. Pero, a pesar de que Sarmiento simpatizaba estéticamente con las costumbres gauchas, las desdeñó en nombre de sus anhelos políticos e ideales cívicos, ya que no compaginaban con el plan del progreso modernizante, primero por su condición mestiza, y sobre todo, porque su posible inclusión dentro del plan del progreso se obstaculizaba por múltiples conflictos y simbologías muy ambivalentes. No obstante, su referencia como puntos de partida en la obra de Sarmiento, generó con posterioridad una marcada tendencia literaria gauchesca, cuyas máximas representaciones son las obras Martín Fierro [Buenos Aires: 1872—1879] de José Hernández y Fausto [Buenos Aires: 1866] de Estanislao del Campo.

Facundo viene a ser el reflejo de la ideología política de Sarmiento, ya que la lucha en últimas se establece entre dos formas de gobierno: "absolutismo" ejercido por un caudillo símbolo de la barbarie, que es sojuzgamiento del pueblo vs. libertad ciudadana auspiciada por el progreso moderno de corte romántico. Por ello, y de forma consecuente, la civilización viene a ser la conquista de la libertad por la razón sensitiva, y la barbarie, el sometimiento del hombre a las fuerzas naturales. FXplan de Sarmiento —íntimamente ligado a la idea mesiánica que tiene de sí mismo— será libertar al hombre del despotismo y la ignorancia a que lo tiene sometido la barbarie de Rosas, para alcanzar, con base en las potencialidades de las mejores mentes del país, la consecución de dicho plan. Educar para gobernar, sería pues el equivalente de Sarmiento al principio motor providencialista del dinamismo histórico herderiano.

Colofón

Se realizó un esfuerzo investigativo por presentar los aportes del pensamiento romántico europeo de finales del siglo XVIII y principios del XIX —de sustrato alemán y de consolidación francesa—, a la generación romántica argentina constituida en 1837. Para tal efecto, se expuso inicialmente una síntesis del pensamiento del padre conceptual del Romanticismo — Herder— con base en la exploración hermenéutica de sus obras capitales: Otra filosofía de la historia, e Ideas, estableciendo a continuación sus aportes al movimiento cultural conocido como el Romanticismo y a la Historiografía Universal.

Las obras de Herder fueron enriqueciendo paulatinamente el proceso de secularización de la disciplina histórica, que dio como resultado la implantación de la Historia Analítica en contraposición de la Historia Sistema, proceso en el cual se abandona el marcado trasfondo Providencialista y especulativo de ésta última, para adoptar como base crítica e interpretativa el saber epistémico que caracteriza a la primera. No obstante, tanto en Herder como en dicho proceso de secularización, la renuncia a los planteamientos teleológicos de la historia sistema, amparados en postulados judeocristianos, es lenta y con marcadas contradicciones, por cuanto la aspiración era, y sigue siendo, desplazar la fé por la razón, en cuanto herramienta básica del conocimiento histórico que persigue hallar sentido al tiempo, a la existencia y al devenir humanos. El desarrollo de la síntesis también permitió demostrar que el pensamiento de Herder configuró la base epistemológica del Romanticismo, a partir de la formulación o replanteamiento de conceptos como providencialismo, plan, medio natural, teoría del medio telúrico-histórico, progreso, educación, evolución, humanidad, ideal, naturaleza humana, sensualismo, originalidad, particularismo, el yo, nación, genio o espíritu nacional, nacionalidad, época, pueblo, civilización. Fue tarea de los filósofos, historiadores y políticos alemanes y franceses de la primera mitad del siglo XIX, dotar al Romanticismo de toda su profundidad analítica y expresiva como movimiento ideológico, cultural y político, presentándose conjuntamente sus contribuciones en la producción literaria, en el arte, en la valoración de la sociedad y en el pensamiento filosófico e histórico.

Por último, se pretendió demostrar los que consideramos son los principales aportes del pensamiento herderiano sobre las obras Dogma Socialista de Esteban Echeverría y Facundo de Domingo Faustino Sarmiento, los principales representantes de la Joven Argentina o Asociación de Mayo: la apreciación crítica y valorativa de las realidades sociales, económicas y culturales propias a la hora de proponer cambios de índole política y sociocultural; la importancia del pasado nacional, con la necesidad de reconstruirlo, para lograr, con base en las realidades del tiempo presente, establecer estrategias que estén acordes con la idea de un progreso romántico de corte liberal; el carácter providencialista que subyace como motor generador de los hechos históricos, sustentado en los principios "gobernar es poblar" de Alberdi, y "gobernar es educar" de Sarmiento; el papel fundamental del medio geográfico en los hechos históricos, sociales y culturales; la relevancia de las particularidades o individualidades, siempre conectadas a los procesos colectivos; el despertar de una tradición literaria autóctona, ejercicio vinculado al afán por resaltar la originalidad cultural argentina, y por ende, un principio de nacionalidad distinto a la tradición hispanocriolla instaurada por España; y la no novedosa pero sí fructífera actitud polémica, que refleja las ansias por reformar las realidades adversas al plan del progreso liberal-romántico.

Los anteriores principios, plasmados en las obras de sus integrantes, se convertirían en las estrategias políticas y culturales que fecundarían a partir de la segunda mitad del siglo XIX con la caída de Rosas, cuando se hizo efectiva la incursión en la escena política de los miembros de la Joven Argentina. Se destacan los proyectos de organización nacional configurados en la Constitución Nacional de 1853, que marcó el inicio de la unificación política bajo los preceptos federativos de corte democrático. Además, se manifiestan estrategias renovadoras en los planos socioeconómico —con estrategias como la inmigración, el fortalecimiento del sistema educativo y el desarrollo tecnológico— y cultural —con el auge de una literatura autóctona y nacionalista—, con las que los nuevos líderes argentinos buscaban instaurar definitivamente una nación libre del legado ideológico y cultural colonial de corte ibérico, y que estuviera acorde con los principios del orden internacional del siglo XIX, basados en el desarrollo comercial liberal y en la renovación de la cultura y el pensamiento ilustrado.


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2 ALONSO NUÑEZ, José Miguel, El pensamiento historiológico alemán en el siglo XVIII. Investigaciones sobre Herder y los orígenes de la filosofía de la historia, Madrid, Universidad de Madrid, 1971; ASTRADA, Carlos, "El pensamiento filosófico-histórico de Herder y su idea de humanidad", en Revista Humanidades, Tomo XXX, Universidad de La Plata, La Plata, 1944-1945, pp. 21-36; BERLIN, Isaiah, Vico y Herder. Dos estudios en la historia de las ideas, Edición de Henry HARDY, Madrid, Ediciones Cátedra, Colección Teorema, 2000; COLECTIVO DE AUTORES, Vico y Herder. Ensayos conmemorativos del segundo centenario de la muerte de Vico y delnaámiento de Herder, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 1948.

3 BERLIN, Isaiah, Las raíces del romanticismo, Edición de Henry HARDY, Madrid, Grupo Santillana de Ediciones, 2000; GONZALEZ STEPHAN, Beatriz, La historiografía literaria del liberalismo hispanoamericano del siglo XIX, La Habana, Ediciones Casa de las Améncas, 1987; RIBAS, Pedro, "Prólogo", en HERDER, Johann Gottfried von, Obra Selecta, Madrid, Ediciones Alfaguara, 1982, pp. XIII-LI.

4 BERMEJO BARRERA, José Carlos, El final de la historia. Ensayos de historia teórica, Madrid, Ediciones Akal, 1987; PUCCIARELLI, Eugenio, "Herder y el nacimiento de la conciencia histórica", en HERDER, Johann Gottfried von, Otra filosofía de la historia para la educación de la humanidad. Contribución a otras muchas contribuciones del siglo, Buenos Aires, Editorial Nova, 1950, pp. 11-23.

5 DELANNOI, Gil y TAGUIEFF, Pierre-André (Comp.), Teorías del Nacionalismo, Barcelona, Ediciones Paidós, 1993; MAYOS SOLSANA, Gonçal, Ilustración y Romanticismo. Introducción a la polémica entre Kant y Herder, Barcelona, Herder Editorial, 2004; MAYOS SOLSANA, Goncal, "Teoría política de Kant y Herder: Despotismo ilustrado y legitimidad de la Revolución", en BELLO, Eduardo (Ed.), Filosofía y Revolución. Estudios sobre la Revolución Francesa j su recepción filosófica, Valencia, Universidad de Murcia, 1991, pp. 137-156; PAGÈS BLANCH, Pelai, Las Claves del Nacionalismo y el Imperialismo 1848-1914, Barcelona, Editorial Planeta, 1991; RÉMOND, René, Introdufao à Historia deNosso lempo. Vol 2:0 SéculaXIX1815-1914, São Paulo, Editora Cultrix, 1976; WEILL, Georges, La Europa él siglo XIXy la Idea de Nacionalidad, México, Unión Tipográfica Editorial Hispano Americana, 1961.

6 HERDER, Johann Gottfried von, Otra filosofía de la historia para la educación, op cit, pp. 273-367.

7 HERDER, Johann Gottfried von, Ideas para una filosofía de la historia de la humanidad, Buenos Aires, Editorial Losada, 1959.

8 NECKERBARONESADE STAËL HOLSTEIN, Anne Louise Germaine (Madame de Staël), Alemania, Buenos Aires, Espasa-Calpe S.A., Colección Austral, 1947. El capítulo XVII de esta obra se dedica al pensamiento de Herder (pp. 137-139).

9 GINER, Salvador, Historia del Pensamiento Social, Barcelona, Editorial Ariel, 10ª edición, ampliada y corregida: 2002, pp. 421-424.

10 COUSIN, Victor, Cours de Philosophie. Introduction à l'histoire de la Philosophie, Paris, Librairie Arthème Fayard, Corpus des Œuvres de Philosophie en Langue Française), 1991. En esta obra se encuentra un acápite dedicado a Herder: "De la Herder, Idées pour une philosophie de l'histoire" (pp. 293-297).

11 ALBERINI, Coriolano, Problemas de la historia de las ideas filosóficas en la Argentina, Buenos Aires, Universidad Nacional de La Plata, 1966, p. 48.

12 Ibid, pp. 49-53; ORGAZ, Raúl, Echeverría y el Saint-Simonismo, Córdoba, Imprenta ROSSI Argentina, 1934, pp. 21-33.

13 HALPERIN DONGHI, Tulio, Una nación para el desierto argentino, Buenos Aires, Editores de América Latina, 1997; OSZLAK, Oscar, La formación del Estado Argentino. Orden, progreso y organización nacional, Buenos Aires, Grupo Editorial Planeta, 1997; ROMERO, José Luis, Las ideas políticas en la Argentina, México, Fondo de Cultura Económica, 1946.

14 ECHEVERRÍA ESPINOZA, Esteban, Dogma Socialista, Buenos Aires, Librería La Facultad, de Juan Roldán, 1915.

15 SARMIENTO ALBARRACÍN, Domingo Faustino, Facundo. Civilización] barbarie. Vida de]uan Facundo Quiroga, y aspecto físico, costumbres y hábitos de la República Argentina, Madrid, Editorial Nacional, 1975.

16ALBERINI, Coriolano, op. cit, pp. 49-50; ANDERSONIMBERT, Enrique, Historia de la literatura hispanoamericana, Vol.1, México, Fondo de Cultura Económica, 1954, pp. 320-325.

17 ROMERO, José Luis, op. cit., pp. 134-136; CARRILLA, Emilio, EIRomantiasmo en la América Hispánica, Tomo I, Madrid, Editorial Gredos, 3ª ed. revisada y ampliada, 1975, pp. 160-161; ORGAZ, Raúl, op. cit., pp. 33-51.

18 ALBERINI, Coriolano, op. cit.,pp. 52-53; FRANCO, Jean, Historia de la Literatura Hispanoamericana. A partir de la Independencia, Barcelona, Editorial Ariel, 3ª edición: 1980, pp. 76- 81; GUERRERO, Luis Juan, Tres temas de filosofía argentina en las entrañas del Facundo, Buenos Aires, Imprenta López, 1945; ORGAZ, Raúl, Samiento y el Naturalismo Histórico, Córdoba, Imprenta ROSSI Argentina, 1940.

19 HALPERIN DONGHI, Tulio, op. cit.; OSZLAK, Oscar, op. cit.

20 PUCCIARELLI, Eugenio, op. cit.

21 ALONSO NUÑEZ, José Miguel, op. cit; MAYOS SOLSANA, Goncal, Ilustraaóny Romanticismo...,op. cit

22 BERLIN, Isaiah, Vico y Herder..., op. ai; COLECTIVO DE AUTORES, op. cit

23 ALONSO NUÑEZ, José Miguel, op. cit; BERLIN, Isaiah, Vico y Herder..., op. ai; PUCCIARELLI, Eugenio, op. cit

24 ASTRADA, Carlos, op. at.

25 MAYOS SOLSANA, Goncal, Ikstraaónj Romanticismo. ..,op. at; "Teoría política de Kant y Herder...", op. at.

26 BERLIN, Isaiah, has raíces del romantiásmo, op. at.

27 GONZÁLEZ STEPHAN, Beatriz, op. at.

28 ALONSO NUÑEZ, José Miguel, op. cit; BERLIN, Isaiah, Vico y Herder..., op. ai; PUCCIARELLI, Eugenio, op. cit

29 ANDERSONIMBERT, Enrique, op .cit; BERLIN, Isaiah, Las raíces del romanticismo, op. cit .; CARRILLA, Emilio, op. cit; GONZÁLEZ STEPHAN, Beatriz, op. cit; MAYOS SOLSANA, Goncal, Iksiraaónj Romaniíasmo..., op. ai

30 GONZÁLEZ STEPHAN, Beatriz, op .cit, p. 110.

31 ANDERSON IMBERT, Enrique, op .cit, pp. 237,240; FRANCO, Jean, op. cit, pp. 95-96.

32 ANDERSON IMBERT, Enrique, op. cit.; ALBERINI, Coriolano, op. cit.

33 HALPERIN DONGHI, Tulio, op. cit., pp. 10–12; ROMERO, José Luis, op. cit., pp. 132–134. OSZLAK, Oscar, op. cit.

34 ALBERINI, Coriolano, op. cit.; FRANCO, Jean, op. cit.; GONZÁLEZ STEPHAN, Beatriz, op. cit.

35 ROMERO, José Luis, op. cit., pp. 143–144.

36 ANDERSON IMBERT, Enrique, op. cit., p. 237; ROMERO, José Luis, op. cit., pp. 129–136. ALBERINI, Coriolano, op. cit.; HALPERIN DONGHI, Tulio, op. cit.; MACAULAY, Neill y BUSHNELL, David, El nacimiento de los países latinoamericanos, Madrid, Editorial Nerea, 1989; OSZLAK, Oscar, op. cit.

37 ANDERSON IMBERT, Enrique, op. cit., p. 241; CARRILLA, Emilio, op. cit.

38 ALBERINI, Coriolano, op. cit.; ORGAZ, Raúl, Echeverría y el Saint–Simonism... ,op. cit.

39 MACAULAY, Neill y BUSHNELL, David, op. cit, pp. 223–229; ROMERO, José Luis, op. cit., pp. 151–152.

40 ALBERINI, Coriolano, op. cit., pp. 49–50; ORGAZ, Raúl, Echeverría y el Saint–Simonism...,op. cit.

41 ALBERINI, Coriolano, op. cit., p. 47; GONZÁLEZ STEPHAN, Beatriz, op. cit.

<42 ANDERSON IMBERT, Enrique, op. cit., p. 238.

43 ROMERO, José Luis, op. cit., pp. 149–150.

44 ANDERSON IMBERT, Enrique, op. cit., p. 247.

45 GUERRERO, Luis Juan, op. cit.; ORGAZ, Raúl, Sarmiento y el Naturalismo Histórico..., op. cit.

46 COUSIN, Víctor, op. cit., pp. 293–297.

47 ALBERINI, Coriolano, op. cit., p. 53; ORGAZ, Raúl, Sarmiento y el Naturalismo Histórico, op. cit., pp. 15–25.

48 ROMERO, José Luis, op. cit., pp. 144–147.

49 FRANCO, Jean, op. cit., p. 81. OSZLAK, Oscar, op. cit.

50 ALBERINI, Coriolano, op. cit., p. 54; ORGAZ, Raúl, Sarmiento y el Naturalismo Histórico..., op. cit., p. 30.

51 FRANCO, Jean, op. cit, pp. 78,81; GUERRERO, Luis Juan, op. Cit


Bibliografía


Fuentes primarias

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