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Historia Crítica

Print version ISSN 0121-1617

hist.crit.  no.32 Bogotá July/Dec. 2006

 

El elogio de la dificultad como narrativa de la identidad regional en Antioquia

The eulogy to difficulty as the narrative of regional identity in Antioquia

María Teresa Arcila Estrada1

1Antropóloga y docente-investigadora del Instituto de Estudios Regionales (INER) de la Universidad de Antioquia.


Resumen

En este artículo se analiza la manera como la valoración del medio natural intervino en la producción de la narrativa de la identidad regional antioqueña. Se toman como base las ideas que consignó en sus publicaciones un grupo de escritores antioqueños del siglo XIX y de académicos de distinta procedencia de la primera mitad del siglo XX.

Palabras claves: Representaciones sociales, análisis del discurso, narrativa de identidad, identidad cultural, Antioquia.


Abstract

This article analyzes the way in which appreciation of the natural environment influenced the formation of a narrative of Antioqueño regional identity. The analysis is based on the published ideas found of a group of 19th century Antioqueño writers and a wide range of academics during the first half of the 20th century.

Keywords: Social representation, discourse analysis, identity narrative, cultural identity, Antioquia.


En este artículo se perfilan las ideas consignadas en un grupo de textos producidos por escritores antioqueños del siglo XIX, con las cuales se configuró un discurso común denominado aquí el elogio de la dificultad 1. Por medio de esos textos, los autores dieron forma, elaboraron y pusieron en circulación aquello que consideraban particular de lo que ellos mismos denominaron, en su momento, el "modo de ser", "el carácter" o "el temperamento de los antioqueños". Aquí trabajamos uno de los temas que configuraron la narrativa de la dificultad: la valoración del entorno geográfico. Según dicha elaboración, los antioqueños surgieron como un pueblo de montaña enfrentado con tenacidad al medio agreste y hostil que les correspondió habitar e interpuso obstáculos para su progreso. De la lucha que ellos entablaron contra esas dificultades del medio lograron salir victoriosos, lo que cimentó sentimientos de orgullo y valoración y forjó el carácter dinámico y emprendedor que se les adjudica. Esto se refrendaba con las evidentes manifestaciones de progreso material y económico que vivió Antioquia a lo largo del siglo XIX.

Esas nociones e imágenes del pueblo antioqueño surgieron en contraposición con las ideas vigentes en décadas anteriores, producidas por representantes del poder colonial, que hacían referencia a la miseria de la provincia y a sus habitantes como vagos y perezosos2.

El corpus de ideas que sustenta la narrativa del elogio de la dificultad y que permitió establecer diferencias entre este y otros grupos regionales del país, tomó fuerza durante el siglo XIX, generando un fuerte consenso entre la población.

La herramienta metodológica del análisis del discurso nos permitió realizar la interpretación de las representaciones sociales 3e identificar en un conjunto limitado de textos, las nociones, imágenes, valoraciones e interpretaciones con las que los actores le dan sentido a su entorno y a sus acciones. Esta herramienta nos posibilitó, también, adelantar un trabajo de composición sistemática, desde el nivel particular de cada texto hasta un nivel más general y complejo de interrelación del conjunto de textos y de un conjunto de actores en interlocución.

Los textos que integran la presente muestra fueron publicados entre principios del siglo XIX y mediados del siglo XX. Los textos del siglo XIX corresponden a un período de la historia regional, durante el cual se produjo la matriz de lo que -con el tiempoterminó por configurar el discurso hegemónico sobre Antioquia. A ello contribuyó un grupo de intelectuales que participaron activamente en la producción, orientación e interpretación de los procesos sociales de constitución de la región, la construcción de su hegemonía interna, de su centralidad en el escenario nacional y del discurso que las sustentó. Parte de ellos se constituyeron en los autores de la historiografía antioqueña decimonónica y por ello han sido objeto central de nuestra atención.

Los autores del siglo XIX cuyos escritos retomamos son José Manuel Restrepo (1781-1863), Juan de Dios Restrepo (1823-1894), Vicente Restrepo (1837-1899), Manuel Uribe Ángel (1822-1904) y Álvaro Restrepo Eusse (1844-1910). Todos ellos nacieron en Antioquia e hicieron parte de familias acomodadas; algunos se formaron profesionalmente en Santa Fe de Bogotá y varios, además, viajaron por Europa, regresando a la tierra donde llegaron a destacarse como profesionales e intelectuales. Varios ocuparon cargos públicos en la capital o se dedicaron a recorrer la comarca o fundaron y dirigieron sus propios periódicos. Pero todos difundieron sus visiones y percepciones a través de la escritura y, para darlas a conocer, se sirvieron de los medios impresos (libros, folletos o artículos de prensa), en un contexto general iletrado de la sociedad regional decimonónica.

Estos escritos se contextualizan en diferentes momentos del desarrollo de la minería del oro en Antioquia, actividad económica predominante en la región desde el periodo colonial. El texto más temprano, el de José Manuel Restrepo, se produce en momentos de extrema pobreza de la provincia, mientras los de fines del siglo se inscriben en una época donde las inversiones del capital extranjero -sobre todo inglés y francésen la minería de veta, los avances de la colonización de tierras a partir del centro provincial colonial de Santa Fe de Antioquia, de Rionegro y Marinilla en el Oriente Antioqueño, y de Medellín al sur producen un repunte general de la economía. Del siglo XIX se revisaron también autores extranjeros como Agustín Codazzi, Carlos Augusto Gosselman y otros viajeros que escribieron sobre Antioquia, con el objeto de confrontar el discurso formulado por los antioqueños y reforzar el análisis sobre las representaciones del territorio y la construcción de la identidad.

Los autores de los textos del siglo XX son Luis López de Mesa (1884-1967), James Parsons y Virginia Gutiérrez de Pineda, de quienes sólo el primero es antioqueño, pero todos son profesionales de las ciencias sociales. De ellos, únicamente López de Mesa desempeñó funciones administrativas en el Estado central y sus publicaciones tuvieron como contexto histórico el auge manufacturero y de la industria textil en Antioquia. Su análisis permitió vislumbrar hasta dónde había calado el discurso hegemónico regional decimonónico de identidad.

1. El medio geográfico y la identidad regional

La producción de referentes de identidad de un grupo social encuentra uno de sus soportes en las imágenes del territorio, del paisaje y de los recursos del medio que el mismo grupo elabora, de acuerdo con sus propias categorías mentales y valoraciones culturales. Los grupos humanos establecen una conexión de doble sentido con los espacios que habitan y apropian: a la vez que transforman el medio se ven transformados por él. Los grupos significan, semantizan4 y valorizan5 el espacio convirtiéndolo en Territorio, el cual adquiere de este modo la impronta del grupo y desarrolla procesos de diferenciación con respecto a otros grupos. Afirma Marisa Moyano que el territorio desempeña un papel central entre los símbolos que ayudan a estructurar las identidades colectivas6 . Según Claudia Barros, la producción de una idea de comunidad ("nosotros") guarda estrecha relación con las construcciones del lugar, del paisaje, del territorio y nace del proceso de interpretación que el grupo produce de su medio ambiente y de su medio social como algo particular7.

En el proceso histórico de creación de los Estados nacionales, por lo menos a lo largo de los dos últimos siglos de la historia de Occidente se configuraron "pueblos históricos"8que -en estrecha relación con sus territorios- exhibían determinadas características económicas, políticas y socio-culturales que eran utilizadas por ellos como diacríticos culturales. Esos grupos humanos produjeron nociones y sentimientos de unidad y de comunidad asociados con el territorio que ocupaban. Su existencia como grupos exigía no sólo la definición de límites y fronteras físico-espaciales, sino también la producción de fronteras simbólicas9 que actuaban como áreas de diferenciación y de contacto con "otros". Los antioqueños construyeron su unidad

y comunidad regional, produjeron límites simbólicos y fueron definiéndose a sí mismos como una categoría social y como un grupo humano particular, asociándose y referenciándose con un medio geográfico característico: las montañas.

Desde finales del siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX se desarrolló en el mundo occidental la geografía como disciplina10 y esto sucedió asociado con los intereses de los Estados por conocer el territorio bajo su soberanía o el de sus colonias, para controlarlos mejor. La naciente república de Colombia no se quedó por fuera de esta tendencia. Numerosos viajeros extranjeros visitaron el país durante la primera mitad del siglo XIX y escribieron sus relatos de viaje apoyados en la descripción geográfica. También políticos-intelectuales elaboraron de manera dedicada y sistemática la geografía de sus regiones11, como lo hicieron José Manuel Restrepo y Manuel Uribe Ángel en el caso de Antioquia o Agustín Codazzi para Colombia a través de la Comisión Corográfica.

La geografía fue un campo fértil que aprovechó la naciente élite regional antioqueña para producir referentes de identidad, interesada como estaba por adelantar un proyecto de construcción de región12. Para ello era necesario poseer un conocimiento del medio natural y del territorio que ocupaban. Dichas condiciones no fueron propicias durante el régimen colonial español, del cual los antioqueños habían heredado, más bien, un profundo desconocimiento de esa geografía. Por eso, una idea que transitó buena parte del siglo XIX en Antioquia fue la necesidad de conocimiento de las condiciones geográficas de la provincia. Hacia la mitad del siglo XIX ese vacío comenzaba a ser subsanado.

José Manuel Restrepo en el Ensayo de geografía, producciones, industria y población de la provincia de Antioquia en el Nuevo Reino de Granada (1808) describía el suyo como un trabajo pionero de la geografía física y humana de Antioquia, en un contexto de inexistencia de estudios previos y en medio de un desconocimiento general de errores o falsedades de otros estudios anteriores (como los de Humboldt):

"La provincia de Antioquia, una de las más fértiles y ricas del Nuevo Reino de Granada, ha sido hasta el presente desconocida de todos los geógrafos: su posición geográfica, sus principales ciudades, sus ríos navegables, sus bosques y montañas no existen en los mapas o están situadas con mil equivocaciones"13.

Al momento de escribir José Manuel Restrepo ese ensayo -vísperas del alzamiento del 20 de julio de 1810- tenía aproximadamente 33 años, se encontraba radicado en Santa Fe de Bogotá y se desempeñaba como abogado de la Real Audiencia. Hacía parte de la intelectualidad neogranadina y sus vínculos con Francisco José de Caldas (el Sabio), permiten considerarlo un criollo ilustrado y progresista. La idea del desconocimiento de la geografía de Antioquia era refrendada por Juan de Dios Restrepo a mediados de ese mismo siglo:

"La provincia de Antioquia debe ofrecer a la investigación perseverante y filosófica de Alpha, una mina de curiosa explotación. Desde que suba a la primera de sus montañas, desde que salude al primero de sus habitantes habrá de encontrarse en un mundo desconocido: la naturaleza rica y salvaje y el hombre altivo y adusto como la naturaleza"14.

Por esta razón, desde los inicios del siglo XIX las nociones básicas, las imágenes y representaciones del territorio y de la geografía regional empezaron a configurarse a través de las descripciones de viajes y de los ensayos históricos y geográficos. En ellos se nombraba lo particular y lo propio de esta fracción del territorio colombiano que se estaba gestando como proyecto político regional.

En la perspectiva que poseen en común José Manuel Restrepo, Juan de Dios Restrepo y Manuel Uribe Ángel sobresalen tres ideas. La primera, se refiere a las extremadamente dificultosas características de la topografía que les tocaron en suerte a los antioqueños. La segunda, que justamente esa dificultad planteada por la naturaleza hizo de estos hombres un pueblo "signado por la lucha y la confrontación permanente con esa naturaleza adversa". Y la tercera, que precisamente como producto de esa lucha se forjaron los principales rasgos de lo que ellos mismos denominaron su carácter. Veamos, en primer lugar, los elementos que estos autores y otros más del siglo XIX resaltaban a propósito de la naturaleza y cómo la calificaban, para considerar luego, los rasgos del carácter que le adjudicaban al pueblo antioqueño.

Los principales elementos del medio natural con los que estos autores describieron, nombraron, calificaron y valoraron a Antioquia, fueron sus "abruptas" montañas y cordilleras, sus ríos "torrentosos", su "árido" y "quebrado suelo"15, la "esterilidad del país", sus selvas y su clima. La comarca antioqueña cruzada por los dos ramales de la cordillera de los Andes, el central y el occidental, se representa como una "tierra arrugada" por causa de las cadenas de montañas "elevadas y escabrosas" que cruzan su territorio, creando una gran "confusión y laberintos" y dándole al paisaje un aspecto notablemente "quebrado" y "fragoso"16. Para Uribe Angel, Antioquia es "un país doblado" situado "en medio de arriscas montañas"17.

Con un lenguaje desprovisto de calificativos, José Manuel Restrepo describe la topografía de Antioquia:

"La extensión comprendida dentro de semejantes límites, de una figura oblonga muy irregular tiene 2.200 leguas cuadradas de superficie. De ésta, si exceptuamos la parte plana y despoblada del Magdalena, en lo interior de la provincia, contando el valle igual del Rio-Negro, el del Medellín, las pequeñas vegas del Cauca y el páramo Cuibá en los nacimientos del río Grande y Nechí, apenas habrá 40 leguas de superficie igual: lo demás del terreno está cortado en sentidos diversos por torrentes, valles, colinas, mil montes y hermosas cordilleras"18.

Mucho más emotivo en sus escritos periodísticos, Juan de Dios Restrepo describe los sentimiento que despiertan en él esas montañas; sin embargo, a esos sentimientos opone una razón práctica y, entonces, las montañas son "muros o barreras" impenetrables que "limitan, encierran, aíslan" y atormentan a los hombres1919, bloquean las comunicaciones y les impiden moverse con libertad: son "obstáculos para el progreso y la civilización"20.

"Yo amo las montañas con el corazón porque he pasado entre ellas los días más felices de mi primera juventud y fueron el primer horizonte que se presentó delante de mis ojos cuando se abrieron a la luz de la vida; pero mi razón las rechaza como obstáculos invencibles para el progreso y la civilización. Cuando oigo a alguno augurar progreso y prosperidad en lo porvenir para los países andinos, yo me río. Interróguese la historia y en ella no se encontrará una sola nación montañosa que haya tenido gran población, riqueza y prosperidad"21.

Esa topografía abrupta y montañosa está cruzada por ríos "precipitados y tumultuosos" continuaba diciendo Juan de Dios Restrepo22. El Cauca, el río más importante y caudaloso de la provincia era descrito como cruzado por "horribles cataratas, vórtices y angosturas, espantosos raudales", así como por "remolinos, enormes piedras y un curso precipitado que produce naufragios y pocas ventajas para su navegación"23. Los demás ríos, con excepción del Nechí, el Porce y el último trayecto del Nare antes de desembocar en el Magdalena "son del todo innavegables" y están llenos de peligros (cataratas, raudales y angosturas)24.

Desde las primeras décadas del siglo XIX las narrativas de los viajeros extranjeros por Antioquia subrayaban las características topográficas de este territorio: "lleno de altas montañas, bosques salvajes, profundos valles y fuertes y pequeñas corrientes"25 y las asociaban con los malos caminos y una situación de incomunicación y aislamiento. A mediados del siglo Agustín Codazzi reiteraba tales características: "[…] para llegar a él [al valle del Aburrá] de cualquier punto que sea, hay más dificultades y obstáculos que los que se presentan para atravesar el desierto […]" Sin embargo, Codazzi observaba:

"el hijo de la antigua Antioquia, comparativamente a las otras secciones de la República, es aquel que precisamente más ha hecho y hace constantemente viajes a las Antillas, Estados Unidos y Europa, llevando allá su oro y trayendo toda clase de mercancías[…]". Y se interrogaba: "Y ¿por qué, pues, no tiene una sola vía comercial para comunicarse con el resto de la República?". Y se respondía: "No puedo creer que no conozcan lo que les conviene y me persuado que hasta hoy día han juzgado que las intrincadas serranías les impedían trazar por ellas caminos cómodos…"26. Y justamente a eso fue a lo que llegó Codazzi: a estudiar la geografía y a identificar por dónde trazar caminos. A partir de estas características topográficas, los antioqueños elaboraron las representaciones acerca del carácter de su población. El primer elemento que queremos subrayar es el uso del apelativo de "montañeses, hijos de la montaña, hombres de la montaña"27 como denominaciones con las que se los conocía desde la época colonial y que ellos mismos utilizaban con inocultable orgullo:

"[…] Y las señoras, sin rebajar un punto en sus pretensiones de hidalguía, se ocupaban solícitas en los más humildes quehaceres domésticos: nadie se avergonzaba del trabajo. Las viejas y ruinosas preocupaciones españolas, que hacían del hidalgo pobre un mendigo ó un bandido, no habían podido subsistir en ellas. La constante laboriosidad de aquellos montañeses no era tanto efecto de codicia como del sentimiento profundo del deber"28.

La ocupación de este medio montañoso se asoció estrechamente con el aislamiento, la falta de roce social, su conservadurismo y el apego a costumbres que no cambian, los comportamientos rudos, así como también al emprendimiento, independencia y libertad:

"Encerrados en estas crestas y hondonadas, sin roce alguno social, desconociendo el movimiento mas o menos progresivo de la civilización, sin estudios, sin maestros, sin ejemplos y sin luz intelectual vivieron y se multiplicaron como verdaderos montañeses, rígidos y altaneros, sin rendir culto alguno a las formas suaves de la sociedad"29.

Gosselman lo expresaba de esta manera:

"Los habitantes de la provincia de Antioquia […] encerrados por las alturas montañosas y han logrado conservar sus costumbres típicas, a diferencia de lo que ocurre con los de las provincias cercanas […] Por eso se encuentran las características centrales de los montañeses […]"30.

Posteriormente también lo retomó Álvaro Restrepo Eusse, quien lo expresaba del siguiente modo:

"La situación geográfica del territorio que formó la provincia de Antioquia y su aislamiento relativo respecto de los demás secciones del País y el Exterior; las condiciones nativas de los habitantes formadas en el más rudo trabajo para adquirir independencia personal, ideal de todos sus esfuerzos; las costumbres sociales reducidas al limitado círculo de sus allegados, en el aislamiento y soledad de las montañas; y el hábito adquirido durante la Colonia, de no mirar en los poderes públicos ninguna acción benéfica y simpática, formaron al antioqueño un mundito aparte en el seno de la República..."31.

De la vida de los "pueblos montañeses" se destacaba en los textos del XIX la "independencia", como un valor cultural, especialmente -se decía- cuando "los montañeses se hallan rodeados de otros pueblos poderosos". Las montañas se comparaban con "hogares sagrados de la libertad", como afirmaba Juan de Dios Restrepo y se asociaban con la altivez y el orgullo de sus gentes:

"De las dificultades y de la lucha es que han surgido los pueblos emprendedores y los hombres distinguidos [...]. Débese, pues, en gran parte la energía y entereza del carácter antioqueño a esa lucha ruda que ha tenido que sostener con la naturaleza"32.

De este modo iba tejiéndose la noción de que para el hombre antioqueño los obstáculos eran retos que estimulaban su creatividad, persistencia y emprendimiento, y que precisamente las dificultades eran las que le agregaban valor a esa lucha y a los hombres mismos que las acometían. Según Juan de Dios Restrepo, tal condición se hacía extensiva en el lenguaje popular a la lucha contra las adversidades de todo tipo:

"Vivir es luchar es un aforismo que comparten todos en Antioquia"33.

Enlazadas con el argumento central de lucha contra las dificultades y las adversidades que opone la naturaleza, como matriz del carácter regional, se encuentran otras características del pueblo antioqueño: "la actividad y la movilidad" como expresiones de su ausencia de pasividad frente a la miseria y "la poca difusión de aptitudes y sentimientos artísticos"; esto último, debido a que todas la energías las absorbe la resolución de las necesidades materiales y la lucha por la sobrevivencia contra una naturaleza ingrata34.

Restrepo Eusse subrayaba el sentido pragmático y utilitario de los antioqueños de la siguiente manera:

"Esta educación adquirida sin artificios, en el seno de la Naturaleza, a quien ha tenido que vencer para dominar, ha hecho desarrollar en él dos fuerzas poderosas, predominantes en su ser moral: la VOLUNTAD y el CÁLCULO. Estas dos cualidades han mantenido el Sentimiento y la Imaginación relegados a escalas muy secundarias, porque su acción impulsiva ha podido serle perjudicial en la lucha por la vida"35.

En estos textos, los antioqueños son descritos no sólo como hombres que luchan por remover los obstáculos que se oponen al progreso y la civilización, sino como héroes que han salido triunfadores en esa lucha realizando "prodigios de adelanto y progreso". Así los describe Juan de Dios Restrepo en 1850, refiriéndose a lo que encontraría Alpha en sus Peregrinaciones cuando entrara al territorio antioqueño:

"Unas veces admirará la audacia de sus habitantes, que han hecho caminos a través de rocas y de precipicios, que no parecen accesibles sino a las aves y a las fieras; otras, esa lucha constante del hombre contra la naturaleza, en la cual el primero ostenta su triunfo con orgullo, estableciendo pastos y labranzas en todas parte donde hay tierra vegetal y construyendo habitaciones como nidos de águilas, en picachos escarpados cerca de las nubes."36.

Alrededor de la victoria del hombre antioqueño sobre esa naturaleza recia, las situaciones se magnificaban y se utilizaba un lenguaje grandilocuente, produciendo los énfasis épicos característicos del discurso hegemónico de la identidad, que los autores aquí estudiados contribuyeron a articular y difundir en Antioquia sobre todo a fines del siglo XIX. "Lucha heroica, esfuerzo asombroso", los "prodigios"37 alcanzados, la "genialidad de los habitantes", esos "titanes"38 que transformaron la selva y extrajeron el oro de los ríos son algunas expresiones que ellos emplearon para contribuir a configurar una narrativa que buscaba producir un amplio acuerdo alrededor del triunfo del hombre antioqueño sobre la naturaleza.

La colonización u ocupación de nuevas tierras ganadas a la selva y la fundación de pueblos en esos parajes fue un proceso socioeconómico sobresaliente en las narrativas de la historia regional. A fines del siglo XIX y comienzos del XX esta comenzaba ya a hacer parte de las representaciones de la identidad regional. En Uribe Ángel y Restrepo Eusse la colonización aparecía como un símbolo de la historia regional y el elemento que hacía únicos y particulares a los antioqueños. Así para unos, la colonización fuera una leyenda y para otros un modelo identitario, resulta innegable que a través de relatos y narraciones, de los discursos orales y escritos, la colonización de tierras fue adquiriendo entre los antioqueños un cariz legendario. Así lo reafirmaba López de Mesa en 1934 cuando anotaba que "la colonización de Antioquia suministró las bases para una nueva leyenda: la del antioqueño"39.

El tono heroico del discurso hegemónico de identidad -en particular el que se produjo sobre la colonización- le cantaba a la victoria colectiva de los antioqueños sobre la naturaleza, la cual se interpretaba como una "campaña por la civilización" y en contra de la barbarie. De ahí que se experimentara tal júbilo cuando los bosques seculares caían estruendosamente ante el hacha y el machete40. La utilización de ese lenguaje y el tono épico-heroico de estos textos constituyen una estrategia innegable encaminada a producir emoción y orgullo regional.

2. Los legitimantes: civilización o barbarie

El discurso decimonónico en el que se relacionan geografía y carácter de los antioqueños se sustenta en dos conceptos opuestos que por entonces se esgrimían en América Latina: civilización o barbarie. En relación con estos, resulta interesante comprobar cómo los intelectuales de finales del siglo XIX no les atribuyeron a los colonos que arrasaron montes y selvas razones prácticas y utilitarias para ello, sino una razón civilizadora que explicaba y justificaba de manera suficiente su confrontación con la naturaleza. La condición de tarea civilizadora que esta élite regional le otorgaba en sus discursos a la colonización y a los colonos puede leerse en Uribe Ángel:

"Fredonia pudo considerarse como punto avanzado o como cuartel general, para facilitar las operaciones de los colonos del sudoeste y para iniciar las campañas que contra el bosque, las fieras y el clima emprendió desde entonces, con el fin de alcanzar la victoria civilizadora que ya se ha conseguido"41.

Con el auxilio de un lenguaje militar, en la cita anterior se produce una metáfora que compara la colonización con una guerra y a los colonos con ejércitos que luchan por la civilización. El uso de este lenguaje pareciera haber sido más común de lo pensado, probablemente como producto del ambiente guerrero que se vivió durante el siglo XIX en la naciente República de Colombia. Restrepo Eusse utilizaba metáforas semejantes en sus referencias al Sonsón de 1842: "…servía de cuartel a la poderosa falange de los titanes transformadores de las selvas [...] en su camino hacia Herveo y el Cauca"42.

De este modo se explica en estos discursos identitarios el proceso colonizador que protagonizó el pueblo antioqueño durante el siglo XIX, adjudicándole a sus protagonistas una razón suprema -que en la mentalidad de los intelectuales de la época poseía carácter sagrado: civilizar- y esta como la motivación unificadora y cohesionadora de sus actuaciones. También de este modo se le otorgaba sentido y coherencia a un proceso social, cuyas dimensiones y efectos no se habían comprendido a cabalidad en aquellos momentos. Es en ese sentido que esos discursos son ordenadores o productores de realidad.

La civilización y lo civilizado pueden tener diversos significados y adquirir sentidos diversos de acuerdo con los contextos en los cuales a ellos se refieran los discursos. Inscritos en las relaciones hombre-naturaleza, la civilización y lo civilizado tenían la connotación de lo culto, lo cultivado o lo domesticado; es decir, aquello que el hombre ha transformado a través de su esfuerzo y trabajo, sacándolo por ello de su condición natural43.

En los textos que aquí analizamos, lo civilizado está representado en el "nosotros" que ha producido dominio y control efectivos sobre la naturaleza, por la religión y moralidad, la familia, el esfuerzo, el trabajo, y por la prosperidad y el progreso que de allí se derivan. Lo civilizado se asocia con la institucionalización y control del territorio, de los recursos y de las gentes, y se simboliza con la luz y la claridad. El salvajismo y la barbarie los encarnan los otros (indios, negros y mulatos) y lo otro (zonas distantes, inhóspitas y salvajes, selvas y montes, tinieblas, oscuridad y peligro) y todo aquello desconocido e incontrolado por el hombre; en síntesis, todo aquello que hace parte de los dominios de la naturaleza.

Acorde con lo anterior, las sociedades más avanzadas en términos de tecnología, es decir, aquellas que, desde su perspectiva, habían cumplido el sueño de dominar la naturaleza, se convirtieron en modelos dignos de imitar. Por eso, Juan de Dios Restrepo se refería con admiración y respeto a los Estados Unidos y al adelanto técnico que dicho país presentaba a fines del siglo XIX, empelando expresiones como "ese inmenso taller de la actividad humana, en el cual el hombre domina y tiraniza a la naturaleza, al paso que en nuestra América del sur, la naturaleza ahoga y tiraniza al hombre"44.

3. Prosperidad y éxito económico: efectos del carácter

En los escritos de pensadores, políticos y funcionarios de la segunda mitad del siglo XIX, el dominio del hombre antioqueño sobre la naturaleza encontró su mejor demostración en la creación de un entorno económico y productivo calificado como próspero y exitoso; y se difundía una visión optimista acerca de las condiciones de bienestar y progreso que experimentaba Antioquia en aquellos momentos.

Vicente Restrepo, siendo ministro de relaciones exteriores durante el gobierno de Rafael Núñez y en busca de inversión extranjera para las minas de oro de Antioquia, consignaba en sus escritos de 1883 su idea de que este era un estado rico y próspero, el mayor productor de oro del país y que a la extracción de ese mineral este le debía su riqueza y prosperidad45. La misma confianza y seguridad reflejaba en sus escritos Uribe Ángel: "…Y todo en el Distrito [Medellín] parece tan favorable a su engrandecimiento, que no vacilamos en afirmar que un porvenir de civilización y prosperidad será alcanzado en tiempo no distante."46. En 1903 el abogado-historiador Restrepo Eusse anotaba que en el XIX "la minería y el comercio producían grandes riquezas y aseguraban próspero porvenir"; pero muy especialmente anotaba cómo esas actividades "hacían de esta sección una de las mas prósperas de la República"47.

Vicente Restrepo defendía con vehemencia su idea de Antioquia como un estado próspero, el mayor productor de oro del país (al que después le sigue Chocó); enseguida anotaba que esto no era así por la riqueza de las minas ni por los conocimientos o la técnica que se asociaban con su explotación, sino por el enorme despliegue de esfuerzo humano, es decir, de trabajo, que esa actividad había demandado48. La minería colonial fue considerada en el contexto del discurso de esta élite regional ilustrada como una importante escuela de trabajo y génesis de la dedicación al trabajo de los antioqueños.

En los textos de la segunda mitad del siglo XIX a los que hemos venido haciendo referencia, y también en los de la primera mitad del siglo XX, las actividades económicas y productivas aparecen como una creación "prodigiosa" y la mayor expresión de "victoria" alcanzada por el hombre antioqueño en su lucha contra una naturaleza hostil. Y se consideraba que ello se había producido gracias a la "dedicación desmesurada al trabajo" de este pueblo. En tales discursos se producía y se elaboraba el significado del trabajo para la sociedad antioqueña, como "estímulo de las cualidades" particulares de "la raza", factor posibilitador de autonomía, independencia y dignidad personales para los ciudadanos. La "valoración y apego al trabajo" constituyó un componente básico del carácter de los antioqueños y del comportamiento colectivo.

La reproducción de tales formas de representación de Antioquia y de los antioqueños se intensificó a medida que avanzaba el siglo XIX, y con su reiteración iba difundiéndose una imagen altamente valorada de sí mismos adentro de sus fronteras y también por fuera de ellas. Estas imágenes se prolongarían -por lo menos- hasta mediados del siglo XX.

La riqueza y prosperidad regionales se traducían en "altos patrones de vida", lo cual constituyó factor de orgullo de los trabajadores antioqueños:

"Objeto en otro tiempo de compasión e inquietud49, los frugales y endurecidos trabajadores antioqueños se enorgullecen hoy de tener el más elevado patrón de vida en Colombia. Entre ellos, comerciantes y pequeños propietarios han obtenido una solvencia y estabilidad económica no comunes en otras partes de Latino América"50.

Esta narrativa de la identidad en Antioquia, que en adelante denominaremos el elogio de la dificultad, se compone de las siguientes nociones básicas que configuran su núcleo representacional51: 1) en Antioquia la subsistencia se produce en medio de unas condiciones naturales difíciles y adversas, 2) a través del trabajo los hombres despliegan un esfuerzo denodado de lucha contra esas condiciones naturales, 3) que se concibe como una lucha entre civilización y barbarie, la que culmina con el triunfo del hombre, 4) materializado en la riqueza y prosperidad de la región y 5) en cuyo proceso se fueron forjado el carácter y las principales cualidades colectivas del pueblo antioqueño: tenacidad y emprendimiento .

4. Un corte en las representaciones de la región

De la tendencia que hemos venido configurando, que permite correlacionar condiciones naturales adversas, lucha contra la naturaleza y carácter enérgico de los antioqueños, es necesario excluir el texto de José Manuel Restrepo Ensayo sobre la Geografía de la provincia de Antioquia. Señalar tal excepción ofrece una condición fundamental para los objetivos del presente artículo:

"Aunque sea tan pequeño este número [de habitantes], con todo, si los moradores fueran industriosos, si calcularan sus verdaderos intereses, esta provincia caminaría rápidamente hacia la prosperidad. Pero el antioqueño con un cuerpo sano y robusto, con un carácter bondadoso, con unas costumbres sencillas, con una moral ajustada, con aptitud para las ciencias, las artes y para la cultura, yace en la ignorancia y en la inacción. Sus modales, sus antiguos usos y su lenguaje poco limado manifiestan a primera vista que es de una provincia interna: sus artes son muy imperfectas, la industria está en la cuna. Es cierto que ama el trabajo, pues ya rompe las duras piedras, corta las colinas, ahonda los ríos y saca el más precioso de los metales [...] pero tenazmente asido a las costumbres de sus mayores poco ilustrados y lleno de envejecidas preocupaciones, no atiende a los brillantes ejemplos que le dan otros pueblos mas civilizados"52.

Por su crítica a la "inacción y el conservadurismo" de los antioqueños, así como por su idea de que la minería no era ni había sido factor de riqueza para la provincia, resulta notorio que la visión de José Manuel Restrepo no coincidía con la narrativa de la identidad producida por los intelectuales de fines del siglo XIX. Esto nos permite afirmar que su visión de los antioqueños se encontraba más cercana de aquella que, durante el siglo XVIII, consignaron gobernadores, funcionarios y miembros ilustrados de la Corona española.

Joaquín de Finestrad, Antonio Manso, Francisco Silvestre y Juan Antonio Mon y Velarde plantearon sus visiones acerca de la escasa dedicación al trabajo, la vagancia y la pereza para encarar el trabajo en las minas, que se hacían notorios entre los habitantes de la provincia de Antioquia. Antonio Manso, Presidente de la Audiencia del Nuevo Reino, en su relación de 1729, después de ponderar las riquezas del país decía:

"[…] Es cierto Señor, que hay mucho mas oro que el que dejo insinuado; pero sábese solo que le hay por lo patente que está y algunos pocos tomines que se rescatan, no porque alguien le trabaja en las minas […]"53.

Para Don Francisco Silvestre, gobernador de la provincia durante la segunda mitad del siglo XVIII, Antioquia era

"[…] la joya mas preciosa y rica que tiene nuestro soberano en todos sus dominios, no tanto por la abundancia con que la naturaleza hace admirar la abundante fertilidad de sus producciones en yerbas medicinales […] cuanto por los muchos riquísimos minerales de oro que desde su centro se derraman hasta su extremos […] de modo que lo palpan los ojos […] Pero toda esta riqueza que parece ponderadora y que examinada como yo le he dicho deja con la realidad acreditado el aserto, se halla como arruinada, y dada al desprecio…"54.

Joaquín de Finestrad, autor de la obra El vasallo instruido, escrita hacia 1783, anotaba en ella que lejos de considerar que las minas fueran el ramo más feliz de la Corona, su parecer era que "son la causa de los atrasos sensibles de las Provincias. La de Antioquia, que toda está lastrada de oro, es la más pobre y miserable de todas.". Y agregaba que había tenido la ocasión de pasearse por los últimos rincones de la provincia de Antioquia y que "a tropas se me presentaban los pobres cargados de miseria, sin embargo de estar ocupados en solicitud de oro". Y al tratar de la minería decía: "este es el origen de la pobreza y miseria que se experimenta en tan pingüe y rica Provincia"55.

Para referirse a la provincia Mon y Velarde utilizó expresiones como "pobreza", "miseria", "ignorancia", "vagancia", "atraso", "con sólo tres poblaciones de relativa importancia y unos cuantos poblados sin esperanza". Sobre sus habitantes Mon y Velarde afirmó que carecían de "hábitos de trabajo"56.

En contraste con el conjunto de afirmaciones emitidas por los funcionarios de la Corona a finales del siglo XVIII, los analistas que escribieron sobre la historia de la provincia optaron más bien por enfatizar su visión sobre las condiciones económicas favorables de ella durante el siglo XIX. Algunos llegaron incluso a sostener que la actitud afecta al trabajo de los antioqueños era una condición de diferenciación que había sido aprehendida y heredada de la Colonia, asociada al trabajo minero como una importante escuela de trabajo57. Esta perspectiva fue la que en definitiva integró el discurso identitario regional.

Así, alrededor de la pobreza de la provincia y del significado de la minería y de la dedicación al trabajo se produjo la primera y más contundente diferencia interpretativa sobre Antioquia. Esta se presentó, como ha quedado dicho, entre los funcionarios de la Corona española de finales del siglo XVIII y los políticos e intelectuales de la región decimonónica posterior a la Independencia, que lideraron la construcción del régimen republicano en esta provincia.

En poco más de un siglo, las condiciones económicas que soportaban las imágenes y percepciones de Antioquia y de los antioqueños producidas por la élite económica, política e intelectual se modificaron ostensiblemente. Sin dudas, se trata de dos posiciones diferentes que dan cuenta de núcleos diferentes de representación. Este corte se encuentra asociado con los cambios que se presentaron en las condiciones de la economía producidas en el tiempo transcurrido entre los diferentes escritos: el paso de la minería de aluvión a la de veta, la colonización del occidente y la agricultura.

5. Continuidad en el siglo XX

La vigencia de las narrativas del elogio de la dificultad se registra desde mediados del siglo XIX y se prolonga -por lo menos- hasta la mitad del siglo XX. Esto resulta perceptible en el libro del médico cirujano e intelectual liberal Luis López de Mesa, De cómo se ha formado la nación colombiana [1934], en el cual construye su propia visión acerca de la nacionalidad colombiana en su diversidad racial y regional. López de Mesa nació en 1884 en el pueblo antioqueño de Don Matías, fue profesor universitario, Ministro de Educación en 1934, durante el primer gobierno de Alfonso López Pumarejo, Ministro de Relaciones Exteriores y Rector de la Universidad Nacional, entre otros cargos de importancia. En el segundo capítulo ("Breve interpretación del territorio de Colombia") del mencionado libro, López de Mesa resalta las dificultades para dilucidar unas características comunes en medio de la gran diversidad geográfica y natural colombiana.

Y como respuesta a su propia pregunta acerca de "la composición e índole" del pueblo colombiano considera necesario establecer "diferencias regionales" e iniciar un viaje imaginario por el país, a través de seis grandes regiones. Al referirse a Antioquia nombra las dificultades de unos "suelos pobres para la agricultura", de las "arriscadas alturas de pobre vegetación y vertiginosos pendientes que, a través de extensos bosques"58 mantuvieron a los antioqueños aislados del río Magdalena y del mar durante más de cuatro siglos. Podemos decir, en síntesis, que para López de Mesa este pueblo es producto fundamentalmente de dos factores que lo han moldeado:

El medio físico

"Su grupo étnico [aunque] debiera clasificarse como el del litoral, iberoafro- americano, pero el medio físico ha modificado tan hondamente a este grupo que en nada se asemeja al precedente y se distingue de todos los restantes de la república"59,

y las condiciones económicas:

"Pueblo emprendedor, migrador y comerciante ha dado lugar a que se le considere judío [...] otros historiadores dicen que estas características provienen de su ascendencia catía, indígenas igualmente andariegos y comerciantes [...] Yo creo que mucho de lo que son los antioqueños depende de las condiciones económicas en que han vivido [...]"60.

En un contexto económico muy diferente al del auge minero de fines del XIX, López de Mesa reproduce la narrativa de la identidad, que tan alto consenso había alcanzado en el siglo anterior. Y para ello retoma sus elementos básicos: la estrecha relación entre el medio físico y las características humanas que hacen diferentes a los antioqueños de los demás "grupos étnicos" de la República61, así como el enorme esfuerzo que deben desplegar en tan pobres circunstancias para alimentar a su población62. La narrativa del elogio de la dificultad aparece de forma comprimida en el siguiente párrafo de López de Mesa:

"Lo que existe [en Antioquia] es loable en justicia si paramos mientes en el esfuerzo asombroso que ello ha costado a este pueblo arraigado entre riscos casi inaccesibles, durante 4 centurias aislado por extensos bosques de su única vía de comunicación que era el río Magdalena y alejados del mar a cosa de mil km. de difícil tránsito: este es el milagro de aquellas gentes, que así tan pobres y solitarias [...] Siempre he preciado mucho esta vocación admirable del pueblo antioqueño a ennoblecer su estirpe con dones de espiritualidad a través de un sino adverso..."63.

Su lenguaje, aunque elogioso, no tiene el tono grandilocuente ni heroico para referirse a los antioqueños. Su postura posee, en cambio, un énfasis determinista que, sin dejar de reconocer el esfuerzo desplegado por los antioqueños en su trayectoria histórica, resalta las profundas influencias del medio natural y de las condiciones económicas para moldear y modificar a este pueblo.

Un texto clásico de la antropología colombiana Familia y Cultura en Colombia, donde se reproducen las narrativas del elogio de la dificultad desde una mirada externa, lo escribe Virginia Gutiérrez de Pineda (antropóloga santandereana de la primera generación profesional). En este libro publicado a finales de la década de 1960, la autora describe la tipología y estructura familiar en Colombia, a través de cuatro "complejos culturales" utilizando una nomenclatura que combina factores geográficos y étnicos64. Virginia Gutiérrez consideró los complejos como "dotados de un hábitat particular", habitados por "un conjunto demográfico de características étnicas dadas", el cual había creado mediante un "proceso histórico vivido separadamente", la sociedad representada en instituciones; en esas instituciones operaban valores, imágenes y pautas de comportamiento en "complicada acción integrativa" y bajo una "marcada identidad"65.

De acuerdo con Gutiérrez de Pineda, el habitante del complejo cultural antioqueño expresa una notoria preferencia por el hábitat de vertientes montañosas. La perspectiva de la autora en algunos momentos parece llegar a tomar la forma de un determinismo que, sin embargo, le deja juego a la creatividad e iniciativa del pueblo antioqueño. En concordancia con lo que se viene analizando, esta autora considera que las difíciles condiciones naturales y geográficas constituyeron para el hombre antioqueño "retos fecundos en su camino hacia el dominio y moldeamiento de su hábitat", lo cual fue logrando a base de "inventiva, método y tenacidad":

"La arisca topografía de su hábitat, las condiciones de sus corrientes fluviales, constituyeron un reto de fecunda respuesta en el proceso de moldeamiento ambiental logrado a fuerza de inventiva, método y tenacidad. La actual comunicación moderna es un nuevo ejemplo de su empuje agresivo canalizado fecundamente en la conquista de su hábitat. Sin embargo, donde mejor se patentiza el ánimo dominador del medio físico es en la odisea del colono antioqueño. Recordemos su éxodo fértil a lo largo y ancho de las vertientes cordilleranas..."66.

Para la antropóloga Gutiérrez de Pineda, el "impulso agresivo masculino" encontraba en este complejo cultural un canal creativo y de expresión social que se reflejaba en el "control productivo de su hábitat" y en otros elementos, que ella sintetiza como "creación económica" y que aluden a lo que atrás hemos denominado el éxito económico y las condiciones de prosperidad y progreso de la región. Además, las nuevas situaciones producidas en Antioquia, durante la primera mitad del siglo XX, como la nueva expansión colonizadora del núcleo antioqueño sobre las tierras bajas y cálidas (el río Magdalena, Urabá y Bajo Cauca) fueron integradas en esa perspectiva interpretativa como una nueva traducción de la "agresión e impulso creador" del hombre antioqueño67.

Si bien, en su texto la autora refrenda el discurso hegemónico del siglo XIX, interesa resaltar dos diferencias importantes: 1) no considera esta una lucha heroica entre civilización y barbarie, pues este modelo dual ya había sido superado; 2) para los rasgos de los habitantes del complejo busca explicación en ciertas condiciones básicas de todos los seres humanos, en sus pautas de comportamiento o en el "instinto de agresión" (clara influencia de la Psicología) y en unas maneras particulares de "proyección o extraversión", "todo ello en complicada acción integrativa" (podría decirse funcional), y no en factores externos o estructurales, es decir, en interacción histórica con el hábitat y las instituciones, y como forma de expresión del interior hacia el exterior y del individuo hacia la sociedad.

Esta mirada de observadora externa a la región se complementa con la de James Parsons, investigador social norteamericano, quien publicó a mediados del siglo XX su investigación sobre la colonización antioqueña; también su texto está desprovisto del énfasis heroico con que las élites decimonónicas redactaron su discurso. Aun cuando Parsons reconoce las condiciones particulares de la geografía (las "tierras improductivas y rojizas" y la "naturaleza profundamente quebrada de la región") no resalta la adversidad ni la heroicidad de la lucha contra las condiciones naturales. Parsons destaca, más bien, el aislamiento largo y efectivo en las montañas como generador del "definido tradicionalismo" y la "peculiaridad de los rasgos culturales" de este pueblo, lo cual se expresa precisamente en su estrecha ligazón con las montañas: "A despecho y pesar de esta expansión geográfica (se refiere al proceso de colonización de tierras), todos los vínculos culturales y anhelos de este pueblo están en el viejo corazón de las montañas de Antioquia y en el hermoso Valle de Medellín..."68.

A manera de conclusión

Las interesantes diferencias que se registran entre los textos de José Manuel Restrepo y Juan de Dios Restrepo, y los que se retoman de ahí en adelante, nos permiten afirmar que el elogio de la dificultad como narrativa de la identidad regional en Antioquia tiene un momento de arranque que puede situarse a mediados del siglo XIX y se extiende sin fisuras hasta la mitad del siglo siguiente69. Esta narrativa recoge las representaciones de una intelectualidad regional posterior al proceso de Independencia de España, en el siglo XIX, con respecto a la valoración del entorno. Con su visión de esos elementos y con otros más que en este artículo no se mencionan, se intenta construir, elaborar y difundir su noción del pueblo antioqueño y de los antioqueños. Esta narrativa permite, a su vez, representarse y representar la diversidad dentro y fuera de sus fronteras, y calificar a los otros en términos positivos o negativos, en la medida en que sus formas y modos de vida se considerarán semejantes o diferentes de los propios.

Entre los intelectuales que escribieron sobre la geografía y la historia de Antioquia que venimos de analizar, es decir, en casi un siglo y medio de trabajo intelectual -desde comienzos del siglo XIX hasta la mitad del siglo XX- no identificamos discursos alternos que negaran, estuvieran en contra o discreparan de aquellos que configuraron el elogio de la dificultad. Esto no significa que los discursos de la intelectualidad decimonónica fueran monolíticos. En efecto, se produjeron divergencias parciales en relación con asuntos, también parciales, producto de lo cual, sin embargo, no se configuran nuevos núcleos de representación, que nos permitan hablar de la configuración de otras narrativas diferentes de la identidad regional.

Se evidencian, en cambio, diferencias de fondo (núcleos duros) que configuran representaciones diferentes de la identidad regional en los textos de comienzos del siglo XIX, anteriores a la Independencia, que presentan continuidad con las percepciones y representaciones sobre los antioqueños producidas y difundidas a finales del siglo XVIII.

Los textos de López de Mesa y Gutiérrez de Pineda hacen parte de los primeros apuntes de geografía cultural y humana, tendencia de comienzos del siglo XX en las ciencias humanas, a la que se denominó culturalismo, particularismo cultural o ecologismo cultural, asociada con la identificación de áreas culturales. En esta, los grupos humanos poseen características colectivas que obedecen a adaptaciones al medio natural y al entorno geográfico, relación que configura territorios y grupos nítidamente diferenciables y casi aislados en sus particularidades; no se resaltan las complejidades que entrañan las interacciones entre grupos. Tal tendencia fue inspirada por Vidal de la Blache70, quien propuso la noción género de vida, según la cual el hombre entra en relación con la naturaleza por medio de técnicas mezcladas con cultura local; el espacio en ella es resultado de interacción entre una sociedad localizada y un medio natural dado. De acuerdo con Milton Santos, Vidal de la Blache procuró definir las relaciones particulares que se entretejen entre el hombre y el espacio que le rodea, de manera que la personalidad del hombre termina por estar marcada por la personalidad regional.


1 Parafraseando la conferencia que ofreció el filósofo Estanislao Zuleta en Cali en 1980, con motivo de su grado honorífico en Psicología concedido por la Universidad del Valle. Se refiere allí Zuleta a nuestra constante búsqueda de seguridades, satisfacciones, pasividad y respuestas certeras antes que preferir el riesgo, las incógnitas, los cambios y las preguntas abiertas. ZULETA, Estanislao, El elogio de la dificultad, palabras pronunciadas en la Universidad del Valle, Cali, 1980.

2 ROBLEDO, Emilio, Bosquejo biográfico del Sr. Oidor Juan Antonio Mon y Velarde visitador de Antioquia 1785-1788, Bogotá, Banco de la República, 1954.

3 Las representaciones sociales son herramientas para abordar objetos de estudio como los discursos y narrativas identitarias, pues trabajan sobre un material socialmente compartido -en tanto saber de sentido común-. Son, a su vez, el resultado de contextos de interacción específicos que están referidos a la situación de los sujetos y a contextos de disputa entre representaciones diversas y contrapuestas de los cuales surgen y en medio de los cuales se debaten. Para desarrollar la noción de representaciones sociales nos basamos en MOSCOVICI, Serge y HEWSTONE, Miles, "De la ciencia al sentido común", en MOSCOVICI, Serge (comp.), Psicología Social II, Barcelona, Paidós, 1963, pp. 290-304; JODELET, Denise, "La representación social. Fenómenos, concepto y teoría", en MOSCOVICI, Serge (comp.), Psicología Social II, Barcelona, Paidós, 1986, pp. 469-494; VIVEROS, Mara, "La problemática de la representación social y su utilidad para los estudios de salud y enfermedad", en Boletín Socioeconómico, No. 23, Cali, Universidad del Valle, diciembre de 1993, pp. 121-139; ABRIC, Jean Claude, "Specific process of social representations", en Papers on social representations - Textes sur les représentations sociales, Vol. 5, Université de Provence, Aix-en-Provence, 1996, pp. 77-80; BANCHS, María Auxiliadora, "Aproximaciones procesales y estructurales al estudios de las representaciones sociales", en Papers on social Representations - Textes sur les représentations sociales, Vol. 9, 2000, pp. 3.1-3.15, http://www.psr.jku. at/PSR2000/9_3Banch.pdf, fecha de consulta: octubre de 2003. Y en relación con el método de análisis del discurso nos basamos en GOLDMAN, Noemí, El discurso como objeto de la historia, Buenos Aires, Eds Hachette, 1989; VAN DIJK, Teun, Racismo y análisis crítico de los medios, Barcelona, Paidós, 1997; VAN DIJK, Teun, "El Análisis Critico del Discurso y el Pensamiento Social", en Athenea Digital, No. 1, Barcelona, Universitat Pompeu Fabra, 2002, pp. 18-24, http://antalya.uab.es/athenea/num1/vandijk.pdf, fecha de consulta: febrero de 2005; JOCILES DE RUBIO, María Isabel, "El análisis del discurso: de cómo utilizar desde la antropología social la propuesta analítica de Jesús Ibáñez", en Revista Ateneo de Antropología, No. 0, actualizado 13 de febrero de 2000, http://www.ucm.es/info/dptoants/ateneo/discurso_a.htm, fecha de consulta: noviembre 2004. Según Jodelet, las representaciones sociales corresponden a un saber de sentido común producido en la experiencia cotidiana; ellas son programas de percepción o construcciones con status de teoría ingenua, que sirven de guía para la acción y de lente para leer la realidad, son sistemas de interpretación que permiten analizar el curso de los acontecimientos. Las representaciones sociales expresan las relaciones que tienen los individuos y los grupos con el mundo y con los otros; están forjadas en la interacción y en el contacto de los discursos que circulan en el espacio público; están inscritas en el lenguaje, en razón de su función simbólica y de las guías que ella (la función simbólica) proporciona para codificar y categorizar lo que puebla el universo de vida. Finalmente afirma que las representaciones sociales son sistemas complejos de creencias, ideas, saberes, actitudes, valores, etc. que aseguran las transacciones con el mundo y los otros. JODELET, Denise, op. cit., pp. 4 2-4 5.

4 GARCÍA, José Luis, Antropología del Territorio, Madrid, Taller de ediciones JB, 1976, pp. 33, 60 y 93-94.

5 GIMÉNEZ, Gilberto, "Territorio, cultura e identidades. La región sociocultural", en MARTÍN-BARBERO, Jesús, LÓPEZ DE LA ROCHE, Fabio y ROBLEDO, Ángela (eds.), Cultura y Región, Bogotá, CES-Universidad Nacional, 2000, p. 90.

6 MOYANO, Marisa, "Escritura, frontera y territorialización en la construcción de la nación", http://www. lehman.cuny.edu/ciberletras/v09/moyano.html, fecha de consulta: septiembre de 2006.

7 BARROS, Claudia, "Reflexiones sobre la relación entre lugar y comunidad", en Documents d´análisi geográfica, No. 37, Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona, 2000, pp. 81-94, http://www.uab.es/pub/dag/ 02121573n37p81.pdf, fecha consulta: enero de 2006.

8 La noción de pueblo posee una profusa literatura en la historia de la Sociología contemporánea, asociada con las de soberanía y nación, con especial énfasis en el siglo XIX. Ver GUERRA, Francois-Xavier, Modernidad e Independencias. Ensayo sobre las revoluciones hispánicas, México, FCE, 1993, pp. 351-355. Para un breve recorrido por la noción de "pueblo histórico" en relación con la formación de las regiones en Colombia, ver URIBE DE HINCAPIE, María Teresa y ÁLVAREZ, Jesús María, Poderes y regiones: problemas en la constitución de la nación colombiana. 1810-1850, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1987, pp. 44-74. Ver también URIBE de H., María Teresa, Nación, ciudadano y soberano, Medellín, Eds. Corporación Región, 2001, p. 80. Allí la autora reconoce que su noción de pueblo histórico deriva de las propuestas metodológicas de Otto Bauer, quien concibe los pueblos históricos como "productos sociales que anudan e imbrican en un mismo espacio las cualidades y cultura trasmitidas por los antepasados (las etnias) que en su conformación generan nuevas formas sociales, política y económicas que les permiten a los agentes reconocerse como partícipes de una entidad colectiva", citado en Ibid., p. 80.

9 A la producción de límites o fronteras simbólicos se refiere la literatura reciente sobre las fronteras. Ver, entre otros, GRIMSON, Alejandro, "Los procesos de fronterización: flujos, redes e historicidad", en GARCÍA, Clara Inés (comp.), Fronteras. Territorios y metáforas, Medellín, Ed. Hombre Nuevo, 2003, pp. 28-29 (Grimson usa nociones como fronteras simbólica, fronteras de significados, fronteras identitarias). También se habla de fronteras culturales para referirse a construcciones sociales que se articulan a partir de dinámicas de agregación y desagregación. Ver RIZO, Marta y ROMEU, Vivian, "Una propuesta para pensar las fronteras simbólicas", ponencia presentada en el XVIII Encuentro Nacional AMIC, México, 2006, 10 pp., http://www.amicmexico. org/doc/ponencias_xviii_encuentro/comunicacion_y_estudios_socioculturales_marta_rizo_y_vivian.pdf, fecha de consulta: septiembre de 2006.

10 CLAVAL, Paul, "El enfoque cultural y las concepciones geográficas del espacio", en Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, No. 32, Madrid, 2002, pp. 21-39, http://www.ieg.csic.es/Age/boletin.htm, fecha de consulta: marzo de 2005.

11 La región es una espacialidad específica que se asume como una noción construida por contraposición a la concepción de entidad dada; se la concibe en términos relacionales y de interacción con diversas escalas socioespaciales que la cruzan. Se coloca el acento en su dimensión subjetiva, en los sujetos que viven, piensan, proyectan, imaginan e inscriben sus prácticas en el territorio. Las representaciones sociales del territorio corresponden a aquellas que los actores portan, producen, reproducen o transforman y donde inscriben sus poderes, arraigos y sentimientos de pertenencia. GARCÍA, Clara Inés, Región y violencias en Antioquia. Problemáticas, conceptos y tendencias de la investigación, ponencia presentada en el Seminario Estudios Regionales en Antioquia, Medellín, junio de 2002.

12 Sobre el proyecto de región que lideró la élite ilustrada en Antioquia desde fines del siglo XVIII y principios del XIX, ver URIBE DE HINCAPIÉ, María Teresa, "Las Territorialidades de la violencia y los conflictos en Antioquia", en TIRADO, Álvaro (ed./coord.), Realidad Social II, Medellín, Gobernación de Antioquia, 1989, pp. 54-65. Durante el período colonial de nuestra historia la nación y las regiones no tenían existencia como unidades socio-territoriales o "comunidades imaginadas". Estas sólo comenzaron a surgir a comienzos del siglo XIX, de las cenizas de los virreinatos creados por la Corona española durante el siglo XVIII. Estos constituyeron los núcleos para la conformación de los estados nacionales en América Latina, una vez se consolidó la independencia del dominio español. Las provincias coloniales fueron los antecedentes de la configuración de nuestras regiones actuales. ANDERSON, Benedict, Comunidades Imaginadas. Reflexión sobre el origen y difusión del nacionalismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1991, pp. 77 y 84; ARCILA, María Teresa y GÓMEZ, Lucella, Libres, cimarrones y arrochelados en la frontera entre Antioquia y Cartagena. Siglo XVIII, Informe de investigación, Medellín, INER, Universidad de Antioquia, 2004, p. 4.

13 RESTREPO, José Manuel, "Ensayo de geografía, producciones, industria y población de la provincia de Antioquia en el Nuevo Reino de Granada", en Revista Universidad de Antioquia, Vol. LII, No. 202, Medellín, Universidad de Antioquia, 1984, p. 51 (introducción por Víctor Álvarez).

14 RESTREPO, Juan de Dios, "Descripción del Estado Soberano de Antioquia, antes y poco después del año 1874 en su desarrollo económico social y cultural", en ECHEVERRI M., Aquiles, El ferrocarril de Antioquia o el despertar de un pueblo. Estudio histórico, socio-económico y cultural que presentaba el Estado Soberano de Antioquia en 1874, Medellín, Colección Academia Antioqueña de Historia, 1974, p. 43.

15 RESTREPO, Vicente, Estudio sobre las minas de oro y plata en Colombia, Medellín, Fondo Rotatorio de Publicaciones FAES, 1979 [s.p.].

16 RESTREPO, Juan de Dios, "Antioquia y sus costumbres", en RESTREPO, Juan de Dios, Artículos Escogidos [1854], Bogotá, Banco Popular, 1972, pp. 44-45.

17 URIBE ÁNGEL, Manuel, Geografía General y Compendio Histórico del estado de Antioquia, París, Imprenta de Víctor Goupy y Jourdan, 1885, p. 746.

18 RESTREPO, José Manuel, op. cit, p. 54.

19 "[...] nada hay mas natural que pensar, por poco estudio que se haga de nuestra topografía, que es difícil, si no imposible, encontrar sobre el globo un pedazo de territorio que haya sido mas atormentado por los cataclismos y convulsiones de la naturaleza.". RESTREPO, Juan de Dios, Artículos…, op. cit., p. 183.

20 Ibid., p. 90.

21 Ibid. Cursivas de la autora.

22 RESTREPO, Juan de Dios, Artículos…, op. cit., p. 44.

23 RESTREPO, José Manuel, op. cit., p. 56.

24 Ibid.

25 GOSSELMAN, Carl August, Viaje por Colombia. 1826-1827, Bogotá, Banco de la República, 1981, pp. 238-239.

26 CODAZZI, Agustín (dir.), Geografía física y política de la Confederación granadina, Vol. IV, BARONA, Guido, GÓMEZ LÓPEZ, Augusto J., DOMÍNGUEZ OSSA, Camilo A. (edición, análisis y comentarios), Medellín, Universidad Nacional de Colombia - Universidad EAFIT - Universidad del Cauca, 2005.

27RESTREPO, Juan de Dios, "Descripción…", op. cit., pp. 46-4 .

28 OSPINA RODRIGUEZ, Mariano, Biografía del doctor José Félix de Restrepo, Sabaneta, Centro de Historia José Félix de Restrepo, 1988, p. 26.

29 URIBE ÁNGEL, Manuel, Geografía General del Estado de Antioquia en Colombia, Medellín, Eds. Autores Antioqueños Gobernación de Antioquia, 1985, p. 763.

30 GOSSELMAN, Carl August, op. cit., p. 2 5-2 6.

31 RESTREPO EUSSE, Álvaro, Historia de Antioquia desde la conquista hasta 1900, Medellín, Imprenta Oficial, 1903, p. 142. Cursivas de la autora.

32 RESTREPO, Juan de Dios, "Descripción…", op. cit., pp. 46-4 .

33 Ibid., p. 50.

34 Ibid., p. 54.

35 RESTREPO EUSSE, Álvaro, op. cit., p. 142. Mayúsculas en el original.

36 RESTREPO, Juan de Dios, Artículos…, op. cit., p. 42.

37 RESTREPO, Juan de Dios, "Descripción…", op. cit., p. 44.

38 Ibid.

39 LÓPEZ DE MESA, Luis, Introducción a la historia de la cultura en Colombia [1930], Bogotá, [s.e.], 1984, p. 19.

40 RESTREPO, Juan de Dios, "Descripción…", op. cit., p. 45.

41 URIBE ÁNGEL, Manuel, Geografía General del Estado… op. cit, p. 158.

42 RESTREPO EUSSE, Álvaro, op. cit., p. 166. Cursivas de la autora.

43 Ver MOYANO, Marisa, "Facundo: la negatividad de la barbarie y los procesos de territorialización", 2003, http://www.sincronia.cucsh.udg.mx/facundo.htm, fecha de consulta: septiembre de 2006, para ilustrar el dilema de los intelectuales latinoamericanos del siglo XIX ligados con el mundo europeo, ante la dicotomía civilización/barbarie y los sesgos de la construcción de la identidad nacional.

44 RESTREPO, Juan de Dios, Artículos…, op. cit., p. 92.

45 RESTREPO, Vicente, op. cit., p. 19.

46 URIBE ÁNGEL, Manuel, Geografía General del Estado…, op. cit., p. 131.

47RESTREPO EUSSE, Álvaro, op. cit., p. 159.

48 RESTREPO, Vicente, op. cit., [s.p.]

49 Con esta observación Parsons hace eco de las afirmaciones de otro extranjero, E. Hagen, según el cual, en el siglo XVIII los antioqueños eran mal vistos por los habitantes de otras regiones, especialmente por los del centro del virreinato. HAGEN, Everett, El cambio social en Colombia. El factor humano en el desarrollo económico, Bogotá, Tercer Mundo, 1962, p. 91.

50 PARSONS, James J., La colonización Antioqueña en el Occidente de Antioquia, Medellín, Imprenta Departamental de Antioquia, 1950, p. 50.

51 El sistema nuclear es el componente de las representaciones sociales más fijo y estable, que se diferencia, a la vez que se complementa con otro, denominado sistema periférico, más cambiante y móvil, dependiente del primero: "El sistema central es estable, coherente, consensual e históricamente marcado […] el sistema periférico es más sensible y está determinado por las características del contexto inmediato […]". ABRIC, Jean Claude, Central System, peripheferal system: their functions and roles in the dynamics of social representations, 2004, http://www.psr.jku.at/psrmindex.htm, fecha de consulta: octubre de 2004.

52 RESTREPO, José Manuel, op. cit., pp. 60-61. Las cursivas son de la autora.

53 ROBLEDO, Emilio, op. cit., p. 41.

54 Ibid., p. 40.

55 Ibid., p. 39.

56 Ibid., p. 40.

57 OSPINA RODRÍGUEZ, Mariano, op. cit., p. 58.

58 LÓPEZ DE MESA, Luis, De cómo se ha formado la nación colombiana [1934], Medellín, Bedout, 1970, p. 90.

59 Ibid., p. 94.

60 Ibid., p. 95.

61 Ibid.

62 Ibid.

63 Ibid., p. 104. Las cursivas son de la autora.

64 Denominados complejo cultural andino o americano, complejo negroide o litoral fluvio-minero, santandereano o neohispánico y antioqueño o de la montaña. GUTIERREZ de PINEDA, Virginia, Familia y Cultura en Colombia [1968], 3ª ed., Medellín, Universidad de Antioquia, 1994.

65 Ibid., p. xxxi.

66 Ibid., p. 404. Las cursivas son de la autora del artículo.

67Ibid.

68 PARSONS, James J., op. cit., p. 2.

69 La revisión de textos historiográficos que incluimos en la investigación en la cual se basa el presente artículo, abarca los que se refieren a la historia de Antioquia hasta la primera mitad del siglo XX. Si bien hemos identificado muchas líneas de continuidad entre las representaciones de la identidad antioqueña sustentadas por la historiografía decimonónica y la historiografía académica contemporánea, es necesario hacer un estudio sistemático de los textos contemporáneos a propósito de la historia reciente de Antioquia (segunda mitad del siglo XX), para poder precisar hasta dónde van las continuidades y a partir de qué y de quiénes se producen las rupturas.

70 Citado por SANTOS, Milton, Por una nueva Geografía, Madrid, Espasa Calpe, 1990.


Bibliografía

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