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Historia Crítica

Print version ISSN 0121-1617

hist.crit.  no.35 Bogotá Jan./June 2008

 

Movilización popular en Bogotá en la segunda mitad del siglo XIX: el caso del Motín del Pan del 23 de enero de 18751

Popular Mobilization in Bogotá during the Second Half of the Nineteenth Century: the Case of the Bread Riot of January 23, 18751

Sandra Milena Polo Buitrago*

* Licenciada en Ciencias Sociales en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y Magíster en Historia de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Docente catedrática de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y de la Escuela Superior de Administración Pública (Bogotá, Colombia). Sus áreas de interés son la Historia de los movimientos sociales latinoamericanos, la Filosofía latinoamericana del siglo XIX y la Historia de las ideas políticas. sanpo31@hotmail.com

Artículo recibido: 14 de noviembre de 2006; aprobado: 18 de enero de 2007; modificado:10 de octubre de 2007.


Resumen

En este trabajo la autora se propone mostrar las posibilidades de estudiar el Motín del Pan del 23 de enero de 1875 en Bogotá desde las versiones de la prensa de la época, poniendo en evidencia que a partir de esta fuente se hizo una interpretación, que respondía a los intereses electorales de la campaña para la presidencia de la Unión de este año. Lo anterior generó una lectura de este acontecimiento condicionada al hecho de ser una organización artesanal inspirada en la ideología de la Revolución francesa. Por tanto, a la luz de estas limitaciones se hace evidente la necesidad de dilucidar los motivos y circunstancias que originaron el motín del pan para lo cual se utiliza el concepto de ‘economía moral de la multitud’ a fin de explicar las formas en las que esta protesta se llevó a cabo.

Palabras clave: Movilizaciones populares, luchas populares, Motín del Pan, artesanos, siglo XIX, Bogotá..


Abstract

This article discusses the use of contemporary newspaper reports to study the Bogotá bread riot of January 23, 1875. It argues that these sources interpreted the riot in light of electoral interests during that year’s national presidential campaign. As such, their reading of the riot was conditioned by the fact that it was organized by artisans inspired by the ideology of the French Revolution. Such limitations underline the need to elucidate the motivations and circumstances that gave rise to the bread riot. To explain the forms in which the protest were conducted, the article turns to the concept of the ‘moral economy of the crowd’.

Keywords: Popular mobilizations, popular struggles, Bread Riot, artisans, nineteenth century, Bogotá.


INTRODUCCIÓN

En el presente artículo se analizan los hechos de la noche del 23 de enero de 1875 en Bogotá, conocidos posteriormente como el Motín del Pan2. Se ponen en evidencia las limitaciones que surgen en la explicación histórica al enfrentarse a un hecho que fue registrado sólo por la prensa. Tratando de superar algunas dificultades interpretativas, se exploran nuevas posibilidades para la comprensión de la historia de esta movilización popular en el contexto de 1875. Para ello, el trabajo ha sido dividido en cuatro partes. Inicialmente se hace una descripción del Motín para definir sus características más relevantes. En la segunda parte se exponen las interpretaciones a las que dio lugar a este acontecimiento en el contexto de 1875, presentadas a través de la prensa y respondiendo a los intereses defendidos desde cada publicación. En la tercera se presentan las diferentes lecturas que los historiadores han ofrecido sobre el Motín. En la última parte, a partir del concepto de "economía moral de la multitud" planteado por el historiador Edward Thompson3, se exploran diversas posibilidades de dilucidar su origen otras razones que las ofrecidas por los historiadores que han estudiado el tema hasta el momento.

1. El Motín del Pan de 1875 en Bogotá

El Motín del Pan de 1875 tuvo su origen en el alza del precio del "pan de a cuarto", que en aquella época era el pan que adquiría la mayoría de la población pobre en Bogotá4. Además, los panaderos habían decidido que no se podría dar vendaje por la compra de pan5. Estas medidas fueron tomadas desde el lunes 18 de enero de 1875, alegando la subida del precio de la harina de trigo6. Las anteriores medidas fueron toleradas por el pueblo hasta que el viernes 22 de enero apareció en la Plaza de Bolívar un cartelón que convocaba al pueblo a resolver su situación7. Este cartelón ligó el incremento del precio del pan al problema de los monopolios8, que conducían no sólo al alza de este alimento sino de otros productos, aunque en este momento se protestaba por el monopolio de la harina puesto que afectaba directamente a la gente9. Dicho monopolio se presentaba porque en la ciudad existían tres molinos hidráulicos10 encargados de trillar el trigo y sus propietarios especulaban con el precio de la maquila11. Para compensar las pérdidas ocasionadas por la subida del derecho de maquila, los panaderos decidieron no fabricar "pan de a cuarto" y no dar vendaje.

Ante esta situación, aproximadamente 1.500 personas llegaron a la Plaza de Bolívar la noche del sábado 23 de enero, día de pago de jornal. Allí aparecieron los que se encuentran referenciados en varias versiones12 como los "agitadores", los que inicialmente propusieron solucionar el problema enviando una comisión de tres individuos a hablar con el Presidente de la República, el liberal radical Santiago Pérez, quien los recibió en el Palacio Presidencial y habló con ellos. Al parecer la intervención de Pérez no satisfizo las expectativas de los negociadores, pues la resolución del Presidente fue la de no intervenir y dejar el asunto en manos de los panaderos y los consumidores. Cuando la comisión informó las palabras del Presidente, la gente se exasperó al no ver una respuesta clara y se lanzó, ante la ignorancia de la autoridad frente a sus reclamos, a la acción directa, haciendo "justicia por sus propios medios"13.

Comenzaron los gritos contra los ricos y los acaparadores y estalló la "ira popular". La gente "cogió a piedra" y "rompió las ventanas y puertas" de la casa de Joaquín Sarmiento, dueño del Molino Los Alisos y Gerente del Banco de Bogotá, y las panaderías de la señora Juana Durán, ubicada en la calle de Florián14; las de los señores Osorio y Durán en la calle de las Águilas; la de Matías Pérez en San Victorino; la de las señoras Pereira; la del señor Paz y otras de las Nieves; la del señor Lorenzana en el Carmen, y la de la señora Otálora y otras más en las Cruces15. Según versiones de la prensa no se atacó ninguna casa con el fin de hacer pillaje16, y los miembros del Cuerpo de Serenos de la ciudad miraban el espectáculo sin resolverse a intervenir en los motines. Sólo uno de los revoltosos se involucró y resultó herido en los hechos; según versiones posteriores fue ingresado al Hospital San Juan de Dios, donde murió17.

Al día siguiente, el Prefecto de la ciudad, Rafael Pérez, publicó un decreto por medio del cual prohibía toda reunión que excediera diez personas, y en caso de darse, debería ser disuelta por la policía aplicando las sanciones correspondientes. Así mismo, se adelantaría una investigación acerca de los motivos que tuvo el señor Alcalde de la ciudad, General Peregrino Santacoloma, para no intervenir en los hechos de aquella noche, y de hallarse culpable se procedería a su destitución. Este mismo día, el señor Joaquín Sarmiento pidió protección especial para la sede del Banco de Bogotá, por considerar que existía una seria amenaza a este lugar. El Ministerio de lo Interior asignó una guardia especial18. La noche del 25 de enero se convocó al pueblo a impedir la destitución del Alcalde por medio de cartelones bajo la firma de los artesanos, a pesar de la resolución del Prefecto mencionado.

Por otra parte, ante la supuesta participación artesanal, el 28 de enero algunos artesanos se dieron a la tarea de distribuir dos hojas volantes, que aparecieron en periódicos liberales y conservadores con la intención de "limpiar la imagen" de los artesanos y de negar su participación en las protestas violentas del 23 de enero. Finalmente, los panaderos resolvieron volver a vender el "pan de a cuarto" y a dar el vendaje, clausurando, así, el conflicto que dio origen al Motín.

2. Análisis de los hechos del Motín del Pan desde la prensa

El Motín del Pan no fue judicializado, no hubo aprehensiones para sus organizadores y no se levantaron cargos contra nadie, situación que restringe aún más las posibilidades de encontrarlo en otras fuentes distintas a la prensa, por lo que sólo puede reconstruirse a partir de esta fuente. Desde la prensa se desarrolló una lectura particular del Motín, originada por los intereses liberales y conservadores que se encontraban en pugna en el contexto particular de la campaña por la presidencia de la Unión en 1875.

Las publicaciones que aludieron y comentaron los hechos del Motín del Pan son ocho en total: tres eran conservadoras: La Ilustración, La América y El Tradicionista; tres liberales radicales: El Diario de Cundinamarca, El País y El Republicano; y dos liberales independientes: El Correo de Colombia y El Telégrafo. Sin embargo, no se hará referencia a cada versión, sino a los elementos comunes que existieron en las lecturas partidistas mencionadas del Motín. Entre estos elementos se destacan: la explicación de los artesanos como representantes políticos de "lo popular", el pasado "francés" como el fundamento ideológico de la protesta popular y la manipulación partidista de las protestas populares.

Teniendo en cuenta la primera explicación sobre el origen artesanal, se puede afirmar que en el contexto del siglo XIX los motines, las insurrecciones o los desordenes populares fueron protagonizados por los artesanos, considerados como el principal interlocutor frente al grupo dominante19. Por ello, una de las primeras hipótesis que surgieron para este Motín fue su referente artesanal, además ratificado por la aparición de dos cartelones firmados por "los artesanos" en las calles de la ciudad después de los hechos de la noche del 23 de enero de 187520, que los ligaba al parecer de forma indiscutible con la protesta. Allí los artesanos convocaban a una reunión para el 25 de enero, con el fin de defender las instituciones y, como se ha dicho, impedir la renuncia del general Peregrino Santacoloma como alcalde de Bogotá21.

No obstante, al analizar el contenido de los cartelones se puede encontrar que la defensa de este alcalde, como representante de la institucionalidad y ante el desafío directo al gobierno radical, era un discurso propio de los jóvenes nuñistas, en especial si se observan las ediciones de El Correo de Colombia, publicación que se convirtió en la vanguardia del nuñismo bogotano, bajo los auspicios de Lino Ruiz22. Sin embargo, el comunicado no aparece firmado por los seguidores de Núñez para convocar "al pueblo", sino que apareció con la firma de "los artesanos". Lo anterior parecía garantizar, por una parte, la convocatoria efectiva al pueblo y, por otro lado, salvaba a los jóvenes nuñistas de la intervención directa y las acusaciones del liberalismo radical. Además, el argumento del incremento del precio del pan desapareció completamente para dar paso a los argumentos de la coyuntura política de este contexto electoral23.

Ante estas declaraciones atribuidas a los artesanos, su respuesta no se hizo esperar. Fue así como el 29 de enero en dos hojas volantes que hicieron llegar a la redacción del periódico La América, y que posteriormente otras publicaciones como El Tradicionista, El Republicano, El Telégrafo y El País se encargaron de reproducir, los artesanos manifestaron ante la opinión que ellos no habían promovido los hechos de la noche del 23 de enero y rechazaron también el uso del nombre de su gremio para promover esta protesta. Así mismo, mencionaron la necesidad de sostener el gobierno del estado: "contra cualquier perturbación, viniera de donde viniere", lo cual significaba una defensa institucional del gobierno del estado de Cundinamarca, respaldada por una mayoría de artesanos liberales. Dicho comunicado lo firmaron los artesanos con nombres propios, en un deseo de ser claramente excluidos del Motín y sus formas de "hacer justicia"24. Esta posición fue celebrada por los redactores de las publicaciones porque, según ellos, se ponía en evidencia que la parte más notable del pueblo estaba del lado de las instituciones25.

Una interpretación elaborada a partir de la prensa de la época consideraba que la ideología de la Revolución francesa fue un factor importante para movilizar al pueblo. Esta idea se sostuvo a partir de las consignas finales de una hoja volante del 25 de enero de 1875, titulada ‘Sólo el pueblo es soberano’, en la que se decía:

"-Viva la República! -Viva la Constitución! -Abajo los traidores y monopolistas! -Viva Robespierre! -Viva Danton! -Viva Marat! -Viva Ronsell! -Viva Delecluse! -Viva el pueblo soberano!"26.

Esta hoja no tenía firmante y fue repartida en las redacciones de los periódicos conservadores y liberales el 25 de enero de 1875. No podemos conocer quién la imprimió, debido a que la prensa la reprodujo sin dar detalles de la imprenta o de los redactores. En su estilo manejó "el pasado francés", representado en los vivas a líderes como Danton, Robespierre, Marat, Ronsell y Delecluse y la proclamación de la soberanía del pueblo. Este documento fue redactado para ser distribuido como hoja volante y llegó a las redacciones de los periódicos conservadores La América y La Ilustración y del liberal Diario de Cundinamarca. Por su parte, los redactores del periódico conservador La América señalaron el comunismo como una influencia clara del Motín, incluso fueron explícitos en señalar que lo sucedido la noche del 23 de enero había sido organizado por una agrupación llamada La Liga de Astrea27, que defendía ideas comunistas entre las que se encontraban la pobreza como injusticia y la propiedad como producto del robo. Por este motivo, según La América el Motín del Pan no era un simple motín, sino una amenaza de lucha social28.

Por otro lado, los comentarios sobre dicho Motín en La Ilustración los redactó Manuel María Madiedo29, quien argumentaba que este podía ser explicado como una consecuencia de la falta de moral y religión en una sociedad. Esa falta de moral llevaba a que la sociedad se enfrentara y amenazara a sí misma, pues sólo pensaba en su propio bien y en sus intereses. En ese terreno, los ricos amparados en el librecambio perjudicaban al pueblo aumentando su miseria y los pobres para enfrentarlos acudían a esa "lepra social" que se llama "La Internacional30" y "La Comuna31". De esta manera, señalaba Madiedo: "La economía política descreída, madre del pauperismo de la internacional, i de la comune, es el peor enemigo de la civilización moderna, que solo puede salvarse al abrigo de tres grandes palabras cristianas: ‘DIOS CARIDAD I RESIGNACIÓN!’"32.

Por su parte, El Diario de Cundinamarca, de filiación liberal radical, opinó que se habló a la gente de nivelación de las propiedades, aunque estas ideas de "La Internacional" y "La Comuna" fueron sólo un intento por manejar al pueblo, pero sin duda un intento fracasado33. Es decir, que la hoja volante "SÓLO EL PUEBLO ES SOBERANO", leída desde la prensa conservadora y liberal radical contra ésta, contribuyeron a derramar el "espectro de la Comuna" sobre el Motín del Pan, lo que significó verlo como un anuncio de la lucha entre ricos y pobres que, llevada al extremo, significaría tratar de "nivelar" las propiedades para solucionar la pobreza. Ésta era una herencia clara de los hechos sucedidos en la Comuna de París de 1871, que se constituían en una amenaza para la estabilidad social si se traían con el mismo argumento a nuestro país.

Por último, la explicación de la prensa mencionaba que, en el contexto electoral de 1875, el Motín del Pan era una manipulación partidista del pueblo de Bogotá con el fin de servir a los intereses de las campañas electorales de ese momento. Para la fecha en la que se organizó el motín se iniciaba la campaña para la presidencia de la Unión, que enfrentaba inicialmente dos candidaturas: la del liberal radical Aquileo Parra y la del liberal independiente Rafael Núñez. Posteriormente, fue lanzada la candidatura del conservador Bartolomé Calvo. Alrededor de estas candidaturas se fue organizando la prensa de la época, promoviendo cada una de éstas34.

El Diario de Cundinamarca, por su parte, se encargó de difundir el nombre de Parra, y con él, la recomendación a todos los estados para que lo tuvieran presente como el candidato oficial35, de esta manera, recibió las adhesiones que comenzaron a colmar las páginas iniciales del diario, como era costumbre en la época. Igualmente, se proclamaron las adhesiones de la prensa regional, especialmente en el Republicano del Socorro, que defendía la candidatura de Parra en su estado natal, Santander36. Por su parte, la candidatura de Núñez contó con el apoyo de El Combate, El Correo de Colombia, La Unión Colombiana y La Ley en Bogotá, y el Star and Herald en la costa Caribe. La candidatura de Bartolomé Calvo recibió el apoyo de la publicación conservadora La América en Bogotá37.

Esta contienda se mostraba como una de las más complicadas para el Liberalismo Radical, especialmente porque su principal opositor, Rafael Núñez, se había convertido en una amenaza para asegurar el voto de los estados de la Costa -Panamá, Bolívar y Magdalena-. Por ello, para asegurar el respaldo a Parra se debía acudir de nuevo al fraude electoral, que ya había sido utilizado antes por el Radicalismo en la campaña que llevó a la presidencia a Eustorgio Salgar, para el periodo 1870-187238.

La amenaza de Núñez, en especial en la Costa, llevó a Santiago Pérez a intentar resolver la situación a favor del Radicalismo, por medio de un documento firmado el 8 de febrero de 1875, que hacía constar el respaldo de la Guardia Colombiana al gobierno, hecho que fue interpretado por los generales partidarios de la candidatura de Núñez como una adhesión a Parra, la que no estaban dispuestos a aceptar. Así se produjo la renuncia del general Solón Wilches y Ramón Santodomingo Vila, partidarios de Núñez que aún estaban en el gobierno, y de paso se aseguró el favor de la Guardia Colombiana al Radicalismo39. La prensa conservadora y los liberales independientes que comenzaban a apoyar a Núñez, en especial en Bogotá, culparon al gobierno de manipulación de la campaña de este año debido a estos hechos. En adelante se agudizó en Bogotá la división entre nuñistas y radicales en el contexto de la campaña de 1875, que significó para el nuñismo el inicio de una propaganda que mostraba que la candidatura de Núñez era "popular", lo cual significaba mover a la población en su favor.

Bajo estas circunstancias, el Motín del Pan fue vinculado a la campaña electoral bogotana en la medida en que servía sus intereses. Por ello, los nuñistas comenzaron a movilizar a las "clases bajas" contra la oligarquía del Olimpo Radical, y la prensa nuñista, que inicialmente se había molestado cuando le endilgaron el Motín, posteriormente no se pronunció al respecto. Se inició la campaña nuñista en Bogotá, llamada en adelante la campaña "popular", que tendría varias manifestaciones, entre ellas la búsqueda de respaldo para Núñez desde las sociedades democráticas de artesanos, que ya habían sido consideradas desde mediados de siglo como una fuerza potencial para la organización política del pueblo en favor de los gobiernos40 y que serían utilizadas ahora por los partidarios de Núñez. El tema de debate más fuerte de dicha campaña, el ferrocarril del Norte, tendría ahora un nuevo componente ideológico para la confrontación: el de la "oligarquía" radical contra "el pueblo" nuñista41.

En los hechos del Motín del Pan, el nuñismo se involucró al defender a Peregrino Santacoloma de la destitución inminente que planeaba el Liberalismo Radical. Por ello, se intentó convocar al pueblo a una reunión frente a la Asamblea de Cundinamarca para evitar que se tomara la decisión; sin embargo, a esta convocatoria no asistió el pueblo de Bogotá, a pesar de los dos llamados que se hicieron a través de los mencionados cartelones en las paredes de la ciudad y que se pusieron bajo la firma de "los artesanos". Esta situación fue ridiculizada por el Diario de Cundinamarca que afirmó que los nuñistas intentaron "untar de candidatura el Motín del Pan"42.

Como se ha expuesto, los artesanos como los principales actores sociales y la ideología de la Revolución francesa fueron los argumentos escogidos por la prensa para explicar el Motín del Pan. De allí se colige que los partidos políticos representados en el nuñismo pretendían manejar este Motín en el contexto electoral de 1875, como en efecto quisieron hacerlo. Así, el Motín podía ser explicado por las elites representadas en la prensa, para sus fines electorales; no obstante, se deja de lado en las versiones de la prensa lo que se podría considerar como los motivos centrales del Motín: la subida del precio del "pan de a cuarto" y la eliminación del vendaje, que, una vez restituidos, dieron lugar a la finalización del conflicto. Así, las publicaciones ocultaban el problema de los monopolios y del alza del precio del pan como factores detonantes de esta protesta.

3. Explicaciones de los historiadores sobre el Motín del Pan

Las circunstancias de fondo ocultadas por la prensa fueron asimiladas en las versiones de algunos historiadores que han tratado el problema del Motín del Pan. El profesor Eugenio Gutiérrez Cely dio a conocer dicho tema desde marzo de 198243; posteriormente, el mismo autor elaboró otras versiones que relataban este hecho: dos en el año de 198844 y una en 198945. De estas versiones asumo la primera, pues las demás son sólo síntesis más cortas del primer artículo.

Gutiérrez Cely sostiene que el Motín del Pan es un "Nuevo movimiento popular"46 contra la falta de reglamentación económica por parte del Estado, es una protesta anti-laissez faire, que evidencia "que la conciencia política del pueblo no estaba totalmente hipotecada a los intereses del capitalismo naciente"47. Por ello se debe aceptar la premisa de que fueron los artesanos de la capital los que lideraron la protesta ya que ellos eran el elemento consciente48 que desde mediados del siglo XIX estuvo contra la política económica laisseferista promovida por el Liberalismo Radical. Por esta razón Gutiérrez Cely no se detiene en la discusión que desarrollaron los mismos artesanos sobre su no participación en el Motín. Más bien se centra en considerar que no se protestó por el alza del pan en sí, sino por el hecho de que los panaderos promovieran el laissez faire para encarecer sin trabas un producto alimentario49.

Acorde con sus argumentos, Gutiérrez Cely piensa que las ideas ligadas a la Revolución francesa, o lo que se llamó en esta época ‘el espectro de la Comuna’, conformaron una relación posterior que promovió la prensa con el fin de restarle una base social al Motín, base que se buscaba obviamente en los artesanos. En consecuencia, este autor apoya su exposición en la prensa conservadora que manejó el motín como anti-laissez faire, es decir, como una clara evidencia de la crisis de los planteamientos económicos del Radicalismo. Sin embargo, a pesar de esta limitación en su enfoque y crítica de fuentes, los escritos de Gutiérrez Cely y sus divulgaciones posteriores dieron a conocer este tema, y prácticamente todos los trabajos que han hablado del Motín del Pan, incluyendo este artículo, han tenido en cuenta este aporte. Así, autores como Fabio Zambrano, Mario Aguilera y Renán Vega, y David Sowell han elaborado algunos comentarios sobre el Motín del Pan, no para investigarlo de nuevo, sino para ligar esta protesta a otras existentes en el siglo XIX.

El profesor Fabio Zambrano, quien elaboró un balance historiográfico sobre los movimientos sociales en el siglo XIX, menciona que Eugenio Gutiérrez: "aprovecha el Motín del Pan para mostrarnos, en un análisis muy empírico, ciertos aspectos de la cultura popular radical que existían en Bogotá en esa coyuntura", porque para él este Motín tiene la "agradable novedad de sacarnos de la historia de las sociedades Democráticas y mostrarnos la riqueza analítica que ofrecen otros movimientos"50. Aunque comparto con Zambrano la idea de que el Motín podría mostrar elementos novedosos de análisis, este autor no menciona cuáles son esos aspectos de la cultura popular radical que han quedado evidenciados desde el Motín del Pan.

Adicionalmente, vale la pena tener en cuenta la tesis de Renán Vega y Mario Aguilera, quienes intuyen cierta continuidad en las ideas francesas que inspiraron el Golpe de Melo en 1854, el Motín del Pan de 1875 y el Motín de 1893, en los cuales se evidencia el espectro de la Revolución francesa. Si se ve el cuadro que insertaron en su libro, se notará que las consignas pertenecen a un comunicado posterior al motín y que la cita es de Eugenio Gutiérrez en su texto "Las luchas Populares en el siglo XIX" publicado en la Revista de la Universidad Distrital51. Por lo anterior, es difícil suponer que la ideología de la Revolución francesa sea la que concitó las acciones del Motín, pues este comunicado se usó sólo para darle mayor fuerza ideológica, en un contexto determinado, y para que fuera leído como una amenaza social, que fue la forma como la prensa conservadora y la liberal terminaron asumiéndolo52.

Finalmente, el investigador norteamericano David Sowell ha mencionado el Motín del Pan y lo ha relacionado en su libro Artesanos y Política en Bogotá, 1832-1919 como una protesta que muestra el distanciamiento entre el pueblo y los artesanos, ya que estos se manifestaron contra el Motín y sus excesos, mientras que se adherían a los partidos liberal y conservador de varias maneras, sea entrando a los ejércitos o perteneciendo a la Sociedad de Socorros Mutuos, fundada desde 1872 y vigente todavía en aquella época.

Para Sowell en el Motín del Pan podría haberse expresado una "economía moral de la multitud" en la Bogotá de 1875. La economía moral de la multitud es un concepto que el historiador británico Edward Thompson utilizó al analizar las formas de protesta de la Inglaterra del siglo XVIII y que se sustenta en la existencia de un consenso popular con respecto a qué prácticas eran legítimas y cuáles eran ilegítimas en una sociedad en lo que se refiere a la comercialización y elaboración del pan o de otros productos. Se puede decir, entonces, que existe una defensa de los usos, prácticas y derechos que una sociedad ha mantenido a través del tiempo por costumbre. Estas costumbres son vulneradas en las nacientes sociedades industriales, generando conflictos que generalmente se entienden como una contradicción entre tradicionalismo y nueva economía; esto explica los llamados motines de subsistencias en el caso de la Inglaterra del siglo XVIII, que fueron una forma "muy compleja de acción popular directa, disciplinada y con claros objetivos"53, donde se manejan nociones legitimizantes, se defienden derechos o costumbres tradicionales.

Sowell afirma que en este Motín se defendió la fabricación del pan de "acuarto" y el vendaje desde una economía moral que aprobaba esta práctica, es decir, se defendía una tradición. Sin embargo, como el propósito de Sowell son los artesanos y sus organizaciones, él no se ocupó del Motín como "economía moral" ni mostró cuáles serían sus componentes54.

4. Una posible "economía moral de la multitud"

Se hace evidente la necesidad de dilucidar los motivos y circunstancias que originaron el Motín del Pan y, además, analizarlo a la luz de las limitaciones que se presentan al tener como única fuente a la prensa. Creo que la noción de Gutiérrez Cely sobre el Motín como una protesta anti-laissez faire originada por los artesanos, además de asimilar una idea propia de la prensa conservadora, desconoce que los artesanos se opusieron al Motín en dos comunicados, situación que no es interpretada por este autor y que amerita un análisis más riguroso. También considero que la interpretación de Vega y Aguilera asume un legado de la Revolución francesa en el Motín, elaborado desde las consignas de la hoja volante ‘Sólo el pueblo es soberano’, que apareció después de las protestas en cuestión y tuvo como propósito atacar al Prefecto de la ciudad, el liberal Rafael Pérez, por haber pedido la destitución del Alcalde de la ciudad, el nuñista Peregrino Santacoloma; sin embargo, no fue una retórica revolucionara que convocara hacia la acción, por lo menos en este contexto.

Por lo anterior, creo que como lo sugiere David Sowell, el Motín del Pan de 1875 en Bogotá puede ser explicado desde una economía moral que se encontraba en contradicción con la visión expuesta por el notablato artesanal de la época. Aquí se utiliza esta categoría de notablato para referirse a una elite artesanal que hacía parte de la dirigencia de los partidos, integraba las sociedades democráticas de artesanos, pertenecía a las sociedades de socorros mutuos y que tenían una tradición de participación política desde mediados del siglo XIX. Podemos afirmar desde estas evidencias que el notablato artesanal55 quiso excluirse del Motín del Pan en lo que respecta a sus formas de protesta, y aunque consideró que los motivos existían (el alza del precio del pan y el problema de los monopolios) y eran graves para la población, lo que reprochaba era la forma en que se querían solucionar, pues para ellos existían formas pacíficas de hacer estas reclamaciones. Los comunicados en los que los artesanos se excluyeron de los hechos del Motín del Pan son una muestra clara de la ruptura existente de la dirigencia artesanal tradicional con respecto a las formas de protesta colectiva que había asumido "el pueblo" en este periodo.

La idea de Sowell, elaborada desde el concepto de economía moral de la multitud de Thompson, sostiene que la protesta pudo haber tenido la participación de una parte del artesanado distanciada de las elites artesanales tradicionales que definitivamente no estuvieron de acuerdo con esta forma de protesta aunque aprobaran los motivos. Por ello, en esta última parte sugiero una hipótesis acerca del contenido de una posible economía moral para la Bogotá de 1875 planteada a partir de las nociones de justicia que se defendieron durante el Motín del Pan, entre las cuales figuran el pan como mínima ración indicativa de pobreza y las nociones sobre la armonía social que se tuvieron en cuenta en esta época.

El pan estaba presente como mínima ración para los "pobres". Así lo explicaba Ramón Vanegas56, quien contaba que en 1871 la dieta de "las clases inferiores" que ganaban aproximadamente $0,60 centavos como jornal era: "consumir a las 9:30 a.m. un plato de sopa (no desayunaban), un pan y un vaso de chicha; a las 2:30 p.m. lo mismo, mas una o dos papas y arroz; la carne apenas alcanza a una onza y media o dos, y cenan un pan y un vaso de chicha"57. Para 1893, el pan negro y la chicha hicieron parte de la comida del jornalero. La harina de este pan negro no era la de flor, sino la harina acemita que contenía un poco más de salvado, y sus características la hacían menos asimilable en el cuerpo humano: la mayoría se desechaba, siendo ésta de bajo poder nutritivo. Con esta harina se preparaba el pan que se llamaba mogollo. Éste iba acompañado generalmente de un vaso de chicha que no era pura sino heces de chicha58. De esta manera el pan aparecía en la dieta del pobre, o de lo que el estudio de Vanegas llamaba las "clases inferiores", como su mínima ración59.

Este pan de los pobres en una ración mínima lo expresó el artesano Sixto Escobar en una conferencia leída cuando se desempeñaba como dirigente de la Sociedad de Socorros Mutuos en 1888, donde decía: "Sobre todo, no aborrezcamos a los ricos. Ellos son nuestra hechura [...] a ellos debemos el pan que repartimos con nuestras familias, y ellos son necesarios para establecer la armonía del universo"60. En esta interpretación, Sixto Escobar considera el pan como la metáfora de la alimentación del pobre para poder convivir con el rico en armonía, y asumiendo la riqueza y la pobreza como dos condiciones necesarias y armónicas con el pan como mediador. Es probable que una idea similar del pan haya acompañado las manifestaciones contra la subida del pan de los pobres, y la eliminación del vendaje, que era la evidencia de la generosidad del que lo vendía. Un pan que simbolizaba la dignidad de la pobreza, la cual aceptaba la existencia de la riqueza con el pan como posibilidad de dicha relación armónica.

El pan que aparece en relación con la pobreza digna, es el pan ganado "con el sudor de la frente"; esta idea la muestra con claridad, durante los acontecimientos del Motín del Pan el periódico conservador La Ilustración, que vincula el pan al trabajo. En el folletín "Madrid riendo, Madrid llorando" se contaba la historia de un joven llamado Antonio que era pobre y trabajaba en una imprenta para mantener a su madre que era ciega. Como no ganaba lo suficiente, él consideraba desgraciada su condición de pobreza e iniciaba un diálogo con un hombre mayor, Don Pedro, que le explicaba cómo funcionaban las cosas en el mundo, y le ayudaba a comprender la dignidad del pobre al ganarse el pan con el sudor de su frente61. La recomendación de Nicolás Pontón, redactor de La Ilustración, fue la de compartir con los pobres este cuento para que comprendieran cuál era la representación exacta de la sociedad y por qué en todos los países había ricos y pobres62.

El pan estuvo presente en la concepción de riqueza de la época; por ello no es de extrañar que antes del Motín de 1875, estas nociones del pan generaran varios enfrentamientos, pues existía una preocupación por la subida de los precios de la harina y del pan, problema que fue persistente durante el siglo XIX63. Así que, a mi modo de ver, no es extraño que el pan, a pesar de que la prensa de la época argumentara que no era de consumo masivo64, parece ser que tenía la suficiente importancia para ser tenido en cuenta como referente de la pobreza extrema, y esta idea dentro del pueblo podía generar la protesta popular. Por esto, dicha propuesta solía tener como motivo central el incremento de los precios de algún artículo, pero se presentaba cuando el alza chocaba con nociones legitimizantes sobre lo que era justo en determinadas circunstancias.

Analizar el Motín del Pan como una lucha desarrollada desde nociones legitimizantes nos permite entender la existencia de una especie de "economía moral" de los pobres para el siglo XIX, construida sobre la base de representaciones que configuran un concepto de justicia y que al ser violentadas, ameritaban tomar algún tipo de acción, tal como sucedió la noche del 23 de enero de 1875, cuando fueron apedrearon las casas de los panaderos porque decidieron subir el precio del "pan de a cuarto", que era el pan del pobre y que permitía una relación social armónica, que se vio seriamente afectada aquella noche en la que los pobres se rebelaron contra los ricos.

Por eso el Motín del Pan puede ser visto como una "rebelión de subsistencias" a la manera clásica como la ha visto Thompson: como una acción posible desde un referente cultural, desde una cultura plebeya que contiene elementos de "economía moral de la multitud"65. Esta economía moral nos indica que las personas no luchaban por los alimentos, sino por la representación que tienen de ellos; porque comer un alimento, disponer un precio para él y, en especial, reclamar por el derecho de tenerlo determinado sobre otros, o reclamar su precio justo de este, sólo es posible desde una noción moral, relacionada directamente con el sentido de la justicia de algo en una determinada época y lugar.

El concepto de "economía moral de la multitud" plantea una visión de la justicia entre "los pobres"; justicia que si es vulnerada concita a la acción, a la protesta basada en lo que una comunidad considera justo. El Motín del Pan se puede considerar en este espacio de la "economía moral de la multitud" de la multitud, que en la Bogotá de 1875 contaba con un pan de "a cuarto", que era el del pobre. A esta tradición asumida socialmente, se añadía un sentido del pan como la ración mínima de una pobreza llevada con dignidad: el pan era entendido como la dignificación del pobre que tenía un pan para comer y que, teniendo pan, guardaba una relación armónica con el rico y con la sociedad entera. Esta noción del pan como dignidad de la pobreza era socialmente construida, ya que hasta en las versiones de la prensa se aceptaba que los reclamos de los pobres por el "pan de a cuarto" eran justos; lo que no se aceptaba era la "forma" como las personas decidieron reclamar. Esto quiere decir que la economía moral compartía valores con la sociedad en la que se desarrollaba.

Finalmente, puede considerarse que la cultura popular bogotana del siglo XIX pudo contener elementos, por ejemplo la resolución de tomar justicia por la propia mano, como algo lícito, que incluso puede pensarse como una forma de lucha que aún persiste en nuestro tiempo y que vimos expresado en el caso del Motín del Pan, cuando las personas se hicieron conscientes de que la autoridad no brindaba soluciones efectivas a sus reclamos. No obstante, puede pensarse que con este tipo de movilizaciones, el camino para intentar desarrollar un planteamiento que conduzca a la caracterización de la "economía moral de la multitud" en el siglo XIX colombiano apenas comienza; porque existieron otras luchas populares, otras rebeliones contra la autoridad que también llevaron a protestas, no tan masivas, pero sí ancladas en una tradición cultural beligerante.


1 Este artículo es una versión reelaborada de la investigación "El Motín del Pan un análisis desde la prensa" realizada para optar al título de Magíster en Historia de la Pontificia Universidad Javeriana en el 2005.

2 Nombre que recibió en periódicos de la época como La América, Bogotá, 26 de enero de 1875, 105 y El Telégrafo, Palmira, 18 de febrero de 1875, 6. También recibió el nombre de "Revolución del Pan de a cuarto", Diario de Cundinamarca, Bogotá, 25 de enero de 1875, 290.

3 Edward Palmer Thompson, Costumbres en común (Barcelona: Editorial Crítica, 1995), 241.

4 Se decía ‘de a cuarto’, porque con dos y medio centavos o sea un cuartillo de la moneda entonces en uso se compraban cuatro panes pequeños. José María Cordovez Moure, Reminiscencias de Santafé de Bogotá, editado por Gerardo Rivas Moreno (Bogotá: Fundación para la Investigación y la Cultura (FICA), 1997), 173.

5 El Republicano, Socorro, 29 de enero de 1875, 17; La América, Bogotá, 26 de enero de 1875, 105; La Ilustración, Bogotá, 26 de enero de 1875, 13; Diario de Cundinamarca, Bogotá, 25 de enero de 1875, 276.

6 Carta enviada por un panadero, en La América, Bogotá, 22 de enero de 1875, 93.

7 La América, Bogotá, 27 de enero de 1875, 109.

8 El problema de los monopolios y su influencia siguió siendo frecuente después del Motín del Pan. La Ilustración, Bogotá, 16 de mayo de 1878, 7. La consigna "Abajo los monopolios" volvió a aparecer en el Motín de 1893. Mario Aguilera Peña, Insurgencia urbana en Bogota. Motín conspiración y guerra civil 1893-1895 (Bogotá: Colcultura, 1997), 94.

9 Parece ser que la sal y la miel también presentaron el problema del monopolio que afectaba su precio. El Tradicionista, Bogotá, 29 de enero de 1875, 1; La Ilustración, Bogotá, 26 de enero de 1875, 13.

10 El de los Alisos, Tres Esquinas y El Boquerón. José María Cordovez Moure, Reminiscencias de Santafé, 172.

11 Derecho que pagan los dueños del trigo a los molineros para que les trillen el trigo y les devuelvan la harina en "flor" para hacer el pan.

12 La América, Bogotá, 26 de enero de 1875, 105; El Telégrafo, Palmira, 18 de febrero de 1875, 6; El Republicano, Socorro, 12 de febrero de 1875, 26; El País, Bogotá, 2 de febrero de 1875, 7; Diario de Cundinamarca, 25 de enero de 1875, 276.

13 La América, Bogotá, 26 de enero de 1875, 105.

14 Diario de Cundinamarca, Bogotá, 25 de enero de 1875, 276.

15 Diario de Cundinamarca, Bogotá, 25 de enero de 1875, 276; La América, Bogotá, 27 de enero de 1875, 109.

16 Diario de Cundinamarca, Bogotá, 25 de enero de 1875, 276; José María Cordovez Moure, Reminiscencias de Santafé, 174.

17 El Telégrafo, Palmira, 18 de febrero de 1875, 6.

18 Archivo General de la Nación (AGN), Bogotá - Colombia, Sección República, Fondo Ministerio del Interior y Relaciones Exteriores, t. 93, f. 247(r).        [ Links ]

19 El artesano del siglo XIX sostuvo una lucha permanente por sus intereses, además como gremio contaron con miembros prestantes intelectualmente y esto les permitió conservar el liderazgo de movimientos populares, principalmente urbanos. A esto hay que agregar que los artesanos se reconocieron a sí mismos como clase social y trataron de conservar sus tradiciones culturales. Igualmente, a partir de su representatividad, el "pueblo" se reconocía a sí mismo como artesano, en especial cuando quería autoidentificarse frente al poder. Francisco Gutiérrez Sanín, Curso y discurso del movimiento plebeyo 1849-1854 (Bogotá: Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales - El Áncora Editores, 1995), 126.

20 Este referente artesanal era bien conocido por los dirigentes de cada partido, que en determinados momentos de confrontación apelaron a los artesanos y sus organizaciones, como una manera de buscar apoyo popular a sus intereses; en este contexto por ejemplo los nuñistas convocaron a las sociedades democráticas de artesanos en la campaña de 1875. El Combate, Bogotá,20 de marzo de 1875, 22.

21 Este cartelón fue pegado en las "calles de la ciudad". La América 258, Bogotá, 27 de enero de 1875, 109-110.

22 Estos discursos contra los abusos de los ricos se produjeron en los cuatro números del semanario Correo de Colombia que circularon desde la última semana de noviembre hasta la última de diciembre de 1874. El Correo de Colombia, Bogotá, 16 de diciembre de 1874, 17.

23 La América 258, Bogotá, 27 de enero de 1875, 109.

24 Algunos de los artesanos firmantes pueden ser identificados: Miguel Bernal era sastre; Vicente Bastida era carpintero-ebanista y decorador; Pablo Bermúdez perteneció a la milicia convocada por el gobierno liberal el 11 de agosto de 1876, era moderado en política; Ramón Ordóñez estuvo en una organización artesanal fundada en 1869, bajo el nombre de Sociedad Industrial; Anselmo Daza era sastre y fue sub-director de sección e inspector de la guerrilla formada por la Junta Liberal del Barrio las Nieves del Centro Liberal de Bogotá entre 1891 y 1893. David Sowell, Artesanos y Política en Bogotá, 1832-1919 (Bogotá: Ediciones Pensamiento Crítico - Editorial Círculo de Lectura Alternativa Ltda., 2006), 105-142.

25 La América, Bogotá, 30 de enero de 1875, 122; El Telégrafo, Palmira, 18 de febrero de 1875, 6; El Republicano, Socorro, 12 de febrero de 1875, 26; El País, Bogotá, 2 de febrero de 1875, 7; El Tradicionista, Bogotá, 2 de febrero de 1875, 1663; La Ilustración, Bogotá, 30 de enero de 1875, 17.

26 La América, Bogotá, 29 de enero de 1875, 118.

27 Indagando en números anteriores del periódico La América se encontró que el nacimiento de la Liga de Astrea, en efecto ya había sido anunciado desde el 6 de Noviembre de 1874 como una sociedad fundada por doce miembros, aunque no se menciona quiénes fueron. Esta Liga ya contaba con una centena de seguidores en la capital y estos aportaban cierta suma de dinero, lo cual permite intuir que ya tenían un capital de más de tres mil pesos. Entre los objetivos de la mencionada sociedad se señala como eje central "averiguar la justicia y la verdad del derecho para reivindicarlo". Al parecer la Liga de Astrea mantenía un comité directivo, que según esta versión tenía una rígida organización donde sus miembros prestaban "ciega obediencia". Entre sus ideas fundamentales estaban: 1. El trabajo que debe tener una remuneración igual a la que produce el dinero y la propiedad como un robo que se ha hecho a la masa común en virtud de la injusticia de las leyes que fundan el derecho. 2. La pobreza es una injusticia y es necesario que la diosa que presidía las acciones de los hombres antes que el crimen hubiera aparecido entre ellos, baje de nuevo al solio que le preparamos y venga a ser la norma de nuestra conducta y la reguladora de la propiedad. La América, Bogotá, 6 de noviembre de 1874, 1012.

28 La América, Bogotá, 29 de enero de 1875, 109.

29 Manuel María Madiedo (Cartagena, 14 de septiembre de 1815 - Bogotá, 6 de septiembre de 1888) se desempeñó como abogado, escritor, periodista y político. Se puede considerar como un intelectual del siglo XIX que combatió las ideas contrarias al cristianismo, inclinándose por las interpretaciones de la sociedad colombiana, que propugnaban una defensa de la caridad como el valor más importante para combatir la injusticia y la pobreza. Fue un admirador de Luis Napoleón ya que éste desarrolló un "grandioso plan" para establecer una barrera católica y latina contra la expansión sajona y protestante. José del Carmen Ortega, La teoría política de Manuel María Madiedo, El Socialismo en la Nueva Granada (Bogotá: Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, Facultad de Jurisprudencia, 1989), 5-27.

30 La Asociación Internacional de Trabajadores, conocida más tarde como la Internacional, fue fundada en Londres por obreros fabriles franceses e ingleses en 1864. La idea de esta organización era consolidar una asociación que luchara por acabar el sistema capitalista unificando los partidos y asociaciones que a nivel mundial compartieran este objetivo. El miembro más prominente del Comité Central de esta organización fue Carlos Marx, quien redactó los estatutos de la Internacional. Eric Hobsbawm, Historia del Marxismo (Barcelona: Editorial Bruguera, 1979), 1 9.

31 La Comuna de París fue el nombre con el que se conoció el movimiento y el gobierno revolucionario formado en París el 18 de marzo de 1871 y que duró hasta el 28 de mayo de ese mismo año. Este movimiento revolucionario estuvo formado por consejeros municipales elegidos por sufragio universal en los diversos distritos de París y es considerado como el primer gobierno obrero de Europa. Entre sus decisiones más importantes estuvo la separación de la Iglesia y el Estado, la supresión del ejército permanente, sustituyéndolo por una guardia nacional y la desaparición de la burocracia representada en la Asamblea Nacional, que se había encargado del gobierno desde el 1o de septiembre de 1870, tras la aceptación de la derrota de Francia frente a Prusia por parte de Luis Napoleón. Carlos Marx, "Manifiesto del Consejo de la Asociación Internacional de los Trabajadores sobre la guerra civil en Francia en 1871" [abril-mayo de 1871], en La Comuna de París, ed. Lenin Vladimir Ilich (Madrid: Editorial Revolución, 1980), 7-42.

32 La explicación más interesante del hecho de la Comuna de París y cómo se ha regado como una "lepra social", se encuentra en Manuel María Madiedo, "Conflicto Social", La Ilustración, Bogotá, 26 de enero de 1875, 13-14.

33 Diario de Cundinamarca, Bogotá, 29 de enero de 1875, 290.

34 Diario de Cundinamarca, Bogotá, 25 de enero de 1875, 273; El Combate, Bogotá, 12 de febrero de 1875, 1.

35 Diario de Cundinamarca, Bogotá, 25 de enero de 1875, 273.

36 Parra nació en Barichara el 12 de mayo de 1825. Antonio Pérez Aguirre, Los radicales y la Regeneración (Bogotá: Editorial Cromos, 1941), 128; Antonio José Rivadeneira Vargas, Aquileo Parra y la ideología radica (Bogotá: Editorial Planeta, 2001), 16.

37 El Republicano, Socorro, 1875; El Correo de Colombia, Bogotá, 1874-1875; El Combate, Bogotá, 1875; La América, Bogotá, 1874-1875; La Unión Colombiana, Bogotá, 1875; La Ley, Bogotá, 1876 y Star and Herald, Panamá, 1875.

38 David Bushnell, "Elecciones presidenciales 1863-1883", Revista de Extensión Cultural 18 (Medellín, 1984): 46.

39 El Tradicionista, Bogotá, 12 de febrero de 1875, 1675.

40 David Sowell, Artesanos y Política, 86.

41 Los parristas intentaron convocar las democráticas durante el mes de abril de 1875, pero sus intentos fracasaron, porque las Asambleas las ganaba el nuñismo. El Combate, Bogotá, 20 de abril de 1875, 41.

42 Diario de Cundinamarca, Bogotá, 29 de enero de 1875, 290.

43 Eugenio Gutiérrez Cely, "Nuevo movimiento popular contra el ‘laissez-faire’: Bogotá, 1875", en Universitas Humanística 11:17 (marzo de 1982):177-212.

44 El primero fue divulgado en ‘Lecturas Dominicales’ del periódico El Tiempo como un adelanto del artículo que parecería un año después en la colección Historia de Bogotá, de la Fundación Misión Colombia. Eugenio Gutiérrez Cely, "El Motín del Pan", en El Tiempo, Lecturas Dominicales, 10 de abril 1988, 12-13. El segundo apareció en una revista universitaria: Eugenio Gutiérrez Cely, "Las luchas populares en Bogotá en el siglo XIX. El Motín del Pan", Revista Universidad Distrital Francisco José de Caldas 5-6 (1988): 33-48.

45 Este es el último que aparecería en la obra colectiva Historia de Bogotá: Eugenio Gutiérrez Cely, "El Motín del Pan", en FUNDACIÓN MISIÓN COLOMBIA, Historia De Bogotá, III (Siglo XIX) (Bogotá: Salvat -Villegas Editores, 1989) 77-82.

46 Eugenio Gutiérrez Cely, "Nuevo movimiento popular", 195.

47 Eugenio Gutiérrez Cely, "Nuevo movimiento popular", 177-178. La cursiva es mía.

48 El otro componente de la multitud amotinada era el elemento espontáneo que reaccionaba "instintivamente" ante la provocación y que con el desborde de su ira expresaba cuál era la extrema situación de miseria que padecía. Eugenio Gutiérrez Cely, "Nuevo movimiento popular", 195.

49 Idea defendida desde la prensa conservadora de la época del Motín Eugenio Gutiérrez Cely, "Nuevo movimiento popular", 195.

50 Fabio Zambrano Pantoja, "Historiografía sobre los movimientos sociales en Colombia. Siglo XIX", en La historia al final del milenio, comp. Bernardo Tovar Zambrano, Bogotá: EUN, 1995, 168.

51 Eugenio Gutiérrez Cely, "Las Luchas Populares", 33-48.

52 Mario Aguilera Peña y Renán Vega Cantor, Ideal democrático y revuelta popular. Bosquejo histórico de la mentalidad popular en Colombia. 1781-1948, Bogotá, IEPRI - Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales - CEREC - Universidad Nacional de Colombia, 1998), 136-137.

53 Edward Palmer Thompson, Costumbres en común, 241-242.

54 David Sowell, Artesanos y política, 184.

55 Estas elites artesanales manejaron discursos en común con la dirigencia liberal-conservadora, a la que se acercaron en varios momentos desde la defensa de la propiedad, la lucha por el trabajo, la ética cristiana de la pobreza y el esfuerzo e, incluso, desde la interpretación de la Revolución francesa como peligrosa. Este notablato artesanal era el que dirigía las sociedades de artesanos con las que se han elaborado hasta ahora los estudios de las luchas artesanales decimonónicas. Sandra Milena Polo Buitrago, "El Motín del Pan de 1875 en Bogotá, Un análisis desde la prensa" (MA en Historia, Pontificia Universidad Javeriana Bogotá, 2005), 82-85.

56 Estudiante de Jurisprudencia de la Universidad del Externado que desarrolló su tesis de grado sobre la situación de la clase obrera en su época. Entre los examinadores de esta tesis se encontraban Aníbal Galindo y Salvador Camacho Roldán. Citado en Mario Aguilera Peña, Insurgencia, 125.

57 Ramón Vanegas, Estudio sobre nuestra clase obrera (Bogotá: Imprenta de Torres Amaya, 1892), 23.

58 Manuel Cotes, Régimen alimenticio de los jornaleros de la Sabana de Bogotá (Bogotá: Congreso Médico Nacional, Imprenta de la Luz, 1893), 5-6 y 12.

59 Según este autor, la mínima ración es lo necesario para vivir.

60 Sixto Escobar, Conferencias leídas en la Sociedad de Socorros Mutuos (Bogotá: Imprenta de la Luz, 1888), 21.

61 La Ilustración, Bogotá, 22 de enero de 1875, 11.

62 La Ilustración, Bogotá, 29 de enero de 1875, 17.

63 En el año de 1859, cuando Mariano Ospina ejerció la presidencia, se discutía la subida de los impuestos a algunos productos, entre ellos a la harina. Doris Wise de Gouzy, Antología del pensamiento de Mariano Ospina Rodríguez (Bogotá: Banco de la República, 1990), 160-167. Además, cuando el general Mosquera y sus tropas entraron en Bogotá con el fin de someter la dictadura de Melo en 1854, se enfrentaron contra los panaderos por primera vez, ya que éstos fueron considerados como artesanos. Álvaro Miranda, Colombia la senda dorada del trigo, episodios de molineros, pan y panaderos (Bogotá: FEDEPAN, 2000), 72. En 1890 Núñez ante la amenaza de la subida del precio del pan decidió hacer una colecta pública con el fin de montar una panadería para vender pan a bajo precio. Mario Aguilera Peña, Insurgencia Urbana, 94.

64 El Tradicionista, Bogotá, 29 de enero de 1875, 1659.

65 Edward Palmer Thompson, Costumbres en Común.


Bibliografía

Fuentes primarias:

Archivos:

Archivo General de la Nación (AGN), Bogotá - Colombia, Sección República, Fondo Ministerio del Interior y Relaciones Exteriores, t. 93, f. 247(r).

Publicaciones periódicas:

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Fuentes secundarias

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